Suma teológica - Parte II-IIae - Cuestión 182
La comparación entre la vida activa y la contemplativa
Ahora nos toca estudiar la comparación entre la vida activa y la contemplativa.

Sobre esto se plantean cuatro problemas:

  1. ¿Cuál de ellas es más importante o más digna?
  2. ¿Cuál es más meritoria?
  3. ¿Es la vida activa un obstáculo para la contemplativa?
  4. ¿Cuál es anterior?
Artículo 1: ¿Es la vida activa mejor que la contemplativa? lat
Objeciones por las que parece que la vida activa es mejor que la contemplativa.
1. Lo que es propio de los mejores parece ser mejor, como dice el Filósofo en III Topic.. Pero la vida activa es propia de los superiores, es decir, los prelados, constituidos en honor y poder. Por eso dice San Agustín, en XIX De Civ. Dei, que en la acción no ha de buscarse el honor ni el poder de este mundo. Luego parece que la vida activa es mejor que la contemplativa.
2. En todos los hábitos y actos toca mandar al más importante. Así, el militar, que es más digno, manda sobre el que hace bridas. Ahora bien: toca a la vida activa disponer y mandar sobre la contemplativa, conforme a lo que se le manda a Moisés en Ex 19,21: Baja y prohíbe al pueblo que traspase el término marcado para acercarse a ver a Yahveh. Luego la vida activa es mejor que la contemplativa.
3. Nadie debe apartarse de lo más importante para dedicarse a lo menos importante, ya que el Apóstol dice en 1 Cor 12,31: Aspirad a los carismas mejores. Pero muchos se apartan del estado de vida contemplativa para dedicarse a la activa, como es el caso de los que son nombrados prelados. Luego parece que la vida activa es mejor que la contemplativa.
Contra esto: está lo que se dice en Lc 10,42 por boca del Señor: María ha escogido la mejor parte y no se la quitarán. Ahora bien: María es el símbolo de la vida contemplativa. Luego ésta es mejor que la activa.
Respondo: No hay inconveniente en que algo esencialmente más excelente sea inferior a otra cosa bajo algún aspecto. Hay que decir, por consiguiente, que la vida contemplativa es, en sí misma, mejor que la activa. El Filósofo lo demuestra con ocho argumentos en X Ethic.. El primero es que la vida contemplativa conviene al hombre por razón de lo que hay de más excelente en él, es decir, por el entendimiento y sus objetos propios, las cosas inteligibles, mientras que la vida activa se ocupa de las cosas externas. Por eso Raquel, símbolo de la vida contemplativa, se interpreta como principio visto. La vida activa, en cambio, está simbolizada en Lía, que era de ojos legañosos, como dice San Gregorio en VI Moral.. El segundo, que la vida contemplativa puede ser más continua, aunque no en el sumo grado de contemplación, como ya dijimos (q.180 a.8; q.181 a.4 ad 3). Por eso María, que simboliza la vida contemplativa, es presentada continuamente como sentada a los pies del Señor. El tercero, que el placer de la vida contemplativa es mayor que el de la activa. Por eso San Agustín dice, en De Verbis Dom.: Marta se turbaba mientras María se deleitaba. El cuarto, que en la vida contemplativa el hombre se basta mejor a sí mismo, porque necesita pocas cosas para ella. Por eso se dice en Lc 10,41: Marta, Marta, te inquietas y te turbas por muchas cosas. El quinto, que la vida contemplativa es más amada por sí misma, mientras que la activa se ordena a otra cosa. Por eso dice el salmo 26,4: Una cosa pedí al Señor, y esa procuraré, el vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida para conocer su voluntad. El sexto, que la vida contemplativa consiste en cierto descanso y reposo, según se nos dice en el salmo 26,4: Descansad y ved que yo soy Dios. El séptimo, que la vida contemplativa se dedica a las cosas divinas, mientras que la activa se da a las humanas. Por eso dice San Agustín, De Verbis Dom.: «En el principio era el Verbo», he aquí lo que María oía. «El Verbo se hizo carne», he aquí al que Marta servía. El octavo, que la vida contemplativa se acomoda a lo más esencial del hombre, es decir, al entendimiento, mientras que en la activa intervienen también las potencias inferiores, que nos son comunes con los animales. Por eso en el salmo 35, después de decir (v.7): Salvarás a los hombres y a los animales, Señor, aparece lo que es más propio del hombre: En tu luz veremos la luz. El Señor añade una novena razón en Lc 10,42 al decir: María ha escogido la mejor parte, y no le será quitada. Al exponer esto, San Agustín dice en De Verbis Dom.: No has escogido tú algo malo, pero ella lo ha escogido mejor. Oye por qué mejor: porque no se le quitará. A ti se te quitará un día el peso de la necesidad; la dulzura de la verdad es eterna.

Sin embargo, bajo algún aspecto y en casos concretos, hay que elegir la vida activa por imposición de la vida presente, del mismo modo que dice el Filósofo, en III Topic., que el filosofar es mejor que enriquecerse, pero enriquecerse es mejor para aquel que padece necesidad.

A las objeciones:
1. Es propia de los prelados no sólo la vida activa, sino que también deben sobresalir en la contemplativa. Por eso dice San Gregorio en su Pastoral: Sea el superior el primero en la acción y entregúese a la contemplación más que nadie.
2. La vida contemplativa consiste en cierta libertad de espíritu, ya que dice San Gregorio, en Super Ez., que la vida contemplativa produce cierta libertad de espíritu al no pensar en las cosas temporales, sino en las eternas. Y Boecio dice en V De Consolat.: Es preciso que las almas humanas sean más libres cuando se mantienen en la contemplación del espírítu divino que cuando descienden a los cuerpos. De donde se deduce que la vida activa no impera sobre la contemplativa directamente, sino que, disponiendo la vida contemplativa, impone algunas obras de la vida activa, con lo cual sirve a la vida contemplativa en lugar de mandar sobre ella. Esto es lo que dice San Gregorio en Super Ez.: La vida activa se llama servidumbre; la contemplativa, libertad.
3. A veces, alguien tiene que dedicarse a la vida activa, suspendiendo la contemplativa por alguna necesidad de la vida presente, pero no de forma que se vea obligado a abandonarla totalmente. Por eso dice San Agustín en XIX De Civ. Dei: El amor a la verdad requiere un ocio santo; la necesidad de la caridad emprende una ocupación justa, es decir, la de la vida activa. Si nadie impone esta carga, debemos entregarnos al estudio y contemplación de la verdad. Si se nos impone, hay que aceptarla por exigencias de la caridad. Pero ni siquiera en este caso debe abandonarse totalmente el deleite de la verdad, no sea que, quitado este alivio, la carga sea demasiado pesada. De aquí se deduce que, cuando alguien es llamado de la vida contemplativa a la activa, no ha de hacerlo abandonando lo que ya tenía, sino añadiendo algo más.
Artículo 2: ¿Es la vida activa más meritoria que la contemplativa? lat
Objeciones por las que parece que la vida activa es más meritoria que la contemplativa.
1. El mérito está relacionado con la recompensa, y ésta se da por el trabajo, según lo que se dice en 1 Cor 3,8: Cada uno recibirá la recompensa según su trabajo. Pero el trabajo es propio de la vida activa, mientras que el descanso lo es de la contemplativa, ya que dice San Gregorio, en Super Ez.: Todo el que se convierte a Dios debe, ante todo, trabajar, es decir, recibir a Lía, para que luego pueda descansar en los brazos de Raquel y contemplar el principio. Luego la vida activa es más meritoria que la contemplativa.
2. La vida contemplativa es un comienzo de la felicidad futura. Por eso, al comentar el pasaje de Jn 21,22: si quiero que permanezca hasta que yo venga, dice San Agustín: Puede decirse: sígame la obra perfecta, informada por el ejemplo de mi pasión; pero permanezca la contemplación incoada hasta mi venida, y será perfeccionada cuando yo venga. Y San Gregorio dice, en Super Ez., que la vida contemplativa se inicia aquí para ser perfeccionada en la patria celestial. Ahora bien: en la vida futura no habrá estado de merecer, sino de recibir por los méritos. Luego parece que la vida contemplativa es menos meritoria que la activa, aunque su premio sea mayor.
3. San Gregorio dice, en Super Ez., que ningún sacrificio es más aceptable para Dios que el celo por las almas. Pero ese celo hace que uno se dé a la vida activa. Luego parece que la vida contemplativa no es más meritoria que la activa.
Contra esto: está el testimonio de San Gregorio, quien dice en VII Moral.: Son mayores los méritos de la vida activa, pero son mejores los de la contemplativa.
Respondo: La raíz de todo merecimiento es la caridad, como dijimos antes (q.83 a.15; 1-2 q.114 a.4). Dado que la caridad consiste en el amor a Dios y al prójimo, como ya se dijo (q.25 a.1), es más meritorio amar a Dios en sí mismo que amar al prójimo, según ya dijimos (q.27 a.1). Por ello, lo que dice relación directa con el amor a Dios es más meritorio en sí mismo que aquello que pertenece directamente al amor del prójimo por Dios. Ahora bien: la vida contemplativa está directamente relacionada con el amor a Dios, pues dice San Agustín, en XIX De Civ. Dei, que el gozo santo, es decir, el de la vida contemplativa, es algo buscado por amor a la verdad, es decir, divina, a la cual se dedica sobre todo la vida contemplativa, como dijimos antes (q.180 a.4; q.181 a.4 ad 2). En cambio, la vida activa se dedica más directamente al amor al prójimo, porque se afana en los muchos cuidados del servicio, como se dice en Lc 10,40. Por eso, en sí misma, la vida contemplativa es más meritoria que la activa. Y esto es lo que dice San Gregorio en III Hom. Ez.: La contemplativa es más meritoria que la activa, porque ésta se consagra a las obras presentes, es decir, a socorrer las necesidades del prójimo, mientras que aquélla gusta ya en el descanso venidero, es decir, en la contemplación de Dios.

Puede suceder, no obstante, que uno merezca en las obras de la vida activa más que otro en las de la vida contemplativa, si, por ejemplo, debido a la abundancia de su amor a Dios, para que su voluntad se llene de la gloria divina, abandona durante algún tiempo las dulzuras de la contemplación. Es lo que el Apóstol dice en Rom 9,3: Yo desearía ser anatema de Cristo por mis hermanos. Al exponer esto San Juan Crisóstomo, en De Compunct., dice: El amor de Cristo había empapado su alma de tal modo que incluso lo que era más apetecible de todo, el estar con Cristo, lo despreciaba con tal de agradar a Cristo.

A las objeciones:
1. El trabajo externo contribuye al aumento del premio accidental. Pero el aumento del mérito respecto del premio esencial consiste principalmente en la caridad. De ésta es un signo el trabajo exterior realizado por Cristo, pero es un signo más elocuente el que uno, abandonando todo lo relativo a esta vida, se complazca en dedicarse sólo a la contemplación divina.
2. En el estado de felicidad futura, el hombre llega a la perfección; por eso no hay lugar a que merezca por sus méritos. Si, no obstante, lo hubiera, sería más eficaz el mérito debido a una caridad mayor. Pero la contemplación en la vida presente va acompañada de cierta imperfección y puede progresar. Por eso no suprime la posibilidad de merecer, sino que, al contrario, aumenta el mérito debido a un ejercicio más intenso de la caridad divina.
3. Se ofrece un sacrificio espiritual a Dios cuando se le consagra algo. Y entre todos los bienes del hombre, el más acepto a Dios es el sacrificio de su alma. Pero debe ofrecerse la propia alma a Dios en primer lugar, según lo que se dice en Eclo 30,24: Compadécete de tu alma, tú que agradas a Dios; en segundo lugar, las almas de los demás, según lo que se dice en Ap 22,17: El que oye, diga: Ven. Ahora bien: cuanto más acerca el hombre su alma o las de los otros a Dios, tanto más aceptable se hace su sacrificio. Por eso es más aceptable el dedicar su alma o la de los demás a la contemplación que a la acción. Luego al decir que ningún sacrificio es más aceptable a Dios que el celo por las almas no se considera la vida activa más meritoria que la contemplativa, sino que se quiere decir que es más aceptable el que el hombre ofrezca a Dios su alma y la de los demás que cualesquiera bienes externos.
Artículo 3: ¿Es la vida activa un estorbo para la contemplativa? lat
Objeciones por las que parece que la vida activa es un estorbo para la contemplativa.
1. Para la vida contemplativa se requiere un descanso de la mente, según se dice en el salmo 45,11: Descansad y ved que yo soy el Señor. Pero la vida activa lleva consigo preocupaciones, como se dice en Lc 10,41: Marta, Marta, te preocupas e inquietas por muchas cosas. Luego la vida activa es un estorbo para la contemplativa.
2. La vida contemplativa requiere claridad de visión. Pero esa claridad de visión se ve impedida por la vida activa, ya que, según dice San Gregorio en Super Ez., es engañosa y fecunda, porque ve menos al ocuparse del obrar. Luego la vida activa impide la contemplativa.
3. Un contrario se ve impedido por otro. Ahora bien: parece que son mutuamente contrarias la vida activa y la contemplativa, porque la activa se ocupa en muchas cosas, mientras que la contemplativa insiste en una sola, por lo cual se distinguen como términos opuestos. Luego parece que la vida contemplativa se ve obstaculizada por la activa.
Contra esto: está la autoridad de San Gregorio, quien, en VI Moral., dice: Los que quieran retener la ciudadela de la contemplación, ejercítense en el campo de las buenas obras.
Respondo: La vida activa puede considerarse bajo un doble aspecto. En primer lugar, en cuanto a la aplicación y ejercicio de las obras externas. Bajo ese aspecto, es claro que impide la vida contemplativa, por cuanto es imposible que alguien se ocupe de las acciones exteriores y, a la vez, se entregue a la contemplación.

En segundo lugar, puede considerarse la vida activa en cuanto que dirige y ordena las pasiones del alma. Así considerada, ayuda a la contemplación, la cual es imposible por la falta de orden de las pasiones internas. Por eso dice San Gregorio en VI Moral.: Cuando alguien quiere conservar la ciudadela de la contemplación, ejercítese antes en el campo de las buenas acciones, para ver cuidadosamente si ya no hace mal al prójimo, si soporta con ecuanimidad el mal que el prójimo le hace a él, si su espíritu no se deja llevar del deseo de bienes temporales y si la pérdida de ellos no le causa excesiva tristeza. Y después piense si, al reconcentrarse consigo mismo para contemplar las cosas espirituales, no lleva consigo sombras de las cosas temporales y, si acaso las lleva, las aleja con la mano de la discreción. Por consiguiente, la vida activa ayuda a la contemplativa en cuanto que acalla las pasiones internas, de las cuales proceden imágenes que son obstáculo para la contemplación.

A las objeciones: Con esta distinción quedan resueltas las objeciones, puesto que se refieren a la ocupación en las obras exteriores y no tienen en cuenta el efecto de la vida activa, que es la moderación de las pasiones.
Artículo 4: ¿Es la vida activa anterior a la contemplativa? lat
Objeciones por las que parece que la vida activa no es anterior a la contemplativa.
1. La vida contemplativa pertenece directamente al amor a Dios, mientras que la activa se ocupa del amor al prójimo. Ahora bien: el amor a Dios es anterior al del prójimo, en cuanto que se ama al prójimo por Dios. Luego parece que también la vida contemplativa es anterior a la activa.
2. Dice San Gregorio en Super Ez.: Conviene saber que, así como el justo orden de la vida consiste en tender a la contemplación partiendo de la vida activa, así el espíritu suele volver, con utilidad, de la contemplativa a la activa. Luego la vida activa no es, en sí misma, anterior a la contemplativa.
3. Parece que las cosas que pertenecen a distintos sujetos no tienen necesariamente un orden. Pero la vida activa y la contemplativa pertenecen a sujetos distintos, puesto que dice San Gregorio en VI Moral.: A menudo, aquellos que podían contemplar a Dios sosegadamente cayeron víctimas de las ocupaciones, y con frecuencia los que podían vivir bien ocupándose en las cosas humanas perecieron bajo la espada de su ocio. Por tanto, la vida activa no es anterior a la contemplativa.
Contra esto: está lo que dice San Gregorio en III Homil. Ez.: La vida activa es anterior en el tiempo a la contemplativa, puesto que vamos a la contemplación desde las buenas obras.
Respondo: Puede decirse que una cosa es anterior bajo dos aspectos. Primero, en sí misma. Considerándola así, la vida contemplativa es anterior a la activa, dado que se ocupa de objetos mejores y anteriores. Por eso mueve y dirige a la vida activa, ya que la razón superior, que es principio de la contemplación, tiene respecto de la inferior, que se dedica a la acción, la misma relación que el hombre respecto de la mujer, la cual ha de ser gobernada por el hombre, como dice San Agustín en XII De Trin..

En segundo lugar, una cosa puede ser anterior para nosotros porque aparece antes. En este sentido, la vida activa es anterior a la contemplativa, porque prepara en orden a ella, como dijimos antes (a.3; q.181 a.1 ad 3). En efecto, la disposición, en el orden generativo, es anterior a la forma, aunque ésta es anterior absolutamente hablando y según su naturaleza.

A las objeciones:
1. La vida contemplativa no se ordena a cualquier género de amor a Dios, sino al perfecto. Pero la vida activa es necesaria para todo género de amor al prójimo. De ahí que diga San Gregorio en III Hom. Ez.: Sin la vida contemplativa pueden entrar en la patria celestial los que no dejan de hacer el bien que pueden. De ello se deduce también que la vida activa precede a la contemplativa del mismo modo que lo que es común a todos precede, en orden de aparición, a lo que es propio de los perfectos.
2. Se va de la vida activa a la contemplativa por orden de aparición, pero se vuelve de la contemplativa a la activa en el orden de dirección, para que la vida activa sea dirigida por la contemplativa del mismo modo que se adquiere el hábito mediante las operaciones, y se opera con más perfección por medio del hábito adquirido, como se dice en II Ethic..
3. Los que están inclinados a las pasiones por su ímpetu para la acción son esencialmente más aptos para la vida activa a causa de la inquietud de espíritu. Por eso dice San Gregorio, en VI Moral., que algunos son tan inquietos que, si se les diera descanso de su trabajo, lo llevarían a mal, porque soportan la agitación tumultuosa de su espíritu tanto más difícilmente cuanto más libertad tienen para entregarse a sus pensamientos. Otros, en cambio, tienen naturalmente una pureza y sosiego de espíritu que los hace aptos para la contemplación, de tal modo que, si se vieran privados totalmente de acción, saldrían perjudicados. Por eso dice San Gregorio, en VI Moral., que las mentes de algunos están tan ociosas que, si tuvieran que trabajar, sucumbirían ya al comienzo del trabajo.

Pero, como añade poco después, muchas veces el amor anima a trabajar incluso a los espíritus perezosos. Por eso aquellos que son más aptos para la vida activa pueden prepararse, mediante el ejercicio, para la contemplativa, y soportar las obras de la vida activa para hacerse, así, más aptos en orden a la contemplación.