En la casa de mi Padre

Dos versículos del comienzo del sermón despedida de Jesús a sus discípulos, tras la última cena ( Juan 14):
14.1 No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.
14.2 En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.
De esos dichos difíciles para los exégetas, fáciles para los cristianos de a pie.

Los críticos por ejemplo dudan sobre la traducción del primer versículo, porque el verbo puede ser indicativo o imperativo en los dos casos (parece que creéis=creed en el original). Así, podría ser también «creed en Dios, creed también en mí», o «creéis en Dios, creéis también en mí»… La traducción que puse parece la más aceptada, pero vaya a saber… Y vaya a saber cuál es exactamente la ilación de la frase…

Y el segundo versículo tiene más complicaciones. El mismo Maldonado en su comentario dice que «es muy difícil». La palabra «porque» es cosa de la traducción, en el original no está, por lo cual algunos han entendido el sentido así: «Si no (si no hubiera muchas mansiones) les diría que voy a preparles un lugar (pero no les digo eso: como hay muchas moradas no hace falta que vaya a preparles un lugar)». Otros optan por la traducción que puse; y que Maldonado prefiere con vacilaciones (es moderna…). Esta versión («Si no hubiera muchas mansiones, se los hubiera dicho. Voy a preparles un lugar…») es preferible en cuanto a que, parece cierto por el contexto que Jesús sí «va a preparar un lugar». Pero sigue habiendo puntos oscuros: ¿a qué viene advertir que hay «muchas mansiones» ? Parece un consuelo, ante la tristeza de la despedida («me voy al Padre»), Jesús les asegura que también ellos tienen preparado un lugar allá. Pero, ¿cuál es el sequitur de «si no fuera así, se los hubiera dicho»?
Y sobre todo: ¿cómo es eso de que por un lado hay un mansión pero por el otro Jesús debe ir a «preparar un lugar»? Algunos Padres respondían que Cristo debe ir primero, no tanto a preparar las mansiones para los habitantes, sino más bien a preparar los habitantes para hacerlos dignos de las mansiones, con la venida del Espíritu Santo. No queda del todo claro, para mí al menos.

Pero, como diría Teresa: «o eso no lo entiendo, y no entenderlo me hace gran regalo«.
Porque, aunque una cosa no quite la otra (la misma Teresa era devota de los letrados) hay un tiempo para hacer crítica y exégesis, y hay otro tiempo para escuchar a Jesús como simples cristianos de a pie que somos (también el exégeta, es de esperar). Y creyendo lo que creemos, confiando en el que lo dice (que sabe lo que dice, que sabe lo que somos y que nos quiere dar alegría) no hace falta más para recibir la palabra y alegrarse.
«No se turbe vuestro corazón»

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