Artículo 1:
Cristo, ¿es un solo ser o dos seres?
lat
Objeciones por las que parece que Cristo no es un solo ser, sino
dos.
1. Dice Agustín en el libro I De Trin.: Habiendo
tomado la forma de Dios y la forma de siervo, ambas son Dios, por ser
Dios quien las toma; ambas son hombre, por causa del hombre que ha
sido asumido. Pero no puede decirse ambos más que donde hay
dos seres. Luego Cristo es dos seres.
2. Dondequiera que hay una cosa y otra cosa, allí hay
dos cosas. Pero Cristo es una cosa y otra cosa, pues dice Agustín en
el Enchir.: Poseyendo la forma de Dios, tomó la
forma de siervo; ambas cosas constituyen un solo sujeto; pero una a
causa del Verbo, y otra por razón del hombre. Luego Cristo es dos
seres.
3. Cristo no es solamente hombre, pues, en caso de ser
exclusivamente hombre, no sería Dios. Luego es alguna otra cosa además
de hombre. Por consiguiente, en Cristo hay una cosa y otra
cosa. Luego Cristo es dos seres.
4. Cristo es algo que es el Padre y es algo que no es el
Padre. Por consiguiente, Cristo es una cosa y otra cosa. Luego
Cristo es dos seres.
5. Así como en el misterio de la Trinidad hay tres
personas en una naturaleza, así en el misterio de la encarnación hay
dos naturalezas en una persona. Pero, a causa de la unidad de
naturaleza, no obstante la distinción de personas, el Padre y el Hijo
son una sola cosa, según Jn 10,30: Yo y el Padre somos una sola
cosa. Luego, no obstante la unidad de la persona, Cristo es dos
cosas a causa de la dualidad de sus dos naturalezas.
6. También escribe el Filósofo, en el libro III Physic., que los términos uno y dos
se dicen denominativamente. Pero Cristo tiene dualidad de naturalezas.
Luego Cristo es dos seres.
7. Como dice Porfirio, así como la forma
accidental hace algo diferente, así también la forma sustancial
da origen a otra cosa. Ahora bien, en Cristo hay dos
naturalezas sustanciales, la humana y la divina. Luego Cristo es una cosa y otra cosa. Por consiguiente, Cristo es dos
seres.
Contra esto: está lo que escribe Boecio en el libro De duabus
Nat.: Todo lo que existe, en cuanto existe, es
una sola cosa. Pero de Cristo confesamos que existe. Luego Cristo
es un solo ser.
Respondo: La naturaleza, considerada en sí
misma, en el sentido de algo abstracto, no puede predicarse
verdaderamente del supuesto o de la persona más que cuando se trata de
Dios; en El no se distingue
lo que es y
aquello por lo que
es, como se ha demostrado en la
Primera Parte (
q.29 a.4 ad 1; q.40 a.1
en cambio; q.50 a.2 ad 3;
q.75 a.5 ad 4). Ahora
bien, habiendo en Cristo dos naturalezas, es a saber, la divina y la
humana, una de ellas, la divina, puede predicarse de
El tanto en abstracto como en concreto; por eso decimos que el
Hijo
de Dios, significado por el nombre de
Cristo, es la
naturaleza divina, y que es
Dios. Pero la naturaleza humana no
puede predicarse de Cristo por sí misma en abstracto, sino sólo en
concreto, a saber, en cuanto expresada en un supuesto. Pues no es
posible decir con verdad que
Cristo es su naturaleza humana,
porque la naturaleza humana no es apta para ser predicada de su
supuesto; en cambio se dice que
Cristo es hombre, lo mismo que
decimos que
Cristo es Dios. El término
Dios significa
el que posee la divinidad, lo mismo que la palabra
hombre
significa
el que tiene la humanidad. Sin embargo, este poseer
la humanidad se significa de un modo mediante el término
hombre, y de otro distinto cuando se emplean los nombres
Jesús o
Pedro. El término
hombre, en efecto,
significa el que posee la humanidad sin más. En cambio, los nombres
Pedro o
Jesús denotan al que posee la humanidad de una
manera concreta, a saber, con unas determinadas propiedades
individuales, al modo en que la expresión
Hijo de Dios
significa el que posee la divinidad bajo una determinada propiedad
personal.
En Cristo la dualidad obedece a sus dos naturalezas. Y, por eso, si
ambas se predicasen de Cristo en abstracto, se seguiría que Cristo
sería dos seres a la vez. Pero, al no predicarse de Cristo las dos
naturalezas más que en cuanto se entienden en su supuesto, es
necesario que el uno o el dos se prediquen de Cristo por
razón del supuesto. No obstante, algunos (q.2 a.6) atribuyeron a
Cristo dos supuestos, pero una sola persona que, a juicio de los
mismos, parece comportarse como supuesto completo final. Y por eso, al
defender dos supuestos en Cristo, enseñaban que Cristo es dos
en género neutro; pero, como ponían una sola persona, decían que
Cristo es uno en género masculino, pues el género neutro
significa algo informe e imperfecto, mientras que el género masculino
designa algo formado y perfecto.
Los Nestorianos, por su parte, al establecer en Cristo dos personas
(q.2 a.6), enseñaban que Cristo era dos no sólo en el
género neutro, sino que también era dos en el género
masculino. Mas nosotros, al defender en Cristo una sola
persona y un solo supuesto, como es claro por lo dicho antes (q.2 a.2 y 3), decimos, en lógica consecuencia, que Cristo es uno no sólo en el
género masculino, sino que también es una sola cosa en el género
neutro.
A las objeciones:
1. El texto alegado de Agustín no
debe entenderse como si el uno y otro haya de tomarse por parte
del predicado, como si dijera que Cristo es uno y otro, sino
que debe tomarse por parte del sujeto. Y, en este sentido, el uno y
otro se pone no como en lugar de dos supuestos, sino como en lugar
de dos nombres que designan dos naturalezas en concreto. Yo puedo, en
efecto, decir uno y otro, es a saber, Dios y el hombre, es
Dios, a causa del Dios que asume; y también uno y otro, es
decir, Dios y el hombre, es hombre, por razón del hombre
asumido.
2. Cuando se enuncia: Cristo es
una cosa y otra cosa, tal expresión debe exponerse de manera que
su sentido sea: Tiene dos naturalezas distintas. Y de esta
manera la explica Agustín en el libro Contra Felicianum, cuando, después de haber dicho: En el mediador entre Dios y los hombres, una cosa es el Hijo de Dios y otra el Hijo del hombre, añade: Digo «otra cosa» por razón de la distinción sustancial; pero no digo «otra cosa» por razón de la unidad personal. Y Gregorio Nacianceno, en su carta Ad Chelidoniurn, escribe: Hablando con brevedad, una cosa y otra cosa enuncian los elementos de que consta el Salvador, pues no es lo mismo lo invisible que lo visible, ni lo eterno es igual que lo temporal. Pero de ningún modo es Cristo un sujeto y otro sujeto. Ambas cosas son en él un único sujeto.
3. La proposición Cristo es
solamente hombre es falsa, porque lo que excluye no es otro
supuesto, sino otra naturaleza, porque los términos puestos como
predicados se toman formalmente. Pero, si se añadiese alguna precisión
por la que se interpretase del supuesto, tal proposición sería
verdadera, diciendo, por ejemplo: Cristo es solamente lo que es el
hombre. Sin embargo, no se seguiría que sea otra cosa
distinta del hombre, ya que la expresión otra cosa, por
referirse a la diversidad sustancial, propiamente se relaciona con el
supuesto, como sucede con todas las palabras relativas que establecen
una relación personal. Mas se sigue esto: Luego [Cristo] posee otra
4. Cuando se enuncia que Cristo
es algo que también es el Padre, la palabra algo se toma
por la naturaleza divina que, incluso en abstracto, se predica del
Padre y del Hijo. En cambio, cuando se dice: Cristo es algo que no
es el Padre, el término algo se toma por la naturaleza
humana, no entendida en abstracto, sino en concreto; no, ciertamente,
conforme a un supuesto distinto, sino según un supuesto indistinto,
esto es, en cuanto subsiste en la naturaleza, pero no en las
propiedades individuantes. Y, por eso, no se sigue que Cristo sea una cosa y otra cosa, o que sea dos cosas, porque, en
Cristo, el supuesto de la naturaleza humana —que es la persona del
Hijo de Dios-no forma número con la naturaleza divina, que se predica
del Padre y del Hijo.
5. En el misterio de la Santísima
Trinidad, la naturaleza divina se predica en abstracto de las tres
personas, y por eso puede decirse que las tres personas son una
sola cosa. En cambio, en el misterio de la encarnación, las dos
naturalezas no se predican de Cristo en abstracto, y por eso no puede
decirse a secas que Cristo es dos cosas.
6. La palabra dos se emplea
con el sentido de poseer una dualidad, y no por parte de otro, sino
por parte del sujeto de quien se predican esas dos cosas. Ahora bien,
la predicación se hace del supuesto, designado por el nombre
Cristo. Por consiguiente, aunque Cristo posea dualidad de
naturalezas, no tiene dualidad de supuestos, y por lo mismo no puede
decirse que sea dos.
7. El término otro incluye
diversidad accidental, y por eso tal diversidad es suficiente para
decir a secas que tal cosa es otra. En cambio, la palabra
distinto implica diversidad sustancial. Ahora bien, se llama
sustancia no sólo a la naturaleza, sino también al supuesto, como se
dice en el libro V Metaphys.. Y, por tanto, no
basta la diversidad de naturaleza para decir que una cosa es
absolutamente distinta de otra, sino que se requiere la diversidad de
supuesto. La sola diversidad de naturaleza, si no existe la diversidad
de supuesto, únicamente origina algo distinto relativamente, a saber,
en cuanto a su naturaleza.
Artículo 2:
¿Hay en Cristo una sola existencia?
lat
Objeciones por las que parece que en Cristo no hay una sola
existencia, sino dos.
1. Dice el Damasceno, en el libro III, que en Cristo
se duplican las cosas que siguen a la naturaleza. Pero la existencia
sigue a la naturaleza, porque procede de la forma. Luego en Cristo hay
dos existencias.
2. La existencia del Hijo de Dios es la misma naturaleza
divina, y además tal existencia es eterna. En cambio, la existencia
humana de Cristo no es la naturaleza divina, sino que es una
existencia temporal. Luego en Cristo no hay sólo una
existencia.
3. En la Trinidad, a pesar de ser tres las personas, hay
una sola existencia, debido a la unidad de naturaleza. Ahora bien, en
Cristo hay dos naturalezas, aunque haya una sola
persona. Luego en Cristo no hay una sola existencia, sino
dos.
4. En Cristo el alma da una existencia al cuerpo, porque
es su forma. Pero no se da a sí la existencia divina, porque ésta es
increada. Luego en Cristo se da otra existencia aparte de la
existencia divina. Y, de este modo, no hay en Cristo una única
existencia.
Contra esto: está que cada cosa se llama una en la medida que es llamada
ser, porque la unidad y el ser son intercambiables. Por consiguiente,
en caso de que en Cristo se diesen dos existencias y no solamente una,
Cristo sería dos seres, y no uno solo.
Respondo: Teniendo en cuenta que en Cristo hay
dos naturalezas y una sola hipóstasis, es necesario que en El sean
dobles las cosas que pertenecen a la naturaleza, mientras que las
pertenecientes a la hipóstasis forman unidad en Cristo. La existencia
compete a la hipóstasis y a la naturaleza: a la hipóstasis, como a lo
que tiene la existencia; a la naturaleza, como a aquello por lo que
una cosa tiene la existencia. La naturaleza, en efecto, se manifiesta
a modo de una forma, que se llama ser porque, por su virtud, una cosa
es tal. Así, una cosa es blanca por la blancura, y un sujeto es hombre
por la humanidad.
Es necesario observar, por otro lado, que si existe una forma o
naturaleza que no pertenezca al ser personal de una hipóstasis
subsistente, tal ser no se llama a secas ser de tal persona, sino bajo
cierto aspecto; así, el ser blanco es el ser de Sócrates no en cuanto
que es Sócrates, sino en cuanto que es blanco. Y, en este sentido,
nada impide que el ser se multiplique en una sola hipóstasis o
persona: uno es, en efecto, el ser por el que Sócrates es blanco, y
otro distinto el ser por el que es músico. Pero el ser que pertenece a
la misma hipóstasis o persona en absoluto, es imposible que se
multiplique en una única hipóstasis o persona, ya que es imposible que
una sola cosa tenga más de un ser.
Por consiguiente, en caso de que la naturaleza humana se hubiera
unido al Hijo de Dios no hipostática o personalmente, sino de una
manera accidental, como algunos enseñaron (q.2 a.6), sería
necesario poner en Cristo dos existencias, una en cuanto Dios, otra en
cuanto hombre. Como ponemos en Sócrates un ser en cuanto es blanco, y
otro en cuanto es hombre, porque el ser blanco no pertenece al ser
personal de Sócrates. Tener cabeza, ser corpóreo y ser animado, todo
ello pertenece a la única persona de Sócrates, y por eso todos estos
elementos no constituyen en él más que un solo ser. Y en la hipótesis
de que, una vez constituida la persona de Sócrates, le sobreviniesen a
éste las manos, los pies o los ojos, como acontecería con un ciego de
nacimiento, no se añadiría a Sócrates un nuevo ser, sino sólo una
relación respecto de esos miembros, porque se le llamaría ser no sólo
con relación a los miembros que ya tenía, sino también respecto de los
que luego le sobrevinieron.
Así pues, dado que la naturaleza humana está unida al Hijo de Dios
hipostática o personalmente, como antes hemos dicho (q.2 a.6), y no de
manera accidental, se sigue que por medio de la naturaleza humana no
le sobreviene un nuevo ser personal, sino sólo una nueva relación de
su ser personal preexistente con la naturaleza humana, de modo que
afirmemos que su persona subsiste no sólo en cuanto a la naturaleza
divina, sino también en cuanto a la naturaleza humana.
A las objeciones:
1. El existir sigue a la
naturaleza, no como si ésta tuviese la existencia, sino como la
causante de que una cosa exista. En cambio, el existir sigue a la
persona o hipóstasis, entendida ésta como lo que tiene ser. Y por eso
el existir encarna más la unidad por razón de la unidad de la
hipóstasis que la dualidad por razón de las dos naturalezas.
2. El existir eterno del Hijo de
Dios, que es la naturaleza divina, se hace existir del hombre en
cuanto que la naturaleza humana es asumida por el Hijo de Dios en la
unidad de la persona.
3. Como se ha expuesto en la
Primera Parte (
q.50 a.2 ad 3;
q.75 a.5 ad 4), por identificarse la
persona divina con su naturaleza, en las divinas personas el ser de la
persona no es distinto del ser de la naturaleza; y por eso las tres
personas no tienen más que un único existir. En cambio, tendrían tres
existencias en el caso de que en ellas el ser de la persona fuese
distinto del ser de la naturaleza.
4. El alma de Cristo da el ser al
cuerpo en cuanto que le hace animado en acto, lo que equivale a darle
el complemento natural y específico. Pero si se entiende el cuerpo
perfeccionado por el alma sin la hipóstasis que
sustenta a ambos, este todo compuesto de alma y cuerpo, en cuanto
designado con el nombre de humanidad, no se interpreta como lo
que existe, sino como aquello por lo cual existe una cosa. Y, por eso,
el ser es propio de la persona subsistente, en cuanto dice relación a
tal naturaleza; relación que es causada por el alma, en cuanto que
ésta perfecciona la naturaleza humana al informar al
cuerpo.