Artículo 1:
La Madre de Dios, ¿fue virgen al concebir a Cristo?
lat
Objeciones por las que parece que la Madre de Dios no fue virgen
cuando concibió a Cristo.
1. Porque ningún hijo que tiene padre y madre es concebido de madre
virgen. Ahora bien, de Cristo se dice no sólo que tiene madre, sino
también padre, pues en Lc 2,33 se escribe: Su padre y su madre
estaban admirados de las cosas que se decían acerca de Él. Y
después (v.48) su propia madre dice: He aquí que yo y tu padre,
apenados, te buscábamos. Luego Cristo no fue concebido de madre
virgen.
2. En Mt 1,1 si se prueba que Cristo fue hijo de Abrahán y
de David, por descender José de David. Pero tal prueba resultaría nula
si José no fuera padre de Cristo. Luego parece que la Madre de Cristo
concibió a éste de José. Y, de esta manera, da la impresión de que no
fue virgen al concebir.
3. En Gal 4,4 se dice: Dios envió a su Hijo nacido de
mujer. Ahora bien, según la manera normal de hablar, se llama
mujer a la que ha concebido varón. Luego Jesucristo no fue concebido de
madre virgen.
4. Los seres que son de la misma especie son engendrados
del mismo modo, porque la generación se especifica por el término,
como los demás movimientos. Pero Cristo fue de la misma especie que
los demás hombres, según Flp 2,7: Se hizo semejante a los hombres,
y se manifestó en su porte como hombre. Luego, siendo engendrados
los otros hombres mediante la unión del varón con la mujer, parece que
Cristo tuvo que ser engendrado de modo semejante. Y, así, no parece
que fuera concebido de madre virgen.
5. Cualquier forma natural tiene una materia determinada,
fuera de la cual no puede existir. Pero la materia de la forma humana
parece ser el semen del varón y el de la mujer. Por consiguiente, si
el cuerpo de Cristo no hubiera sido concebido del semen del hombre y
de la mujer, no sería de verdad cuerpo humano, lo que es una hipótesis
inadmisible. Parece, por tanto, que no fue concebido de madre
virgen.
Contra esto: está que en Is 7,14 se dice: He aquí que la virgen
concebirá.
Respondo: Es absolutamente necesario confesar
que la madre de Cristo concibió de modo virginal. Lo contrario es la
herejía de los Ebionitas y de Cerinto, quienes tienen a Cristo por un puro hombre, y piensan que nació de
la unión de ambos sexos.
La concepción virginal de Cristo es conveniente por cuatro motivos.
Primero, por salvaguardar la dignidad del Padre que le envía. Al ser
Cristo verdadero y natural Hijo de Dios, no fue oportuno que tuviera
otro padre más que Dios, a fin de que la dignidad de Dios no fuese
transferida a otro alguno.
Segundo. Convino a la propiedad del mismo Hijo, que es enviado. El
es, en efecto, el Verbo de Dios. Ahora bien, el Verbo es concebido sin
corrupción alguna del corazón; no sólo eso, sino que la corrupción del
corazón no permite la concepción de un verbo perfecto. Por
consiguiente, como el Verbo tomó la carne para que fuese carne del
Verbo, fue conveniente que también fuese concebida sin corrupción de
la madre.
Tercero. Eso fue conveniente a la dignidad de la humanidad de Cristo,
en la que no debió haber sitio para el pecado, puesto que por medio de
ella era quitado el pecado del mundo, según Jn 1,29: He aquí el
Cordero de Dios, es decir, el inocente, quien quita el pecado del
mundo. Pero no era posible que de una naturaleza ya corrompida por
la unión sexual naciese una carne exenta de la contaminación del
pecado original. Por eso dice Agustín en el Libro De nuptüs et
concupiscentia: Sólo allí no hubo unión
sexual, es a saber, en el matrimonio de María y José, porque en
carne de pecado no podía realizarse tal unión sin aquella
concupiscencia de la carne, que proviene del pecado, sin la que quiso
ser concebido aquel que no tendría pecado.
Cuarto. Por el mismo fin de la encarnación de Cristo, que se ordenó a
que los hombres renaciesen como hijos de Dios no de deseo de carne,
ni de deseo de hombre, sino de Dios (Jn 1,13), es decir, del poder
de Dios. El ejemplar de este acontecimiento debió manifestarse en la
misma concepción de Cristo. Por lo que escribe Agustín en el libro De sancta virginitate: Convenía que nuestra
cabeza, por un milagro extraordinario, naciese corporalmente de una
virgen, a fin de dar a entender que sus miembros nacerían,
espirítualmente, de la Iglesia virgen.
A las objeciones:
1. Como escribe Beda
In
Luc.:
José era llamado padre del Salvador, no
porque lo fuese realmente, como enseñaban los fotinianos, sino porque, a fin de salvaguardar la fama de María,
los hombres lo consideraron como su padre. Por lo que se dice en
Lc 3,23:
Según se creía, (era)
hijo de José.
O, como dice Agustín en el libro De bono coniugali: José es llamado padre de Cristo del mismo modo en
que también es reconocido marido de María, sin cópula carnal, sino
en virtud de la unión del matrimonio; de manera que así estuvo más
unido a El que lo hubiera estado en caso de haber sido adoptado de
otro modo. Ni era motivo para que José no fuese llamado padre de
Cristo el que no le hubiese engendrado por medio de la conmixtión
sexual, ya que también sería padre de uno que hubiera adoptado de otro
modo, sin ser engendrado de su propia esposa.
2. Como escribe Jerónimo, In
Matth., sin ser José padre del Señor Salvador,
el orden genealógico se prolonga hasta José: Primero, porque
las Escrituras no acostumbran a fijar las genealogías a través de las
mujeres. Segundo, porque María y José eran de la misma tribu,
por lo que la ley le obligaba a tomarla por ser su semejante. Y,
como dice Agustín en el libro De nuptiis et concupiscentia, fue preciso que la serie de las generaciones se prolongase hasta José, para que en aquel matrimonio no se hiciese afrenta al sexo masculino, ciertamente el principal. Con esto no se sustraía nada a la verdad, puesto que lo mismo José que María eran del linaje de David.
3. Como escribe la Glosa sobre ese mismo pasaje, puso mujer en
vez de hembra, conforme al modo de hablar de los hebreos. En la
lengua hebrea acostumbra a llamar mujeres no a las que han perdido la
virginidad, sino a las hembras.
4. Tal argumento es válido para
los seres que vienen a la existencia por vía natural, porque así como
la naturaleza está polarizada a un efecto natural, de
igual manera está determinada respecto al modo de producirlo. Pero,
teniendo la virtud divina sobrenatural capacidades infinitas, así como
no está determinada respecto de un único efecto, tampoco lo está con
relación al modo de producir cualquier efecto. Y por eso, como la
virtud divina pudo hacer que el primer hombre se formase del limo
de la tierra (Gen 2,7), así también pudo hacer que el cuerpo de
Cristo se formase de una virgen sin concurso de varón.
5. Según el Filósofo, en su libro
De Gen. Anim., el semen del sexo masculino no es
como la materia, sino sólo como el agente activo en la concepción del
animal, pues únicamente la mujer suministra la materia en la
concepción. De donde, por el hecho de haber faltado el semen viril en
la concepción del cuerpo de Cristo, no se sigue que faltase la materia
debida.
No obstante, si, por hipótesis, el semen masculino fuera la materia
del feto concebido en los animales, es evidente que no es una materia
que permanezca en la misma forma, sino una materia transformada. Y
aunque la virtud natural no pueda transformar en determinada forma más
que una materia concreta, el poder de Dios, por ser infinito, es capaz
de transformar toda materia en cualquier forma. Por eso, como
transformó el limo de la tierra en cuerpo de Adán, de modo semejante
pudo transformar en cuerpo de Cristo la materia proporcionada por la
madre, aun en el caso de que no fuese materia suficiente para la
concepción natural.
Artículo 2:
La Madre de Cristo, ¿fue virgen en el parto?
lat
Objeciones por las que parece que la Madre de Cristo no fue virgen en
el parto.
1. Porque dice Ambrosio, In Luc.: El que
santificó un seno inútil para que naciese un profeta, es el que abrió
el seno de su madre para salir él inmaculado. Ahora bien, la
abertura del seno elimina la virginidad. Luego la Madre de Cristo no
fue virgen en el parto.
2. En el misterio de Cristo no debió existir nada que diera
la impresión de que su cuerpo era fantástico. Pero el pasar por
lugares cerrados no parece propio del cuerpo verdadero, sino del
fantástico, puesto que dos cuerpos no pueden estar a un tiempo en el
mismo lugar. En consecuencia, el cuerpo de Cristo no debió salir del
seno cerrado de su madre. Y, así, no convino que ésta fuese virgen en
el parto.
3. Como dice Gregorio en la Homilía de la Octava de
Pascua, por el hecho de haber entrado el Señor, después de su
resurrección, con las puertas cerradas, donde estaban sus
discípulos, mostró que su cuerpo era de la misma naturaleza, pero
de condición gloriosa; y, de este modo, parece que el pasar por
lugares cerrados pertenece al cuerpo glorioso. Ahora bien, el cuerpo
de Cristo no fue glorioso a la hora de su concepción, sino pasible, al
tener una carne semejante a la del pecado, como dice el Apóstol
en Rom 8,3. Luego no salió a través del seno cerrado de la
Virgen.
Contra esto: está lo que se dice en un Sermón durante el Concilio
de Efeso: La naturaleza ignora la virginidad
después del parto. La gracia, en cambio, puso de manifiesto a la
parturienta, hizo a la madre, y no dañó a la virginidad. Por
consiguiente, la Madre de Cristo fue virgen en el parto.
Respondo: Es preciso defender, sin duda de
ninguna clase, que la Madre de Cristo fue virgen también en el parto,
puesto que el Profeta (Is 7,14) no dice solamente:
He aquí que la
virgen concebirá, sino que añade:
y parirá un hijo. Y esto
fue conveniente por tres motivos. Primero, porque correspondía a la
propiedad de quien nacía, que es el Verbo de Dios. El Verbo, en
efecto, no sólo es concebido en la mente sin corrupción, sino que
también procede de ella sin corrupción. Por lo que, a fin de
manifestar que aquel cuerpo era el mismo Verbo de Dios, fue
conveniente que naciese del seno incorrupto de una virgen. De ahí que
en un Sermón del Concilio de Efeso se lea:
La que da
a luz pura carne, pierde la virginidad. Pero, al ser el Verbo de Dios
quien nace en carne, el propio Dios conserva la virginidad,
demostrando con ello que es el Verbo. Ni siquiera
nuestro verbo corrompe la mente cuando sale de ella. Y Dios, Verbo
sustancial, al optar por el parto, tampoco destruye la
virginidad.
Segundo, porque esto es conveniente en lo que atañe al efecto de la
encarnación de Cristo, pues vino para quitar nuestra corrupción. Por
eso no fue oportuno que, al nacer, corrompiese la virginidad de la
madre. Debido a esto, dice Agustín en un Sermón De Nativitate
Domini: No era justo que con su venida violase la
virginidad quien había llegado para sanar lo que estaba
corrompido.
Tercero. Fue conveniente para que, al nacer, no menoscabase el honor
de la madre aquel que había mandado honrar a los padres.
A las objeciones:
1. Ambrosio escribe esto, al
comentar las palabras de la Ley citadas por el Evangelista: Todo
ser de género masculino que abre el seno será llamado consagrado para
el Señor (Lc 2,23; cf. Ex 13,2.12). Eso, como explica
Beda, se dice del nacimiento ordinario; pero no
obliga a creer que el Señor, que había santificado la morada del
sagrado vientre al entrar en él, lo desflorase al salir del mismo.
Por lo que tal apertura no significa la abertura del seno virginal,
sino sólo la salida del hijo del seno materno.
2. Cristo quiso demostrar de tal
modo la verdad de su cuerpo, que a la vez se manifestase su divinidad.
Y por eso unió lo sublime con lo modesto. De donde, para manifestar la
verdad de su cuerpo, nace de una mujer. Pero para mostrar su
divinidad, nace de una virgen: Tal nacimiento conviene a Dios,
como dice Ambrosio en el Himno de Navidad.
3. Algunos
afirmaron que Cristo asumió la dote de la sutileza en su nacimiento
cuando salió del seno virginal sellado; y la dote de la agilidad
cuando caminó a pie enjuto sobre las aguas (cf. Mt 14,25). Pero esto
no se armoniza con lo que hemos dicho antes (
q.14). Tales dotes del
cuerpo glorioso provienen de la redundancia de la gloria del alma en
el cuerpo, como se dirá más adelante al tratar de los cuerpos
gloriosos. Pero ya hemos establecido (
q.13 a.3 ad 1;
q.16 a.1 ad 2) que Cristo, antes de la pasión, permitía a su cuerpo
obrar y sufrir lo que le es propio, no realizándose tal redundancia de
la gloria del alma en el cuerpo.
Y por eso es preciso decir que todo esto se realizó milagrosamente
por el poder divino. De donde escribe Agustín In
loann.: Las puertas cerradas no se opusieron al
paso de la masa del cuerpo en que residía la divinidad. En efecto,
pudo entrar con las puertas cerradas aquel que, al nacer, dejó intacta
la virginidad de la madre. Y Dionisio dice, en una Carta, que Cristo realizaba lo que es propio del
hombre con un poder sobrehumano, y esto lo demuestra la Virgen
concibiendo de modo sobrenatural, y el agua inestable al soportar el
peso de unos pies terrenos.
Artículo 3:
¿Permaneció virgen la Madre de Cristo después del
parto?
lat
Objeciones por las que parece que la Madre de Cristo no permaneció
virgen después del parto.
1. En Mt 1,18 se dice: Antes de que conviviesen (José y María), se
encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Y el Evangelista no
hubiera dicho antes de que convivieran de no haber tenido la
certeza de que iban a convivir, porque nadie dice antes de que
comiese respecto de aquel que no ha de comer.
Luego parece que la Santísima Virgen convivió alguna vez mediante
cópula carnal con José. Y, en este supuesto, no permaneció virgen
después del parto.
2. En el mismo pasaje (v.20) se añade, en palabras del ángel
que habla con José: No temas recibir a María tu esposa. Pero el
matrimonio se consuma mediante la cópula carnal. Luego parece que
alguna vez hubo unión carnal entre María y José y, en consecuencia,
que no permaneció virgen después del parto.
3. En el mismo lugar se dice poco después (v.24-25): Y
recibió a su esposa; pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo
primogénito. Mas el adverbio «hasta» ha acostumbrado a significar un
tiempo determinado, pasado el cual se realiza lo que hasta entonces no
se hacía. Y el verbo conocer, en ese pasaje, se refiere a la unión carnal, como cuando
en Gen 4,1 se dice que Adán conoció a su mujer. Luego parece
que, después del parto, José conoció a la Santísima Virgen. Por
tanto, da la impresión de que, después del parto, no permaneció
virgen.
4. No se puede llamar primogénito más que a aquel que
tiene hermanos que vienen después de él; de donde en Rom 8,29 se
dice: A. los que conoció de antemano, también los predestinó a
hacerse conformes a la imagen de su Hijo, para que El sea el
primogénito entre muchos hermanos. Ahora bien, el Evangelista
llama a Cristo primogénito de su madre (cf. Mt 1,25; Lc 2,7).
Luego tuvo otros hijos después de Cristo. Y así parece que la Madre de
Cristo no fue virgen después del parto.
5. En Jn 2,12 se dice: Después de esto, él mismo,
es a saber, Cristo, descendió a Cafarnaúm, y también su madre y sus
hermanos. Pero se llama hermanos a los que han sido engendrados
por el mismo padre. Por consiguiente, parece que la Santísima Virgen
tuvo otros hijos después de Cristo.
6. En Mt 27,55-56 se dice: Estaban allí, esto es,
junto a la cruz de Cristo, a distancia muchas mujeres que habían
seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole; entre las cuales estaba
María Magdalena, y María la madre de Santiago y de José, y la madre de
los hijos de Zebedeo. Pero parece que esta María, llamada aquí madre de Santiago y de José, es también la madre de Cristo, pues
en Jn 19,25 se cuenta que estaba, junto a la cruz de Jesús, María
su madre. Luego parece que la Madre de Cristo no permaneció virgen
después del parto.
Contra esto: está lo que se escribe en Ez 44,2: Esta puerta estará
cerrada, y no se abrírá, y no pasará por ella varón, porque el Señor
Dios de Israel ha entrado por ella. Exponiendo este pasaje, dice
Agustín en un sermón: ¿Qué significa
esa puerta cerrada en la casa del Señor, sino que María será
siempre intacta? ¿Y qué quiere decir el hombre no pasará por ella,
sino que José no la conocerá? ¿Y qué indica el que sólo el Señor
entra y sale por ella, sino que el Espíritu Santo la fecundará, y que
el Señor de los ángeles nacerá de ella? ¿Y qué significa que estará
eternamente cerrada, sino que María es virgen antes del parto, en el
parto y después del parto?
Respondo: Es preciso detestar, sin duda de
ninguna clase, el error de Helvidio, quien osó decir que la Madre de
Cristo, después del parto, fue carnalmente conocida por José y que
tuvo de él otros hijos. Primero, porque eso rebaja la
perfección de Cristo, quien, como según la naturaleza divina es el
Unigénito del Padre (cf. Jn 1,4) e
Hijo suyo totalmente
perfecto (cf. Heb 7,28), así también convino que fuese unigénito
de la madre, como hijo suyo perfectísimo.
Segundo, porque este error injuria al Espíritu Santo, cuyo sagrario
fue el seno virginal, en el que formó el cuerpo de
Cristo; por lo que no resultaba decoroso que fuera en adelante violado
por la unión carnal.
Tercero, porque eso va en detrimento de la dignidad y de la santidad
de la Madre de Dios, que daría la impresión de una total ingratitud si
no se contentase con un Hijo tan excepcional, y si quisiese perder
espontáneamente, mediante la unión carnal, la virginidad que
milagrosamente había sido conservada en ella.
Cuarto, porque el propio José caería en una suprema presunción en
caso de intentar contaminar a aquella cuya concepción por obra del
Espíritu Santo había conocido él mediante la revelación de un
ángel.
Y, por tanto, es absolutamente necesario afirmar que la Madre de
Dios, como concibió y dio a luz siendo virgen, así también permaneció
virgen para siempre después del parto.
A las objeciones:
1. Como escribe Jerónimo en el
libro Contra Helvidium, hay que tener en cuenta que
la preposición «antes que», aunque con frecuencia indique lo que
sigue, a veces, sin embargo, sólo indica lo que antes se estaba
pensando. Ni es necesario que se realice lo que antes se había
pensado, cuando sobreviene algo que impide llevar a cabo lo pensado.
Por ejemplo, si uno dice: Antes de comer en el puerto, me hice a la
vela, no significa que coma en el puerto después de haber navegado,
sino que simplemente pensaba comer en el puerto. Y de modo
semejante dice el Evangelista: antes de que conviviesen, se halló
haber concebido María del Espíritu Santo, no porque después
conviviesen, sino porque, mientras pensaban convivir, se anticipó la
concepción por obra del Espíritu Santo, a consecuencia de lo cual se siguió el que no conviviesen más
adelante.
2. Como escribe Agustín en el
libro De nuptiis et concupiscentia, la Madre de
Dios, a la que (José) no había conocido ni había de conocer por
la unión sexual, es llamada esposa en virtud de la primera fe de los
desposorios. Pues, como dice Ambrosio In Luc., la celebración de las bodas pone de manifiesto la existencia del matrimonio, pero no la privación de la virginidad.
3. Algunos sostuvieron que esto no
debe interpretarse respecto al conocimiento sexual, sino con relación
al conocimiento de algo que se ha hecho notorio. Porque, en efecto,
dice el Crisóstomo:
José no conoció cuál era la
dignidad (de María)
antes de dar ella a luz sino que la conoció
después de que parió. Porque, en virtud del hijo, se hizo ella más
hermosa y más digna que el mundo entero, pues sólo ella recibió en el
reducido espacio de su seno al que el mundo no es capaz de
contener.
Otros, en cambio, lo relacionan con el conocimiento
visual. Como el rostro de Moisés, que hablaba con Dios, se hizo
resplandeciente, de modo que los hijos de Israel no podían
mirarle (2 Cor 3,7), así María, cubierta con la claridad del poder
del Altísimo, no podía ser conocida por José hasta que diese a luz.
Pero, después del parto, la conoció con la mirada del rostro, no con
el tacto sensual.
Jerónimo concede que la expresión debe entenderse del
conocimiento sexual. Sin embargo dice que el adverbio usque o
la conjunción donec (hasta que) pueden entenderse de dos
maneras. Unas veces significa un tiempo determinado, como en Gal 3,19:
La Ley fue dada por causa de la transgresión, hasta que llegase la
descendencia a la que había sido hecha. Otras significa un tiempo
indefinido, conforme a lo que se lee en Sal 123,2: Nuestros ojos
están fijos en el Señor Dios nuestro hasta que se compadezca de
nosotros; sin que, por eso, haya de entenderse que, una vez
obtenida la misericordia, nuestros ojos se aparten del Señor. Y,
conforme a este modo de hablar, se enuncian aquellas cosas de las
que cabría dudar si no hubieran sido escritas, mientras que las
restantes se dejan a nuestra propia inteligencia. Y de acuerdo con esto, dice el Evangelista que la Madre de Dios
no fue conocida por su esposo hasta el parto, a fin de que entendamos
que lo fue mucho menos después del parto.
4. Es costumbre de las Sagradas
Escrituras llamar primogénito no sólo al que es seguido por otros
hermanos, sino al que nace el primero. De otro modo, si sólo fuera
primogénito aquel a quien siguen otros hermanos, no serían debidos los
derechos de la prímogenitura, de acuerdo con la ley, hasta que no
naciesen los otros. Esto es claramente falso,
puesto que la Ley (cf. Núm 18,16) ordena que los primogénitos sean
rescatados al cabo de un mes.
5. Algunos, como recuerda
Jerónimo In Matth., sospechan que San José
tuvo de otra mujer los llamados hermanos del Señor. Nosotros, en
cambio, entendemos que los hermanos del Señor no son hijos de San
José, sino primos carnales del Salvador, hijos de María, tía materna
de este último. La Sagrada Escritura, en efecto, distingue
cuatro clases de hermanos, a saber: Los que lo son por
naturaleza, por raza, por parentesco y por afecto. Por lo que los llamados hermanos del Señor no lo son por naturaleza, como si hubieran nacido de una misma madre, sino por parentesco, en calidad de consanguíneos. Y lo más verosímil, como dice Jerónimo en Contra Helvidium, es que San José permaneciese virgen, porque no hallamos escrito que tuviese otra mujer y la fornicación no cabe en este santo varón.
6. La María llamada madre de
Santiago y de José no puede entenderse como la Madre del Señor, ya
que el Evangelio acostumbra a designar a ésta con el sobrenombre de su
dignidad, que es el de la Madre de Jesús. La María aludida es
la esposa de Alfeo, cuyo hijo es Santiago el Menor, llamado hermano
del Señor (cf. Gal 1,19).
Artículo 4:
¿hizo voto de virginidad la Madre de Dios?
lat
Objeciones por las que parece que la Madre de Dios no hizo voto de
virginidad.
1. En Dt 7,14 se dice: No habrá en ti estéril de uno y otro
sexo. Pero la esterilidad es consecuencia de la virginidad. Luego
la guarda de la virginidad iba en contra de un precepto de la ley
antigua. Ahora bien, la ley antigua estaba todavía en vigor antes del
nacimiento de Cristo. Por consiguiente, la Santísima Virgen no pudo
hacer lícitamente voto de virginidad en su tiempo.
2. El Apóstol escribe en 1 Cor 7,25: Acerca de las
vírgenes no tengo precepto del Señor, pero os doy un consejo.
Ahora bien, la perfección de los consejos debió ser comenzada por
Cristo, que es el fin de la Ley, como dice el mismo Apóstol en
Rom 10,4. Luego no fue conveniente que la Virgen hiciese voto de
virginidad.
3. La
Glosa de Jerónimo dice, a propósito de 1
Tim 5,12:
Para los que hacen voto de virginidad es condenable no
sólo el casarse, sino también el deseo de hacerlo. Ahora bien, la
Madre de Cristo no cometió pecado alguno condenable, como antes se ha
dicho (
q.27 a.4). Luego, por estar
desposada, como se lee en Le
1,27, parece que no hizo voto de virginidad.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro De sancta
virginitate: María respondió al ángel de la
anunciación: ¿Cómo sucederá esto, puesto que no conozco varón?
Ciertamente no hubiera dicho esto si no hubiera hecho antes voto de
virginidad.
Respondo: Como sabemos ya por la
Segunda
Parte (
2-2 q.88 a.6), las obras de perfección son más dignas de
alabanza si se hacen en virtud de un voto. Pero la virginidad debió
estar en gran aprecio principalmente en la Madre de Dios, como es
claro por las razones antes aducidas (
a.1, 2 y
3). Y por eso fue
conveniente que su virginidad estuviera consagrada a Dios por medio de
un voto. Sin embargo, al ser conveniente que, en tiempo de la Ley,
tanto las mujeres como los hombres se aplicasen a la procreación,
porque el culto de Dios se propagaba según el nacimiento carnal antes
de que naciese Cristo de aquel pueblo, no es creíble que la Madre de
Dios, antes de desposarse con José, haya hecho voto absoluto de
virginidad, aunque lo deseara, abandonando su voluntad a los designios
divinos sobre este asunto. Mas después, una vez que tomó esposo,
conforme lo exigían las costumbres de aquellos tiempos, hizo junto con
él voto de virginidad.
A las objeciones:
1. Al dar la impresión de que la
ausencia de esfuerzo para dejar descendencia terrena estaba prohibida
por la Ley, la Madre de Dios no hizo voto absoluto de virginidad, sino
condicionado: si le era grato a Dios. Pero después que conoció que eso
era agradable a Dios, hizo voto absoluto, antes de recibir la
anunciación del ángel.
2. Como la plenitud de gracia fue
perfecta en Cristo y, sin embargo, se anticipó en su madre una cierta
incoación de la misma, así también la práctica de los consejos, que se
realiza por gracia de Dios, de forma perfecta comenzó con Cristo, pero
de algún modo quedó incoada en la Virgen su Madre.
3. Esa sentencia del Apóstol debe
entenderse de los que hacen voto de castidad de manera absoluta. Pero
la Madre de Dios no lo hizo de ese modo antes de desposarse con José.
Una vez que se produjo el desposorio, hicieron ambos voto de
virginidad de mutuo acuerdo.