Artículo 1:
¿Se mueve la voluntad hacia algo por naturaleza?
lat
Objeciones por las que parece que la voluntad no se mueve por
naturaleza hacia algo.
1. El agente natural se divide con el agente voluntario, como se ve
al principio del II Physic. Luego la voluntad no
se mueve hacia algo naturalmente.
2. Además, lo que es natural está siempre en la cosa, como el ser
caliente en el fuego. Pero ningún movimiento está en la voluntad
siempre. Luego ningún movimiento es natural a la voluntad.
3. Además, la naturaleza está determinada a una sola cosa. Pero la
voluntad se relaciona con cosas opuestas. Luego la voluntad no quiere
nada por naturaleza.
Contra esto: está que el movimiento de la voluntad sigue al acto del
entendimiento. Pero el entendimiento entiende algo por naturaleza.
Luego la voluntad también quiere algunas cosas por
naturaleza.
Respondo: Como advierten Boecio, en el libro
De duabus naturis, y el Filósofo, en el V
Metaphys., la naturaleza se dice de muchos modos.
Unas veces se dice el principio intrínseco de las cosas móviles, y
esta naturaleza es la materia o la forma material, como se desprende
del II
Physic. Otras veces se llama naturaleza a
cualquier sustancia o incluso a cualquier ente. Según esto, se dice
que es natural a una cosa lo que le corresponde según su sustancia, y
esto es lo que, de suyo, es inherente a la cosa. Ahora bien, en todas
las cosas, lo que de suyo no es inherente se reduce, como a su
principio, a algo que es inherente. Por eso, es necesario que el
principio de lo que pertenece a una cosa sea natural, si se entiende
la naturaleza de este segundo modo. Esto se ve claramente en el
entendimiento, pues los principios del conocimiento intelectual son
conocidos por naturaleza. Lo mismo, también, el principio de los
movimientos voluntarios debe ser algo querido naturalmente.
Ahora bien, a lo que tiende por naturaleza la voluntad, lo mismo que
cualquier potencia a su objeto, es al bien en común, y también al fin
último, que se comporta en lo apetecible como los primeros principios
de las demostraciones en lo inteligible; y, en general, a todo lo que
conviene a quien tiene voluntad según su naturaleza. Pues, mediante la
voluntad, deseamos no sólo lo que pertenece a la potencia de la
voluntad, sino también lo perteneciente a cada una de las potencias y
a todo el hombre. Por tanto, el hombre naturalmente quiere no sólo el
objeto de la voluntad, sino también lo que conviene a las otras
potencias: como el conocimiento de lo verdadero, que
corresponde al entendimiento; o el ser, el vivir y otras cosas
semejantes, que se refieren a la consistencia natural. Todas estas
cosas están comprendidas en el objeto de la voluntad como bienes
particulares.
A las objeciones:
1. La voluntad se divide con la
naturaleza como una causa con otra, porque unas cosas se hacen
naturalmente y otras voluntariamente. En efecto, es distinto el modo
de causar propio de la voluntad, que es dueña de sus actos, y el modo
que corresponde a la naturaleza, que está determinada a una sola cosa.
Pero, porque la voluntad se fundamenta en una naturaleza, es necesario
que el movimiento propio de la naturaleza se participe de algún modo
en la voluntad, igual que lo que pertenece a una causa anterior se
participa en lo posterior. Ahora bien, en todas las cosas es primero
el ser, que es por naturaleza, que el querer, que es por voluntad. Por
consiguiente, la voluntad quiere algo por naturaleza.
2. En las cosas naturales, lo que
es natural sólo como consecuencia de la forma, está presente siempre
en acto, como el calor en el fuego. Pero lo que es natural como
consecuencia de la materia no está en acto siempre, sino que a veces
está sólo en potencia; porque la forma es acto, mientras que la
materia es potencia. Ahora bien, el movimiento es el acto de lo que
existe en potencia. Por consiguiente, lo que
pertenece al movimiento o es su consecuencia, no siempre está presente
en las cosas naturales; así, el fuego sólo se mueve hacia arriba
cuando está fuera de su lugar propio. De modo semejante, no es
necesario que la voluntad, que pasa de potencia a acto cuando quiere
algo, quiera siempre en acto, sino sólo cuando está en una disposición
determinada. En cambio, la voluntad de Dios, que es acto puro, está
siempre en acto de querer.
3. A la naturaleza le corresponde
siempre una sola cosa, aunque proporcionada a la naturaleza, pues a la
naturaleza considerada en género corresponde una sola cosa en género;
a la naturaleza considerada en especie corresponde una sola cosa en
especie, mientras que a una naturaleza individualizada le corresponde
una cosa individual. Por consiguiente, al ser la voluntad una fuerza
inmaterial, como lo es el entendimiento, le corresponde por naturaleza
una unidad común, es decir, el bien; como le corresponde al
entendimiento una unidad común: lo verdadero, o el ente, o lo que
algo es. Ahora bien, la voluntad no está determinada a ninguno de
los muchos bienes particulares que se contienen en el bien
común.
Artículo 2:
¿Mueve a la voluntad su objeto necesariamente?
lat
Objeciones por las que parece que el objeto de la voluntad la mueve
con necesidad.
1. El objeto de la voluntad se relaciona con ella como lo motor con
lo móvil, según se desprende del III De anima.
Pero lo motor, si es suficiente, mueve al móvil por necesidad. Luego
el objeto de la voluntad puede moverla por necesidad.
2. Además, la voluntad es una fuerza inmaterial como el
entendimiento, y ambas potencias se ordenan a un objeto universal,
como se dijo (
a.1 ad 3). Pero el objeto del entendimiento lo mueve por
necesidad. Luego también a la voluntad, el suyo.
3. Además, todo lo que uno quiere o es el fin o es algo ordenado al
fin. Pero, como parece, el fin se quiere por necesidad, porque es como
un principio en lo especulativo, al que asentimos por necesidad. Por
otra parte, el fin es la razón de querer lo que es para el fin, y,
así, parece que también queremos por necesidad lo que es para el fin.
Luego por necesidad la voluntad es movida por su objeto.
Contra esto: está que, según el Filósofo, las potencias
racionales se relacionan con cosas opuestas. Pero la
voluntad es una potencia racional, pues está en la razón, como
se dice en el III De anima. Luego la voluntad se
relaciona con cosas opuestas. Por tanto, no se mueve por necesidad
hacia uno de los opuestos.
Respondo: La voluntad se mueve de dos modos:
para el ejercicio del acto y para la especificación del acto, que
proviene del objeto. En el primer modo, por tanto, ningún objeto mueve
a la voluntad con necesidad, pues uno puede no pensar en ningún objeto
y, consiguientemente, tampoco quererlo en acto.
Pero, en cuanto al segundo modo de moción, unos objetos mueven a la
voluntad con necesidad, otros no. En efecto, en el movimiento de
cualquier potencia producido por su objeto, hay que tener en cuenta la
razón por la que un objeto mueve a la potencia. Lo visible mueve a la vista bajo la razón de color visible en acto. Por eso, si se presenta un color a la vista,
necesariamente la mueve si no se la aparta; esto pertenece al
ejercicio del acto. Pero si se presenta a la vista algo que no es
color en acto en todos los aspectos, sino que lo es en un aspecto,
pero no en otro, entonces la vista no lo ve por necesidad, pues podría
mirarlo desde la parte que no tiene color en acto, y entonces no lo
vería. Pues bien, lo que tiene color en acto es el objeto de la vista,
lo mismo que el bien lo es de la voluntad. Por tanto, si se propone a
la voluntad un objeto que sea universalmente bueno y bajo todas las
consideraciones, necesariamente la voluntad tenderá a él si quiere
algo, pues no podrá querer otra cosa. Pero si se le propone un objeto
que no sea bueno bajo todas las consideraciones, la voluntad no se
verá arrastrada por necesidad. Y, porque el defecto de cualquier bien
tiene razón de no bien, sólo el bien que es perfecto y no le falta
nada, es el bien que la voluntad no puede no querer, y éste es la
bienaventuranza. Todos los demás bienes particulares, por cuanto les
falta algo de bien, pueden ser considerados como no bienes y, desde
esta perspectiva, pueden ser rechazados o aceptados por la voluntad,
que puede dirigirse a una misma cosa según diversas
consideraciones.
A las objeciones:
1. Sólo el objeto que tiene
totalmente razón de motor es el motor suficiente de cualquier
potencia. Pero si le falta algo, no moverá con necesidad, como se dijo
(
a.2).
2. El entendimiento es movido
necesariamente por el objeto que es siempre y necesariamente
verdadero, pero no por lo que puede ser verdadero y falso, es decir,
por lo contingente; como se dijo acerca del bien (
a.2).
3. El fin último mueve a la
voluntad por necesidad, porque es el bien perfecto. Y lo mismo cuanto
se ordena a este fin sin lo cual no se puede llegar a alcanzar, como
el ser y el vivir, etc. Pero las demás cosas sin las cuales se puede
alcanzar el fin, no las quiere necesariamente quien quiere el fin; del
mismo modo que quien acepta los principios no acepta necesariamente
las conclusiones sin las cuales los principios pueden ser
verdaderos.
Artículo 3:
¿Mueve a la voluntad el apetito inferior necesariamente?
lat
Objeciones por las que parece que la pasión del apetito inferior
mueve la voluntad por necesidad.
1. Dice el Apóstol, en Rom 7,15: No hago el bien que quiero, sino
que hago el mal que odio. Y esto lo dice por la concupiscencia,
que es una pasión. Luego la pasión mueve necesariamente la
voluntad.
2. Además, como se dice en el III De anima, según
es uno, así le parece el fin. Pero no está en la potestad de la
voluntad el dejar a un lado inmediatamente la pasión. Luego no está en
la potestad de la voluntad no querer aquello a lo que la inclina la
pasión.
3. Además, una causa universal sólo se aplica a un efecto particular
mediante una causa particular; por eso tampoco la razón universal
mueve sin que medie una estimación particular, como se dice en el
III De anima. Pero la voluntad se relaciona con
el apetito sensitivo como la razón universal con la estimación
particular. Por consiguiente, la voluntad sólo se mueve a querer algo
particular si media el apetito sensitivo. Luego, si el apetito
sensitivo está dispuesto a algo por alguna pasión, la voluntad no
podrá moverse a lo contrario.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 4,7: El apetito te estará
sometido y lo dominarás. Luego el apetito inferior no mueve a la
voluntad por necesidad.
Respondo: Como se señaló (
q.9 a.2), la pasión
del apetito sensitivo mueve la voluntad desde la parte en que la
voluntad es movida por el objeto, es decir, en cuanto que un hombre,
predispuesto por una pasión, juzga que es conveniente y bueno algo que
no juzgaría así estando sin pasión. Ahora bien, un cambio de este
tipo, producido en el hombre por una pasión, sucede de dos modos. Uno,
cuando la razón queda totalmente atada, hasta el punto de que el
hombre queda sin uso de razón; por ejemplo, aquellos que llegan a ser
furiosos o dementes por una ira vehemente o por concupiscencia, o por
alguna otra perturbación corporal; pues este tipo de pasiones no se
producen sin transmutación corporal. Acerca de éstos hay que
argumentar como acerca de los animales irracionales, que siguen el
ímpetu de la pasión necesariamente, pues en ellos no
hay movimiento de la razón y, por consiguiente, tampoco de la
voluntad.
Otras veces, en cambio, la razón no queda totalmente absorbida por la
pasión, sino que queda la posibilidad de algún juicio libre de la
razón. Y en esta medida queda algún movimiento de la voluntad, puesto
que en la medida que la razón permanece libre y no sometida a la
pasión, el movimiento de la voluntad que permanece, no tiende por
necesidad a lo que sugiere la pasión. Y así, o no hay movimiento de la
voluntad, sino que domina sólo la pasión, o, si hay movimiento de la
voluntad, no secunda necesariamente a la pasión.
A las objeciones:
1. Aunque la voluntad no pueda
hacer que no surja el movimiento de la concupiscencia, del que afirma
el Apóstol, en Rom 7,15: Hago, es decir, deseo con
concupiscencia, el mal que odio; no obstante, la voluntad puede no
querer desear con concupiscencia, o no consentir con la
concupiscencia. Y así, no se secunda necesariamente el movimiento de
la concupiscencia.
2. Como en el hombre hay dos
naturalezas, la intelectual y la sensitiva, unas veces se muestra de
un modo con toda el alma, porque la parte sensitiva se somete
totalmente a la razón, como ocurre en los virtuosos, o, al contrario,
la razón queda absorbida totalmente por la pasión, como ocurre en los
dementes. Pero otras veces, aunque la razón esté obnubilada por una
pasión, queda algo de razón libre y, de acuerdo con esto, uno puede
repeler totalmente la pasión o, al menos, abstenerse de secundarla. En
realidad, en esta disposición, porque el hombre está dispuesto de
distinta forma según las distintas partes del alma, le parece una cosa
según la razón y otra según la pasión.
3. La voluntad no sólo se mueve
por el bien universal aprehendido mediante la razón, sino también por
el bien aprehendido mediante los sentidos. Y, por tanto, puede moverse
hacia un bien particular sin pasión del apetito sensitivo. Realmente
queremos y hacemos muchas cosas sin pasión, sólo por elección, como
queda bien claro en aquellas cosas en las que la razón se opone a la
pasión.
Artículo 4:
¿Mueve Dios, como motor exterior, a la voluntad necesariamente?
lat
Objeciones por las que parece que Dios mueve a la voluntad
necesariamente.
1. Todo agente, al que no se puede resistir, mueve con necesidad.
Pero no se puede resistir a Dios, que es de virtud infinita; por eso
se dice en Rom 9,19: ¿Quién resistirá a su voluntad? Luego Dios
mueve la voluntad con necesidad.
2. Además, la voluntad se mueve con necesidad hacia lo que quiere por
naturaleza, como se dijo (
a.2 ad 3). Pero
es natural a todas las
cosas que Dios obre en ellas, como dice Agustín en XXVI
Contra
Faustum. Luego la voluntad quiere necesariamente
todo aquello hacia lo que Dios la mueve.
3. Además, es posible aquello de lo que no se sigue lo imposible si
se supone. Pero se sigue lo imposible si se supone que la voluntad no
quiere aquello hacia lo que la mueve Dios, porque, según esto, la
operación de Dios sería ineficaz. Por tanto, no es posible que la
voluntad no quiera aquello hacia lo que Dios la mueve. Luego es
necesario que ella lo quiera.
Contra esto: está lo que se dice en Eclo 15,14: Dios hizo al hombre
desde el principio y lo dejó en manos de su albedrío. Por tanto,
no mueve su voluntad con necesidad.
Respondo: Como afirma Dionisio en el capítulo
cuarto de De divin. nom.: A la providencia
divina no corresponde destruir la naturaleza de las cosas, sino
conservarla. Por eso mueve todas las cosas según su condición;
así, de causas necesarias se siguen efectos con necesidad, mientras
que de causas contingentes se siguen efectos contingentemente. Así,
pues, porque la voluntad es un principio activo, no determinado a
una sola cosa, sino que se relaciona indiferentemente
con muchas, Dios la mueve sin determinarla con necesidad a una sola
cosa, sino conservando su movimiento contingente y no necesario, salvo
en aquello hacia lo que se mueve por naturaleza.
A las objeciones:
1. La voluntad divina no sólo
alcanza a hacer algo mediante la cosa que mueve, sino también a que se
haga del modo conveniente a su naturaleza. Y, por eso, repugnaría más
a la moción divina que moviera la voluntad con necesidad, pues esto no
es propio de su naturaleza, que el moverla libremente, como
corresponde a su naturaleza.
2. Para cualquier cosa es natural
lo que Dios obra en ella para que le sea natural: así, algo es
conveniente a la naturaleza de una cosa, en la medida que Dios quiere
que le sea conveniente. Ahora bien, no quiere que cuanto se obra en
las cosas les sea natural, por ejemplo, que resuciten los muertos.
Pero quiere que le sea natural a todo estar sometido a la potestad
divina.
3. Si Dios mueve la voluntad hacia
algo, es incompatible con esta suposición que la voluntad no se mueva
hacia ello. Sin embargo, no es absolutamente imposible. Por eso no se
sigue que Dios mueva la voluntad con necesidad.