Artículo 1:
¿Es la vida activa mejor que la contemplativa?
lat
Objeciones por las que parece que la vida activa es mejor que la
contemplativa.
1. Lo que es propio de los mejores parece ser mejor, como
dice el Filósofo en III Topic.. Pero la vida
activa es propia de los superiores, es decir, los prelados,
constituidos en honor y poder. Por eso dice San Agustín, en XIX De
Civ. Dei, que en la acción no ha de buscarse el
honor ni el poder de este mundo. Luego parece que la vida activa
es mejor que la contemplativa.
2. En todos los hábitos y actos toca mandar al más
importante. Así, el militar, que es más digno, manda sobre el que hace
bridas. Ahora bien: toca a la vida activa disponer y mandar sobre la
contemplativa, conforme a lo que se le manda a Moisés en Ex 19,21: Baja y prohíbe al pueblo que traspase el término marcado para
acercarse a ver a Yahveh. Luego la vida activa es mejor que la
contemplativa.
3. Nadie debe apartarse de lo más importante para
dedicarse a lo menos importante, ya que el Apóstol dice en 1 Cor
12,31: Aspirad a los carismas mejores. Pero muchos se apartan
del estado de vida contemplativa para dedicarse a la activa, como es
el caso de los que son nombrados prelados. Luego parece que la vida
activa es mejor que la contemplativa.
Contra esto: está lo que se dice en Lc 10,42 por boca del Señor: María ha escogido la mejor parte y no se la quitarán. Ahora bien:
María es el símbolo de la vida contemplativa. Luego ésta es mejor que
la activa.
Respondo: No hay inconveniente en que algo
esencialmente más excelente sea inferior a otra cosa bajo algún
aspecto. Hay que decir, por consiguiente, que la vida contemplativa
es, en sí misma, mejor que la activa. El Filósofo lo demuestra con
ocho argumentos en X
Ethic.. El primero es que
la vida contemplativa conviene al hombre por razón de lo que hay de
más excelente en él, es decir, por el entendimiento y sus objetos
propios, las cosas inteligibles, mientras que la vida activa se ocupa
de las cosas externas. Por eso Raquel, símbolo de la vida
contemplativa, se interpreta como
principio visto. La vida
activa, en cambio, está simbolizada en Lía, que era
de ojos
legañosos, como dice San Gregorio en VI
Moral..
El segundo, que la vida contemplativa puede ser más continua, aunque no en el sumo grado de contemplación, como ya dijimos (
q.180 a.8;
q.181 a.4 ad 3). Por eso María, que simboliza la vida contemplativa, es presentada continuamente como
sentada a los pies del Señor. El tercero, que el placer de la vida contemplativa es mayor que el de la activa. Por eso San Agustín dice, en
De Verbis Dom.:
Marta se turbaba mientras María se deleitaba. El cuarto, que en la vida contemplativa el hombre se basta mejor a sí mismo, porque necesita pocas cosas para ella. Por eso se dice en Lc 10,41:
Marta, Marta, te inquietas y te turbas por muchas cosas. El quinto, que la vida contemplativa es más amada por sí misma, mientras que la activa se ordena a otra cosa. Por eso dice el salmo 26,4:
Una cosa pedí al Señor, y esa procuraré, el vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida para conocer su voluntad. El sexto, que la vida contemplativa consiste en cierto descanso y reposo, según se nos dice en el salmo 26,4:
Descansad y ved que yo soy Dios. El séptimo, que la vida contemplativa se dedica a las cosas divinas, mientras que la activa se da a las humanas. Por eso dice San Agustín,
De Verbis Dom.:
«En el principio era el Verbo», he aquí lo que María oía. «El Verbo se hizo carne», he aquí al que Marta servía. El octavo, que la vida contemplativa se acomoda a lo más esencial del hombre, es decir, al entendimiento, mientras que en la activa intervienen también las potencias inferiores, que nos son comunes con los animales. Por eso en el salmo 35, después de decir (v.7):
Salvarás a los hombres y a los animales, Señor, aparece lo que es más propio del hombre:
En tu luz veremos la luz. El Señor añade
una novena razón en Lc 10,42 al decir:
María ha escogido la mejor parte, y no le será quitada. Al exponer esto, San Agustín dice en
De Verbis Dom.:
No has escogido tú algo malo, pero ella lo ha escogido mejor. Oye por qué mejor: porque no se le quitará. A ti se te quitará un día el peso de la necesidad; la dulzura de la verdad es eterna.
Sin embargo, bajo algún aspecto y en casos concretos, hay que elegir
la vida activa por imposición de la vida presente, del mismo modo que
dice el Filósofo, en III Topic., que el
filosofar es mejor que enriquecerse, pero enriquecerse es mejor para
aquel que padece necesidad.
A las objeciones:
1. Es propia de los prelados no
sólo la vida activa, sino que también deben sobresalir en la
contemplativa. Por eso dice San Gregorio en su Pastoral: Sea el superior el primero en la
acción y entregúese a la contemplación más que nadie.
2. La vida contemplativa consiste
en cierta libertad de espíritu, ya que dice San Gregorio, en Super
Ez., que la vida contemplativa produce cierta
libertad de espíritu al no pensar en las cosas temporales, sino en
las eternas. Y Boecio dice en V De Consolat.: Es preciso que las almas humanas sean más libres cuando se
mantienen en la contemplación del espírítu divino que cuando
descienden a los cuerpos. De donde se deduce que la vida activa no
impera sobre la contemplativa directamente, sino que, disponiendo la
vida contemplativa, impone algunas obras de la vida activa, con lo
cual sirve a la vida contemplativa en lugar de mandar sobre ella. Esto
es lo que dice San Gregorio en Super Ez.: La vida activa se llama servidumbre; la contemplativa,
libertad.
3. A veces, alguien tiene que
dedicarse a la vida activa, suspendiendo la contemplativa por alguna
necesidad de la vida presente, pero no de forma que se vea obligado a
abandonarla totalmente. Por eso dice San Agustín en XIX De Civ.
Dei: El amor a la verdad requiere un ocio
santo; la necesidad de la caridad emprende una ocupación justa, es
decir, la de la vida activa. Si nadie impone esta carga, debemos
entregarnos al estudio y contemplación de la verdad. Si se nos impone,
hay que aceptarla por exigencias de la caridad. Pero ni siquiera en
este caso debe abandonarse totalmente el deleite de la verdad, no sea
que, quitado este alivio, la carga sea demasiado pesada. De aquí
se deduce que, cuando alguien es llamado de la vida contemplativa a la
activa, no ha de hacerlo abandonando lo que ya tenía, sino añadiendo
algo más.
Artículo 2:
¿Es la vida activa más meritoria que la contemplativa?
lat
Objeciones por las que parece que la vida activa es más meritoria que
la contemplativa.
1. El mérito está relacionado con la recompensa, y ésta se da por el
trabajo, según lo que se dice en 1 Cor 3,8: Cada uno recibirá la
recompensa según su trabajo. Pero el trabajo es propio de la vida
activa, mientras que el descanso lo es de la contemplativa, ya que
dice San Gregorio, en Super Ez.: Todo el
que se convierte a Dios debe, ante todo, trabajar, es decir, recibir a
Lía, para que luego pueda descansar en los brazos de Raquel y
contemplar el principio. Luego la vida activa es más meritoria que
la contemplativa.
2. La vida contemplativa es un comienzo de la felicidad
futura. Por eso, al comentar el pasaje de Jn 21,22: si quiero que
permanezca hasta que yo venga, dice San Agustín: Puede decirse: sígame la obra perfecta, informada por el ejemplo
de mi pasión; pero permanezca la contemplación incoada hasta mi
venida, y será perfeccionada cuando yo venga. Y San Gregorio dice,
en Super Ez., que la vida contemplativa se
inicia aquí para ser perfeccionada en la patria celestial. Ahora bien:
en la vida futura no habrá estado de merecer, sino de recibir por los
méritos. Luego parece que la vida contemplativa es menos meritoria que
la activa, aunque su premio sea mayor.
3. San Gregorio dice, en Super Ez.,
que ningún sacrificio es más aceptable para Dios que el celo por las
almas. Pero ese celo hace que uno se dé a la vida activa. Luego parece
que la vida contemplativa no es más meritoria que la
activa.
Contra esto: está el testimonio de San Gregorio, quien dice en VII Moral.: Son mayores los méritos de la vida
activa, pero son mejores los de la contemplativa.
Respondo: La raíz de todo merecimiento es la
caridad, como dijimos antes (
q.83 a.15;
1-2 q.114 a.4). Dado que la
caridad consiste en el amor a Dios y al prójimo, como ya se dijo (
q.25 a.1), es más meritorio amar a Dios en sí mismo que amar al prójimo,
según ya dijimos (
q.27 a.1). Por ello, lo que dice relación directa
con el amor a Dios es más meritorio en sí mismo que aquello que
pertenece directamente al amor del prójimo por Dios. Ahora bien: la
vida contemplativa está directamente relacionada con el amor a Dios,
pues dice San Agustín, en XIX
De Civ. Dei, que
el gozo santo, es decir, el de la vida contemplativa,
es
algo buscado por amor a la verdad, es decir, divina, a la cual se
dedica sobre todo la vida contemplativa, como dijimos antes (
q.180 a.4;
q.181 a.4 ad 2). En cambio, la vida activa se dedica más
directamente al amor al prójimo, porque
se afana en los muchos
cuidados del servicio, como se dice en Lc 10,40. Por eso, en sí
misma, la vida contemplativa es más meritoria que la activa. Y esto es
lo que dice San Gregorio en III
Hom. Ez.:
La contemplativa es más meritoria que la activa, porque ésta se
consagra a las obras presentes, es decir, a socorrer las
necesidades del prójimo,
mientras que aquélla gusta ya en el
descanso venidero, es decir, en la contemplación de
Dios.
Puede suceder, no obstante, que uno merezca en las obras de la vida
activa más que otro en las de la vida contemplativa, si, por ejemplo,
debido a la abundancia de su amor a Dios, para que su voluntad se
llene de la gloria divina, abandona durante algún tiempo las dulzuras
de la contemplación. Es lo que el Apóstol dice en Rom 9,3: Yo
desearía ser anatema de Cristo por mis hermanos. Al exponer esto
San Juan Crisóstomo, en De Compunct., dice: El amor de Cristo había empapado su alma de tal modo que incluso lo
que era más apetecible de todo, el estar con Cristo, lo despreciaba
con tal de agradar a Cristo.
A las objeciones:
1. El trabajo externo contribuye
al aumento del premio accidental. Pero el aumento del mérito respecto
del premio esencial consiste principalmente en la caridad. De ésta es
un signo el trabajo exterior realizado por Cristo, pero es un signo
más elocuente el que uno, abandonando todo lo relativo a esta vida, se
complazca en dedicarse sólo a la contemplación divina.
2. En el estado de felicidad
futura, el hombre llega a la perfección; por eso no hay lugar a que
merezca por sus méritos. Si, no obstante, lo hubiera, sería más eficaz
el mérito debido a una caridad mayor. Pero la contemplación en la vida
presente va acompañada de cierta imperfección y puede progresar. Por
eso no suprime la posibilidad de merecer, sino que, al contrario,
aumenta el mérito debido a un ejercicio más intenso de la caridad
divina.
3. Se ofrece un sacrificio
espiritual a Dios cuando se le consagra algo. Y entre todos los bienes
del hombre, el más acepto a Dios es el sacrificio de su alma. Pero
debe ofrecerse la propia alma a Dios en primer lugar, según lo que se
dice en Eclo 30,24: Compadécete de tu alma, tú que agradas a
Dios; en segundo lugar, las almas de los demás, según lo que se
dice en Ap 22,17: El que oye, diga: Ven. Ahora bien: cuanto
más acerca el hombre su alma o las de los otros a Dios, tanto más
aceptable se hace su sacrificio. Por eso es más
aceptable el dedicar su alma o la de los demás a la contemplación que
a la acción. Luego al decir que ningún sacrificio es más aceptable
a Dios que el celo por las almas no se considera la vida activa
más meritoria que la contemplativa, sino que se quiere decir que es
más aceptable el que el hombre ofrezca a Dios su alma y la de los
demás que cualesquiera bienes externos.
Artículo 3:
¿Es la vida activa un estorbo para la contemplativa?
lat
Objeciones por las que parece que la vida activa es un estorbo para
la contemplativa.
1. Para la vida contemplativa se requiere un descanso de la mente,
según se dice en el salmo 45,11: Descansad y ved que yo soy el
Señor. Pero la vida activa lleva consigo preocupaciones, como se
dice en Lc 10,41: Marta, Marta, te preocupas e inquietas por muchas
cosas. Luego la vida activa es un estorbo para la
contemplativa.
2. La vida contemplativa requiere claridad de visión. Pero
esa claridad de visión se ve impedida por la vida activa, ya que,
según dice San Gregorio en Super Ez., es
engañosa y fecunda, porque ve menos al ocuparse del obrar. Luego
la vida activa impide la contemplativa.
3. Un contrario se ve impedido por otro. Ahora bien:
parece que son mutuamente contrarias la vida activa y la
contemplativa, porque la activa se ocupa en muchas cosas, mientras que
la contemplativa insiste en una sola, por lo cual se distinguen como
términos opuestos. Luego parece que la vida contemplativa se ve
obstaculizada por la activa.
Contra esto: está la autoridad de San Gregorio, quien, en VI Moral., dice: Los que quieran retener la
ciudadela de la contemplación, ejercítense en el campo de las buenas
obras.
Respondo: La vida activa puede considerarse
bajo un doble aspecto. En primer lugar, en cuanto a la aplicación y
ejercicio de las obras externas. Bajo ese aspecto, es claro que impide
la vida contemplativa, por cuanto es imposible que alguien se ocupe de
las acciones exteriores y, a la vez, se entregue a la
contemplación.
En segundo lugar, puede considerarse la vida activa en cuanto que
dirige y ordena las pasiones del alma. Así considerada, ayuda a la
contemplación, la cual es imposible por la falta de orden de las
pasiones internas. Por eso dice San Gregorio en VI Moral.: Cuando alguien quiere conservar la
ciudadela de la contemplación, ejercítese antes en el campo de las
buenas acciones, para ver cuidadosamente si ya no hace mal al prójimo,
si soporta con ecuanimidad el mal que el prójimo le hace a él, si su
espíritu no se deja llevar del deseo de bienes temporales y si la
pérdida de ellos no le causa excesiva tristeza. Y después piense si,
al reconcentrarse consigo mismo para contemplar las cosas
espirituales, no lleva consigo sombras de las cosas temporales y, si
acaso las lleva, las aleja con la mano de la discreción. Por
consiguiente, la vida activa ayuda a la contemplativa en cuanto que
acalla las pasiones internas, de las cuales proceden imágenes que son
obstáculo para la contemplación.
A las objeciones: Con esta distinción quedan resueltas las
objeciones, puesto que se refieren a la ocupación en las obras
exteriores y no tienen en cuenta el efecto de la vida activa, que es
la moderación de las pasiones.
Artículo 4:
¿Es la vida activa anterior a la contemplativa?
lat
Objeciones por las que parece que la vida activa no es anterior a la
contemplativa.
1. La vida contemplativa pertenece directamente al amor a Dios,
mientras que la activa se ocupa del amor al prójimo. Ahora bien: el
amor a Dios es anterior al del prójimo, en cuanto que se ama al
prójimo por Dios. Luego parece que también la vida contemplativa es
anterior a la activa.
2. Dice San Gregorio en Super Ez.: Conviene saber que, así como el justo orden de la vida consiste en
tender a la contemplación partiendo de la vida activa, así el espíritu
suele volver, con utilidad, de la contemplativa a la activa. Luego
la vida activa no es, en sí misma, anterior a la contemplativa.
3. Parece que las cosas que pertenecen a distintos sujetos
no tienen necesariamente un orden. Pero la vida activa y la
contemplativa pertenecen a sujetos distintos, puesto que dice San
Gregorio en VI Moral.: A menudo, aquellos
que podían contemplar a Dios sosegadamente cayeron víctimas de las
ocupaciones, y con frecuencia los que podían vivir bien ocupándose en
las cosas humanas perecieron bajo la espada de su ocio. Por tanto,
la vida activa no es anterior a la contemplativa.
Contra esto: está lo que dice San Gregorio en III Homil.
Ez.: La vida activa es anterior en el tiempo a
la contemplativa, puesto que vamos a la contemplación desde las buenas
obras.
Respondo: Puede decirse que una cosa es
anterior bajo dos aspectos. Primero, en sí misma. Considerándola así,
la vida contemplativa es anterior a la activa, dado que se ocupa de
objetos mejores y anteriores. Por eso mueve y dirige a la vida activa,
ya que la razón superior, que es principio de la contemplación, tiene
respecto de la inferior, que se dedica a la acción, la misma relación
que el hombre respecto de la mujer, la cual ha de ser gobernada por el
hombre, como dice San Agustín en XII
De Trin..
En segundo lugar, una cosa puede ser anterior para nosotros porque
aparece antes. En este sentido, la vida activa es anterior a la
contemplativa, porque prepara en orden a ella, como dijimos antes
(a.3; q.181 a.1 ad 3). En efecto, la disposición, en el orden
generativo, es anterior a la forma, aunque ésta es anterior
absolutamente hablando y según su naturaleza.
A las objeciones:
1. La vida contemplativa no se
ordena a cualquier género de amor a Dios, sino al perfecto. Pero la
vida activa es necesaria para todo género de amor al prójimo. De ahí
que diga San Gregorio en III Hom. Ez.: Sin
la vida contemplativa pueden entrar en la patria celestial los que no
dejan de hacer el bien que pueden. De ello se deduce también que
la vida activa precede a la contemplativa del mismo modo que lo que es
común a todos precede, en orden de aparición, a lo que es propio de
los perfectos.
2. Se va de la vida activa a la
contemplativa por orden de aparición, pero se vuelve de la
contemplativa a la activa en el orden de dirección, para que la vida
activa sea dirigida por la contemplativa del mismo modo que se
adquiere el hábito mediante las operaciones, y se opera con más
perfección por medio del hábito adquirido, como se dice en II
Ethic..
3. Los que están inclinados a las
pasiones por su ímpetu para la acción son esencialmente más aptos para
la vida activa a causa de la inquietud de espíritu. Por eso dice San
Gregorio, en VI
Moral., que
algunos son tan
inquietos que, si se les diera descanso de su trabajo, lo llevarían a
mal, porque soportan la agitación tumultuosa de su espíritu tanto más
difícilmente cuanto más libertad tienen para entregarse a sus
pensamientos. Otros, en cambio, tienen naturalmente una pureza y
sosiego de espíritu que los hace aptos para la contemplación, de tal
modo que, si se vieran
privados totalmente de acción, saldrían
perjudicados. Por eso dice San Gregorio, en VI
Moral., que las mentes de algunos están tan
ociosas que, si tuvieran que trabajar, sucumbirían ya al comienzo del
trabajo.
Pero, como añade poco después, muchas veces el
amor anima a trabajar incluso a los espíritus perezosos. Por eso
aquellos que son más aptos para la vida activa pueden prepararse,
mediante el ejercicio, para la contemplativa, y soportar las obras de
la vida activa para hacerse, así, más aptos en orden a la
contemplación.