Pasamos ahora a estudiar la sobriedad y su vicio opuesto: la
embriaguez (q.150).
Sobre la sobriedad se plantean cuatro preguntas:
Artículo 1:
¿Es la bebida el objeto de la sobriedad?
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Objeciones por las que parece que no es la bebida el objeto de la
sobriedad.
1. Dice Rom 12,3: No saber por encima de lo que conviene saber,
sino saber con sobriedad. Por tanto, la sobriedad se ocupa de la
sabiduría, y no sólo de la bebida.
2. En Sab 8,7 se dice, de la sabiduría de Dios, que enseña la sobriedad, la justicia y la virtud, tomando la sobriedad
como templanza. Pero la templanza no se ocupa sólo de la bebida, sino
del alimento y de los placeres venéreos. Luego la sobriedad no tiene
como único objeto la bebida.
3. La palabra sobriedad parece haber sido tomada de
observar la medida. Ahora bien: debemos guardar una cierta medida en
todo lo referente a nosotros. Por eso se dice en Tit 2,12: Vivamos sobria, justa y piadosamente. Y la Glosa
comenta: Sobriamente, en nosotros. Y 1 Tim 2,9
dice: Las mujeres, en hábito honesto, adornándose con recato y
sobriedad. Por eso parece que la sobriedad se refiere no sólo al
interior, sino a las cosas referentes al ornato exterior. Luego la
bebida no es el objeto propio de la sobriedad.
Contra esto: está Eclo 31,32: El vino fortalece si se bebe con
sobriedad.
Respondo: Las virtudes que reciben el nombre
de una cualidad general a toda virtud reclaman para sí, de un modo
específico, aquella materia en la que es sumamente difícil y útil
conservar su condición. Así, la fortaleza reclama los peligros de
muerte y la templanza los deleites del tacto. Ahora bien: la palabra
sobriedad se deriva de medida. Al decir que alguien es sobrio
indicamos que guarda una medida. Por eso la sobriedad se apropia, de
un modo específico, una materia en la cual es sumamente laudable el
observar una medida, cual es la bebida alcohólica. En efecto, el uso
de la bebida con moderación es muy saludable, mientras que el exceso
en ella hace mucho daño, porque impide el uso de la razón más incluso
que el exceso en la comida. Por eso leemos en Eclo 31,37-38: Alegría del corazón y bienestar del alma es el vino tomado con
sobriedad; dolor de cabeza, amargura e ignominia es el vino bebido con
exceso. Por ello, la sobriedad se ocupa especialmente de la
bebida, no de cualquier comida, sino de la que, por sus cualidades
espiritosas, puede trastornar la cabeza, como son el vino y todas las
demás bebidas inebriantes. En cambio, si tomamos la sobriedad en
sentido genérico, puede aplicarse a cualquier
materia, exactamente igual que dijimos antes sobre la fortaleza y la
templanza (q.123 a.2; q.141 a.2).
A las objeciones:
1. De igual modo que decimos que
el vino material embriaga el cuerpo, así también, en sentido
metafórico, se dice que la sabiduría es una bebida embriagadora porque
atrae al alma con su deleite, según leemos en el salmo 22,5: ¡Qué
bella es mi copa embriagadora! Y por eso se habla, por
paralelismo, de una cierta sobriedad en la contemplación de la
sabiduría.
2. Todo lo relativo a la
sobriedad es necesario para la vida presente, y su exceso es malo. Por
eso conviene observar una cierta medida en todos los órdenes, lo cual
es misión de la sobriedad. De ahí que, bajo el nombre de sobriedad, se
designe a la templanza. Pero un pequeño exceso en la bebida es más
perjudicial que en otras materias, y por ello la sobriedad se ocupa
especialmente de la bebida.
3. Aunque se requiere una cierta
medida en todos los órdenes, no siempre se llama sobriedad, sino sólo
en aquellas materias en las que la medida es necesaria.
Artículo 2:
¿Es la sobriedad, en sí misma, una virtud especial?
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Objeciones por las que parece que la sobriedad no es, en sí misma,
una virtud especial.
1. La abstinencia se ocupa de la comida y la bebida. Pero no hay una
virtud específica que se ocupe de la comida. Luego tampoco es una
virtud específica la sobriedad, que se ocupa de la
bebida.
2. La abstinencia y la gula tienen por objeto los deleites
del tacto en cuanto sensación de alimento. Ahora bien: ambas, comida y
bebida, son alimento, puesto que el animal necesita alimento seco y
húmedo. Luego la sobriedad, que se ocupa de la bebida, no es una
virtud específica.
3. Así como en el orden de la nutrición distinguimos entre
comida y bebida, así también existen distintas clases de comida y de
bebida. Por ello, si la sobriedad fuera por sí misma una virtud
específica, parece que sería necesaria la existencia de una virtud
específica para cualquier diferencia de bebida o comida, lo cual no
puede admitirse. Por tanto, parece que la sobriedad no es una virtud
específica.
Contra esto: está el hecho de que Macrobio dice que la
sobriedad es una parte especial de la templanza.
Respondo: Como ya dijimos (q.146 a.2; q.123 a.12; q.136 a.1; q.141 a.3), es propio de toda virtud moral
conservar el bien racional contra los obstáculos que pueden impedirlo.
Por eso, dondequiera que exista un especial impedimento para la razón,
conviene que exista una virtud específica que lo supere. Ahora bien:
el uso de la bebida inebriante puede impedir el uso de la razón de un
modo especial en cuanto con su fumosidad perturba al cerebro. De ahí
que se requiera una virtud específica que quite ese impedimento, y tal
virtud es la sobriedad.
A las objeciones:
1. Tanto la comida como la bebida
pueden impedir el bien de la razón, atrayéndola mediante el placer
inmoderado, y para evitarlo está la abstinencia. Pero la bebida
alcohólica lo hace de un modo especial, como dijimos (In
corp.). Por eso requiere una virtud especial.
2. La virtud de la abstinencia no
se ocupa de la comida y bebida en cuanto que alimentan, sino en cuanto
que pueden impedir el uso de la razón. Por eso no es preciso
establecer una virtud especial que se ocupe de ellas en cuanto
elementos nutritivos.
3. Todas las bebidas alcohólicas
impiden el recto uso de la razón de igual modo. De ahí que esa
diversidad de bebidas sea materia accidental para la virtud, y no se
originen diversas virtudes por esta diversidad de bebidas. Este
argumento vale también para la diversidad de manjares.
Artículo 3:
¿Es totalmente ilícito el uso del vino?
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Objeciones por las que parece que el uso del vino es totalmente
ilícito.
1. Nadie puede estar en gracia sin la sabiduría, pues en Sab 7,28 se
dice: Dios a nadie ama sino al que mora con la
sabiduría. Y más adelante (9,19) dice: Mediante la sabiduría
fueron salvos todos los que te agradaron desde el principio. Ahora
bien: el uso del vino impide la sabiduría, ya que dice Ecl 2,3: Me
propuse apartar mi carne del vino, mientras daba mi mente a la
sabiduría. Luego es siempre ilícito beber vino.
2. El Apóstol dice en Rom 14,21: Bueno es no comer
carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano tropiece, o se
escandalice, o flaquee. Pero dejar de practicar el bien de la
virtud y escandalizar a los hermanos son vicios. Luego el uso del vino
es ilícito.
3. Dice San Jerónimo: El vino y la
carne fueron permitidos tras el diluvio; pero Cristo vino al fin de
los tiempos y restituyó las cosas a su estado primitivo. Luego
parece que, bajo la ley cristiana, es ilícito el uso del
vino.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol en 1 Tim 5,23: No bebas
agua sola, sino mezcla un poco de vino por el mal de estómago y tus
frecuentes enfermedades. Y Eclo 31,36 dice: Alegria del corazón
y bienestar del alma es el vino bebido con moderación.
Respondo: Ningún manjar ni bebida son ilícitos
por sí mismos, ya que el Señor dice en Mt 15,11: Nada de lo que
entra por la boca mancha al hombre. Luego el beber vino, en sí
mismo, no es ilícito. Ahora bien: puede hacerse ilícito
accidentalmente, bien sea por la disposición de quien lo bebe, que
resulta fácilmente afectado por él, o bien porque ha hecho voto de no
beberlo, o por el modo de beberlo, si se excede en la cantidad.
También podría resultar malo el beberlo cuando sirve de escándalo a
otros.
A las objeciones:
1. Hay un doble modo de poseer la
sabiduría. En primer lugar, de un modo amplio, en cuanto suficiente
para salvarse. En este sentido no es necesario, para poseerla,
abstenerse totalmente del vino, sino del uso inmoderado del mismo. En
segundo lugar, para alcanzar un cierto grado de perfección. En este
sentido, algunos deben abstenerse del vino totalmente para poseer la
sabiduría de un modo perfecto, según el modo de ser de algunas
personas y lugares.
2. El Apóstol no dice que sea
bueno, sin más, abstenerse del vino, sino en el caso de que alguien se
escandalice.
3. Cristo quiere apartarnos de
algunas cosas como totalmente ilícitas y de otras en cuanto que
impiden la perfección. En este sentido aparta a algunos del vino para
que se dediquen a la perfección, al igual que los aparta de las
riquezas y de otras cosas semejantes.
Artículo 4:
¿Es más necesaria la sobriedad en las personas mayores?
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Objeciones por las que parece que la sobriedad se requiere de un modo
especial en las personas mayores.
1. La ancianidad da al hombre cierta preeminencia, de ahí que se deba
a los ancianos honor y reverencia, según leemos en Lev 19,32: Alzate ante una cabeza blanca y honra la persona del anciano.
Ahora bien: el Apóstol dice que hay que exhortar a los ancianos, de
modo especial, a que sean sobrios, según nos dice en Tit 2,2: Los
ancianos, que sean sobrios. Luego la sobriedad es especialmente
necesaria en las personas más eminentes.
2. El obispo ocupa el grado más preeminente en la Iglesia.
Pero el Apóstol les recomienda la sobriedad en 1 Tim 3,2: Conviene
que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio,
prudente... Luego la sobriedad es exigida, de un modo especial, a
las personas más importantes.
3. La sobriedad lleva consigo el abstenerse del vino. Pero
el vino se prohibe a los reyes, que ocupan el lugar principal en la
escala social, y se permite a quienes se hallan en estado de
abatimiento, según dice Prov 31,4: No des vino a los reyes. Y
más adelante: Dad sidra a los que están tristes y vino a los que
están abatidos. Por tanto, es necesaria la sobriedad en las
personas más importantes.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol en 1 Tim 3,11: También las
mujeres deben ser honorables, sobrias... Y Tit 2,6 dice: Asimismo, a los jóvenes exhórtalos a ser sobrios.
Respondo: Toda virtud es un hábito con una
doble relación: por una parte, a los vicios contrarios,
excluyéndolos, y a las concupiscencias,
frenándolas; por otra, al fin al que conduce. Así, pues, una virtud
puede ser necesaria en una persona por un doble motivo. Primero,
porque siente una inclinación mayor hacia las concupiscencias, la cual
ha de ser frenada por la virtud, y hacia los vicios que son suprimidos
por ella. En este sentido, la sobriedad es sumamente necesaria en los
jóvenes y en las mujeres: en los primeros se da un mayor deseo del
deleite, debido al ardor de su edad, y en las segundas no hay
suficiente vigor mental para resistir a la concupiscencia. Por eso, según Máximo Valerio, las mujeres romanas no bebían vino.
En segundo lugar, la sobriedad es más necesaria en algunas personas para realizar sus propias acciones. El vino, por su parte, si se toma sin moderación, impide el funcionamiento de la razón. Por eso se recomienda la sobriedad, de un modo especial, a los ancianos, cuya inteligencia conviene que esté despierta para enseñar a los demás; a los obispos y demás miembros de la Iglesia, que deben realizar su labor espiritual con una mente devota, y a los reyes, que deben gobernar a su pueblo sabiamente.
A las objeciones: es evidente por lo expuesto.