Artículo 1:
¿Tiene causa el pecado?
lat
Objeciones por las que parece que el pecado no tiene
causa:
1. El pecado tiene razón de mal, como hemos dicho (
q.71 a.6). Pero el
mal no tiene causa, como dice Dionisio en el capítulo 4
De div.
nom. Luego el pecado no tiene causa.
2. Además, causa es aquello a lo que se sigue algo por
necesidad. Mas lo que es por necesidad no parece sea pecado, pues
todo pecado es voluntario. Luego el pecado no tiene
causa.
3. Si el pecado tiene causa, o tiene por causa el bien, o el
mal. Pero no el bien: porque el bien no produce más que bien: pues no puede el árbol bueno dar frutos malos, como se dice en Mt 7,18.
E igualmente tampoco el mal puede ser causa del pecado: porque el mal
de la pena sigue al pecado; y el mal de la culpa es el pecado mismo.
El pecado, pues, no tiene causa.
Contra esto: está (el hecho y axioma de) que todo lo que existe (o
sucede) tiene causa, pues, como dice Job 5,6: nada se hace en la
tierra sin causa. Pero el pecado se hace, pues es un dicho,
hecho o deseo contra la ley de Dios. Luego el
pecado tiene causa.
Respondo: El pecado es un acto desordenado. Por
parte, pues, del acto tiene su causa directa, como cualquier otro
acto. Mas por parte del desorden tiene causa del mismo modo que pueden
tener causa la negación o la privación. Pero a la negación de algo se
puede asignar una doble causa. Primero, la falta de causa, esto es, la
negación de la causa misma es causa de la negación en sí: quitada la
causa, se quita el efecto; así, la causa de la oscuridad es la
ausencia del sol. Segundo, la causa de la afirmación a la que sigue la
negación, es accidentalmente causa de la negación consiguiente: así el
fuego, causando calor en virtud de su tendencia principal,
consiguientemente, es causa de la privación del frío. El primero de
estos (modos de causalidad) puede bastar para la mera negación. Mas,
como el desorden del pecado y cualquier mal no sea mera negación, sino
privación de aquello que a una cosa le compete naturalmente y debe
tener, es necesario que tal desorden tenga una causa agente
accidental: pues lo que es natural y se debe tener nunca faltaría sino
por alguna causa que lo impide. Y según esto hay costumbre de decir
que el mal —que consiste en cierta privación-tiene una causa
deficiente, o eficiente accidental.
Mas toda causa accidental se reduce a otra esencial (o directa).
Como, pues, el pecado por parte del desorden tenga una causa eficiente
accidental, mas por parte del acto tenga una causa eficiente esencial
(o directa), síguese que el desorden del pecado resulta de la causa
misma del acto. Así pues, la voluntad carente de la dirección de la
regla de la razón y de la ley divina,
tendiendo a un bien mudable, es causa directa del acto del pecado, e
indirecta del desorden del acto, que está fuera de su intención: pues
la falta de orden en el acto proviene del defecto de dirección en la
voluntad.
A las objeciones:
1. El pecado no sólo denota la
privación misma del bien, que es el desorden, sino que denota el acto
bajo tal privación, la cual tiene razón de mal. Y de qué modo tenga
causa, lo acabamos de decir (en sol.).
2. Si aquella definición de causa
ha de verificarse universalmente, debe entenderse acerca de la causa
suficiente y no impedida. Pues acontece que una cosa es causa
suficiente de otra y, sin embargo, su efecto no se sigue
necesariamente por un impedimento que sobreviene; en otro caso se
seguiría que todas las cosas sucederían por necesidad, como es claro
por el libro VI de los Metafísicos. Así pues,
aunque el pecado tenga su causa, sin embargo, no se sigue que sea
necesaria: porque el efecto puede ser impedido.
3. Según hemos expuesto (en sol.),
la causa del pecado es la voluntad, que no aplica la regla de la razón
o de la ley divina. Mas esto, que consiste en no emplear la regla de
la razón o de la ley divina, de suyo no tiene razón de mal —ni de
pena ni de culpa-antes de que se aplique a la acción. Por donde, según
esto, la causa del primer pecado no es mal alguno, sino un bien falto
de algún otro bien.
Artículo 2:
¿Tiene el pecado una causa interior?
lat
Objeciones por las que parece que el pecado no tiene una causa
interior:
1. Lo que es más interior a una cosa siempre está presente. Si, pues,
el pecado tuviera una causa interior, el hombre pecaría siempre, ya
que, puesta la causa, se sigue el efecto.
2. Además, una cosa no es causa de sí misma. Mas los movimientos
internos del hombre son pecado. Luego no son causa del
pecado.
3. Todo lo que hay dentro del hombre o es natural o
voluntario. Pero lo que es natural no puede ser causa del pecado:
porque el pecado es contra la naturaleza, como dice el
Damasceno. Y lo que es voluntario, si es desordenado,
ya es pecado. Luego ninguna cosa interior puede ser la causa del
primer pecado.
Contra esto: está lo que dice Agustín: que la voluntad
es la causa del pecado.
Respondo: Como ya expusimos (
a.1), la causa
directa del pecado debe considerarse por parte del acto mismo. Mas
puede indicarse una causa interior y mediata del acto humano y otra
inmediata. La causa inmediata del acto humano es la razón y la
voluntad, según la cual el hombre es libre en su albedrío. La causa
remota es la aprehensión de la parte sensitiva y también el apetito
sensitivo. Así pues, como la voluntad se mueve a algo según la razón
por el juicio de ésta, así también el apetito sensitivo se inclina a
algo por la aprehensión de los sentidos. Y esta inclinación a veces
arrastra a la voluntad y a la razón, como se verá más abajo (
q.77 a.1). Por consiguiente, se puede señalar una causa interior doble del
pecado. Una próxima, por parte de la razón y de la voluntad; y otra
remota, por parte de la imaginación y del apetito sensitivo.
Mas, como dijimos arriba (a.1) que la causa del pecado es un bien
aparente que mueve con carencia del motivo debido, esto es, de la
regla de la razón o de la ley divina, ese mismo motivo, que es el bien
aparente, pertenece a la aprehensión del sentido y al apetito. Pero la
ausencia misma de la regla debida pertenece a la razón, a la cual
corresponde por naturaleza considerar dicha regla. Mas la perfección
misma del acto voluntario del pecado pertenece a la voluntad; de modo
que el mismo acto de la voluntad, supuestas estas premisas, ya es un
cierto pecado.
A las objeciones:
1. Lo que es intrínseco como
potencia natural siempre se da; mas lo que es intrínseco como acto
interior de la facultad apetitiva o aprehensiva no siempre se da. La
misma potencia, que es la voluntad, es causa potencial del pecado;
pero se reduce al acto por los movimientos previos, tanto de la parte
sensitiva primero, como de la razón después. Pues la razón a veces
falla en la consideración de la regla debida, por el hecho de que se
le propone algo apetecible según el sentido, y el apetito sensitivo se
inclina a ello. Y así la voluntad cumple el acto del pecado. Mas,
puesto que los movimientos previos no siempre están en acto, tampoco
el pecado está siempre en acto.
2. No todos los movimientos
interiores son de la esencia del pecado, el cual consiste
principalmente en el acto de la voluntad, sino que algunos preceden y
otros siguen al pecado.
3. Aquello que es causa del pecado
como potencia que realiza el acto, es natural. También el movimiento
de la parte sensitiva, del que se sigue el pecado, a veces es natural,
como cuando uno peca por el apetito del alimento. Mas el pecado
resulta innatural por el hecho de apartarse de la regla natural que el
hombre debe tener en cuenta según su naturaleza.
Artículo 3:
¿Tiene causa exterior el pecado?
lat
Objeciones por las que parece que el pecado no tiene causa
exterior:
1. El pecado es un acto voluntario. Mas lo voluntario es de las cosas
que hay en nosotros; y así no tienen causa exterior. Luego el pecado
no tiene causa exterior.
2. Además, así como la naturaleza es un principio interior, así
también lo es la voluntad. Pero el pecado en las cosas naturales nunca
acaece sino por una causa interior: por ejemplo, los partos de
monstruos provienen de la corrupción de algún principio interior.
Luego tampoco en lo moral puede darse el pecado sino por una causa
interior. El pecado, pues, no tiene una causa exterior.
3. Multiplicada la causa, se multiplica el efecto. Pero
cuanto son más y mayores las cosas que exteriormente inducen a pecar,
tanto menos se le imputa a uno como pecado aquello que obra
desordenadamente. Luego nada exterior es causa del
pecado.
Contra esto: está lo que se dice en los Núm 31,16: ¿Acaso no son
éstas las que engañaron a los hijos de Israel y les hicieron
prevaricar contra el Señor con el pecado de Fogor? Luego algo
exterior puede ser causa que hace pecar.
Respondo: Según expusimos arriba (
a.2), la
causa interior del pecado es la voluntad, como consumadora del acto
del pecado; y la razón, en cuanto que carece de la regla debida; y el
apetito sensitivo, que inclina (al mal). Así, pues, una cosa externa
puede ser causa del pecado de tres modos: o porque mueva
inmediatamente a la voluntad misma; o porque mueva a la razón; o
porque mueva al apetito sensitivo. Mas a la voluntad no la puede mover
nadie si no es Dios, según hemos dicho anteriormente (
q.9 a.6), y Dios
no puede ser causa del pecado, como demostraremos más abajo (
q.79 a.1). Por donde resta que ninguna cosa exterior puede ser causa del
pecado a no ser en cuanto mueva a la razón, como el hombre o el
demonio que persuade a pecar; o moviendo el apetito sensitivo, como lo
mueven algunas cosas sensibles externas. Mas ni la persuasión exterior
mueve necesariamente a la razón en las cosas prácticas; ni tampoco
mueven necesariamente al apetito sensitivo las cosas propuestas
exteriormente, a no ser que acaso esté dispuesto de algún modo; y con
todo, tampoco el apetito sensitivo mueve necesariamente a la razón y
la voluntad. Por consiguiente, algo exterior puede ser una cierta
causa que mueva a pecar, induciendo, aunque no suficientemente, al
pecado. Pues la causa única que realiza suficientemente el pecado, es
sólo la voluntad.
A las objeciones:
1. Por el hecho de que las cosas
exteriores que mueven a pecar no induzcan (a ello) suficientemente y
por necesidad, se sigue que queda en nosotros el poder pecar y no
pecar.
2. Por el hecho de
que se ponga una causa interior del pecado, no se excluyen las
exteriores: pues lo exterior no es causa del pecado sino mediante la
causa interior, como hemos dicho (en sol.).
3. Multiplicadas las causas
exteriores que inclinan a pecar, se multiplican los actos de pecado:
pues muchas de esas causas inclinan a pecar y muchas veces. Mas, sin
embargo, disminuye la razón de culpa, que consiste en que algo sea
voluntario y esté en nuestra facultad.
Artículo 4:
¿Un pecado es causa de otro pecado?
lat
Objeciones por las que parece que un pecado no es causa de otro
pecado:
1. Cuatro son los géneros de causas, y ninguno parece convenir con
que un pecado sea causa de otro pecado. Pues el fin tiene razón de
bien, lo cual no compete al pecado, que por esencia es malo. Y por la
misma razón, el pecado tampoco puede ser causa eficiente: porque el
mal no es una causa operante, sino que es débil e impotente,
como dice Dionisio en el capítulo 4 De div. nom.
Y la causa material y formal parecen tener lugar sólo en los cuerpos
naturales, que están compuestos de materia y forma. Luego el pecado no
puede tener causa material y formal.
2. Además, producir una cosa semejante a sí es propio del ser
perfecto, como se dice en el libro IV de los Meteor. Pero el pecado, por su misma naturaleza, es
imperfecto. Luego un pecado no puede ser causa de otro
pecado.
3. Si la causa de este pecado es otro, por la misma razón la
causa de este otro será otro pecado, y así se iría hasta el infinito,
lo cual es absurdo. Luego un pecado no es causa de otro
pecado.
Contra esto: está lo que dice Gregorio, comentando a Ezequiel, el pecado que no se borra pronto por
la penitencia es pecado y causa de pecado.
Respondo: Teniendo el pecado causa por parte
del acto, un pecado puede ser causa de otro del mismo modo que un acto
humano puede ser causa de otro. Sucede, pues, que un pecado puede ser
causa de otro según los cuatro géneros de causas. Primero, según el
modo de la causa eficiente o motora, tanto directa como
indirectamente. Indirecta, como el que remueve un impedimento se dice
móvil indirecto; cuando, pues, alguien, por un acto pecaminoso, pierde
la gracia, o la caridad, o el pudor, o cualquiera otra cosa que le
retraía del pecado, cae por eso mismo en otros pecados; y así, el
primer pecado es causa indirecta de otros pecados. Directamente, como
cuando por un acto pecaminoso se dispone uno a cometer más fácilmente
otro acto similar; pues los actos son causa de las disposiciones y los
hábitos, que inclinan a actos semejantes. Según el género de causa
material, un pecado es causa de otro en cuanto le prepara la materia:
así, la avaricia prepara la materia para el litigio, que generalmente
es por las riquezas acumuladas. Según el género de causa final, un
pecado es causa de otro en cuanto que, por motivo de un pecado,
alguien comete otro pecado: como cuando uno cae en la simonía por la
ambición; o en la fornicación, por el hurto. Y, puesto que en lo moral
el fin proporciona la forma, según hemos expuesto anteriormente (
q.1 a.3;
q.18 a.6), de ahí se sigue también que un pecado es la causa
formal de otro: Por lo tanto, en el acto de fornicación que se comete
por el hurto, la fornicación es como lo material, y el hurto, como lo
formal.
A las objeciones:
1. El pecado en cuanto desordenado
tiene razón de mal; pero en cuanto es un cierto acto, tiene por fin
algún bien, al menos aparente. Y así, por parte del acto puede ser
causa de otro pecado tanto final como eficiente; aunque no por parte
del desorden. El pecado tiene materia no de la cual, sino acerca de la
cual (es); y forma la tiene por el fin. Por ello un pecado puede
decirse causa de otro pecado según los cuatro géneros de causas, como
hemos dicho (en sol.).
2. El pecado es imperfecto con
imperfección moral en cuanto a su desorden; pero en cuanto acto puede
tener la perfección de la naturaleza, y así puede ser causa de otro
pecado.
3. No toda causa del pecado es
pecado. Por ende, no es necesario proceder hasta el infinito, sino
que se puede llegar a algún pecado primero cuya causa no sea otro
pecado.