Los expertos no se rinden

Dicen que Clarín en los últimos años se ha venido a pique en el rubro humor. Y es cierto que la última página ya no hace reír a nadie. Pero en cambio tenemos a los expertos en cuestiones religiosas: es desopilante leer lo que el mismo analista decía antes del martes y compararlo con lo que dice (conteniendo las náuseas) hoy.
Antes: «Joseph Ratzinger, se despachó ayer con un severo mensaje contrario a cualquier aire de cambio».
Ahora: «Un Papa en buena posición para introducir cambios en la Iglesia»

¿Por qué está «en buena posición para introducir cambios» ? Porque, nos explica el experto, dada su fama de ortodoxo, puede hacer cambios sin que nadie pueda acusarlo de faltar a la doctrina.
Lógica periodística, como se ve. Que lleva a concluir que todo Papa (o presidente de país o administrador de consorcio), sea de extracción progresista o conservadora, está en excelentes condiciones para hacer cambios: si es de «perfil progresista» puede hacerlos con tranquilidad, pues todos lo esperan; si es de «perfil conservador», lo mismo, pues nadie se atreverá a cuestionarlo.
Nótese, eso sí, que el razonamiento también serviría para demostrar lo inverso (que está en buena posición para no introducir cambios) y, más en general, para hacer o no hacer cualquier cosa, o seguir una cierta tendencia o a la opuesta. A gusto del periodista.

Obsérvese por otro lado cómo nuestro experto en cuestiones religiosas plantea las disyuntivas acuciantes de la hora:
¿Seguirá siendo el que marca los límites doctrinales o asumirá el papel de un Pontífice que se atreverá a abrir nuevos horizontes?
(mensaje: si sigue la doctrina, le falta atrevimiento para abrir nuevos horizontes)

¿Sobrellevará la enorme brecha entre los principios religiosos y la realidad que viven los fieles en cuestiones como la sexualidad o buscará achicarla con ideas imaginativas y hasta audaces?
(mensaje: si no proclama que la moral que practica el mundo es la correcta, le falta audacia e imaginación)

¿Denunciará con energía la injusticia social y el crecimiento de la escandalosa diferencia entre ricos y pobres o se encerrará en un misticismo ajeno a las necesidades materiales?
(Eso del «misticismo ajeno a las necesidades materiales» es de una sensibilidad social tremenda! el mismo San Francisco -por no hablar de Jesús- se quedaría sin saber qué decir. Aplastante.)

¿Responderá, en fin, a los desafíos que le plantea la modernidad?
(o sea: ¿será el Papa que los expertos de Clarín esperamos, o nos defraudará una vez más?)
Y remata con este reflexión melancólicamente esperanzadora:
Si la elección de Ratzinger no fue sorpresiva, su papado —al menos en parte— podría serlo.
No sería el primer caso en la Iglesia. Habrá que darle un crédito.
Bueno. Además de dar risa, también dan un poco de pena.
Al fin y al cabo, todos tenemos nuestro lado flaco, y todos tenemos dificultad en aceptar alguna palabra divina. Se me hace que, en el caso de estos periodistas, la que se les hace más difícil escuchar, la que su profesión casi les prohíbe aceptar… es aquella de «Tus caminos no son mis caminos».

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