Artículo 1:
La naturaleza humana, ¿fue más apta que cualquier otra para que el
Hijo de Dios la asumiese?
lat
Objeciones por las que parece que la naturaleza humana no fue más
apta que cualquier otra para ser asumida por el Hijo de
Dios.
1. Dice Agustín en la Epístola Ad Volusianum: En
las cosas maravillosas, toda la razón de lo hecho es el poder del
agente. Ahora bien, el poder de Dios al realizar la encarnación,
que es la obra más maravillosa, no queda limitado a una sola
naturaleza, porque tal poder es infinito. Luego la naturaleza humana
no es más apta que cualquier otra criatura para ser asumida por
Dios.
2. La semejanza es motivo eficaz para la conveniencia de la
encarnación de una persona divina, como se ha dicho más arriba (
q.3 a.8). Pero, así como en la criatura racional existe la semejanza de
imagen, así también en la criatura irracional se da la semejanza de
vestigio. Luego la criatura irracional fue tan apta como lo es la
naturaleza humana.
3. En la naturaleza angélica se da una semejanza de Dios
más intensa que en la naturaleza humana, como dice Gregorio en la
homilía De centum ovibus, al intercalar a Ez
28,12: Tú eres sello de perfección. Además, en el ángel se da
el pecado, como en el hombre, según Job 4,18: En sus ángeles
encuentra imperfección. Por consiguiente, la naturaleza angélica
fue tan apta para ser asumida como la naturaleza humana.
4. Por ser Dios la perfección suma, tanto más semejante
le será una cosa cuanto más perfecta sea. Pero el universo en su
conjunto es más perfecto que sus partes, entre las que se encuentra la
naturaleza humana. Luego el universo entero es más apto para ser
asumido que la naturaleza humana.
Contra esto: está lo que se dice en Prov 8,31, proveniente de la boca de
la sabiduría engendrada: Mis delicias son estar con los hijos de
los hombres. Y así parece darse una cierta conveniencia para la
unión del Hijo de Dios con la naturaleza humana.
Respondo: Asumible significa lo que es apto
para ser asumido por una persona divina. Y tal aptitud no puede
entenderse como una potencia pasiva natural, que no se extiende a lo
que rebasa el orden natural, siendo así que la unión personal de la
criatura con Dios sobrepasa tal orden. De donde se sigue que una cosa
se llama asumible en cuanto concorde con una cierta
conveniencia para la unión susodicha. Tal conveniencia se considera en
la naturaleza humana bajo dos aspectos, a saber: el de la dignidad y
el de la necesidad. El de la dignidad, porque la naturaleza humana,
por ser racional e intelectual, está destinada a contactar de alguna
manera con el mismo Verbo por su operación, es a saber, conociéndole y
amándole. El de la necesidad, porque estaba necesitada de una
reparación, al estar dominada por el pecado original. Estas dos
motivaciones sólo convienen a la naturaleza humana, pues a la criatura
irracional le falta la conveniencia de la dignidad, y a la naturaleza
angélica le falta la conveniencia de la necesidad reseñada. De donde
se deduce que únicamente es asumible la naturaleza
humana.
A las objeciones:
1. Las criaturas se conceptúan de
acuerdo con lo que les compete por sus propias causas, y no por lo que
les conviene según las causas primeras y universales: así, llamamos
incurable a una enfermedad, no porque Dios sea incapaz de sanarla,
sino porque no puede ser curada por los principios intrínsecos del
sujeto. Así pues, cuando se afirma que una criatura no es para ser
asumida, no se trata de limitar el poder de Dios, sino de hacer ver
una condición de la criatura que la priva de tal aptitud.
2. La semejanza de imagen en la
naturaleza humana se establece por su capacidad de Dios, esto es,
porque puede alcanzarlo mediante su propia operación de conocimiento y
amor. En cambio, la semejanza de vestigio se asienta sólo
sobre una cierta representación que se desprende de la huella de Dios
en la criatura; y no porque la criatura irracional, que sólo goza de
esa semejanza, sea capaz de alcanzar a Dios por su propia operación.
Ahora bien, lo que está desprovisto de lo menor, no es apto para lo
mayor: el cuerpo que no es apto para ser perfeccionado por el alma
sensitiva, mucho menos lo es para ser perfeccionado por el alma
intelectiva. La unión personal con Dios es mayor y más perfecta que la
unión por medio de la operación. Por eso, la criatura irracional, que
ni siquiera es capaz de la unión con Dios por medio de la operación,
resulta inepta para la unión personal.
3. Algunos sostienen
que el ángel no es apto para ser asumido porque desde el principio de
su creación es perfecto en su personalidad, puesto que no está sujeto
a la generación ni a la corrupción. De ahí que no hubiera podido ser
asumido en unidad con la persona divina, a no ser que fuera destruida
su personalidad; cosa que no se armoniza ni con la incorruptibilidad
de su naturaleza, ni con la bondad del asumente, de la que es impropio
destruir lo que sea perfección en la criatura asumida. Pero no parece
que esto excluya totalmente la conveniencia de la asunción de la
naturaleza angélica. Dios puede crear una nueva naturaleza angélica y
unirla a sí mismo en unidad de persona, sin que así se destruyese nada
preexistente. Pero, como queda dicho (en la sol.), falta la
conveniencia por razón de la necesidad, pues, aunque la naturaleza
angélica esté sometida al pecado en algunos de sus miembros, su pecado
es irremediable, como se explicó en la
Primera Parte (
q.64 a.2).
4. La perfección del universo no es
la perfección de una persona o de un supuesto, sino de lo que goza de
unidad de disposición o de orden. La mayor parte de los seres que
forman esa unidad no son asumibles, como se ha dicho (en la sol.).
Resulta de ello que sólo la naturaleza humana cuenta con aptitud para
ser asumida.
Artículo 2:
¿El Hijo de Dios asumió la persona?
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Objeciones por las que parece que el Hijo de Dios hubiera asumido la
persona.
1. Dice el Damasceno, en el libro III, que el Hijo de
Dios asumió la naturaleza humana indivisa, esto es, en un
individuo. Ahora bien, el individuo de naturaleza
racional es una persona, como lo declara Boecio en
el libro De duabus naturis. Luego el Hijo de
Dios asumió la persona.
2. Dice el Damasceno que el Hijo de Dios asumió todo lo que había puesto en nuestra naturaleza. Pero en la
misma puso la personalidad. Luego el Hijo de Dios asumió la
persona.
3. Sólo se consume lo que existe. Pero Inocencio
III dice en una Decretal que la persona de
Dios consumió la persona del hombre. Luego da la impresión de que
la persona del hombre había sido antes asumida.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro De fide ad
Petrum: Dios asumió la naturaleza del hombre, no
su persona.
Respondo: Se afirma que una cosa es asumida
porque
es tomada por algo. De donde es necesario que lo asumido
se presuponga a la asunción, al modo en que lo que se mueve localmente
se presupone al mismo movimiento. En cambio, la persona, en la
naturaleza humana, no se presupone a la asunción, sino que es más bien
término de la misma, como se ha dicho arriba (
q.3 a.1.2). En caso de
presuponerse, se seguirían dos alternativas: o se corrompería, con lo
que hubiera sido asumida en vano; o permanecería después de la unión,
con lo que resultarían dos personas, la asumente y la asumida, lo que
es falso, como ya hemos demostrado antes (
q.2 a.6). De donde resta que
el Hijo de Dios no asumió en modo alguno la persona
humana.
A las objeciones:
1. El Hijo de Dios asumió la
naturaleza humana
indivisa, esto es,
en un individuo que no
es distinto del supuesto increado, que es la persona del Hijo de
Dios (
q.2 a.5 ad 2). De donde no se sigue que la persona sea
asumida.
2. A la naturaleza asumida no le
falta la propia personalidad por la privación de alguna perfección que
le pertenezca, sino por la adición de algo que está por encima de la
naturaleza humana, como es la unión con una persona
divina.
3. Consunción, en ese texto, no
significa destrucción de algo que existía anteriormente, sino
impedimento de algo que hubiera podido ser de otra manera.
Efectivamente, la naturaleza humana hubiera tenido su propia
personalidad de no haber sido asumida por la persona divina. Y, por
consiguiente, se dice que la persona (divina) consumió a la
persona (humana), pero en sentido impropio, porque la persona
divina impidió, con su unión, que la naturaleza humana tuviera su
propia personalidad.
Artículo 3:
¿La persona divina asumió a un hombre?
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Objeciones por las que parece que la persona divina asumió a un
hombre.
1. En Sal 64,5 se dice: Bienaventurado aquel a quien elegiste y
asumiste;Io que la Glosa expone acerca de
Cristo. Y Agustín dice en el libro De agone chrístiano: El Hijo de Dios asumió al hombre, y en él soportó las cosas humanas.
2. Aún más: la palabra hombre significa la naturaleza
humana. Pero el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana. Luego asumió
al hombre.
3. El Hijo de Dios es hombre. Pero no es el hombre que no
asumió, porque, en tal caso, por la misma razón sería
Pedro o cualquier otro hombre. Luego es el hombre que
asumió.
Contra esto: está la autoridad de Félix papa y mártir, incluida en el
Concilio de Efeso: Creemos en Nuestro Señor
Jesucristo, nacido de la Virgen María, porque es el Hijo eterno y el
Verbo de Dios, y no un hombre asumido por Dios, distinto de aquél.
Pues el Hijo de Dios no asumió a un hombre para que fuese distinto de
él mismo.
Respondo: Como queda reseñado arriba (
a.2), lo
asumido no es término de la asunción, sino que se presupone la misma.
También se ha dicho antes (
a.2 ad 1) que el individuo en quien fue
asumida la naturaleza humana no es otro que la persona divina, término
de la asunción (
q.3 a.1.2). Pero la palabra
hombre significa
la naturaleza humana en cuanto apta para existir en un supuesto,
porque, como dice el Damasceno: así como el nombre
Dios
significa
aquel que tiene naturaleza divina, así también el
término
hombre designa a
aquel que tiene naturaleza
humana. Y por eso, hablando con propiedad, no puede decirse que el
Hijo de Dios asumió a un hombre, suponiendo, como es la verdad, que en
Cristo no hay más que un solo supuesto y una sola hipóstasis.
Pero, según los que defienden en Cristo dos hipóstasis o dos
supuestos, podría decirse adecuadamente y con
propiedad que el Hijo de Dios asumió a un hombre. Por eso la primera
opinión recogida en la distinción sexta del libro III de las Sentencias admite que fue asumido un hombre. Pero
tal opinión es falsa, como se demostró arriba (q.2 a.6).
A las objeciones:
1. Las expresiones de este tipo no
deben desorbitarse, como si fuesen propias, sino que, cuando las
emplean los santos Doctores, han de interpretarse piadosamente, como
diciendo que el hombre fue asumido porque fue asumida su
naturaleza, y porque la asunción tuvo como término el que el Hijo de
Dios sea hombre.
2. La palabra hombre
significa la naturaleza humana en concreto, es decir, en cuanto existe
en un supuesto. Y por eso, así como no podemos decir que el supuesto
fue asumido, así tampoco podemos afirmar que el hombre fue
asumido.
3. El Hijo de Dios no es el hombre
que asumió, sino aquel cuya naturaleza asumió.
Artículo 4:
¿El Hijo de Dios debió asumir la naturaleza humana prescindiendo de
todos los individuos?
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Objeciones por las que parece que el Hijo de Dios debió asumir la
naturaleza humana prescindiendo de todos los individuos.
1. La asunción de la naturaleza humana se produjo para la salvación
común de todos los hombres: por eso se dice en 1 Tim 4,10 que Cristo
es salvador de todos los hombres, ante todo de los fieles. Pero
la naturaleza, tal como se encuentra en los individuos, se aparta de
su comunidad. Luego el Hijo de Dios debió asumir la naturaleza humana
en cuanto separada de todos los individuos.
2. Hay que atribuir a Dios lo sublime de todas las cosas.
Ahora bien, en cualquier género de cosas lo más perfecto es lo que
existe por sí mismo. Luego el Hijo de Dios debió asumir al hombre
en cuanto existente por sí mismo. Según los Platónicos, esto se cumple en la naturaleza humana separada de los individuos. Por tanto, ésta es la que debió asumir el Hijo de Dios.
3. El Hijo de Dios no asumió la naturaleza humana en
cuanto identificada concretamente con la palabra
hombre, como
se ha dicho (
a.3). Pero así se entiende en cuanto existente en los
singulares, como resulta de lo ya dicho (
a.3). Luego el Hijo de Dios
asumió la naturaleza humana en cuanto separada de los
individuos.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno en el libro
III: El Verbo de Dios no asumió tampoco la
naturaleza considerada como objeto de pura contemplación, porque
esto no sería encarnación, sino un engaño y una ficción de la
encarnación. Pero la naturaleza humana, en cuanto separada o
abstraída de los individúos, es fruto de la pura
contemplación, porque no subsiste por sí misma, como enseña
también el propio Damasceno. Luego el Hijo de
Dios no asumió la naturaleza humana en cuanto separada de los
individuos.
Respondo: La naturaleza del hombre, como la de
cualquier otra realidad sensible, aparte del ser que tiene en los
singulares, puede entenderse de dos modos: uno, como existente por sí
misma, sin la materia, como enseñaron los Platónicos;
otro, como existente en el entendimiento humano o en el
divino.
Pero no puede subsistir por sí misma, como demuestra el Filósofo en
el libro VII Metaph., porque la materia
sensible pertenece a la especie de las cosas sensibles, y entra en su
definición, como la carne y los huesos entran en la definición del
hombre. De donde resulta imposible la existencia de la naturaleza
humana fuera de la materia sensible.
No obstante, si la naturaleza humana fuese subsistente de esa manera,
no hubiera sido conveniente que la asumiese el Verbo de Dios. En
primer lugar, porque esta asunción se termina en la persona. Pero es
contra la razón de forma común el que ésta se individualice en una
persona. En segundo lugar, porque a una naturaleza común sólo se le
pueden atribuir operaciones comunes y universales, por las que el
hombre ni merece ni desmerece, siendo así que la asunción se realizó
para que el Hijo de Dios mereciese por nosotros en la naturaleza
asumida. En tercer lugar, porque una naturaleza de esa clase no es
sensible, sino inteligible. En cambio, el Hijo de Dios asumió la
naturaleza humana para hacerse en ella visible a los hombres, según
palabras de Bar 3,38: Después de esto, apareció en la tierra, y
conversó con los hombres.
Del mismo modo, el Hijo de Dios no pudo asumir una naturaleza humana
tal como se encuentra en el entendimiento divino, porque, en tal
hipótesis, no sería otra cosa que la misma naturaleza divina, de modo
que la naturaleza humana estaría en el Hijo de Dios desde la
eternidad.
Asimismo, tampoco sería oportuno decir que el Hijo de Dios hubiera
asumido la naturaleza humana tal como se encuentra en el entendimiento
humano, porque equivaldría a decir que tal asunción era puramente
mental. Y, en este caso, si no la asumió realmente, tal entendimiento
sería falso. No sería otra cosa que una ficción de la
encarnación, como dice el Damasceno.
A las objeciones:
1. El Hijo de Dios se encarnó como
salvador común de todos, entendida esa comunidad no del género o la
especie, que se atribuye a la naturaleza separada de los individuos,
sino entendida como comunidad de causa, en cuanto que el Hijo de Dios
se encarnó como causa universal de salvación para todos los
hombres.
2. El hombre en sí no existe en la
realidad como algo distinto de los singulares, al modo que enseñaron
los Platónicos. Aunque algunos dicen
que Platón sólo admitió la existencia del hombre separado en el
entendimiento divino. Pero, en este supuesto, tampoco fue oportuna la
asunción, puesto que tal hombre hubiera estado presente en el Verbo
desde la eternidad.
3. La naturaleza humana, aunque no
haya sido asumida en concreto como un supuesto preexistente a la
asunción, fue asumida, sin embargo, en un individuo de tal modo que
tenga que existir en ese individuo.
Artículo 5:
¿El Hijo de Dios debió asumir la naturaleza humana en todos los
individuos?
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Objeciones por las que parece que el Hijo de Dios debió asumir la
naturaleza humana en todos los individuos.
1. Lo asumido en primer lugar y por sí mismo es la naturaleza humana.
Ahora bien, lo que conviene de suyo a una naturaleza, conviene a todos
los objetos que pertenecen a ella. Luego fue conveniente que el Verbo
de Dios asumiese la naturaleza humana en todos sus
individuos.
2. La encarnación tiene su origen en el amor divino. Por eso
se dice en Jn 3,16:
De tal modo amó Dios al mundo,
que le dio su Hijo unigénito. Pero la caridad hace que uno se dé a
los amigos todo lo posible. Como fue posible que el Hijo de Dios
asumiese varias naturalezas humanas, según se dijo arriba (
q.3 a.7),
por la misma razón pudo asumirlas todas. Luego fue conveniente que el
Hijo de Dios asumiese la naturaleza en todos sus individuos.
3. El artífice sabio realiza su obra por el camino más
breve posible. Pero el camino más breve hubiera sido asumir a todos
los hombres a la filiación natural, y no que por medio del único Hijo
natural muchos redbieran la adopción filial, como se dice en
Gal 4,5. Luego la naturaleza humana debió ser asumida por el Hijo de
Dios en todos sus individuos.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno en el libro
III: El Hijo de Dios no asumió la naturaleza humana
tal como se halla en su especie, ni tampoco todas sus
hipóstasis.
Respondo: No fue conveniente que la naturaleza
humana en todos sus supuestos fuese asumida por el Verbo. En primer
lugar, porque desaparecería la multitud de supuestos de la naturaleza
humana que le es connatural. Como en la naturaleza asumida no se puede
tener en cuenta otro supuesto que el de la persona asumente, según se
dijo arriba (
a.3;
q.2 a.6), en caso de ser la naturaleza humana la
única asumida, se seguiría la existencia de un único supuesto de la
naturaleza humana, que es la persona asumente.
En segundo lugar, porque eso rebajaría la dignidad del Hijo de Dios
encarnado, que Rom 8,29 presenta como primogénito entre muchos
hermanos, según su naturaleza humana, al modo en que es primogénito de toda criatura (Col 1,15), según su naturaleza
divina. En tal hipótesis, todos los hombres tendrían la misma
dignidad.
Finalmente, porque convino que, así como fue un solo supuesto divino
el que se encarnó, así también asumiese una sola naturaleza humana, a
fin de que exista unidad por ambas partes.
A las objeciones:
1. El ser asumida conviene
propiamente a la naturaleza humana, porque es claro que no le compete
por razón de la persona, como acontece con la naturaleza divina, que
sí asume por razón de la persona. Pero no porque le convenga
propiamente como algo que pertenece a sus principios esenciales, o
como una propiedad natural suya. De este modo convendría a todos sus
individuos.
2. El amor de Dios a los hombres
no se manifiesta sólo en la asunción de la naturaleza humana, sino
principalmente en lo que padeció, en tal naturaleza humana, por los
demás hombres, según Rom 5,8: Dios prueba el amor que nos tiene en
que, siendo pecadores, Cristo murió por nosotros. Tal cosa no
sucedería si hubiese tomado la naturaleza humana en todos los
hombres.
3. La brevedad del camino, seguida
por el artífice inteligente, requiere que no emplee muchos medios para
hacer una cosa cuando puede hacerse con uno solo. Y por eso fue
convenien tí simo que todos los hombres se salvasen por medio de uno
solo.
Artículo 6:
¿Fue conveniente que el Hijo de Dios asumiese la naturaleza humana de
la estirpe de Adán?
lat
Objeciones por las que parece que no fue conveniente que el Hijo de
Dios asumiese la naturaleza humana de la estirpe de
Adán.
1. Dice el Apóstol en Heb 7,26: Era conveniente que nuestro Sumo
Sacerdote fuera separado de los pecadores. Pero estaría más
separado de los pecadores si no hubiera asumido la naturaleza humana
de la raza de Adán pecador. Luego da la impresión de que no debió
asumir la naturaleza humana de la estirpe de Adán.
2. En cualquier género de cosas es más noble el principio
que lo que procede de él. Por consiguiente, si quiso tomar la
naturaleza humana, más bien debió asumirla en el mismo
Adán.
3. Los gentiles fueron pecadores en mayor grado que los
judíos, como dice la Glosa a propósito de Gal
2,15: Nosotros somos judíos de nacimiento, no pecadores
provenientes de los gentiles. Si, pues, quiso asumir la naturaleza
humana de los pecadores, debió tomarla más bien de los
gentiles que de la raza de Abrahán, que fue justo.
Contra esto: está que Lc 3,23ss hace subir la genealogía del Señor hasta
Adán.
Respondo: Como escribe Agustín en el libro
XIII
De Trín.,
podía Dios tomar carne de
otra parte, no de la estirpe de aquel Adán que con su pecado encadenó
al género humano. Pero juzgó Dios más conveniente formar de la misma
raza venada al hombre que había de vencer al enemigo del género
humano. Y esto por tres motivos. Primero, porque parece ser de
justicia que satisfaga el mismo que pecó. Y por eso debió tomarse de
la naturaleza corrompida por él mismo el medio por el que iba a
cumplirse la satisfacción en favor de toda la naturaleza.
Segundo, porque también eso contribuye a la mayor dignidad del
hombre, al nacer el vencedor del diablo de la misma raza que éste
había vencido.
Tercero, porque de este modo también se pone más de relieve el poder
de Dios, al asumir de una naturaleza corrompida y débil aquello que
fue promovido a un poder y dignidad tan grandes.
A las objeciones:
1. Cristo debió estar separado de
los pecadores en cuanto a la culpa que venía a destruir, no en cuanto
a la naturaleza a la que venía a salvar, según la cual debió
asemejarse en todo a sus hermanos, como dice el propio Apóstol en
Heb 2,17. Y por esto su inocencia es todavía más admirable, al lograr
tanta pureza una naturaleza asumida de una masa infectada por el
pecado.
2. Como se ha expuesto, fue
oportuno que aquel que venía a quitar los pecados estuviese separado
de los pecadores en cuanto a la culpa, a la que Adán estuvo sometido,
y al que Cristo sacó de su pecado, como se lee en Sab 10,2.
Convenía, pues, que aquel que había venido a purificar a todos no
tuviese necesidad de purificación, como, en cualquier género de
movimiento, el primer motor es inmóvil con relación a tal movimiento,
y como el primer actuante es inalterable. Y por eso no fue conveniente
que asumiese la naturaleza humana en el mismo Adán.
3. Puesto que Cristo debía estar
lo más separado posible de los pecadores en cuanto a la culpa, como
logrando el grado sumo de inocencia, fue conveniente que desde el
primer pecador se llegase a Cristo por medio de algunos justos, en los
que brillasen algunos signos de la santidad futura. Por eso situó Dios
en el pueblo del que Cristo había de nacer ciertos signos de santidad,
que comenzaron con Abrahán, el primero en recibir la promesa de Cristo
y la circuncisión, como signo de la alianza que iba a pactarse, como
se dice en Gen 17,11.