A continuación debemos estudiar los actos voluntarios en especial
(
q.6 intr). Y en primer lugar, los actos que son inmediatamente
de la voluntad, como extraídos
(eliciti) de la misma voluntad;
en segundo lugar, los actos imperados por la voluntad
(
q.17).
Ahora bien, la voluntad se mueve hacia el fin y hacia lo que es para
el fin. Por consiguiente, debemos estudiar primero los actos de la
voluntad con los que se mueve hacia el fin, y después, los actos con
los que se mueve hacia lo que es para el fin (q.13).
Pero parece que los actos de la voluntad hacia el fin son tres:
querer, disfrutar y tender. Veremos, por tanto, primero la voluntad,
después la fruición (q.11) y, en tercer lugar, la intención
(q.12).
Acerca de lo primero hay que estudiar tres cosas: primero, su objeto;
en segundo lugar, qué la mueve (q.9); finalmente, cómo se mueve
(q.10).
Acerca de lo primero se plantean tres problemas:
- La voluntad, ¿es sólo del bien?
- ¿Es sólo del fin o también de lo que es para el fin?
- Si de algún modo es de lo que es para el fin, ¿se mueve con el mismo movimiento hacia el fin y hacia lo que es para el fin?
Artículo 1:
La voluntad, ¿es sólo del bien?
lat
Objeciones por las que parece que la voluntad no es sólo del
bien.
1. Una misma potencia es de cosas opuestas; como la vista, de lo
blanco y de lo negro. Pero el bien y el mal son opuestos. Luego la
voluntad no es sólo del bien, sino también del mal.
2. Además, es propio de las potencias racionales perseguir cosas
opuestas, según el Filósofo. Pero la voluntad es una
potencia racional, pues está en la razón, como se dice en el
III De anima 2. Luego la voluntad se refiere a cosas opuestas.
Luego no sólo a querer el bien, sino también a querer el
mal.
3. Además, el bien y el ente son convertibles. Pero la voluntad no
sólo es de entes, también es de no entes, porque algunas veces
queremos no andar y no hablar. También queremos en ocasiones cosas
futuras, que no son entes en acto. Luego la voluntad no es sólo del
bien.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en el capítulo 4 del De div.
nom. 3, que el mal está fuera de la voluntad y que todas
las cosas desean el bien.
Respondo: La voluntad es un apetito racional.
Por otra parte, todo apetito es sólo del bien. La razón de esto es que
un apetito no es otra cosa que la inclinación de quien desea hacia
algo. Ahora bien, nada se inclina sino hacia lo que es semejante y
conveniente. Por tanto, como toda cosa, en cuanto que es ente y
sustancia, es un bien, es necesario que toda inclinación sea hacia el
bien. De ahí viene lo que dice el Filósofo en el I
Ethic., que
el bien es lo que todas las cosas
desean.
No obstante, hay que tener en cuenta que, como toda inclinación sigue
a una forma, el apetito natural sigue a una forma que
existe en la naturaleza, mientras que el apetito sensitivo y también
el intelectivo o racional, que se llama voluntad, siguen a una forma
aprehendida. Por consiguiente, igual que hacia lo que se dirige el
apetito natural es un bien existente en la realidad, hacia lo que se
dirige el apetito animal o voluntario es un bien aprehendido. Luego,
para que la voluntad tienda hacia algo, no hace falta que sea un bien
verdadero y real, sino que sea aprehendido en razón de bien. Por eso
dice el Filósofo, en el II Physic., que el
fin es un bien o un bien aparente.
A las objeciones:
1. Una misma potencia es de cosas
opuestas, pero no se comporta con ellas del mismo modo. Así, pues, la
voluntad se relaciona con el bien y con el mal, pero con el bien
deseándolo, mientras que con el mal, huyendo de él. Por consiguiente,
el apetito en acto de bien se llama voluntad, puesto que
designa el acto de la voluntad; y en este sentido hablamos ahora de
voluntad. La huida del mal, sin embargo, se llama mejor noluntad. Por tanto, igual que la voluntad es del bien, la noluntad es del mal.
2. No es propio de una potencia
racional perseguir cualesquiera cosas opuestas, sino las que están
contenidas en su objeto conveniente, pues toda potencia persigue sólo
su objeto conveniente. Ahora bien, el objeto de la voluntad es el
bien. Luego es propio de la voluntad perseguir cosas opuestas que
estén contenidas en el bien, por ejemplo, moverse y quedarse quieto,
hablar y callar, y otras semejantes. Hacia una u otra se inclina la
voluntad en razón del bien.
3. Lo que no es ente en la
naturaleza real se toma como ente en la razón; por eso las negaciones
y privaciones se llaman entes de razón. Y así, incluso las cosas
futuras, en cuanto que son conocidas, son entes. Pues bien, en la
medida que son entes de esta clase, son aprehendidas bajo la razón de
bien, y así tiende a ellas la voluntad. Por eso dice el
Filósofo que carecer de mal tiene razón de
bien.
Artículo 2:
La voluntad, ¿es sólo del fin o también de lo que es para el
fin?
lat
Objeciones por las que parece que la voluntad no es de lo que es para
el fin, sino sólo del fin.
1. Dice el Filósofo, en el III Ethic., que la voluntad es del fin, mientras que la elección es de lo que es para
el fin.
2. Además, potencias diversas del alma se ordenan a cosas
que son diversas en género, como se dice en el VI Ethic. Pero el fin y lo que es para el fin están en
diverso género de bien, pues el fin, que es del bien honesto y
deleitable, está en el género de cualidad, o en el de acción o pasión;
en cambio, el bien útil, que es para el fin, está en el de relación,
como se dice en el I Ethic. Luego, si la
voluntad es del fin, no será de lo que es para el fin.
3. Además, los hábitos son proporcionados a las potencias, pues son
sus perfecciones. Pero entre los hábitos que se llaman artes
operativas, el fin pertenece a una, y lo que es para el fin, a otra;
así el uso de una nave, que es su fin, pertenece al comandante,
mientras que lo que es para el fin, su construcción, pertenece al arte
de construcción naval. Luego, como la voluntad es del fin, no será de
lo que es para el fin.
Contra esto: está que, en las cosas naturales, uno pasa el medio y llega
al término mediante la misma potencia. Pero las cosas que son para el
fin son medios con los que se llega al fin, como al término. Luego, si
la voluntad es del fin, lo es también de lo que es para el
fin.
Respondo: Se llama voluntad unas veces a la potencia del alma, y otras, en cambio, al acto de la voluntad. Por consiguiente, si hablamos de la voluntad refiriéndonos a la potencia, se extiende tanto al fin como a lo que es para el fin, pues cada potencia se extiende hasta todo aquello en lo que puede encontrarse la razón de su objeto; la vista, por ejemplo, se extiende a todo lo que participa de algún modo del color. Por otra parte, la razón de bien, que es el objeto de la potencia de la voluntad, se encuentra no sólo en el fin, sino también en lo que es para el fin.
Pero si hablamos de la voluntad refiriéndonos exclusivamente al acto,
entonces, hablando con propiedad, es sólo del fin, pues todo acto que
lleva el nombre de su potencia designa al acto simple de la potencia;
por ejemplo, entender designa el acto simple del entendimiento.
Ahora bien, el acto simple de una potencia se refiere a lo que es de
suyo el objeto de la potencia, y lo que es por sí mismo bien y querido
es el fin. En cambio, lo que es para el fin no es bien ni querido por
sí mismo, sino por orden al fin. Por tanto, la voluntad sólo se dirige
a ello en la medida que se dirige al fin; por eso precisamente lo que
quiere en esto es el fin. El entender, por ejemplo, es propiamente de
lo que se conoce de suyo, es decir, de los principios; pero no se dice
que la inteligencia sea de lo que se conoce mediante los principios,
salvo en la medida en que se aprecian en ello los principios, pues el fin se comporta en lo apetecible igual que el principio en lo
inteligible, como se dice en el VII Ethic.
A las objeciones:
1. El
Filósofo está hablando de voluntad en cuanto que
designa su acto simple, no en cuanto designa la potencia.
2. Potencias diversas se ordenan a
cosas diversas en género, cuando éstas se relacionan entre sí de un
modo igual; el sonido y el color, por ejemplo, son géneros diversos de
sensible y a ellos se ordenan el oído y la vista. Pero lo honesto y lo
útil no se relacionan entre sí de un modo igual, sino como lo que es
de suyo y lo que es por otro. Ahora bien, las cosas de esta clase
siempre se refieren a la misma potencia; así, mediante la potencia
visiva, se sienten el color y la luz, mediante la cual se ve el
color.
3. No todo lo que diversifica el
hábito diversifica la potencia, pues los hábitos son unas
determinaciones de las potencias para algunos actos especiales. Y, sin
embargo, toda arte operativa considera tanto el fin como lo que es
para el fin, pues el arte náutica considera el fin, como lo que hace,
y lo que es para el fin, como lo que manda; y el arte de construcción
naval, en cambio, considera lo que es para el fin, como lo que hace, y
el fin, como aquello a lo que se ordena lo que hace. En otras
palabras, en toda arte operativa hay un fin propio y algo que es para
el fin y que le pertenece a ella con toda propiedad.
Artículo 3:
La voluntad, ¿se mueve con el mismo acto hacia el fin y hacia lo que
es para el fin?
lat
Objeciones por las que parece que la voluntad se mueve con el mismo
acto hacia el fin y hacia lo que es para el fin.
1. Según el Filósofo, donde hay una cosa por causa
de otra, hay sólo una cosa. Pero la voluntad sólo quiere lo que es
para el fin por causa del fin. Luego se mueve con el mismo acto a
ambos.
2. Además, el fin es la razón de querer lo que es para el fin, igual
que la luz es la razón de la visión de los colores. Pero la luz y el
color se ven con el mismo acto. Luego la voluntad quiere el fin y lo
que es para el fin con el mismo movimiento.
3. Además, el movimiento natural que a través del medio tiende a lo
último es el mismo numéricamente. Pero lo que es para el fin se
relaciona con el fin como lo medio con lo último. Luego es el mismo
movimiento de la voluntad aquel con el que se dirige al fin y a lo que
es para el fin.
Contra esto: los actos se diversifican según los objetos. Pero el fin y
lo que es para el fin, que es lo útil, son especies diversas de bien.
Luego la voluntad no se dirige a uno y otro con el mismo
acto.
Respondo: Como el fin es querido por sí mismo y
lo que es para el fin, en cuanto tal, sólo es querido por causa del
fin, es claro que la voluntad puede dirigirse hacia el fin sin por
ello dirigirse a lo que es para el fin; sin embargo, no puede
dirigirse hacia lo que es para el fin, en cuanto tal, sin dirigirse al
fin mismo. Por tanto, la voluntad se dirige a un mismo fin de dos
modos: uno, absolutamente por sí; el otro, como a la razón de querer
lo que es para el fin. Por consiguiente, es claro que es uno solo e
idéntico el acto con el que la voluntad se dirige al fin, en cuanto es
razón de querer lo que es para el fin, y hacia lo que es para el fin.
Pero el acto con el que se dirige hacia el fin de un modo absoluto es
distinto. Y a veces precede en el tiempo, por ejemplo, cuando uno
quiere primero la salud y, después, deliberando cómo puede sanar,
quiere traer al médico para que lo cure. Lo mismo ocurre también con
el entendimiento: uno entiende primero los principios por sí mismos,
después entiende también en las conclusiones, puesto que asiente a las
conclusiones por los principios.
A las objeciones:
1. Ese razonamiento procede en la
medida que la voluntad se dirige al fin, en cuanto que es la razón de
querer lo que es para el fin.
2. Siempre que se ve el color, se
ve la luz, pero puede verse la luz sin que se vea el
color. Del mismo modo, siempre que uno quiere lo que
es para el fin, quiere también el fin con el mismo acto, pero no al
revés.
3. En la ejecución de la obra, lo
que es para el fin se comporta como medio, y el fin, como término. Por
eso, igual que un movimiento natural a veces se detiene en el medio y
no llega al término, así uno a veces realiza lo que es para el fin y
no llega al fin. Pero en el querer ocurre lo contrario, porque la
voluntad llega a querer lo que es para el fin por el fin, como el
entendimiento llega a las conclusiones por los principios, que se
llaman
medios. Por eso el entendimiento, a veces, entiende un
medio y con eso no llega a la conclusión. Lo mismo la voluntad: unas
veces quiere un fin, pero no llega a querer lo que es para el
fin.
En cuanto a la objeción en contra, la respuesta es
clara con lo que se ha dicho (a.2 ad 2). Pues lo útil y lo honesto no
son especies de bien divididas por igual, sino que se relacionan como
lo que es por sí y lo que es por otro. Por eso el acto de la voluntad
puede dirigirse a uno sin dirigirse al otro, pero no
al revés.