Artículo 1:
¿Existe alguna pasión en el alma?
lat
Objeciones por las que parece que no existe ninguna pasión en el
alma.
1. En efecto, padecer es propio de la materia. Pero el alma no está
compuesta de materia y forma, como ya se ha expuesto (
1 q.75 a.5).
Luego no hay ninguna pasión en el alma.
2. La pasión es un movimiento, como dice III Physic. Pero el alma no es movida, como prueba I De anima. Luego no hay pasión en el
alma.
3. La pasión es el camino para la corrupción, porque toda pasión acrecentada altera la sustancia, como dice el libro Topicorum. Pero el alma es incorruptible. Luego no
hay ninguna pasión en el alma.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol en Rom 7,5: Mientras estábamos en la carne, las pasiones de los pecados, vigorizadas
por la ley, obraban en nuestros miembros. Ahora bien, los pecados
están propiamente en el alma. Luego también las pasiones, dichas de
los pecados, están en el alma.
Respondo: La palabra
padecer se emplea
de tres modos. Uno, en sentido general, en cuanto que todo recibir es
padecer, aunque nada se sustraiga de la cosa, como si se dijera que el
aire padece cuando es iluminado. Pero esto más propiamente es ser
perfeccionado que padecer.
Según otro modo se dice padecer propiamente, cuando se recibe alguna
cosa con pérdida de otra. Mas esto sucede de dos maneras. Algunas
veces se quita a la cosa lo que no le es conveniente, como, cuando el
cuerpo de un animal es sanado, se dice padecer, porque recibe la
salud, siendo eliminada la enfermedad.
Otras veces ocurre lo contrario, y así enfermar se dice padecer
porque se recibe la enfermedad, con pérdida de la salud. Y éste es el
modo que se aplica con mayor propiedad a la pasión. Pues se dice
padecer por cuanto una cosa es atraída hacia el agente; y lo que se
aparta de lo que le es conveniente parece ser lo que más es atraído
hacia otro. E igualmente dice I De generat. que,
cuando de lo que es menos noble se engendra algo más
noble, hay generación en sentido absoluto y corrupción en sentido
relativo; y, viceversa, cuando de lo que es más noble se engendra algo
menos noble.
Y sucede que la pasión se da en el alma de estos tres modos.
Efectivamente, según la mera recepción se dice que sentir y
entender son un cierto padecer. Mas la pasión
acompañada de sustracción no existe sino por transmutación corporal.
De ahí que la pasión propiamente dicha no pueda convenir al alma sino
accidentalmente, es decir, en cuanto el compuesto padece. Pero también
en esto hay diferencia, porque cuando semejante transmutación se hace
a peor, posee más propiamente la razón de pasión que cuando se hace a
mejor. Por eso la tristeza es pasión más propiamente que la
alegría.
A las objeciones:
1. Padecer, en cuanto conlleva
pérdida y transmutación, es propio de la materia. De ahí que no se
halle más que en los compuestos de materia y forma. Pero padecer, en
cuanto implica mera recepción, no es necesariamente propio de la
materia, sino que puede darse en cualquier ser existente en potencia.
Y el alma, aunque no esté compuesta de materia y forma, tiene, no
obstante, algo de potencialidad, según la cual le conviene recibir y
padecer en el sentido en que entender es padecer, como dice III De
anima.
2. Aunque padecer y ser movida no
convenga al alma esencialmente, le conviene, sin embargo,
accidentalmente, como dice I De anima.
3. La razón aducida vale respecto
de la pasión que tiene lugar con transmutación hacia lo que es peor, y
tal pasión no puede convenir al alma, a no ser accidentalmente, pues
por su propia naturaleza conviene al compuesto, que es
corruptible.
Artículo 2:
¿Se halla la pasión más bien en la parte apetitiva que en la
aprehensiva?
lat
Objeciones por las que parece que la pasión se halla más bien en la
parte aprehensiva que en la apetitiva .
1. Lo que es primero en cada género parece ser lo máximo de cuanto
está en ese género y su causa, como dice II Metaphys. Pero la pasión se encuentra en la parte aprehensiva antes que en la parte apetitiva, pues la parte apetitiva no padece a no ser que preceda pasión en la parte aprehensiva. Luego la pasión se halla más bien en la parte aprehensiva que en la parte apetitiva.
2. Lo que es más activo parece ser menos pasivo, pues la
acción se opone a la pasión. Pero la parte apetitiva es más activa que
la aprehensiva. Luego parece que la pasión se halla más bien en la
parte aprehensiva.
3. Así como el apetito sensitivo es una potencia en órgano
corporal, así también lo es la potencia aprehensiva sensitiva. Pero la
pasión del alma tiene lugar, propiamente hablando, por una
transmutación corporal. Luego no se halla la pasión en la parte
apetitiva sensitiva más bien que en la aprehensiva
sensitiva.
Contra esto: está lo que dice San Agustín en IX De civ. Dei, que los movimientos del ánimo a los que los
griegos llaman «pathe» y algunos de los nuestros, como Cicerón,
perturbaciones, otros los llaman afecciones o afectos, pero otros más
expresivamente los denominan pasiones, como en griego. Lo cual
evidencia que las pasiones del alma son lo mismo que las afecciones.
Ahora bien, las afecciones pertenecen claramente a la parte apetitiva
y no a la aprehensiva. Luego también las pasiones se hallan más bien
en la parte apetitiva que en la aprehensiva.
Respondo: Como ya se ha
indicado (
a.1), el nombre de pasión implica que el paciente sea
atraído hacia el agente. Ahora bien, el alma es más atraída hacia una
cosa por la potencia apetitiva que por la aprehensiva, pues por la
potencia apetitiva el alma dice orden a las cosas como son en sí
mismas. Por eso dice el Filósofo en VI
Metaphys.
que
el bien y el mal, que son los objetos de la potencia
apetitiva,
existen en las cosas mismas. Por otra parte, la
potencia aprehensiva no es atraída hacia una cosa en cuanto es en sí
misma, sino que la conoce según la intención que de la cosa tiene en
sí o recibe según su modo propio. Por eso se dice también en el mismo
lugar que
lo verdadero y lo falso, que
pertenecen al conocimiento,
no están en las cosas, sino en la
mente. Luego es evidente que la razón de pasión se halla más bien
en la parte apetitiva que en la aprehensiva.
A las objeciones:
1. Sucede a la inversa en lo
concerniente a la perfección y en lo concerniente al defecto. Porque
en lo que se refiere a la perfección, la intensidad se determina por
la aproximación a un primer principio único, de manera que cuanto más
cercana a él se halla una cosa, tanto es más intensa. Como la
intensidad de lo lúcido se determina por su aproximación a lo
sumamente luminoso, de manera que cuanto más se acerca a ello una
cosa, tanto es más lúcida. Pero en lo que se refiere al defecto, la
intensidad se determina no por la aproximación a lo sumo, sino por el
alejamiento de lo perfecto, pues en esto consiste la razón de
privación y defecto. Y, por tanto, cuanto menos se aparta de lo que es
primero, tanto es menos intenso. Por eso, al principio siempre es
pequeño el defecto, que, después, al ir avanzando, se acrecienta más.
Ahora bien, la pasión pertenece al orden de lo defectuoso, porque
corresponde a un ser en cuanto está en potencia. De ahí que en los
seres que se aproximan a lo que es primero en la perfección, es decir,
a Dios, se encuentre menos la razón de potencia y pasión; mientras en
los otros, consiguientemente, más. Y así también en la primera
potencia del alma, esto es, en la aprehensiva se da menos la razón de
pasión.
2. La potencia apetitiva se
considera más activa, porque es más principio del acto exterior. Esto
le compete por la misma razón por la que es más pasiva, o sea, por
cuanto dice orden a las cosas como son en sí mismas, pues por la
acción exterior llegamos a conseguirlas.
3. El órgano del alma, como ya se
ha indicado (
1 q.78 a.8), puede sufrir alteración de dos maneras. Una,
por transmutación espiritual, en cuanto recibe la intención de la
cosa. Y esto se da esencialmente en el acto de la potencia aprehensiva
sensitiva. Así, el ojo es inmutado por las cosas visibles, no de modo
que sea coloreado, sino de modo que reciba la intención del color. Hay
también otra transmutación natural del órgano que se da en él en
cuanto a su disposición natural; por ejemplo, que se calienta o se
enfría, o sufre otros cambios similares. Esta transmutación es
accidental al acto de la potencia aprehensiva sensitiva, como cuando
el ojo se fatiga por la intensidad de la mirada, o se inutiliza por el
exceso de luz. Pero tal transmutación se ordena esencialmente al acto
del apetito sensitivo. Por eso en la definición de los movimientos de
la parte apetitiva se pone como elemento material alguna transmutación
natural del órgano. Así se dice que
la ira es el ardor de la sangre
junto al corazón. Es evidente, por lo tanto, que
la razón de pasión se halla más bien en el acto de la potencia
apetitiva sensitiva que en el acto de la potencia aprehensiva
sensitiva, aunque una y otra son actos de un órgano
corporal.
Artículo 3:
¿Reside la pasión más bien en el apetito sensitivo que en el
intelectivo, llamado voluntad?
lat
Objeciones por las que parece que la pasión no reside en el apetito
sensitivo más bien que en el intelectivo.
1. En efecto, dice Dionisio en el c.2 De div. nom. que Hieroteo fue instruido por una inspiración más divina, no sólo aprendiendo, sino también padeciendo las cosas divinas. Pero la pasión de las cosas divinas no puede pertenecer al apetito sensitivo, cuyo objeto es el bien sensible. Luego la pasión reside en el apetito intelectivo lo mismo que en el sensitivo.
2. Además, cuanto más potente es lo activo, tanto más fuerte es la
pasión. Pero el objeto del apetito intelectivo, que es el bien
universal, es un principio activo más potente que el objeto del
apetito sensitivo, que es el bien particular. Luego la razón de pasión
se halla más bien en el apetito intelectivo que en el apetito
sensitivo.
3. El gozo y el amor se dice que son pasiones. Pero éstas
se hallan en el apetito intelectivo y no sólo en el sensitivo, pues de
lo contrario no se atribuirían en las Sagradas Escrituras a Dios y a
los ángeles. Luego las pasiones no residen más en el apetito sensitivo
que en el intelectivo.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno en el libro 11
describiendo las pasiones animales: La pasión es un movimiento de
la potencia apetitiva sensible en la imaginación del bien o del mal. Y
de otro modo: La pasión es un movimiento irracional del alma por la
conjetura de un bien o un mal.
Respondo: La pasión, como ya se ha expuesto
(
a.1), se halla propiamente donde hay transmutación corporal, la cual
ciertamente se encuentra en los actos del apetito sensitivo, y no sólo
espiritual, como sucede en la aprehensión sensitiva,
sino también natural. Ahora bien, en el acto del apetito intelectivo
no se requiere transmutación alguna corporal, porque semejante apetito
no es potencia de ningún órgano. Por lo cual es evidente que la razón
de pasión se halla más propiamente en el acto del apetito sensitivo
que del intelectivo, como también es claro por las definiciones
citadas del Damasceno.
A las objeciones:
1. Pasión de las cosas divinas se
llama allí a la afección a las cosas divinas y a la unión a las mismas
por el amor, lo cual, sin embargo, tiene lugar sin transmutación
corporal.
2. La magnitud de la pasión no
sólo depende de la fuerza del agente, sino también de la pasividad del
paciente, porque los seres muy pasibles padecen mucho aun de parte de
activos débiles. Por consiguiente, aunque el objeto del apetito
intelectivo sea más activo que el objeto del apetito sensitivo, sin
embargo, el apetito sensitivo es más pasivo.
3. El amor, el gozo y otras cosas
similares, cuando se atribuyen a Dios o a los ángeles, o a los hombres
respecto del apetito intelectivo, significan el simple acto de la
voluntad con un efecto semejante, pero sin pasión. Por eso dice San
Agustín en IX De civ. Dei: Los ángeles no
sólo castigan sin ira, sino que también socorren sin compasión de la
miseria; y, sin embargo, siguiendo el uso del lenguaje humano, también
a ellos se les aplican los nombres de esas pasiones por cierta
semejanza de operación, no por debilidad en sus afectos.