Bloy, el Padre Huc y Baudelaire

En sus diarios, Leon Bloy un par de veces menciona un libro (elogiosamente: «mi gran remedio cuando me ataca el tedio») : «Recuerdos de un viaje por Tartaria«, de un tal Padre Huc. En español, es prácticamente ignorado; no sé de nadie que lo conozca; y en mis veinte años de búsquedas de usados, sólo encontré una especie de continuación de aquel: «Recuerdos de un viaje por la China» (editorial Argos, Buenos Aires). Y es muy bueno.

Se trata del relato de un misionero lazarista francés, que viajó por el oriente, junto con un compañero, a mediados del siglo XIX. Muy gracioso en la forma de escribir … y en la forma de comportarse (gascones ellos), el libro tiene un interés extra-religioso pero al mismo tiempo pinta con trazos fuertes cierto carácter -uno quisiera creer- del catolicismo latino: alegre, viril … y mundano, en el buen sentido de la palabra.
Me encantaría conseguir su «Viaje a Tartaria», pero ya voy perdiendo las esperanzas.

En Internet hay algunas pocas menciones, casi todas en inglés o francés. Alguna biografía, y algunas entradas enciclopédicas. En una de ellas dice que «sus libros están escritos con un estilo tan lúcido, vigoroso y pintoresco, que le ganaron una notable popularidad«. Este extenso artículo resume el «Viaje a la China»: el autor desprecia al padre Huc (como «fanático» y «despreciador de los chinos»), haciendo observar la «indignante arrogancia, típica de los occidentales de su tiempo» (todo lo cual es una buena ilustración del fanatismo y la arrogancia típica de los intelectuales de nuestro tiempo).

Algún otro día citaré tal vez algunas de las muchas pequeñas anécdotas del libro.
Hoy me limito a responder lo del domingo pasado: de dónde sacó Baudelaire aquello de que los chinos leen la hora en los ojos de los gatos. Con lo dicho, ya lo estarán adivinando. El asunto («El gato cronómetro») lo relata el padre Huc en su libro de viajes; y evidentemente le causa la misma divertida incredulidad que al lector. No lo citaré por ahora. Basta con decir que lo de Baudelaire coincide demasiado (incluyendo el niño que es interrogado por el misionero), y además con el país y la fecha, como para no animarme a apostar que proviene de ahí.

(Ultimo momento: Terminé de escribir el post, fui a buscar las fechas de publicación de los «Poemas en prosa» … y encontré que hay un «paper» de 1929 que trata de esto! Bueno, no descubrí nada, parece -ni lo pretendía-. Al menos, parece que gané la apuesta…. )

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