Artículo 1:
¿Es la delectación una pasión?
lat
Objeciones por las que parece que la delectación no es
pasión.
1. En efecto, el Damasceno, en el libro 11, distingue
la operación de la pasión, diciendo que la operación es un
movimiento según la naturaleza, y la pasión un movimiento contrario a
la naturaleza. Pero la delectación es una operación, como dice el
Filósofo en VII y X Ethic. Luego
la delectación no es pasión.
2. Padecer es ser movido, como dice III Physic. Pero la delectación no consiste en ser
movido, sino en haber sido movido, pues la delectación es producida
por el bien ya conseguido. Luego la delectación no es
pasión.
3. La delectación consiste en cierta perfección del que se
deleita, pues perfecciona la operación, como dice X
Ethic. Pero ser perfeccionado no es padecer o
sufrir alteración, como dice VII Physic. y II De anima. Luego la delectación no es
pasión.
Contra esto: está que San Agustín, en IX y
XIV De civ. Dei, pone la delectación o gozo o
alegría entre las demás pasiones del alma.
Respondo: El movimiento del apetito sensitivo
se denomina propiamente pasión, como se ha indicado anteriormente
(
q.22 a.3). Mas toda afección que procede de la aprehensión sensitiva
es un movimiento del apetito sensitivo. Ahora bien, es necesario que
esto le competa a la delectación, porque, como dice el Filósofo en
I
Rhetoric.,
la delectación es cierto
movimiento del alma y una constitución a la vez total y sensible en la
naturaleza existente.
Para comprender esto, hay que considerar que así como en las cosas
naturales sucede que algunas consiguen sus perfecciones naturales, así
pasa también en los animales. Y aunque el ser movido a la perfección
no ocurra todo a la vez, sin embargo, el conseguir la perfección
natural sí es todo a la vez. Esta es la diferencia entre los animales
y las otras cosas naturales, que cuando éstas están establecidas en lo
que les conviene según su naturaleza, no lo sienten, pero
los animales sí lo sienten. Y esta sensación produce
un cierto movimiento del alma en el apetito sensitivo, y este
movimiento es la delectación. Así, pues, al decirse que la delectación
es un movimiento del alma, se coloca en el género. Con las
palabras una constitución en la naturaleza existente, esto es,
en lo que existe en la naturaleza de la cosa, se expresa la causa de
la delectación, es decir, la presencia connatural del bien. En cuanto
se dice total a la vez se manifiesta que la constitución no debe
entenderse en cuanto está en el proceso de establecimiento, sino en
cuanto está ya constituida, por así decirlo, en el término del
movimiento, porque la delectación no es generación, como sostuvo
Platón, sino más bien consiste en el hecho consumado,
como dice VII Ethic. En cuanto se dice sensible, se excluyen las perfecciones de las cosas insensibles,
en las que no se da delectación. Así, pues, es evidente que, siendo la
delectación un movimiento en el apetito animal que sigue a la
aprehensión del sentido, es una pasión del alma.
A las objeciones:
1. La operación connatural no
impedida es la perfección segunda, como la considera II De anima. Y por eso cuando una cosa se constituye en su
propia operación connatural y no impedida se sigue la delectación, que
consiste en el estado perfecto alcanzado, como queda dicho (en la
sol.). Así, pues, cuando se dice que la delectación es una operación,
no es predicación esencial, sino causal.
2. En el animal puede considerarse
un doble movimiento: uno, en cuanto a la intención del fin, que
corresponde al apetito, y otro, en cuanto a la ejecución, que es
propio de la operación exterior. Luego, aunque en aquel que ya ha
conseguido el bien en el que se deleita cese el movimiento de
ejecución por el que se tiende al fin, no cesa, sin embargo, el
movimiento de la parte apetitiva, la cual, como antes deseaba lo que
no tenía, así después se deleita en lo poseído. Pues aunque la
delectación es cierta quietud del apetito si se considera la presencia
del bien deleitable que le satisface; no obstante, permanece todavía
la inmutación del apetito producida por lo apetecible, razón por la
cual la delectación es un cierto movimiento.
3. Aunque el nombre de pasión
convenga más propiamente a las pasiones corruptivas y que tienden al
mal, como son las enfermedades corporales, y la tristeza y el temor en
el alma; sin embargo, también se ordenan al bien algunas pasiones,
como se ha dicho anteriormente (
q.23 a.1 y
4). Y en este sentido la
delectación se llama pasión.
Artículo 2:
¿Tiene lugar la delectación en el tiempo?
lat
Objeciones por las que parece que la delectación tiene lugar en el
tiempo.
1. En efecto, la delectación es un cierto movimiento, como
dice el Filósofo en I Rhetoric. Luego la
delectación tiene lugar en el tiempo.
2. Una cosa se dice duradera o morosa por razón del tiempo.
Pero algunas delectaciones se dicen morosas. Luego la delectación
tiene lugar en el tiempo.
3. Las pasiones del alma son de un solo género. Pero algunas pasiones
del alma tienen lugar en el tiempo. Luego también la
delectación.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en X Ethic., que nadie recibirá delectación según tiempo alguno.
Respondo: Una cosa puede existir en el tiempo
de dos modos: primero, por sí misma; segundo, por otro y como
accidentalmente. Por ser el tiempo el número de las cosas sucesivas,
se dice que existen por sí aquellas cosas cuyo concepto no implica
sucesión alguna, pero, sin embargo, dependen de algo sucesivo. Como
ser hombre no implica en su concepto sucesión,
porque no es movimiento, sino término de un movimiento o mutación,
esto es, de su generación; pero como el ser humano está sujeto a
causas mudables, por esto el ser hombre tiene lugar en el
tiempo.
Así, pues, hay que decir que la delectación por sí misma no tiene
lugar en el tiempo, pues la delectación está en el bien ya conseguido,
que es como el término del movimiento. Pero si el bien conseguido está
sujeto a cambio, la delectación tendrá lugar accidentalmente en el
tiempo. Si, en cambio, es del todo inmutable, la delectación no tendrá
lugar en el tiempo, ni por sí ni accidentalmente.
A las objeciones:
1. Como expone III De anima, el movimiento se dice de dos maneras: una, como
acto de algo imperfecto, esto es, de algo existente en potencia en
cuanto en potencia, y tal movimiento es sucesivo y en el tiempo. Mas
el otro movimiento es acto de algo perfecto, esto es, de algo
existente en acto, como entender, sentir, querer y cosas semejantes, y
también deleitarse. Y este movimiento no es sucesivo, ni se da por sí
mismo en el tiempo.
2. La delectación se denomina
duradera o morosa, en cuanto accidentalmente tiene lugar en el
tiempo.
3. Las otras pasiones no tienen
por objeto el bien conseguido, como la delectación. De ahí que
participen más de la razón de movimiento imperfecto que la
delectación. Y, por consiguiente, conviene más a la delectación no
tener lugar en el tiempo.
Artículo 3:
¿Difiere la delectación del gozo?
lat
Objeciones por las que parece que el gozo es absolutamente lo mismo
que la delectación.
1. En efecto, las pasiones del alma difieren por sus objetos. Pero el
objeto del gozo y de la delectación es el mismo, esto es, el bien
conseguido. Luego el gozo es absolutamente lo mismo que la
delectación.
2. Un solo movimiento no concluye en dos términos. Pero es
uno mismo el movimiento que termina en el gozo y en la delectación, a
saber, la concupiscencia. Luego la delectación y el gozo son
absolutamente lo mismo.
3. Si el gozo es distinto a la delectación, parece que,
por igual razón, también la alegría, la exultación y la jovialidad
significan algo distinto de la delectación; y así todas serán
distintas pasiones, lo cual parece ser falso. Luego el gozo no difiere
de la delectación.
Contra esto: está que no hablamos de gozo en los animales, pero sí de
delectación. Luego no es lo mismo el gozo que la delectación.
Respondo: Como afirma Avicena en su libro
De
anima, el gozo es una especie de la delectación.
En efecto, es de observar que así como hay unas concupiscencias
naturales y otras no naturales que siguen a la razón, según se ha
dicho anteriormente (
q.30 a.2); así también respecto de las
delectaciones, unas son naturales y otras no naturales, que se dan con
la razón. O bien, como dicen el Damasceno y San
Gregorio Niseno,
unas son corporales, otras son
animales, lo que viene a ser lo mismo. Porque nos deleitamos no
sólo en las cosas que deseamos naturalmente, consiguiéndolas, sino
también en las que deseamos según la razón. Pero el nombre de gozo no
se aplica sino a la delectación que sigue a la razón. Por eso no
atribuimos el gozo a los animales, sino sólo el nombre de delectación.
Ahora bien, todo lo que deseamos según la naturaleza, podemos desearlo
también con delectación racional, pero no a la inversa. Por
consiguiente, de todo lo que hay delectación puede también haber gozo
en los seres dotados de razón, aunque no siempre lo haya, pues a veces
se siente una delectación corporal, de la que, sin embargo, no se goza
según la razón. Y conforme a esto es evidente que la
delectación tiene mayor amplitud que el gozo.
A las objeciones:
1. Siendo el objeto del apetito
animal el bien aprehendido, la diversidad de aprehensión pertenece en
cierto modo a la diversidad del objeto. Y así las delectaciones
animales, que también se llaman gozos, se distinguen de las
delectaciones corporales, que se dicen solamente delectaciones, como
también se ha indicado anteriormente acerca de las concupiscencias
(
q.30 a.3 ad2).
2. Semejante diferencia se
encuentra también en las concupiscencias, de modo que la delectación
responde a la concupiscencia, y el gozo al deseo, que parece
pertenecer más bien a la concupiscencia animal. Y así, según la
diferencia del movimiento es también la diferencia en el
reposo.
3. Los otros nombres que se
refieren a la delectación, se han impuesto por los efectos de la
delectación; ya que alegría se dice por la dilatación del
corazón, cual si se dijese anchura (latitia); exultación se
dice por las señales exteriores de la delectación interior, que
aparecen exteriormente, esto es, por cuanto el gozo interior salta al
exterior; y jovialidad se dice por ciertas señales especiales o
efectos de alegría. Y, sin embargo, todos estos nombres parecen
pertenecer al gozo, pues no los empleamos sino en las naturalezas
racionales.
Artículo 4:
¿Hay delectación en el apetito intelectivo?
lat
Objeciones por las que parece que no hay delectación en el apetito
intelectivo.
1. En efecto, dice el Filósofo en I Rhetoric.
que la delectación es cierto movimiento sensible. Pero
el movimiento sensible no se da en la parte intelectiva. Luego no hay
delectación en la parte intelectiva.
2. La delectación es una pasión. Pero toda pasión reside en
el apetito sensitivo. Luego no hay delectación sino en el apetito
sensitivo.
3. La delectación nos es común con los animales. Luego no
se halla sino en la parte que nos es común con los
animales.
Contra esto: está lo que dice Sal 36,4: Deleítate en el Señor.
Pero el apetito sensitivo no puede llegar hasta Dios, sino sólo el
intelectivo. Luego la delectación puede darse en el apetito
intelectivo.
Respondo: A la aprehensión de la razón sigue
una cierta delectación. Ahora bien, en la aprehensión de la razón no
sólo se mueve el apetito sensitivo por su aplicación a una cosa
particular, sino también el apetito intelectivo, llamado voluntad. Y,
según esto, en el apetito intelectivo o voluntad se da la delectación
que se llama gozo, mas no delectación corporal.
Hay, sin embargo, esta diferencia entre la delectación de uno y otro
apetito, que la delectación del apetito sensible se halla acompañada
de una mutación corporal, mientras que la delectación del apetito
intelectivo no es otra cosa que el simple movimiento de la voluntad. Y
en este sentido dice San Agustín en XIV De civ.
Dei que el deseo y la alegría no son otra cosa
que la voluntad en consonancia con las cosas que queremos.
A las objeciones:
1. En esa definición del
Filósofo, la palabra sensible se toma en
sentido amplio por cualquier aprehensión. Pues dice el Filósofo en X
Ethic. que se da delectación en todos los sentidos,
y de manera semejante también en el entendimiento y la
especulación. O bien, puede decirse que él define
la delectación del apetito sensitivo.
2. La delectación tiene razón de
pasión, propiamente hablando, en cuanto está acompañada de alguna
mutación corporal. Y así no existe en el apetito intelectivo sino como
simple movimiento, pues de este modo también se da en Dios y en los
ángeles. Por eso dice el Filósofo en VII Ethic.
que Dios goza con una sola y simple operación. Y Dionisio
declara al final del De cael. hier. que los
ángeles no son susceptibles de nuestra delectación pasible, pero se
regocijan con Dios con una alegría de incorrupción.
3. En nosotros no sólo hay una
delectación que nos es común con los brutos, sino también la que nos
es común con los ángeles. Por eso dice Dionisio en el mismo
lugar que los hombres santos, muchas veces,
participan de las delectaciones angélicas. Así es que en nosotros
se da la delectación no solamente en el apetito sensitivo, que nos es
común con los brutos, sino también en el apetito intelectivo, que nos
es común con los ángeles.
Artículo 5:
¿Son las delectaciones corporales y sensibles mayores que las
espirituales e inteligibles?
lat
Objeciones por las que parece que las delectaciones corporales y
sensibles son mayores que las delectaciones espirituales
inteligibles.
1. En efecto, todos persiguen alguna delectación, según el Filósofo
en X Ethic. Pero son muchos más los que buscan
las delectaciones sensibles que las espirituales inteligibles. Luego
las delectaciones corporales son mayores.
2. La magnitud de la causa se conoce por el efecto. Pero las
delectaciones corporales tienen más fuertes efectos, pues modifican
el cuerpo, y en algunos dan origen a locuras, como dice VII
Ethic. Luego las delectaciones corporales son
más fuertes.
3. Es preciso moderar y refrenar las delectaciones
corporales a causa de su vehemencia. Pero no es necesario reprimir las
delectaciones espirituales. Luego las delectaciones corporales son
mayores.
Contra esto: está lo que dice Sal 118,103: Cuán dulce son a mi
paladar tus palabras; más que la miel para mi boca. Y el Filósofo
dice en X Ethic. que la más grande
delectación es la que proviene del ejercicio de la
sabiduría.
Respondo: Como se ha expuesto (
a.1), la
delectación proviene de la unión con lo conveniente que es sentida o
conocida. Ahora bien, en las operaciones del alma, principalmente de
la sensitiva e intelectiva, debe observarse que, no pasando a la
materia exterior, son actos o perfecciones del operante, como
entender, sentir, querer y similares; porque las acciones que pasan a
la materia exterior son más bien acciones de la materia transformada,
ya que el movimiento es
el acto del móvil por parte del que
mueve. Así, pues, dichas acciones del alma sensitiva e intelectiva
son también ellas mismas un bien del operante, y asimismo son
conocidas por el sentido o el entendimiento. De ahí que la delectación
surja incluso de ellas y no sólo de sus objetos.
Si se comparan, pues, las delectaciones inteligibles con las
delectaciones sensibles, en cuanto que nos deleitamos en las acciones
mismas, como en el conocimiento del sentido y en el conocimiento del
entendimiento, no cabe duda que son mucho mayores las delectaciones
inteligibles que las sensibles. El hombre, en efecto, se deleita mucho
más en conocer algo entendiendo que en conocer algo
sintiendo. Porque el conocimiento intelectual no sólo es más perfecto,
sino también más conocido, puesto que el entendimiento reflexiona más
sobre su acto que el sentido. El conocimiento intelectual es también
más amado, pues no hay ninguno que no prefiera estar privado de la
vista corporal que de la intelectual, como carecen de ella las bestias
y los idiotas, según dice San Agustín en el libro De civ.
Dei.
Pero, si se comparan las delectaciones inteligibles espirituales con
las delectaciones sensibles corporales, entonces, en sí mismas y
absolutamente hablando, las delectaciones espirituales son mayores. Y
esto es claro respecto de las tres cosas que se requieren para la
delectación, a saber: el bien unido, aquello a lo que está unido y la
unión misma. Pues el bien espiritual no sólo es mayor que el bien
corporal, sino también más amado. Una señal de lo cual es que los
hombres se abstienen aun de los más grandes deleites corporales para
no perder el honor, que es un bien inteligible. De igual manera,
también la parte intelectiva es mucho más noble y más cognoscitiva que
la parte sensitiva. La unión del bien espiritual y de la parte
intelectiva es también más íntima, más perfecta y más firme. Es,
ciertamente, más íntima, porque el sentido se detiene en los
accidentes exteriores de la cosa, mientras el entendimiento penetra
hasta la esencia de la cosa, pues su objeto es lo que la cosa
es. Y es más perfecta, porque a la unión de lo sensible con el
sentido se añade el movimiento, que es acto imperfecto. Por eso las
delectaciones sensibles no se dan plenamente de una vez, sino que en
ellas hay algo que transcurre y algo que se espera ha de consumarse,
como aparece claro en la delectación de los manjares y en los placeres
venéreos. Pero las cosas inteligibles excluyen el movimiento; por eso
tales delectaciones son plenas y simultáneas. Es también más firme,
porque las cosas deleitables corpóreas son corruptibles y desaparecen
pronto, mientras que los bienes espirituales son incorruptibles.
Pero en relación a nosotros, las delectaciones corporales son más
vehementes por tres razones. Primeramente, porque las cosas sensibles
nos son más conocidas que las inteligibles. En segundo lugar, porque
las delectaciones sensibles, al ser pasiones del apetito sensitivo,
van acompañadas de alguna mutación corporal. Lo cual no sucede en las
delectaciones espirituales a no ser por cierta redundancia del apetito
superior en el inferior. En tercer lugar, porque las delectaciones
corporales se apetecen como una especie de medicina contra los
defectos o molestias corporales, que dan origen a cierta tristeza. Por
eso las delectaciones corporales que sobrevienen a estas tristezas se
sienten más y, consiguientemente, se reciben mejor que las
delectaciones espirituales, que no tienen tristezas contrarias, como
se dirá más adelante (q.35 a.5).
A las objeciones:
1. La razón por la que muchos
buscan las delectaciones corporales es porque los bienes sensibles son
más y por mayor número conocidos. Y también porque los hombres
necesitan de las delectaciones como de medicinas contra numerosos
dolores y tristezas. Y como muchos de los hombres no pueden alcanzar
las delectaciones espirituales, que son propias de los virtuosos, es
lógico que se inclinen a las corporales.
2. La transmutación del cuerpo
tiene lugar más bien por las delectaciones corporales, en cuanto son
pasiones del apetito sensitivo.
3. Las delectaciones corporales
tienen lugar en la parte sensitiva, que es regulada por la razón, y,
por eso, necesitan ser moderadas y refrenadas por la razón. En cambio,
las delectaciones espirituales se hallan en la mente, que es ella
misma regla. De ahí que por sí mismas sean sobrias y
moderadas.
Artículo 6:
¿Son las delectaciones del tacto mayores que las de los otros
sentidos?
lat
Objeciones por las que parece que las delectaciones
del tacto no son mayores que las de los otros sentidos.
1. En efecto, aquella delectación parece ser la más grande que, si se
excluye, cesa todo gozo. Pero tal es la delectación que produce la
vista, pues dice Tob 5,12: ¿Qué alegría puedo yo tener viviendo en
tinieblas y sin ver la luz del cielo? Luego la delectación que
procede de la vista es la más grande de las delectaciones
sensibles.
2. A cada uno le resulta deleitable aquello que ama, como
dice el Filósofo en I Rhetoric. Pero entre
todos los sentidos se ama más al de la vista. Luego la delectación
que procede de la vista es la más grande.
3. El principio de la amistad deleitable es principalmente
la visión. Pero la causa de tal amistad es la delectación. Luego la
mayor delectación parece ser la que proviene de la
vista.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en III Ethic., que las mayores delectaciones son las del tacto.
Respondo: Como ya se ha indicado (
q.25 a.2 ad 1;
q.27 a.4 ad 1), cada cosa, en cuanto es amada, se hace deleitable.
Ahora bien, como dice el principio de
Metaphys., los sentidos son amados por dos motivos, a saber: a causa del
conocimiento y por razón de la utilidad. De donde también es de dos
maneras la delectación procedente de los sentidos. Mas, como es propio
del hombre aprehender el conocimiento mismo como un bien, por eso las
primeras delectaciones de los sentidos, es decir, las que provienen
del conocimiento son propias de los hombres, mientras las
delectaciones de los sentidos, en cuanto se aman por razón de la
utilidad, son comunes a todos los animales.
Si, pues, hablamos de la delectación del sentido que es por razón del
conocimiento, es evidente que de la vista proviene mayor delectación
que de cualquier otro sentido. Pero, si hablamos de la delectación que
es por razón de la utilidad, entonces la delectación más grande es
según el tacto. Porque la utilidad de las cosas sensibles se considera
por orden a la conservación de la naturaleza del animal. Ahora bien,
las cosas sensibles relativas al tacto se encuentran más próximas a
esta utilidad, pues el tacto es cognoscitivo de aquellas cosas que
entran en la constitución del animal, esto es, de lo cálido y de lo
frío y de cosas semejantes. De ahí que, bajo este aspecto, las
delectaciones del tacto sean mayores, como más próximas al fin. Y por
eso también otros animales, que no tienen delectaciones sensibles sino
por razón de la utilidad, no se deleitan por los otros sentidos sino
en orden a los objetos sensibles al tacto; pues ni los perros gozan
con el olor de las liebres, sino al comerlas; ni el león con el mugido
del buey, sino al devorarlo, como dice el III Ethic.
Siendo, pues, la delectación del tacto la mayor por razón de la
utilidad, y la delectación de la vista por razón del conocimiento, si
uno quiere comparar ambas, encontrará que la delectación del tacto, en
cuanto se halla dentro de los límites de la delectación sensible, es,
absolutamente hablando, mayor que la delectación de la vista. Porque
es evidente que lo que es natural en cada uno es lo más poderoso. Y es
a estas delectaciones del tacto a las que se ordenan las
concupiscencias naturales, como las de la comida, las venéreas y
similares. Pero, si consideramos las delectaciones de la vista en
cuanto la vista sirve al entendimiento, entonces las delectaciones de
la vista son mayores por la misma razón por la cual las delectaciones
intelectuales son también mayores que las sensibles.
A las objeciones:
1. El gozo, como se ha indicado
anteriormente (
a.3), significa la delectación animal, y ésta pertenece
principalmente a la vista. Pero la delectación natural corresponde
principalmente al tacto.
2. Se ama más la vista a causa del
conocimiento, porque nos muestra muchas diferencias de las
cosas, como dice en el mismo lugar.
3. De un modo es la delectación
causa del amor carnal, y de otro lo es la visión. Porque la delectación, y especialmente la que proviene del tacto, es causa de la amistad deleitable a manera de fin, mientras la visión es causa como de donde procede el principio del movimiento, en cuanto por la vista del objeto amable se imprime su imagen, que induce a amarlo y a desear su delectación.
Artículo 7:
¿Hay alguna delectación no natural?
lat
Objeciones por las que parece que no hay delectación alguna no
natural.
1. En efecto, la delectación en los afectos del alma es proporcionada
al reposo en los cuerpos. Pero el apetito del cuerpo natural no reposa
sino en un lugar connatural. Luego tampoco la quietud del apetito
animal, que es la delectación, puede existir sino en algo connatural.
Por consiguiente, no hay delectación alguna no natural.
2. Aquello que es contra la naturaleza es violento. Pero
todo lo violento causa tristeza, como dice V Metaphys. Luego nada de lo que es contra la naturaleza puede ser deleitable.
3. Sentirse constituido en la propia naturaleza causa
delectación, como es evidente por la definición del
Filósofo citada anteriormente (a.1 sol.). Pero es
natural a cada cosa ser constituida en su naturaleza, porque el
movimiento natural es el que tiende a un término natural. Luego toda
delectación es natural.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en VII Ethic., que ciertas delectaciones son morbosas y contra la naturaleza.
Respondo: Se denomina natural lo que es
conforme a la naturaleza, como afirma II
Physic.
Mas la naturaleza en el hombre puede tomarse de dos maneras. Una, en
cuanto que el entendimiento o razón constituye principalmente la
naturaleza del hombre, pues por ella es constituido el hombre en su
especie. Y en este sentido pueden llamarse delectaciones naturales de
los hombres las que se encuentran en lo que conviene al hombre según
la razón, como es natural al hombre deleitarse en la contemplación de
la verdad y en los actos de las virtudes. De otra manera puede tomarse
la naturaleza en el hombre en cuanto se contrapone a la razón, es
decir, lo que es común al hombre y a otros seres, principalmente lo
que no obedece a la razón. Y en este sentido, las cosas que pertenecen
a la conservación del cuerpo, bien en cuanto individuo, como la
comida, la bebida, el lecho y cosas similares, o bien en cuanto a la
especie, como el uso de las cosas venéreas, se dicen deleitables al
hombre naturalmente.
Mas entre estas dos clases de delectaciones sucede que algunas son no
naturales, absolutamente hablando, pero connaturales bajo cierto
aspecto. Porque acontece corromperse en algún individuo alguno de los
principios naturales de la especie, y así, lo que es contra la
naturaleza de la especie llega a ser natural accidentalmente a tal
individuo, como es natural al agua que ha sido calentada el que
caliente. Así, pues, sucede que lo que es contra la naturaleza del
hombre, ya en cuanto a la razón, ya en cuanto a la conservación del
cuerpo, se hace connatural a un determinado hombre a causa de alguna
corrupción natural existente en él. Esta corrupción puede ser, o por
parte del cuerpo, bien por enfermedad, como a los que tienen fiebre
las cosas dulces les parecen amargas, y a la inversa; o bien a causa
de la mala complexión, como algunos se deleitan
comiendo tierra o carbón o algunas cosas similares; o también por
parte del alma, como algunos, por costumbre, se deleitan en comer
hombres o en el coito con bestias o con varones o en otras cosas
similares, que no son conformes a la naturaleza humana.
A las objeciones: es evidente por lo expuesto
arriba.
Artículo 8:
¿Puede una delectación ser contraría a otra?
lat
Objeciones por las que parece que una delectación no es contraria a
otra.
1. En efecto, las pasiones del alma reciben la especie y la
contrariedad de sus objetos. Pero el objeto de la delectación es el
bien. Luego, no siendo el bien contrario al bien, sino que el bien
es contrario al mal y el mal al mal, como se dice en los Predicamentos, parece que una delectación no es
contraria a otra.
2. Una cosa tiene un solo contrario, como se prueba en X Metaphys. Pero la tristeza es contraria a la
delectación. Luego una delectación no es contraria a
otra.
3. Si una delectación es contraria a otra, esto no es sino
por razón de la contrariedad de las cosas en que alguien se deleita.
Pero esta diferencia es material, y la contrariedad es una diferencia
según la forma, como dice X Metaphys. Luego no
hay contrariedad entre una delectación y otra.
Contra esto: según el Filósofo, las cosas que, siendo
del mismo género, se impiden mutuamente son contrarias. Pero ciertas
delectaciones se impiden entre sí, como dice X Ethic. Luego algunas delectaciones son contrarias.
Respondo: La delectación en las afecciones del
alma, como se ha indicado (
q.23 a.4), corresponde al reposo en los
cuerpos naturales. Ahora bien, se dice que dos reposos son contrarios
cuando se hallan en términos contrarios, como
el reposo que está
arriba al que está abajo, según dice V
Phys.
De donde también sucede en las afecciones del alma que una delectación
es contraria a otra.
A las objeciones:
1. La expresión del
Filósofo debe entenderse del bien y del mal aplicados a
las virtudes y a los vicios, pues se encuentran dos vicios contrarios,
mas no se halla una virtud contraria a otra. Pero en otros órdenes
nada impide que dos bienes sean contrarios entre sí, como lo caliente
y lo frío, de los cuales uno es bueno para el fuego y otro para el
agua. Y de esta manera, una delectación puede ser contraria a otra.
Pero esto no es posible en el bien de la virtud, porque el bien de la
virtud no se concibe sino por la conveniencia con algo único, esto es,
con la razón.
2. La delectación es en las
afecciones del alma lo que el reposo natural en los cuerpos, pues
consiste en algo conveniente y cuasi connatural. La tristeza, en
cambio, es como un reposo violento, pues lo triste repugna al apetito
animal como el lugar de reposo violento al apetito natural. Ahora
bien, al reposo natural se opone no sólo el reposo violento del mismo
cuerpo, sino también el reposo natural de otro, como dice V Phys. De ahí que a la delectación se opongan tanto
la delectación como la tristeza.
3. Las cosas en las que nos
deleitamos, como objeto que son de la delectación, no sólo constituyen
diferencia material, sino también formal, si la razón de
delectabilidad es diversa, pues la razón diversa del objeto
diversifica la especie del acto o de la pasión, como es evidente por
lo dicho anteriormente (q.23 a.1. 4;
q.30 a.2).