Artículo 1:
¿Es la gula un pecado?
lat
Objeciones por las que parece que la gula no es pecado.
1. El Señor dice en Mt 15,11: Lo que entra por la boca no mancha
al hombre. Ahora bien: la gula tiene por objeto los alimentos, que
entran por la boca. Por consiguiente, puesto que todo pecado mancha al
hombre, parece que la gula no es pecado.
2. Aún más: Nadie peca en cosas que no puede evitar. Pero la
gula consiste en falta de moderación en la comida, que el hombre no
puede evitar, puesto que dice San Gregorio en XXX Moral.: En el acto de comer, el placer está tan
mezclado con la necesidad que no sabemos qué parte corresponde a cada
uno. Y San Agustín dice en X Confesiones: ¿Quién hay, Señor, que no coma un poco más de lo necesario?
Luego la gula no es pecado.
3. Y también: en todo género de pecado, el primer movimiento es
pecado. Pero el primer movimiento de apetencia del alimento no es
pecado, puesto que, de serlo, el hambre y la sed serían también
pecado. Por tanto, la gula no es pecado.
Contra esto: está lo que dice San Gregorio en XXX Moral.: Es imposible librar la batalla
espiritual si no se vence antes a este enemigo interior, que es la
gula. Pero el enemigo interior del hombre es el pecado. Luego la
gula es pecado.
Respondo: No es gula toda apetencia de comer o
beber, sino sólo la desordenada. Y llamamos apetencia desordenada a la
que se aparta del orden de la razón, en el cual consiste el bien de la
virtud moral. Por eso llamamos pecado a lo que se opone a la virtud.
Así, es evidente que la gula es pecado.
A las objeciones:
1. Lo que entra en el hombre como
alimento no lo mancha espiritualmente por su sustancia y naturaleza.
Pero los judíos (contra los cuales habla el Señor) y los maniqueos
sostenían que algunos alimentos hacían impuro al hombre por su misma
naturaleza. Por otra parte, el excesivo apego a los alimentos mancha
espiritualmente al hombre.
2. Como dijimos arriba (In
corp.), el vicio de la gula no consiste en la sustancia del
alimento, sino en deseo del mismo no regulado por la razón. Por ello,
si alguno se excede en la cantidad de alimento, no por deseo del
mismo, sino por creer que es necesario, no podemos decir que esto sea
gula, sino falta de cálculo. Y sólo comete pecado de gula quien se
excede en la cantidad de comida conscientemente, llevado por el placer
producido por los alimentos.
3. Hay dos clases de apetito. Uno
es el natural, propio de las potencias del alma vegetativa, en las
cuales no cabe el vicio, puesto que no pueden someterse a la razón. De
ahí que la potencia apetitiva sea distinta de la retentiva, de la digestiva y de la expulsiva, y a dicha potencia vegetativa pertenecen el hambre y la sed. Existe otro apetito, el llamado sensitivo, y la gula consiste en el deseo desordenado del mismo. Por eso el primer movimiento de gula lleva consigo un desorden en el apetito sensitivo, en el cual se da pecado.
Artículo 2:
¿Es la gula pecado mortal?
lat
Objeciones por las que parece que la gula no es pecado
mortal.
1. Todo pecado mortal se opone a un precepto del decálogo, lo cual no
parece darse en la gula. Luego no es pecado mortal.
2. Todo pecado mortal se opone a la caridad, como se deduce
de lo dicho antes (
q.35 a.3;
1-2 q.72 a.5). Pero la gula no se opone a
la caridad ni al amor de Dios ni del prójimo. Por tanto, no es pecado
mortal.
3. Dice San Agustín en el sermón De
Purgatorio: Siempre que alguno toma más
alimento y bebida de lo que necesita, sepa que comete pecados
pequeños. Como en esto consiste, precisamente, la gula, sigúese
que ésta se cuenta entre los pecados pequeños, es decir, no es pecado
mortal.
Contra esto: está lo que dice San Gregorio en XXX Moral.: Cuando manda la gula, los hombres
pierden todo aquello en lo que se han comportado bien, y si no se
domina el vientre, éste mata todas las virtudes. Ahora bien: sólo
el pecado mortal mata la virtud. Luego la gula es pecado
mortal.
Respondo: Como ya dijimos (
a.1), el vicio de
la gula consiste propiamente en un deseo desordenado. El orden de la
razón que modera la concupiscencia puede tomarse en un doble sentido.
En primer lugar, en cuanto a los medios, cuando éstos no son
proporcionados al fin. En segundo lugar, en cuanto al mismo fin,
cuando la concupiscencia aparta al hombre del fin debido. Por eso, si
consideramos el desorden del deseo en la gula como algo que aparta del
fin último, en ese caso la gula será pecado mortal. Esto sucede cuando
el hombre toma el deleite propio de la gula como fin que le hace
despreciar a Dios, por estar dispuesto a obrar en contra de los
preceptos divinos con tal de conseguir este deleite. Pero si el vicio
de la gula se da únicamente en los medios, por desear en exceso los
deleites de los alimentos, sin obrar, por ello, en contra de la ley
divina, entonces es pecado venial.
A las objeciones:
1. El vicio de la gula es pecado
mortal en cuanto que aparta del fin último. Bajo este aspecto se
opone, en cierto modo, al precepto de la santificación del sábado, día
en que debemos descansar en el fin último. En efecto, no todos los
pecados mortales se oponen directamente a los preceptos del decálogo,
sino sólo aquellos que llevan consigo alguna injusticia, ya que los
preceptos del decálogo regulan de un modo especial la justicia y sus
partes, como dijimos antes (
q.122 a.1).
2. En cuanto que aparta del fin
último, la gula se opone al amor de Dios, el cual debemos escoger como
fin último por encima de todo. Así considerada, la gula es pecado
mortal.
3. Hay que entender las palabras
de San Agustín como aplicadas a la gula en cuanto que sólo lleva
consigo un desorden respecto de los medios.
4. Puede decirse que la gula mata
las virtudes no tanto por sí misma cuanto por los vicios que se
derivan de ella, ya que San Gregorio dice en su Pastoralis: Cuando el estómago es víctima de la
glotonería, la lujuria mata las virtudes del alma.
Artículo 3:
¿Es la gula el pecado más grave?
lat
Objeciones por las que parece que la gula es el pecado más
grave.
1. La gravedad del pecado se mide por la magnitud del castigo. Ahora
bien: el pecado de gula merece un castigo severísimo, ya que San Juan
Crisóstomo, comentando el texto de Ez 16,49: Mira
cuál fue la iniquidad de Sodoma, tu hermana: tuvo hartura de
pan..., dice: La codicia del estómago expulsó del paraíso
a Adán; también ella provocó el diluvio en tiempo de
Noé. Luego el pecado de gula es el más grave.
2. En todo orden de cosas, la gula es lo más importante.
Ahora bien: la gula es causa de otros pecados, ya que, al comentar el
salmo 135,10: Al que hirió a los primogénitos de Egipto, dice
la Glosa: Lujuria, concupiscencia y soberbia
son producidas por el vientre. Luego la gula es el pecado más
grave.
3. Después de Dios, el hombre debe amarse a sí mismo más
que a nada, como ya dijimos antes (
q.26 a.4). Pero el hombre se hace
daño a sí mismo por medio de la gula, ya que, según leemos en Eclo
37,34,
muchos murieron a causa de la crápula. Por
consiguiente, la gula es el pecado más grave, al menos después de los
pecados contra Dios.
Contra esto: está el hecho de que los pecados carnales, entre los que se
encuentra la gula, llevan consigo una culpa menor, según San
Gregorio.
Respondo: Puede considerarse la gravedad de un
pecado bajo un triple aspecto. En primer lugar, y ante todo, por la
materia en la que se peca. En este sentido, los pecados más graves son
los que se cometen contra las cosas divinas. Y así considerado, el
vicio de la gula no es el más grave, puesto que tiene por objeto la
sustentación del cuerpo. En segundo lugar, podemos considerarlo por
parte del que peca, y entonces el pecado de gula pierde más gravedad,
sea porque se trata de la necesidad de tomar alimento o por la
dificultad que supone el conocer y moderar lo que conviene en esta
materia. En tercer lugar, por parte de los efectos, el pecado de gula
tiene cierta gravedad, en cuanto que de él se derivan otros
varios.
A las objeciones:
1. Esas penas se refieren, más que
a la misma gula, a los vicios derivados de ella o a su raíz. En
efecto, el primer hombre fue expulsado del paraíso a causa de la
soberbia, de la cual pasó a la gula. En cuanto al diluvio y al castigo
de Sodoma, fueron penas impuestas por los pecados de lujuria,
derivados de la gula.
2. Se trata de pecados producidos
por la gula. Además, la causa no es necesariamente lo más
importante, a no ser que se trate de causas esenciales. Pero la gula
no es causa esencial, sino accidental y ocasional, de estos
vicios.
3. El que comete pecado de gula
no pretende hacer daño a su cuerpo, sino deleitarse en la comida, y es
accidental, y no afecta directamente a la gravedad de la gula el que
se siga algún daño para el cuerpo. Ahora bien: la culpa se agrava en
caso de que, por tomar alimentos sin moderación, se siga algún daño
para el cuerpo.
Artículo 4:
¿Están bien señaladas las especies de gula?
lat
Objeciones por las que parece que las partes de la gula están mal
señaladas por San Gregorio, quien en XXX Moral.
dice: La gula nos tienta de cinco maneras: nos hace adelantar la
hora, exige manjares exquisitos, pide manjares preparados con excesivo
esmero, rebasa los límites en la cantidad y despierta una voracidad
sin límites. Todo ello se resume en estas palabras: de prisa, manjar exquisito, con exceso, con voracidad y con
excesivo esmero.
1.. Las formas de gula que acabamos de ver se diversifican por
las circunstancias. Pero éstas no cambian la especie, puesto que son
accidentes de los actos. Por tanto, estas formas de gula no dan lugar
a distintas especies de gula.
2. El lugar, al igual que el tiempo, es una circunstancia.
Por tanto, si distinguimos especies de gula teniendo en cuenta el
tiempo, parece que debemos hacerlo también con el lugar y otras
circunstancias.
3. La templanza tiene en cuenta las circunstancias; pero
también lo hacen las demás virtudes morales. Ahora bien: en los vicios
opuestos a éstas no se distinguen especies por razón de las distintas
circunstancias. Luego tampoco se distinguen en la gula.
Contra esto: está el testimonio de San Gregorio.
Respondo: Como ya dijimos (
a.1), la gula lleva
consigo una tendencia desordenada a tomar comida. Ahora bien: en el
acto de comer se distinguen dos partes: el alimento que se toma y el
acto de tomarlo. Por ello, puede haber desorden en el deseo bajo un
doble aspecto. En primer lugar, respecto del alimento que se toma. En
cuanto a la clase o sustancia del alimento, lo deseamos bueno,
estimable; en cuanto a su calidad, exigimos una preparación demasiado
esmerada; en cuanto a la cantidad, nos excedemos comiendo demasiado.
En segundo lugar, podemos considerar el desorden del deseo en el mismo
acto de tomar el alimento; haciéndolo de prisa, es decir, adelantando
la hora de tomarlo, o con voracidad, es decir, no observando la debida
moderación en el comer.
San Isidoro reduce a una las primeras especies, diciendo que el
tragón se excede en la sustancia, en la cantidad, en el modo y en el
tiempo de comer.
A las objeciones:
1. El no atenerse a las diversas
circunstancias da origen a varias especies de gula debido a los
motivos diversos, que dan lugar a las distintas virtudes morales. En
efecto, si se buscan manjares exquisitos, se excita la concupiscencia
respecto de la sustancia misma del alimento; pero cuando se acelera el
tiempo, la concupiscencia se desordena por la impaciencia en la
demora. Esto mismo sucede en los demás casos.
2. Ni en lugar ni en las otras
circunstancias se halla un motivo distinto relacionado con la comida
que dé lugar a una distinta especie de gula.
3. Cuando, en los vicios, las
distintas circunstancias dan lugar a motivos distintos, es necesario
tomar las distintas especies de vicios según estas diversas
circunstancias. Pero esto no sucede siempre así, como dijimos (
1-2 q.72 a.9).
Artículo 5:
¿Es la gula un vicio capital?
lat
Objeciones por las que parece que la gula no es un vicio
capital.
1. Llamamos vicios capitales a aquellos de los que se derivan otros
como de su fin. Pero el alimento, objeto de la gula, no es fin, ya que
no se busca en sí mismo, sino en orden a la nutrición del cuerpo.
Luego la gula no es un vicio capital.
2. Parece que el vicio capital posee cierta relevancia
dentro del género de pecado. Pero esto no se cumple en la gula, que
parece pertenecer a la clase ínfima de pecado, puesto que está muy
cerca de las exigencias de la naturaleza. Por consiguiente, no parece
que sea vicio capital.
3. El pecado consiste en apartarse de un bien honesto para
seguir un bien útil a la vida presente o agradable a los sentidos.
Pero se asigna un solo vicio capital, la avaricia, a los bienes
útiles. Por tanto, parece que debe asignarse también un único vicio
capital a todos los placeres. Este vicio es la lujuria, más grave que
la gula y cuyo objeto son deleites más fuertes. Por consiguiente, la
gula no es un vicio capital.
Contra esto: está el hecho de que San Gregorio, en XXX Moral., incluye a la gula entre los vicios
capitales.
Respondo: Como ya dijimos antes (
1-2 q.84 a.3.4), se llama vicio capital a un vicio que da lugar a otros vicios
como causa final de los mismos, es decir, en cuanto que tiene un fin
tan deseable que, llevados por el deseo del mismo, los hombres se
sienten atraídos a pecar de diversos modos. Ahora bien: un fin se hace
muy apetecible cuando posee alguna de las condiciones de la felicidad,
la cual es apetecible por naturaleza. Y uno de los elementos
esenciales a la felicidad es el deleite, como queda
demostrado en I
Ethic. y X. Por
eso es correcto incluir entre los vicios capitales a la gula, que se
ocupa de los deleites del tacto, que son muy importantes entre los
deleites.
A las objeciones:
1. El alimento se ordena a otro
objeto como a su fin. Pero dado que ese fin, la conservación de la
vida, es sumamente apetecible, puesto que la vida no puede conservarse
sin el alimento, sigúese que éste es también sumamente apetecible, y a
él se ordena casi todo el trabajo del hombre, conforme a lo que dice
Ecl 6,7:
Todo el trabajo del hombre es para su boca.
Sin embargo, parece que la gula se ocupa de los deleites de los
alimentos más que de los alimentos mismos. Por eso, como dice San
Agustín en De Vera Relig., los que no
estiman la salud del cuerpo prefieren comer —en lo cual está el
deleite- antes que saciarse, aunque la finalidad de ese deleite es
apagar el hambre y la sed.
2. El fin que se busca en el
pecado hay que juzgarlo bajo su aspecto de conversión, pero su
gravedad proviene del aspecto de aversión. Por eso no parece necesario
el que un vicio capital, por tener un fin sumamente apetecible, tenga
también suma gravedad.
3. Lo que agrada es apetecible
por sí mismo. Por eso se asignan dos vicios capitales, gula y lujuria,
según la diversidad del objeto deleitable. En cambio, lo útil no es
apetecible por sí mismo, sino en cuanto que se ordena a otro fin. Por
eso parece que en todos los objetos que poseen esa cualidad de útil
existe una sola razón que los hace apetecibles y, por consiguiente, se
les asigna un solo vicio capital.
Artículo 6:
¿Es correcto asignar cinco hijas a la gula?
lat
Objeciones por las que parece que no están bien señaladas cinco hijas
de la gula, a saber: alegría boba, bufonería, inmundicia,
locuacidad y ceguera mental.
1.. La alegría boba es fruto de cualquier pecado, según leemos
en Prov 2,14: Se gozan en hacer el mal y se huelgan en la
perversidad del vicio. Igualmente la ceguera mental se encuentra
en todo pecado, según dice Prov 14,22: Se equivocan quienes obran
mal Luego es incorrecto considerarlas hijas de la
gula.
2. La inmundicia, que acompaña tantas veces a la gula,
parece reducirse al vómito, según leemos en Is 28,8: Las mesas
están todas llenas de vómitos de inmundicias. Pero esto no parece
ser pecado, sino más bien pena o incluso una cosa útil y aconsejable,
conforme a lo que se dice en Eclo 31,25: Si te viste obligado a
comer demasiado, levántate, vomita, y te sentirás aliviado. Luego
la inmundicia no debe considerarse como hija de la
gula.
3. San Isidoro considera a la bufonería
como hija de la lujuria y no de la gula. Por tanto, no debe ponerse
entre las hijas de la gula.
Contra esto: está que San Gregorio, en XXXI Moral., enumera estas hijas de la gula.
Respondo: Como ya dijimos (
a.1), la gula se
ocupa del deleite inmoderado en la comida y la bebida. Por tanto, han
de considerarse hijas de ella los vicios que son fruto de ese deleite
inmoderado. Estos pueden considerarse por parte del alma y del cuerpo.
Por parte del alma podemos verlas bajo un doble aspecto. En primer
lugar, por orden a la razón, cuya agudeza se embota por la falta de
moderación en la comida y la bebida. Aquí queda incluida la ceguera
mental, fruto de la fumosidad de los alimentos, que llegan a perturbar
a la inteligencia, mientras que, en el extremo opuesto, la abstinencia
favorece la agudeza de percepción, según se dice en Ecl 2,3:
pensé
en liberar mi carne del poder del vino para elevar mi alma hasta la
sabiduría. En segundo lugar, por orden al apetito, que sufre
múltiples desarreglos a causa de la falta de moderación en la comida y
la bebida una vez adormecida la razón, que es la que dirige. Bajo este
aspecto queda incluida la necia alegría, ya que todas las otras
pasiones desordenadas dicen orden a la alegría y la tristeza, tal como
leemos en II
Ethic.. Esto
mismo se expresa en Esd 3,20:
El vino hace creer que todo es
seguridad y gozo. En tercer lugar, en cuanto a la abundancia de
palabra, se incluye la locuacidad, porque, como dice San Gregorio en
su
Pastoral,
si los dominados por la gula
no fueran tan locuaces, el rico que se ocupaba diariamente en festines
espléndidos no tendría la lengua tan inflamada por el fuego. En
cuarto lugar, en orden al acto mismo desordenado, se incluye la
bufonería, es decir, la alegría tonta de la ausencia de razón, la
cual, del mismo modo que no puede evitar las palabras, tampoco puede
evitar los gritos externos. Por eso, al comentar el pasaje de Ef
palabras necias y ridiculas, dice la
Glosa:
Es lo que los necios llaman bufonería, es decir, la jocosidad, la
que provoca la risa. Ambos pueden referirse, no obstante, a las
palabras por las que suele pecarse, bien porque son superfluas, como
sucede en la
locuacidad, o porque no son honestas, como en la
bufonería.
Por parte del cuerpo suele incluirse la inmundicia. Esta puede
tomarse como emisión desordenada de cualquier superfluidad, o, de modo
especial, en cuanto a la emisión de semen. De ahí que al comentar Ef
5,3, la fornicación y toda clase de inmundicia..., diga la
Glosa: Es decir, cualquiera incontinencia
libidinosa.
A las objeciones:
1. La alegría, que es fruto del
pecado o de su fin, acompaña a todo pecado, sobre todo si es habitual.
Pero la alegría indefinida, que aquí se llama necia, nace
principalmente de tomar comidas o bebidas en exceso. Hemos de decir
también que el embotamiento de los sentidos para elegir suele
encontrarse en todo pecado. Pero el embotamiento de los sentidos sobre
las verdades especulativas procede principalmente de la gula, por la
razón ya apuntada (In corp.).
2. Si bien es útil vomitar después
de comer en exceso, es un vicio el tener que someterse a ello porque
se ha abusado de la comida o de la bebida. Sin embargo, el vómito es
necesario, a veces, por prescripción médica, como remedio para alguna
enfermedad.
3. La bufonería procede
ciertamente del acto de la gula; pero no del acto de lujuria, sino del
deseo del mismo. Por eso puede pertenecer a ambos vicios.