Artículo 1:
El conocimiento del ángel, ¿está o no está a veces en potencia y a
veces en acto?
lat
Objeciones por las que parece que el conocimiento angélico a veces
está en potencia:
1. Como se dice en III Physic. el movimiento es el
acto del ser que está en potencia. Pero cuando las mentes
angélicas entienden, se mueven, como dice Dionisio en c.4 De div.
nom. Por lo tanto, las mentes angélicas a veces
están en potencia.
2. Puesto que el deseo recae sobre las cosas que no se
poseen, pero se pueden tener, quien desea entender algo está en
potencia con respecto a ello. Pero en 1 Pe 1,12 se dice: A quien
los ángeles desean Contemplar. Por lo tanto, el entendimiento del
ángel a veces está en potencia.
3. En el libro De causis se dice
que el entendimiento entiende según el modo de su sustancia.
Pero la sustancia del ángel tiene mezcla de potencia. Por lo tanto, a
veces entiende en potencia.
Contra esto: está lo que dice Agustín en II Super Gen. ad
litt.: Los ángeles, desde que fueron creados en
la misma eternidad de la Palabra, disfrutan de una santa y piadosa
contemplación. Pero el entendimiento que contempla no está en
potencia, sino en acto. Por lo tanto, el entendimiento del ángel no
está en potencia.
Respondo: Como dice el Filósofo en III
De
Anima y en VIII
Physic., el
entendimiento está en potencia de dos maneras. 1)
Una, como
está antes de
aprender o de encontrar, esto es,
antes de adquirir el hábito de la ciencia. 2)
Otra, como
está
cuando ya tiene el hábito, pero no analiza. Si se trata de
la primera, el entendimiento del ángel nunca está en potencia con
respecto a las cosas que puede entender con conocimiento natural. El
porqué de esto radica en que asi como los cuerpos superiores, esto es,
los celestes, no tienen potencia alguna para el ser que no esté
completada por el acto, así tampoco los entendimientos celestes, esto
es, los ángeles, tienen potencia inteligible alguna que no esté
completada por las especies inteligibles que les son connaturales. No
obstante, no hay inconveniente en que su entendimiento esté en
potencia respecto a las cosas que les son reveladas por Dios, como
también los cuerpos celestes están en potencia a veces para ser
iluminados por el sol.
En cambio, si se trata de la segunda manera expuesta, el
entendimiento del ángel puede estar en potencia con respecto a las
cosas de las que tiene conocimiento natural, puesto que no siempre
está pensando en todo lo que conoce naturalmente. Pero en cuanto al
conocimiento de la Palabra y de lo que en la Palabra ve, nunca puede
estar en potencia, porque, de hecho, siempre está contemplando la
Palabra y lo que en la Palabra conoce, pues esta visión constituye su
bienaventuranza, y ésta no es un hábito, sino un acto, como dice el
Filósofo en I Ethic.
A las objeciones:
1. En el texto aducido no se toma
el movimiento en cuanto acto de lo imperfecto, esto es, del ser
en potencia, sino en cuanto acto de lo perfecto, esto es, del
ser en acto. Asi es como son llamados movimientos los actos de
entender y sentir, como se dice en III De Anima.
2. Aquel deseo de los ángeles no
excluye lo deseado, sino el hastio de ello. O también que, si se dice
que desean la visión de Dios, es en cuanto a las nuevas revelaciones
que reciben de Dios conforme lo va exigiendo su ministerio en cada
momento.
3. En la sustancia del ángel no
hay potencia alguna desprovista de acto, y, por lo tanto, tampoco su
entendimiento está en potencia de manera que no tenga ningún
acto.
Artículo 2:
El ángel, ¿puede o no puede conocer muchas cosas simultáneamente?
lat
Objeciones por las que parece que el ángel no puede conocer muchas
cosas simultáneamente:
1. El Filósofo, en II Topic., dice: Se
pueden conocer muchas cosas, pero no se entiende más que lo
uno.
2. Más aún. Nada se entiende si el entendimiento no está
informado por una especie inteligible a la manera como el cuerpo lo
está por la figura. Pero un mismo cuerpo no puede tener diversas
figuras. Por lo tanto, un mismo entendimiento no puede entender
simultáneamente diversos inteligibles.
3. Entender es un cierto movimiento. Pero ningún
movimiento acaba en términos distintos. Por lo tanto, no es posible
entender simultáneamente muchas cosas.
Contra esto: está lo que dice Agustín en IV Super Gen. ad
litt.: La potencia espiritual de la mente
angélica comprende simultáneamente y con la mayor facilidad todo lo
que quiere.
Respondo: Lo mismo que para la unidad de
movimiento se precisa unidad de término, así para la unidad de una
operación es necesaria la unidad de objeto. Pero hay cosas que unas
veces se toman como si fueran muchas; y otras como si fueran una sola.
Esto es lo que sucede con las partes de un todo continuo, que, si se
toma cada una por separado, son muchas; por eso, ni por el sentido ni
por el entendimiento pueden ser percibidas simultáneamente y con una
sola operación. Si se toman como una sola realidad en el todo,
mientras se considera el todo continuo, entonces son
conocidas simultáneamente y con una sola operación, tanto por el
sentido como por el entendimiento, como se dice en III
De
anima. Así es como nuestro entendimiento entiende
a la vez el sujeto y el predicado como partes de una misma
proposición; y así entiende también los elementos de una comparación
cuando son vistos en cuanto comparados. Resulta evidente que muchas
cosas, en cuanto distintas, no pueden ser entendidas simultáneamente.
Pero unidas en un solo objeto inteligible, pueden ser entendidas
simultáneamente.
Todo ser es inteligible en acto en cuanto que su semejanza está en el
entendimiento. Por lo tanto, todo lo que puede ser entendido por una
misma especie inteligible, es conocido como un solo objeto inteligible
y, por lo tanto, simultáneamente.
Así, pues, los ángeles, con el conocimiento con el que conocen lo que
hay en la Palabra, lo conocen todo con una sola especie inteligible,
la esencia divina. Todo lo que conocen así, lo conocen
simultáneamente. Pues en la patria celeste nuestros pensamientos no
serán volubles, pasando de unas cosas a otras para retornar sobre
ellas, sino que veremos toda nuestra ciencia simultáneamente con una
sola mirada, como dice Agustín en XV De Trin. En cambio, con el conocimiento por el que conocen los ángeles las cosas por especies innatas, pueden entender simultáneamente todo lo que se puede conocer por una misma especie, pero no lo que requiere especies diversas para ser conocido.
A las objeciones:
1. Entender muchas cosas como una
sola, en cierto modo es entender una sola.
2. El entendimiento está informado
por la especie inteligible que hay en él. Por lo tanto, con una sola
especie inteligible puede entender muchas cosas a la vez; como también
un cuerpo, con una sola figura, puede asemejarse a otros
muchos.
3. Lo mismo que a la
primera.
Artículo 3:
El ángel, ¿conoce o no conoce con proceso discursivo?
lat
Objeciones por las que parece que el ángel conoce con proceso
discursivo:
1. El discurso del entendimiento consiste en que una cosa sea
entendida por otra. Pero los ángeles por medio de una cosa conocen
otra, puesto que conocen las cosas por la Palabra. Por lo tanto, el
entendimiento del ángel conoce con proceso discursivo.
2. Todo lo que puede una facultad inferior lo puede la
superior. Pero el entendimiento humano puede hacer silogismos y
conocer las causas por sus efectos, ya que en esto consiste el
discurso. Por lo tanto, mucho mejor lo puede hacer el entendimiento
del ángel, que es superior en el orden de la naturaleza.
3. Isidoro dice que los demonios conocen
muchas cosas por experiencia. Pero el conocimiento experimental es
discursivo, pues de muchos recuerdos se forma una experiencia, y de
muchas experiencias un universal, como se dice al final de Poster. y al comienzo de Metaphys. Por lo tanto, el conocimiento de los ángeles es discursivo.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en c.7 De Div.
Nom.: Los ángeles no toman su conocimiento
divino de discursos difusos, ni parten de algo común para llegar a
nuestro conocimiento especial.
Respondo: Como hemos dicho a menudo (
a.1;
q.50 a.3; q.55 a.2), entre las sustancias espirituales los
ángeles ocupan el lugar que entre las corpóreas
ocupan los cuerpos celestes. Por eso son llamadas
mentes
celestes por Dionisio. La diferencia que hay entre
los cuerpos celestes y los terrenos consiste en que los terrenos
logran su última perfección con alteración y movimiento, mientras que
los celestes la alcanzan súbitamente por su misma naturaleza. Por
esto, las inteligencias inferiores, esto es, las de los hombres,
adquieren la perfección de conocer la verdad por un cierto movimiento
y discurso de su operación intelectual, ya que, conocida una cosa,
pasan a conocer otra. Pero si al entender el principio conocido viesen
en él de pronto, como objeto conocido, todas las conclusiones que de
él se derivan, no habría lugar para el proceso discursivo. Esto
precisamente es lo que ocurre en los ángeles, porque en las cosas que
primero conocen naturalmente ven en el acto todo lo que de ellas se
puede conocer.
Por eso son llamados intelectuales, como también entre
nosotros llamamos entendidas a aquellas verdades percibidas al
instante. También al hábito de los primeros principios se le llama inteligencia. En cambio, las almas humanas, que adquieren el
conocimiento de la verdad por un determinado proceso discursivo, son
llamadas racionales. Esto es así por la escasa intensidad de la
luz intelectual que hay en ellas; pues si, como los ángeles, poseyeran
la plenitud de la luz intelectual, nada más contemplar los primeros
principios, al instante comprenderían toda su virtualidad y verían
todas las consecuencias.
A las objeciones:
1. El discurso implica un cierto
movimiento. Todo movimiento va de algo que está antes a lo que está
después. Por lo tanto, habrá conocimiento discursivo cuando de algo
previamente conocido se llegue al conocimiento de otra cosa que se
conoce después y que antes no se conocía. Pero si al contemplar una
cosa en ella se ve simultáneamente otra, como cuando se mira un espejo
a un tiempo se ve el espejo y lo reflejado en él, no por esto hay
conocimiento discursivo. Así es, precisamente, como los ángeles
conocen en la Palabra.
2. Los ángeles pueden hacer
silogismos en el sentido que conocen el arte del silogismo, como
también ven las causas en los efectos y los efectos en las causas.
Pero no en el sentido que adquieran el conocimiento de una verdad
desconocida pasando de las causas a los efectos y de los efectos a las
causas.
3. Se habla de experiencia en los
ángeles y en los demonios por cierta semejanza, debido a que conocen
las cosas sensibles presentes, pero sin ningún proceso
discursivo.
Artículo 4:
El ángel, ¿conoce o no conoce por composición y división?
lat
Objeciones por las que parece que el ángel conoce por composición y
división:
1. Donde hay multiplicidad de cosas conocidas hay composición de
conceptos, como se dice en III De Anima. Pero
en el entendimiento del ángel hay multiplicidad de conceptos, ya que
entiende por diversas especies distintos objetos y no todos a la vez.
Por lo tanto, en su entendimiento hay composición y
división.
2. Más dista la afirmación de la negación que dos
naturalezas opuestas, porque la primera de todas las distinciones es
la que consiste en afirmar y negar. Pero, tal como dijimos (
a.2), hay
naturalezas tan distantes, que el ángel no las conoce por una sola
especie, sino por especies diversas. Por lo tanto, es necesario que
conozca la afirmación y la negación por actos distintos. Por lo tanto,
parece que conoce por composición y división.
3. El lenguaje es el signo del pensamiento. Pero los
ángeles que hablaron con los hombres anunciaron proposiciones
afirmativas y negativas, como encontramos en muchos textos de la
Sagrada Escritura. Esto es un signo de que en ellos hay composición y
división. Por lo tanto, parece que el ángel entiende componiendo y
dividiendo.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en el c.7 De Div.
Nom.: La virtud intelectual de los ángeles
resplandece con la brillante simplicidad de los conceptos divinos.
Pero la simplicidad de la inteligencia excluye la composición y la
división, como se dice en III De anima. Por lo
tanto, el ángel entiende sin composición ni división.
Respondo: Así como en el entendimiento que
discurre se compara la conclusión con su principio, en el que compone
y divide se compara el predicado con el sujeto. Así, pues, si el
entendimiento al instante viese en el mismo principio la verdad de la
conclusión, nunca entendería discurriendo ni razonando. Por esto
mismo, si, al percibir la esencia de alguna cosa adquiriera al
instante el conocimiento de todo lo que se le puede atribuir o negar,
tampoco entendería nunca componiendo ni dividiendo, sino sólo
contemplando
aquello por lo que algo es.
Así, pues, en nuestro entendimiento el hecho de discurrir y el de
componer y dividir proviene de la misma causa, o sea, de que en la
primera percepción de objeto que conoce no puede ver en el acto todo
lo que virtualmente contiene. Esto es así por la debilidad de la luz
intelectual que hay en nosotros, como ya dijimos (a.3). Por eso, como
en el ángel la luz intelectual es perfecta, ya que es espejo puro y
limpísimo, como dice Dionisio en c.4 De Div.
Nom., se deduce, por lo mismo, que no entiende
discurriendo, como tampoco entiende componiendo y dividiendo.
Sin embargo, entiende la composición y la división de las
proposiciones como también entiende el razonamiento de los silogismos,
puesto que entiende lo compuesto, simplemente; lo móvil,
inmutablemente; lo material, inmaterialmente.
A las objeciones:
1. Lo que causa la composición de
los conceptos no es una multitud cualquiera, sino la multitud de
aquellos conceptos de los cuales uno es atribuido o negado de otro.
Pero cuando el ángel entiende la esencia de alguna cosa, entiende a la
vez todo lo que se le puede atribuir o negar. Por lo tanto, al
entender aquello que algo es, entiende por un acto simple de su
entendimiento todo lo que nosotros podemos entender componiendo y
dividiendo.
2. En cuanto a la razón de ser,
las esencias de las cosas difieren entre sí menos que la afirmación de
la negación. Pero, en cuanto a la razón de conocer, la afirmación y la
negación se unen, porque en el instante en que se conoce la verdad de
una afirmación, se conoce la falsedad de la negación
opuesta.
3. El hecho que los ángeles
enuncien proposiciones afirmativas o negativas demuestra que conocen
la composición y la división; pero no demuestra que conozcan
componiendo y dividiendo, sino conociendo sin más aquello que algo
es.
Artículo 5:
En el conocimiento angélico, ¿puede o no puede haber
falsedad?
lat
Objeciones por las que parece que en el conocimiento angélico puede
haber falsedad:
1. La depravación pertenece a la falsedad. Pero los demonios
tienen una fantasía desenfocada, como dice Dionisio en el
c.4 De Div. Nom. Por lo tanto, parece que en el
entendimiento de los ángeles puede haber falsedad.
2. El desconocimiento causa la falsa apreciación. Pero, como
dice Dionisio en el c.6 Eccl. hier., en los
ángeles puede haber ignorancia. Por lo tanto, parece que puede
haber falsedad.
3. Todo lo que se aparta de la verdad de la sabiduría y
se degenera, en su entendimiento hay falsedad o error. Pero Dionisio
en el c.7 De Div. Nota. atribuye precisamente
esto a los demonios. Por lo tanto, parece que en el entendimiento del
ángel puede haber falsedad.
Contra esto: el Filósofo, en el III De anima,
dice: El entendimiento es siempre verdadero. Y Agustín, en el
libro Octoginta trium quaest., dice: No se
entiende más que lo verdadero. Pero los ángeles no conocen algo
más que entendiéndolo. Por lo tanto, en el conocimiento del ángel no
puede haber ni engaño ni falsedad.
Respondo: La verdad de esta cuestión depende de
la precedente, en cierta manera. Hemos dicho (
a.4) que el ángel no
entiende componiendo y dividiendo, sino entendiendo
aquello que
algo es. Y el entendimiento sobre
aquello que algo es
siempre es verdadero, como lo es el sentido con respecto a su objeto
propio, como se dice en III
De anima. Sin
embargo, puede suceder que suframos engaño o falsedad al entender
aquello que algo es, debido a que lleva adjunta alguna
composición, bien porque tomemos la definición de algo por la de otra
cosa, o porque no se ajusten unas a otras las distintas partes de una
misma definición. Ejemplo: Si por definición de una cosa tomáramos la
siguiente:
Animal cuadrúpedo volátil (pues ningún animal es
así). Esto sucede cuando se trata de esencias compuestas, cuya
definición se toma de elementos diversos, uno de los cuales es
material con respecto al otro. Pero al entender las esencias simples
no hay falsedad, como se dice en IX
Metaphys.;
porque, o bien no se las concibe totalmente, y en este caso nada se
entiende de ellas, o se conocen como ellas son.
Por lo tanto, el error o el engaño no pueden estar en cuanto tales en
el entendimiento del ángel, sino sólo accidentalmente. Con todo, de
manera distinta que en nosotros, porque nosotros, por medio de la
composición y división, llegamos algunas veces al conocimiento de la
esencia de algo, como sucede cuando investigamos una definición
dividiendo y demostrando, cosa que no sucede en los ángeles, los
cuales, por aquello que algo es, conocen todas las atribuciones
que le corresponden. Es evidente que si la esencia de una cosa puede
ser principio de conocimiento suficiente con
respecto a lo que naturalmente cuadra o es incompatible con ella, no
puede serlo respecto de lo que depende de la ordenación sobrenatural.
Por lo tanto, los ángeles buenos, cuya voluntad es recta, vista la
esencia de una cosa, no juzgan lo que por naturaleza les corresponde a
no ser una vez que se ha salvado el ordenamiento divino. Por eso no
pueden incurrir en la falsedad o en el error. En cambio, los demonios,
que por una voluntad desenfocada no someten su entendimiento a la
sabiduría divina, juzgan a veces las cosas simplemente según su
condición natural. Entonces ocurre que, con respecto a lo que les es
propio por naturaleza, no se engañan; pero sí pueden engañarse en lo
que se refiere a lo sobrenatural, como, por ejemplo, si viendo un
hombre muerto consideran que no ha de resucitar; o si, al ver al
hombre Cristo, consideraran que no era Dios.
A las objeciones: La respuesta salta por sí sola después de
lo dicho. Pues la degeneración de los demonios consiste en que no se
someten a la sabiduría divina. El desconocimiento que hay en los
ángeles no se refiere a lo conocido natural, sino a lo sobrenatural.
Es evidente que el entendimiento, respecto a aquello que algo
es es siempre verdadero; pero accidentalmente no lo es cuando
indebidamente implica alguna composición o división.
Artículo 6:
En los ángeles, ¿hay o no hay conocimiento matutino y
vespertino?
lat
Objeciones por las que parece que en el conocimiento angélico no hay
ni conocimiento matutino ni conocimiento vespertino:
1. La tarde y la mañana tienen mezcla de tinieblas.
Pero el conocimiento del ángel nada tiene de tenebroso, ya que en él
no hay ni error ni falsedad. Por lo tanto, el conocimiento del ángel
no debe llamarse matutino ni vespertino.
2. Entre la tarde y la mañana se interpone la noche. Entre
la mañana y la tarde, el mediodía. Así, pues, si en los ángeles hay
conocimiento matutino y vespertino, parece que, por lo mismo, debería
haber conocimiento meridiano y nocturno.
3. El conocimiento se distingue con arreglo a la
diferencia de objetos conocidos. Por eso dice el Filósofo en III De
Anima que las ciencias se dividen como las
cosas. Pero las cosas tienen un triple ser: el que poseen en la
Palabra, en su propia naturaleza y en la inteligencia angélica, como
dice Agustín en II Super Gen. ad litt. Por lo
tanto, si se admite en los ángeles el conocimiento matutino y el
vespertino por razón del ser que tienen en la Palabra y del que tienen
en su naturaleza propia, debería admitirse en ellos un tercer
conocimiento por razón del ser que tienen en el entendimiento
angélico.
Contra esto: está el hecho que Agustín en IV Super Gen. ad
litt. y en XI De Civ. Dei
divide el conocimiento de los ángeles en matutino y
vespertino.
Respondo: Lo que se dice del conocimiento
matutino y vespertino de los ángeles, fue introducido por
Agustín, quien opina que por los seis días que, según
leemos en Gen 1 Dios hizo todas las cosas, se entiende no los
días corrientes debidos al movimiento circular del sol, hecho en el
cuarto día; sino un solo día, que es el conocimiento angélico, puesto
en presencia de los seis géneros de cosas. Pero así
como en el día corriente la mañana es principio del día y la tarde su
término, así también el conocimiento del ser primordial de las cosas,
el que tienen en la Palabra, se llama conocimiento matutino; y el
conocimiento del ser de la criatura en cuanto que existe en su propia
naturaleza, se llama vespertino. Hay que tener presente que el ser de
las cosas emana de la Palabra como de su primordial fuente, y este
caudal termina en el ser que tienen las cosas en su naturaleza
propia.
A las objeciones:
1. La tarde y la mañana, aplicadas
al conocimiento angélico, no se toman en cuanto implican mezcla con
las tinieblas, sino en cuanto tienen razón de principio y de término.
O también, que nada se opone a que algo se llame luz si se le compara
con una cosa, como dice Agustín en IV Super Gen. ad
litt., y en comparación con otra se llama
tinieblas, como, por ejemplo, la vida de los fieles, que en
comparación con la de los impíos se llama luz, según aquello de Ef
5,8: Fuisteis algún tiempo tinieblas, pero ahora sois luz en el
Señor. Y, sin embargo, comparada con la de la gloria, se llama
vida tenebrosa, según aquello de 2 Pe 1,19: Tenéis la palabra
profética a la que hacéis muy bien en atender como a lámpara que luce
en lugar tenebroso. Por lo tanto, el conocimiento con el que
conocen los ángeles las cosas en su propia naturaleza, si se compara
con la ignorancia o con el error, es día. Pero, comparado con la
visión de la Palabra, es oscuridad.
2. El conocimiento matutino y el
vespertino pertenecen al día, esto es, a los ángeles
iluminados, que son distintos de las tinieblas, o sea, los
ángeles malos. Los ángeles buenos, cuando conocen a la criatura, no se
inclinan a ella, esto constituiría el entenebrecerse y hacerse de
noche, sino que convierten este conocimiento en alabanza de Dios, en
quien, como en su principio, conocen todas las cosas. Por lo tanto,
después de la tarde no hay noche, sino mañana, de manera que la mañana
es el final del día anterior y el principio del siguiente, por cuanto
que los ángeles usan para alabanza de Dios el conocimiento del día
anterior. El mediodía está comprendido en el día como algo
intermedio entre dos extremos. O también puede referirse al
conocimiento de Dios, que no tiene ni principio ni
fin.
3. Los ángeles son también
criaturas, y, por lo tanto, el ser de las cosas, en la inteligencia
angélica está comprendido en el conocimiento vespertino, lo mismo que
el ser que tienen en su propia naturaleza.
Artículo 7:
El conocimiento matutino y el vespertino, ¿es o no es el
mismo?
lat
Objeciones por las que parece que el conocimiento matutino y el
vespertino
es el mismo:
1. En Gen 1,5 se dice: Hubo tarde y mañana. Día primero. Pero,
como dice Agustín, por día se entiende el
conocimiento angélico. Por lo tanto, en los ángeles el
conocimiento matutino y vespertino son uno y el mismo.
2. Es imposible que una misma potencia tenga simultáneamente
dos operaciones. Pero los ángeles están siempre en el acto del
conocimiento matutino, porque siempre ven a Dios, según aquello de Mt
18,10: Sus ángeles ven continuamente la faz de mi Padre. Por lo
tanto, si el conocimiento vespertino fuese distinto del matutino, en
modo alguno el ángel podría estar en el acto del conocimiento
vespertino.
3. Dice el Apóstol en 1 Cor 13,10: Cuando llegue lo
perfecto, desaparecerá lo imperfecto. Pero, si el conocimiento
vespertino fuera distinto del matutino, se relacionarían ambos como lo
perfecto y lo imperfecto. Por lo tanto, el conocimiento vespertino no
puede existir junto con el matutino.
En cambio está lo que dice Agustín en IV Super Gen.
ad litt.: Tan grande es la diferencia entre
conocer una cosa cualquiera en la Palabra y conocerla en sí misma, que
el primer conocimiento pertenece justamente al día y el segundo a la
noche.
Respondo: Hemos dicho (
a.6), que se llama
conocimiento vespertino a aquel por el que los ángeles conocen las
cosas en su propia naturaleza. Pero esto no puede entenderse como si
los ángeles tomasen sus conocimientos de la propia naturaleza de los
seres, de manera que la preposición
en indique relación de
principio, como quedó establecido anteriormente (
q.55 a.2). Así, pues,
hay que concluir que la expresión
en su propia naturaleza
indica el objeto bajo razón de conocido, por cuanto cae bajo el
conocimiento. Se llama vespertino al conocimiento del ángel en cuanto
que conoce el ser de las cosas que las mismas cosas tienen en su
propia naturaleza.
Esto lo conocen por dos medios. Por especies innatas y por la razón
de las cosas que hay en la Palabra. Contemplando la Palabra no sólo
conocen el ser que las cosas tienen en la Palabra, sino también el que
tienen en su propia naturaleza. Lo mismo que Dios, por el hecho de
conocerse a sí mismo, conoce el ser que las cosas tienen en su propia
naturaleza. Así, pues, si el conocimiento de los ángeles se llama
vespertino en cuanto que, contemplando la Palabra, conocen el ser que
las cosas tienen en su propia naturaleza, el conocimiento matutino y
el vespertino son esencialmente uno y sólo difieren por la razón de lo
conocido. En cambio, si se llama vespertino porque los ángeles conocen
el ser que tienen las cosas en su propia naturaleza por especies
innatas, el conocimiento vespertino es distinto del matutino. Así
parece que lo entendió Agustín, ya que a un
conocimiento lo considera como imperfecto con respecto a
otro.
A las objeciones:
1. El número de seis días, tal como
lo entiende Agustín, significa los seis géneros de cosas que son
conocidas por los ángeles; la unidad de día significa la unidad de lo
conocido. Esto no impide que pueda ser conocido con diversos
conocimientos.
2. De una misma facultad pueden
proceder simultáneamente dos operaciones si una de ellas está ordenada
a la otra, como se observa cuando la voluntad quiere simultáneamente
el fin y los medios; y el entendimiento, después de adquirir una
ciencia, entiende a la vez los principios y, por los principios, las
conclusiones. Pero el conocimiento vespertino está ordenado al
matutino, como dice Agustín. Por eso no impide que ambos
existan simultáneamente en los ángeles.
3. Al llegar lo perfecto,
desaparecerá lo imperfecto que se le opone, como, al llegar la visión,
desaparecerá la fe, que está centrada en aquello que no se ve. Pero la
imperfección del conocimiento vespertino no se opone a la perfección
del matutino. Que una cosa sea conocida en sí misma no se opone a que
sea conocida en su causa. Tampoco hay inconveniente en que se le
conozca por dos medios, uno de los cuales sea más perfecto y el otro
menos perfecto, ya que también para deducir una misma conclusión
podemos emplear dos medios, el demostrativo y el dialéctico. De forma
parecida, el ángel puede saber una misma cosa por la Palabra increada
y por especies innatas.