Artículo 1:
¿Mueve el entendimiento a la voluntad?
lat
Objeciones por las que parece que el entendimiento no mueve a la
voluntad.
1. Comentando la frase del Salmo (118,20): Anhela mi alma desear
tus decisiones, dice Agustín: Sobrevuela el
entendimiento, sigue un afecto tardo o nulo: conocemos el bien, pero
no agrada practicarlo. Pero esto no sucedería si el entendimiento
moviera a la voluntad, porque el movimiento del móvil sigue a la
moción de lo que mueve. Luego el entendimiento no mueve a la
voluntad.
2. Además, el entendimiento se comporta con la voluntad como lo que
presenta lo apetecible, igual que la imaginación presenta lo
apetecible al apetito sensitivo. Pero la imaginación que presenta lo
apetecible no mueve al apetito sensitivo; al contrario, a veces nos
comportamos con las cosas que imaginamos como con lo que se nos
muestra en una pintura, con lo que no nos movemos, como se dice en el
libro De anima. Luego tampoco el entendimiento
mueve a la voluntad.
3. Además, una misma cosa, respecto a lo mismo, no es lo que mueve y
lo movido. Pero la voluntad mueve al entendimiento, pues entendemos
cuando queremos. Luego el entendimiento no mueve a la
voluntad.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en el III De
anima: Lo apetecible entendido es lo que mueve y
no es movido, mientras que la voluntad es lo que mueve
movido.
Respondo: Una cosa necesita ser movida por otra
en la medida que está en potencia para muchas cosas, pues es necesario
que lo que está en potencia pase a acto mediante algo que esté en
acto; y esto es mover. Ahora bien, se encuentra que una potencia del
alma está en potencia para cosas diversas de dos modos: uno, en cuanto
a hacer y no hacer; el otro, en cuanto a hacer esto o aquello. Por
ejemplo: la vista unas veces ve en acto y otras veces no ve; y unas
veces ve blanco y otras veces ve negro. Por consiguiente, se necesita
algo que mueva para dos cosas: para el ejercicio o uso del acto y para
la determinación del acto. La primera de ellas procede del sujeto, que
unas veces se encuentra obrando y otras no obrando; la otra procede
del objeto, y por ella se especifica el acto.
Pues bien, la moción del sujeto procede de algún agente. Y como todo
agente obra por un fin, como se demostró (q.1 a.2), el principio de
esta moción procede del fin. Y por eso el arte a la que pertenece el
fin mueve con sus dictámenes al arte a la que pertenece lo que es para
el fin: Como el arte de navegar dictamina a la constructiva,
según se dice en el II Physic. Ahora bien, el
objeto de la voluntad es el bien en común, que tiene razón de fin. Por
eso, desde él la voluntad mueve las otras potencias del alma
a sus actos, pues las usamos cuando queremos; porque
los fines y las perfecciones de todas las otras potencias están
incluidos en el objeto de la voluntad como bienes particulares, y
siempre el arte o la potencia a la que pertenece el fin universal
mueve a obrar al arte o a la potencia a la que pertenece un fin
particular incluido en el universal. Por ejemplo: el caudillo de un
ejército, que pretende el bien común, es decir, el orden de todo el
ejército, mueve con sus órdenes a alguno de los tribunos, que pretende
el orden de una sección.
Por su parte, el objeto mueve determinando el acto, como un principio
formal, que especifica la acción en las cosas naturales, igual que el
calor al calentar. Ahora bien, el primer principio formal es el ente y
lo verdadero universal, que es el objeto del entendimiento. Luego, con
este tipo de moción, el entendimiento mueve a la voluntad,
presentándole su objeto.
A las objeciones:
1. De esa autoridad no se tiene que
el entendimiento no mueva, sino que no mueve necesariamente.
2. Lo mismo que la imaginación de
una forma no mueve el apetito sensitivo sin la estimación de
conveniente o nocivo, tampoco la aprehensión de lo verdadero sin la
razón de bueno y apetecible. Por eso el entendimiento especulativo no
mueve, sino el entendimiento práctico, como se dice en el III De
anima.
3. La voluntad mueve al
entendimiento para el ejercicio del acto, porque lo verdadero, que es
la perfección del entendimiento, está incluido como bien particular en
el bien universal. Pero, para la determinación del acto, que procede
del objeto, el entendimiento mueve a la voluntad, porque el mismo bien
es comprendido según una razón especial, incluida en la razón
universal de verdadero. Y así está claro que no es lo mismo lo que
mueve y lo que es movido respecto a lo mismo.
Artículo 2:
¿Mueve el apetito sensitivo a la voluntad?
lat
Objeciones por las que parece que el apetito sensitivo no puede mover
a la voluntad.
1. Lo que mueve y lo que obra es superior a lo que padece,
como dice Agustín en el XII Super Gen. ad litt.
Pero el apetito sensitivo es inferior a la voluntad, que es el apetito
intelectivo, como lo son los sentidos al entendimiento. Luego el
apetito sensitivo no mueve a la voluntad.
2. Además, ninguna virtud particular puede producir un efecto
universal. Pero el apetito sensitivo es una virtud particular, pues
sigue a la aprehensión particular de los sentidos. Luego no puede
causar el movimiento de la voluntad, que es universal, puesto que es
consecuencia de una aprehensión universal del entendimiento.
3. Además, como se demuestra en el VIII Physic., lo que mueve no es movido por lo que ello mismo mueve, de modo que
haya una moción reciproca. Pero la voluntad mueve el apetito
sensitivo, por cuanto el apetito sensitivo obedece a la razón. Luego
el apetito sensitivo no mueve a la voluntad.
Contra esto: está lo que se dice en Sant 1,14: Cada uno es tentado
por su concupiscencia, que lo atrae y seduce. Pero nadie sería
atraído por la concupiscencia si el apetito sensitivo, en el que está
la concupiscencia, no moviera su voluntad. Luego el apetito sensitivo
mueve la voluntad.
Respondo: Como se indicó (
a.1), lo aprehendido
bajo razón de bien y de conveniente mueve a la voluntad como objeto.
Pero el que algo parezca bueno y conveniente se debe a dos cosas: a la
condición de lo que se propone, y a la del sujeto a quien se propone.
Lo conveniente, en efecto, se dice como relación; por eso depende de
ambos extremos. A esto se debe que el gusto, si varía su disposición,
aprecie de modo distinto una misma cosa como conveniente o como no
conveniente. Por eso dice el Filósofo, en el III
Ethic.:
Según es cada uno, así le parece el
fin.
Por otra parte, es claro que el hombre se inclina a una disposición
determinada siguiendo la pasión del apetito sensitivo. Por eso, cuando
el hombre está bajo una pasión, le parece conveniente una cosa que no
le parecería tal si estuviera sin pasión; por ejemplo, al que está
irritado le parece bien lo que le parece mal cuando está tranquilo. Y
de este modo, por parte del objeto, el apetito sensitivo mueve la
voluntad.
A las objeciones:
1. Nada impide que lo que es más
fuerte de suyo y de un modo absoluto, sea más débil en relación con
algo. Por tanto, la voluntad es de un modo absoluto más fuerte que el
apetito sensitivo, pero en relación con quien está dominado por una
pasión, en cuanto que está sometido a ella, el apetito sensitivo mueve
a la voluntad.
2. Los actos y las elecciones de
los hombres se refieren a cosas singulares. De ahí que el apetito
sensitivo, por ser virtud particular, tenga gran virtud en sí mismo
para disponer al hombre, de modo que algo le parezca de una forma u
otra en lo referente a cosas singulares.
3. Como señala el Filósofo en el
I Polit., la razón, en la que está la voluntad,
mueve con su dictamen al irascible y al concupiscible, pero no con autoridad despótica, como mueve un señor a su esclavo, sino con autoridad regia o política, como rige un gobernante a hombres
libres, quienes, no obstante, pueden oponerse. Por tanto, el irascible
y el concupiscible pueden oponerse a la voluntad. Y, así, nada impide
que alguna vez muevan a la voluntad.
Artículo 3:
¿Se mueve la voluntad a sí misma?
lat
Objeciones por las que parece que la voluntad no se mueve a sí
misma.
1. Todo lo que mueve, en cuanto tal, está en acto, y lo que es
movido, en potencia, pues movimiento es el acto de lo que existe en
potencia en cuanto está en potencia. Pero una misma
cosa no está en potencia y en acto respecto a lo mismo. Luego nada se
mueve a sí mismo. Luego tampoco la voluntad se mueve a sí
misma.
2. Además, un móvil se mueve en presencia de lo que mueve. Pero la
voluntad está siempre presente a sí misma. Luego, si se moviera a sí
misma, se movería siempre; lo que, evidentemente, es
falso.
3. Además, el entendimiento mueve a la voluntad, como se dijo (
a.1).
Por consiguiente, si la voluntad se moviera a sí misma, se seguiría
que una misma cosa era movida a la vez e inmediatamente por dos
motores, lo que parece incongruente. Luego la voluntad no se mueve a
sí misma.
Contra esto: la voluntad es dueña de su acto y está en ella el querer y
el no querer. Ésto no sería así si no tuviera el poder de moverse a sí
misma a querer. Luego se mueve a sí misma.
Respondo: Como ya se señaló (
a.1), pertenece a
la voluntad mover las otras potencias por razón del fin, que es el
objeto de la voluntad. Pero el fin se comporta en las cosas
apetecibles como el principio en las inteligibles, como ya se dijo
(
q.8 a.2). Ahora bien, es claro que el entendimiento, precisamente por
conocer el principio, se lleva a sí mismo de potencia a acto en cuanto
al conocimiento de las conclusiones, y de este modo se mueve a sí
mismo. Igualmente la voluntad, por el hecho mismo de querer el fin, se
mueve a sí misma a querer lo que es para el fin.
A las objeciones:
1. La voluntad no mueve y es movida
respecto a lo mismo. Por tanto, tampoco está en potencia y en acto
respecto a lo mismo, sino que, por querer en acto el fin, se lleva de
potencia a acto respecto a lo que es para el fin, es decir, a querer
esto en acto.
2. La potencia de la voluntad está
siempre presente a sí misma en acto; en cambio, el acto de la
voluntad, con el que quiere un fin concreto, no siempre está en ella.
Por otra parte, es mediante este acto como se mueve a sí misma; por
eso no se sigue que siempre se mueva a sí misma.
3. La voluntad no se mueve a sí
misma del mismo modo que la mueve el entendimiento, sino que el
entendimiento la mueve por razón del objeto, y a sí misma, en cambio,
se mueve por razón del fin.
Artículo 4:
¿Mueve a la voluntad algún principio exterior?
lat
Objeciones por las que parece que nada exterior mueve a la
voluntad.
1. El movimiento de la voluntad es voluntario. Pero pertenece a la
razón de voluntario proceder de un principio intrínseco, como también
a la razón de natural. Luego el movimiento de la Voluntad no procede
de algo extrínseco.
2. Además, la voluntad no puede padecer violencia, como se demostró
(
q.6 a.4). Pero es violento
lo que tiene un principio externo. Luego nada exterior puede mover a la
voluntad.
3. Además, lo que mueve suficientemente un motor, no necesita que lo
mueva otro. Pero la voluntad se mueve suficientemente a sí misma.
Luego no la mueve algo exterior.
Contra esto: a la voluntad la mueve el objeto, como se dijo (
a.1). Pero
el objeto de la voluntad puede ser una cosa exterior presentada a los
sentidos. Luego algo exterior puede mover a la voluntad.
Respondo: Puesto que el objeto mueve a la
voluntad, es claro que algo exterior puede moverla. Pero es necesario
afirmar también que la voluntad puede ser movida por algo exterior
incluso en el ejercicio del acto; pues todo lo que unas veces está en
acto y otras en potencia, necesita que lo mueva algo que mueve. Ahora
bien, es claro que la voluntad comienza a querer algo si antes no lo
quería; por tanto, es necesario que algo la mueva a querer. Y,
efectivamente, como se dijo (
a.3), se mueve a sí misma cuando de
querer el fin pasa a querer lo que es para el fin; pero esto no podría
hacerlo si no mediara el consejo, porque, cuando uno quiere sanar,
comienza a pensar cómo puede conseguirlo y, mediante este pensamiento,
llega a que puede sanar con la ayuda de un médico, y lo quiere. Pero,
porque no siempre quiso en acto la salud, es necesario que comience a
querer sanar por la moción de algo. Incluso si se hubiera movido a sí
misma, sería necesario que lo hiciera mediante consejo, procedente de
otra voluntad previa. Pero esto no se puede llevar hasta el infinito.
Por consiguiente, es necesario afirmar que la voluntad necesita
arrancar del impulso de algo exterior que la mueva para su primer
movimiento, como concluye Aristóteles en un capítulo de la
Etica a
Eudemo.
A las objeciones:
1. Pertenece a la razón de
voluntario que su principio sea interior, pero no es necesario que
este principio intrínseco sea primer principio, no movido por otro.
Por consiguiente, aunque el movimiento voluntario tenga un principio
intrínseco próximo, el primer principio es exterior. Igual que el
primer principio del movimiento natural es extrínseco: el que mueve la
naturaleza.
2. Para la razón de violento no
basta que el principio sea extrínseco, es necesario añadir: sin la
colaboración del paciente. Y esto no sucede cuando
algo exterior mueve a la voluntad, pues es ella misma la que quiere,
aunque sea movida por otra cosa. No obstante, este movimiento sería
violento si fuera contrario al movimiento de la voluntad; pero en este
caso es imposible, pues la misma cosa querría y no
querría.
3. La voluntad se mueve
suficientemente a sí misma para algo determinado y en su orden, es
decir, como agente próximo, pero no puede moverse a sí misma para
todo, como se demostró (
a.4). Por consiguiente, es necesario que la
mueva algo, como lo primero que mueve.
Artículo 5:
¿Mueven a la voluntad los cuerpos celestes?
lat
Objeciones por las que parece que los cuerpos celestes mueven a la
voluntad.
1. Todos los movimientos variados y multiformes se reducen, como a su
causa, a un movimiento uniforme, que es el movimiento del cielo, como
se demuestra en el VIII Physic. Pero los
movimientos humanos son variados y multiformes, y comienzan, después
de no existir antes. Luego se reducen como a su causa al movimiento
del cielo, que es uniforme por naturaleza.
2. Además, según Agustín, en el III De Trin., los cuerpos inferiores se mueven gracias a los cuerpos
superiores. Pero los movimientos del cuerpo humano, que los causa
la voluntad, no pueden reducirse como a su causa al movimiento del
cielo si el cielo no mueve también la voluntad. Luego el cielo mueve
la voluntad humana.
3. Además, mediante la observación de los cuerpos celestes, los
astrólogos anuncian algunas cosas verdaderas, concernientes a los
actos humanos futuros, que dependen de la voluntad. Pero esto no
ocurriría si los cuerpos celestes no pudieran mover la voluntad. Luego
la voluntad humana es movida por los cuerpos celestes.
Contra esto: está lo que afirma el Damasceno en el libro
segundo, que los cuerpos celestes no son causa de
nuestros actos. Pero lo serían si movieran la voluntad, que es el
principio de los actos humanos. Luego los cuerpos celestes no mueven
la voluntad.
Respondo: Es claro que los cuerpos celestes
pueden mover la voluntad, igual que la mueven los objetos exteriores,
es decir, porque tanto los cuerpos exteriores, que presentados a los
sentidos mueven la voluntad, como los órganos mismos de las potencias
sensitivas están sometidos a los cuerpos celestes.
Pero algunos incluso afirmaron que los cuerpos celestes influían
directamente en la voluntad humana del mismo modo que un agente
externo la mueve para el ejercicio del acto. Sin embargo, esto es
imposible, porque la voluntad está en la razón, como se dice en
el III De anima, y la razón es una potencia del
alma que no está ligada a órgano corporal; luego queda que la voluntad
es totalmente inmaterial e incorpórea. Por otra parte, es claro que
ningún cuerpo puede influir sobre una cosa incorpórea, sino más bien
al contrario, porque las cosas incorpóreas e inmateriales son de
virtud más formal y más universal que las cosas corporales. Por
consiguiente, es imposible que los cuerpos celestes influyan
directamente sobre el entendimiento o sobre la voluntad. Y por eso,
Aristóteles, en el libro De anima, atribuye a
quienes sostenían que el entendimiento no se diferenciaba de los
sentidos, la opinión de que tal es la voluntad de los hombres cual
determina cada día el Padre de los dioses y de los hombres(es
decir, Júpiter, que para ellos significaba todo el cielo); pues, como
todas las fuerzas sensitivas son actos de órganos corporales, los
cuerpos celestes pueden moverlas accidentalmente, al mover los cuerpos
de los que éstas son actos.
No obstante, porque se dijo (a.2) que el apetito sensitivo de algún
modo mueve el apetito intelectivo, el movimiento de los cuerpos
celestes puede repercutir indirectamente en la voluntad, porque de
hecho las pasiones del apetito sensitivo mueven la
voluntad.
A las objeciones:
1. Los movimientos multiformes de
la voluntad humana se reducen a una causa uniforme, pero que es
superior al entendimiento y a la voluntad. Ahora bien, eso no puede
decirse de ningún cuerpo, sino de una sustancia inmaterial superior.
Por consiguiente, el movimiento de la voluntad no hay que reducirlo al
movimiento del cielo como a su causa.
2. Los movimientos corporales
humanos se reducen al movimiento de los cuerpos celestes como a su
causa, porque la disposición misma de los órganos, adecuada al
movimiento, procede de algún modo del influjo de los cuerpos celestes;
también porque el apetito sensitivo se conmueve por el influjo de
estos cuerpos; además, porque los cuerpos exteriores se
mueven por el movimiento de los celestes y a causa de
su encuentro la voluntad comienza a querer o no querer algo; por
ejemplo: al llegar el frío, uno comienza a querer hacer fuego. Pero
esta moción se debe a la presentación desde el exterior de un objeto,
no a un impulso interior.
3. El apetito sensitivo es acto de
un órgano corporal, como se dijo (
a.5;
1 q.84 a.6s). Por consiguiente,
nada impide que por influjo de los cuerpos celestes algunos estén más
dispuestos a la ira, a la concupiscencia o a alguna otra pasión
semejante, como pueden estarlo por complexión natural. Ahora bien, la
mayoría de los hombres sigue sus pasiones. Por consiguiente, se
verifica en la mayoría lo que se anuncia acerca de los actos de los
hombres mediante el estudio de los cuerpos celestes. Sin embargo, como
dice Tolomeo en el
Centiloquium:
El sabio
domina los astros, porque, al resistir las pasiones, impide el
efecto de los cuerpos celestes con su voluntad libre y nunca sometida
al movimiento celeste.
O, como dice Agustín en el II Super Gen. ad litt.: Hay que afirmar que, cuando los astrólogos predicen algo verdadero, lo hacen mediante un instinto muy oculto, que las mentes humanas sienten sin saberlo. Y es obra de los espíritus malignos si sucede para engañar a los hombres.
Artículo 6:
¿Mueve a la voluntad Dios solo, como principio externo?
lat
Objeciones por las que parece que a la voluntad no la mueve sólo Dios
como principio exterior.
1. Lo inferior ha sido hecho para ser movido por lo superior, como
los cuerpos inferiores por los cuerpos celestes. Pero la voluntad del
hombre tiene algo superior, después de Dios: los ángeles. Luego a la
voluntad del hombre la pueden mover también los ángeles, como
principio exterior.
2. Además, el acto de la voluntad sigue al acto del entendimiento.
Pero no es sólo Dios quien lleva a acto al entendimiento del hombre,
también lo hacen los ángeles mediante iluminaciones, como dice
Dionisio. Luego, por la misma razón, también a la
voluntad.
3. Además, Dios sólo es causa del bien, según Gen 1,31: Vio Dios
todas las cosas que había hecho y eran muy buenas. Por tanto, si
solamente Dios moviera la voluntad del hombre, nunca se movería hacia
el mal. Pero la voluntad es con lo que se vive rectamente y se
peca, como dice Agustín.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol en Flp 2,13: Dios es quien
obra en nosotros el querer y el realizar.
Respondo: El movimiento de la voluntad procede
del interior, lo mismo que el movimiento natural. Ahora bien, aunque
algo, que no es causa de la naturaleza de la cosa movida, puede mover
una cosa natural, no puede causar un movimiento natural si no es de
algún modo causa de la naturaleza. Un hombre, que no es causa de la
naturaleza de la piedra, puede mover hacia arriba una piedra, pero
este movimiento no es natural a la piedra, pues su movimiento natural
sólo puede ser causado por lo que es causa de su naturaleza. Por eso
se dice en el VIII
Physic. que lo que genera,
mueve cosas pesadas y leves según el lugar. Así, por consiguiente,
sucede que algo que no es causa del hombre, mueve al hombre que tiene
voluntad, pero es imposible que su movimiento voluntario proceda de un
principio extrínseco, que no es causa de la voluntad.
Por otra parte, la causa de la voluntad sólo puede ser Dios, y esto
es claro por dos razones. La primera, porque la voluntad es una
potencia de un alma racional, que sólo es causada por Dios mediante
creación, como se dijo en la primera parte (q.90 a.2s). La segunda,
porque la voluntad está ordenada al bien universal. Por eso ninguna
otra cosa puede ser causa de la voluntad, sólo Dios mismo, que es el
bien universal. Todo lo demás se llama bien por participación y es un
bien particular, pero una cosa particular no produce una
inclinación universal. Por eso, ni siquiera la
materia prima, que está en potencia para todas las formas, puede ser
causada por un agente particular.
A las objeciones:
1. El ángel no es tan superior al
hombre que sea causa de su voluntad; como ocurre con los cuerpos
celestes, que son causa de las formas naturales, a las que siguen
movimientos naturales de las cosas naturales.
2. Los ángeles mueven el
entendimiento del hombre desde el objeto que le presenta la virtud de
la luz angélica para que lo conozca. Y así también las criaturas
exteriores pueden mover la voluntad, como se dijo (
a.4).
3. Dios, como motor universal,
mueve la voluntad del hombre hacia su objeto universal, que es el
bien. Sin esta moción universal, el hombre no puede querer nada. Pero
el hombre se determina mediante la razón a querer esto o aquello, que
es un bien real o aparente. No obstante, a veces Dios mueve a algunos
de un modo especial a querer algo determinado, que es bien; por
ejemplo, a los que mueve mediante la gracia, como se dirá más adelante
(
q.109 a.2).