Artículo 1:
¿Debe decirse que Cristo está sometido al Padre?
lat
Objeciones por las que parece que no debe decirse que Cristo está
sometido al Padre.
1. Todo lo que está sometido a Dios Padre es una criatura, porque,
como se dice en el libro
De Ecclesiast. Dogm., en la
Trinidad nada hay que sirva o que esté sometido. Pero, como antes
hemos escrito (
q.16 a.8), no se puede decir en absoluto que Cristo sea
una criatura. Luego tampoco debe decirse en absoluto que Cristo esté
sometido a Dios Padre.
2. Se dice que una cosa está sometida a Dios cuando está
sujeta a su dominio. Pero a la naturaleza humana de Cristo no se le
puede atribuir la servidumbre, pues escribe el Damasceno en el libro
III: Ha de tenerse en cuenta que no podemos llamar
sierva a la naturaleza humana de Cristo, porque los nombres de
servidumbre y dominación no son propiedades de la naturaleza, sino
relaciones, al modo en que lo son la paternidad y la filiación.
Luego Cristo, bajo la perspectiva de su naturaleza humana, no está
sujeto al Padre.
3. En 1 Cor 15,28 se dice: Cuando le estén sometidas
todas las cosas, entonces el mismo Hijo se sujetará a quien a El todo
se lo sometió. Pero, como se escribe en Heb 2,8, ahora no vemos
todavía que le estén sometidas todas las cosas. Luego El no está
aún sujeto al Padre, que le sometió todas las cosas.
Contra esto: está lo que se lee en Jn 14,28: El Padre es mayor que
yo. Y Agustín comenta en el I De Trin.: No sin razón enseña la Escritura ambas cosas: Que el Hijo es igual al
Padre, y que el Padre es mayor que el Hijo. Lo primero, por su forma
de Dios; lo segundo, por su forma de siervo, entendiéndose lo uno y lo
otro sin confusión de ninguna clase. Ahora bien, el menor está
sujeto al mayor. Luego Cristo, en su forma de siervo, está sometido al
Padre.
Respondo: A quien posee una determinada
naturaleza le conviene todo lo que es propio de la misma. La
naturaleza humana, por su misma condición, tiene respecto de Dios una
triple sumisión: primero, en cuanto al grado de bondad, dado que la
naturaleza divina es la misma bondad por esencia, como queda patente
por lo que dice Dionisio en el c.l del
De Div. Nom.; mientras que la naturaleza creada posee una cierta participación de la bondad divina, estando como sujeta a los rayos de aquella bondad. Segundo, en cuanto al poder de Dios, puesto que la naturaleza humana, como cualquier otra criatura, está sometida a las disposiciones de la providencia divina. Tercero, y de modo especial, la naturaleza humana está sujeta a Dios por un acto propio, a saber: en cuanto que, por propia voluntad, obedece los mandatos divinos. Y el propio Cristo declara tener esa triple sumisión respecto del Padre. La primera, en Mt 19,17, cuando dice:
¿Por qué me preguntas sobre lo bueno? Uno solo es bueno, Dios. Por lo que comenta Jerónimo:
Por haberle llamado maestro bueno, y no haberle proclamado Dios o Hijo de Dios, le dijo que, a pesar de ser un hombre santo, en comparación con Dios no era bueno. Con ello dio a entender que él mismo, considerado en su naturaleza humana, no alcanzaba el grado de la bondad divina. Y porque,
en las cosas que no son materialmente grandes, lo mismo es ser mayor que ser mejor, como dice Agustín en el libro VI
De Trin., de ahí que se diga que el Padre es
mayor que Cristo, considerado éste en cuanto a su naturaleza humana.
La segunda sumisión se atribuye a Cristo en cuanto que todo lo
acaecido en torno a su humanidad se produjo por disposición divina.
Por eso escribe Dionisio, en el c.4 del De Div.
Nom., que Cristo está sometido a las
disposiciones de Dios Padre. Y ésta es la sumisión de servidumbre,
porque toda criatura sirve a Dios (Jdt 16,17), sujeta a sus
disposiciones, según las palabras de Sab 16,24: La creación te
sirve a ti, su Creador. Y en este sentido se dice en Flp 2,7 que
el Hijo de Dios tomó la forma de siervo.
La tercera sumisión se la atribuye Cristo a sí mismo cuando, en Jn
8,29, dice: Yo hago siempre lo que es de su agrado. Y ésta es
la sumisión de obediencia. Por ello se dice en Flp 2,8 que se hizo
obediente al Padre hasta la muerte.
A las objeciones:
1. Así como no debe entenderse que
Cristo es una criatura absolutamente, sino sólo según su naturaleza
humana, póngase o no se ponga esta determinación, como antes hemos
dicho (
q.16 a.8), así tampoco debe entenderse de forma absoluta que
Cristo esté sujeto al Padre, sino sólo en cuanto a su naturaleza
humana, aun en el caso de que no se consigne esta determinación. Sin
embargo, es preferible hacerla constar, a fin de evitar el error de
Arrio, el cual defendió que el Hijo era menor que el Padre (
q.10 a.2 ad 1).
2. La relación de servidumbre y
la de dominio se fundamentan en una acción y en una pasión, esto es,
en cuanto que lo propio del siervo es ser movido por el imperio del
señor. Ahora bien, el sujeto de la acción no es la naturaleza, sino la
persona, pues, según el Filósofo, los actos
pertenecen a los supuestos y a los individuos. Sin embargo, la
acción se atribuye a la naturaleza como al principio en virtud del
cual obra la persona o la hipóstasis. Y, por consiguiente, aunque,
hablando con propiedad, no pueda decirse que la naturaleza es señora o
sierva, sí puede decirse propiamente que una hipóstasis o persona es
señora o sierva por razón de esta o de aquella naturaleza. Y, en este
sentido, nada impide decir que Cristo está sujeto al Padre, o que es
su siervo, por razón de su naturaleza humana.
3. Como escribe Agustín en el
libro I De Trin., Cristo entregará el reino
al Dios y Padre cuando haya conducido a los justos, en los que ahora
reina por medio de la fe, a la visión beatífica, para que
contemplen la misma esencia común al Padre y al Hijo. Y entonces
estará totalmente sometido al Padre no sólo en sí mismo, sino también
en sus miembros, por la participación plena de la bondad divina.
Entonces igualmente le estarán plenamente sujetas todas las cosas por
el cumplimiento definitivo de su voluntad en ellas; aunque, incluso al
presente, estén todas sometidas a su potestad, según las palabras de
Mt 28,18: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la
tierra, etcétera.
Artículo 2:
¿Estuvo Cristo sometido a sí mismo?
lat
Objeciones por las que parece que Cristo no estuvo sujeto a sí
mismo.
1. Dice Cirilo en la Carta Sinódica, esto es,
aceptada por el Concilio de Efeso: Cristo no es ni
siervo ni señor de sí mismo. Es necio, e incluso impío, hablar y
pensar de ese modo. Y esto mismo sostuvo el Damasceno, cuando
escribe en el libro III: Cristo, siendo un solo
ser, no puede ser siervo y señor de sí mismo. Pero
Cristo es llamado siervo del Padre en tanto en cuanto le está sujeto.
Luego Cristo no estaba sometido a sí mismo.
2. Siervo dice relación al señor. Pero no existe relación de
algo consigo mismo, por lo que dice Hilario en el libro De
Trin.: Nada es semejante o igual a sí
mismo. Luego Cristo no puede llamarse siervo de sí mismo y, por
consiguiente, no está sujeto a sí mismo.
3. Como el alma racional y la carne forman un solo
hombre, así Dios y el hombre constituyen un único Cristo, en
palabras de Atanasio. Pero por el hecho de que el
cuerpo esté sometido al alma no decimos que el hombre esté sujeto a sí
mismo, o que sea siervo de sí mismo, o que sea mayor que sí mismo.
Luego tampoco puede decirse que Cristo esté sujeto a sí mismo por el
hecho de que su humanidad esté sometida a su divinidad.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro I
De
Trin.:
la Verdad demuestra, bajo este
aspecto, esto es, en cuanto que el Padre es mayor que Cristo,
según la naturaleza humana de éste, que
también el Hijo es inferior
a sí mismo.
2. Aún más: como argumenta el propio Agustín en el mismo
lugar, el Hijo de Dios asumió de tal modo la forma de
siervo, que no perdió la forma de Dios. Pero según la forma divina,
que es común al Padre y al Hijo, el Padre es mayor que el Hijo, visto
éste en su naturaleza humana. Luego también el Hijo es mayor que sí
mismo considerado en su naturaleza humana.
3. Y también: Cristo, en su naturaleza humana, es siervo de Dios
Padre, de acuerdo con lo que se lee en Jn 20,17: Subo a mi Padre y
a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Pero todo el que es
siervo del Padre, es siervo del Hijo; de lo contrario, no todo lo que
es del Padre lo sería del Hijo. Luego Cristo es siervo de sí mismo, y
está sometido a sí mismo.
Respondo: Como queda explicado (
a.1 ad 2), el
ser señor o siervo se atribuye a la persona o a la hipóstasis en
relación con una naturaleza determinada. Cuando, pues, decimos que
Cristo es
señor o siervo de sí mismo, o que
el Verbo de Dios
es Señor de Cristo hombre, eso puede entenderse de dos maneras:
una, interpretando que tal afirmación se hace por razón de una
hipóstasis o persona distinta, como si una fuera la persona del Verbo
de Dios, que domina, y otra la persona del hombre, que sirve. Eso es
propio de la herejía de Nestorio (
q.2 a.6). Por esto, al
condenarle, dice el Concilio de Éfeso:
Si alguien
dice que el Verbo de Dios Padre es Dios o Señor de Cristo y, antes
bien, no confiesa, según las Escrituras, que él mismo es a la vez Dios
y hombre, visto que el Verbo se hizo carne, sea anatema. Y en este
sentido lo niegan Cirilo y el Damasceno. Y, bajo ese mismo aspecto, es necesario negar que Cristo es inferior
a sí mismo, o que esté
sometido a sí mismo.
Otra manera de entenderlo es en relación con la diversidad de
naturaleza en una sola persona o hipóstasis. Y en este sentido podemos
decir que, en cuanto a una de las naturalezas, la que tiene común con
el Padre, Cristo preside y domina junto con el Padre; en cambio, en
cuanto a la otra naturaleza, la común con nosotros, Cristo está
sometido y vive en condición de esclavo. Y bajo este aspecto dice
Agustín que el Hijo es inferior a sí
mismo.
Pero debe tenerse en cuenta que, por ser el nombre Cristo un
nombre de persona, como lo es también el nombre Hijo, pueden
predicarse de Cristo, de suyo y absolutamente, las cosas que le
convienen por razón de su persona, que es eterna; y, sobre todo,
pueden predicarse de él las relaciones de este género, que parece que
pertenecen más propiamente a la persona o hipóstasis. Mas las cosas
que le convienen por razón de su naturaleza humana, deben predicarse
de él con la oportuna limitación. De modo que digamos
en verdad que Cristo es absolutamente Máximo, Señor y Soberano; en
cambio, el que esté sometido, el que sea siervo, o sea inferior, debe
predicarse de él con unos límites, a saber, por razón de su
naturaleza humana.
A las objeciones:
1. Cirilo y el Damasceno niegan que
Cristo es Señor de sí mismo, en cuanto esto implica pluralidad de
supuestos, que es un requisito para que alguien pueda llamarse señor
de otro.
2. En absoluto, es necesario que
el señor sea distinto del siervo. Sin embargo, puede salvarse una
cierta noción de dominio y de servidumbre cuando un mismo sujeto es
señor de sí mismo bajo diversas razones.
3. Debido a las diversas partes
del hombre, de las que una es superior y otra inferior, dice el
Filósofo, en el libro V
Ethic., que
hay una
justicia del hombre para consigo mismo, en cuanto que el irascible
y el concupiscible obedecen a la razón. Bajo este aspecto, también
puede decirse que un mismo hombre está sometido y es servidor de sí
mismo, teniendo en cuenta las diversas partes de su
persona.
La respuesta a los otros argumentos resulta clara por lo dicho.
Agustín afirma que el Hijo es inferior a sí mismo, o que está sometido
a sí mismo, por razón de la naturaleza humana, no por la diversidad de
supuestos.