El sufrimiento que purifica

Bertie Wooster se ha visto obligado a abandonar de repente su mansión londinense, para dejársela temporariamente a un amigo que debe recibir a una de esas tías problemáticas, tan abundantes en las historias de Wodehouse. Dura prueba para el eminente miembro del Club de los Zánganos, que debe pasar la noche en un hotel y sin la ayuda de Jeeves. Pero los Wooster están hechos de buena madera:
Estoy de acuerdo con esos filósofos que dicen que uno debe sentirse satisfecho de pasar tribulaciones. Me refiero a todo eso sobre el sufrimiento que purifica y cosas por el estilo. El sufrimiento hace más compasiva a la gente. Es más fácil hacerse cargo de las desgracias de los demás, si uno las ha tenido que soportar antes.
Mientras estaba en el centro de mi solitario dormitorio del hotel, esforzándome en hacerme yo solo el nudo de mi corbata blanca, de pronto se me ocurrió pensar que en el mundo hay muchos hombres que no tienen un criado que cuide de ellos. Yo siempre había considerado a Jeeves como una especie de fenómeno natural; pero, claro, si uno lo piensa detenidamente, se comprende que deben existir muchísimos individuos que tienen que plancharse los pantalones ellos mismos, que no tienen a nadie que les traiga el té por las mañanas, etc. Quedé muy impactado por estos pensamientos. Y desde entonces he podido comprender las espantosas privaciones que han de soportar los pobres.
Por este solo fragmento, yo le habría quedado eternamente agradecido a Wodehouse. Y no es más que un ejemplo entre mil, así que, calculen…

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