Artículo 1:
¿Es la ira una pasión especial?
lat
Objeciones por las que parece que la ira no es una pasión
especial.
1. En efecto, la potencia irascible recibe su nombre de la ira. Pero
a esta potencia pertenecen no una sola pasión, sino muchas. Luego la
ira no es una pasión especial.
2. Cada pasión especial tiene una contraria, como se ve
enumerándolas. Pero no hay pasión alguna contraria a la ira, como se
ha dicho anteriormente (
q.23 a.3). Luego la ira no es una pasión
especial.
3. Una pasión especial no incluye otra. Pero la ira
incluye muchas pasiones, pues se da con la tristeza y con la
delectación y con la esperanza, como consta por el Filósofo en II Rhetoric. Luego la ira no es una pasión
especial.
Contra esto: está que el Damasceno considera la ira como pasión
especial. E igualmente Tulio en IV De tusculanis
quaest.
Respondo: Una cosa se denomina general de dos
modos. Uno, por predicación, como
animal es general respecto de
todos los animales. Otro, por causalidad, como el sol es la causa
general de todo lo que es engendrado aquí abajo, según Dionisio en el
c.4
De div. nom. Pues así como el género contiene
muchas diferencias en potencia en cuanto a la semejanza de la materia,
así la causa agente contiene muchos efectos en cuanto a su potencia
activa. Ahora bien, sucede que algún efecto es producido mediante el
concurso de diversas causas, y como toda causa de alguna manera
permanece en su efecto, puede decirse también, de un tercer modo, que
el efecto producido por una multitud de causas implica una cierta
generalidad, en cuanto que contiene de alguna manera en acto muchas
causas.
Así, pues, la ira no es una pasión general del primer modo, sino que
forma parte de una división con otras pasiones, según se ha dicho
anteriormente (q.23 a.4). E igualmente tampoco lo es del segundo modo,
pues no es causa de otras pasiones, aunque el amor puede llamarse
pasión general en este sentido, como demuestra San Agustín en XIV De civ. Dei, porque el amor es la primera
raíz de todas las pasiones, según se ha expuesto
anteriormente (q.27 a.4). En cambio, la ira puede llamarse pasión
general del tercer modo, en cuanto es causada por el concurso de
muchas pasiones. En efecto, el movimiento de la ira no surge sino a
causa de alguna tristeza inferida y supuestos el deseo y la esperanza
de vengarse, porque, como dice el Filósofo en II Rhetoric., el airado tiene esperanza de
castigar, pues desea la venganza en cuanto le es posible. Por eso,
si la persona que causó el daño es muy superior, no se sigue la ira,
sino solamente tristeza, como dice Avicena en De
anima,
A las objeciones:
1. La potencia irascible recibe su
nombre de la ira, no porque todo movimiento de esta potencia sea ira,
sino porque todos los movimientos de esta potencia terminan en la ira,
y entre sus otros movimientos, ése es el más manifiesto.
2. Por lo mismo que la ira es
causada por pasiones contrarias, a saber, por la esperanza, que es del
bien, y por la tristeza, que es del mal, incluye en sí misma la
contrariedad, y por eso no tiene contrario fuera de sí. Como en los
colores intermedios tampoco se encuentra otra contrariedad que la de
los colores simples, de los que provienen.
3. La ira incluye muchas pasiones,
no, ciertamente, como el género las especies, sino más bien según la
inclusión de la causa en el efecto.
Artículo 2:
¿Es el objeto de la ira el bien o el mal?
lat
Objeciones por las que parece que el objeto de la ira es el
mal.
1. En efecto, dice San Gregorio Niseno que la ira es
como el escudero de la concupiscencia, en cuanto combate lo que
impide la concupiscencia. Pero todo impedimento tiene razón de mal.
Luego la ira mira al mal como objeto.
2. La ira y el odio convienen en el efecto, pues es propio
de ambas infligir daño a otro, como se ha dicho anteriormente (
q.29 a.1). Pero el odio mira al mal como a su objeto, según se ha dicho
anteriormente (
q.29 a.1). Luego también la ira.
3. La ira es causada por la tristeza, por lo cual dice el
Filósofo en VII Ethic. que la ira obra con
tristeza. Pero el objeto de la tristeza es el mal. Luego también
el de la ira.
Contra esto: está lo que dice San Agustín en II
Confess., que
la ira apetece la venganza. Pero el deseo de venganza es deseo de un bien, ya que la venganza pertenece a la justicia. Luego el objeto de la ira es el bien.
Asimismo, la ira implica siempre la esperanza, por lo que también
produce delectación, como dice el Filósofo en II Rhetoric. Pero el objeto de la esperanza y de la delectación es el bien. Luego también el de la ira.
Respondo: El movimiento de la potencia
apetitiva sigue al acto de la potencia aprehensiva. Ahora bien, la
potencia aprehensiva conoce una cosa de dos modos. Primero, a modo de
algo simple, como cuando entendemos qué es el hombre; segundo, a modo
de algo complejo, como cuando entendemos que lo blanco está en el
hombre. Por consiguiente, la potencia apetitiva puede tender al bien y
al mal de ambos modos. A modo de algo simple o incomplejo, cuando el
apetito absolutamente sigue o se adhiere al bien o rehuye el mal. Y
tales movimientos son el deseo y la esperanza, la delectación y la
tristeza, y otras cosas similares. Y a modo de algo complejo, como
cuando el apetito está interesado en que un bien o un mal se halle o
se realice en otro, ya tendiendo hacia esto, ya huyendo de aquello.
Esto se ve manifiestamente en el amor y en el odio. En efecto, amamos
a alguno en cuanto queremos que se halle en él un determinado bien, y
le odiamos en cuanto queremos que se halle en él un
determinado mal. Y lo mismo ocurre en la ira, pues todo el que se
irrita, busca vengarse de alguien. Y así, el movimiento de la ira
tiende a dos cosas, a saber, a la venganza misma, la que desea y
espera como un bien, y por eso también se deleita en ella. Y tiende
además hacia aquel de quien busca vengarse como hacia algo contrario y
nocivo, lo cual pertenece a la razón de mal.
Hay que observar, sin embargo, una doble diferencia en esta relación
de la ira con el odio y con el amor. La primera es que la ira siempre
mira a dos objetos, mientras el amor y el odio a veces miran a un
objeto solamente, como cuando se dice que alguien ama u odia el vino o
algo semejante. La segunda es que los dos objetos a los que mira el
amor son buenos, pues el que ama quiere el bien para alguien como
conveniente para el mismo. Y los dos objetos a los que mira el odio
implican razón de mal, pues el que odia quiere el mal para alguien
como cosa inconveniente para ese tal. Pero la ira mira a un objeto
según la razón de bien, es decir, a la venganza que desea; y al otro
bajo la razón de mal, esto es, como a un hombre nocivo, del cual
quiere vengarse. Y, por tanto, es una pasión compuesta en cierto modo
de pasiones contrarias.
A las objeciones: es evidente por lo expuesto.
Artículo 3:
¿Reside la ira en el concupiscible?
lat
Objeciones por las que parece que la ira reside en el
concupiscible.
1. En efecto, dice Tulio en IV De tusculanis quaest. que la ira es una cierta libido. Pero la libido reside en el concupiscible. Luego también la ira.
2. Dice San Agustín en Regula que la ira crece hasta el odio. Y Tulio afirma en el mismo
libro que el odio es ira inveterada. Pero el
odio reside en el concupiscible como el amor. Luego la ira reside en
el concupiscible.
3. El Damasceno y San Gregorio
Niseno dicen que la ira está compuesta de tristeza y
deseo. Pero una y otro residen en el concupiscible. Luego la ira
reside en el concupiscible.
Contra esto: la potencia concupiscible es distinta de la irascible. Si,
pues, la ira residiese en el concupiscible, no recibiría de ella su
nombre la potencia irascible.
Respondo: Como se ha indicado anteriormente
(
q.23 a.1), las pasiones del irascible difieren de las del
concupiscible en que el objeto de éstas son el bien y el mal en
absoluto, mientras el objeto de las pasiones del irascible son el bien
y el mal con una cierta grandeza y arduidad. Ahora bien, se ha dicho
(
a.2) que la ira mira a dos objetos, esto es, a la venganza que desea
y a aquel de quien busca vengarse. Y acerca de ambas cosas la ira
requiere cierta arduidad, pues el movimiento de la ira no surge si no
se da una cierta magnitud, puesto que
lo que no es nada o muy poco
no merece ninguna estima, como dice el Filósofo en II
Rhetoric. Por tanto, es evidente que la ira no
reside en el concupiscible, sino en el irascible.
A las objeciones:
1. Tulio llama
libido al apetito de cualquier bien futuro sin distinción de lo arduo
o no arduo. Y según esto, pone la ira bajo la libido, por cuanto es
apetito de venganza. Pero en este sentido la libido es común al
irascible y al concupiscible.
2. Se afirma que la ira crece
hasta el odio, no en el sentido de que la misma pasión que antes fue
ira, después se haga odio por una especie de arraigo, sino por una
cierta causalidad. La ira, en efecto, que dura largo tiempo, causa el
odio.
3. Se afirma que la ira está
compuesta de tristeza y deseo, no como de partes, sino como de causas.
Se ha dicho anteriormente (
q.25 a.2), en efecto, que las pasiones del
concupiscible causan las pasiones del irascible.
Artículo 4:
¿Se da la ira con la razón?
lat
Objeciones por las que parece que la ira no se da con la
razón.
1. En efecto, al ser la ira una pasión, reside en el apetito
sensitivo. Pero el apetito sensitivo no sigue a la aprehensión de la
razón, sino a la de la parte sensitiva. Luego la ira no se da con la
razón.
2. Los animales carecen de razón y, sin embargo, en ellos se
encuentra la ira. Luego la ira no se da con la razón.
3. La embriaguez liga la razón y, sin embargo, contribuye
a la ira. Luego la ira no se da con la razón.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en VII Ethic., que la ira sigue en algún modo a la razón.
Respondo: Como se ha indicado anteriormente (
a.2), la ira es el apetito de venganza. Pero ésta implica la comparación
entre el castigo que debe infligirse con el daño recibido. Por eso
dice el Filósofo en VII
Ethic. que
el que
silogiza que debe atacar a alguien se irrita inmediatamente. Ahora
bien, comparar y sacar conclusiones es propio de la razón. Y, por
consiguiente, la ira se da en cierto modo con la razón.
A las objeciones:
1. El movimiento de la potencia
apetitiva puede darse con la razón de dos modos. Uno, con la razón
imperando, y así la voluntad acompaña a la razón, por lo que también
se llama apetito racional. Otro, con la razón denunciando, y de este
modo la ira se da con la razón. En efecto, dice el
Filósofo en el libro De problematibus que la ira se da con la razón, no como razón que impera, sino como razón que manifiesta la injuria. Porque el apetito sensitivo no obedece inmediatamente a la razón, sino mediante la voluntad.
2. Los animales brutos tienen el
instinto natural puesto en ellos por la razón divina, en virtud del
cual tienen movimientos interiores y exteriores semejantes a los
movimientos de la razón, como se ha dicho anteriormente (
q.40 a.3).
3. Como indica VII Ethic., la ira escucha de alguna manera a la
razón, en cuanto anuncia que se le ha hecho un ultraje, pero no
escucha enteramente, porque no guarda la regla de la razón en
contrapesar la venganza. La ira, por tanto, requiere algún acto de la
razón y pone un obstáculo a la razón. Por eso dice el
Filósofo, en el libro De problematibus, que los que están muy ebrios, como se hallan privados de todo juicio de la razón, no se airan; pero los que están poco ebrios se irritan, porque conservan el juicio de la razón, aunque impedido.
Artículo 5:
¿Es la ira más natural que la concupiscencia?
lat
Objeciones por las que parece que la ira no es más natural que la
concupiscencia.
1. En efecto, se dice que es propio del hombre ser un animal manso
por naturaleza. Pero la mansedumbre se opone a la ira, como dice el
Filósofo en II Rhetoric. Luego la ira no es más
natural que la concupiscencia, sino que parece ser enteramente contra
la naturaleza del hombre.
2. La razón se contrapone a la naturaleza, pues aquellas
cosas que obran según la razón no decimos que obren según la
naturaleza. Pero la ira se da con la razón, y la concupiscencia sin
ella, como dice VII Ethic. Luego la
concupiscencia es más natural que la ira.
3. La ira es apetito de venganza, mientras la
concupiscencia es principalmente apetito de las cosas deleitables al
tacto, a saber, de la comida y de lo venéreo. Pero
estas cosas son más naturales al hombre que la venganza. Luego la
concupiscencia es más natural que la ira.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en VII Ethic., que la ira es más natural que la concupiscencia.
Respondo: Se llama natural lo que es causado
por la naturaleza, como aparece claro en II
Physic. Por consiguiente, la cuestión de si una pasión es más o menos natural no puede decidirse sino por su causa. Ahora bien, la causa de la pasión, como se ha dicho anteriormente (
q.36 a.2), puede considerarse de dos modos: uno, por parte del objeto, y otro, por parte del sujeto. Si, pues, se considera la causa de la ira y de la concupiscencia por parte del objeto, así la concupiscencia, principalmente de la comida y de lo venéreo, es más natural que la ira, en cuanto estas cosas son más naturales que la venganza.
En cambio, si se considera la causa de la ira por parte del sujeto,
entonces en algún aspecto la ira es más natural, y, en algún otro lo
es la concupiscencia. En efecto, la naturaleza de un hombre puede
considerarse o según la naturaleza genérica, o según la específica, o
bien según la complexión del individuo. Si, pues, se considera la
naturaleza genérica, que es la naturaleza de este hombre en cuanto
animal, así la concupiscencia es más natural que la ira, porque por su
misma naturaleza común tiene el hombre inclinación a apetecer lo que
conserva la vida tanto según la especie como en cuanto al individuo.
Pero si consideramos la naturaleza del hombre por parte de la especie,
es decir, en cuanto racional, así la ira es más natural al hombre que
la concupiscencia, por cuanto la ira se da más con la razón que la
concupiscencia. Por eso dice el Filósofo en VII Ethic. que es más humano castigar, lo cual
es propio de la ira, que ser manso, pues cada ser se alza
naturalmente contra las cosas contrarias y nocivas. Y si se considera
la naturaleza de un individuo concreto según su propia complexión,
entonces la ira es más natural que la concupiscencia, puesto que a la
disposición natural a airarse, que procede de la complexión, sigue con
mayor facilidad la ira que la concupiscencia o cualquiera otra pasión.
El hombre, en efecto, está dispuesto a irritarse en cuanto que tiene
complexión biliosa, y la bilis se mueve más rápidamente que los demás
humores, pues se asemeja al fuego. Y por eso aquel que se halla
dispuesto a la ira por complexión natural se irrita con más prontitud
que pasa al deseo ardiente el que está predispuesto a la
concupiscencia. Y por esta razón dice el Filósofo, en VII Ethic., que la ira se transmite de padres a hijos
más que la concupiscencia.
A las objeciones:
1. En el hombre puede considerarse
no sólo la complexión natural por parte del cuerpo, que es atemperada,
sino también la razón misma. Por parte, pues, de la complexión
corporal, no hay en el hombre naturalmente, según su especie,
predominio de la ira ni de ninguna otra pasión, debido al equilibrio
de su complexión. En cambio, los otros animales, en cuanto que se
apartan de esta clase de complexión hacia la disposición de una
complexión extrema, por eso mismo se disponen naturalmente al exceso
de alguna pasión, como el león a la audacia, el perro a la ira, la
liebre al temor, etc. Y por parte de la razón es natural al hombre
tanto irritarse como ser manso, en cuanto que la razón de alguna
manera causa la ira denunciando su causa, y de alguna manera la calma,
por cuanto el airado
no escucha del todo el imperio de la
razón, como se ha dicho anteriormente (
a.4 ad3).
2. La razón misma pertenece a la
naturaleza del hombre. De ahí que, por lo mismo que la ira se da con
la razón, se sigue que de alguna manera es natural al
hombre.
3. El argumento es procedente
respecto de la ira y de la concupiscencia por parte del
objeto.
Artículo 6:
¿Es la ira más grave que el odio?
lat
Objeciones por las que parece que la ira es más grave que el
odio.
1. En efecto, dice Prov 27,4 que la ira no tiene misericordia, ni
el furor impetuoso. Pero el odio a veces tiene misericordia. Luego
la ira es más grave que el odio.
2. Es peor padecer un mal y dolerse de él que simplemente
padecerlo. Pero al que odia a alguien le basta con que aquel a quien
odia sufra un mal, mientras que al airado no le basta, sino que
pretende que lo conozca y se duela de él, como dice el Filósofo en
II Rhetoric. Luego la ira es más grave que el
odio.
3. Cuanto más cosas concurren a la constitución de algo,
tanto más estable parece ser, como es más permanente el hábito causado
por muchos actos. Pero, como se ha dicho antes (
a.1), la ira es
causada por el concurso de muchas pasiones, mientras que el odio, no.
Luego la ira es más estable y más grave que el odio.
Contra esto: está que San Agustín en Regula
compara el odio a una viga y la ira a una paja.
Respondo: La especie de una pasión y su
naturaleza se aprecian por su objeto. Ahora bien, el objeto de la ira
y del odio es el mismo en cuanto al sujeto, pues así como el que odia
desea el mal a aquel a quien odia, así el airado a aquel contra quien
se irrita. Pero no por la misma razón, sino que el que odia desea el
mal del enemigo, en cuanto tal, mientras que el airado desea el mal de
aquel contra quien se irrita, no en cuanto mal, sino en cuanto tiene
alguna razón de bien, es decir, por estimar que aquél es justo, en
cuanto vindicativo. Por eso también se ha dicho antes (
a.2) que el
odio tiene lugar por la aplicación de un mal al malo, mientras la ira
por la aplicación de un bien al malo. Ahora bien, es evidente que
desear un mal bajo la razón de justo tiene menos carácter de mal que
querer absolutamente el mal de uno. Porque querer el mal de alguien
bajo la razón de justo puede ser incluso conforme a la virtud de la
justicia, si se obedece el precepto de la razón, y el defecto de la
ira está solamente en no obedecer al precepto de la razón al vengarse.
Por lo tanto, es evidente que el odio es mucho peor y más grave que la
ira.
A las objeciones:
1. En la ira pueden considerarse
dos cosas, a saber: lo que se desea y la intensidad del deseo. En
cuanto a lo que se desea, la ira implica más misericordia que el odio.
Puesto que el odio desea el mal de otro por el mal mismo, no se sacia
con ninguna medida del mal, pues las cosas que se desean por sí mismas
se desean sin medida, según dice el Filósofo en I
Politic., como el avaro las riquezas. De ahí que
diga Eclo 12,16:
El enemigo, si halla ocasión, no se hartará de
sangre. Pero la ira no desea el mal sino bajo la razón de justa
venganza. Por eso, cuando, a juicio del airado, el mal infligido
sobrepasa la medida de la justicia, entonces se compadece. Por lo cual
dice el Filósofo en II
Rhetoric. que
el
airado, si ocurren muchos males, se compadecerá, mientras el que odia,
por ninguno.
En cambio, en cuanto a la intensidad del deseo, la ira excluye la
misericordia más que el odio, porque el movimiento de la ira es más
impetuoso a causa de la inflamación de la bilis. Por
lo que se añade inmediatamente: ¿Quién podrá soportar el ímpetu de
un espíritu arrebatado?
2. Como se ha indicado (en la
sol.), el airado desea el mal de alguien, en cuanto implica razón de
justa venganza. Ahora bien, la venganza se efectúa por la aplicación
de la pena. Y es de la naturaleza de la pena que sea contraria a la
voluntad, que sea aflictiva y que se aplique por alguna culpa. Y por
eso el airado desea que aquel a quien causa daño lo perciba y se
duela, y sepa que es debido al ultraje que le ha hecho. En cambio, el
que odia no se preocupa nada de esto, porque desea a otro el mal como
tal. Mas no es verdad que sea peor aquello de lo que uno se
entristece, pues la injusticia y la imprudencia, siendo malas,
como, no obstante, son voluntarias, no contristan a aquellos en
quienes se hallan, según dice el Filósofo en II
Rhetoric.
3. Lo producido por muchas causas
es más estable cuando las causas son de la misma naturaleza, pero una
causa puede prevalecer sobre otras muchas. El odio, en cambio,
proviene de una causa más permanente que la ira, porque la ira surge
de una conmoción del ánimo por una ofensa recibida, mientras que el
odio procede de una disposición del hombre, en virtud de la cual
estima serle contrario y nocivo aquello que odia. Y, por tanto, así
como la pasión pasa más pronto que la disposición o el hábito, así la
ira pasa más pronto que el odio, aunque también el odio sea una pasión
que proviene de tal disposición. Y por eso dice el Filósofo en II Rhetoric. que el odio es más incurable que la
ira.
Artículo 7:
¿Se refiere la ira solamente a aquellos a quienes se refiere la
justicia?
lat
Objeciones por las que parece que la ira no se refiere solamente a
aquellos a quienes se refiere la justicia.
1. En efecto, la justicia del hombre no se refiere a las cosas
irracionales. Sin embargo, el hombre a veces se irrita con las cosas
irracionales; por ejemplo, cuando un escritor tira la pluma airado, o
un jinete golpea al caballo. Luego la ira no se refiere solamente a
aquellos a quienes se refiere la justicia.
2. La justicia del hombre no es respecto de sí mismo ni de
sus cosas, como dice V Ethic. Pero el hombre a
veces se irrita consigo mismo, como el penitente por su pecado. Por
eso dice Sal 4,5: Enojaos, y no pequéis. Luego la ira no se
refiere solamente a lo mismo que la justicia.
3. La justicia y la injusticia pueden ser de uno solo con
relación a todo un género o a toda una comunidad; por ejemplo, cuando
una ciudad ha ofendido a alguien. Pero la ira no se da con respecto a
un género, sino solamente a un individuo, como dice el Filósofo en
II Rhetoric. Luego la ira no se refiere
propiamente a los mismos que la justicia y la injusticia.
Contra esto: lo contrario puede colegirse del Filósofo en II Rhetoric.
Respondo: Como se ha indicado antes (
a.6), la
ira desea el mal en cuanto tiene razón de justa venganza. Y por eso la
ira se refiere a los mismos que la justicia y la injusticia. Porque
aplicar la venganza corresponde a la justicia, mientras que perjudicar
a alguien es propio de la injusticia. Por consiguiente, tanto por
parte de la causa, que es el daño inferido por otro, como también por
parte de la venganza, que desea el airado, es evidente que la ira
pertenece a los mismos a quienes pertenecen la justicia y la
injusticia.
A las objeciones:
1. Como se ha indicado antes (
a.4 ad 2), la ira, aunque se dé con la razón, puede hallarse también en
los animales, que carecen de razón, en cuanto que por instinto natural
son movidos mediante la imaginación hacia algo semejante a las
operaciones de la razón. Así, pues, habiendo en el hombre razón e
imaginación, el movimiento de la ira puede surgir de dos modos. Uno,
por sola la imaginación que acusa el daño. Y así surge
un movimiento de ira incluso contra los seres irracionales e
inanimados, a semejanza de aquel movimiento que se da en los animales
contra todo lo nocivo. Otro, por la razón que denuncia el daño. Y de
este modo, como dice el Filósofo en II
Rhetoric.,
no puede haber ira en manera alguna respecto de las cosas
insensibles ni respecto de los muertos, ya porque no sienten
dolor, que es lo que principalmente buscan los airados en aquellos con
los que están enojados, ya también porque no hay lugar para la
venganza contra ellos, puesto que no pueden causar
daño.
2. Como indica el Filósofo en V Ethic., se da una cierta justicia e injusticia
metafórica del hombre con respecto a sí mismo, en cuanto que la
razón rige el irascible y el concupiscible. Y en este sentido también
se dice que el hombre se venga de sí mismo y, por consiguiente, que se
irrita contra sí mismo. Pero propiamente y por su naturaleza no ocurre
que uno se irrite consigo mismo.
3. En II Rhetoric., el Filósofo señala esta sola diferencia entre el odio y la ira, que el odio puede darse respecto de un género, y así odiamos a todo género de ladrones, pero la ira no se da sino respecto de algo individual. La razón de esto es porque el odio es causado por el hecho de que se aprehende la cualidad de una cosa como discordante con nuestra disposición, lo cual puede ser en universal o en particular. Pero la ira se produce porque alguien nos ha ofendido con su acción. Ahora bien, las acciones son todas propias de seres individuales. Por consiguiente, la ira versa siempre sobre alguna cosa singular. Y cuando toda la ciudad nos ha ofendido, toda la ciudad se computa como un solo individuo.
Artículo 8:
¿Se asignan convenientemente las especies de la ira?
lat
Objeciones por las que parece que el Damasceno asigna
de manera inadecuada tres especies a la ira, a saber: cólera, manía y
furor.
1. En efecto, ningún género se divide en especies diversas por un
accidente. Pero estas tres cosas se diversifican por un
accidente, pues el comienzo del movimiento de la ira se llama bilis o
cólera; la ira permanente se dice manía, y el furor es la ira que
aguarda la ocasión para la venganza. Luego no son diversas especies de
ira.
2. Tulio dice en IV De tusculanis quaest., que el arrebato o encendimiento en griego se dice «thymosis», y es la ira pronta para surgir y pronta para cesar. Pero thymosis, según el Damasceno, es lo mismo que furor. Luego el furor no busca el tiempo para la venganza, sino que cesa con el tiempo.
3. San Gregorio, en XXI Moral.,
establece tres grados de ira, a saber: ira sin voz, ira con voz e
ira con palabra, conforme a las tres cosas que pone el Señor (Mt
5,22): El que se enoja con su hermano, donde se trata de la
ira sin voz; y después añade: El que dijere a su hermano
raca, donde se trata de la ira con voz, pero aún no formada con
palabra completa; y, por último, dice: Y el que dijere a su
hermano fatuo, donde se completa la voz con la perfección de la
palabra. Luego la división de la ira propuesta por el Damasceno es
insuficiente, no poniendo nada relativo a la voz.
Contra esto: está la autoridad del Damasceno y de San
Gregorio Niseno.
Respondo: Las tres especies
de ira que establece el Damasceno y también San Gregorio Niseno se
toman de aquello que da a la ira algún aumento. Esto ocurre de tres
modos. Uno, por la facilidad del mismo movimiento. Y a tal ira la
llama bilis o cólera, porque se enciende rápidamente. Otro, por parte
de la tristeza que causa la ira, la cual permanece mucho tiempo en la
memoria; y ésta pertenece a la manía, que se deriva de manendo
(permaneciendo). Él tercero, por parte de lo que apetece el
airado, es decir, de la venganza; y ésta corresponde al furor, que no
descansa hasta que castiga. Por eso el Filósofo, en IV Ethic., a algunos de los que se irritan los
llama agudos, porque se enojan pronto; a otros, amargos,
porque retienen la ira por largo tiempo; a otros, difíciles,
porque jamás descansan si no castigan.
A las objeciones:
1. Todas aquellas cosas por las que
la ira recibe alguna perfección, no le son completamente accidentales.
Y, por tanto, nada impide que conforme a ellas se señalen las especies
de la ira.
2. El encendimiento en ira de que
habla Tulio parece pertenecer a la primera especie de ira, que se
caracteriza por la rapidez de la ira, más bien que al furor. Pero nada
impide que el término griego thymosis, traducido en latín
por furor (furor), implique ambas cosas, la rapidez en airarse
y la firmeza del propósito para castigar.
3. Esos grados de ira se
distinguen por el efecto de la ira, y no por la diversa perfección del
movimiento mismo de la ira.