Oasis

Y acá estamos, a pedido de una masa apreciable de mis lectores (uno o dos), volviendo a una estética parecida a la anterior -ya queda dicho que ese no era el tema; el cambio era por cuestiones técnicas. De vuelta a la Verdana, de vuelta el encabezado Ghibli (vegetación del jardín de Gina en «Porco Rosso»), y ahora, encima, con unos simpáticos Kodamas de Mononoke a la derecha… Pero ahora sin tablas html y con columna de ancho variable – y más mobile-friendly, quiero suponer. Esto no ha terminado (esto nunca termina) pero no creo que cambie mucho. Se escuchan quejas.

Y me falta probar la inserción de imágenes. A ver, ahí va una, alineada a izquierda…

Este viene a ser Jong-Du, personaje de una película coreana de Lee Chang-Dong * (Oasis – 2003. Del mismo director he visto «Poetry», «Secret Sunshine» y «Peppermint Candy», y todas me parecen valiosas, sobre todo Poetry). Pero lo que más me interesó de la película fueron los personajes – lo mismo que suele pasarme con las novelas..

 Ella es una cuadripléjica espástica (parálisis cerebral), mentalmente sana – aunque esto último casi nadie de su entorno parece notarlo. Impresiona el trabajo de la actriz, sí. Pero a mí me interesó más él.

Él (probamos ahora imagen a alineada a derecha) es de esos hombres que -en privado- describiríamos como «medio tonto»… sin llegar ser un deficiente mental; problemas de conducta, sin ser malo ni agresivo; de esos que impacientan e irritan… Irresponsable, inmaduro, su familia no sabe qué hacer con él.  Vive tragándose reproches (merecidos en buena parte), absorbiendo golpes con esa sonrisa de perro apaleado, sorbiéndose los mocos… Incorregible, para bien y para mal, casi impermeable a la humillación; socialmente inviable… pero al mismo tiempo muy abierto al otro.

Justamente, esa apertura es lo que lo acercará a la cuadripléjica; y ya se ven venir la historia de amor de los dos parias. Sí, pero no es nada hollywoodense el asunto… empezando por cómo empieza el acercamiento: por un intento de violación. Intento frustrado porque ella se desmaya; y él se asusta y se maldice a sí mismo: «Maldito retrasado!» – queda ambiguo (quizás por la traducción) si lo dice en un sentido literal o es mera exclamación. En todo caso, por poca autoestima que él tenga, no parece necesitar más que ese poco.

Una escena: de noche en una autopista, en la moto de la empresa donde trabaja haciendo repartos, él se cruza con un auto (montado sobre un otro vehículo) en el que están filmando una película, presumiblemente frívola-romántica. El da media vuelta, y se pone a seguirlos (para fastidio del equipo de filmación), zigzagueando, gritando su curiosidad y su entusiasmo infantil. De tan excitado, termina cayéndose… y allí queda, la moto rota, y él, en la oscuridad, entre los faros y los bocinazos de los autos que pasan, absorbiendo el golpe, una vez más…

No estoy seguro de por qué este Jong-Du me ha resultado memorable y conmovedor. Creo que, oscuramente, le envidio algo, algo que nunca tendré. Y hasta me pregunto (¿temo?) si no tendrá algo que ver con aquella bienaventuranza dedicada a los pobres de espíritu.

* Me hago un lío con los nombres coreanos… el primero (Lee) vendría a ser el apellido, el segundo el nombre; y este normalmente es doble (Chang-Dong): uno compartido con los hermanos y otro propio.

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