Ahora hay que tratar lo referente a la prole en lo que respecta a la
justicia. Esta cuestión plantea y exige respuesta a dos
problemas:
Artículo 1:
Los hombres, ¿nacieron o no nacieron justos?
lat
Objeciones por las que parece que los hombres no nacieron
justos:
1. Dice Hugo de San Víctor: El primer hombre, antes
del pecado, engendraría hijos libres de pecado, pero no herederos de
la justicia paterna.
2. Más aún. La justicia lo es por la gracia, como dice el
Apóstol en Rom 5,16.21. Pero la gracia no se traspasa, porque sería
natural; sino que es infundida sólo por Dios. Por lo tanto, los niños
no habrían nacido en justicia.
3. La justicia está en el alma. Pero el alma no se
traspasa. Por lo tanto, tampoco la justicia pasó de los padres a los
hijos.
Contra esto: está lo que dice Anselmo en el libro De Conceptu Virg.: Si el hombre no pecara, junto con el alma racional sus
hijos recibirían la justicia.
Respondo: Por naturaleza, el hombre engendra un
ser semejante según la especie. Por lo tanto, todos los accidentes
derivan de la naturaleza de la especie, y, así, los hijos se asemejan
a los padres, a no ser que haya defecto en la acción natural, defecto
que no se dio en aquel estado de inocencia. Sólo en los accidentes
individuales no es necesario que los hijos se asemejen a los padres.
La justicia original, en la que fue creado el primer hombre, era un
accidente de la naturaleza de la especie, no causado
por los principios de la especie, sino por un don infundido por Dios a
toda la naturaleza. Esto es evidente, porque las cosas opuestas están
en un mismo género, y se dice que el pecado original, como opuesto a
la justicia original, es un pecado de naturaleza. Por eso pasa de
padres a hijos. Por lo mismo, también se transmitiría la justicia
original.
A las objeciones:
1. Lo dicho por Hugo hay que
entenderlo no en cuanto referido al hábito de la justicia, sino a la
acción.
2. Algunos sostienen
que los niños no habrían nacido con la justicia gratuita, que es
principio del mérito, sino con la original. Como la raíz de la
justicia original en la que fue creado el hombre consiste en el
sometimiento sobrenatural de la razón a Dios, que se tiene por la
gracia santificante, hay que decir: Los niños habrían nacido en
justicia y en gracia igual a la del primer hombre, que, como dijimos
(q.95 a.1), fue creado en gracia. Sin embargo, no puede deducirse que
la gracia fuese natural, ya que no era producida por la generación,
sino infundida al hombre junto con el alma racional. Al igual que,
cuando el cuerpo está dispuesto, por creación Dios infunde
directamente el alma.
3. Está incluida, en lo
dicho.
Artículo 2:
En el estado de inocencia, los niños, ¿hubieran o no hubieran nacido
confirmados en justicia?
lat
Objeciones por las que parece que en el estado de inocencia los niños
hubieran nacido confirmados en justicia:
1. Dice Gregorio en IV Moral. comentando Job
3,13: (Descansaría con mi sueño): Si la caída del hombre no hubiera
degradado a los primeros padres, no engendrarían hijos para el
infierno, sino que sólo engendrarían a los que ahora han de ser
salvados por el Redentor. Por lo tanto, todos nacerían confirmados
en justicia.
2. Anselmo, en el libro Cur Deus Homo,
dice: Si los primeros padres no hubieran sucumbido a la tentación,
serían confirmados, junto con su descendencia, para nunca poder
pecar. Por lo tanto, los niños nacerían confirmados en
justicia.
3. El bien es más poderoso que el mal. Pero en el pecado
del primer hombre había fuerza para arrastrar al pecado a todos sus
descendientes. Por lo tanto, si el primer hombre se hubiera mantenido
en la justicia, todos sus descendientes hubieran sido confirmados en
justicia.
4. El ángel que vence la tentación, mientras otros caen,
inmediatamente es confirmado en justicia para que ya no pudiese pecar.
Por lo tanto, de modo semejante, el hombre, si hubiese vencido la
tentación, sería confirmado. Pero tal como él era así engendraría a
los demás. Por lo tanto, sus hijos nacerían confirmados en
justicia.
Contra esto: está lo que dice Agustín en XIV De Civ. Dei: Cuán dichosa sería la sociedad humana si ni ellos,
esto es, los primeros padres, hubieran cometido el mal que
transmitieron a sus descendientes, ni tampoco descendiente alguno
cometiera pecado por el que mereciera ser condenado. Con eso se da
a entender que, si los primeros hombres no hubieran pecado, alguno de
sus descendientes hubiera podido pecar. Por lo tanto, no debieron
nacer confirmados en gracia.
Respondo: No parece posible que los niños en
estado de inocencia nacieran confirmados en justicia. Es evidente
que los niños al nacer no poseerían una perfección superior a la de
sus padres en el momento de engendrarlos. Y los padres, mientras
engendrasen, no estarían confirmados en justicia, pues la criatura
racional se dice que está confirmada en justicia cuando alcanza la
bienaventuranza en la visión clara de Dios, a quien, al ser bondad por
esencia, no puede rechazarse, ya que todo cuanto se desea y se ama es
en orden a esta suma verdad. Pero estamos hablando según la ley
general, porque, por un privilegio especial, como la
fe enseña de la Virgen María, puede suceder lo contrario, y tan pronto
como Adán alcanzase la bienaventuranza en la visión de Dios, vendría a
ser espiritual en inteligencia y cuerpo, acabando así su vida animal
y, con ella, la generación. Por eso, es evidente que los niños no
nacerían confirmados en justicia.
A las objeciones:
1. Si Adán no hubiera pecado no
habría engendrado hijos para el infierno, es decir, nadie contraería
su pecado, causa del infierno. Pero podrían llegar allí si usasen mal
su libertad. Puede también contestarse que, aun cuando no fuesen
condenados al infierno por el pecado, no se debería a estar
confirmados en gracia, sino a una especial providencia que los
guardaría inmunes de pecado.
2. Lo que dice Anselmo no es una
afirmación, sino una opinión. Esto lo prueba su mismo modo de hablar
cuando dice: Parece que, si no hubieran
sucumbido, etc.
3. Este argumento no es
resolutivo, aun cuando moviera a Anselmo a afirmar tal cosa, como
aparece en sus palabras. Los descendientes de los primeros padres no
son arrastrados de tal modo al pecado que no puedan volver a la
justicia. Esto es propio de los condenados. Por eso tampoco
transmitirían una tal necesidad de no pecar que les hiciera
absolutamente impecables. Esto es propio de los bienaventurados.
4. No vale el símil del hombre y
del ángel. El hombre tiene libre albedrío, mutable antes de la
elección y después de ella. Pero no es el caso de los ángeles, como
dijimos anteriormente al estudiarlos (q.64 a.2).