Suma teológica - Parte IIIa - Cuestión 37
Sobre la circuncisión de Cristo y otras observancias legales cumplidas con Cristo niño
Viene a continuación el tema de la circuncisión de Cristo. Y por ser la circuncisión una proclamación de la observancia de la ley, según aquellas palabras de Gal 5,3: Declaro a todo el que se circuncida, que está obligado a observar toda la ley, es necesario ocuparse a la vez de las otras observancias legales cumplidas con Cristo niño.

Por lo que se plantean cuatro problemas:

  1. Sobre su circuncisión.
  2. Sobre la imposición del nombre.
  3. Sobre su oblación.
  4. Sobre la purificación de la madre.
Artículo 1: ¿Cristo debió ser circuncidado? lat
Objeciones por las que parece que Cristo no debió ser circuncidado.
1. Cuando llega la verdad, cesa la figura. Ahora bien, la circuncisión fue impuesta a Abrahám en señal de la alianza que se establecía con la descendencia que nacería de él, como se ve por Gen 17. Y esta alianza se cumplió con el nacimiento de Cristo. Luego la circuncisión debió cesar al instante.
2. Toda acción de Cristo es una instrucción para nosotros; por lo cual se dice en Jn 13,15: Ejemplo os he dado para que, como yo hice, hagáis también vosotros. Pero nosotros no debemos ser circuncidados, según palabras de Gal 5,2: Si os circuncidáis, Cristo no os servirá para nada. Luego parece que ni Cristo debió ser circuncidado.
3. La circuncisión se ordena al remedio del pecado original. Pero Cristo no contrajo tal pecado, como consta por lo dicho anteriormente (q.4 a.6 ad 2; q.14 a.3; q.15 a.1). Luego Cristo no debió ser circuncidado.
Contra esto: está lo que se dice en Lc 2,21: Cuando se cumplieron ocho días para circuncidar al Niño.
Respondo: Hay que decir: Cristo debió ser circuncidado por muchos motivos. Primero, para demostrar la verdad de su carne humana, contra Maní, que sostuvo que Aquél tuvo un cuerpo fantástico (véase supra q.5 a.2; q.16 a.l); y contra Apolinar, que defendió que el cuerpo de Cristo era consustancial con la divinidad (véase supra q.5 a.3; q.18 a.l); y contra Valentín, que afirmó que Cristo trajo su cuerpo del cielo (véase supra q.5 a.2).

Segundo, para dar por buena la circuncisión, instituida antiguamente por Dios.

Tercero, para demostrar que era de la raza de Abrahán, la cual había recibido el precepto de la circuncisión en señal de la fe que había tenido en El.

Cuarto, para quitar a los judíos el pretexto de no aceptarle si hubiera sido un incircunciso.

Quinto, para recomendarnos con su ejemplo la virtud de la obediencia. Por eso fue circuncidado al octavo día, como estaba mandado en la ley (cf. Lev 12,3).

Sexto, para que el que había venido en semejanza de carne de pecado, no desdeñase el remedio con que se había acostumbrado a purificar la carne de pecado.

Séptimo, para que, cargando sobre sí el peso de la ley, librase a los demás de la carga de la misma, conforme a las palabras de Gal 4,4-5: Dios envió a su Hijo, nacido bajo la ley, para que rescatara a los que estaban bajo la ley.

A las objeciones:
1. La circuncisión, que consiste en la ablación del prepucio del órgano de la generación, significaba el despojo de la vieja generación, de la que somos liberados por la pasión de Cristo. Y por eso la realidad de esta figura no se cumplió plenamente en el nacimiento de Cristo, sino en su pasión, antes de la que la circuncisión mantenía su virtud y su posición. Y, por ese motivo, fue conveniente que Cristo, antes de su pasión, fuese circuncidado como hijo de Abrahán.
2. Cristo asumió la circuncisión en el tiempo en que estaba preceptuada. Y por eso su acción debe ser imitada por nosotros en el sentido de que observemos las cosas que están mandadas en nuestro tiempo. Porque como se dice en Ecl 8,6: Para cada negocio hay un tiempo y una oportunidad.

Y además porque, según dice Orígenes, como hemos muerto con Cristo cuando él murió, y hemos conresucitado con él cuando resucitó, así hemos sido circuncidados con una circuncisión espiritual por medio de Cristo. Y por este motivo no tenemos necesidad de una circuncisión carnal. Y esto es lo que enseña el Apóstol en Col 2,12: En el cual, es decir, en Cristo, fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha a mano por despojo del cuerpo carnal, sino con la circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo.

3. Como Cristo asumió por propia voluntad nuestra muerte, que es efecto del pecado, sin tener El ningún pecado, para librarnos de la muerte y para hacernos morir espiritualmente al pecado, así también asumió la circuncisión, instituida para remedio del pecado original, sin tener El tal pecado, con el fin de librarnos del yugo de la ley y para realizar en nosotros la circuncisión espiritual, es a saber: para que, tomando la figura, cumpliese la realidad.
Artículo 2: ¿Fue adecuado el nombre que impusieron a Cristo? lat
Objeciones por las que parece que el nombre impuesto a Cristo no fue el adecuado.
1. La verdad evangélica debe responder al anuncio profético. Ahora bien, los profetas predijeron otros nombres de Cristo. Por ejemplo, en Is 7,14 se dice: He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un Hijo, y su nombre será Emmanuel; y en 8,3: Ponle de nombre: Apresúrate, arrebata los despojos, date prisa a saquear. Y en 9,6 se escribe: Tendrá por nombre: Admirable, Consejero, Dios, Fuerte, Padre del mundo futuro, Príncipe de la paz. Y en Zac 6,12 se dice: He aquí un varón, cuyo nombre es Oriente. Luego no fue acertado dar a Cristo el nombre de Jesús.
2. En Is 62,2 se dice: Se te llamará con un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Pero el nombre Jesús no es un nombre nuevo, puesto que lo llevaron muchos en el Antiguo Testamento, como es manifiesto por la misma genealogía de Cristo en Lc 3,29. Luego no fue acertado imponerle el nombre Jesús.
3. El nombre Jesús significa salvación, como resulta evidente por lo que se dice en Mt 1,21: Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Pero la salvación realizada por Jesucristo no afecta sólo a los circuncidados, sino también a los incircuncisos, como es claro por lo que dice el Apóstol en Rom 4,11-12. Luego el nombre de Jesús le fue impuesto a Cristo, en su circuncisión, de un modo incorrecto.
Contra esto: está la autoridad de la Escritura, que, por Lc 2,21, dice: Pasados los ocho días para circuncidar al Niño, le pusieron por nombre Jesús.
Respondo: Los nombres deben responder a las propiedades de las cosas. Esto es claro en los nombres de los géneros y de las especies, como se dice en el IV Metaphys.: La idea significada por el nombre es la definición, que expresa la naturaleza propia de cada cosa.

Y los nombres de cada uno de los hombres se imponen en todos los tiempos de acuerdo con alguna propiedad de quien lo recibe. O tomando ocasión del tiempo, como acontece cuando se imponen los nombres de algunos Santos a los que nacen el día de su fiesta. O por el parentesco, como cuando al hijo se le da el nombre del padre, o de alguno de la familia, como sucedió con Juan Bautista, a quien sus parientes querían imponer el nombre de su padre, Zacarías, y no el de Juan, porque ninguno de su familia llevaba tal nombre, como se recuerda en Lc 1,59. O también por algún acontecimiento, como en el caso de José que llamó a su primogénito Manases, diciendo: Dios me hizo olvidar todos mis trabajos(Gen 41,51). O, incluso, tomando pie de alguna cualidad de aquel a quien se le impone el nombre, como se recuerda en Gen 25,25: Por ser el primero que salió del seno materno, pelirrojo, y enteramente velludo como una pelliza, se le llamó Esaú, que significa rubio.

Pero los nombres impuestos por Dios a algunas personas significan siempre algún don gratuito otorgado por la Divinidad, como se dijo a Abrahán: Te llamarás Abrahán porque te he hecho padre de muchos pueblos (Gen 17,5); y en Mt 16,18 se dice a Pedro: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia.

En consecuencia, habiéndole sido otorgado a Cristo hombre el ministerio de salvar a todos los hombres, le fue impuesto convenientemente el nombre de Jesús, es decir, Salvador. Este nombre fue previamente anunciado por el ángel no sólo a su Madre, sino también a San José, porque habría de ser su padre nutricio (cf. Le 1,31; Mt 1,21).

A las objeciones:
1. En todos los nombres mencionados está denotado el nombre de Jesús, que significa salvación. Pues en el nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros (Mt 1,23), se designa la causa de la salvación, que es la unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la persona del Hijo de Dios, mediante la cual fue realidad el que Dios esté con nosotros.

Y cuando se dice: Ponle por nombre: Apresúrate, arrebata los despojos, etc. (Is 8,3), está designando a aquel de quien nos ha salvado, porque nos salvó del diablo, cuyos despojos arrebató, según palabras de Col 2,15: Despojando a los principados y potestades, los exhibió en público espectáculo.

Asimismo en el texto que dice: Tendrá por nombre: Admirable, etc. (Is 9,6), se consigna el camino y el término de nuestra salvación; esto es, en cuanto que por el consejo y el poder admirable de la Divinidad somos conducidos a la herencia del mundo futuro, en el que reinará la paz perfecta de los hijos de Dios, bajo el Principado del propio Dios.

Todavía cuando se dice: He aquí un varón, cuyo nombre es Oriente (Zac 6,12), se hace referencia a lo que ocupa el primer lugar, es decir, al misterio de la encarnación, conforme al cual brotó en las tinieblas una luz para los rectos de corazón (cf. Sal 111,4).

2. A los que vivieron antes de Cristo pudo cuadrarles el nombre de Jesús por algún otro motivo, por ejemplo por haber traído alguna salvación particular y temporal. Pero, ateniéndonos a la noción de salvación espiritual y universal, el nombre Jesús es propio de Cristo. Y en este aspecto se dice que es nuevo.
3. Como se lee en Gen 17, Abrahán recibió de Dios, a la vez, la imposición del nombre y el mandato de la circuncisión. Y ésta es la razón de que entre los judíos se impusiese a los niños el nombre el mismo día de la circuncisión, como si antes de ella no hubieran logrado la categoría del ser perfecto; lo mismo que también ahora se imponen los nombres a los niños en el bautismo. De donde, sobre aquel texto de Prov 4,3: Yo fui hijo de mi padre, unigénito y delicado para mi madre, comenta la Glosa: ¿Por qué se llama Salomón unigénito de su madre, cuando le precedió un hermano uterino, según testimonio de la Escritura, sino porque aquél, apenas nacido, murió sin nombre, como si nunca hubiera existido? (cf. 2 Re 12,18). Y por esto Cristo recibió el nombre a la vez que es circuncidado.
Artículo 3: ¿Fue conveniente la oblación de Cristo en el templo? lat
Objeciones por las que parece que no fue conveniente el que Cristo fuera ofrecido en el templo.
1. En Ex 13,2 se dice: Conságrame todo primogénito que abre el seno materno entre los hijos de Israel. Pero Cristo salió del seno cerrado de la Virgen, y de esta manera no abrió el seno de la madre. Luego Cristo no debió ser ofrecido en el templo en virtud de esta ley.
2. Lo que está siempre presente a uno, no puede serle presentado. Ahora bien, la humanidad de Cristo siempre estuvo presente a Dios en grado sumo, pues siempre estuvo unida a El en unidad de persona. Luego no fue conveniente que fuese presentado ante el Señor.
3. Cristo es la hostia principal, a la que se refieren todas las oblaciones de la ley antigua, como la figura a la verdad. Pero una hostia no debe tener otra hostia. Luego no fue conveniente que se ofreciera otra hostia por Cristo.
4. Entre las ofrendas legales, el cordero ocupó el primer lugar, porque era el sacrificio perpetuo, como se lee en Núm 28,3.6. Por esto también Cristo es llamado Cordero en Jn 1,29: He aquí el Cordero de Dios. Luego hubiera sido más conveniente que por Cristo se ofreciese un cordero que un par de tórtolas o dos pichones.
Contra esto: está la autoridad de la Escritura, que testifica que esto fue lo que se hizo, según Lc 2,22ss.
Respondo: Como se ha expuesto (a.1), Cristo quiso nacer bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley (Gal 4,4-5) y para que la justificación de la ley se cumpliese espiritualmente en sus miembros (cf. Rom 8,4). Y sobre el hijo recién nacido, la ley consigna dos preceptos: Uno general, que afecta a todos, es a saber: que, cumplidos los días de la purificación de la madre, se ofrezca un sacrificio por el hijo o la hija, como se lee en Lev 12,6ss. Este sacrificio se ofrecía tanto para la expiación del pecado, en el que el hijo había sido concebido y había nacido, como para una cierta consagración de la prole, porque entonces era presentada en el templo por primera vez. Y por esto se hacía una ofrenda como holocausto, y otra como (sacrificio) por el pecado.

El otro precepto era especial, y se refería a la ley sobre los primogénitos, tanto de los hombres como de los animales, pues el Señor se había reservado todo primogénito en Israel porque, para liberar al pueblo de Israel, había herido a los primogénitos de Egipto, desde el primogénito del hombre hasta el de los animales, dejando a salvo los primogénitos de los hijos de Israel. Este precepto se lee en Ex 13,2.12ss. En él estaba también prefigurado Cristo, que es el primogénito entre muchos hermanos, como se dice en Rom 8,29.

Por consiguiente, por ser Cristo, nacido de mujer, el primogénito, y por haber querido nacer bajo la ley, el evangelista Lucas indica que con El se cumplieron esos dos preceptos. Primero, en lo que afecta a los primogénitos, cuando dice: Lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abre el seno materno será consagrado al Señor (Lc 2,22). Segundo, en lo que atañe comúnmente a todos, al decir: Y para ofrecer en sacrificio, conforme a lo que estaba prescrito en la ley del Señor, un par de tórtolas o dos pichones (Le 2,24).

A las objeciones:
1. Como expone Gregorio Niseno, aquel precepto de la ley parece haberse cumplido solamente en Dios encarnado, de una manera singular y de modo distinto respecto de los demás. Pues sólo El, concebido de modo inefable y nacido de manera incomprensible, abrió el seno virginal, no abierto antes por el matrimonio, conservando, incluso después del parto, inviolablemente el sello de la castidad. Por lo que la expresión abriendo el seno significa que nada había entrado o salido antes de allí. Y por esto se habla también del varón, porque (Cristo) no llevó sobre sí nada de la culpa de la rama femenina. También es llamado particularmente santo, porque no experimentó el contagio de la corrupción terrena, debido a la novedad del parto inmaculado.
2. Así como el Hijo de Dios se hizo hombre y fue circuncidado en su carne, no por su propia causa, sino para hacernos a nosotros dioses por medio de la gracia, y para que fuésemos espiritualmente circuncidados, así también fue presentado al Señor por nuestra causa, a fin de que aprendamos a presentarnos a nosotros mismos a Dios. Y esto sucedió después de su circuncisión para demostrar que nadie es digno de la presencia divina a no ser que esté circuncidado de los vicios.
3. Por un mismo motivo quiso que se ofreciesen los sacrificios legales por El, que era la verdadera víctima, para que la figura se uniese a la verdad y para que por medio de la verdad quedase aprobada la figura, contra aquellos que niegan que Cristo predicó en su Evangelio al Dios de la Ley. No se ha de pensar, como dice Orígenes, que el Dios bueno haya puesto a su Hijo bajo una ley del enemigo, que El no había promulgado.
4. A la cuarta hay que decir. En Lev 12,6.8 se manda que los que puedan, ofrezcan un cordero por el hijo o por la hija, y a la vez una tórtola o una paloma; y los que no puedan ofrecer un cordero, que ofrezcan dos tórtolas o dos pichones. Por esta razón, el Señor, que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, para que con su pobrera fuésemos nosotros enriquecidos, como se dice en 2 Cor 8,9, quiso que se hiciese por él la ofrenda de los pobres, así como, a la hora de su nacimiento, es envuelto en pañales y reclinado en un pesebre (c£ Lc 2,7).

Sin embargo, las aves de esta clase concuerdan con la figura. La tórtola, por ser un ave locuaz, significa la predicación y la confesión de la fe; por ser un animal casto, representa la castidad; y por ser un animal solitario, simboliza la contemplación. La paloma, por ser un animal manso y sencillo, representa la mansedumbre y la sencillez. Y es animal gregal, por lo que significa la vida activa. Y por eso, una ofrenda de esta clase simboliza la perfección de Cristo y la de sus miembros. Uno y otro animal, por su hábito de gemir, representan las penas presentes de los santos; pero la tórtola, que vive solitaria, significa las lágrimas de las oraciones; la paloma, en cambio, por ser gregal, simboliza las oraciones públicas de la Iglesia. Con todo, se ofrece una pareja de cada uno de esos animales, a fin de que la santidad no se dé sólo en el alma, sino también en el cuerpo.

Artículo 4: ¿Fue conveniente que la Madre de Dios acudiese al templo para purificarse? lat
Objeciones por las que parece no haber sido conveniente que la Madre de Dios acudiese al templo para purificarse.
1. Parece que la purificación no existe más que cuando hay de por medio una impureza. Pero en la Santísima Virgen no hubo impureza de ninguna clase, como es manifiesto por lo dicho anteriormente (a.3 ad 1; q.27 a.3 y 4; q.28 a.1, 2 y 3). Luego no debió ir al templo para purificarse.
2. Lev 12,2 dice: La mujer que, una vez fecundada por el semen viril, da a luz un varón, será impura siete días; y por eso se le ordena que no entre en el santuario hasta que se cumplan los días de su purificación. Ahora bien, la Santísima Virgen dio a luz un varón sin el concurso del semen viril. Luego no debió acudir al templo para purificarse.
3. La purificación de la impureza no se logra más que por medio de la gracia. Pero los sacramentos de la ley antigua no daban la gracia; en cambio, la Santísima Virgen tenía consigo algo más importante: el Autor de la gracia. Luego no fue oportuno que la Santísima Virgen acudiese al templo para purificarse.
Contra esto: está la autoridad de la Escritura, que en Lc 2,22, dice: Se cumplieron los días de la purgación de María según la ley de Moisés.
Respondo: Así como la plenitud de la gracia se deriva de Cristo a su Madre, así también convino que la Madre se conformase con la humildad del Hijo, pues Dios da su gracia a los humildes, como se lee en Sant 4,6. Y por eso, así como Cristo, a pesar de no estar sometido a la ley, quiso experimentar la circuncisión y las otras cargas de la ley, para darnos ejemplo de humildad y obediencia, para dar su aprobación a la ley, y para quitar a los judíos la ocasión de cualquier calumnia, por esas mismas razones quiso que también su Madre cumpliese las observancias de la ley, a pesar de no estar sujeta a las mismas.
A las objeciones:
1. Aunque la Santísima Virgen no tenía impureza de ninguna clase, quiso, sin embargo, cumplir la observancia de la purificación, no por necesidad, sino a causa del precepto de la ley. Y por eso dice claramente el Evangelista que se cumplieron los días de su purificación según la ley, pues ella, de suyo, no necesitaba purificación.
2. Parece que Moisés habló claramente para eximir de la impureza a la Madre de Dios, que no concibió por la recepción de semen viril. Y por eso es manifiesto que no estaba obligada al cumplimiento de tal precepto, sino que cumplió la observancia de la purificación porque quiso, como acabamos de exponer (ad1).
3. Los sacramentos legales no purificaban de la impureza de la culpa, cosa que se realiza por medio de la gracia; pero prefiguraban esa purificación, pues limpiaban mediante una purificación material de una cierta irregularidad, como ya se dijo (1-2 q.102 a.5; q.103 a.2). Sin embargo, la Santísima Virgen no había contraído ni una ni otra impureza, y por eso no necesitaba purificarse.