Artículo 1:
La trinidad de personas divinas, ¿puede o no ser conocida por razón
natural?
lat
Objeciones por las que parece que la trinidad de las personas divinas
puede ser conocida por razón natural:
1. Los filósofos no llegaron al conocimiento de Dios
más que por razón natural. Se pueden encontrar muchos textos sobre la
trinidad de personas escritos por los filósofos. Dice Aristóteles en
el I De Caelo et Mundo: Por este número
(el tres) glorificamos al único Dios, sublime sobre todo lo
creado. También Agustín en el VII Conf. dice:
(En los libros de los platónicos) leí, no con las mismas palabras,
pero sí, y es completamente, igual, con muchos y variados argumentos
persuasorios, que al Principio era la Palabra, y la Palabra está junto
a Dios, y la Palabra era Dios; y otras cosas parecidas con las que
se da a entender la distinción de las personas divinas. También en la
Glosa a Rom 1 y Ex 8,9, se dice que los magos del faraón
fallaron en el tercer signo, esto es, en el conocimiento de la tercera
persona, es decir, del Espíritu Santo; pero, al menos, conocieron dos.
Trismegisto dice: La Mónada engendra la Mónada,
reflejando en sí su propio ardor. Estas palabras parecen indicar
la generación del Hijo y la procesión del Espíritu Santo. Por lo
tanto, por razón natural puede tenerse conocimiento de las personas
divinas.
2. Más aún. En el libro
De Trin.
dice Ricardo de San Víctor:
Creo firmemente que, para cualquier
explicación de la verdad, no faltan argumentos, y no sólo probables,
sino también apodícticos. Por eso, para probar la trinidad de
personas, algunos argumentaron a partir de la infinita
bondad divina, que se comunica a sí misma infinitamente en la
procesión de las personas divinas. Otros encuentran el
fundamento en aquello de que
poseer un bien sin compartirlo no es
alegría. Agustín, por su parte, para demostrar la
trinidad de personas, parte de la procesión de la palabra y del amor
en nuestra mente. Este camino es el seguido por nosotros (
q.27 a.1 y
3). Luego la trinidad de personas puede ser conocida por la razón
natural.
3. Parece inútil transmitir al hombre lo que no puede
ser conocido con la razón humana. Pero no debe decirse que es inútil
la transmisión divina del conocimiento de la Trinidad. Luego la
trinidad de personas puede ser conocida por la razón
humana.
Contra esto: está lo que dice Hilario en el libro II
De
Trin.:
Que no pretenda el hombre, con su sola
razón, poder llegar al conocimiento del misterio de la generación.
Y Ambrosio dice:
Es imposible conocer el secreto de
la generación. La mente falla. La voz calla. Pero por el origen de
la generación y de la procesión se distingue la trinidad de las
personas divinas, como quedó demostrado (
q.30 a.2).
Como quiera que aquello el hombre no lo puede conocer
ni la mente alcanzar, porque no puede tener argumentos apodícticos, se
deduce que la trinidad de personas no puede ser conocida por razón
natural.
Respondo: Es imposible que por la razón natural
se llegue al conocimiento de la trinidad de las personas divinas. Ya
se demostró (
q.12 a.4,11 y
12), que por la razón natural el hombre no
puede llegar al conocimiento de Dios más que partiendo de las
criaturas. Y las criaturas llevan hasta el conocimiento de Dios como
el efecto lleva a la causa. Así, pues, con la razón natural sólo se
puede conocer de Dios lo siguiente: Que le corresponde necesariamente
ser principio de todo lo existente. Este es el fundamento que hemos
utilizado anteriormente (
q.12 a.12) al hablar de Dios. Además, el
poder creativo de Dios es común a toda la Trinidad; por eso pertenece
a la unidad de esencia y no a la distinción de Personas. Así, pues,
por la razón natural se puede llegar a tener conocimiento de lo que
pertenece a la unidad de la esencia, no de lo que pertenece a la
distinción de Personas.
Quien pretenda demostrar por la razón natural la trinidad de personas
atenta contra la fe de dos maneras: La primera, en cuanto a la
dignidad de la misma fe, centrada en lo invisible, siendo esto algo
que excede la razón humana. De ahí que diga el Apóstol en Hb 11,1: La fe se tiene de lo que no se ve. Y en 1 Cor 2,6: Entre los
perfectos anunciamos la sabiduría, pero no la sabiduría de este mundo,
ni la de los príncipes de este mundo, sino que anunciamos la sabiduría
que está escondida en el misterio de Dios. La segunda, en cuanto a
la utilidad de llevar a otros a la fe. Pues cuando alguien, para
demostrar la fe, presenta argumentos que no son comprensibles, provoca
la burla de los que no creen, pues piensan que tales argumentos son el
fundamento por el que nosotros creemos.
Por lo tanto, lo que pertenece a la fe, no hay que intentar probarlo
más que mediante autoridades ante aquellos que las admiten. Ante los
demás, en cambio, basta con defender que no es imposible lo que
anuncia la fe. Por eso Dionisio en el c.2 De Div.
Nom. dice: Si alguien rechaza totalmente la
Escritura, estará muy lejos de nuestra filosofía; si por el contrario,
admite los escritos (sagrados), haremos uso de este
canon.
A las objeciones:
1. Los filósofos no conocieron el
misterio de la Trinidad de las divinas personas en lo que tienen de
propio, como es la paternidad, la filiación y la procesión, según
aquello del Apóstol en 1 Cor 2,6:
Anunciamos la sabiduría de Dios,
que no fue conocida por ningún príncipe de este mundo, esto es,
ningún filósofo según la Glosa. Sin embargo, sí
conocieron algunos atributos esenciales que se atribuyen a las
personas, como el poder del Padre, la Sabiduría del Hijo, la bondad
del Espíritu Santo, como se demostrará más adelante (
q.39 a.7).
Lo que dice Aristóteles: Por este número, el
tres, nosotros glorificamos... no hay que entenderlo como si él
mismo pusiera el número tres en Dios; sino que quiere decir que los
antiguos usaban el número tres en sus sacrificios y oraciones debido a
cierta perfección que incluían en el número tres.
En libros de los platónicos se encuentra: En el
principio era la Palabra, no en el sentido que signifique la
persona engendrada en Dios, sino que por Palabra se da a entender la
razón ideal por la que Dios todo lo creó, y que es apropiciación del
Hijo. Y aunque conocieran atributos que se apropian a las tres
personas, sin embargo se dice que fallaron en el tercer signo, es
decir, esto es, fallaron en el conocimiento de la tercera persona,
pues se habían apartado del bien, apropiación del Espíritu Santo, ya
que, conociendo a Dios no le glorificaron como Dios, como se
dice en Rom 1,21. O porque los platónicos, al poner un
primer ser, al que también llamaban padre de todo lo existente,
consecuentemente ponían también una sustancia debajo de él,
denominada mente o entendimiento paterno en donde se encontraban las
razones de todas las cosas, tal como Macrobio relata en Super
somnium Scipionis; pero no ponían ninguna tercera
sustancia en el mundo de las ideas, y que podría ser el equivalente
del Espíritu Santo. Nosotros no mantenemos que el Padre y el Hijo sean
sustancias diferentes como sostuvieron Orígenes y Arrio, siguiendo en
este punto a los platónicos.
Por otra parte, lo que dice Trismegisto: La Mónada
engendra la Mónada reflejando en sí su propio ardor, no hay que
trasladarlo a la generación del Hijo o a la procesión del Espíritu
Santo, sino a la producción del mundo, pues un Dios produce un mundo
por su mismo amor.
2. La razón interviene de dos
maneras para explicar algo. 1)
Una, para demostrar
suficientemente algún fundamento; como en las ciencias naturales
prueba suficientemente que el movimiento del cielo mantiene siempre
una velocidad uniforme. 2)
Otra, no para demostrar
suficientemente algún fundamento, sino para que, una vez demostrado,
pruebe los efectos que le siguen; como, por ejemplo, en astronomía,
establecidos los excéntricos y los epiciclos, son explicables las
manifestaciones del movimiento en el firmamento. Sin embargo, estas
suposiciones no son pruebas demostrativas, ya que, establecida otra
hipótesis, pueden darse otras explicaciones.
Siguiendo la primera manera, la razón puede intervenir para probar
que Dios es uno, y otras cosas parecidas. Siguiendo la segunda manera,
la razón puede intentar demostrar la Trinidad; porque, supuesta la
Trinidad, los argumentos pueden ser congruentes, pero no lo
suficientes como para probar la trinidad de personas. Esto resulta
evidente analizando una por una las demostraciones mencionadas. Pues
la Bondad infinita de Dios se manifiesta también en la producción de
las criaturas, ya que al poder infinito pertenece el producir de la
nada. Pues no es necesario que de la infinita bondad de Dios proceda,
al comunicarse, algo infinito; sino que, a su modo, reciba la bondad
divina.
Lo mismo cabe decir también de aquello citado: Poseer un bien sin
compartirlo no es alegría, que es algo que sucede cuando en la
persona no se encuentra la bondad perfecta. De ahí que para alcanzar
la plena bondad de la alegría, necesite compartir su bien con el de
otro. Por otra parte, la semejanza de nuestro entendimiento no prueba
suficientemente algo de Dios, puesto que el entendimiento en Dios y en
nosotros no es unívoco. Aquí está el por qué Agustín en Super
Ioan. diga que al conocimiento se llega por la fe,
pero no al revés.
3. El conocimiento de las personas
divinas nos fue necesario por un doble motivo. 1)
Uno, para
entender correctamente el sentido de lo creado. Pues, así, al decir
que Dios todo lo hizo con su Palabra, se excluye aquel error que
sostiene que Dios todo lo produjo por necesidad de la naturaleza. Y al
poner en El la procesión del amor, se manifiesta que Dios no produjo
las criaturas movido por la necesidad, ni por alguna otra causa
extrínseca, sino por el amor de su bondad. Por eso Moisés después de
decir:
En el principio creó Dios el cielo y la tierra (Gen
1,1), añade:
Dijo Dios: Hágase la luz (v.3), para manifestar
la Palabra divina; y después dice:
Vio Dios que la luz era
buena (v.4), para manifestar la aprobación del amor divino. Lo
mismo sucede con las otras obras (v.6ss).
2) El otro motivo, y el principal, fue para que entendiéramos
correctamente el sentido de la salvación del género humano, que se
lleva a cabo por el Hijo encarnado, y por la gracia del Espíritu
Santo.
Artículo 2:
¿Hay o no hay que poner nociones en Dios?
lat
Objeciones por las que parece que no hay que poner nociones en
Dios:
1. Dice Dionisio en el c.1 De Div. Nom.: Fuera de lo que nos ha sido transmitido expresamente en los escritos
sagrados, nadie debe atreverse a decir algo de Dios. Pero en los
escritos sagrados las nociones ni son mencionadas. Luego no hay que
poner nociones en Dios.
2. Todo lo que se pone en Dios, o pertenece a la unidad de
esencia o a la trinidad de personas. Pero las nociones no pertenecen a
la unidad de esencia ni a la trinidad de personas. Pues de las
nociones no se dice lo que es propio de la esencia; de hecho no
decimos que la paternidad sea sabia o creadora. Tampoco lo
propio de la persona; de hecho no decimos que la paternidad
engendra y la filiación es engendrada. Luego no hay que
poner nociones en Dios.
3. En lo simple no hay que poner algo abstracto como
principios de conocimiento, pues se conoce por sí mismo. Pero las
personas divinas son simples totalmente. Luego no hay que poner
nociones en Dios.
Contra esto: está lo que dice Juan Damasceno: Reconocemos la diferencia de las hipóstasis (de las personas) en tres propiedades: la paternal, la filial y la procesional.
Luego hay que poner propiedades y nociones en Dios.
Respondo: Prepositino,
atendiendo a la simplicidad de las Personas, dijo que no hay que poner
propiedades y nociones en Dios. Si las encontraba en alguna parte,
explicaba lo abstracto por lo concreto. Pues así como solemos decir
Ruego a tu benignidad, esto es,
A Ti benigno, así también
en Dios
paternidad se dice
Dios Padre.
Pero, como ya quedó demostrado (q.3 a.3 ad 1; q.13 a.1 ad 2), la
simplicidad divina no impide que usemos y apliquemos a Dios nombres
concretos y abstractos. Porque nombramos las cosas tal como las
entendemos. Cierto que nuestro entendimiento no puede aprehender la
simplicidad divina tal como es en sí misma; por eso la aprehende y
nombra a su manera, es decir, tal como la encuentra en las cosas
sensibles, de las que toma su conocimiento. En las cosas sensibles
usamos nombres abstractos para indicar las formas simples; y usamos
nombres concretos para indicar las realidades subsistentes. Por eso y
tal como dijimos (q.3 a.3 ad 1; q.13 a.1 ad 2), lo divino, en razón de
la simplicidad, lo indicamos con nombres abstractos; en razón de la
subsistencia y perfección, lo indicamos con nombres
concretos.
Además, es necesario que no sólo los nombres esenciales los
indiquemos en abstracto y en concreto, como cuando decimos deidad y Dios, o sabiduría y sabio; sino
también los nombres personales, como paternidad y Padre.
A esto nos vemos obligados por dos motivos principalmente. 1) Uno, la presencia de los herejes. Pues cuando confesamos que el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios y tres personas,
así como a los que preguntan por qué un Dios, por qué tres
personas, les respondemos que son uno por la esencia o deidad, así
también fue necesario que hubiera algunos nombres abstractos con los
cuales se pudiera dar una respuesta sobre la distinción de personas. Y
así es como las propiedades o nociones, como paternidad o filiación,
son indicadas en abstracto. Por eso, en Dios la esencia se indica
con ¿qué?; la persona con ¿quién?; la propiedad con por lo que.
2) El segundo motivo está en que en Dios una persona se
encuentra referida a dos personas, esto es, la persona del Padre a la
persona del Hijo y a la persona del Espíritu Santo. No que haya una
sola relación; pues, de ser así, el Hijo y el Espíritu Santo estarían
referidos al Padre con una y la misma relación; de este modo, como
quiera que la relación es lo que en Dios hace la Trinidad,
se seguiría que el Hijo y el Padre no serían dos
Personas.
Tampoco puede decirse, como lo hacía Prepositino, que, así como Dios
se relaciona de un solo modo con las criaturas, y, sin embargo, las
criaturas se relacionan de muchas maneras con Dios, así también el
Padre, con una relación, se refiere al Hijo y al Espíritu Santo; y,
sin embargo, estos dos lo hacen con El con dos relaciones. Esto no
puede sostenerse porque, como la razón específica relativa consiste en
aquello por lo que uno se relaciona con otro, es obligatorio decir que
las dos relaciones no son diversas por la especie si, por la parte
opuesta, sólo le corresponde una relación. La relación del señor y del
padre pertenece a otra especie, por la diversidad que se da en la
filiación y la servidumbre.
Por otra parte, todas las criaturas se relacionan con Dios con una
sola especie de relación, esto es, en cuanto que son criaturas suyas.
En cambio, el Hijo y el Espíritu Santo no están referidos al Padre
bajo una sola razón de relación. Por lo tanto, no vale el símil.
Además, por parte de Dios no es imprescindible su relación real con
las criaturas, como ya se dijo (q.28 a.1 ad 3); si bien no hay
inconveniente en multiplicar en El las relaciones de razón. Pero sí es
necesario que en el Padre haya una relación real con el Hijo y el
Espíritu Santo. Por lo tanto, atendiendo a las dos relaciones que el
Hijo y el Espíritu Santo tienen con el Padre, hay que entender que
también en el Padre hay dos relaciones, una para con el Hijo y otra
para con el Espíritu Santo. Por todo lo cual, y como quiera que no hay
más que una persona del Padre, fue necesario indicar separadamente las
relaciones en abstracto. Las llamamos propiedades y
nociones.
A las objeciones:
1. Aun cuando en la Escritura ni se
mencionan las nociones, sin embargo, sí se hace mención de las
Personas en las que hay que entender la presencia de nociones, como lo
abstracto en lo concreto.
2. En Dios las nociones no se
indican como realidades, sino como determinadas razones con las que
son conocidas las Personas, aun cuando las mismas nociones o
relaciones en Dios sean reales, como se dijo anteriormente (
q.28 a.1).
De este modo, las que mantienen algún orden a algún acto esencial o
personal, no son aplicables a las nociones, puesto que contradice el
mismo modo de indicarlas. Por eso no podemos decir que
la
paternidad engendre o crea, sea sabia o inteligente. Pero las
realidades esenciales que no mantienen orden a algún acto, sino que
alejan de Dios las condiciones de las criaturas, se pueden aplicar a
las nociones. De hecho, podemos decir que
la paternidad es eterna o
inmensa o cualquier otra cosa parecida. Igualmente, y por la
identidad real, los sustantivos personales y esenciales pueden
aplicarse a las nociones. De hecho, podemos decir que
la paternidad
es Dios, y
la paternidad es Padre.
3. Aun cuando las personas sean
simples, sin embargo, y sin anular la simplicidad, las razones propias
de las personas pueden ser indicadas en abstracto, como acabamos de
decir.
Artículo 3:
¿Son o no son cinco las nociones?
lat
Objeciones por las que parece que no son cinco las
nociones:
1. Las nociones propias de las personas son las relaciones con que se
distinguen. Pero, como ya se dijo (
q.28 a.4), en Dios las relaciones
son cuatro. Por lo tanto, las nociones son sólo cuatro.
2. Por el hecho de haber en Dios una sola ciencia, se dice
que Dios es uno; por el hecho de haber tres personas, se dice que Dios
es trino. Por lo tanto, si en Dios hay cinco nociones, habrá que decir
que es quinario; lo cual es
inaceptable.
3. Si para las tres personas en Dios
hay cinco nociones, es necesario que en alguna de las personas haya
dos o más nociones. Ejemplo: Poner en el Padre la innatibilidad, la
paternidad y la común espiración. Por lo tanto, estas tres nociones o
se distinguen o no se distinguen realmente entre sí. En caso
afirmativo, la Persona del Padre está compuesta de varias cosas. Si
sólo hay distinción de razón, la conclusión es que una de ellas es
aplicable a la otra; como si dijéramos que, así como la bondad de Dios
es su sabiduría por no haber diferencia real, así también la
espiración común es la paternidad. No se puede admitir eso. Por lo
tanto, no hay cinco nociones.
Contra esto: parece que no son varias. Porque, así como el Padre no
viene de nadie, de ahí la noción de innatibilidad, así también del
Espíritu Santo no viene otra persona. Y por eso sería necesario
aceptar una sexta noción.
Además: Así como al Padre y al Hijo les es común el que de ellos
proceda el Espíritu Santo, así también al Hijo y al Espíritu Santo les
es común proceder del Padre. Por lo tanto, así como hay una noción
común al Padre y al Hijo, así también debe haber una noción común al
Hijo y al Espíritu Santo.
Respondo: Llamamos noción a la razón propia
para conocer la persona divina. Las personas divinas se multiplican
según su origen. Al origen pertenece el
de quién surge otro y
el
quién surge de otro. Según estos dos modos se puede conocer
a la persona. Así, pues, la persona del Padre no puede ser conocida
porque surja de otro, sino por no surgir de nadie. Y por eso a El le
corresponde la noción de
innascibilidad. Pero en cuanto que
alguien procede de El, se conoce de dos maneras. Porque, en cuanto que
el Hijo procede de El, se conoce la noción de
paternidad. En
cuanto que el Espíritu Santo procede de El, se conoce la noción de
espiración común. Por su parte, el Hijo puede ser conocido en
cuanto que nace de otro; esto es la
filiación, y porque de El
surge otro, el Espíritu Santo; y por eso es conocido del mismo modo
que el Padre por la
espiración común. Y el Espíritu Santo puede
ser conocido por surgir de otro o de otros; esto es la
procesión. Pero
no puede ser conocido porque otro surja de El, ya que nadie surge de
El. Así, pues, cinco son las nociones en Dios: Innascibilidad,
paternidad, filiación, espiración común y procesión.
De estas cinco, cuatro son relaciones; pues la innascibilidad no es
relación más que por reducción, como se dirá más adelante (q.33 a.4 ad 3). Cuatro son sólo propiedades; pues la espiración común no es
propiedad, ya que pertenece a dos personas. Y tres son nociones personales, esto es, constitutivas de personas: la paternidad, la
filiación y la espiración; pues la espiración común y la innascibilidad
son llamadas nociones de las personas, pero no personales, como luego
quedará más claro (q.40 a.1 ad 1).
A las objeciones:
1. Además de las cuatro relaciones
hay que poner otra noción, como acabamos de decir.
2. En Dios la esencia se indica
como una cosa determinada; lo mismo las personas; pero las nociones se
indican como razones que dan a conocer a las personas. Por eso, aun
cuando se diga que Dios, por la unidad de esencia, es uno; y por la
trinidad de personas, trino; sin embargo, no es llamado quinario por
las cinco nociones.
3. Como la sola oposición relativa
provoca ya la pluralidad real en Dios, las varias propiedades de una
persona, como no se oponen realmente entre sí, no se distinguen
realmente. Como tampoco decimos que el atributo del poder sea atributo
de la ciencia, aun cuando digamos que la ciencia es
poder.
4. Como la persona
conlleva dignidad, como se dijo anteriormente (
q.29 a.3 ad 2), no puede admitirse ninguna noción del Espíritu Santo por el
hecho de que ninguna persona surge de El. Pues esto no pertenece a su
dignidad, como a la autoridad del Padre sí pertenece el no surgir de
nadie.
5. El Hijo y el
Espíritu Santo no coinciden en un especial modo de existir desde el
Padre; como el Padre y el Hijo sí coinciden en un modo especial de
producir ai Espíritu Santo. Lo que es principio de conocimiento, es
necesario que sea algo especial. Así, pues, no hay
paridad.
Artículo 4:
¿Se puede o no opinar de forma distinta sobre las
nociones?
lat
Objeciones por las que parece que no puede opinarse de forma distinta
sobre las nociones:
1. Dice Agustín en el I De Trin. que no hay materia en la que el error sea más peligroso como en lo referente
a la Trinidad, a la que con certeza le pertenecen las nociones. Pero
las opiniones contrarias no pueden darse sin error. Luego no está
permitido opinar de forma distinta sobre las nociones.
2. Las personas, como se ha dicho (
a.2 y
3), son conocidas
por las nociones. Pero sobre las personas no está permitido opinar de
forma distinta. Luego tampoco sobre las nociones.
Contra esto: los artículos de fe no versan sobre las nociones. Luego
sobre las nociones se puede pensar de ésta o de otra
manera.
Respondo: De una doble manera algo es de fe.
Una, directa; esto es, lo que principalmente se nos ha transmitido
divinamente, como que Dios es uno y trino, el Hijo de Dios se encarnó,
y otras realidades parecidas. Sobre esto, el opinar erróneo cae en la
herejía, de modo especial si se añade a eso la pertinacia.
Otra, indirecta; y comprende todo aquello de lo que se deduce algo
contrario a la fe: como si alguien dijera que Samuel no era hijo de
Elcaná, pues se deduciría que la divina Escritura es falsa. Sobre
estas cosas alguien puede tener un opinar erróneo sin peligro de
herejía antes de que se estime o determine que de tal opinión se
concluye algo contrario a la fe, y, en especial, si no lo sostiene
pertinazmente. Pero después de que resulte evidente que de tal opinión
se concluye algo contrario a la fe, y sobre todo si lo ha determinado
la Iglesia, el error se convierte en herejía. Por eso, muchas cosas
son heréticas ahora, y antes no eran tenidas por tales porque ahora ha
quedado mucho más evidente lo que escondían.
Así, pues, con respecto a las nociones hay que decir que se puede
opinar de forma distinta sin peligro de herejía, sin pretender
sostener algo contrario a la fe. Pero si alguien opinase erróneamente
sobre las nociones, derivándose de ello algo contrario a la fe,
incurriría en la herejía.
A las objeciones: Está incluida en lo dicho.