Artículo 1:
¿Reside el amor en el concupiscible?
lat
Objeciones por las que parece que el amor no reside en el
concupiscible.
1. En efecto, dice Sab 8,2: Amé a ésta, es decir, a la
sabiduría, y la busqué desde mi juventud. Pero el
concupiscible, siendo una parte del apetito sensitivo, no puede tender
a la sabiduría, la cual no es alcanzada por el sentido. Luego el amor
no reside en el concupiscible.
2. El amor parece ser lo mismo que cualquier pasión, pues
dice San Agustín en XIV De civ. Dei: El amor que
ansia tener lo que se ama, es concupiscencia; mas el que lo posee y
goza de ello, es alegría; el que rehuye lo que le es contrario, es
temor, y, sintiendo esto, si acaeciese, es tristeza. Pero no toda
pasión reside en el concupiscible, sino que el temor, también
enumerado aquí, está en el irascible. Luego no hay que decir,
absolutamente hablando, que el amor reside en el concupiscible.
3. Dionisio en el c.4 De div. nom.
habla de cierto amor natural. Pero el amor natural parece
pertenecer más bien a las fuerzas naturales, que son propias del alma
vegetativa. Luego el amor no está, absolutamente hablando, en el
concupiscible.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en II Topic., que el amor está en el concupiscible.
Respondo: El amor es algo que pertenece al
apetito, ya que el objeto de ambos es el bien. De ahí que, según sea
la diferencia del apetito, es la diferencia del amor. Hay, en efecto,
un apetito que no sigue a la aprehensión del que
apetece, sino a la de otro, y éste se llama
apetito natural,
pues las cosas naturales apetecen lo que les conviene según su
naturaleza, no por su propia aprehensión, sino por la del autor de la
naturaleza, como se ha dicho (
1 q.6 a.1 ad 2; q.103 ad 1 y 3). Mas
hay otro apetito que sigue a la aprehensión del que apetece, pero por
necesidad, no por juicio libre. Y tal es
el apetito sensitivo
en los animales, el cual, sin embargo, participa algo en los hombres
de la libertad, en cuanto obedece a la razón. Hay, además, otro
apetito que sigue a la aprehensión del que apetece según un juicio
libre. Tal es el apetito racional o intelectivo, que se llama
voluntad.
Ahora bien, en cada uno de estos apetitos se llama amor aquello que
es principio del movimiento que tiende al fin amado. Y en el apetito
natural, el principio de este movimiento es la connaturalidad del que
apetece con aquello a lo que tiende, que puede llamarse amor natural,
como la misma connaturalidad de un cuerpo pesado con su centro es por
la gravedad, y puede llamarse amor natural. Y, de la misma manera, la
mutua adaptación del apetito sensitivo o de la voluntad a un bien,
esto es, la misma complacencia del bien se llama amor sensitivo, o
intelectivo y racional. Luego el amor sensitivo reside en el apetito
sensitivo como el amor intelectivo en el apetito intelectivo. Y
pertenece al concupiscible, porque se refiere al bien absolutamente,
no bajo el aspecto de arduo, que es el objeto del irascible.
A las objeciones:
1. La autoridad citada habla del
amor intelectivo o racional.
2. El amor es temor, gozo,
concupiscencia y tristeza, no esencial, sino causalmente.
3. El amor natural no sólo se
halla en las potencias del alma vegetativa, sino en todas las
potencias del alma e incluso en todas las partes del cuerpo, y,
universalmente, en todas las cosas, porque, como dice Dionisio en el
c.4 De div. nom.: lo bello y el bien son amables a
todos, puesto que cada cosa tiene connaturalidad con lo que le es
conveniente según su naturaleza.
Artículo 2:
¿Es el amor una pasión?
lat
Objeciones por las que parece que el amor no es una
pasión.
1. En efecto, ninguna virtud es pasión. Pero todo amor es una virtud,
como dice Dionisio en el c.4 De div. nom. Luego
el amor no es pasión.
2. El amor es cierta unión o vínculo, según San Agustín en
el libro De Trin. Pero la unión o vínculo no es
pasión, sino más bien una relación. Luego el amor no es
pasión.
3. El Damasceno dice en el l.11 que la
pasión es un movimiento. Mas el amor no implica el movimiento
del apetito, que es el deseo, sino el principio de este movimiento.
Luego el amor no es pasión.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en VIII Ethic., que el amor es una pasión.
Respondo: La pasión es efecto del agente en el
paciente. Ahora bien, el agente natural produce un doble efecto en el
paciente, pues primero le da una forma, y en segundo lugar le da el
movimiento consiguiente a la forma; como el generante da al cuerpo la
gravedad y el movimiento consiguiente a ella. Y la misma gravedad, que
es el principio del movimiento hacia el lugar connatural por razón de
la gravedad, puede decirse en cierto modo amor natural. De la misma
manera, el objeto apetecible da al apetito primeramente una cierta
adaptación para con él, que es la complacencia en ese objeto, de la
cual se sigue el movimiento hacia el objeto
apetecible. Porque el movimiento apetitivo se desarrolla en
círculo, como dice III De anima. El objeto
apetecible, en efecto, mueve al apetito introduciéndose en cierto modo
en su intención; y el apetito tiende a conseguir realmente el objeto
apetecible, de manera que el término del movimiento esté allí donde
estuvo al principio. La primera inmutación, pues, del apetito por el
objeto apetecible se llama amor, que no es otra cosa que la
complacencia en el objeto apetecible; y de esta complacencia se sigue
un movimiento hacia el objeto apetecible, que es el deseo, y, por
último, la quietud, que es el gozo. Así, pues, consistiendo el amor en
una inmutación del apetito por el objeto apetecible, es evidente que
el amor es una pasión: en sentido propio, en cuanto se halla en el
concupiscible; y en sentido general y lato, en cuanto está en la
voluntad.
A las objeciones:
1. Puesto que la virtud significa
el principio del movimiento o acción, por eso Dionisio llama virtud al
amor, en cuanto es principio del movimiento apetitivo.
2. La unión pertenece al amor, en
cuanto, por la complacencia del apetito, el que ama se refiere a
aquello que ama como a sí mismo o como a algo suyo. Y así es evidente
que el amor no es la relación misma de unión, sino que la unión es
consecuencia del amor. Por eso dice también Dionisio
que el amor es virtud unitiva, y el Filósofo afirma en II Polit. que la unión es obra del
amor.
3. El amor, aunque no designa el
movimiento del apetito tendiendo al objeto apetecible, denota, sin
embargo, el movimiento del apetito mediante el cual es inmutado por el
objeto apetecible, de manera que éste le produzca complacencia.
Artículo 3:
¿Es el amor lo mismo que la dilección?
lat
Objeciones por las que parece que el amor es lo mismo que la
dilección.
1. En efecto, Dionisio dice en el c.4 De div. nom. que el amor y la dilección son entre sí como cuatro y dos veces dos, como lo rectilíneo y lo que tiene líneas rectas. Pero estas cosas significan lo mismo. Luego el amor y la dilección significan lo mismo.
2. Los movimientos apetitivos difieren según los objetos.
Pero el objeto de la dilección y del amor es el mismo. Luego son una
misma cosa.
3. Si la dilección y el amor difieren en algo, parecen
diferir especialmente en que la dilección debe tomarse en buen
sentido y el amor en malo, como dijeron algunos, según refiere San
Agustín en XIV De civ. Dei. Pero no es así como
difieren, porque, como allí mismo dice San Agustín, en las Sagradas
Escrituras ambos términos se toman en buen sentido y en malo. Luego el
amor y la dilección no difieren, como el mismo San Agustín, en el
lugar citado, concluye que no es una cosa decir amor, y otra
diferente decir dilección.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en el c.4 De div.
nom., que a algunos santos les ha parecido que
era más divino el nombre de amor que el nombre de dilección.
Respondo: Se encuentran cuatro nombres que en
cierto modo se refieren a lo mismo, a saber: amor, dilección, caridad
y amistad. Difieren, sin embargo, en que
la
amistad, según el Filósofo en VIII
Ethic.,
es a modo de hábito, mientras
el amor y
la
dilección a modo de acto o pasión, y
la caridad puede
entenderse de ambos modos.
No obstante, el acto se significa diferentemente por esos tres
nombres. En efecto, el amor es el más común de ellos, pues toda
dilección o caridad es amor, pero no viceversa. Y es que la
dilección añade sobre el amor una elección precedente, como indica
el mismo nombre. Por eso la dilección no está en el concupiscible,
sino sólo en la voluntad, y se encuentra únicamente en la naturaleza
racional. Mas la caridad añade sobre el amor una cierta
perfección de éste, en cuanto el objeto amado se estima en mucho
valor, como indica el mismo nombre.
A las objeciones:
1. Dionisio habla del amor y la
dilección en cuanto están en el apetito intelectivo, pues así el amor
es lo mismo que la dilección.
2. El objeto del amor es más
general que el objeto de la dilección, porque el amor se extiende a
más cosas que la dilección, como se ha dicho (en la
sol.).
3. El amor y la dilección no
difieren sobre la base de la diferencia entre el bien y el mal, sino
como se ha dicho (en la sol.). No obstante, en la parte intelectiva
son lo mismo el amor y la dilección. Y en este sentido habla allí San
Agustín del amor. De ahí que un poco después añada que la voluntad
recta es el amor bueno, y la voluntad perversa es el amor malo.
Sin embargo, como el amor, que es una pasión del concupiscible,
inclina a muchos al mal; de ahí tomaron ocasión los que les asignaron
la mencionada diferencia.
4. Algunos afirmaron que, aun en la
misma voluntad, el nombre de amor es más divino que el de dilección,
porque el amor importa alguna pasión, principalmente en cuanto está en el apetito sensitivo; mientras que la dilección presupone el juicio de la razón. Ahora bien, el hombre puede tender mejor a Dios por el amor, atraído pasivamente en cierto modo por Dios mismo, de lo que pueda conducirle a ello la propia razón, lo cual pertenece a la naturaleza de la dilección, como queda dicho (en la sol.). Y por esto el amor es más divino que la dilección.
Artículo 4:
¿Se divide el amor convenientemente en amor de amistad y amor de
concupiscencia?
lat
Objeciones por las que parece que el amor se divide
inconvenientemente en amor de amistad y de concupiscencia.
1. En efecto, el amor es pasión, y la amistad es hábito, como
dice el Filósofo en VIII Ethic. Pero el hábito
no puede ser parte divisiva de la pasión. Luego el amor no se divide
convenientemente en amor de concupiscencia y amor de
amistad.
2. Nada se divide por otro miembro de la misma división,
pues hombre no es miembro de la misma división que animal. Pero la concupiscencia es un miembro de la misma división
que el amor, como pasión distinta del amor. Luego el amor no puede
dividirse por la concupiscencia.
3. Según el Filósofo en VIII Ethic., hay tres clases de amistad: útil, deleitable y honesta. Pero la
amistad útil y la deleitable incluyen la concupiscencia. Luego la
concupiscencia no debe contraponerse a la amistad en una
división.
Contra esto: se dice que amamos ciertas cosas porque las deseamos,
como se dice que alguien ama el vino por lo dulce que en él
apetece, según afirma II Topic. Pero no
tenemos amistad con el vino y cosas semejantes, como dice VIII
Ethic. Luego uno es el amor de concupiscencia y
otro el amor de amistad.
Respondo: Como afirma el Filósofo en II
Rhetor.,
amar es querer el bien
para alguien. Así pues, el movimiento del amor tiende hacia dos
cosas, a saber: hacia el bien que uno quiere para alguien, sea para
sí, o sea para otro, y hacia aquel para el cual quiere el bien. A
aquel bien, pues, que uno quiere para otro, se le tiene amor de
concupiscencia, y al sujeto para quien alguien quiere el bien, se le
tiene amor de amistad.
Ahora bien, esta división es según un orden de prioridad y
posterioridad, pues lo que se ama con amor de amistad se ama en
absoluto y por ello mismo, mientras lo que se ama con amor de
concupiscencia no se ama absolutamente y por ello mismo, sino que se
ama para otro. Pues así como es ente absolutamente el que tiene
existencia y ente relativamente el que existe en otro, así el bien,
que es convertible con el ente, es el que absolutamente tiene la
bondad, mas lo que es bien de otro es un bien relativo. Y, por
consiguiente, el amor por el que se ama algo para que tenga un bien,
es amor en absoluto, y el amor por el que se ama algo para que sea el
bien de otro es amor relativo.
A las objeciones:
1. El amor no se divide en amistad
y concupiscencia, sino en amor de amistad y de concupiscencia, pues se
llama propiamente amigo aquel para quien queremos algún bien, y se
dice que nosotros deseamos con amor de concupiscencia lo que queremos
para nosotros.
2. La respuesta resulta evidente
de lo expuesto.
3. En la amistad útil y en la
deleitable alguien quiere, ciertamente, un bien para el amigo, y bajo
este aspecto se salva en el caso la razón de amistad. Pero como él,
además, refiere ese bien a su deleite o utilidad, de ahí que la
amistad útil y la deleitable, en cuanto están ordenadas al amor de
concupiscencia, pierdan la razón de verdadera amistad.