Ahora hay que tratar lo referente al orden de los ángeles malos. Esta
cuestión plantea y exige respuesta a cuatro problemas:
Artículo 1:
¿Hay o no hay orden en los demonios?
lat
Objeciones por las que parece que no hay orden en los
demonios:
1. El orden tiene razón de bien, igual que el modo y la especie, como
dice Agustín en el libro De natura boni; y, por
el contrario, el desorden tiene razón de mal. Pero en los ángeles
buenos nada hay desordenado. Por lo tanto, en los malos no hay ninguna
clase de orden.
2. Los órdenes angélicos están dentro de alguna jerarquía.
Pero los demonios no están bajo ninguna jerarquía, que es principado
sagrado, puesto que están privados de toda santidad. Por lo tanto, no
hay órdenes en los demonios.
3. Según la opinión común, hay demonios caídos de cada
uno de los órdenes angélicos. Así, pues, si se dice que son de algún
orden por haber caído de él, parece que debieran atribuírseles los
respectivos nombres de cada orden. Pero no se da el caso de llamarles
Serafines, o Tronos, o Dominaciones. Por lo tanto, tampoco están en
determinados órdenes.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol en Ef 6,12: Nuestra lucha es
contra los Principados y las Potestades, contra los dominadores de
este mundo tenebroso.
Respondo: Como ya se dijo (q.108 a.4.7.8), los
órdenes angélicos son entendidos según los grados de naturaleza y
según los grados de gracia. Pero en la gracia se dan dos estados: uno
imperfecto, que es el estado de merecer; y otro perfecto, que es el
estado de la gloria final. Si se atiende a los órdenes angélicos con
respecto a la perfección de la gloria, de este modo los demonios ni
están ni estuvieron nunca en los órdenes angélicos. Pero, si se
consideran con respecto al estado imperfecto de la gracia, sí
estuvieron en algún tiempo en los órdenes de los ángeles, de
los cuales cayeron, según aquello que dejamos asentado
(q.62 a.3): Todos los ángeles fueron creados en gracia. Si, por
último, se consideran los órdenes por razón de la naturaleza, de este
modo los demonios están todavía en los órdenes, puesto que no
perdieron los dones naturales, como dice Dionisio.
A las objeciones:
1. Puede darse el bien sin mezcla
de mal, pero no el mal sin mezcla de bien, como dijimos (q.49 a.3).
Por lo tanto, los demonios están ordenados en cuanto tienen una
naturaleza buena.
2. El orden de los demonios,
considerado por parte de Dios, que lo hace, es sagrado, pues Dios usa
de ellos para sí mismo. Pero, por parte de la voluntad de los mismos
demonios, no es sagrado, porque abusan de su naturaleza para el
mal.
3. El nombre de Serafín
está tomado del ardor de la caridad; el de los Tronos, de la
inhabitación divina; el de las Dominaciones implica cierta
libertad. Todas estas cosas se oponen al pecado. Por eso no se
atribuyen estos nombres a los ángeles que pecaron.
Artículo 2:
¿Hay o no hay prelacia en ellos?
lat
Objeciones por las que parece que no hay prelacía en
ellos:
1. Toda prelacía se fundamenta en algún orden de justicia. Pero los
demonios se apartaron totalmente de la justicia. Por lo tanto, no hay
en ellos prelacía.
2. Donde no hay obediencia y sumisión, tampoco hay prelacia.
Pero obediencia y sumisión no pueden darse sin concordia, de la cual
no hay ni rastro en los demonios, según aquello de Prov 13,10:
Entre los soberbios siempre hay discordias. Por lo tanto, en
los demonios no hay prelacia.
3. Si hay en los demonios alguna prelacia será por razón
de su naturaleza, o por razón de su culpa, o por razón de su pena.
Pero no la hay por razón de su naturaleza, porque el
sometimiento y la servidumbre no proviene de la naturaleza, sino del
pecado. Tampoco por razón de su culpa o de su pena, porque de este
modo los demonios superiores, que pecaron más, deberían estar
sometidos a los inferiores. Por lo tanto, no hay prelacia en los
demonios.
Contra esto: está lo que dice la Glosa a 1 Cor 15: Mientras dure el mundo, ángeles presidirán a ángeles, hombres a
hombres y demonios a demonios.
Respondo: Al ser el obrar según es la
naturaleza de las cosas, aquellos seres cuyas naturalezas están
ordenadas tienen también naturalmente sus acciones unas bajo otras,
como se ve en las cosas corporales, donde, estando naturalmente los
cuerpos inferiores bajo los cuerpos celestes, las acciones y
movimientos de los primeros están sometidos a las acciones y
movimientos de los segundos. Ahora bien, de lo dicho (a.1), resulta
evidente que algunos de los demonios están naturalmente constituidos
bajo otros. Por lo tanto, también las acciones de unos están bajo las
acciones de otros. Y esto es precisamente lo que constituye la razón
de prelacia, es decir, que la acción del súbdito esté sometida a la
acción del prelado. Por lo tanto, la misma disposición natural de los
demonios exige que haya entre ellos alguna prelacia. Esto es, por otra
parte, muy conforme con la Sabiduría divina, que no deja en el
universo cosa alguna sin orden y que, como se dice en Sab 8,1, se
extiende poderosa del uno al otro confín y lo gobierna todo con
suavidad.
A las objeciones:
1. La prelacia de los demonios no
se fundamenta en la justicia de ellos, sino en la de Dios, que ordena
todas las cosas.
2. La concordia de los demonios,
por la que algunos de ellos obedecen a otros, no procede de la amistad
que tengan entre sí, sino de la maldad común con que odian a los
hombres y contradicen a la justicia de Dios. Vemos, en efecto, que es
propio de los hombres impíos, para ejecutar su propia
iniquidad, unirse y someterse a aquellos que ven más fuertes y
poderosos.
3. Al ser los demonios desiguales
en naturaleza, naturalmente existe entre ellos alguna prelacia. No
sucede así entre los hombres, que son todos iguales en naturaleza. El
estar los demonios inferiores sometidos a los superiores no es para
bien de éstos, sino para su mal, porque, como el obrar mal es signo de
la máxima miseria, presidir a los malos es ser más miserable
todavía.
Artículo 3:
¿Hay o no hay iluminación en los demonios?
lat
Objeciones por las que parece que en los demonios hay
iluminación:
1. Iluminar es manifestar la verdad. Pero un demonio puede manifestar
la verdad a otro, ya que los superiores tienen mayor penetración de la
ciencia natural. Por lo tanto, los demonios superiores pueden iluminar
a los inferiores.
2. Un cuerpo rebosante de luz puede iluminar a otro
deficiente en resplandor, como el sol ilumina a la luna. Pero los
demonios superiores participan de manera más sublime la luz natural.
Por lo tanto, parece que puedan iluminar a los inferiores.
Contra esto: la iluminación va unida con la purificación y perfección,
como dijimos (q.106 a.1 sedcontra; a.2 ad 1). Pero el purificar no
puede atribuirse a los demonios, según lo que dice Ecl 34,4: De
fuente impura, ¿puede salir cosa pura? Por lo tanto, tampoco se
les debe atribuir el iluminar.
Respondo: No puede haber en los demonios
iluminación propiamente tal. Dijimos (q.107 a.2), que la iluminación
es propiamente una manifestación de la verdad en cuanto ésta se
refiere a Dios, que ilumina todo entendimiento. Puede también tomarse
la iluminación en el sentido de simple locución, como en el caso de
manifestar un ángel a otro su pensamiento. Pero la perversidad de los
demonios lleva consigo el que no intenten llevarse unos a otros a
Dios, sino más bien sustraerse del orden divino. Por lo tanto, un
demonio no ilumina a otro, aunque sí pueden manifestarse unos a otros
su pensamiento a modo de locución.
A las objeciones:
1. No toda manifestación de la
verdad tiene carácter de iluminación, sino solamente la que hemos
dicho.
2. Por lo que se refiere al
conocimiento natural, ni los ángeles ni los demonios tienen necesidad
alguna de que se les manifieste la verdad, porque, como dijimos (q.55 a.2; q.58 a.2; q.79 a.2), desde el principio de su creación conocieron
inmediatamente cuanto se refiere al conocimiento natural. Y, por lo
tanto, la plenitud mayor de la luz natural de los demonios superiores
no puede servir de argumento de la iluminación.
Artículo 4:
Los ángeles buenos, ¿tienen o no tienen prelacia sobre los
malos?
lat
Objeciones por las que parece que los ángeles buenos no tienen
prelacia sobre los malos:
1. Lo que más resalta en la prelacia de los ángeles es el intercambio
de iluminaciones. Pero los ángeles malos, que son como tinieblas, no
son iluminados por los buenos. Por lo tanto, los ángeles buenos no
ejercen dominio sobre los malos.
2. El mal que hacen los súbditos parece que debe atribuirse
a la negligencia del que los gobierna. Pero los demonios hacen muchas
cosas malas. Así, pues, si están sometidos al dominio de los ángeles
buenos, parece que en éstos hay alguna negligencia. Esto es
inadmisible.
3. La prelacia de los ángeles es según el orden de
naturaleza, como dijimos (a.2). Pero si los demonios cayeron de cada
uno de los órdenes, como suele decirse, muchos demonios son en
naturaleza superiores a muchos ángeles. Por lo tanto, los ángeles
buenos no tienen superioridad sobre todos los malos.
Contra esto: está lo que dice Agustín en III De Trin.: El espíritu de vida desertor y pecador es regido por el espíritu de vida racional, piadoso y justo. Y Gregorio dice: Las potestades son ángeles a cuyo dominio están sometidos los poderes contrarios.
Respondo: Todo el orden de prelacia está
primera y originalmente en Dios, y es participado por las criaturas
según que se aproximan más a Dios; de modo que las criaturas más
perfectas y más próximas a Dios ejercen influencia sobre las demás.
Ahora bien, la perfección máxima y por la que hay la aproximación
mayor a Dios es la de las criaturas que disfrutan de El, como son los
ángeles buenos, de cuya perfección están privados los demonios. Por lo
tanto, los ángeles buenos tienen prelacia sobre los malos y los
rigen.
A las objeciones:
1. Son reveladas por los ángeles
buenos a los demonios muchas cosas acerca de los misterios divinos
siempre que la divina justicia exige que se haga algo por los
demonios, bien sea para castigo de los hombres malos o para ejercicio
de los buenos, al modo como en lo humano los asesores del juez
notifican a veces su sentencia a los verdugos. Sin embargo, tales
manifestaciones son iluminaciones en lo que se refiere a los ángeles
reveladores, que las ordenan a Dios; pero no lo son por parte de los
demonios, que, lejos de ordenarlas a Dios, las utilizan para llevar a
cabo su propia iniquidad.
2. Los santos ángeles son
ministros de la sabiduría divina, y por lo tanto, como ésta tolera que
se hagan ciertos males por los malos ángeles o por los hombres, en
atención a los bienes que de ello puede sacar, por esto mismo los
buenos ángeles no impiden totalmente a los malos hacer
daño.
3. El ángel de condición natural
inferior tiene dominio sobre los demonios, a pesar de que éstos le
excedan en naturaleza, porque el poder de la divina justicia, a la que
están unidos los ángeles buenos, es más fuerte que toda virtud natural
de los ángeles. Incluso entre los hombres, el espiritual juzga de
todo, como se dice en 1 Cor 2,15. Y el Filósofo en el libro Ethic. dice que el virtuoso es regla y medida
para todos los actos humanos.