Artículo 1:
La criatura corporal, ¿está o no está regida por los
ángeles?
lat
Objeciones por las que parece que la criatura corporal no está regida
por los ángeles:
1. Las cosas que tienen determinado su modo de obrar no necesitan ser
gobernadas por nadie, puesto que la razón de necesitar ser gobernadas
es para no obrar de modo improcedente. Pero las cosas corporales
tienen ya determinadas sus acciones por la misma naturaleza que Dios
les ha dado. Por lo tanto, no necesitan del gobierno de los
ángeles.
2. En la escala de los seres, los inferiores son gobernados
por los superiores. Pero, entre los cuerpos, unos se
dicen superiores y otros inferiores. Por lo tanto, los inferiores son
regidos por los superiores, y, así, no es necesario que sean regidos
por los ángeles.
3. Los diversos órdenes de ángeles se distinguen por sus
diversos oficios. Pero si las criaturas corporales son gobernadas por
los ángeles, habrá tantos oficios de ángeles cuantas son las especies
de las cosas, y, asimismo, habrá también tantos órdenes de ángeles
cuantas son las mismas especies de las cosas. Esto está en contra de
lo que hemos dicho (
q.108 a.2). Por lo tanto, la criatura corporal no
es gobernada por los ángeles.
Contra esto: está lo que dice Agustín en III De Trin.: Todos los cuerpos son regidos por el espíritu racional de vida. Y Gregorio en IV Dial. dice: En este mundo visible nada se dispone sino por medio de la criatura invisible.
Respondo: Es norma general, tanto en el orden
de las cosas humanas como en el de las naturales, que la potestad
particular está gobernada y regida por la potestad universal, como la
potestad del bailío está gobernada por la potestad del rey. Hablando
de los ángeles, hemos dicho también (
q.55 a.3;
q.100 a.1;
q.108 a.1)
que los superiores, que presiden a los inferiores, tienen una ciencia
más universal. Ahora bien, es evidente que la virtud de cualquier
cuerpo es más particular que la virtud de la sustancia espiritual,
porque toda forma corporal está individualizada por la materia y está
restringida a determinado lugar y tiempo, mientras que las formas
inmateriales no están de ese modo condicionadas y son además
inteligibles. Por lo tanto, así como los ángeles inferiores, que
tienen formas menos universales, son regidos por los superiores, así
también todas las cosas corporales son regidas por los ángeles. Y esto
no sólo es doctrina de los santos doctores, sino también de todos
aquellos filósofos que admitieron sustancias incorpóreas.
A las objeciones:
1. Las cosas corpóreas tienen
determinadas sus acciones, pero no las ejercen sino en cuanto que son
movidas, porque los cuerpos no obran más que en cuanto que son
movidos. Así pues, la criatura corpórea necesita ser movida por la
espiritual.
2. Este argumento se fundamenta en
la opinión de Aristóteles, según la cual los cuerpos
celestes son movidos por las sustancias espirituales, cuyo número
intentó determinar por el número de movimientos que observó en dichos
cuerpos. Sin embargo, no puso ninguna sustancia espiritual que
dominara directamente sobre los cuerpos de aquí abajo, a no ser, tal
vez, el alma humana. Aristóteles pudo pensar de este modo porque no
supuso en los cuerpos inferiores más operaciones que las naturales,
para las cuales les bastaba con el movimiento recibido de los cuerpos
celestes. Pero como nosotros sabemos que en los cuerpos inferiores se
realizan otras muchas operaciones además de aquellas que les son
naturales, para las cuales no es suficiente con la virtud de los
cuerpos celestes, por eso, según nosotros, es necesario admitir que
los ángeles buenos ejercen directo dominio, no sólo sobre los cuerpos
celestes, sino también sobre los cuerpos de aquí abajo.
3. Sobre las sustancias
inmateriales opinaron de muy distintas maneras los filósofos antiguos.
Platón, por ejemplo, afirmó que las sustancias
inmateriales eran las formas y esencias puras de los cuerpos
sensibles, siendo unas más universales que otras; y,
como consecuencia de esto, afirmó que dichas sustancias ejercían una
prelacia directa sobre todos los cuerpos sensibles y que eran diversas
para los diversos cuerpos. Aristóteles,
en cambio, no admitió que las sustancias inmateriales fuesen las
formas o esencias abstractas de los cuerpos sensibles. Según él, estas
sustancias son algo más noble y más universal; y, en conformidad con
esto, no les atribuyó una prelacia directa sobre cada
uno de los cuerpos, sino únicamente sobre los agentes universales,
como son los cuerpos celestes. Avicena siguió una vía
media, afirmando, por aproximación a Platón, que hay una sustancia
espiritual presidiendo directamente la esfera de los cuerpos activos y
pasivos, porque, como Platón suponía que las formas de estos cuerpos
sensibles vienen de las sustancias inmateriales, así también Avicena
supuso esto mismo. Pero, en cambio, se apartó de Platón al poner una
sola sustancia inmaterial que preside todos los cuerpos de aquí abajo,
a la que llamó
Inteligencia agente.
Pero los santos doctores afirmaron, coincidiendo en esto con ellos
los platónicos, que a cada una de las diversas cosas corpóreas las
presiden diversas sustancias espirituales. Así, Agustín, en el
libro Octoginta trium quaest., dice: Cada una
de las cosas visibles de este mundo tiene al frente de sí un poder
angélico. Y el Damasceno: El diablo era una de
aquellas virtudes angélicas que presidían el orden terrestre. Y
Orígenes, al comentar aquellas palabras del libro de
los Números 22 y 23: AI ver el asna al ángel, dice: El mundo
necesita de los ángeles que presidan sobre las bestias, y sobre el
nacimiento de los animales, y el crecimiento de los arbustos y
plantaciones y de todas las demás cosas. Pero esto no ha de
entenderse en el sentido de que unos ángeles por su naturaleza estén
adaptados para presidir a los animales y otros a las plantas, puesto
que cualquier ángel, aunque sea el menor de todos, tiene una virtud
más elevada y más universal que todo lo que se refiere a cualquier
género de cosas corporales, sino que esto se debe únicamente a la
divina Sabiduría, que ha dispuesto que para diversas cosas haya
diversos rectores.
Sin embargo, de aquí no se sigue que haya más de nueve órdenes de
ángeles, porque, como dijimos (q.108 a.2), los órdenes se distinguen
según sus oficios generales.
Por lo tanto, así como, según Gregorio, al orden de
las potestades pertenecen todos los Angeles que tienen propiamente
dominio sobre los demonios, así al orden de las Virtudes parecen
pertenecer todos los ángeles que presiden sobre las cosas puramente
corpóreas, pues incluso los milagros se realizan, a veces, por el
ministerio de éstos.
Artículo 2:
La materia corporal, ¿obedece o no obedece al arbitrio de los
ángeles?
lat
Objeciones por las que parece que la materia corporal obedece al
arbitrio de los ángeles:
1. La virtud del ángel es más potente que la del alma. Pero la
materia corporal obedece en gran manera al pensamiento del alma, pues
vemos que por el pensamiento se altera el cuerpo al calor y al frío,
y, en algunos casos, incluso a la salud o a la enfermedad. Por lo
tanto, con mayor razón se cambiará la materia corpórea
por el pensamiento del ángel.
2. Todo lo que puede la virtud inferior, lo puede la
superior. Pero la virtud del ángel es superior a la virtud corporal;
y, por otra parte, vemos que el cuerpo puede, con su virtud, hacer que
la materia corporal cambie de forma, como sucede cuando un fuego
produce otro fuego. Por lo tanto, más potentemente podrán los ángeles
con su virtud hacer pasar la materia corpórea de una a otra
forma.
3. Toda la naturaleza corporal es regida por los
ángeles, como dijimos (
a.1); así, parece que los cuerpos son como
instrumentos respecto de los ángeles, porque la condición de
instrumento es ser motor movido. Pero en los efectos del instrumento
hay algo que es debido a la virtud del agente principal y que no puede
explicarse por la sola virtud del instrumento, y esto es precisamente
lo más principal del efecto. Ejemplo: La digestión del alimento se
hace por la virtud del calor natural, que es instrumento del alma
nutritiva, pero el que el alimento se convierta en carne viva se debe
a la virtud del alma; asimismo, el cortar la madera es efecto propio
de la sierra, pero el cortarla de tal modo que adquiera la forma de
lecho se debe a la virtud del carpintero. Por lo tanto, la forma
sustancial, que es lo más principal en los efectos corporales, se debe
a la virtud de los ángeles. Por lo tanto, la materia obedece a los
ángeles respecto al cambio de forma.
Contra esto: está lo que dice Agustín en III De Trin.: No se ha de pensar que la materia de las cosas visibles obedezca a la voluntad de los espíritus prevaricadores, sino sólo a Dios.
Respondo: Los platónicos
afirmaron que las formas, como existentes en la materia, eran producto
de formas inmateriales, porque creían que estas formas materiales eran
ciertas participaciones de dichas formas inmateriales. Avicena pensó
en parte como ellos, al afirmar que todas las formas existentes en la
materia proceden de la concepción de la Inteligencia y
que los agentes corporales no hacen más que disponer la materia para
recibir tales formas. El origen de este error parece
haber sido creer que las formas materiales son algo que se intenta
directamente o por razón de ellas mismas, y, como tales, debieran
provenir de un principio formal. Pero, como demuestra el Filósofo en
VII
Metaphys., lo que en realidad se hace es el
compuesto, que es lo que propiamente subsiste. La forma, en cambio, no
se dice que sea como si ella fuese el ser, sino como aquello por lo
que algo lo es, y, por lo tanto, tampoco la forma es lo que
propiamente es hecho, pues el hacerse pertenece al mismo que el ser,
ya que el hacerse no es otra cosa que dar paso al ser.
Ahora bien, es evidente que lo hecho se asemeja al que lo hace,
porque todo agente hace algo semejante a sí. Y, así, lo que hace las
cosas naturales ha de ser semejante al compuesto producido, bien sea
porque es específicamente el mismo compuesto, como al producir el
fuego, fuego; o porque todo el compuesto, en cuanto a su materia y
forma, está contenido dentro de la virtud del que lo hace, lo cual no
puede afirmarse más que de Dios. Así, pues, todo acto de recibir la
materia nuevas formas viene, o directamente de Dios, o de algún agente
corpóreo, pero no directamente del ángel.
A las objeciones:
1. Nuestra alma está unida al
cuerpo como su forma. Así, pues, no es de admirar que el cuerpo cambie
de formas como consecuencia del pensar del alma, especialmente si se
tiene en cuenta que los movimientos del apetito sensitivo, que van
siempre acompañados de alguna alteración corporal, están sometidos al
imperio de la razón. Pero el ángel no puede ser forma de ningún cuerpo
natural. Por lo tanto, el argumento no es viable.
2. Lo que puede la virtud inferior
lo puede la superior, pero no del mismo modo, sino de modo más
sublime, como conoce el entendimiento las cosas sensibles de modo más
elevado que los sentidos. Así transforma el ángel la materia corporal
de modo más sublime que los agentes corporales, es
decir, moviendo a los mismos agentes corporales como causa
superior.
3. Nada impide que, por virtud de
los ángeles, en las cosas naturales haya ciertos efectos para los
cuales no son suficientes los agentes corporales. Pero esto no es
obedecer la materia a la voluntad del ángel, como tampoco obedece la
materia a la voluntad de los cocineros por el hecho de que, según
ciertas reglas del arte culinario, consigan por medio del fuego cierto
modo de cocción que no produciría el fuego por sí solo, puesto que
introducir nueva forma sustancial en la materia no rebasa la virtud
del agente corporal, siendo como es natural a todo agente la
producción de su semejante.
Artículo 3:
Los cuerpos, ¿obedecen o no obedecen a los ángeles con respecto al
movimiento local?
lat
Objeciones por las que parece que los cuerpos no obedecen a los
ángeles con respecto al movimiento local:
1. El movimiento local de los cuerpos naturales obedece a sus formas.
Pero los ángeles no causan las formas de los cuerpos naturales, como
dijimos (
a.2;
q.65 a.4;
q.1 a.2). Por lo tanto, tampoco pueden
producir en ellos el movimiento local.
2. Prueba el Filósofo en VIII Physic.
que el movimiento local es el movimiento principal. Pero los ángeles
no pueden causar otros movimientos, haciendo que la materia cambie de
forma. Por lo tanto, tampoco pueden causar el movimiento
local.
3. Los miembros corporales obedecen a la actividad
mental del alma para el movimiento local, porque tienen en sí algún
principio de vida. Pero en los cuerpos naturales no hay tal principio.
Por lo tanto, no obedecen a los ángeles para el movimiento
local.
Contra esto: está lo que dice Agustín en III De Trin.: Los ángeles se sirven de semillas corporales para producir ciertos efectos. Pero esto no lo pueden hacer sin mover localmente. Por lo tanto, los cuerpos les obedecen para el movimiento local.
Respondo: Como dice Dionisio en c.7 De Div.
Nom., la divina Sabiduría junta los términos de
las cosas primeras a los comienzos de las segundas; de lo cual se
deduce que la naturaleza superior alcance a la inferior por la parte
suprema de ésta. Pero la naturaleza corporal está debajo de la
espiritual, y, por otra parte, el movimiento local es el más perfecto
entre los corpóreos, según se demuestra en VIII Physic., alegando por razón que el ser susceptible de
movimiento local no está, en cuanto tal, en potencia para algo
intrínseco, sino únicamente para algo extrínseco, es decir, para el
cambio de lugar. De todo lo cual se sigue que es naturalmente conforme
a la naturaleza corporal ser movida directamente por la naturaleza
espiritual con movimiento local. Tanto es así que los mismos
filósofos afirmaron que, de hecho, los cuerpos supremos
son movidos localmente por las sustancias espirituales; y vemos
también que el movimiento con que el alma primero y principalmente
mueve el cuerpo es el movimiento local.
A las objeciones:
1. Se dan en los cuerpos más
movimientos locales que los que proceden de sus formas, como el flujo
y el reflujo del mar, que no proceden de la forma
sustancial del agua, sino del influjo de la luna. Con mayor razón
pueden proceder tales movimientos del influjo de sustancias
espirituales.
2. Los ángeles, causando antes el
movimiento local, pueden causar por medio de él otros movimientos,
sirviéndose para ello de agentes corpóreos, por medio de los cuales
producen tales efectos, como se sirve el herrero del fuego para
ablandar el hierro.
3. Los ángeles tienen una virtud
menos restringida que la de las almas. Vemos que la virtud motriz del
alma se concreta en el cuerpo a ella unido, al que vivifica y por
medio del que puede mover otros cuerpos. En cambio, la virtud del
ángel no está circunscrita a cuerpo alguno, pudiendo, por tanto, mover
localmente cuerpos a los que no está unida.
Artículo 4:
Los ángeles, ¿pueden o no pueden hacer milagros?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles pueden hacer
milagros:
1. Dice Gregorio: Se llaman Virtudes aquellos
espíritus por los que más frecuentemente se hacen prodigios y
maravillas.
2. Más aún. Dice Agustín en el libro Octoginta trium
quaest.: Los magos hacen milagros por pactos
privados; los buenos cristianos, por pública justicia; y los malos,
por apariencias de la misma. Pero como él mismo dice en el mismo
libro, los magos hacen milagros porque son oídos
por los demonios. Por lo tanto, los demonios pueden hacer
milagros. Y mucho más podrán hacerlos los ángeles buenos.
3. En el mismo libro dice Agustín: No
es absurdo creer que puedan ser hechas por las potestades espirituales
todas aquellas cosas que se hacen visiblemente. Pero decimos que
hay milagro cuando algún efecto de las causas naturales es producido
fuera del orden de tales causas. Ejemplo: Si alguno es curado de la
fiebre sin la acción de los medios naturales. Por lo tanto, los
ángeles y los demonios pueden hacer milagros.
4. La virtud superior no está sujeta al orden de la causa
inferior. Pero la naturaleza corpórea es inferior al ángel. Por lo
tanto, el ángel puede obrar fuera del orden de los agentes corpóreos.
Y esto es hacer milagros.
Contra esto: está lo que se dice de Dios en el Sal 135,4: Es el único
en hacer grandes maravillas.
Respondo: Milagro es, propiamente, un hecho
realizado fuera del orden de la naturaleza. Pero no basta para esto
que se haga algo fuera del orden de una naturaleza particular, porque
entonces, al lanzar una piedra hacia arriba, se haría un milagro, ya
que esto está fuera del orden natural de la piedra. Se entiende por
milagro aquello que se efectúa fuera del orden de toda la naturaleza
creada. Evidentemente esto no puede hacerlo más que Dios, porque
cualquier cosa que haga el ángel o cualquier otra criatura, con su
propia virtud, cae dentro del orden de la naturaleza creada, y, por
lo tanto, no es milagro. Así, pues, resulta evidente que sólo Dios
puede hacer milagros.
A las objeciones:
1. Se dice que algunos ángeles
pueden hacer milagros, o porque los hace Dios por su intercesión, como
se dice también que los hacen los santos, o porque desempeñan algún
ministerio al hacerse los milagros. Ejemplo: Reuniendo las cenizas en
la resurrección universal, o haciendo algo parecido.
2. Hablando en rigor, se entiende
por milagros, como hemos dicho, hacer algunas cosas fuera del
orden de toda naturaleza creada. Pero como nosotros no conocemos todas
las fuerzas de la naturaleza, si alguna vez se hace, por algún poder
desconocido para nosotros, algo fuera del orden natural que nos es
conocido, se dice que lo así hecho es un milagro para nosotros. De ahí
que, cuando los demonios hacen algo con su virtud natural, se dice que
es un milagro, no en absoluto, sino para nosotros. Y tal es el modo en
que los magos hacen milagros por virtud de los
demonios. Se dice que los hacen por medio de pactos privados,
porque la virtud de cualquier criatura es en el universo lo que
cualquier persona particular es en una sociedad; de ahí que, cuando el
mago hace algo por medio de un pacto con el demonio, esto se hace a
modo de contrato privado. Pero la justicia divina hace en el universo
entero las veces de la ley pública en la sociedad. Por eso los
cristianos buenos, al hacer milagros por la justicia divina, se dice
que los hacen por pública justicia, en tanto que los malos
cristianos se dice que los hacen por apariencias de pública
justicia. Ejemplo: Invocando el nombre de Cristo o haciendo
ostentación de cosas sagradas.
3. Las potestades espirituales
pueden hacer aquellas cosas que se hacen visiblemente en este mundo,
utilizando por movimiento local los gérmenes de los
cuerpos.
4. Aunque los ángeles pueden hacer
algo fuera del orden de la naturaleza corpórea, nada pueden hacer, sin
embargo, fuera del orden de toda la naturaleza creada, lo cual se
requiere para el concepto de milagro, como dijimos.