Artículo 1:
En Dios, ¿hay o no hay algunas relaciones reales?
lat
Objeciones por las que parece que en Dios no hay algunas relaciones
reales:
1. Dice Boecio en el libro De Trin.: Cuando
se atribuye a Dios algún predicamento, todo lo que se le puede
atribuir se transforma en su sustancia; en cambio, la relación a algo
no se le puede atribuir completamente. Pero todo lo que es real en
Dios se le puede atribuir. Luego la relación no es algo real en
Dios.
2. Dice Boecio en el mismo libro: En la
Trinidad, la relación Padre-Hijo, y la de ambos con el Espíritu Santo,
es similar a la relación de algo consigo mismo. Pero una relación
así lo es sólo de razón, porque toda relación real exige dos extremos
reales. Por lo tanto, las relaciones que se atribuyen a las personas
divinas no son relaciones reales, sino sólo de razón.
3. La relación de paternidad es una relación de
principio. Pero cuando se dice: Dios es principio de las
criaturas, no se implica ninguna relación real, sino sólo de
razón. Luego tampoco la paternidad es una relación real en las
personas divinas. Y, por lo mismo, tampoco las otras
relaciones que allí se colocan.
4. En las personas divinas la generación lo es por la
procesión intelectual de la Palabra. Pero las relaciones que son
consecuencia de la operación del entendimiento, son relaciones de
razón. Luego la paternidad y la filiación, que en las personas divinas
se dice que son por generación, son sólo relaciones de
razón.
Contra esto: está el hecho que el Padre es llamado así por su
paternidad; y el Hijo lo es por su filiación. Así, pues, si la
paternidad y la filiación en Dios no son reales, hay que deducir que
Dios no es realmente Padre e Hijo, sino que lo son sólo según un modo
de entender. Esta es la herejía sabeliana.
Respondo: En las personas divinas, realmente,
hay determinadas relaciones. Para demostrarlo hay que tener presente
que sólo en las relaciones hay algunas que son exclusivamente de razón
y no reales. Esto no sucede con otros géneros; porque otros géneros,
como la cantidad o la cualidad, en su propia razón de ser llevan
implícita la relación de algo a algo. En cambio, las relaciones en su
propia razón de ser llevan implícita la relación a otro. Esta relación
a veces se encuentra en la misma naturaleza de las cosas; así sucede
con algunas cosas que por su misma naturaleza tienden a una relación
recíproca por estar ordenadas unas a otras. Estas relaciones
necesariamente tienen que ser reales. Como, por ejemplo, los cuerpos
pesados implican orden y tendencia al punto central; por eso están
relacionados con el centro. Lo mismo sucede con cosas
parecidas.
Otras veces, el orden indicado por los extremos de la relación se
encuentra sólo en la aprehensión que la razón hace. Entonces la
relación es sólo de razón; como cuando se compara el hombre al animal
como la especie al género.
Cuando algo procede de un principio de su misma naturaleza, es
necesario que ambos, el que procede y el del que procede, concuerden
en un mismo orden; siendo necesario también que su relación mutua sea
real.
Así, pues, como en las personas divinas las procesiones son de
idéntica naturaleza, tal como se demostró (q.27 a.3 ad 2), es
necesario que las relaciones resultantes de las procesiones divinas
sean reales.
A las objeciones:
1. Al decir que la relación a
algo no puede ser atribuida completamente a Dios, hay que
entenderla en el sentido de la razón propia por la que se dice
relación a algo. Esto es, no en cuanto referido a lo que implica la
comparación que hay en una relación, sino en cuanto relación a otro.
Pero con eso no quiso excluir las relaciones en Dios, sino que se le
atribuyeran como algo inherente tal como implica la relación, sino,
más bien, por su referencia a otro.
2. La relación indicada con lo
mismo, es sólo una relación de razón si se toma lo mismo
tal cual; porque en este sentido la relación no consistiría más que en
un cierto orden de alguien consigo mismo y que sólo ve la razón
considerándola dos veces. Pero no es esto lo que ocurre cuando se dice
que dos cosas son lo mismo, no numérica, sino genérica o
específicamente. Así, pues, las relaciones que hay en las personas
divinas, Boecio las asemeja a la relación de identidad, no en cuanto a
todo, sino sólo en cuanto a lo que en las relaciones, como ocurre con
la relación de identidad, no se diversifica de la sustancia.
3. Como la criatura procede de
Dios con diversa naturaleza, Dios está fuera del orden de todo lo
creado; tampoco por su naturaleza tiene relación con las criaturas.
Pues no produce las criaturas por necesidad natural, sino por
entendimiento y voluntad, como ya se dijo (
q.14 a.8;
q.19 a.4). De
este modo, no hay relación real entre Dios y las criaturas. Pero sí es
real la relación entre las criaturas y Dios, porque las criaturas
están contenidas dentro del orden divino, y por naturaleza dependen de
El. Pero las procesiones divinas se dan en su misma naturaleza. Por
eso no le es aplicable la misma razón.
4. Las relaciones que son sólo
consecuencia de la operación del entendimiento y que se dan en lo
conocido, son sólo relaciones de razón; porque el entendimiento las
establece entre dos cosas conocidas. Pero las relaciones que son
consecuencia de la operación del entendimiento y que
se dan entre la palabra que procede intelectualmente y aquello de lo
que procede, no son sólo relaciones de razón, sino reales. Porque el
mismo entendimiento y razón es algo real que se relaciona realmente
con lo que procede intelectualmente, como lo corporal se relaciona con
lo que procede corporalmente. De este modo, en las personas divinas la
paternidad y la filiación son relaciones reales.
Artículo 2:
En Dios, la relación, ¿es o no es lo mismo que su
esencia?
lat
Objeciones por las que parece que en Dios la relación no es lo mismo
que su esencia:
1. Dice Agustín en el V De Trin.: No todo lo que se
atribuye a Dios se atribuye sustancialmente. Pues se le atribuye
relación, como la del Padre al Hijo. Pero esto no es atribuible
sustancialmente. Luego la relación no es la esencia
divina.
2. Dice Agustín en el VII De Trin.: Todo
lo que tiene relación, además es algo. Así, el señor es hombre y
hombre es el siervo. Así, pues, las relaciones que hay en Dios es
necesario que, además de las relaciones, sean algo más. Pero esto otro
no puede ser más que la esencia. Luego la esencia es algo distinto de
las relaciones.
3. Ser relativo es estar relacionado con algo, como se
dice en
Praedicamentis. Así, pues, si la
relación es la misma esencia divina, se sigue que el ser de la esencia
divina está relacionado con algo; lo cual contradice la perfección del
ser divino, que es en grado sumo absolutamente subsistente en sí
mismo, como ya quedó demostrado (
q.3 a.4). Por lo tanto, la relación
no es la misma esencia divina.
Contra esto: está el hecho que todo lo que no es la esencia divina, es
criatura. Pero en Dios hay relación real. Por lo tanto, si no es la
esencia divina, será criatura; y, de este modo, no habrá que rendirle
adoración de latría. Contra esto se canta en el Prefacio: Como se adora en las Personas su cualidad; en su majestad hay que
adorar la igualdad.
Respondo: Sobre este problema se equivocó
Gilberto Porretano o de Poitiers, si bien en el concilio de Reims se
retractó. Había sostenido que en las Personas
divinas las relaciones son concomitantes o adheridas
extrínsecamente.
Para solucionar este problema hay que tener presente que en cada uno
de los nueve géneros de accidentes hay que considerar lo siguiente:
1) Por una parte, el ser que a cada uno le corresponde en
cuanto que es accidente. Esto, común a todos, está impreso en el
sujeto. 2) Por otra, la razón propia de cada uno de aquellos
géneros. Así, exceptuando la relación, encontramos que en los demás,
como la cantidad y la cualidad, por ejemplo, su razón propia de género
se toma por su comparación al sujeto; pues la cantidad
es llamada medida de la sustancia, y la cualidad es llamada
disposición de la sustancia. Pero la razón propia de la relación no se
toma por su referencia a aquello en lo que se encuentra, sino por su
referencia a algo externo.
Así, pues, si consideramos, incluso en lo creado, las relaciones en
cuanto relaciones, encontramos que son concomitantes no adheridas
intrínsecamente, ya que indican algo tangencial, pues la relación
tiende a algo externo. Pero si se considera la relación como
accidente, entonces es algo inherente al sujeto teniendo en sí mismo
un ser accidental. Gilberto Porreta tuvo presente sólo el primer
modo.
Y lo que en las cosas creadas tiene ser accidental, al transferirlo a
Dios tiene ser sustancial, pues en Dios nada está como el accidente en
el sujeto, sino que todo lo que está en Dios es su misma esencia. Así,
pues, por lo que respecta a la relación que en las cosas creadas tiene
ser accidental en el sujeto, la relación real en Dios tiene el ser de
la esencia divina, idéntico completamente a ella. Con la relación se
está indicando no alguna relación con la esencia, sino con su opuesto.
Y, en este sentido, es evidente que la relación real en Dios es la
misma esencia en cuanto tal; y no tiene más distinción que la de
razón, pues toda relación implica referencia a su opuesto, y esto no
lo incluye la esencia. Por lo tanto, queda claro que en Dios el ser de
la relación y el ser de la esencia no son distintos, sino uno y el
mismo.
A las objeciones:
1. Aquellas palabras de Agustín no
quieren decir que la paternidad o cualquier otra relación en Dios en
cuanto tal sea lo mismo que la esencia divina, sino que no se atribuye
por modo sustancial, como presente en aquello de lo que se dice, sino
como relacionado con otro. Por eso se dice que en las personas divinas
sólo hay dos predicamentos. Porque los otros predicamentos implican
relación con aquello de lo que se dicen, tanto por su ser como por la
razón propia de su género. Pero nada de lo presente en Dios tiene
relación con aquello en lo que está o de lo que se dice, sino que
tiene relación de identidad debido a la suma simplicidad de
Dios.
2. Así como en las cosas creadas
en lo llamado relativo no sólo se encuentra relación a algo, sino
incluso algo absoluto, así también sucede en Dios, pero de forma
distinta. Porque lo que se encuentra en la criatura, además de lo
contenido en el significado por relativo, es otra cosa. En cambio, en
Dios no es otra cosa, sino una y la misma, que no se expresa
totalmente con el nombre de relación, pues desborda su significado. Se
dijo anteriormente, al tratar de los nombres divinos (
q.13 a.2), que
en la perfección de la esencia divina se contiene más de lo que se
pueda expresar con un nombre. De ahí no se concluye que en Dios,
además de la relación, haya otra realidad; sino sólo si se la
considera bajo la razón nominal.
3. Si en la perfección divina no
hubiera más que lo significado por el nombre relativo, se concluiría
que su ser es imperfecto, ya que estaría relacionado con algo. Lo
mismo sucedería si no hubiera más que lo significado por el nombre
sabiduría, pues ya no sería el ser subsistente. Pero como la
perfección de la esencia divina es mayor que lo contenido en el
significado de cualquier nombre, aun cuando el nombre relativo o
cualquier otro que se dé en Dios sea imperfecto, no se concluye que el
ser de la esencia divina sea imperfecto, pues la esencia divina
comprehende toda perfección, como ya se dijo (
q.4 a.2).
Artículo 3:
Las relaciones que hay en Dios, ¿se distinguen o no se distinguen
realmente entre sí?
lat
Objeciones por las que parece que las relaciones que
hay en Dios no se distinguen realmente entre sí:
1. Las cosas idénticas a otra, son idénticas entre sí. Pero toda
relación que hay en Dios es realmente idéntica a la esencia divina.
Luego las relaciones no se distinguen realmente entre
sí.
2. Como la paternidad y la filiación se distinguen
nominalmente de la esencia divina, también se distinguen la bondad y
el poder. Pero esta distinción de razón no es una distinción real de
la bondad y poder divinos. Luego tampoco la de la paternidad y de la
filiación.
3. En las personas divinas no hay distinción real más
que en cuanto al origen. Pero no parece que una relación surja de la
otra. Luego las relaciones no se distinguen realmente entre
sí.
Contra esto: está lo que dice Boecio en el libro De Trin.: En las personas divinas la sustancia contiene
la unidad, y la relación constituye la trinidad. Por lo tanto, si
las relaciones no se distinguen entre sí realmente, en las personas
divinas no habrá trinidad real, sino sólo de razón. Este es el error
sabeliano.
Respondo: Por el hecho de que algo se atribuye
a alguien, es necesario que se le atribuya todo lo referido a su razón
de ser. Ejemplo: Atribuirle a alguien
ser hombre es atribuirle
ser racional. A la razón de relación pertenece la relación de uno con
otro en cuanto que en lo relativo se opone uno a otro. Así, pues, como
en Dios realmente hay relación, como ya se dijo (
a.1), es necesario
que haya oposición. La oposición que se da en lo relativo implica
distinción. Por eso es necesario que en Dios haya distinción real, no
en cuanto a la realidad absoluta, que es la esencia, en la cual se da
la suma unidad y simplicidad; sino en cuanto a la realidad
relacionada.
A las objeciones:
1. Según el Filósofo en el III Physic., aquel argumento de que las cosas
idénticas a otra son idénticas entre sí, es viable cuando se trata de
cosas cuya identidad es real y de razón, como túnica y vestido. No es
viable cuando la identidad es sólo real. Por eso, allí mismo se
dice que, aun cuando acción y pasión se identifiquen con el
movimiento, sin embargo, no se concluye que acción y pasión sean lo
mismo; porque en la acción la relación va referida a aquello por lo
que hay movimiento; en la pasión, en cambio, va referida al movimiento
producido por otro. De modo parecido, aun cuando la paternidad
realmente sea lo mismo que la esencia divina, e igualmente la
filiación, sin embargo, ambas, paternidad y filiación, conllevan
relaciones opuestas. Por eso se distinguen entre sí.
2. El poder y la bondad no
encierran en su propia razón ninguna distinción. Por eso, el argumento
no es viable en este caso.
3. Aun cuando no se dice
propiamente que las relaciones surjan o procedan una de otra, sin
embargo, son tomadas como lo opuesto que procede de
otro.
Artículo 4:
En Dios, ¿hay o no hay sólo cuatro relaciones reales, a saber:
Paternidad, Filiación, Espiración y Procesión?
lat
Objeciones por las que parece que en Dios no hay sólo cuatro
relaciones reales, a saber: Paternidad, Filiación, Espiración y
Procesión:
1. En Dios hay que tener presente las relaciones entre el que
entiende y lo entendido; entre el que quiere y lo querido, que parecen
ser relaciones reales y que no han sido citadas. Luego las relaciones
reales en Dios no son sólo cuatro.
2. Las relaciones reales en Dios son tomadas según la
procesión intelectual de la palabra. Pero las relaciones intelectuales
se multiplican hasta el infinito, como dice
Avicena. Luego en Dios hay infinitas relaciones
reales.
3. Como se dijo anteriormente (
q.15 a.2), en Dios las
ideas están desde la eternidad. Y no se distinguen entre sí más que
con respecto al objeto, como también se dijo (
q.15 a.2). Luego en Dios
hay muchas relaciones eternas.
4. La igualdad, la semejanza y la identidad son
determinadas relaciones. Y están en Dios desde la eternidad. Luego en
Dios desde la eternidad hay más relaciones que las
mencionadas.
Contra esto: parece que son menos. Porque según el Filósofo en III Physic.: El camino que va de Atenas a Tebas es
el mismo que va de Tebas a Atenas. Luego parece que, por idéntica
razón, es la misma la relación Padre-Hijo llamada paternidad, y la
relación Hijo-Padre llamada filiación. De este modo, las relaciones en
Dios no son cuatro.
Respondo: Según el Filósofo en V
Metaphys., toda relación se fundamenta o en la
cantidad, como doble y mitad; o en la acción y pasión, como hacer y
hecho, padre e hijo, señor y siervo, y similares. Como en Dios no hay
cantidad (ya que es
grande sin cantidad como dice
Agustín ), resulta que la relación en Dios no puede
fundamentarse más que en la acción. Pero no en las acciones en cuanto
que por ellas algo procede al exterior de Dios, porque las relaciones
de Dios con las criaturas no están realmente en él, como se dijo
anteriormente (
a.1 ad 3;
q.13 a.7). Por eso resulta que las relaciones
reales en Dios no pueden ser tomadas más que en cuanto acciones por
las que la procesión de Dios no es hacia fuera, sino hacia el propio
interior. Estas procesiones son dos sólo, como ya se dijo
anteriormente (
q.27 a.5). Una de ellas, la procesión de la Palabra, es
tomada en cuanto acción del entendimiento; la otra, la procesión de
amor, es tomada en cuanto acción de la voluntad. Según cada una de
estas procesiones hay que tomar dos relaciones opuestas, una
procedente del principio; y otra, del mismo principio. La procesión de
la Palabra es llamada generación por la propia razón que le
corresponde a los vivientes. La relación del principio de generación
en los vivientes perfectos es llamada paternidad; y la relación
procedente del principio es llamada filiación.
Por su parte, la procesión de amor no tiene nombre propio, como ya se
dijo (q.27 a.4); por lo tanto, tampoco lo tienen las relaciones que se
deducen de ahí. Pero a la relación del principio de esta procesión la
denominamos espiración; la relación del que procede, procesión. Si
bien estos dos nombres les corresponden a las mismas procesiones u
orígenes, no a las relaciones.
A las objeciones:
1. En aquellos seres en los que hay
diferencia entre el entendimiento y lo entendido, el querer y lo
querido, puede haber una relación real entre ciencia y objeto
conocido, entre el que quiere y lo querido. Pero en Dios es lo mismo
el entendimiento y lo entendido, porque conociéndose conoce todo lo
demás. Lo mismo cabe decir con respecto a la voluntad y lo querido.
Por eso en Dios estas relaciones no son reales, como tampoco lo es la
relación de algo a sí mismo. Sin embargo, la relación con la Palabra
sí es real; porque la Palabra es entendida como procedente por una
acción intelectual, no como objeto conocido. Pues cuando conocemos una
piedra, lo que de ella concibe el entendimiento se denomina
palabra.
2. En nosotros las relaciones
intelectuales se multiplican hasta el infinito, porque es distinto el
acto por el que el hombre conoce una piedra del acto por el que sabe
que conoce una piedra; y de este modo los actos del entendimiento se
multiplican hasta el infinito; y, consecuentemente, también las
relaciones. Pero esto no ocurre así en Dios, porque con un solo acto
todo lo conoce.
3. Las relaciones de ideas en Dios
están como conocidas. Por eso, de su pluralidad no se sigue una
pluralidad de relaciones en Dios, sino que lo que se sigue es que Dios
conoce muchas relaciones.
4. La igualdad, la semejanza en
Dios no son relaciones reales, sino sólo de razón como se demostrará
más adelante (
q.42 a.1 ad 14).
5. El camino que va
de un punto a otro, y al revés, es el mismo. Sin embargo las
direcciones son distintas. Por lo tanto, de esto no se puede concluir
que la relación Padre-Hijo y al revés, sea la misma. Sí podría
concluirse esto de algo absoluto siempre que hubiera un medio entre
los dos.