Artículo 1:
¿Toda acción humana es buena o hay alguna mala?
lat
Objeciones por las que parece que toda acción del hombre es buena y
ninguna mala.
1. Dice Dionisio en el capítulo 4 de De div. nom. que el mal sólo obra en virtud del bien. Pero en virtud del bien no se hace el mal. Luego ninguna acción es mala.
2. Además, nada obra sino en cuanto que está en acto. Pero no hay
nada malo en cuanto que está en acto, sino en cuanto que la potencia
está privada de acto: la potencia en cuanto se
perfecciona por el acto es bien, como se dice en el XI Metaphys. Luego nada obra en cuanto es mal, sino
sólo en cuanto es bien. Luego toda acción es buena y ninguna
mala.
3. Además, el mal sólo puede ser causa accidentalmente, como
demuestra Dionisio en el capítulo 4 de De div. nom. Pero toda acción tiene de suyo un efecto. Luego ninguna acción es mala, sino que toda acción es buena.
Contra esto: está lo que dice el Señor en Jn 3,20: Todo el que obra
mal, odia la luz. Luego alguna acción del hombre es
mala.
Respondo: Hay que hablar del bien y del mal en
las acciones igual que del bien y del mal en las cosas, porque todas
las cosas producen acciones semejantes a ellas. Ahora bien, en las
cosas todo tiene de bien cuanto tiene de ser, pues el bien y el ente
se convierten, como se dijo en la primera parte (
q.5 a.1.3;
q.17 a.4 ad 2). Pero sólo Dios tiene toda la plenitud de su ser en unidad y
simplicidad, mientras que todas las demás cosas tienen la plenitud de
ser que les es conveniente con diversidad. Por eso sucede en algunas
cosas que en un aspecto tienen ser y, sin embargo, les falta algo para
la plenitud de ser que les es debida. Por ejemplo: para la plenitud
del ser humano se requiere que sea un compuesto de alma y cuerpo, que
tenga todas las potencias e instrumentos del conocimiento y del
movimiento; por consiguiente, si algo de esto le falta a un hombre, le
falta algo integrante de la plenitud de su ser. Por tanto, tiene de
bondad cuanto tiene de ser, y en la medida en que le falta plenitud de
ser, le falta bondad, que se llama mal; así, un hombre ciego tiene de
bondad que vive, y de mal, que carece de visión. Si, por el contrario,
no tuviera nada de bondad o de entidad, no podría decirse que fuera
bueno ni malo. Pero porque pertenece a la razón de bien la plenitud de
ser, si a alguien le falta algo de la plenitud debida de ser, no se
llamará absolutamente bueno, sino bajo algún aspecto, en cuanto es
ente; aunque se podría decir que es absolutamente ente y bajo algún
aspecto no ente, como se dijo en la primera parte (
q.5 a.1 ad 1).
Por consiguiente, hay que decir que toda acción tiene tanto de bondad
cuanto tiene de ser, pero, en la medida que le falta algo de la
plenitud de ser que se debe a una acción humana, en esa medida le
falta bondad, y así se dice que es mala; por ejemplo,
si le falta una cantidad determinada según la razón
o el lugar debido o algo similar.
A las objeciones:
1. El mal obra en virtud de un bien
deficiente, pues, si no hubiera en él nada de bien, ni sería ente ni
podría obrar; pero si no fuera deficiente, no sería mal. Por tanto,
también la acción causada es un bien deficiente que, bajo algún
aspecto, es bien, pero absolutamente es mal.
2. Nada impide que algo esté bajo
algún aspecto en acto, y por eso pueda obrar, mientras que bajo otro
aspecto esté privado de acto, y por ello cause una acción deficiente.
Por ejemplo, un hombre ciego tiene en acto la virtud de andar,
mediante la cual puede andar, pero en la medida que carece de vista,
que dirige el andar, padece un defecto al andar cuando anda
tropezando.
3. Una acción mala puede tener de
suyo algún efecto, por lo que tiene de bondad y de entidad. Así, un
adulterio es causa de generación humana en cuanto tiene unión de varón
y mujer, pero no en cuanto que carece del orden de la
razón.
Artículo 2:
Las acciones humanas, ¿son buenas o malas por su objeto?
lat
Objeciones por las que parece que una acción no tiene bondad o
malicia por su objeto.
1. El objeto de una acción es una cosa. Pero en las cosas no hay
mal, sino en el uso de los que pecan, como dice Agustín en el
libro III De doctr. christ. Luego la acción
humana no tiene bondad o malicia por su objeto.
2. Además, el objeto se relaciona con la acción como materia. Pero la
bondad de una cosa no proviene de la materia, sino más bien de la
forma, que es acto. Luego el bien o el mal no están en los actos por
el objeto.
3. Además, el objeto de una potencia activa se relaciona con la
acción como el efecto con la causa. Pero la bondad de la causa no
depende del efecto, sino más bien al contrario. Luego la acción humana
no tiene bondad o malicia por el objeto.
Contra esto: está lo que se dice en Os 9,10: Se hicieron abominables
como las cosas que amaron. Ahora bien, el hombre se hace
abominable a Dios por la malicia de su operación. Luego la malicia de
la operación depende de los objetos malos que ama el hombre. Y la
misma razón hay acerca de la bondad de la acción.
Respondo: El bien y el mal de una acción, como
de las demás cosas, se aprecia por la plenitud de ser o por su
defecto, como se dijo (
a.1). Ahora bien, parece que lo primero que
pertenece a la plenitud de ser es lo que da la especie a una cosa.
Pero del mismo modo que una cosa natural tiene la especie por su
forma, una acción la tiene por su objeto; igual que un movimiento por
su término. Por eso, del mismo modo que la primera bondad de una cosa
natural se aprecia en su forma, que le da la especie, así también la
primera bondad de un acto moral se aprecia en su objeto conveniente;
por eso algunos lo llaman bien por género, por ejemplo, usar lo que es
propio. Y del mismo modo que en las cosas naturales el primer mal se
da si la cosa producida no consigue la forma específica, por ejemplo,
si no se engendra un hombre, sino otra cosa en su lugar, así el primer
mal en las acciones morales es lo que procede de su objeto, como tomar
cosas ajenas. Y se llama mal por género, tomando género en lugar de
especie, hablando del mismo modo con que llamamos
género humano a toda la especie humana.
A las objeciones:
1. Aunque las cosas exteriores sean
buenas en sí mismas, no siempre guardan la debida proporción con una u
otra acción. Por eso, en la medida en que se las considera como
objetos de tales acciones, no tienen razón de bien.
2. El objeto no es la materia de la que está hecha la acción, sino sobre la que versa; y
tiene de algún modo razón de forma, en cuanto que da la
especie.
3. No siempre el objeto de una
acción humana es objeto de una potencia activa, pues la potencia
apetitiva es de algún modo pasiva, por cuanto es movida por lo
apetecible, y, sin embargo, es el principio de los actos humanos.
Tampoco los objetos de las potencias activas tienen siempre razón de
efecto, sino cuando han sido ya transformados; por ejemplo, el
alimento transformado es efecto de la potencia nutritiva, pero el
alimento aún no transformado se relaciona con la potencia nutritiva
como materia sobre la que obra. Ahora bien, del hecho de que el objeto
es de algún modo efecto de una potencia activa, se sigue que es
término de su acción y, por consiguiente, que le da la forma y la
especie, pues un movimiento recibe la especie del término. Y aunque
tampoco la bondad del efecto causa la bondad de la causa, sin embargo,
se puede llamar buena una acción precisamente porque puede inducir un
efecto bueno; y, así, la proporción misma de la acción con el efecto
es la razón de su bondad.
Artículo 3:
Las acciones humanas, ¿son buenas o malas por las
circunstancias?
lat
Objeciones por las que parece que una acción no es buena o mala por
las circunstancias.
1. Las circunstancias están alrededor del acto, como existiendo fuera
de él, según se dijo (
q.7 a.1). Pero
el bien y el mal están en las
cosas mismas, como se dice en VI
Meíaphys.
Luego una acción no tiene bondad o malicia por las
circunstancias.
2. Además, la bondad o malicia de un acto son estudiadas
principalmente por la doctrina moral. Pero las circunstancias, por ser
accidentes de los actos, quedan fuera del estudio de un arte, porque ningún arte considera lo que es por accidente, como se dice
en el VI Metaphys. Luego la bondad o malicia de
una acción no dependen de las circunstancias.
3. Además, a una cosa no se le atribuye por un accidente cualquiera
lo que le conviene por su propia sustancia. Pero el bien y el mal
convienen a una acción por su sustancia, porque una acción puede ser
buena o mala por género, como se dijo (
a.2). Luego ser buena o mala no
conviene a una acción por las circunstancias.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en el libro Ethic., que el virtuoso obra como se debe,
cuando se debe y de acuerdo con las demás circunstancias. Luego,
al contrario, el vicioso, según cada vicio, obra cuando no se debe,
donde no se debe, etc. Luego las acciones humanas son buenas o malas
según las circunstancias.
Respondo: En las cosas naturales, toda la
plenitud de perfección que se debe a una cosa no procede de la forma
sustancial, que le da la especie, sino que se añade mucho con los
accidentes que sobrevienen, como en el hombre, con el color, la
figura, etc.; si falta alguno de éstos para una compostura decente, se
origina un mal. Lo mismo ocurre también en la acción, pues la plenitud
de su bondad no reside toda en su especie, sino que se añade algo con
las cosas que sobrevienen como accidentes; y así son las
circunstancias debidas. Por consiguiente, si falta algo de lo que se
requiere para las debidas circunstancias, la acción será
mala.
A las objeciones:
1. Las circunstancias están fuera de la acción por cuanto no son de su esencia; sin embargo, están en la acción misma como accidentes. Del mismo modo que también los accidentes que están en las sustancias naturales, están fuera de sus esencias.
2. No todos los accidentes se
relacionan accidentalmente con sus objetos, sino que algunos son
accidentes propios; y éstos son estudiados en todo arte. Así se
estudian las circunstancias de los actos en la doctrina
moral.
3. Por convertirse el bien con el
ente, igual que el ente se dice por sustancia y por accidente, también
el bien se atribuye a algo tanto según su ser esencial como según el
ser accidental, lo mismo en las cosas naturales que en las acciones
morales.
Artículo 4:
Las acciones humanas, ¿son buenas o malas por el fin?
lat
Objeciones por las que parece que el bien y el mal en los actos
humanos no proceden del fin.
1. Dice Dionisio, en el capítulo 4 de De div. nom., que nada obra mirando al mal. Por tanto, si derivara del fin que una acción fuera buena o mala, no habría ninguna acción mala. Y esto es claro que es falso.
2. Además, la bondad de un acto es algo que existe en él. Pero el fin
es una causa extrínseca. Luego una acción no se dice buena o mala
según el fin.
3. Además, sucede que alguna acción buena se ordena a un fin malo,
como cuando uno da limosna por vanagloria, y al revés, que una acción
mala se ordena a un fin bueno, como cuando uno roba para dar a un
pobre. Luego no procede del fin el que una acción sea buena o
mala.
Contra esto: está lo que dice Boecio en Topic.,
que aquello cuyo fin es bueno, es ello mismo bueno; y aquello cuyo
fin es malo, también ello mismo es malo.
Respondo: Las cosas se disponen igual en la
bondad que en el ser. En efecto, hay cosas cuyo ser no depende de otra
cosa, y en ellas basta considerar su mismo ser absolutamente. Pero hay
cosas cuyo ser depende de otra, por lo que es necesario considerarlas
en relación con la causa de la que dependen. Por otra parte, la bondad
de una cosa depende del fin, igual que el ser de una cosa depende del
agente y de la forma. Por eso, en las divinas personas, que no tienen
una bondad que dependa de otra cosa, no se considera ninguna razón de
bondad procedente del fin. Pero las acciones humanas, y las otras
cosas cuya bondad depende de otra, tienen razón de bondad que procede
del fin del que dependen, además de la bondad absoluta que hay en
ellas.
Así, por consiguiente, en una acción humana puede considerarse la
bondad en cuatro niveles: 1) por el género, en cuanto es acción, pues
tiene tanta bondad como acción y entidad, según se dijo (a.1); 2) por
la especie, que se recibe según el objeto conveniente; 3) por las
circunstancias, como accidentes que son; 4) por el fin, según su
relación con la causa de la bondad.
A las objeciones:
1. El bien al que uno mira cuando
obra, no siempre es un bien verdadero, sino que unas veces es bien
verdadero y otras aparente. Y de acuerdo con éste se sigue una acción
mala del fin.
2. Aunque el fin sea una causa
extrínseca, la debida proporción al fin y la relación con él son
inherentes a la acción.
3. Nada impide que a una acción
que tenga una de dichas bondades, le falte otra. Según esto, puede
suceder que una acción que es buena según su especie o según las
circunstancias, se ordene a un fin malo y al revés. No obstante, no
hay una acción buena sin más si no concurren todas las bondades,
pues cualquier defecto singular causa un mal; en cambio, el bien
nace de una causa íntegra, como dice Dionisio en el capítulo 4
de De div. nom.
Artículo 5:
Alguna acción humana, ¿es buena o mala en su especie?
lat
Objeciones por las que parece que los actos morales no difieren
específicamente en cuanto al bien y al mal.
1. El bien y el mal se encuentran en los actos del mismo modo que en
las cosas, como se dijo (
a.1). Pero en las cosas el bien y el mal no
diversifican la especie, pues por especie es igual el hombre bueno que
el malo. Luego tampoco en los actos diversifican la especie el bien y
el mal.
2. Además, el mal, por ser privación, es un no ente. Pero un no ente
no puede ser diferencia según el Filósofo, en III Metaphys. Luego, como la diferencia constituye la
especie, parece que un acto por ser malo no se constituye en especie
distinta. Y así el bien y el mal no diversifican la especie de los
actos humanos.
3. Además, actos diversos según la especie tienen efectos diversos.
Pero un mismo efecto según la especie puede proceder de un acto bueno
y de uno malo; por ejemplo, un hombre es engendrado de un adulterio y
de una unión matrimonial. Luego un acto bueno y otro malo no difieren
en especie.
4. Además, a veces los actos se dicen buenos o malos según las
circunstancias, como se dijo (
a.3). Pero las circunstancias, por ser
accidentes, no dan la especie al acto. Luego los actos humanos no
difieren en especie por la bondad y la malicia.
Contra esto: según el Filósofo en II Ethic., hábitos semejantes proporcionan actos semejantes. Pero el hábito
bueno y el malo difieren en especie, como la liberalidad y la
prodigalidad. Luego también el acto bueno y el malo difieren en
especie.
Respondo: Todo acto recibe la especie de su
objeto, como ya se dijo (
a.2); por eso es necesario que la diferencia
de objeto produzca diferencia de especie en los actos. Ahora bien, hay
que tener en cuenta que una diferencia de objeto produce diferencia de
especie en los actos, en cuanto que se refieren a un principio activo
determinado, pero no produce esta diferencia con relación a otro
principio activo; porque nada que sea por accidente constituye la
especie, sino lo que es de por sí. Pero una diferencia de objeto puede
ser de por sí en relación con un principio activo, y por accidente en
relación con otro; por ejemplo, conocer un color y un sonido difieren
de por sí en relación con los sentidos, pero no en relación con el
entendimiento.
Por otra parte, en los actos humanos, el bien y el mal se dicen en
relación con la razón, porque, como dice
Dionisio en el capítulo 4 del De div. nom., el bien del hombre es ser según la razón, mientras que el mal es lo que está fuera de la razón. En efecto, el bien de cada cosa es lo que le conviene según su forma, y el mal es lo que tiene fuera del orden de su forma. Por consiguiente, es claro que la diferencia entre el bien y el mal, considerada en cuanto al objeto, se relaciona de por sí con la razón, es decir, según que el objeto convenga o no con la razón. Pero los actos se llaman humanos o morales en cuanto que proceden de la razón. Por consiguiente, es claro que el bien y el mal diversifican la especie en los actos morales, porque las diferencias de por sí (per se) diversifican la especie.
A las objeciones:
1. También en las cosas naturales
el bien y el mal, que es según la naturaleza o contra la naturaleza,
diversifican la especie natural, pues un cuerpo muerto y un cuerpo
vivo no son de la misma especie. De modo semejante, el bien, en cuanto
que es según la razón, y el mal, en cuanto que está fuera de la razón,
diversifican la especie moral.
2. El mal implica una privación no
absoluta, sino relativa a una potencia determinada, pues se llama malo
un acto según su especie, no porque no tenga un objeto, sino porque
tiene un objeto no conveniente con la razón, como quitar lo ajeno. Por
eso, en cuanto que el objeto es algo positivamente, puede constituir
la especie de un acto malo.
3. El acto conyugal y el
adulterio, en cuanto se relacionan con la razón, difieren en especie y
tienen efectos diferentes en especie, porque uno de ellos merece
alabanza y premio, y el otro, vituperio y pena. Pero en cuanto se
relacionan con la potencia generativa, no difieren en especie, y así
tienen un mismo efecto según la especie.
4. Las circunstancias se toman a
veces como diferencia esencial del objeto, en cuanto se relacionan con
la razón, y entonces pueden dar especie al acto moral. Y es necesario
que esto ocurra siempre que las circunstancias cambien un acto bueno o
malo, pues las circunstancias no podrían hacer un acto malo si no se
opusieran a la razón.
Artículo 6:
¿Los actos tienen la especie de bien o de mal por el
fin?
lat
Objeciones por las que parece que el bien y el mal que proceden del
fin, no diversifican la especie de los actos.
1. Los actos reciben la especie del objeto. Pero el fin está fuera de
la razón de objeto. Luego el bien y el mal que proceden del fin no
diversifican la especie del acto.
2. Además, lo que es por accidente no constituye la especie, como se
dijo (
a.5). Pero es accidental a un acto estar ordenado a un fin
determinado, como dar limosna por vanagloria. Luego los actos no se
diversifican según especie por el bien y el mal que procede del
fin.
3. Además, actos diversos según la especie pueden ordenarse a un
mismo fin; por ejemplo, al fin de vanagloria pueden ordenarse actos de
distintas virtudes y de distintos vicios. Luego el bien y el mal que
toman según el fin no diversifican la especie de los
actos.
Contra esto: está lo que se señaló antes (
q.1 a.3), que los actos
humanos reciben la especie del fin. Luego el bien y el mal que se
toman según el fin diversifican la especie de los actos.
Respondo: Unos actos se llaman humanos porque
son voluntarios, como se dijo (
q.1 a.1). Ahora bien, en un acto
voluntario se da un acto doble: un acto interior de la voluntad y un
acto exterior; y cada uno de ellos tiene su objeto propio. Pero el
objeto del acto interior voluntario es propiamente el fin, mientras
que el objeto de la acción exterior es aquello sobre lo que versa.
Pues bien, lo mismo que el acto exterior recibe la especie del objeto
sobre el que versa, el acto interior de la voluntad recibe su especie
del fin, como de su propio objeto.
Ahora bien, igual que lo que procede de la voluntad se comporta como
formal con respecto a lo que procede del acto exterior, porque la
voluntad utiliza para obrar los miembros como instrumentos, también
los actos exteriores sólo tienen razón de moralidad en cuanto que son
voluntarios. Por tanto, la especie de un acto humano se considera
formalmente según el fin, y materialmente según el objeto del acto
exterior. Por eso dice el Filósofo en el V Ethic. que quien roba para cometer adulterio es, hablando propiamente, más adúltero que ladrón.
A las objeciones:
1. También el fin tiene razón de
objeto, como se dijo (
a.6).
2. Estar ordenado a un fin
determinado, aunque es accidental para el acto exterior, no lo es para
el acto interior de la voluntad, que se relaciona con el exterior como
lo formal con lo material.
3. Cuando muchos actos diferentes
en especie se ordenan a un mismo fin, hay ciertamente diversidad de
especie por parte de los actos exteriores, pero unidad de especie por
parte del acto interior.
Artículo 7:
La especie que procede del fin, ¿está contenida en la que procede del
objeto, como en su género, o al contrario?
lat
Objeciones por las que parece que la especie de bondad que procede
del fin está contenida en la especie de bondad que procede del objeto,
como una especie en su género; por ejemplo, cuando uno roba para dar
limosna.
1. El acto recibe la especie del objeto, como se dijo (
a.2.6). Pero
es imposible que algo esté contenido en otra especie distinta que no
esté contenida en su propia especie, porque una misma cosa no puede
estar en diversas especies no subalternas. Luego la especie que
procede del fin está contenida en la especie que procede del
objeto.
2. Además, la última diferencia constituye siempre la especie
especialísima. Pero parece que la diferencia que procede del fin es
posterior a la diferencia que procede del objeto, porque el fin tiene
razón de último. Luego la especie que procede del fin está contenida
en la especie que procede del objeto como especie especialísima.
3. Además, una diferencia es tanto más especial cuanto más formal es,
porque la diferencia se relaciona con el género como la forma con la
materia. Pero la especie que procede del fin es más formal que la que
procede del objeto, como se dijo (
a.6). Luego la especie que procede
del fin está contenida en la especie que procede del objeto, como una
especie especialísima en un género subalterno.
Contra esto: cada género tiene diferencias determinadas. Pero un acto
de la misma especie por parte del objeto puede ordenarse a infinitos
fines; por ejemplo, un robo, a infinitos bienes o males. Luego la
especie que procede del fin no está contenida como en su género en la
especie que procede del objeto.
Respondo: El objeto de un acto exterior puede
relacionarse con el fin de dos modos: uno, como ordenado de por sí
(per se) al fin; así luchar bien está ordenado de por sí a la
victoria; el otro, por accidente; como tomar dinero ajeno se ordena
por accidente a dar limosna. Ahora bien, como dice el Filósofo en el
VII
Metaphys., es necesario que las diferencias
que dividen un género y constituyen las especies de ese género, lo
dividan de por sí. Pero si dividen por accidente, la división no
procede rectamente; por ejemplo, si uno dice:
De los animales, uno
racional y otro irracional, y de los animales irracionales, uno alado
y otro no alado; pues
alado y
no alado no son de por
sí determinativos de lo que es irracional. Es necesario dividir
así:
De los animales, uno que tiene pies y otro que no tiene pies;
y de los que tienen pies, uno que tiene dos, otro que tiene cuatro,
otro que tiene muchos, pues éstas determinan de por sí la
diferencia primera.
Por consiguiente, cuando el objeto no está de por sí ordenado a un
fin, la diferencia específica que procede del objeto no es por sí
determinativa de lo que procede del fin, ni tampoco al contrario.
Por eso, una de estas especies no está en la otra, sino que el acto moral está
en dos especies distintas. Por eso decimos que quien roba para cometer
adulterio, comete dos malicias en su solo acto. Pero si el objeto se
ordena de por sí al fin, una de estas diferencias es de por sí
determinativa de la otra. Por eso una de estas especies estará
contenida en la otra.
Ahora bien, queda por determinar cuál en cuál. Pero verlo, primero
hay que tener en cuenta que una diferencia es tanto más específica
cuanto más particular es la forma de la que depende. En segundo lugar,
que cuanto más universal es un agente, más universal es la forma que
produce. En tercer lugar, que cuanto más remoto es un fin, más
corresponde a un agente más universal: la victoria,
por ejemplo, que es el último fin de un ejército, es el fin perseguido
por el jefe máximo, mientras que ordenar una u otra sección es el fin
que persigue uno de los jefes inferiores. Y de esto se sigue que la
diferencia específica que procede del fin es más general, y que la
diferencia que procede de un objeto ordenado de por sí a ese fin es
específica respecto a él; pues la voluntad, cuyo objeto propio es el
fin, es lo motivo universal de todas las potencias del alma, cuyos
objetos son los de los actos particulares.
A las objeciones:
1. Según su sustancia, una cosa no
puede estar en dos especies, de las cuales una no esté ordenada a la
otra. Pero según los accidentes, una cosa puede estar contenida en
diversas especies, por ejemplo, esta manzana está contenida en la
especie de blanco según el color y en la de perfumado, según el olor.
De modo similar, un acto que según su sustancia está en una especie de
naturaleza, según las condiciones morales que son accidentes, puede
estar referido a dos especies, como se dijo (
q.1 a.3 ad 3).
2. El fin es lo último en la
ejecución, pero lo primero en la intención de la razón, según la cual
se toman las especies de los actos morales.
3. La diferencia se relaciona con
el género como la forma con la materia, por cuanto hace que el género
esté en acto. Pero también al género se le considera más formal que la
especie, porque es más absoluto y menos contracto. Por eso también las
partes de una definición se reducen al género de la causa formal, como
se dice en el libro Physic. Y, de acuerdo con
esto, el género es la causa formal de la especie, y será tanto más
formal cuanto más común.
Artículo 8:
¿Hay algún acto indiferente según su especie
lat
Objeciones por las que parece que no hay ningún acto indiferente
según su especie.
1. El mal es una privación de bien, según
Agustín. Pero la privación y el hábito son opuestos
inmediatos según el Filósofo. Luego no hay ningún acto
que, según su especie, sea indiferente, que esté en el medio entre el
bien y el mal.
2. Además, los actos humanos reciben su especie del fin o del objeto,
como se dijo (
a.6;
q.1 a.3). Pero todo objeto y todo fin tienen razón
de bien o de mal. Luego todo acto humano según su especie es bueno o
malo; luego ninguno es indiferente según su especie.
3. Además, como se dijo (
a.1), se llama acto bueno al que tiene la
debida perfección de bondad, y malo al que le falta algo de eso. Pero
es necesario que todo acto tenga toda la plenitud de bondad o que le
falte algo. Luego es necesario que todo acto sea bueno o malo según su
especie y que ninguno sea indiferente.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro De serm. Dom. in
monte, que hay algunos hechos medios, que
pueden hacerse con buen ánimo o con malo, acerca de los cuales es
temerario juzgar. Luego hay algunos actos indiferentes según su
especie.
Respondo: Todo acto recibe su especie del
objeto, como se dijo (
a.2.5), y el acto humano o moral recibe su
especie del objeto referido al principio de los actos humanos, que es
la razón. Por eso, si el objeto del acto incluye algo conveniente al
orden de la razón, será un acto bueno según su especie, como dar
limosna a un pobre; pero si incluye algo que se opone al orden de la
razón, será un acto malo según su especie, como robar, que es tomar
cosas ajenas. No obstante, puede suceder que el objeto de un acto no
incluya nada perteneciente al orden de la razón, como levantar una
brizna del suelo, salir al campo, y cosas semejantes; estos actos son
indiferentes según su especie.
A las objeciones:
1. Hay dos clases de privación. Una
que consiste en haber sido privado, que lo quita todo, no deja
nada; por ejemplo, la ceguera quita totalmente la vista; las
tinieblas, la luz; la muerte, la vida. Entre esta privación y el
hábito opuesto no puede haber algo medio en cuanto a la propiedad
afectada. Pero hay otra privación que consiste en estar siendo
privado, por ejemplo, la enfermedad es privación de salud, no
porque haya sido quitada toda la salud, sino porque es como una vía
para la total sustracción de la salud, que realiza la muerte. Por
consiguiente, esta privación, al dejar algo, no siempre es inmediata
con el hábito opuesto. Y de este modo es el mal privación de bien,
como dice Simplicio en Commento super librum Praedic., porque no quita todo el bien, sino que deja algo; por lo que puede haber algo intermedio entre el bien y el mal.
2. Todo objeto y todo fin tiene
alguna bondad y malicia, al menos la natural, pero no siempre
conllevan bondad o malicia moral, que se aprecia en la relación con la
razón, como se dijo (
a.8). Y de esta bondad o malicia se trata
ahora.
3. No todo lo que tiene un acto
pertenece a su especie. Por eso, aunque en la razón de su especie no
esté contenido cuanto pertenece a su bondad, no por eso es malo por su
especie, ni tampoco bueno; así, un hombre por su especie no es ni
virtuoso ni vicioso.
Artículo 9:
¿Algún acto individual es indiferente?
lat
Objeciones por las que parece que algún acto individualizado es
indiferente.
1. No hay ninguna especie que no contenga o pueda contener algún
individuo. Pero algún acto es indiferente según su especie, como se
dijo (
a.8). Luego algún acto individual puede ser
indiferente.
2. Además, a partir de actos individuales se producen hábitos
conformes con ellos, como se dice en el II Ethic. Pero algún hábito es indiferente, pues dice el Filósofo en el IV Ethic. de algunos, como los plácidos y los pródigos, que no son malos y, no obstante, consta que no son buenos, porque se apartan de la virtud; por tanto, son indiferentes en cuanto al hábito. Luego algunos actos individuales son indiferentes.
3. Además, el bien moral pertenece a la virtud, y el mal moral, al
vicio. Pero sucede que a veces uno no ordena a un fin virtuoso o
vicioso un acto que por su especie es indiferente. Luego sucede que
algún acto individual es indiferente.
Contra esto: está lo que dice Gregorio en una homilía: Es palabra ociosa la que carece de la utilidad de la rectitud o
no está motivada por una necesidad justa o utilidad piadosa. Pero
una palabra ociosa es mala, porque de ella darán razón los hombres
en el día del juicio, como se dice en Mt 12,36. Por otra parte, si
está motivada por una necesidad justa o por utilidad piadosa, es
buena. Luego toda palabra es buena o mala. Por la misma razón, por
tanto, cualquier acto es bueno o es malo. Luego ningún acto individual
es indiferente.
Respondo: A veces un acto es indiferente según
la especie y, sin embargo, es bueno o malo considerado
individualmente; precisamente porque el acto moral, como se dijo
(
a.3), no recibe la bondad sólo de su objeto, sino también de las
circunstancias, que son como accidentes. Igual que algo conviene a un
hombre individual en virtud de accidentes individuales, que no le
conviene al hombre bajo la razón de especie. Y es necesario que todo
acto individual tenga alguna circunstancia que lo acerque al bien o al
mal, al menos desde la intención del fin; porque, como es propio de la
razón ordenar, el acto que procede de la razón deliberativa, si no
está ordenado al fin debido, por eso mismo se opone a la razón y tiene
razón de mal; en cambio, si se ordena al fin debido, conviene con el
orden de la razón, por lo que tiene razón de bien. Ahora bien, es
necesario que se ordene o no al fin debido. Por consiguiente, es
necesario que todo acto del hombre que procede de la razón
deliberativa, considerado individualmente, sea bueno o
malo.
Pero si no procede de la razón deliberativa, sino de una imaginación,
como cuando uno se frota la barba o mueve una mano o un pie, ese acto
no es propiamente moral o humano, pues esto lo recibe de la razón. Por
tanto, será indiferente, pues queda fuera del género de los actos
morales.
A las objeciones:
1. Un acto puede ser indiferente
según su especie de muchos modos. Uno, porque deba ser indiferente por
su especie. Y en este sentido procede la objeción, pero ningún acto es
así indiferente por la especie, pues no hay ningún objeto de un acto
humano que no pueda ordenarse al bien o al mal mediante el fin o las
circunstancias. Otro modo por el que puede decirse indiferente según
la especie, es porque no recibe de ella el ser bueno o malo. Por
tanto, puede llegar a ser bueno o malo por alguna otra cosa; así, el
hombre no debe a su especie el ser blanco o negro, tampoco el no
serlo, pues la blancura o la negrura le pueden sobrevenir al hombre de
otro origen distinto de los principios de la especie.
2. El Filósofo
afirma que se llama propiamente malo a quien es nocivo para los demás
hombres, y es según esto como dice que el pródigo no es
malo, porque no daña a nadie más que a sí mismo. Y lo mismo de todos
los que no son nocivos para sus prójimos. Pero nosotros llamamos
comúnmente malo a todo lo que se opone a la recta razón. Y según esto,
todo acto individual es bueno o malo, como se dijo
(
a.9).
3. Todo fin pretendido por la
razón deliberativa pertenece al bien de alguna virtud o al mal de
algún vicio, pues todo lo que uno hace ordenadamente
para sostenimiento o reposo de su cuerpo, se ordena al bien de la
virtud en quien ordena su cuerpo al bien de la virtud. Y lo mismo vale
en los otros casos.
Artículo 10:
¿Alguna circunstancia constituye al acto moral en la especie de bien
o de mal?
lat
Objeciones por las que parece que una circunstancia no puede
constituir la especie de un acto bueno o malo.
1. La especie de un acto procede del objeto. Pero las circunstancias
son distintas del objeto. Luego las circunstancias no dan la especie
del acto.
2. Además, las circunstancias se relacionan con el acto moral como
sus accidentes, según se dijo (a.7 a.1). Pero un accidente no
constituye la especie. Luego la circunstancia no constituye ninguna
especie de bien o de mal.
3. Además, una cosa no tiene muchas especies. Pero un acto tiene
muchas circunstancias. Luego las circunstancias no constituyen un acto
moral en una especie de bien o de mal.
Contra esto: el lugar es una circunstancia. Pero el lugar constituye al
acto moral en una especie de mal, pues robar algo de un lugar sagrado
es sacrilegio. Luego las circunstancias constituyen al acto moral es
una especie de bien o de mal.
Respondo: Igual que las especies de las cosas
naturales se constituyen a partir de formas naturales, las especies de
los actos morales se constituyen a partir de formas concebidas por la
razón, como se desprende de lo dicho (
a.5). Pero, porque la naturaleza
está determinada a una única cosa y no es posible un proceso natural
al infinito, es necesario llegar a una forma única, de la que se tome
la diferencia específica, de modo que después de ella no pueda haber
otra diferencia específica. Por eso, en las cosas naturales, lo que es
accidente de una cosa no puede tomarse como diferencia que constituya
la especie. Pero el proceso de la razón no está determinado a algo
único, sino que, dada una cosa, puede proceder más allá. Por eso, lo
que en un acto se toma como circunstancia accidente del objeto que
determina la especie del acto, puede ser tomada de nuevo por la razón
y ser ordenada como condición principal del objeto que determine la
especie del acto. Por ejemplo: tomar lo ajeno recibe la especie de la
razón de ajeno y, por eso, se constituye en la especie de hurto; y si
se considera además la razón de lugar o de tiempo, el lugar y el
tiempo estarán en razón de circunstancias. Pero porque la razón puede
ordenar también acerca del lugar, del tiempo y de cosas semejantes,
puede suceder que la condición de lugar referente al objeto se tome
como contraria al orden de la razón; por ejemplo, la razón ordena que
no hay que ultrajar un lugar sagrado. Según esto, tomar algo ajeno de
un lugar sagrado añade una especial oposición al orden de la razón y,
en consecuencia, el lugar, que antes era considerado como
circunstancia, pasa ahora a ser considerado como condición principal
del objeto que se opone a la razón. Y así, todas las veces que una
circunstancia se refiere a un orden especial de la razón, a favor o en
contra, es necesario que la circunstancia dé la especie al acto bueno
o malo.
A las objeciones:
1. La circunstancia que da especie
al acto es considerada como condición del objeto, según se dijo (
a.10), como una diferencia específica suya.
2. La circunstancia que permanece
en razón de circunstancia, por tener razón de accidente, no da
especie; pero sí la da si se transforma en la condición principal del
objeto.
3. No toda circunstancia
constituye al acto moral en una especie de bien o de mal, pues no toda
circunstancia conlleva un acuerdo o desacuerdo con la razón. Por eso
no es necesario que un acto esté en muchas especies, aunque sean
muchas sus circunstancias. Aunque tampoco hay inconveniente en que un
mismo acto moral esté en muchas especies morales, incluso distintas,
como se dijo (
a.7 ad 1;
q.1 a.3 ad3).
Artículo 11:
Toda circunstancia que aumente la bondad o malicia, ¿constituye al
acto moral en una especie de bien o de mal?
lat
Objeciones por las que parece que toda circunstancia relacionada con
la bondad o malicia da especie al acto.
1. El bien y el mal son diferencias específicas de los actos morales.
Por consiguiente, lo que establece diferencia en la bondad o malicia
del acto moral, hace que se diferencie según una diferencia
específica, lo que equivale a diferenciarse según la especie. Pero lo
que aumenta la bondad o la malicia del acto, hace que se diferencie
según la bondad y la malicia. Luego hace que se diferencie según la
especie. Por consiguiente, toda circunstancia que añade bondad o
malicia constituye especie.
2. Además, toda circunstancia que sobreviene tiene en sí alguna razón
de bondad o de malicia, o no. Si no, no puede aumentar la bondad o
malicia del acto, porque lo que no es bueno no puede hacer más bueno y
lo que no es malo no puede hacer más malo. Pero si tiene en sí razón
de bondad o de malicia, por eso mismo tiene especie de bien o de mal.
Luego toda circunstancia que aumente la bondad o la malicia,
constituye una especie nueva de bien o de mal.
3. Además, según Dionisio en el capítulo 4 del
De div.
nom.:
El mal es causado por defectos
singulares. Ahora bien, cualquier circunstancia que agrava la
malicia tiene un defecto especial. Luego cualquier circunstancia añade
una especie nueva de pecado. Y, por la misma razón, cualquier
circunstancia que aumente la bondad, parece que añade una nueva
especie de bien; igual que cualquier unidad añadida a un número hace
una especie nueva de número, pues el bien consiste
en número, peso
y medida (
1 q.5 a.5).
Contra esto: lo más y lo menos no diversifican la especie. Pero lo más
y lo menos son circunstancias que añaden bondad o malicia. Luego no
toda circunstancia que aumente la bondad o la malicia constituye al
acto moral en especie de bien o de mal.
Respondo: Una circunstancia da especie de bien
o de mal al acto moral en cuanto se refiere a un orden especial de la
razón, como se dijo (
a.10). Ahora bien, sucede a veces que una
circunstancia no se refiere al orden de la razón en bien o en mal, a
no ser que se presuponga otra circunstancia que otorgue al acto moral
especie de bien o de mal. Por ejemplo, tomar algo en cantidad grande o
pequeña no se relaciona con el orden de la razón en bien o en mal, si
no se presupone alguna otra condición con la que el acto adquiera
malicia o bondad, como ser ajeno, que se opone a la razón. Por eso,
tomar lo ajeno en cantidad grande o pequeña no diversifica la especie
de pecado, aunque puede agravarlo o disminuirlo. Por consiguiente, no
toda circunstancia que añada bondad o malicia hace variar la especie
del acto moral.
A las objeciones:
1. En las cosas que se intensifican
y remiten, la diferencia de intensidad o de remisión no diferencia la
especie; así, lo que se diferencia por más o menos blancura no se
diferencia por la especie de color. Del mismo modo, lo que hace
diferencia en bien o en mal por aumento y disminución, no diferencia
el acto moral según la especie.
2. La circunstancia que agrava un
pecado o aumenta la bondad de un acto, a veces no tiene bondad o
malicia de por sí, sino por su ordenación a otra condición del acto,
como se dijo (
a.11). Consiguientemente, no da nueva especie, sino que
aumenta la bondad o malicia que proviene de esa condición del
acto.
3. Cualquier circunstancia no
induce un efecto singular por sí misma, sino por orden a otra cosa.
Del mismo modo, no siempre añade nueva perfección si no es en relación
con otra cosa. Por tanto, aunque aumente la bondad o la malicia, no
siempre hace variar la especie de bien o de mal.