Artículo 1:
¿Es o no necesario que, además de las materias filosóficas, haya otra
doctrina?
lat
Objeciones por las que parece que no es necesario que, además de las materias filosóficas, haya otra doctrina:
1. Dice Ecle 3,22: No pretendas escudriñar lo que no puedes.
Así pues, el hombre no debe pretender asimilar lo que excede su
capacidad de entender. Puesto que lo que entra dentro de su capacidad
de entender es suficientemente tratado por las materias filosóficas,
parece del todo superfluo que, además de estas materias, haya otra
doctrina filosófica.
2. No hay doctrina si no trata del ser, pues sólo se puede
conocer lo verdadero, que es lo mismo que decir ser. Pero las materias
filosóficas abarcan el estudio de todos los seres, incluido Dios. De
ahí que, tal como nos consta por el Filósofo en VI Metaphys., una parte de la filosofía sea
llamada Teología. Así, pues, no fue necesario que,
además de las materias filosóficas, hubiera otra doctrina.
Contra esto: está lo que dice 2 Tim 3,16: Toda escritura, divinamente
inspirada, sirve para enseñar, argüir, corregir, y formar la
justicia. Ahora bien, la Escritura divinamente inspirada no entra
dentro del campo de las materias filosóficas, ya que éstas son el
resultado de la razón humana solamente. De donde se sigue, tiene
sentido que, además de las materias filosóficas, haya otra ciencia
divinamente inspirada.
Respondo: Para la salvación humana fue
necesario que, además de las materias filosóficas, cuyo
campo analiza la razón humana, hubiera alguna ciencia
cuyo criterio fuera lo divino. Y esto es así porque Dios,
como fin al que se dirige el hombre, excede la comprensión a la que
puede llegar sólo la razón. Dice Is 64,4:
¡Dios! Nadie ha visto lo que tienes preparado para los que te aman. Sólo Tú.
El fin tiene que ser conocido por el hombre para que hacia Él pueda
dirigir su pensar y su obrar. Por eso fue necesario que el hombre,
para su salvación, conociera por revelación divina lo que no podía
alcanzar por su exclusiva razón humana.
Más aún, lo que de Dios puede comprender la sola razón humana,
también precisa la revelación divina, ya que, con la sola razón
humana, la verdad de Dios sería conocida por pocos, después de mucho
análisis y con resultados plagados de errores. Y, sin embargo, del
exacto conocimiento de la verdad de Dios depende la total salvación
del hombre, pues en Dios está la salvación.
Así, pues, para que la salvación llegara a los hombres de forma más
fácil y segura, fue necesario que los hombres fueran instruidos,
acerca de lo divino, por revelación divina. Por todo ello se deduce la
necesidad de que, además de las materias filosóficas, resultado de la
razón, hubiera una doctrina sagrada, resultado de la
revelación.
A las objeciones:
1. El hombre no debe analizar con
sus solas fuerzas naturales lo que excede su comprensión; sin embargo,
esto que le excede ha sido revelado por Dios para ser aceptado por la
fe. De ahí que el texto aquel continúe diciendo (v.25): Te han sido
mostradas muchas cosas que están por encima del hombre. En estas
cosas se centra la doctrina sagrada.
2. A diversos modos de conocer,
diversas ciencias. Por ejemplo, tanto el astrónomo como el físico
pueden concluir que la tierra es redonda. Pero mientras el astrónomo
lo deduce por algo abstracto, la matemática, el físico lo hace por
algo concreto, la materia. De ahí que nada impida que unas mismas
cosas entren dentro del campo de las materias filosóficas siendo
conocidas por la simple razón natural, y, al mismo tiempo, dentro del
campo de otra ciencia cuyo modo de conocer es por la luz de la
revelación divina. De donde se deduce que la teología
que estudia la doctrina sagrada, por su género es distinta de la
teología que figura como parte de la filosofía.
Artículo 2:
La doctrina sagrada, ¿es o no es ciencia?
lat
Objeciones por las que parece que la doctrina sagrada no es
ciencia:
1. Toda ciencia deduce sus conclusiones partiendo de principios
evidentes. Pero la doctrina sagrada las deduce partiendo de los
artículos de fe que no son evidentes, ya que no son admitidos por
todos. Ya dice 2 Tes 3,2: No todos tienen fe. Así, pues, la
doctrina sagrada no es ciencia.
2. La ciencia no trata lo individual. La doctrina sagrada,
por su parte, sí lo hace cuando nos relata hechos concretos de
Abraham, Isaac, Jacob y otros. Por lo tanto, la doctrina sagrada no es
ciencia.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el XIV De
Trinitate: A esta ciencia pertenece solamente
aquello con lo que se fecunda, alimenta, defiende y robustece la fe
que salva. Esto corresponde sólo a la doctrina sagrada, no a
ninguna otra ciencia. Por lo tanto, la doctrina sagrada es
ciencia.
Respondo: La doctrina sagrada es ciencia. Hay
dos tipos de ciencias.
1) Unas, como la aritmética, la
geometría y similares, que deducen sus conclusiones a partir de
principios evidentes por la luz del entendimiento natural.
2) Otras, por su parte, deducen sus conclusiones a partir de
principios evidentes, por la luz de una ciencia superior. Así, la
perspectiva, que parte de los principios que le proporciona la
geometría; o la música, que parte de los que le proporciona la
aritmética.
En este último sentido se dice que la doctrina sagrada es
ciencia, puesto que saca sus conclusiones a partir de los principios
evidentes por la luz de una ciencia superior, esto es, la ciencia de
Dios y de los Santos. Así, pues, de la misma forma que la música
acepta los principios que le proporciona el matemático, la doctrina
sagrada acepta los principios que por revelación le proporciona
Dios.
A las objeciones:
1. Los principios de una ciencia
cualquiera o son evidentes o quedan reducidos a los que le proporciona
una ciencia superior. Estos últimos son los principios propios de la
doctrina sagrada tal como se ha dicho.
2. Los hechos concretos que
aparecen en la doctrina sagrada no son tratados como objetivo
principal, sino como ejemplo a imitar; así ocurre en la moral. O
también para declarar la autoridad de aquellos hombres por los que se
nos ha transmitido la revelación divina que es el fundamento de la
Escritura o Doctrina Sagrada.
Artículo 3:
La doctrina sagrada en cuanto ciencia, ¿es una o múltiple?
lat
Objeciones por las que parece que la doctrina sagrada no es una única
ciencia:
1. Dice el Filósofo en I Poster. Es una la ciencia
cuando su sujeto es de un solo género. Como quiera que la doctrina
sagrada trata del Creador y de lo creado, que no son del mismo género,
hay que decir que la doctrina sagrada no es una única
ciencia.
2. En la doctrina sagrada se trata de los ángeles, de seres
corpóreos y del comportamiento de los hombres. Todo esto es tratado en
diversas ciencias filosóficas. Así, pues, la doctrina sagrada no es
una única ciencia.
Contra esto: está la Sagrada Escritura que habla de ella como de una
única ciencia, pues dice Sab 10,10: Le concedió la ciencia de los
santos.
Respondo: La doctrina sagrada es una única
ciencia. La unidad de la facultad o del hábito la da el objeto, pero
no bajo el aspecto material, sino formal. Por ejemplo,
el hombre, el asno y la piedra pueden ser considerados bajo el aspecto
formal del color, que es el objeto de la vista. Si tenemos presente,
como ya hemos dicho (
a.2), que la Sagrada Escritura considera algunas
cosas en cuanto reveladas por Dios, todo lo que puede ser revelado por
Dios cae bajo el aspecto formal del objeto de
tal ciencia. Es así como queda comprendido dentro de
la doctrina sagrada como una única ciencia.
A las objeciones:
1. La doctrina sagrada no se ocupa
por igual de Dios y de las criaturas; sino que se ocupa de Dios como
objetivo principal, y de las criaturas en cuanto referidas a Él como
su principio y su fin. Esto no impide que sea una única
ciencia.
2. Nada impide que las facultades
o hábitos se diversifiquen al considerar sus distintos objetos y que,
al mismo tiempo, esos objetos sean considerados por una facultad o
hábito superior; puesto que una facultad o hábito superior lo
considera todo bajo un aspecto formal mucho más universal. Ejemplo: El
sentido común tiene por objeto lo sensible, y lo sensible es también
el objeto de la vista o del oído. De ahí que el sentido común, en
cuanto facultad, abarque los objetos propios de los cinco sentidos. De
modo parecido, lo que cae dentro del campo de las diversas ciencias
filosóficas, esto mismo puede considerarlo bajo un solo aspecto, el de
poder ser revelado por Dios, la doctrina sagrada como una única
ciencia. Es así que la doctrina sagrada es como una imagen de la
ciencia divina que es una, simple y lo abarca todo.
Artículo 4:
La doctrina sagrada, ¿es o no es ciencia práctica?
lat
Objeciones por las que parece que la doctrina sagrada es ciencia
práctica:
1. Tal como dice el Filósofo en II Metaphys., el fin de la práctica es la acción. Y la doctrina sagrada se
encamina a la acción según Sant 1,22: Sed vivientes de la palabra y
no sólo oyentes. Por lo tanto, la doctrina sagrada es ciencia
práctica.
2. La doctrina sagrada se divide en ley antigua y ley nueva.
Pero la ley es estudiada por la moral, que es una ciencia práctica.
Por lo tanto, la doctrina sagrada es ciencia práctica.
Contra esto: toda ciencia práctica trata de lo que puede ser hecho por
el hombre. Así la Moral, los actos humanos; la Arquitectura, los
edificios. La doctrina sagrada, por su parte, tiene por objeto
principal a Dios, cuya obra mayor es el hombre. Por lo tanto, no es ciencia práctica, sino sobre todo especulativa.
Respondo: La doctrina sagrada, tal como quedó
indicado (
a.3), siendo una, abarca todo lo que concierne a las ciencias
filosóficas por el aspecto formal bajo el que lo considera, esto es,
en cuanto puede ser conocido por la luz divina. De ahí que, aun cuando
las ciencias filosóficas unas sean especulativas y otras prácticas,
sin embargo, la doctrina sagrada las abarca todas de la misma forma
que Dios se conoce a sí mismo y su obrar con la misma ciencia. Por
otra parte, estamos ante una ciencia más especulativa que práctica
porque trata principalmente más de lo divino que de lo humano; pues
cuando trata de lo humano lo hace en cuanto que el hombre, por su
obrar, se encamina al perfecto conocimiento de Dios, puesto que en ese
conocer consiste la felicidad eterna.
A las objeciones: Está incluida en lo dicho.
Artículo 5:
La doctrina sagrada, ¿es o no es superior a las otras
ciencias?
lat
Objeciones por las que parece que la doctrina sagrada no es superior
a las otras ciencias:
1. La certeza es algo propio de la superioridad de una ciencia. Pero
las otras ciencias parecen más ciertas que la doctrina sagrada, pues
mientras los principios de aquéllas no pueden ser puestos en duda, los
de ésta, que son los artículos de fe, sí admiten la duda. Así, pues,
las otras ciencias parecen más ciertas que la doctrina
sagrada.
2. Las ciencias de lo inferior toman sus principios de lo
superior, como la música los toma de la aritmética.
Pero la doctrina sagrada toma algo de las ciencias filosóficas. Así
dice Jerónimo en su Carta al Gran Orador de la ciudad de Roma,
que los doctores antiguos inundaron tanto sus libros de teorías y
frases de los filósofos, que no se sabe qué admirar más, si su
erudición de lo profano o su conocimiento de la Escritura. Por lo tanto, la doctrina sagrada es inferior a
las otras ciencias.
Contra esto: está la afirmación de que las otras ciencias son llamadas
siervas de la doctrina sagrada en Prov 9,3: La Sabiduría ha enviado
a sus siervos a gritar desde lo alto de la colina.
Respondo: Como quiera que esta ciencia con
respecto a algo es especulativa, y con respecto a algo es práctica,
está por encima de todas las demás ciencias tanto especulativas como
prácticas. De entre las ciencias especulativas se dice que una es
superior a otra según la certeza que contiene, o según la dignidad de
la materia que trata. En ambos aspectos, la doctrina sagrada está por
encima de las otras ciencias especulativas. Con respecto a la certeza
de las ciencias especulativas, fundada en la razón natural, que puede
equivocarse, contrapone la certeza que se funda en la luz de la
ciencia divina, que no puede fallar. Con respecto a la dignidad de la
materia, porque la doctrina sagrada trata principalmente de algo que
por su sublimidad sobrepasa la razón humana. Las otras ciencias sólo
consideran lo que está sometido a la razón.
De entre las ciencias prácticas es más digna la que se orienta a un
fin más alto, como lo militar a lo civil, puesto que el bien del
ejército tiene por fin el bien del pueblo. El fin de la doctrina
sagrada como ciencia práctica es la felicidad eterna que es el fin al
que se orientan todos los objetivos de las ciencias
prácticas.
Queda patente, bajo cualquier aspecto, que la doctrina sagrada es
superior a las otras ciencias.
A las objeciones:
1. Nada impide que lo que por su
naturaleza es cierto, a nosotros, por la debilidad de nuestro
entendimiento, no nos lo parezca tanto, pues nuestro entendimiento,
como dice el Filósofo en II Metaphys., ante
la evidencia de la naturaleza hace lo que la lechuza ante los rayos
del sol. De ahí que la duda que en algunos se da con respecto a
los artículos de fe no tiene su origen en la incertidumbre del
contenido, sino en la debilidad del entendimiento humano. No obstante,
lo poco que se puede saber de las cosas sublimes es preferible a lo
mucho y cierto que podemos saber de las cosas inferiores, tal como se
dice en XI De animalibus.
2. Esta ciencia puede tomar algo
de las disciplinas filosóficas, y no por necesidad, sino para explicar
mejor lo que esta ciencia trata. Pues no toma sus principios de otras
ciencias, sino directamente de Dios por revelación. Y aun cuando tome
algo de las otras ciencias, no lo hace porque sean superiores, sino
que las utiliza como inferiores y serviles, como la arquitectura tiene
proveedores, o como lo civil tiene lo militar. La ciencia sagrada lo
hace no por defecto o incapacidad, sino por la fragilidad de nuestro
entendimiento, pues, a partir de lo que conoce por la razón natural
(de la que proceden las otras ciencias) es conducido, como llevado de
la mano, hasta lo que supera la razón humana y que se trata en la
ciencia sagrada.
Artículo 6:
La doctrina sagrada, ¿es o no es sabiduría?
lat
Objeciones por las que parece que la doctrina sagrada no es
sabiduría:
1. La doctrina que no tiene principios propios, sino que los toma de
fuera, no puede ser llamada sabiduría, pues
al sabio le corresponde
dirigir, no ser dirigido (I
Metaphys.).
Pero, tal como hemos visto (
a.2), la doctrina sagrada toma los
principios de fuera. Por lo tanto, la doctrina sagrada no es
sabiduría.
2. A la sabiduría le corresponde probar los principios de
otras ciencias; de ahí que en el VI Ethic. se la
llame cabeza de las ciencias. Pero la doctrina sagrada no
prueba los principios de las otras ciencias. Por lo tanto no es
sabiduría.
3. La doctrina sagrada se adquiere por el estudio; en
cambio, la sabiduría es infusa, de ahí que se encuentre entre los
siete dones del Espíritu Santo, como queda claro en Is 11,2. Por lo
tanto, la doctrina sagrada no es sabiduría.
Contra esto: está lo que dice Dt 4,6, al principio de la ley: Esta es
nuestra sabiduría y nuestro modo de entender entre los
pueblos.
Respondo: Esta doctrina es, entre todas las
sabidurías humanas, sabiduría en grado sumo, y no sólo en un sentido
especial, sino único y total. Le corresponde al sabio dirigir y
juzgar; y su juicio lo hace teniendo como punto de referencia la causa
más alta de todo lo inferior. Así, en todo tipo de cosas, se llama
sabio a aquel que tiene presente la causa más alta de cada cosa
concreta. Por ejemplo, el trabajador que prepara los planos de un
edificio es llamado sabio y arquitecto respecto a los trabajadores que
labran la madera o pulen la piedra. En este sentido dice 1 Cor 3,10:
Como sabio arquitecto puso los cimientos. Y en la vida humana,
el sabio es llamado prudente por orientar el obrar humano a su debido
fin. De ahí que diga Prov 10,23: La sabiduría en el hombre es la
prudencia. Así, pues, aquel que tenga como punto de referencia la
causa suprema de todo el universo, que es Dios, será llamado sabio en
grado sumo; de ahí que la sabiduría sea definida como conocimiento
de lo divino, según refiere Agustín en XII De
Trin. Lo más genuino de la doctrina sagrada es
referirse a Dios como causa suprema, y no sólo por lo que de Él se
puede conocer a través de lo creado (y que en este sentido ya lo
conocieron los filósofos, tal como dice Rom 1,19: Lo que puede conocerse de Dios lo tienen a la vista), sino también
por lo que sólo Él puede saber de sí mismo y que comunica a los demás
por revelación. De donde se deduce que la doctrina sagrada es
sabiduría en grado sumo.
A las objeciones:
1. La doctrina sagrada no toma sus
principios de ninguna otra ciencia humana, sino de la ciencia divina,
la cual, como sabiduría en grado sumo, regula todo nuestro
entender.
2. Los principios de las otras
ciencias o son evidentes y no necesitan ser demostrados; o lo son en
alguna otra ciencia y son demostrados por un proceso mental natural.
El conocimiento propio que se tiene en la ciencia sagrada lo da la
revelación, no la razón natural. De ahí que no le corresponda probar
los principios de las otras ciencias, sino sólo juzgarlos. Así,
condena por falso todo lo que en las otras ciencias
resulta incompatible con su verdad. Dice 2 Cor 10,5ss: Derribamos
las falacias y todo torreón que se alza contra el conocimiento de
Dios.
3. Al sabio le corresponde juzgar.
Como hay dos modos de juzgar, la sabiduría debe ser entendida de dos
modos también. Uno de los modos es si el que juzga tiene tendencia a
algo. Por ejemplo, el virtuoso juzgará rectamente todo lo que se
refiera a lo virtuoso, pues él tiende a ello. De ahí lo que se dice en
X Ethic.: El virtuoso es la regla y medida
de los actos humanos. Otro modo de juzgar es juzgar por
conocimiento. Así, por ejemplo, el especialista en moral podrá juzgar
los actos de tal o cual virtud aunque él no la tenga. Pues bien, a la
hora de juzgar las cosas divinas, el primer modo indicado es el que
corresponde a la sabiduría que figura entre los dones del Espíritu
Santo, siguiendo aquello de 1 Cor 2,15: El hombre espiritual todo
lo juzga, etc.; y Dionisio dice en el c.2 del De Divinis
Nominibus: Hieroteo es hombre docto no sólo
porque aprende lo divino, sino porque también lo vive. El segundo
modo de juzgar pertenece a la doctrina sagrada en cuanto adquirida por
el estudio; si bien toma los principios que dimanan de la
revelación.
Artículo 7:
¿Es o no es Dios el sujeto de esta ciencia?
lat
Objeciones por las que parece que Dios no es el sujeto de esta
ciencia:
1. Según el Filósofo en I Poster., toda ciencia necesita suponer del sujeto qué
es. Pero la doctrina sagrada como ciencia no supone de Dios qué
es, ya que dice el Damasceno: Es imposible
decir de Dios qué es. Por lo tanto, Dios no es el sujeto de esta
ciencia.
2. Todo lo que trata una ciencia está comprendido en su
sujeto. Pero en la Sagrada Escritura se trata de muchas cosas además
de Dios, como son las criaturas y los actos humanos. Por lo tanto,
Dios no es el sujeto de esta ciencia.
Contra esto: es sujeto de una ciencia aquello en torno a lo cual gira
todo el quehacer de tal ciencia. La ciencia sagrada gira en torno a
Dios, tanto que se la llama Teología, que es casi como decir
Tratado sobre Dios. Por lo tanto, Dios es el sujeto de esta
ciencia.
Respondo: Dios es el sujeto de esta ciencia. La
relación que hay entre una ciencia y su sujeto es la misma que hay
entre una facultad o hábito y su objeto. El objeto propio de una
facultad o hábito lo constituye el aspecto bajo el cual lo considera
todo tal facultad o hábito. Así, el hombre y la piedra son
considerados por la vista bajo el aspecto del color, de ahí que el
color sea el objeto propio de la vista. Todo lo que trata la doctrina
sagrada lo hace teniendo como punto de mira a Dios. Bien porque se
trata de Dios mismo, bien porque se trata de algo referido a El como
principio y como fin. De donde se sigue que Dios es verdaderamente el
sujeto de esta ciencia. Esto mismo queda patente por los principios de
esta ciencia, que son los artículos de fe, y que provienen de Dios. El
sujeto de los principios es el mismo que de toda la ciencia, pues toda
la ciencia virtualmente está contenida en los principios. Es verdad
que ha habido quienes, considerando lo que se trata en esta ciencia y
no el aspecto bajo el que se trata, le han asignado a la doctrina
sagrada otro sujeto. Por ejemplo, los hechos y los signos, o la obra
de la reparación, o el Cristo total, esto es, la cabeza y los
miembros. Cierto que en esta ciencia se trata de todo
esto, pero siempre en cuanto referido a Dios.
A las objeciones:
1. Aun cuando no podamos decir de
Dios qué es, en esta doctrina sagrada tomamos sus efectos, de
naturaleza o de gracia, como sustituto de la definición para poder
analizar lo que en esta doctrina se dice de Dios. Esto mismo hacen
algunas ciencias filosóficas, que, por el efecto, demuestran algo de la causa, habiendo tomado el efecto como sustituto de la definición de causa.
2. Todo lo que se trata en la
doctrina sagrada está comprendido en Dios; no como partes o especies
o accidentes suyos, sino en cuanto, de algún modo, referido a Él
mismo.
Artículo 8:
La doctrina sagrada, ¿es o no es argumentativa?
lat
Objeciones por las que parece que la doctrina sagrada no es
argumentativa:
1. Dice Ambrosio en el l.I del De Fide Catholica: Donde se busque la fe, quita los argumentos. Pero en esta doctrina lo que se busca principalmente es la fe, como dice Jn 20,31: Estas cosas han sido escritas para que creáis. Por lo tanto, la doctrina sagrada no es argumentativa.
2. Si es argumentativa, su argumento radica en la autoridad
o en la razón. Si argumenta desde la autoridad, no sería propio de su
dignidad, pues el argumento desde la autoridad es el más débil de los
argumentos según Boecio. Si argumenta desde la razón, no sería propio
de su fin, pues dice Gregorio: La fe no tiene
ningún mérito allí donde la razón humana aporta la evidencia.
Por tanto, la doctrina sagrada no es argumentativa.
Contra esto: está lo que dice del obispo la carta a Tito 1,9: Debe
ser adicto a la doctrina auténtica; así será capaz de predicar una
enseñanza sana y de rebatir a los adversarios.
Respondo: Así como las otras ciencias no
argumentan para probar sus principios, sino que, partiendo de tales
principios, argumentan para demostrar otras cosas que hay en ellas, de
la misma forma la doctrina sagrada no argumenta para probar sus
principios, los artículos de fe, sino que, a partir de ellos,
argumenta para probar otra cosa. Por ejemplo, el Apóstol en 1 Cor
15,12ss, partiendo de la resurrección de Cristo, argumenta para probar
la resurrección de la humanidad. Sin embargo, hay que tener presente
que, dentro de las ciencias filosóficas, las inferiores ni prueban sus
principios ni discuten contra quien los niega, sino que dejan que esto
lo hagan las superiores. La metafísica, que es la suprema de las
ciencias filosóficas, discute contra quien niega sus principios
siempre que éste esté de acuerdo en algo; pues si el interlocutor lo
niega todo, a la metafísica no le es posible discutir con él, aunque
sí puede resolver sus problemas. Como quiera que la Sagrada Escritura
no tiene por encima como superior otra ciencia, discute con quien
niega sus principios. Si éste está de acuerdo en algo de los
principios que se tienen por revelación, entonces argumenta. Así, con
la autoridad de la Sagrada Escritura discutimos contra los herejes; y
con un artículo de fe lo hacemos contra quien niega otro. Si, por otra
parte, el interlocutor lo niega todo, ya no hay posibilidad de hacerle
ver con razones los artículos de fe, aunque sí se
pueden resolver los problemas que plantee contra la fe, si es que lo
hace. Pues la fe se fundamenta en la verdad infalible, y lo que es
contrario a la verdad no es demostrable; de donde se sigue que los
razonamientos que se presentan contra la fe no son demostraciones
inapelables, sino argumentos rebatibles.
A las objeciones:
1. Aun cuando los argumentos de
razón no sean capaces de poder probar lo que es de fe, sin embargo, la
doctrina sagrada, partiendo de los artículos de fe, puede deducir
otras verdades de fe, como se ha dicho.
2. Argumentar por autoridad es lo
más genuino de la doctrina sagrada, puesto que, como quiera que los
principios de esta doctrina han sido establecidos por revelación, es
necesario creer en la autoridad que dimana de aquellos a quienes les
ha sido hecha la revelación. Esto no anula la dignidad de la doctrina
sagrada, pues el argumento por autoridad fundada en la razón humana es
muy débil; mientras que el argumento por autoridad fundada en la
revelación divina, es muy sólido. Sin embargo, la
doctrina sagrada hace uso también de la razón humana; y no para probar
cosas de fe, eso sería suprimir el mérito de la fe, sino para
demostrar algunas otras cosas que se tratan en la doctrina sagrada.
Como quiera que la gracia no suprime la naturaleza, sino que la
perfecciona, es necesario que la razón natural esté al servicio de la
fe, de la misma forma que la tendencia natural de la voluntad se
somete a la caridad. De ahí lo que dice el Apóstol en 2
Cor 10,5: Cogemos prisionero todo pensamiento humano sometiéndolo a
Cristo. De ahí que la doctrina sagrada use también la autoridad de
aquellos filósofos en aquello que, por esfuerzo natural, pudieran
conocer de la verdad. Así, Pablo, en Hech 17,28, trae a colación lo
dicho por Arato: Como lo dicen incluso algunos de vuestros poetas:
Somos estirpe de Dios. No obstante, no hay que olvidar que la
doctrina sagrada usa estas autoridades como argumentos que no le son
propios, y por tanto, sólo como probables. Las autoridades que dimanan
de la Escritura canónica, son argumentos usados como propios e
imprescindibles. Las autoridades que dimanan de otros doctores de la
Iglesia son argumentos usados como si fueran propios, pero como
probables. Nuestra fe se fundamenta en la revelación hecha a los
Profetas y a los Apóstoles, los cuales escribieron los libros
canónicos; no en la revelación hipotéticamente hecha a otros doctores. Por eso dice Agustín en su carta
a Jerónimo: Sólo en los libros de la Escritura
llamados canónicos he depositado el honor de aceptar y creer sin
reservas que su autor no se equivocó al escribirlos. Los demás libros,
por muy grande que sea la santidad y la doctrina que en ellos puedo
encontrar, no por eso los acepto por verdaderos sin más, a pesar de
que sus autores vivieron y escribieron como santos
y sabios.
Artículo 9:
La Sagrada Escritura, ¿debe o no debe utilizar metáforas?
lat
Objeciones por las que parece que la Sagrada Escritura no debe
utilizar metáforas:
1. No parece que le incumba a la doctrina sagrada, la suprema entre
las ciencias, como ha quedado establecido (
a.5) hacer uso de lo que es
propio de las doctrinas de más baja categoría. Manejar comparaciones e
imágenes es lo peculiar de la Poética, la de menor categoría entre
todas las doctrinas. Por lo tanto, a la ciencia sagrada no le compete
usar metáforas.
2. La doctrina sagrada parece destinada a desvelar la
verdad; de ahí que se haya prometido una recompensa a quien lo haga,
tal como dice Eccli 24,31: Quienes me den a conocer tendrán la vida
eterna. Pero con las metáforas la verdad queda tapada. Por lo
tanto, no le corresponde a la doctrina sagrada presentar lo divino con
metáforas tomadas de las cosas corporales.
3. Algunas criaturas, cuanto más sublimes son, tanto más
se acercan a la semejanza divina. Si, pues, algo de las criaturas se
aplica a Dios, tal aplicación deberá hacerse partiendo de algo de las
criaturas más sublimes, no de otras. Sin embargo, esto se encuentra a
menudo en la Escritura.
Contra esto: está lo que dice Os 12,10: Me he prodigado en dejarme
ver; y en manos de los profetas he sido comparado. Transmitir algo
por comparación es metafórico. Luego la doctrina sagrada puede usar
metáforas.
Respondo: Es conveniente que
la Sagrada Escritura transmita lo divino y espiritual a través de
imágenes tomadas de lo material. Pues Dios acude a todos a través del
modo que les es propio. Es propio de lo humano que llegue a lo
inteligible por lo sensible, puesto que nuestro conocer empieza por
los sentidos. De ahí que fuera conveniente que lo espiritual se nos
transmitiera en la Sagrada Escritura a través de lo material. Esto es
lo que nos dice Dionisio en el c.1 de Ierarch. Cel.: Es imposible que la luz divina nos ilumine si no nos llega atenuada por variados velos sagrados. También convenía que la Sagrada Escritura, dirigida a todos según aquello de la carta a los Rom 1,14: Me debo a los sabios y a los ignorantes, presentase lo espiritual bajo imágenes tomadas de lo material, a fin de poder ser captado por los más simples, los cuales, por sus propias fuerzas, son incapaces de entender lo que es posible ser comprendido.
A las objeciones:
1. El poeta usa metáforas para
ofrecer una imagen, pues la imagen por naturaleza agrada al hombre.
Sin embargo, la doctrina sagrada las usa porque el hombre las necesita
y le son útiles, como hemos dicho.
2. La luz de la revelación divina
no desaparece por las figuras sensibles con las que se rodea, como
dice Dionisio; sino que permanece siendo lo que es. De tal manera que
no deja que las mentes a las que se hace la revelación se queden en
las imágenes, sino que las eleva para entender lo que es posible ser
comprendido. De este modo, aquellos a quienes se les revela algo,
pueden enseñarlo también a otros. Por eso, lo que en algún lugar de la
Escritura se transmite simbólicamente, en otros se hace
explícitamente. La misma sombra en que aparece la revelación por las
imágenes es útil tanto para que los estudiosos investiguen más como
para que queden sin sentido las risas de los incrédulos, de quienes
dice Mt 7,6: No deis lo santo a los perros.
3. Tal como escribe Dionisio en el
c.2 de Hierarch. Cel.: Es preferible que lo
divino se transmita en la Escritura bajo el ropaje simbólico de
cuerpos viles que de cuerpos nobles. Y esto por tres razones. 1) La
primera, porque de este modo se aleja al hombre del error, pues
queda patente que lo simbólico no se dice de lo divino como propiedad,
cosa que podría pensarse si lo simbólico se tomara de cuerpos nobles;
y esto lo pensaría todavía más quien no conociera más que cuerpos
nobles. 2) La segunda, porque este modo de conocer es el más
adecuado para hablar de Dios en esta vida; pues nos es más claro lo
que Él no es que lo que es. Por eso, las imágenes tomadas de lo menos
parecido a Él nos llevan a considerarlo por encima de lo que nosotros
podemos pensar y decir. 3) La tercera, porque, así, lo divino
queda tapado para ojos indignos.
Artículo 10:
El texto de la Sagrada Escritura, ¿tiene o no tiene varios
sentidos?
lat
Objeciones por las que parece que el texto de la Sagrada Escritura no
tiene varios sentidos. Estos son: el histórico o literal, el
alegórico, el tropológico o moral, el anagógico.
1. La multiplicidad de sentidos en un texto engendra confusión y
desengaño, y quita fuerza al argumento. De ahí que la argumentación no
parta de proposiciones de varios sentidos so pena de ofrecer meros
sofismas. La Sagrada Escritura debe ser capaz de mostrar la verdad sin
ningún tipo de sofisma. Por lo tanto, un mismo texto de la Escritura
no puede tener varios sentidos.
2. Dice Agustín en el libro De utilitate
credendi: La Escritura llamada Viejo Testamento
se nos transmite de cuatro formas: histórica, filológica, analógica y
alegórica. Estas cuatro formas parecen completamente distintas de
los cuatro sentidos citados. Por lo tanto no parece conveniente que un
mismo texto de la Escritura se explique según esos cuatro
sentidos.
3. Amén de los cuatro sentidos citados, hay otro, el
parabólico.
Contra esto: está lo que dice Gregorio en el XX Moralium: Por su modo de hablar, la Sagrada Escritura está por encima de todas las ciencias, pues con un mismo texto relata un hecho y revela un misterio.
Respondo: El autor de la Sagrada Escritura es
Dios. Y Dios puede no sólo adecuar la palabra a su significado, cosa
que, por lo demás, puede hacer el hombre, sino también adecuar el
mismo contenido. Así, de la misma forma que en todas las ciencias los
términos expresan algo, lo propio de la ciencia sagrada es que el
contenido de lo expresado por los términos a su vez significa algo.
Así, pues, el primer significado de un término corresponde al primer
sentido citado, el histórico o literal. Y el contenido de lo expresado
por un término, a su vez, significa algo. Este último significado
corresponde al sentido espiritual, que supone el literal y en él se
fundamenta. Este sentido espiritual se divide en tres. Como dice el
Apóstol en la carta a los Hebr 7,19, la Antigua Ley es figura de la
Nueva; y esta misma Nueva Ley es figura de la futura gloria, como dice
Dionisio en
Ecclesiastica Hierarchia. También
en la Nueva Ley todo lo que ha tenido lugar en la cabeza es signo de
lo que nosotros debemos hacer. Así, pues, lo que en la Antigua Ley
figura la Nueva, corresponde al
sentido alegórico; lo que ha
tenido lugar en Cristo o que va referido a Cristo, y que es signo de
lo que nosotros debemos hacer, corresponde al
sentido moral; lo
que es figura de la eterna gloria, corresponde al
sentido
anagógico.
El sentido que se propone el autor es el literal. Como quiera que el
autor de la Sagrada Escritura es Dios, el cual tiene exacto
conocimiento de todo al mismo tiempo, no hay inconveniente en que el
sentido literal de un texto de la Escritura tenga varios sentidos, como dice Agustín en el XII Confess.
A las objeciones:
1. La diversidad de sentidos no
engendra ningún equívoco o cualquier otro tipo de
ambigüedad. Pues, como ha quedado dicho, estos sentidos no se
multiplican porque un mismo término tenga muchos significados, sino
porque el contenido de lo significado por los términos puede
significar otra cosa. En este sentido, nada en la Escritura se presta
a confusión, puesto que todos los sentidos parten de uno, el literal.
Sólo del sentido literal puede partir el argumento, no del alegórico,
tal como dice Agustín en su carta a Vicente el Donatista. Sin embargo, no por eso se echa a perder algo de la Sagrada Escritura, puesto que si en el sentido espiritual hay algún contenido necesario de fe, la Sagrada Escritura en algún otro lugar lo transmite explícitamente en sentido literal.
2. Aquellas tres formas de
transmisión histórica, etiológica y analógica pertenecen al mismo y
único sentido literal. La forma histórica, tal como dice el
mismo Agustín, relata algo sin más; la forma
etiológica indica la causa de algo, por ejemplo cuando el Señor
indicó por qué Moisés permitió a los judíos poder repudiar a sus
mujeres: por la dureza de su corazón (Mt 19,8); la forma
analógica explica cómo dentro de la Escritura la verdad de un
texto no contradice la verdad de otro. La forma alegórica, de las
cuatro señaladas, es la única que cae dentro de los tres sentidos
espirituales. También Hugo de San Víctor incluye el sentido anagógico
en el alegórico; y así, en el libro tercero de sus Sentencias, mantiene sólo tres sentidos: el histórico, el
alegórico y el tropológico.
3. El sentido parabólico está
contenido en el literal. Pues los términos significan algo propio y
algo figurado. El sentido literal no se detiene en la figura misma,
sino en lo figurado. Por ejemplo, cuando la Escritura habla del brazo de Dios, el sentido literal no está diciendo que Dios tenga
el brazo en cuanto elemento corporal, sino en cuanto fuerza para
obrar, que es lo que el brazo significa. Queda claro que lo falso no
puede fundamentarse en el sentido literal de la Sagrada
Escritura.