Artículo 1:
¿Consiste la virginidad en la integridad de la carne?
lat
Objeciones por las que parece que la virginidad no consiste en la
integridad de la carne.
1. San Agustín dice, en su obra De Nupt. et Concup., que la virginidad es un esfuerzo continuo por
mantener la incorrupción en la carne corrompida. Pero ese esfuerzo
no pertenece a la carne. Luego la virginidad no está en la
carne.
2. La virginidad lleva consigo cierto pudor. Pero San
Agustín dice, en I De Civ. Dei, que el pudor es
algo propio del alma. Luego la virginidad no consiste en la integridad
de la carne.
3. Parece que la integridad de la carne consiste en el
sello del pudor virginal. Pero a veces se rompe el sello sin perderse
la virginidad, pues dice San Agustín, en II De Civ.
Dei, que esos miembros pueden ser forzados en
diversos casos, y a veces el médico, por razones de salud, hace cosas
horribles, y a veces la partera ha echado a perder la virginidad de
una doncella al explorar con su mano. Y añade: No creo a nadie
tan necio que piense que con esto se pierde también algo de la
santidad del cuerpo, aunque se haya perdido la integridad de ese
miembro. Por consiguiente, la virginidad no consiste en la
incorrupción de la carne.
4. Más incluso: la corrupción de la carne se da, sobre todo, en la
emisión del semen, la cual puede tener lugar sin el coito, sea estando
dormido o despierto. Pero no parece que se pierda la virginidad sin el
coito, ya que, como dice San Agustín en su obra De
Virginit., la integridad virginal y la
inmunidad de todo coito carnal por piadosa continencia es obra
angelical. Por tanto, la virginidad no consiste en la integridad
de la carne.
Contra esto: está el hecho de que San Agustín, en la misma
obra, dice que la virginidad es la continencia con
la que se promete al creador del cuerpo y del alma, se consagra y se
conserva la integridad de la carne.
Respondo: La palabra
virginidad parece
derivarse de
verdor. Y así como se dice que lo que está verde
conserva su verdor mientras no experimenta el ardor producido por el
excesivo calor, también la virginidad implica que la persona que la
practica esté inmune del ardor de la concupiscencia, que parece darse
en la consumación del sumo deleite corporal, que es
el venéreo. Por eso dice San Ambrosio, en su obra
De
Virginitate, que
la castidad virginal es la
integridad de la carne intacta.
En el deleite venéreo hay que considerar tres cosas. Una, por parte
del cuerpo, es la violación del sello virginal. Una segunda es aquello
en que se unen lo que es del alma y lo que es del cuerpo: la emisión
del semen, que es causa del deleite sensible. Y una tercera, sólo por
parte del alma: la decisión de llegar a tal deleite. De las tres, la
primera es accidental con relación al acto moral, que se considera
esencial únicamente por parte del alma. La segunda es parte material
del acto moral, ya que las pasiones sensibles son materia de las
virtudes morales. Y la tercera es formal y perfectiva, porque la razón
de moralidad se cumple adecuadamente en el hecho de ser
racional.
Y dado que la virginidad lleva consigo la ausencia de dicha
corrupción, se deduce que la integridad del miembro corporal es
accidental respecto de la virginidad. La inmunidad respecto del
deleite que lleva consigo la emisión del semen es algo material,
mientras que la decisión de abstenerse, para siempre, de tal deleite,
es elemento formal y perfectivo de la virginidad.
A las objeciones:
1. La definición de San Agustín
expresa directamente lo que es formal en la virginidad, puesto que esfuerzo indica decisión de la razón. En cuanto a lo que añade, perpetuo, no significa que la virgen esté siempre pensando en
esa decisión, sino que debe tener la intención de perseverar en ella
siempre. En cuanto al elemento material, lo expresa sólo
indirectamente al hablar de incorrupción en la carne
corruptible. Esto lo añade para dar a entender la dificultad de
ser virgen, ya que, si la carne fuera incorruptible, no sería difícil
esforzarse por mantenerla siempre.
2. El pudor se halla esencialmente
en el alma y materialmente en la carne, igual que la virginidad. Por
eso dice San Agustín, en el libro De Virginit.,
que, aunque la virginidad se conserve en el cuerpo y sea, por
tanto, corporal, sin embargo es espiritual la continencia de la
piedad que ella fomenta y guarda.
3. Como ya dijimos (In
corp.), la integridad de un miembro del cuerpo es accidental
respecto de la virginidad, en cuanto que, por el hecho de abstenerse
del deleite venéreo por decisión de la voluntad, permanece la
integridad de ese miembro. Luego si, en algún caso, se pierde la
integridad corporal por otra circunstancia, ello no afecta a la
virginidad más que si la persona se hiere en una mano o en un
pie.
4. El deleite producido por la
emisión de semen puede darse de dos modos. Primero, puede ser fruto de
una decisión de la mente, en cuyo caso quita la virginidad, sea con
coito o sin él. Pero San Agustín menciona el coito porque la emisión
de semen más común y natural es la del coito. En segundo lugar, el
deleite puede llegar sin intención de la mente, sea durante el sueño,
mediante violencia en la que no consiente la mente, aunque raras veces
se experimenta deleite, o por enfermedad, como en aquellos que sufren
pérdida de semen. En estos casos no se pierde la virginidad, porque no
se da por impureza, a lo cual se opone la virginidad.
Artículo 2:
¿Es ilícita la virginidad?
lat
Objeciones por las que parece que la virginidad es
ilícita.
1. Es ilícito todo cuanto va contra un precepto de la ley. Pero, al
igual que el precepto de ley natural para la conservación del
individuo está formulado en Gén 2,16, Come de todo árbol que hay en
el paraíso, así también el precepto de ley natural para la
conservación de la especie está expresado en Gén 1,28: Creced y
multiplicaos y llenad la tierra. Luego, de igual modo que pecaría
el que se abstuviera de todo alimento, porque obraría contra el bien
del individuo, también peca el que se abstiene totalmente del acto
sexual, por ir contra el bien de la especie.
2. Todo aquello que se aparta del justo medio de la virtud
es peligroso. Pero la virginidad se aparta del justo medio de la
virtud al abstenerse de todo placer venéreo, ya que, según dice el
Filósofo en II Ethic., quien goza de todos
los apetitos es inmoderado, pero el que se priva de
todos es agreste e insensible. Luego la virginidad es un
vicio.
3. Sólo el vicio es digno de castigo. Ahora bien: entre
los antiguos se castigaba a los que llevaban siempre una vida célibe,
según dice Máximo Valerio. Y por eso se dice que
Platón, como narra San Agustín en su obra De Vera
Relig., ofreció sacrificios para expiar su
continencia. Luego la virginidad es un pecado.
Contra esto: está el hecho de que ningún pecado es objeto de consejo.
Pero lo es la virginidad, puesto que en 1 Cor 7,25 se dice: Sobre
las vírgenes no tengo precepto del Señor, pero os doy un consejo.
Luego la virginidad no es un acto ilícito.
Respondo: En los actos humanos es vicioso
aquello que no sigue a la recta razón, la cual dictamina que se use de
los medios en la medida en que es conveniente para el fin. Ahora bien:
existe una triple clase de bienes en el hombre, tal como leemos en I
Ethic.. Una consiste en las cosas externas,
tales como las riquezas; otra en los bienes del cuerpo, y la tercera
en los bienes del alma, dentro de los cuales los bienes de la vida
contemplativa son más excelentes que los de la vida activa, como
enseña el Filósofo en I
Ethic. y el Señor lo
corrobora al decir en Lc 10,42:
María ha escogido la mejor
parte. Los bienes externos se ordenan a los bienes del cuerpo, y
éstos a los del alma; y los bienes de la vida activa se ordenan a los
de la vida contemplativa. Por consiguiente, si alguno se abstiene de
poseer cosas cuya posesión sería lícita, por la salud del cuerpo o por
la contemplación de la verdad, no comete pecado, sino que obraría
conforme a la recta razón. De igual modo, si
alguien se abstiene de los deleites corporales para dedicarse a la
contemplación de la verdad, obra conforme a la recta
razón.
Quien practica la virginidad se abstiene de todo deleite venéreo para
dedicarse más libremente a la contemplación de la verdad, ya que dice
el Apóstol en 1 Cor 7,34: La mujer soltera y virgen piensa en las
cosas del Señor, en ser santa de cuerpo y alma; pero la que está
casada piensa en las cosas del mundo, en cómo agradar a su marido.
Por tanto, la virginidad no es algo vicioso, sino loable.
A las objeciones:
1. El precepto es algo que obliga,
como dijimos antes (
q.44 a.1;
q.100 a.5 ad 1;
q.122 a.1). Una cosa
puede ser obligatoria de dos modos. En primer lugar, porque manda que
se cumpla, en cuyo caso no puede omitirse sin pecado. En segundo
lugar, puede darse un precepto que debe cumplir la mayoría, sin que
esté obligado a cumplirlo un determinado miembro de ésta, puesto que
hay muchas cosas necesarias para la mayoría y para cuyo cumplimiento
no basta uno solo, sino que las cumple la mayoría cuando uno hace una
cosa, otro otra. El precepto de ley natural sobre la comida, dado al
hombre, tiene que ser cumplido por cada uno de ellos, porque de lo
contrario no podría conservarse el individuo. Pero el precepto
referente a la generación contempla a los hombres como un todo, e
incluye no sólo la multiplicación corporal, sino el progreso
espiritual. Por ello basta, para salvar la naturaleza humana, con que
algunos practiquen la generación, mientras que otros, al abstenerse de
ella y dedicarse a la contemplación de las cosas divinas, contribuyen
a la belleza y salvación del género humano. Esto mismo sucede en el
ejército, donde unos vigilan el campamento, otros llevan los
estandartes, otros luchan con la espada. Todos estos actos debe
realizarlos el colectivo, pero no puede hacerlos un hombre
solo.
2. El que se abstiene de todos
los deleites sin obedecer a la recta razón, como si sintiera horror
por los deleites en sí mismos, es insensible como el rústico. Pero la
persona virgen no se abstiene de todo deleite, sino
sólo del venéreo, y conformándose a la recta razón, como dijimos (In corp.). Por otra parte, el justo medio de la virtud no lo da
la cantidad, sino la recta razón, tal como se dice en II
Ethic.. Por eso se dice del magnánimo, en IV Ethic., que es extremoso en grandeza de
ánimo, pero se mantiene en el justo medio en lo conveniente.
3. Las leyes se dan conforme a lo
que sucede en la mayoría de los casos. Y era raro entre los antiguos
que alguien se abstuviera del placer venéreo por amor a la
contemplación de la verdad, lo cual se dice expresamente de Platón.
Por ello, no ofreció sacrificios porque lo considerase pecado, sino para condescender con la mala opinión de los ciudadanos, como
dice San Agustín en el mismo lugar.
Artículo 3:
¿Es la virginidad una virtud?
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Objeciones por las cuales parece que la virginidad no es una
virtud.
1. Ninguna virtud nos es connatural, como dice el Filósofo en
II Ethic.. Pero la virginidad lo es. Luego no es virtud.
2. Quien posee una virtud posee todas, tal como dijimos
antes (
1-2 q.65 a.1). Pero hay quienes poseen otras virtudes y no
poseen la virginidad. De lo contrario, si nadie va al cielo sin
practicar la virtud, nadie podría ir a él sin la virginidad, lo cual
equivaldría a condenar el matrimonio. Por tanto, la virginidad no es
virtud.
3. Toda virtud se repara mediante la penitencia. Pero esto
no se cumple en la virginidad, de tal modo que San Jerónimo
dice: Aunque Dios puede todo, no puede hacer que
se recupere la virginidad en la virgen que ha pecado. Luego parece
que la virginidad no es virtud.
4. Ninguna virtud se pierde sin haber cometido pecado.
Pero la virginidad se pierde, sin cometer pecado, en el matrimonio.
Luego no es virtud.
5. La virginidad se compara con la viudedad y la pudicicia
conyugal. Pero ninguna de estas dos es virtud. Por consiguiente,
tampoco lo es la virginidad.
Contra esto: está la autoridad de San Ambrosio, quien escribe en su obra De Virginit.: El amor a la virginidad nos
invita a decir algo sobre ella, no vaya a parecer que se trata a la
ligera, y como de paso, la que es la virtud más excelsa.
Respondo: Como dijimos antes (
a.1.2), en la
virginidad es algo formal y perfectivo la voluntad de abstenerse
siempre del placer venéreo. Esa voluntad se hace loable por el fin,
puesto que se hace para dedicarse a las cosas divinas. En cuanto a lo
material de la virginidad, consiste en la integridad de la carne, que
no experimenta el placer venéreo. Ahora bien: es claro que donde hay
una materia especial con una especial excelencia, allí se encuentra
una razón especial de virtud, como sucede con la magnificencia, la
cual se ocupa de gastos especiales, y en esto se distingue de la
liberalidad, cuya materia común es todo uso de dinero. Pero el
conservarse libre de placer venéreo posee cierta razón de alabanza
sobre lo que supone conservarse libre del desorden de ese placer. Así,
pues, la virginidad es una virtud especial, cuya relación con la
castidad es la misma que la de la magnificencia respecto de la
liberalidad.
A las objeciones:
1. Los hombres tienen, por
nacimiento, lo que es material en la virginidad, es decir, la
integridad de la carne inmune a la experiencia venérea. Pero no poseen
lo formal de la virginidad, que es la voluntad de conservar esta
virginidad por Dios. Esto es lo que le da la razón de virtud, y por
eso dice San Agustín en su obra De Virginit.: No alabamos en las vírgenes el hecho de serlo, sino el hecho de
estar consagradas a Dios mediante una santa continencia.
2. La conexión entre las virtudes
se toma según lo que es formal en ellas, es decir, por la caridad o la
prudencia, como ya dijimos (
q.129 a.3 ad 2), y no según lo que es
material en cada virtud. En efecto, se puede admitir que una persona
virtuosa proporcione la materia de una virtud y no la de otra. Así, un
pobre posee la materia de la templanza, pero no la de
la magnificencia. Desde este aspecto, a una persona
que posee otra virtud le falta la materia de la virginidad, es decir,
la integridad de la carne, y puede, no obstante, poseer lo que es
formal en dicha virtud, es decir, la voluntad de su ánimo de estar
dispuesta a conservar esta integridad si le fuere preciso. Del mismo
modo, el pobre puede tener en su ánimo el propósito de hacer grandes
gastos si hubiere lugar a ello, al igual que el que posee grandes
riquezas tiene en su mente el propósito de soportar una fortuna
adversa si llega la ocasión. Sin esta disposición de ánimo no se puede
ser virtuoso.
3. Puede repararse la virtud,
mediante la penitencia, en su aspecto formal, pero no en el material.
Si el que posee la virtud de la magnificencia gasta todas sus
riquezas, no las recupera mediante la penitencia. Del mismo modo, el
que pierde la virginidad por el pecado no recupera, mediante la
penitencia, la materia de la virginidad, sino el propósito de la
misma.
En cuanto a la materia de la virginidad, es algo que puede repararse
milagrosamente por intervención divina, y se trata de la integridad
del miembro, la cual, según dijimos (a.1), es accidental a la misma
virginidad. Pero hay algo que no puede repararse ni con un milagro: el
que, una vez que se ha experimentado el placer venéreo, no se haya
experimentado. En efecto, Dios no puede hacer que no haya sucedido
algo que ha tenido lugar, como dijimos en la primera parte (q.25 a.4).
4. La virginidad, como virtud que
es, lleva consigo la voluntad, confirmada con un voto, de conservar
siempre la integridad, ya que según San Agustín, en su obra De
Virginit., mediante la virginidad se dedica,
se consagra y se guarda para Dios la integridad de la carne. Por
consiguiente, la virginidad como virtud sólo se pierde por el
pecado.
5.: La castidad
conyugal sólo es loable en cuanto que se abstiene de los placeres
ilícitos. Por ello no posee ninguna excelencia respecto de la castidad
común. La viudez añade algo a esta castidad común, pero no llega a la
perfección en esta materia, es decir, a la abstención absoluta del
placer venéreo, como la virginidad. Por ello, sólo se considera como
virtud especial la virginidad, superior a la castidad como la
magnificencia es superior a la liberalidad.
Artículo 4:
¿Es la virginidad más excelente que el matrimonio?
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Objeciones por las que parece que la virginidad no es más excelente
que el matrimonio.
1. Dice San Agustín, en su obra De Bono Coniugali: No posee un mérito mayor la continencia de San Juan, que no se casó, que la de Abrán, que engendró hijos. Ahora bien: a una virtud mayor corresponde un mérito también mayor. Luego la virginidad no es una virtud más excelente que la castidad conyugal.
2. La alabanza del virtuoso depende de la virtud. Luego si
la virginidad fuera superior a la continencia conyugal, parece que se
seguiría que toda virgen es más loable que cualquier casada, lo cual
es falso. Luego la virginidad no es superior al matrimonio.
3. El bien común es más importante que el privado, como
corrobora el Filósofo en I Ethic.. Pero el
matrimonio se ordena al bien común, ya que San Agustín afirma en su
obra De Bono Coniugali: Lo que es el
alimento para la subsistencia del hombre es el coito para la
subsistencia del género humano. Pero la virginidad se ordena a un
bien especial, es decir, a evitar la tribulación de la carne
que padecen los casados, como enseña el Apóstol en 1 Cor 7,28. Luego
la virginidad no es mejor que la continencia conyugal.
Contra esto: está lo que dice San Agustín en su obra De
Virginit.: Mediante el proceso de la razón, y
con la autoridad de las Santas Escrituras, demostramos que el
matrimonio no es pecado, sin poder igualarlo al bien de la continencia
de la virginidad, ni siquiera de la viudez.
Respondo: San Jerónimo, en Contra
lovin., afirma que el error de Jovino consistió en
mantener que la virginidad no era superior al matrimonio. Este error
queda rechazado, en primer lugar, por el ejemplo de Cristo, que eligió
a su madre virgen y él mismo se mantuvo virgen, y según la doctrina
del Apóstol en 1 Cor 7,25ss, aconsejó la virginidad como un bien
mejor. También lo rechaza la razón. En primer lugar, porque el bien
divino es mejor que el humano. En segundo lugar, porque el bien del
alma es más excelente que el del cuerpo. En tercer lugar, porque el
bien de la vida contemplativa es más excelente que el de la activa.
Ahora bien: la virginidad se ordena al bien del alma en la vida
contemplativa, que consiste en pensar en las cosas de Dios,
mientras que el matrimonio se ordena al bien del cuerpo, que es la
multiplicación del género humano, y pertenece a la vida activa, puesto
que el hombre y la mujer casados tienen que pensar en las cosas
del mundo, tal como dice el Apóstol en 1 Cor 7,33-34. Por
consiguiente, sin lugar a duda, la virginidad es mejor que la
continencia conyugal.
A las objeciones:
1. El mérito no sólo se cuenta por
la clase de acto, sino sobre todo por la disposición del que lo
realiza. Abrán tuvo tal disposición de ánimo que estaba dispuesto a
haber guardado la virginidad a su debido tiempo, y por eso el mérito
de la continencia conyugal en él se equipara a la virginidad en San
Juan con respecto al premio sustancial, no al accidental. Por ello
dice San Agustín, en el libro De Bono Coniugali, que el celibato de San Juan y el matrimonio de Abrán fueron
ofrecidos a Cristo conforme a la diferencia de tiempos; pero San Juan
practicó la continencia perfecta, mientras que Abrán sólo poseía la
disposición de ánimo.
2. Aunque la virginidad es mejor
que la continencia conyugal, puede una persona casada ser mejor que
una persona virgen bajo un doble aspecto. En primer lugar, por parte
de la castidad misma, en cuanto que el casado puede tener su ánimo, si
conviniera, más dispuesto a la virginidad que el del que practica
realmente la virginidad. Por eso San Agustín habla de una persona
virgen en la obra De Bono Coniugali, al hacerle
decir: No soy mejor que Abrán, pero la castidad de
los célibes es mejor que la de los casados. Y lo demuestra a
continuación: En efecto, lo que yo hago ahora lo
hubieran hecho ellos mejor si hubieran tenido que hacerlo entonces,
mientras que lo que ellos hicieron yo no lo haría ahora tan bien como
ellos, aunque tuviera que hacerlo. En segundo lugar, porque la
persona que no es virgen puede poseer otra virtud más excelente. Por
eso dice San Agustín en el libro De Virginit.: ¿Cómo sabe una virgen, dedicada a las cosas de Dios, que, quizá
por alguna deficiencia desconocida para ella, no está preparada para
el martirio, mientras que otra mujer, a la que ella se creía superior,
ya puede beber el cáliz de la pasión del Señor?
3. El bien común es mejor que el
privado si son del mismo género; pero puede suceder que un bien
privado sea mejor que el común en su género. En este sentido, la
virginidad dedicada a Dios es mejor que la fecundidad carnal. De ahí
que San Agustín diga, en De Virginit., que hay que afirmar que la fecundidad de la carne, aun la de aquellos que
ahora no buscan en el matrimonio sino una prole que dedicar a Cristo,
no puede resarcirse de la virginidad perdida.
Artículo 5:
¿Es la virginidad la virtud más excelente?
lat
Objeciones por las que parece que la virginidad es la virtud más
excelente.
1. Dice San Cipriano, en su libro De Virginit.: Ahora hablo a las vírgenes, cuyo cuidado ha de ser mayor cuanto
mayor es su gloría. Son la flor del jardín de la Iglesia, honra y
ornato de la gracia espiritual, la porción más ilustre del rebaño de
Cristo.
2. Aún más: cuanto más excelente es una virtud, mayor premio
se le debe. Ahora bien: a la virginidad se debe el premio máximo, es
decir, el ciento por uno, como dice la Glosa sobre Mt
13,23. Luego es la más excelente de las
virtudes.
3. Tanto más excelente es una virtud cuanto más hace
asemejarse a Cristo. Pero la mayor conformidad con Cristo se realiza
mediante la virginidad, ya que en Ap 14,3-4 se dice, de las vírgenes,
que siguen al Cordero a todas partes, y que cantan un
cántico nuevo que ningún otro puede cantar. Luego la virginidad es
la virtud más excelente.
Contra esto: está lo que dice San Agustín en su obra De
Virginit.: Nadie, que yo sepa, se ha atrevido
a poner la virginidad por encima de la vida religiosa. Y en la
misma obra dice: Existe un valiosísimo testimonio
dado por la autorídad de la Iglesia, porque todos los fieles saben en
qué lugar del sacrificio de la misa se recitan los nombres de los
mártires y de las religiosas difuntas. Todo ello da a entender que
el martirio y la vida monástica son superiores a la
virginidad.
Respondo: Podemos considerar una cosa como la
más excelente bajo un doble aspecto. Primero, en un género
determinado. Bajo este aspecto, la virginidad es muy excelente en el
género de la castidad, puesto que está por encima de la castidad de
los viudos y de los casados. Y dado que a la castidad se atribuye por
antonomasia la belleza, a la virginidad hay que atribuirle una
hermosura elevadísima. Por eso dice San Ambrosio en el libro
De
Virginit.:
¿Quién puede imaginar una belleza
mayor que el brillo de una virgen que es amada por el Rey, es probada
por el Juez, se dedica al Señor y está consagrada a
Dios?
Bajo un segundo aspecto, puede decirse que una cosa es la más
excelente por sí misma. Tomada así, la virginidad no es la más
excelente de las virtudes. En efecto, el fin siempre está por encima
de los medios, y tanto mejor es una cosa cuanto más eficazmente se
ordena al fin. Ahora bien: el fin que hace loable la virginidad es el
dedicarse a las cosas divinas, como ya dijimos (a.2.3). Por ello, las
mismas virtudes teológicas y la virtud de la religión, cuyo acto
consiste en ocuparse de las cosas divinas, son más excelentes que la
virginidad. De un modo semejante, los mártires, que sacrifican su
propia vida para unirse más a Dios, y los que viven en monasterios,
que sacrifican su propia voluntad y todo cuanto pueden poseer para
unirse más fielmente a Dios, son más meritorios que las vírgenes, que
sacrifican por las cosas divinas los placeres venéreos. Así, pues, la
virginidad no es la mejor de las virtudes absolutamente
hablando.
A las objeciones:
1. Las vírgenes son la porción
más importante del rebaño de Cristo, y su gloria es sublime
en comparación con las viudas y las casadas.
2. San Jerónimo concede el ciento
por uno a la virginidad porque es más importante que la
viudez, a la que da el sesenta por uno, y que el matrimonio, al que
otorga el treinta por uno. Pero, como dice San Agustín en su libro De Quaest. Evang., el ciento por uno es para
los mártires, el sesenta por uno para las vírgenes y el treinta por
uno para los casados. No se sigue, por tanto, que la virginidad
sea absolutamente la más excelente de las virtudes, sino más excelente
que los otros grados de castidad.
3. Las vírgenes acompañan al
Cordero dondequiera que vaya porque imitan a Cristo no sólo en la
integridad de su mente, sino también de su carne, como dice San
Agustín en el libro De Virginit.. Por eso
siguen casi siempre al Cordero. Pero no necesariamente desde más
cerca, porque otras virtudes acercan a Dios mediante la imitación por
parte de la mente. En cuanto al cántico nuevo que entonan sólo
las vírgenes, es el gozo que tienen por haber conservado intacta su
carne.