Deshinchar a Castellani (10)

Tengo que andar solo, porque la mayoría no creen;
y los que creen, a lo mejor creen demasiado.
(Castellani-Belloc)

 No es un tema que me entusiasme tratar -genera demasiados malentendidos y ardores, en relación a su relevancia- pero es parte del cuadro. Y es pregunta que surge cuando uno se entera de la pertenencia ideológica del cura: nacionalismo católico… derecha… ¿Castellani era antisemita o no?

Si pudiera dar respuesta a medida… pediría que primero levanten la mano… los de afuera, los que tienen al antisemitismo por pecado mortal -incomprensible e imperdonable- y a estos les respondería: No, sería injusto condenar a Castellani por antisemita; el tema de la insidia judeo-masónica-sinárquica ocupaba la atención de muchos de su entorno, y a él se le pegaban algunos tópicos por contagio, pero epidermicamente; él no alentaba estas obsesiones, sus preocupaciones iban por otro lado; «Dejemos en paz a los judíos si no es para rogar por ellos, como ruega la Iglesia el Viernes Santo: demasiado han sufrido.»; y están sus amigos judíos, está el protagonista de la novela «Los papeles de Benjamín Benavídez». Y, si tiene sus textos malsonantes al respecto, hay que reconocer que ese sonido está hoy demasiado amplificado -cada época exagera ciertos demonios y pierde de vista otros-, su relativa judeofobia no es mucho más grave que la de … Marx, o…  Jauretche; ni más culpable que tantas otras fobias (religiosas, ideológicas) de esas que cualquiera tiene, y que hoy gozan de mejor prensa.

¿Convencidos? ¿No mucho? Bueno, como sea, por favor, retírense, y déjenme con los de adentro.

Bien. Ahora que estamos solos, entre nosotros, seamos críticos y sinceros. Sí, Castellani era antisemita ¿En qué sentido? en un sentido culpable. Sus prejuicios antijudaicos se cuentan entre sus lunares. La cosa no será tan grave como podrían creer aquellos que acaban de irse, pero igual es -por lo menos- un falta de lucidez católica que debemos reconocer y deplorar… (Y ahí es cuando los de adentro se indignan, -«políticamente correcto», enemigo intramuros– me escupen su desprecio y proclaman que ellos saben bien lo que creen y lo que dicen -y yo no-, que ellos son antijudaicos sólo en el buen y cristiano sentido, porque el antisemitismo es malo y ellos no son malos -irrefutable; y que los que sí son antisemitas malos, nazis… son aquellos de allá -cada cual señala un lugar unos centímetros a su derecha-; y que todo el discurso del mundo moderno al respecto -obispos, papas y CV2 incluidos- es cobarde, rastrero y contrario a la doctrina inmutable, los concilios y la Escritura -me tiran con el evangelio de San Juan y hasta con san Simón de Trento-; y se van despotricando contra mi desbarrancamiento modernista y me dejan solo. ) Muy bien.

Citas. De su primera etapa periodística (1935-1946), hay varios artículos, en particular «Sobre la cuestión judía» (revista Cabildo – 1945 – Decíamos ayer), más otros recogidos en Las ideas de mi tío el cura,   y unos cuantos textos más con tónica similar (en Las canciones de Militis)  – y están también los ditirambos a Hugo Wast por sus novelas… alguito antisemitas: Oro – El kahal (1935). Nada grave, o nada glorioso, según como se mire – o las dos cosas. Del primer artículo:

La cuestión judía es un hecho entre nosotros: es perfectamente inútil y tonto cerrar los ojos ante ella […] La debilidad nuestra es la potencia de ellos. Los judíos son como la hormiga colorada: una colmena fuerte no tiene temor de ella, son la ruina de las colmenas flojas. […]

La Iglesia simplemente ha prohibido que se mate, se maltrate o se despoje a los judíos por el hecho de ser tales; y por otra parte ha mandado solemnemente por boca de muchos concilios y por las leyes de los grandes monarcas cristianos que los judíos no tengan esclavos cristianos y que vivan separados de los cristianos. Ninguna injusticia hay en esto, sino cumplir con lo que ellos mismos son y desean. Su Ley les manda esto mismo. […] En realidad esto es simplemente ayudar a los judíos a cumplir con su ley. Ni siquiera a ellos les conviene ser hombres sin ley. Todo hombre debe tener una ley, profesarla y confesarla, vivir y morir en ella sin avergonzarse de ella. La ley de Moisés prescribe formalmente a los judíos separarse de los otros pueblos y distinguirse de ellos hasta por el vestido. Si un judío quiere dejar la ley del Talmud y pasarse a la de Cristo, está espléndido. Pero si quiere jugar a dos manos, nadar entre dos aguas y tener dos fueros distintos, y apelar al que le conviene, entonces está muy mal, y es un tramposo, lo cual no le conviene a nadie […]

El antisemitismo es el odio ciego al judío por el hecho de ser judío. Sin necesidad que lo condene la Iglesia, el antisemitismo es abominable, y lo curioso es que también es natural. En el hombre caído todo lo natural que no se vuelve sobrenatural es abominable, por lo menos en el plano teológico, sobre todo cuando está más cerca del polo animal que del polo racional: como el apetito sexual sin sacramento. Antisemitismo es propalar escandalosamente los crímenes de algunos judíos, como si entre los cristianos no hubiese criminales, tratantes de blancas incluso. Antisemitismo es achacar a los judíos todos los males de la época, para golpear el mea culpa en el lomo ajeno. Antisemitismo es envidiar las riquezas de los judíos […]

Un judío puede llegar a ser hombre de ciencia, difícil hombre de cultura. La cultura entraña una «tradición» y el judío es esencialmente el hombre sin tradición patria (no digo sin tradición racial y religiosa).

Otros textos sueltos del mismo período – aquí las fechas tienen su relevancia.

La primera reflexión sobre el hecho judío, es que es un hecho. Precisó la polvareda de 1789 para que los hombrea lo desmirasen y aun así Napoleón no lo ignoró. La sensatez política más elemental lo conocía antaño. Hay que estar borracho de libertomanía (hay que ser como Rousseau paranoico} para preterirlo. El hecho judío consiste en que el judío no tiene patria. (1935)

…el gracioso y nasal “Buenas noches” que nos da a las 11 el judío de Radio Belgrano. Ese judío sí que se podía decir que injuria a Dios de palabra y de acción, tan feo como habla el castellano el pobre: es un verdadero pecado. (1941)

La Argentina tiene más profesores que soldados.
Eso sí casi todos están desocupados.
Y de los ocupados la mitad son judíos,
Con gran ardor consagrados a educar a nuestros críos. (1943)

… con ciertos traidorzuelos emboscados detrás de ciertas rotativas, con la perfidia de la penetración judaica, con ciertas naciones vecinitas, nos estamos portando de una manera angelical, demasiado angelical. (1944)

Dos ideas nuevas se han abierto paso entre el follaje ilusorio o amañado del pacifismo liberal, y habiéndose formulado como metas de la época que viene, ya no las para nadie, ni se ve la posibilidad de esquivar la opción entre ellas. De una parte, el Super-Estado judaico-masónico que completaría política y militarmente la superestructura económica ya existente del capitalismo internacional. De otra parte, las alianzas libres pero totales entre grupos de naciones espiritualmente afines, a la manera de la Cristian dad Medieval o del siempre soñado Imperio Católico, realizado parcialmente por España en América, como antes por Carlomagno, o Carlos Quinto. (1944)

Así hay muchas cosas que para poder existir presuponen que antes existieron otras contrarias a ellas. Para que haya primavera, primero tiene que haber invierno. Para que los judíos medren en las grandes ciudades, primero alguno tuvo que hacer la ciudad y otro engrandecerla. (1944)

Algunos de nuestros mayores movidos del amor de Dios, quisieran que dejemos de una vez de escribir, en lo cual coinciden con los yanquis, los masones y los judíos que NO son movidos del amor de Dios. En tanto que el público, movido del amor a la Patria, quisiera que escribiésemos tres ediciones y dos «sermones militares» diarios, en lo cual coinciden con nuestro propio placer, aunque no de ningún modo con nuestra propia plata, papel y paciencia. (1944)

Un escritor judío mediocre tiene en la Argentina donde escribir; yo no tengo donde escribir, aunque tengo, eso si, libertad de prensa. No me importa por mí; al con­ trario, para mí es más cómodo. Me importa por la Patria. Los judíos son dueños actualmente entre nosotros de los más poderosos vehículos de expresión; y los yanquis tienen el control de todos ellos. (1945)

Esta recopilación (no exhaustiva) probablemente resultará excesiva para los unos (un par habría bastado) e inoperante para los otros: el lector adicto promedio, verá acaso poco o nada objetable aquí. Y acaso también hurtará el cuerpo a las preguntas incómodas: ¿Es cierto que existía tal «cuestión judía» (o hecho judío… o problema) en aquel momento, y que para un católico era justo y oportuno proclamar la existencia de esta cuestión, y la necesidad de encontrar una solución? ¿Sigue existiendo esa cuestión hoy, y el deber católico de denunciarlo y «hacer algo» para salvaguardar «la sociedad cristiana»? ¿Debemos los católicos preocuparnos -y ocuparnos- de la presunta superabundacia de judíos en el mundo de la cultura y las finanzas? ¿Qué diremos de la solución que -según Castellani- propone la Iglesia (¡no él!), de «vivir separados»… y de que tal solución «ayuda a los judíos a cumplir su Ley»? El hecho de que el discurso «oficial» de la Iglesia (teólogos, papas…) no diga prácticamente nada en tal sentido, y que, por el contrario, el tono haya cambiado en sentido inverso -sobre todo a partir del CV2- ¿es un signo de que Castellani tenía razón, o más bien lo contrario? Mejor no hablar de ciertas cosas. También resulta incómodo imaginar trasposiciones: ¿no tendría igual derecho y deber, un patriota chino o egipcio… o etc, de tomar medidas frente a la «cuestión católica»? ¿podía un papista, en la Inglaterra del siglo 18, ser considerado un inglés patriota? Etcétera.

Una vez más: no pretendo aquí argumentar contra las posiciones de Castellani, ni siquiera (al menos no necesariamente ni en primer lugar) hacer constar mi oposición; lo que en todo caso quisiera es que el lector adicto se enfrente –ad intra– a la cuestión, y que se pregunte, simple y desnudamente, retórica y literatura aparte, ¿está en lo justo Castellani? No ver sólo en forma aislada sus enunciados teórico-prácticos, sino el conjunto de sus convicciones y de su prédica: ¿denota buen conocimiento y buen sentido católico? ¿es verdadero, es inteligente, es pertinente, es edificante lo que dice –todo considerado: cómo lo dice, quién lo dice y a quiénes lo dice-?

Y, por favor, no me digan que estoy sacando de contexto. El contexto está a la vista. Los escritos de Castellani sobre la cuestión judía pueden leerlos completos en el link que puse arriba, y aquí van más, por si aquel desapareciera: uno, dos y tres. Y si de contexto se trata, degústese el contexto ideológico de estos sitios (que no seleccioné adrede, son los que saltan al buscar esos textos particulares de Castellani – o al googlear «Castellani judíos«; la mayoría de los castellanistas, más… moderados, suelen preferir otros temas y otras citas – lo cual habla a su favor, aunque no lo bastante), sobre todo esto, pero también esto, esto, esto y esto… sin olvidar a la actual Cabildo. Yo nunca diré eso que estos tradis dicen cuando se trata de escupir a los progres: «Dime con quién andas y te diré quién eres»; pero sí que es parte del cuadro clínico, y sí que agrava la culpa de Castellani, en un sentido que diré después.

Antes de pasar a su etapa sesentista, digamos algo sus personajes de ficción. Hay varios personajes judíos, y los más relevantes son simpáticos: el cuñado Samuel del cuento «El  hombre  más  malo  del  mundo» (en Martita Ofelia…),  el viejo Israel de Dulcinea… pero el principal es el protagonista de «Los papeles de Benjamín Benavides«, judío converso, con algo de sabio y de mártir, proyección del mismo Castellani. Esto vendría a ser meritorio, en lo que nos ocupa , magnánimo; un antisemita no haría tal cosa… diríamos. Algo de esto hay. También -poniéndonos del otro lado- podríamos pensar que es un rasgo típico del antisemita que no quiere ser tildado de tal… ni siquiera (sobre todo) por su propia conciencia. Hay aquí, en verdad, algo de forzado y afectado, de ostentación, cierta falta de naturalidad… Hace algunos años, un amigo mío, católico de origen judío -y con tendencias de derecha-, me comentó que al leer este libro le había chocado que se mentara al protagonista como «el judío» todo el tiempo, le sonaba mal; a mí me extrañó su objeción, me pareció medio un exceso de susceptibilidad. Pero hoy creo que la molestia de mi amigo estaba justificada.

Era inútil discutirle al judío. A mí me daba mil vueltas, pero no me convencía. En la apreciación de la belleza entra la propia actitud frente a la vida; y las dos nuestras eran del todo diversas. Y la apreciación de lo macroscópico y lo telescópico como de una época entera, o simplemente de una nación, de una herejía o un movimiento colectivo, no se puede hacer ni sobre una simple imagen —como la hacía el judío a partir de la enana Malvina— ni sobre estadísticas… yanquis, como la hacía yo. Esa apreciación es quizá imposible. A menos de no tener mucha luz debajo del pelo, y una luz de carácter como profético, una luz especial. El judío veía el mundo a través de su propia suerte horripilante; y yo lo veía a través de mi suerte corriente y banal. Me levanté, tomé mi sombrero, y expresé al judío mi total agnosticismo acerca de todo lo hablado. «En este mundo traidor — nada es verdad ni mentira — todo es según el color — del cristal con que se mira…»
El judío me contestó con un aforismo:
—¡Claro que no podemos ver el mundo sino a través del alma propia!…
«Los papeles de Benjamín Benavides» – Cap VI

«El judío tiene nombre», dan ganas de rezongar. Por si no se entiende: si yo me encontrara en un ambiente religiosamente «extranjero» (digamos, entre musulmanes), me molestaría que mi condición de católico fuera tenida por vergonzante, que se considerara necesario esquivarla y silenciarla. Pero también me molestaría (y por parecidos motivos) que un musulmán, en un tal ambiente sospechoso de hostilidad, con la intención de manifestar (a mí, a su entorno, a sí mismo) su… simpatía, usara todo el tiempo el apelativo de «el católico» para referirse a mí. Mi catolicismo es importante, pero lo que me individualiza es mi nombre.

No estoy diciendo que este aspecto negativo sea grave, ni que anule lo positivo. Pero, de nuevo, es parte de cuadro, y es parte que no suele notarse.

Y también hay que notar que Castellani tenía la costumbre -casi la obsesión- de usar el apelativo a la hora de mentar a cualquier persona remotamente judía (simpatías aparte), viniera o no a cuento. El judío fulano, el judío mengano. Un ejemplo entre mil: «¡Cómo se habrá reído el sutil judío!» (hablando de… Sartre). La palabra parece tener para él una fascinación, una carga muy especial; como las que tienen (o tenían) ciertas malas palabras para ciertos preadolescentes.

De la década del 60… lo peorcito se puede encontrar en Jauja, la revista que Castellani dirigió entre 1967 y 1969. Randle la califica como «la mejor revista que jamás se haya hecho en este ingrato país». Y bueno…  El lector puede juzgar por sí mismo, todos los números se pueden bajar aquí. Tenemos, por ejemplo, su recensión del famoso (o infame) panfleto Complot contra la Iglesia:

El libro de Maurice Pinay Complot Contra la Iglesia, traducido al italiano fue repartido en 1962 entre los Padres del Vaticano II. Como el anterior, considera solamente la parte que se puede llamar aún hoy con San Juan Evangelista “Sinagoga de Satán” la cual sería injusto identificar con todo el pueblo judío. El libro, documentadísimo, comienza con un estudio de las raíces del bolchevismo ruso; o mejor dicho, de su raíz judaica; que no es la única aunque quizás la principal. Desde la Parte Segunda, Pinay amontona un poco desordenadamente hechos sobre la Masonería, el Imperialismo o Racismo judío, y finalmente la infiltración judaica en el Clero — desde Orígenes y Arrio hasta el Cardenal Bea—, la cual forma parte principal y llena unas 470 págs. No hay para qué recorrerla: es un nutrido recorrido histórico unilateral como está dicho.

Ayer me consultó un amigo: “¿En qué consiste el diálogo con los judíos que recomendó [?] el Concilio?” . No lo sé. Supongo que sería exponerles nuestra Religión y escuchar lo que dirán de la suya. Echarles en los brazos este libro terrible y escuchar que responden, podría ser otro medio.
(Jauja 18 – 1968 ; incluido también en «Nueva crítica literaria»)

Exquisito medio de dialogar ¿no? Se condice con ese signo de interrogación entre corchetes (del original)…. De aquel libro-panfleto, aunque reconoce que es unilateral (bueno!), Castellani en su recensión transcribe (y al transcribir, da por buenos, y difunde) textos tan ecuánimes e iluminadores como el siguiente:

En la Unión Soviética, cuando los judíos lograron implantar su dictamen, han sembrado el pavor y la muerte en forma tan cruel, que los pobres rusos esclavizados, al oír actualmente la palabra «judío», tiemblan de terror.

JaujaFondoEditorial Se ve (y este es todo un tema a retomar) que Castellani tenía, al menos en esta época, unas sorprendentes tragaderas para cierto material… halagador de sus oídos; ahí su detector de cranks se quedaba sin pilas. El libro de Pinay también aparece publicitado en varios números de la revista, en página completa, junto a obras como «Imperialismo y Masonería» (Pbro. Virgilio Filippo, introducción de Castellani, prólogo de Meinvielle), y «Los deicidas» (Pbro. Dr. David Núnez: «Con argumentos irrebatibles, el autor aplica del título de DEICIDAS a los judíos, basado en la verdad y severidad histórico-teológica»).

Sería agotador recopilar todas sus alusiones judías (o judaicas) en la historia de la revista; como muestra, me limito a un solo número, el último  (36, Dic. 1969), y todo de la pluma del cura:

¿Seremos un pueblo tan corrompido que merezcamos ser gobernados por el liberalismo capitalista? ¿Por masones, por judíos , por minushabentes?

… acabo de leer un »editorial»: El preso solitario, en que un tinterillo ruin, escudado en el anónimo, intenta escupir a Rodolfo Hess, que al cabo es un héroe; aunque como Hitler sea un héroe pagano. Parecería escrito por un judío; pero ha sido averiguado lo escribió un cristiano, tan cristiano por lo menos como Don Bartolomé Mitre. ¿Cristiano, eh? Desos cristianos hay muchos. No son de Salta ni hacen falta…

Los árabes … será 300 millones pero no pueden contra Israel. Si los judíos se apoderasen de Entre Ríos y amenazaran a Santa Fe; y la Argentina desatentada pidiera auxilio a toda Sudamérica ¿creen que podría expulsar a los judíos? Me dirán que es comparación disparatada y descomedida; pero ¿no se han apoderado ya los judíos argentinos de algo más que la Provincia de Entre Ríos? Cuando menos lo pensemos tendremos un Presidente judío; si no es que ya lo habemos tenido.

Los judíos que ahora nos ilustran y educan por medio de sus revistas , andan ahora en que hay que volver a los partidos políticos[…]

… el budismo es un caos mental más guarango que un tango… y el mahometismo es una herejía judaica llena de contradicciones y ridiculeces. La Historia de las Religiones es una pseudo ciencia, que se inventó como máquina de guerra contra el Catolicismo.

El periscopio lo seguirá haciendo en mi nombre mi amigo el judío italiano Vittorio Dalle Nogare; que no estoy seguro sea judío, pero si no lo es, debería serlo.

Aclaremos que en esta última cita, se refiere (lo de «amigo» es sarcasmo) al director de Primera Plana, revista política de orientación diversa, que tenía una sección con ese mismo título («Periscopio», y por eso Castellani lo había cambiado a «Perriscopio»); para ampliar (también para ilustrar el nivel de la revista), un texto de «J.C.M.» (Juan Carlos Moreno, supongo), de un número anterior:

Ahora ya sabemos que [Primera Plana] es una publicación con director judío, con capitales judaicos y con orientación judaizante. Sospechamos que no gana dinero con la venta y los avisos. La costosa propaganda que hace en diarios y los onerosos viajes en avión de sus cronistas, sin duda arrojan un déficit que debe cubrirlo la fuente … Ahora se lanza con impunidad, aprovechando cualquier acontecimiento religioso para mentir, tergiversar y blasfemar.Uno de sus fines es disolver la sociedad cristiana y denigrar a la Iglesia Católica. No se mete con protestantes, judíos, ortodoxos, mormones, y eso que está viviendo en un país oficialmente católico y de inmensa mayoría católica. […] Cualquiera que no tenga el cerebro alterado,viendo y leyendo Primera Plana, descubre hacia dónde apunta: hacia la demolición de la Iglesia, en unión con la masonería y el comunismo. Y comprende cuán necesaria fue en un tiempo la Inquisición y cuán bien les cuadraría a Dalle Nogare y compañía.

Si citar todos los textos alusivos de Castellani sería agotador, citar los de los colaboradores de la revista… sería mortal. (Pero ¿tiene relevancia esto para conocer a Castellani? Él mismo responde). Recojo dos más. En aquel mismo número 36 hay una nota de un G. Gueytan de Roussel (pseudónimo anagrama, supongo[1]) loando las «asombrosas profecías» de Gougenot des Mousseaux , quien «intentó defender a la Iglesia destos intentos de Judaización. Se dice que murió envenenado.[…] En Rusia apareció en 1860 una sociedad compuesta principalmente de judíos cuyo objeto era arrasar con la sociedad tradicional […]  Rumania estaba en trance de pasar a ser un estado judaico, «primera realización de su idea de predominio sobre los pueblos cristianos». […] el judío Eduard Simson, presidente del Reichstag alemán, ofrecía a los Hohenzollern la corona imperial. El francmasón Guillermo I iba a secundar la causa de los judíos […]» etc, etc, etc.

Y en el número 21 de esta «la mejor revista» de la Argentina, dirigida por «la inteligencia más portentosa» de la misma, en la sección Cine, un colaborador (me gustaría saber su edad) comenta una película filonazi, sobre la invasión del Eje a Rusia:

Fuimos a verla con Ludwig von Paulus y Deheza. Cuando entrábamos a la sala, se nos cruzó un narigón enfurruñado diciendo en alta voz: ¡Es una apología nazi!

… durante todo el film hay inequívocas señales de sentido de justicia y noción del buen gusto: pues no se oye al locutor recitar las resabidas cantinelas sobre el nacionalsocialismo, la Gestapo, los camarines de gas, los seis millones; y se demuestra —con la claridad de los hechos— la demoledora eficacia de las tropas alemanas y sus aliados lanzadas a la gran aventura del Este. En este sentido, la película se enmarca en una elogiable manifestación de objetividad —que el narigón enfurruñado del comienzo calificaba de apología nazi, y todos sabemos por qué.

… la sangre de una nueva y tensa juventud se entregó sin austeridad, testimonialmente y hasta alegremente, para hacer posible la hazaña y aniquilar al enemigo cuando aún se estaba a tiempo.

… el marchar siempre contra fango y nieve y barro recorriendo kilómetros interminables; y un enemigo siempre presente pero siempre impersonal, huidizo, inapresable, rústicamente drástico [sic]…

… nadie podrá olvidar ya las testas sonrientes de Roosevelt, Stalin y Churchill decidiendo la exterminación total de la esperanza, el alborozado abrazo en la mitad de una Alemania criminalmente mutilada, la judaica repartición de los despojos.

… la guerra contra el gigante soviético fue el último intento de extirpar el mal, con dura cirujía, antes de que se extendiera con consecuencias irremediables. Podrá discutirse la legitimidad de Adolfo Hitler para encabezar la cruzada; pero no puede negarse que el único que estaba en condiciones de hacerlo y que fue el único que se animó a hacerlo. Y que sobre su Alemania recayó el peso del sacrificio, de una derrota a la que la historia y el tiempo darán alas de victoria y de gloria

… los 95 minutos que dura, merece la gloria y la pena de verse: hay excelentes escenas de combate filmadas con evidente riesgo de vida, vistas de Hitler, Franco y Mussolini (que fueron aplaudidos), y algunos magníficos desfiles —entre ellos uno de Falange Española.

Alejandro Sáez Germain

Perdón por la extensión, pero esto venía demasiado pesado, creo que hacía falta algo de humor absurdo para distender – y esto supera a Capusotto y Casero.

Salgo de Jauja y vuelvo a Castellani. Textos extraídos de sus homilías, de la misma época, audios seleccionados (sobre este tema) aquí – homilías completas aquí (no se las recomiendo, el cura no parece haber sido buen predicador).

… esta religión de los judíos actual es una herejía, es farisaica, son los fariseos los que continuaron la religión cuando nació el cristianismo, la continuaron a su manera, hicieron un nuevo libro sagrado, (el cual respetan y siguen mucho más que a la Biblia) que se llama el Talmud, que son comentarios a la Biblia de todos los rabinos desde antes de Jesucristo hasta ahora. Es un libro que les da a ellos las normas de conducta, tiene la liturgia y la moral, por lo tanto lo más importante. La Biblia… ellos la leen ahora como se lee una novela, creen que es una especie de novela, pero el Talmud es lo que obedecen. Y el Talmud es un libro infame, está lleno de cosas odiosas, soeces a veces, obcenas; de cosas contra los cristianos, horribles… que ellos suprimen: ahora están haciendo una edición del Talmud traducido al castellano acá en Buenos Aires pero se guardan muy bien de poner los pasajes horribles que tiene el Talmud… eso lo suprimen. En los Talmud que hay en las sinagogas hay una señal, hay un circulo y una cosa en blanco que significa que ahí hay un pasaje suprimido… que lo saben de memoria los rabinos pero que no están en los Talmud que se imprimen. Y los cristianos no son tan zonzos que no se hayan enterado de esos pasajes terribles que hay en el Talmud contra el cristianismo… De manera que es otra religión enteramente diferente y contraria -la más contraria y enemiga que existe del cristianismo y que ha existido y puede existir: es el judaísmo. El beso del perdón… si ellos se arrepienten. Y si no, no.

Sermón sobre la Asunción de la Virgen 15/08/1965

Jesucristo fundó la Cristiandad en este momento (la parábola del samaritano) esta es la ley fundamental, como la constitución de la Cristiandad. Están frente [a frente] el Evangelio y Moisés por un lado, el Talmud y Shammai por el otro. Es decir, la religión judaica desviada que habría de seguir adelante después de Cristo, al margen de la Iglesia y enemiga de la Iglesia, basada más en el Talmud que en la Biblia, como dije el otro domingo…

Sermón sobre el Buen Samaritano 29/08/1965

Es cierto que Cristo dijo que no había venido a derogar la Ley sino a completarla pero el judaísmo actual -que no es el judaísmo mosaico de Moisés sino un judaísmo diferente, un judaísmo talmúdico-farisaico, se ha desviado no solamente de la corrección que puso Cristo a la ley antigua sino también de la misma ley antigua. El judaísmo actual no es bíblico. […] Dirán que ne los salmos de David y en los profetas se menciona muchas veces la misericordia. Es verdad. Pero el tono general, la tónica no es la misericordia sino el temor y la justicia. Cuando nombra a la misericordia David… es para que Dios le condone los pecados, y no para pedir perdón para sus enemigos. Al contrario, los salmos están llenos de imprecaciones contra los enemigos de David y de peticiones de venganza. Venganza contra los enemigos. Contrario a la ley cristiana.

Sermón sobre el Hijo Pródigo 16/06/1966

Todos estos son tópicos resobados de la literatura panfletaria antisemita, copiados y difundidos con fruición, medias-verdades manipuladas para fogonear las indignaciones militantes (igual que esos tópicos de la militancia atea: «la Iglesia recién en un concilio de la Edad Media aceptó que la mujer tiene alma»…). Una especie de pornografía, a mi ver. Y esto, Castellani lo suelta ya no en una revista para nacionalistas y afines, sino en el sermón de la misa. Lo de aquel círculo que marca pasajes del Talmud insidiosamente escondidos a los ojos cristianos, con toda su resonancia siniestra, y aquel presunto sínodo judío polaco de 1631… es un clásico de esta literatura (ejemplo unodos, tres, cuatro, cinco... etc ) – supongo que Castellani lo aprendió de Meinvielle, aunque tampoco le faltaba material de consumo.

Termino por ahora con un fragmento de una conferencia de 1969. No es mal resumen, porque también muestra algo del lado  -relativamente- moderado de Castellani.

En cuanto a la protervia judía, hoy en día es conocida y replicada hasta de sobra. Hay un libro reciente, Complot contra la Iglesia, firmado por Maurice Pinay, pero en realidad hecho por un equipo de sacerdotes durante el Concilio, en dos tomos, que no es más que una recensión de todas las bellaquerías, tropelías y herejías perpetradas por los judíos en la cristiandad, que comienza con el comunismo y la masonería. El libro comienza, pero después retrocede hasta los primeros siglos de la Iglesia, y hace ver que muchísimas herejías, si no todas, han sido o creadas o ayudadas por los judíos. Termina con el actual acercamiento amistoso judeocristiano. El mismo Padre Meinvielle en su libro, amontona otra clase de injurias, incluso los pasajes del Talmud, brutales y criminales contra los cristianos. No es de extrañar pues, que el bondadoso San Juan llame a los judíos pérfidos «Sinagoga de Satanás‛». Don Roberto Olejaveska da esta solución: «No hay que distinguir entre judíos y cristianos, sino entre hombres honestos y deshonestos, los honestos para abrazarlos y los deshonestos para lanzarlos, como decía San Ignacio». Pero no sirve, aunque desde luego es verdad, porque los judíos honestos, cuanto más honestos son, odian más al cristianismo, y los cristianos honestos, cuanto más honestos son odian más al judaísmo. Y así Unquidan compuso el epigrama siguiente:

Cuando un judío es bueno odia al cristiano
por su fe hacia Cristo, un impostor.
Cuando un judío es malo es mucho peor,
porque es ateo o mahometano.
Y así si es bueno, malo o regular,
nos odian en una u otra circunstancia,
y al cristiano lo trata de embromar
aquí, y en Norteamérica y en Francia.

Porque en verdad los judíos religiosos profesan el Talmud, al cual lo tienen en más honor que a la Biblia, que está lleno de cosas tremendas contra los cristianos y contra el mismo Cristo. Cosas increíbles, que ellos las suprimen naturalmente cuando traducen el Talmud en las naciones cristianas, como una traducción reciente que han hecho. Se guardan muy bien de poner que todo cristiano es un bestia, y el que lo mata no hace un delito sino que hace un acto agradable a Dios, esa es una cosa que ponen, por ejemplo. Y también hay una Vida de Jesucristo infame, que ni siquiera la imprimen en hebreo sino que ponen una señal para que los rabinos la aprendan de memoria y los cristianos no la puedan ver. Sin embargo, los cristianos han llegado a averiguar todas esas cosas. De manera que si son religiosos… (a no ser que sean de una secta de la cual es Martín Buber, que es piadosa y parece decente, una secta pequeña que hay en Rusia, y también en Alemania)… pero si son religiosos son talmudistas, y si son talmudistas odian el cristianismo. Y si no son religiosos son ateos y odian a todas las religiones. La solución es compleja, hay que odiarlos y amarlos a la vez. Odiarlos por amor dice Meinvielle.

El Padre Meinvielle da por supuesto la solución de San Pablo, pero pone el acento más bien sobre la protervia de los judíos actuales, llegando a decir: «Por medio del dinero y la prensa, del comercio y de la astucia, los judíos dominan actualmente a todos los pueblos cristianos». En Argentina ciertamente dominan. No puedo ponerme a analizar el cómo, ya lo hace Meinvielle, y Maurice Pinay y otros. A estos hay que yuxtaponer la versión favorable, tal vez demasiado favorable, del chileno argentino navarro semitófilo Lacunza.

Y basta de citas.
(continuará)

[1] Supongo mal. Un lector me advierte que Gueydan de Roussel es un francés emigrado (tras la caida de Petain), en 1948 se instaló en Argentina (El Bolsón); influido por Carl Schmitt, escribía en Verbo; Rafael Breide Obeid hizo su tesis doctoral -y libro: «Teología Política según Gueydan de Roussel»- con dirección de Caturelli. El mismo Castellani, en un Directorial de la revista (número 9) habla elogiosamente de él y sus teorías: «hay razas superiores a otras, por supuesto».

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