Artículo 1:
El ángel, ¿puede o no puede iluminar al hombre?
lat
Objeciones por las que parece que el ángel no puede iluminar al
hombre:
1. El hombre es iluminado por la fe, por lo cual Dionisio en Eccles. Hier. atribuye cierta iluminación al
bautismo, que es el sacramento de la fe. Pero la fe viene directamente
de Dios, según aquello de Ef 2,8: De gracia habéis sido salvados
por la fe, y esto no os viene de vosotros, es don de Dios. Por lo
tanto, el hombre no es iluminado por el ángel, sino directamente por
Dios.
2. Sobre aquello de Rom 1,19: Dios se lo manifestó,
dice la Glosa: No sólo aprovechó la razón natural
para esto, a saber, para que se manifestasen a los hombres las cosas
divinas, sino que Dios se las reveló por su obra, es decir, por las
criaturas. Pero una y otra de estas cosas, es decir, la razón
natural y las criaturas, vienen directamente de Dios. Por lo tanto,
Dios es el que ilumina directamente al hombre.
3. El que es iluminado tiene conciencia de ello. Pero
los hombres nunca perciben que sean iluminados por los ángeles. Por lo
tanto, no son iluminados por ellos.
Contra esto: está el hecho de que Dionisio, en c.4
De Cael.
Hier., da por cierto que las revelaciones de las
cosas divinas llegan a los hombres por medio de los
ángeles. Pero tales revelaciones son iluminaciones, como dijimos
(
q.106 a.1;
q.107 a.2). Por lo tanto, los hombres son iluminados por
los ángeles.
Respondo: Por corresponder al orden de la
divina Providencia que los seres inferiores estén sometidos a la
acción de los superiores, como dijimos (
q.109 a.2;
q.110 a.1), los
hombres, que son inferiores a los ángeles, son iluminados por éstos,
como los mismos ángeles inferiores son iluminados por los
superiores.
Pero el modo de una y otra iluminación en parte es semejante y en
parte diverso. Hemos dicho (q.106 a.1) que la iluminación, que
consiste en la manifestación de la verdad divina, se puede considerar
bajo dos aspectos: 1) En cuanto que el entendimiento inferior es
confortado por la acción del entendimiento superior; y 2) en cuanto
que las especies inteligibles que están en el entendimiento superior
se acomodan al entendimiento inferior para poder ser captadas por
éste. Esto se verifica en los ángeles según que el ángel superior
divida la verdad universal por él concebida, adaptándola a la
capacidad del ángel inferior. Pero el entendimiento humano no puede
captar la verdad en su pura inteligibilidad por serle connatural
entender por medio de imágenes, como dijimos (q.84 a.7). Por eso, los
ángeles proponen a los hombres las verdades inteligibles bajo
semejanzas de cosas sensibles. Aquí está el por qué dice Dionisio en
c.1 De Cael. Hier., que es imposible que los
rayos de la luz divina lleguen a nosotros a no ser envueltos en
variados velos sagrados. Además, el entendimiento humano, como
inferior, es fortalecido por la acción del entendimiento angélico.
Según estos dos aspectos se ha de entender la iluminación por medio de
la que el hombre es iluminado por el ángel.
A las objeciones:
1. Para la fe se requieren dos
cosas. Primero, un hábito intelectual que dispone al entendimiento
para seguir a la voluntad en su tendencia hacia la verdad divina,
porque el entendimiento asiente a las verdades de la fe, no como
convencido por la razón, sino como obligado por la voluntad, pues nadie cree sino queriendo, como dice Agustín; y en
cuanto a esto, la fe viene exclusivamente de Dios. 2) Segundo,
se requiere para la fe que las cosas creíbles sean propuestas al que
las ha de creer. Y en esto sí tiene alguna parte el hombre, en cuanto
que la fe es por la predicación, como se dice en Rom 10,17;
pero la parte principal le corresponde a los ángeles, por quienes se
revelan a los hombres las cosas divinas. Por lo tanto, los ángeles
contribuyen algo a la iluminación de la fe. Además, los hombres son
iluminados por los ángeles no sólo acerca de las cosas que deben
creer, sino también sobre las cosas que deben practicar.
2. La razón natural, que procede
directamente de Dios, puede ser fortalecida por el ángel del modo que
queda dicho. Por otra parte, la verdad inteligible que resulta
de las especies recibidas de las criaturas es tanto más elevada cuanto
más potente sea el entendimiento humano. Y de este modo es ayudado el
hombre por el ángel para llegar más perfectamente por las criaturas al
conocimiento divino.
3. La operación intelectual y la
iluminación se pueden considerar bajo dos aspectos. 1) Uno, por
parte de lo entendido; y bajo este aspecto, todo el que entiende o es
iluminado percibe que entiende o que es iluminado, ya que conoce que
el objeto le es evidente. 2) El otro aspecto se refiere al
principio del conocimiento, y bajo éste, no todo el que entiende
alguna verdad sabe lo que es el entendimiento, que es el principio de
la operación intelectual. Igualmente, no todo el que es iluminado por
el ángel se da cuenta de que es iluminado por él.
Artículo 2:
Los ángeles, ¿pueden o no pueden alterar la voluntad del
hombre?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles pueden alterar la
voluntad del hombre:
1. Porque sobre aquello de Heb 1,7: El que hace a sus ángeles
espíritus y a sus ministros llamas de fuego, dice la Glosa que son fuego al encenderse en espíritu y
abrasar nuestros vicios. Pero esto no sería así si no cambiaran la
voluntad. Por lo tanto, los ángeles pueden cambiar la
voluntad.
2. Dice Beda que el diablo no solamente
inspira malos pensamientos, sino que además los enciende. El
Damasceno dice que también son instigadores, pues
escribe en el II libro: Toda malicia y todas las
pasiones inmundas han sido pensadas por ellos, y se les ha permitido
sugerirlas a los hombres. Y, de igual modo, los ángeles buenos
inspiran y encienden los buenos pensamientos. Pero ni unos ni otros
podrían hacer esto sin cambiar la voluntad. Por lo tanto, los ángeles
pueden cambiar la voluntad.
3. Como dijimos (
a.1), el ángel ilumina el entendimiento
del hombre por medio de las imágenes sensibles. Pero, como la
fantasía, que suministra al entendimiento, puede ser cambiada por el
ángel, así también puede serlo el apetito sensitivo, que suministra a
la voluntad, porque también éste es una facultad que usa el órgano
corporal. Por lo tanto, así como el ángel ilumina al entendimiento,
así también puede alterar la voluntad.
Contra esto: está el hecho de que cambiar la voluntad es propio de Dios,
según aquello de Prov 21,1: El corazón del rey está en manos del
Señor; El lo dirige a donde le place.
Respondo: La voluntad del hombre puede ser
movida de dos modos. 1)
Uno, desde dentro de ella misma, y de
este modo, el movimiento de la voluntad no es más que una tendencia de
la misma hacia lo querido. Sólo Dios es capaz de moverla, por ser El
quien da a la naturaleza intelectual la virtud de tal tendencia, pues,
como la tendencia natural no procede sino de Dios, que da la
naturaleza, así la inclinación voluntaria no viene más que de Dios,
que es causa de la voluntad. 2)
El otro modo de alterar la
voluntad es por algo que está fuera de ella, y este cambio no puede
hacerse por el ángel más que de un modo, esto es, por medio de la
aprehensión del bien por el entendimiento, de donde se sigue que, en
cuanto es posible ser causa de que algo se conciba por el
entendimiento como bueno para ser apetecido por la voluntad, en tanto
se puede mover la voluntad. Pero así sólo Dios es capaz de mover
eficazmente la voluntad; el ángel y el hombre sólo pueden moverlo por
persuasión, como ya dijimos (
q.106 a.2). Pero aún queda otro modo
exterior por el que la voluntad del hombre puede ser movida, y es por
la pasión del apetito sensitivo. Así se inclina la voluntad, por
ejemplo, cuando quiere algo a impulsos de la concupiscencia o de la
ira. Y también de este modo puede el ángel mover la voluntad, en
cuanto puede excitar tales pasiones, sin que pueda llegar nunca, sin
embargo, a someterla violentamente, ya que la voluntad permanece
siempre libre para consentir o para resistir a la pasión.
A las objeciones:
1. Los ministros de Dios, sean
ángeles u hombres, se dice que consumen los vicios, o encienden para
la virtud, por medio de la persuasión.
2. Los demonios no son capaces de
infundir pensamientos causándolos interiormente, porque el uso de la
facultad cogitativa es cosa de la voluntad. Sin embargo, se dice que
el diablo enciende los pensamientos en cuanto que, por medio de la
persuasión o excitando las pasiones, instiga a pensar o a desear lo
pensado. Y este mismo encender es lo que el Damasceno llama sugerir debido a que tal operación se ejecuta interiormente. Los
buenos pensamientos, en cambio, son atribuidos a un principio más
elevado, es decir, a Dios; si bien El nos los facilita sirviéndose del ministerio de los ángeles.
3. En el estado terreno, el
entendimiento humano no puede entender sin recurrir a las imágenes
sensibles; en cambio, la voluntad humana puede querer algo
conformándose al dictamen de la razón y sin seguir la pasión del
apetito sensitivo. Por lo tanto, no hay paridad.
Artículo 3:
El ángel, ¿puede o no puede alterar la imaginación del
hombre?
lat
Objeciones por las que parece que el ángel no puede alterar la
imaginación del hombre:
1. Como se dice en el libro De Anima, la
fantasía es como un movimiento hecho por los sentidos en acto.
Pero si esto se hiciese por alteración causada por el ángel, dejaría
de ser por los sentidos. Por lo tanto, es contrario a la naturaleza
del fantasear, como acto de la virtud imaginativa, el
que la imaginación sea alterada por el ángel.
2. Las formas existentes en la imaginación, por ser
inmateriales, son más sublimes que las existentes en la materia
sensible. Pero el ángel no puede imprimir formas en la materia
sensible, como dijimos (
q.110 a.2). Luego mucho menos podrá
imprimirlas en la imaginación. Por lo tanto, no puede alterar la
imaginación.
3. Dice Agustín en XII Super Gen. ad
litt.: Es posible que un espíritu, por medio de
las imágenes de las cosas que él conoce, manifieste dichas cosas a
otro por la unión íntima con él, bien que las entienda el que las
recibe o que sólo las conozca como entendidas por otro. Sin
embargo, no parece que el ángel pueda unirse a la imaginación humana
ni que ésta pueda conocer las cosas inteligibles que el ángel conoce.
Por lo tanto, parece que el ángel no puede alterar la
imaginación.
4. En la visión imaginaria, el hombre se adhiere a las
semejanzas de las cosas como si fuesen las cosas mismas. Pero en esto
hay cierto engaño. Así, pues, al no poder ser el ángel bueno causa de
decepción, parece que, por medio de una visión imaginaria, no puede
alterar la imaginación.
Contra esto: está el hecho de que lo que aparece en sueños se ve con
visión imaginaria. Pero los ángeles revelan algunas cosas en sueños,
como nos consta por Mt 1,20; 2,13-19, en que lo hizo el ángel que se
apareció a José. Por lo tanto, el ángel puede alterar la
imaginación.
Respondo: Los ángeles, tanto los buenos como
los malos, son capaces de excitar, con su virtud natural, la
imaginación del hombre. Esto se explica así: Hemos dicho (
q.110 a.3)
que la naturaleza corporal está bajo el poder del ángel en cuanto al
movimiento local. Luego todas aquellas cosas que pueden producirse por
medio de dicho movimiento, caen también bajo el poder natural de los
ángeles. Ahora bien, es sabido que las apariciones imaginarias
provienen a veces en nosotros de la alteración local de ciertos
espíritus y humores corporales. Por eso, Aristóteles, en el libro
De Somn. et Vigil., dice que
mientras
dormimos, al retraerse casi toda la sangre al interior hacia su
principio sensitivo, la acompañan también hacia dentro los
movimientos, es decir, las impresiones que permanecen de la
excitación de los sentidos, conservadas en los centros sensoriales,
y
excitan de tal modo el principio sensitivo, que se origina
interiormente una aparición como si a ese mismo tiempo los órganos
sensoriales fuesen en realidad excitados por las cosas exteriores.
Tanta puede ser la conmoción de los espíritus y humores, que tales
apariciones pueden suceder incluso en gente despierta, como es el caso
de los delirantes. Pues, así como esto sucede por la conmoción natural
de los humores y, a veces, hasta por la voluntad del hombre, que
imagina a sabiendas lo que antes había sentido, así
también puede suceder esto por influjo de los ángeles buenos o malos,
unas veces con enajenación de los sentidos corporales y otras
no.
A las objeciones:
1. El principio de la fantasía está
en el ejercicio en acto de los sentidos. No se puede imaginar lo que
antes no se ha sentido, en todo o en parte; por eso el ciego de
nacimiento no puede imaginar el color. No obstante, la imaginación se
altera algunas veces hasta surgir el acto de la fantasía, debido a las
impresiones conservadas interiormente, como acabamos de decir.
2. El ángel altera la imaginación,
no ciertamente imprimiendo en ella alguna forma imaginaria que de
ningún modo ha pasado antes por los sentidos, pues el ángel no puede
hacer, por ejemplo, que un ciego imagine los colores, sino que lo hace
mediante el movimiento local de los espíritus y humores, como hemos
dicho.
3. La mezcla del espíritu angélico
con la imaginación humana no se hace a modo de unión por esencia, sino
por medio de efectos que puede causar el ángel en la imaginación al
sugerir las cosas que él conoce; aunque no tal como él las
conoce.
4. El ángel que causa la visión
imaginaria, simultáneamente ilumina a veces el entendimiento para que
éste conozca lo que se significa con tales representaciones; en cuyo
caso no hay ninguna decepción. Pero, otras veces, de la operación del
ángel sólo se sigue la aparición de tales representaciones en la
imaginación; y, sin embargo, tampoco hay en este caso decepción
causada por el ángel, sino que la decepción proviene por defecto del
entendimiento al que se le hacen aparecer tales cosas; como tampoco
fue Cristo causa de decepción al proponer a la gente muchas cosas en
parábolas sin explicárselas.
Artículo 4:
El ángel, ¿puede o no puede alterar el sentido humano?
lat
Objeciones por las que parece que el ángel no puede alterar el
sentido humano:
1. La operación sensitiva es una operación vital. Pero tal operación
no procede de principio extrínseco. Por lo tanto, la operación
sensitiva no puede ser causada por el ángel.
2. La virtud sensitiva es más elevada que la nutritiva. Pero
el ángel, al parecer, no puede cambiar la virtud nutritiva, como
tampoco otras formas naturales. Por lo tanto, tampoco puede alterar la
virtud sensitiva.
3. La condición natural del sentido pide que éste sea
actuado por el objeto sensible. Pero el ángel no puede alterar el
orden de la naturaleza, como dijimos (
q.110 a.4). Por lo tanto, el
ángel no puede alterar el sentido, sino que el sentido actúa siempre
por el objeto sensible.
Contra esto: está el hecho de que los ángeles que destruyeron a
Sodoma hirieron a los sodomitas con la ceguera (o aorisia) a fin de
que no pudiesen dar con la puerta de la casa, como se dice en Gén
19,11. Cosas parecidas se leen en IV Reg 6,18ss sobre los sirios que
Eliseo condujo a Samaría.
Respondo: Los sentidos se alteran de dos
maneras. Una, exteriormente, como al ser impresionados por el objeto
sensible. Otra, por algo interior. Vemos que, alterados los espíritus
y humores, se altera el sentido. Ejemplo: la lengua del enfermo, si
está biliosa, todo lo percibe como amargo. Lo mismo sucede con los
demás sentidos. Pues de uno y otro modo puede el ángel con su virtud
natural alterar los sentidos del hombre. El ángel puede presentar al
sentido exteriormente algún objeto sensible, formado por la naturaleza
o formándolo él de nuevo, como lo hace al tomar cuerpo, como dijimos
(
q.51 a.2). Puede también, por otra parte, conmover interiormente los
espíritus y humores como antes dijimos (
a.3), de cuya conmoción se
derivan diversas alteraciones de los sentidos.
A las objeciones:
1. La operación sensitiva no puede
proceder de principio exterior sin su principio interior, que es la
potencia sensitiva, pero este principio interior puede alterarse de
muchas maneras por un principio exterior, como dijimos.
2. Por medio de la conmoción
interior de los espíritus y humores, puede el ángel llegar a alterar
el acto de la potencia nutritiva. Esto mismo puede hacer también
respecto de la potencia apetitiva o sensitiva o de cualquier otra
potencia en la que intervenga órgano corporal.
3. El ángel no puede obrar fuera
del orden de toda naturaleza creada, pero sí puede hacerlo fuera del
orden de cualquier naturaleza particular a cuyo orden no esté
sometido. Y, así, puede alterar los sentidos de cierto modo especial
distinto del modo ordinario.