Artículo 1:
Los ángeles, ¿son o no son enviados para algún ministerio?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles no son enviados para
algún ministerio:
1. Toda misión se hace a algún lugar determinado. Pero las acciones
intelectuales no dicen relación determinada a lugar alguno, porque el
entendimiento abstrae del lugar y del tiempo. Así, pues, al ser las
acciones angélicas intelectuales, parece que los ángeles no son
enviados a ejecutar sus acciones.
2. El cielo empíreo es el lugar apropiado para la dignidad
de los ángeles. Así, pues, si son enviados a la tierra, parece que se
rebaja algo su dignidad. Esto es inadmisible.
3. Las ocupaciones exteriores impiden la contemplación
de la sabiduría, por eso se dice en Ecl 38,25: El que no tiene
otros quehaceres puede llegar a ser sabio. Así, pues, si algunos
ángeles son enviados a los ministerios exteriores, parece que se
distraerán de la contemplación. Pero toda su bienaventuranza consiste
en la contemplación de Dios. Por lo tanto, al ser enviado, se
disminuiría su bienaventuranza. Esto es inadmisible.
4. Administrar le corresponde al inferior; por eso se
dice en Lc 22,27: ¿Quién es mayor, el que está sentado a la mesa o
el que sirve? ¿No es el que está sentado? Pero los ángeles son
mayores que nosotros en orden de naturaleza. Por lo tanto, no son
enviados en ministerio para nosotros.
Contra esto: está lo que se dice en Ex 23,20: Yo mandaré un ángel
ante ti para que te defienda en el camino.
Respondo: De lo dicho puede deducirse
claramente que algunos ángeles son enviados por Dios en ministerio.
Pues, según se ha dicho al tratar de la misión de las divinas Personas
(
q.43 a.1), se dice ser enviado aquel que de algún modo procede de
otro para comenzar a estar donde antes no estaba o estaba de otro
modo. Así, el Hijo o el Espíritu Santo se dice que son enviados en
cuanto que proceden del Padre por origen y en cuanto comienzan a estar
de nueva manera, esto es, por la gracia o por la naturaleza asumida,
donde ya estaban antes por la presencia de la Deidad, ya que es propio
de Dios estar en todas partes, por ser agente universal, cuya virtud
llega a todos los seres. De donde se sigue que está presente en todo,
como se dijo (
q.8 a.1).
Pero la virtud del ángel, que es agente particular, no llega a todo
el universo, sino que de tal manera llega a un ser,
que no llega a otros, y, por lo tanto, de tal modo está en un lugar,
que no está en otros. Ahora bien, es evidente por lo dicho (q.110 a.1)
que la criatura corporal es administrada por los ángeles. Luego
siempre que es necesario que se haga algo por el ángel cerca de alguna
criatura corpórea, de nuevo aplica el ángel a tal cuerpo su virtud y
de nuevo comienza el ángel a estar allí. Todo se verifica por un
mandato divino. De donde se sigue que el ángel es enviado por
Dios.
Pero la acción que el ángel enviado ejecuta, procede de Dios como de
primer principio, a cuyo arbitrio y autoridad obran los ángeles. Y a
Dios se reduce también tal acción como a último fin. Esto es
precisamente lo que constituye la razón del ministerio, porque el
ministro es como un instrumento de carácter racional, y el instrumento
es siempre movido por otro y a otro también se ordena su acción. Por
eso, las acciones de los ángeles son llamadas ministerios; y por eso
también se dice que los ángeles son enviados en ministerio.
A las objeciones:
1. Una acción puede ser llamada
intelectual bajo dos aspectos. Uno, en cuanto que se realiza en el
entendimiento, como la contemplación, la acción intelectual no está
vinculada a lugar concreto. Más aún, como dice Agustín en IV De
Trin.: Nosotros mismos, mientras saboreamos en
nuestra mente algo eterno, no estamos en este mundo. El otro
aspecto, bajo el cual una acción se denomina intelectual, es en cuanto
que está regulada e imperada por el entendimiento. Bajo este aspecto
es evidente que las acciones intelectuales están, a veces, vinculadas
a lugares concretos.
2. El cielo empíreo corresponde a
la dignidad del ángel por cierta congruencia; porque es,
efectivamente, muy propio que el más elevado de los cuerpos se reserve
a la naturaleza que está sobre todos los cuerpos. Sin embargo, el
ángel no recibe del cielo empíreo dignidad alguna. Por
lo tanto, cuando no está de hecho en él, nada pierde de su dignidad,
como nada pierde tampoco el rey cuando no está de hecho sentado en el
trono regio, propio de su dignidad.
3. Las ocupaciones exteriores nos
impiden a nosotros la pureza de la contemplación por intervenir en
este ejercicio nuestro las facultades sensitivas, cuyas operaciones,
cuando son intensas, dificultan la operación de las potencias
intelectuales. Pero en las acciones exteriores del ángel intervienen
exclusivamente las operaciones intelectuales, y, por lo tanto, dichas
acciones exteriores en nada le impiden la contemplación, puesto que
dos acciones de las cuales una es regla y razón de la otra, lejos de
impedirse mutuamente, se ayudan. Por eso dice Gregorio en II Moral. que los ángeles no salen a los ministerios
exteriores de tal modo que se priven por ello de los deleites de la
contemplación interna.
4. En sus acciones exteriores, los
ángeles sirven ante todo a Dios y secundariamente a nosotros; no
porque en absoluto seamos superiores a ellos, sino que cualquier
hombre o ángel es superior a toda otra criatura en cuanto por su
adhesión a Dios se hace un espíritu con Dios. En este sentido dice
Pablo en Flp 2,3: Teniéndoos unos a otros por superiores.
Artículo 2:
Todos los ángeles, ¿son o no son enviados para algún
ministerio?
lat
Objeciones por las que parece que todos los ángeles son enviados para
algún ministerio:
1. Dice el Apóstol en Heb 1,14: ¿No son todos ellos espíritus
administradores, enviados en ministerio?
2. Más aún. El supremo de los órdenes angélicos es el de los
Serafines (
q.108 a.6). Pero un Serafín fue enviado a purificar los
labios del profeta Isaías (Is 6,6-7). Por lo tanto, con mayor razón
los ángeles inferiores son también enviados.
3. Las Personas divinas sobrepasan infinitamente todos
los órdenes angélicos. Pero las Personas divinas son enviadas (
q.43 a.1). Por lo tanto, mucho más cualquiera de los ángeles
supremos.
4. Si los ángeles superiores no son enviados en
ministerio exterior, será porque éstos ejecutan los oficios divinos
por medio de los inferiores. Pero, al ser todos los ángeles
desiguales, como dijimos (
q.50 a.4;
q.108 a.3 ad 1), para cada ángel
hay otro inferior, excepto para el último. Por lo tanto, sólo un ángel
sería enviado en ministerio. Esto va contra lo que se dice en Dan
7,10:
Millares de millares le servían.
Contra esto: está lo que dice Gregorio, citando la
afirmación de Dionisio: Los ejércitos superiores de
ningún modo ejercen ministerio exterior.
Respondo: Según consta por lo dicho (
q.106 a.3;
q.110 a.1), es modo de obrar de la Providencia divina, no sólo
respecto de los ángeles, sino de todo el universo, gobernar las cosas
inferiores por las superiores. De este orden se prescinde a veces en
las cosas corporales por dispensa divina, en consideración a otro
orden más elevado, esto es, cuando así conviene para la manifestación
de la gracia. Así, por ejemplo, el ciego de nacimiento fue iluminado y
Lázaro fue resucitado directamente por Dios, sin mediación alguna de
los cuerpos celestes. Los mismos ángeles buenos y malos pueden obrar
algo en los cuerpos terrestres sin la acción de los cuerpos celestes,
como condensar las nubes para producir la lluvia, y otras cosas
parecidas. No debe tampoco dudarse que Dios puede revelar directamente
algunas cosas a los hombres sin mediación de los ángeles; y lo mismo
pueden hacer los ángeles superiores sin mediación de los inferiores.
Basados en este razonamiento, afirmaron algunos que,
comúnmente, no son enviados los ángeles superiores, sino sólo los
inferiores, pero que, por dispensa divina, son también enviados a
veces los superiores.
Pero esta opinión no parece aceptable. Porque el orden angélico está
hecho según los dones de gracia. Ahora bien, el orden de la gracia no
tiene otro orden superior al que pueda alguna vez renunciar, como se
renuncia al orden de la naturaleza en interés del orden de la gracia.
Hay que tener presente que el orden de la naturaleza se suspende, en
el caso de los milagros, para confirmación de la fe. Pero no puede
contribuir a tal confirmación el prescindir del orden angélico. Ya que
esta suspensión nos sería desconocida. Por lo demás, nada hay tan
grande en los ministerios divinos que no pueda ser ejecutado por los
órdenes inferiores. Como dice Gregorio, aquellos que
anuncian las cosas más elevadas se llaman arcángeles, y por eso a la
Virgen María fue enviado el arcángel Gabriel. A pesar de ser éste
el más elevado de todos los ministerios divinos, como añade. Por lo
tanto, sin distinción alguna se debe decir con Dionisio
que los ángeles superiores nunca son enviados a ministerios
exteriores.
A las objeciones:
1. Así como de las misiones de las
Personas divinas hay una visible, que se realiza bajo forma corpórea,
y otra invisible, que consiste en un efecto espiritual, así también de
las misiones de los ángeles unas se dicen exteriores, como son las que
llevan consigo ministerio de cosas corporales, y para éstas no todos
los ángeles son enviados; y otras son interiores, en forma de efectos
intelectuales, es decir, en cuanto que un ángel ilumina a otro. Según
este modo, todos los ángeles son enviados.
O se puede decir también que el Apóstol intercala tales palabras para
probar que Cristo es mayor que los ángeles por los que fue dada la
ley, y manifestar así la superioridad de la ley nueva
respecto de la antigua. Por eso, no es necesario que
se entienda más que del ministerio de los ángeles, por los que fue
dada la ley.
2. El ángel enviado a purificar
los labios del profeta fue de los inferiores, según
Dionisio. Se le llamó Serafín, es decir,
abrasador, por cierta analogía, en cuanto que había venido a
abrasar los labios del profeta.
Puede también decirse que los ángeles superiores comunican sus
propios dones, de los que reciben sus nombres, por medio de los
ángeles inferiores. Y en este sentido se dice que un Serafín purificó
con fuego los labios del profeta, no porque hiciese él esto
directamente, sino porque por su virtud lo hizo otro ángel inferior;
como se dice que el Papa absuelve a alguno aunque dispense la
absolución por medio de otro.
3. Las Personas divinas no son
enviadas en ministerio, sino que se dicen analógicamente enviadas,
según lo explicado.
4. En los ministerios divinos hay
muchos grados. Por lo tanto, no hay inconveniente en que ángeles
desiguales sean directamente enviados a realizarlos. Pero de tal modo
que los superiores se envíen para los ministerios más sublimes, y los
inferiores, para las menos.
Artículo 3:
Los ángeles que son enviados, ¿asisten o no asisten?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles enviados también
asisten:
1. Dice Gregorio en una homilía: Son, pues,
enviados los ángeles, y asisten, porque aunque el espíritu angélico
está circunscrito, sin embargo, el Espíritu sumo, que es Dios, no está
circunscrito.
2. Más aún. El ángel de Tobías fue enviado en ministerio. Pero
dijo él mismo: Yo soy el ángel Rafael, uno de los siete que estamos
delante de Dios (Tob 12,15). Por lo tanto, asisten los ángeles que
son enviados.
3. Cualquier ángel bienaventurado está más próximo a
Dios que Satanás. Pero Satanás asiste ante Dios, según se lee en Job
1,6: Vinieron un día los hijos de Dios a presentarse delante del
Señor y vino también entre ellos Satán. Por lo tanto, con mayor
razón asistirán los ángeles que son enviados en ministerio.
4. Si los ángeles inferiores no asisten es porque no
reciben directamente las divinas luces, sino que las reciben por los
ángeles superiores. Pero cada ángel, excepto el supremo, recibe por un
superior las divinas luces. Por lo tanto, asistirá únicamente el ángel
supremo. Esto va en contra de lo que se dice en Dan 7,10: Y le
asistían millones de millones. Por lo tanto, también asisten los
que sirven.
Contra esto: está lo que dice Gregorio en XVII Moral., sobre aquellas palabras de Job 25,3: ¿Por
ventura tienen número sus soldados?: Asisten aquellas Potestades que
no salen a anunciar algo a los hombres. Por lo tanto, los que son
enviados en ministerio, no asisten.
Respondo: La nomenclatura de ángeles asistentes
y administradores está tomada de lo que vemos qué sucede en la corte
de un rey, donde hay algunos que asisten siempre ante él y oyen
directamente sus mandatos; mientras que a otros se comunican las
órdenes reales por los asistentes, como a los prefectos encargados de
administrar las ciudades; y estos últimos se llaman ministros, pero no
asistentes.
Hay que tener presente que todos los ángeles ven directamente la
esencia divina; y en cuanto a esto, todos, incluso los que
administran, se dice que asisten. Por eso dice Gregorio en II Moral., no son impedidos de asistir y de ver
siempre la esencia divina aquellos que para nuestra salvación son
enviados a los ministerios exteriores. Pero no todos los ángeles
pueden percibir en la luz misma de la divina esencia los secretos de
los misterios divinos, sino solamente los superiores, por medio de los
cuales se comunican a los inferiores. Conforme a esto, sólo los
superiores, que son los de la primera jerarquía, se dice que asisten,
a los cuales les corresponde ser iluminados directamente por Dios,
como dice Dionisio.
A las objeciones:
1-2. Está incluida en
lo dicho, pues se refieren al primer modo de entender la palabra asistir.
3. Satanás no se dice que asiste,
sino que se le describe como estando entre los asistentes, porque,
como dice Gregorio en II Mo ral. Aunque
perdió la bienaventuranza, no perdió la naturaleza
angélica.
4. Todos los que asisten ven
directamente algunas cosas en la claridad de la divina esencia. Por
eso se dice que pertenece a toda la primera jerarquía ser iluminados
directamente por Dios. Sin embargo, los superiores de entre éstos
perciben más cosas que los inferiores, sobre las que iluminan a otros;
como también, entre los que asisten al rey, unos saben más que otros
sobre sus secretos.
Artículo 4:
Todos los ángeles de la segunda jerarquía, ¿son o no son
enviados?
lat
Objeciones por las que parece que todos los ángeles de la segunda
jerarquía son enviados:
1. Todos los ángeles, o asisten o administran, según lo que se dice
en Dan 7,10. Pero los de la segunda jerarquía no asisten, puesto que
son iluminados por los de la primera, según dice Dionisio en c.8 De
cael. hier. Por lo tanto, todos los ángeles de la
segunda jerarquía son enviados en ministerio.
2. Dice Gregorio en XVII Moral.: Son más los que administran que los que asisten. Pero esto no
sería así si los ángeles de la segunda jerarquía no fuesen enviados en
ministerio. Por lo tanto, todos los ángeles de la segunda jerarquía
son enviados en ministerio.
Contra esto: está lo que dice Dionisio: Las
Dominaciones están por encima de todo sometimiento. Pero ser
enviados en ministerio delata sometimiento. Por lo tanto, las
Dominaciones no son enviadas en ministerio.
Respondo: Según lo dicho (
a.1), ser enviados a
ministerio exterior compete propiamente a los ángeles, en cuanto obran
por mandato divino sobre alguna criatura corporal. Esto pertenece, sin
duda, a la ejecución del ministerio divino. Por otra parte, las
propiedades de los ángeles pueden deducirse de sus nombres, como lo
dice Dionisio en c.7
De cael. hier. Por lo
tanto, son enviados en ministerio exterior los ángeles de aquellos
órdenes cuyos nombres indican alguna ejecución. Ahora bien, en el
nombre de las
Dominaciones, no se indica ejecución alguna, sino
sólo la disposición y el mandato de lo que se ha de ejecutar, en tanto
que en los nombres de los órdenes inferiores sí se indica alguna
ejecución, pues los Angeles y los Arcángeles reciben sus nombres de la
misión de anunciar; las Virtudes y las Potestades se denominan así por
relación a algún acto; y respecto a los Principados,
propio es del
Príncipe, dice Gregorio,
ser el primero entre
otros ejecutores. Por consiguiente, a estos cinco órdenes
pertenece ser enviados en ministerio exterior, pero no a los cuatro
órdenes superiores.
A las objeciones:
1. Las Dominaciones se incluyen
entre los ángeles que administran, no porque ejecuten algún
ministerio, sino porque disponen y ordenan lo que se ha de hacer por
otros, como los arquitectos, con sus manos, nada ejecutan de la obra,
sino que disponen y mandan lo que otros deben ejecutar.
2. El número de los que asisten y
de los que administran se puede razonar de dos modos. Así, Gregorio
dice que son más los que administran que los que asisten, porque
interpreta aquello de Dan 7,10,
millares de millares le
servían, no en un sentido multiplicativo, sino partitivo, como si
dijera
millares del número de miles. De este modo, el número de
los que administran queda indefinido, para significar exceso; en
cambio, el número de los que asisten es definido, al añadirse:
y
diez mil veces cien mil estaban delante de El. Gregorio sigue en
esto a los platónicos, los cuales decían que cuanto
las cosas están más cercanas al primer principio
absoluto, tanto menos numerosas son. Ejemplo: Cuanto más se acercan
los números a la unidad, tanto es menor la multitud que expresa cada
uno. Esta opinión se salva, en cuanto al número de órdenes, al poner
seis órdenes de administrantes y tres de asistentes.
Pero Dionisio, en c.14 De cael. hier., dice
que la multitud de ángeles rebasa toda multitud material, de modo que,
así como los cuerpos superiores exceden casi inmensamente en magnitud
a los cuerpos terrestres, así las naturalezas superiores incorpóreas
exceden sin comparación a todas las corpóreas, porque lo que es mejor,
es más deseado por Dios y más multiplicado, y, según esto, como los
asistentes son superiores a los que administran, serán más aquéllos
que éstos. Por tanto, las palabras millares de millares deben
entenderse multiplicativamente, como si se dijese: mil veces
millares. Y como diez veces ciento son mil, si dijera diez
veces cien mil, se daría a entender que los asistentes eran tantos
como los que administran, pero diciendo diez mil veces cien
mil, los asistentes resultan muchos más que los que administran.
Estos números no se usan, sin embargo, para indicar que los ángeles
son solamente tantos como expresan los números, sino que nos indican
que son muchos más. Esto se quiere dar a entender por medio de la
multiplicación por sí mismos de los números mayores en sus respectivas
clases: diez, ciento, mil, según advierte Dionisio ahí
mismo.