Sancho y la buena prensa

-¿De qué se trata?

-Es el Director Editor Propietario del Diario Católico de la Ínsula, Esplendencia. Y vino a acusar que una cantidad de Párrocos no le fomentan el diario, que los Colegios Católicos no obligan a los chicos a comprarlo, y muchos católicos ricos no lo ayudan con dinero; y todo eso es contra la Bula de la Buena Prensa.

-¿Está bien hecho ese diario, primero’e todo?

-A decir verdad, Esplendencia, cusí cusá.

-¡Qué mala suele ser la buena prensa! -reflexionó Sancho-. Yo encuentro que un diario malo si es católico, no es católico, si ustedes me entienden. Y si un católico hace un mal diario católico, los otros católicos no deben darle dinero por ser católico.

-Contra la Bula -argumentó Tirteafuera-. Si los diarios católicos estuvieran bien hechos ¿qué gracia tendría? Eso suprimiría la Bula. Para ejercitar la fe de los fieles es preciso que el diario católico sea una aburridora, con noticias atrasadas y pueriles, artículos y cuentos de hacer dormir parado y un Director Teólogo que no sepa bien el Catecismo, con una foto del Capellán Mayor y demás Jerarcas Constitucionales, y las bodas de oro y de plata sacerdotales de cuanto fraile y monja se tercie. Ésa es la tradición recibida de todos los diarios católicos, Esplendencia; y no vamos a innovarla nosotros en nuestra insignificante Ínsula.

-Yo encuentro que un católico -insistió Sancho- debe hacer bien lo que hace, como hago yo, cuando puedo. Si un católico no hace pasablemente bien lo que hace, no es católico, como dijo el Apóstol San Jacobo, o sea, Santiago y cierra España.

-San Pablo -dijo el Capellán.

-El que sea -ripostó Sancho-.
De «El nuevo gobierno de Sancho«, de Castellani.

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