Artículo 1:
El pecado original, ¿está más bien en el cuerpo que en el
alma?
lat
Objeciones por las que parece que el pecado original está más bien en
el cuerpo que en el alma:
1. La oposición de la carne a la mente procede de la corrupción del
pecado original. Mas la raíz de dicha corrupción está en el cuerpo,
pues el Apóstol dice en Rom 7,23: Veo otra ley en mis miembros que
se opone a la ley de mi mente. Luego el pecado original reside
principalmente en el cuerpo.
2. Además, cada cosa está más bien en la causa que en el efecto; el
calor, por ejemplo, está más en el fuego que calienta que en el agua
calentada. Mas el alma se infecciona con el pecado original por el
semen carnal. Luego el pecado original está más en el cuerpo que en el
alma.
3. El pecado original lo contraemos por el primer padre, en
cuanto que estábamos en él por la virtud seminal. Mas allí no estuvo
de ese modo el alma, sino la carne sola. Luego el pecado original no
está en el alma, sino en el cuerpo.
4. Dios crea el alma y la infunde en el cuerpo. Si,
pues, el alma se infeccionara con el pecado original, se seguiría que
se mancharía por su misma creación e infusión en el cuerpo. Y así,
Dios, que es el autor de su creación e infusión, sería causa del
pecado.
5. Y también, ningún sabio (o sensato) echaría un licor precioso en
un vaso por el que supiera se iba a infeccionar el licor. Mas el alma
racional es más preciosa que todo licor. Si, pues, el alma se pudiera
infeccionar por su unión con el cuerpo con la infección de la culpa
original, Dios, que es la misma sabiduría, nunca infundiría el alma en
un cuerpo tal. Mas la infunde. Luego no se mancha por la carne. Así,
pues, el pecado original no está en el alma, sino en el
cuerpo.
Contra esto: está que es el mismo el sujeto de la virtud y el del vicio
o pecado, el cual es contrario a la virtud. Mas la carne no puede ser
sujeto de la virtud, pues dice el Apóstol en Rom 7,18: Sé que no
habita en mí, esto es, en mi carne, el bien. Luego el cuerpo no
puede ser sujeto del pecado original, sino solamente el
alma.
Respondo: Una cosa puede estar en otra de dos
modos: 1) como en su causa, principal o instrumental; y 2) como en su
sujeto. El pecado original de todos los hombres estuvo en Adán, a la
verdad, como en su primera causa principal, según aquello del Apóstol
en Rom 5,12:
En el cual todos pecaron. Mas en el semen carnal
el pecado original está como en su causa instrumental; porque mediante
la virtud activa se transmite a la prole el pecado
original al mismo tiempo que la naturaleza humana. Pero como en su
sujeto, el pecado original no puede estar en el cuerpo de ningún modo,
sino sólo en el alma.
La razón de esto es porque, como dijimos más arriba (q.81 a.1) el
pecado original pasa de la voluntad del primer padre a los
descendientes por cierto movimiento de generación, así como de la
voluntad de uno se deriva el pecado actual a las demás partes del
mismo. Y en esta derivación se puede comprobar esto: que tiene razón
de culpa cuanto proviene de la moción de la voluntad de pecado a
cualquier parte del hombre, que de alguna manera pueda ser partícipe
del pecado, ya como sujeto, ya como instrumento; así como de la
voluntad de gula se deriva la concupiscencia del alimento a la
concupiscible, y al tomar el alimento con la mano y con la boca, las
cuales son instrumento del pecado en cuanto que son movidas a él por
la voluntad. Mas no tiene razón de culpa el proceso ulterior de la
facultad nutritiva y de las visceras, que no tienen la aptitud natural
de ser movidas por la voluntad.
Así pues, como el alma puede ser sujeto de culpa, pero el cuerpo, de
suyo, no puede serlo, (se sigue que) todo aquello que le viene al alma
de la corrupción del primer pecado tiene razón de culpa; mas lo que
deriva al cuerpo no tiene razón de culpa, sino de castigo. Por
consiguiente, el alma es el sujeto del pecado original, no el
cuerpo.
A las objeciones:
1. Como enseña Agustín en el libro
de las Retract., el Apóstol habla allí del
hombre ya redimido, que ha sido liberado de la culpa, pero está sujeto
a la pena, por razón de la cual se dice que el pecado habita en la
carne. Por consiguiente, de esto no se sigue que el cuerpo sea
sujeto de la culpa, sino sólo de la pena.
2. El pecado original es causado
por el semen como por su causa instrumental. Mas no es necesario que
una cosa se encuentre más en la causa instrumental que en el efecto,
sino sólo que en la causa principal. Y en este sentido, el pecado
original estuvo de un modo más eminente en Adán, en el cual se dio
según la razón de pecado actual.
3. El alma de cada individuo
humano no estaba según la razón seminal en el Adán pecador como en su
principio efectivo, sino como en su principio dispositivo; porque el
semen corporal, que proviene de Adán, no produce el alma racional por
su virtud, sino que dispone para ella.
4. Dios no causa de ningún modo la
infección del pecado original, sino que ésta proviene solamente del
pecado del primer padre mediante la generación. Por consiguiente, como
la creación implica la relación del alma a Dios solo, no se puede
decir que el alma se manche por la creación. Mas su infusión implica
la relación a Dios, que la infunde, y al cuerpo, en que se la infunde.
Y así, habida cuenta de Dios, que la infunde, no se puede decir que el
alma se manche por su infusión (en el cuerpo); sino sólo habida cuenta
del cuerpo, en el cual se infunde.
5. El bien común prevalece sobre el
particular. De ahí que Dios, según su sabiduría, no pasa por alto el
orden universal de las cosas, que es el infundir tal alma a tal
cuerpo, para evitar la infección particular de esta alma. Máxime
considerando que la naturaleza del alma posee esta peculiaridad: no
empezar a existir si no es en el cuerpo, como expusimos en la primera
parte (
q.90 a.4;
q.118 a.3). Mas es mejor para ella según su
naturaleza ser así que no ser de ningún modo; sobre todo pudiendo
librarse de la condenación por la gracia.
Artículo 2:
El pecado original, ¿está más bien en la esencia del alma que en sus
potencias?
lat
Objeciones por las que parece que el pecado original no está más bien
en la esencia del alma que en sus potencias:
1. El alma es naturalmente apta para ser sujeto del pecado en cuanto
a aquello que puede ser movido por la voluntad. Mas el alma no es
movida por la voluntad en cuanto a su esencia, sino en cuanto a sus
potencias. Luego el pecado original no está en el alma en cuanto a su
esencia, sino sólo en cuanto a sus potencias.
2. Además, el pecado original se opone a la justicia original. Pero
la justicia original residía en alguna potencia del alma, que es
sujeto de la virtud. Luego también el pecado original está en alguna
potencia del alma más bien que en su esencia.
3. Así como el pecado original se deriva del cuerpo al alma,
así también, de la esencia del alma, a sus potencias. Mas el pecado
original está más en el alma que en el cuerpo. Luego también está más
en las potencias del alma que en su esencia.
4. Se dice que el pecado original es la concupiscencia,
como hemos expuesto (
q.82 a.3). Pero la concupiscencia está en las
potencias del alma. Luego también el pecado original.
Contra esto: está el hecho de que el pecado original se llama pecado de
la naturaleza, como hemos dicho más arriba (
q.81 a.1). Mas el alma es
la forma y la naturaleza del cuerpo por su esencia y no por sus
potencias, según expusimos en la primera parte (
q.76 a.6). Luego el
alma es sujeto del pecado original principalmente por su
esencia.
Respondo: El sujeto de un pecado es
principalmente aquella parte del alma a la que primariamente pertenece
ser la causa motriz de dicho pecado. Así, si la causa motriz para
pecar es la delectación de los sentidos, que pertenece a la facultad
concupiscible como su objeto propio, se sigue que la facultad
concupiscible es el sujeto propio de aquel pecado. Mas es evidente que
el pecado original ocurre por nuestro origen. Por consiguiente,
aquella parte del alma que primariamente es alcanzada en el origen del
hombre es el sujeto primario del pecado original. Pero el origen
alcanza al alma como término de la generación, en cuanto que es la
forma del cuerpo, cosa que le conviene como su propia esencia, según
expusimos en la primera parte (
q.76 a.6). Por consiguiente, el alma en
cuanto a su esencia es el sujeto primario del pecado
original.
A las objeciones:
1. Así como la moción de la
voluntad propia de uno llega a las potencias del alma, mas no a su
esencia, así también la moción de la voluntad del primer progenitor
por vía de generación llega primariamente a la esencia del alma, como
hemos dicho (en sol.).
2. También la justicia original
pertenecía primariamente a la esencia del alma; pues era un don dado
por Dios a la naturaleza humana, a la cual mira primariamente la
esencia del alma, más que a sus potencias. Pues las potencias parecen
pertenecer más bien a la persona, en cuanto que son los principios de
los actos personales. De ahí que sean los sujetos propios de los
pecados actuales, que son los pecados personales.
3. El cuerpo, en relación con el
alma, es como la materia en relación con la forma, la cual, aunque sea
posterior en el orden de generación, sin embargo, le precede en el
orden de perfección y de naturaleza. Mas la esencia del alma en
relación con sus potencias es como el sujeto respecto de sus
accidentes propios, los cuales son posteriores al sujeto tanto en el
orden de generación como en el de perfección. Por consiguiente, la
comparación no vale.
4. La concupiscencia en el pecado
original no tiene un papel más que material y consecuente, según hemos
dicho más arriba (
q.82 a.3).
Artículo 3:
El pecado original, ¿infecciona más bien a la voluntad que a las
otras potencias?
lat
Objeciones por las que parece que el pecado original no infecciona
más bien a la voluntad que a las otras potencias:
1. Todo pecado pertenece principalmente a la potencia por cuyo acto
se realiza. Mas el pecado original es causado por el acto de la
facultad generativa. Luego entre las otras potencias del alma parece
más bien pertenecer a la potencia generativa.
2. Además, el pecado original se transmite por el semen carnal. Pero
otras facultades del alma están más cerca de la carne que la voluntad,
como es claro de todas las sensitivas, que se valen de un órgano
corpóreo. Luego el pecado original está en ellas más que en la
voluntad.
3. El entendimiento precede a la voluntad, pues no hay
volición sino de un bien conocido. Si el pecado original, pues,
infecciona a todas las potencias, parece que ante todo (o
primariamente) infecciona al entendimiento, como primero.
Contra esto: está el hecho de que la justicia original primariamente se
refiere a la voluntad; pues es la rectitud de la voluntad, como dice
Anselmo en el libro De conceptu virginali. Luego
el pecado original, que es lo opuesto a ella, se refiere primariamente
a la voluntad.
Respondo: En la infección del pecado original
hay que considerar dos cosas: 1) Su inherencia al sujeto; y en este
sentido se refiere en primer lugar a la esencia del alma, como hemos
dicho (
a.2). 2) En segundo lugar hay que considerar su inclinación al
acto; y de este modo se refiere a las potencias del alma. Luego debe
referirse primariamente a aquella (potencia) que tiene la inclinación
primera a pecar. Y ésta es la voluntad, como es claro por lo dicho
anteriormente (
q.74 a.1 y
2). Por consiguiente, el pecado original
primariamente se refiere a la voluntad.
A las objeciones:
1. El pecado original no lo produce
en el hombre la facultad generativa de la prole, sino el acto de la
facultad generativa del padre. Por consiguiente, no es necesario que
la facultad generativa (de los engendrados) sea el sujeto primero del
pecado original.
2. El pecado original tiene un
doble proceso: uno, de la carne al alma; y otro, de la esencia del
alma a sus potencias. El primero es según el orden de generación; y el
segundo, según el orden de perfección. Y por eso, aunque las otras
potencias, es decir, las sensitivas, estén más próximas a la carne,
sin embargo, como la voluntad, cual potencia superior que es, está más
próxima a la esencia del alma, llega primero a ella la infección del
pecado original.
3. El entendimiento, en cierto
modo, precede a la voluntad, en cuanto que le propone su objeto. Pero
en otro sentido, la voluntad precede al entendimiento: en el orden de
moción al acto; y esta moción precisamente pertenece al
pecado.
Artículo 4:
Las potencias susodichas, ¿están más infectadas que las
otras?
lat
Objeciones por las que parece que las susodichas potencias (la
generativa, la concupiscible y el tacto) no están más infeccionadas
que las otras:
1. La infección del pecado original parece pertenecer más a aquella
parte del alma que puede ser antes sujeto del pecado. Pero ésta es la
racional, y principalmente la voluntad. Luego ésta ha sido más
infeccionada por el pecado original.
2. Además, ninguna facultad del alma se infecciona por la culpa sino
en cuanto puede obedecer a la razón. Mas la generativa no puede
obedecer, como se dice en el libro I de los Éticos. Luego la (facultad) generativa no es la más
infectada por el pecado original.
3. La vista es el más espiritual de los sentidos y el más
próximo a la razón, en cuanto que nos manifiesta más diferencias de
las cosas, según se dice en el libro I de los Metafísicas. Pero la infección de la culpa primero está en la
razón. Luego la vista está más infeccionada que el
tacto.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro XIV De civit.
Dei: que la infección de la culpa original aparece
sobre todo en el movimiento de los órganos genitales, que no se somete
a la razón. Pero dichos órganos sirven a la facultad generativa en la
unión sexual, en la cual se da la delectación del tacto, que es la más
estimuladora de la concupiscencia. Luego la infección del pecado
original pertenece principalmente a estas tres: a la facultad
generativa, a la facultad concupiscible y al sentido del
tacto.
Respondo: Se suele llamar infección sobre todo
a aquella corrupción que por su naturaleza es capaz de transmitirse a
otro: de ahí que se denominen infecciones las enfermedades
contagiosas, como la lepra, la sarna y otras semejantes. Mas la
corrupción del pecado original se transmite por el acto de la
generación, como hemos dicho más arriba (
q.81 a.1). De ahí que se
digan especialmente infeccionadas las potencias que concurren a dicho
acto. Pero este acto sirve a la facultad generativa en cuanto se
ordena a la generación; mas tiene en sí la delectación del tacto, que
es el objeto máximo de la concupiscible. Y por eso, aunque se dice que
todas las partes del alma están corrompidas por el pecado original, se
dice que están especialmente corrompidas e infeccionadas las tres
susodichas.
A las objeciones:
1. El pecado original, en cuanto
inclina a los pecados actuales, pertenece principalmente a la
voluntad, como hemos dicho (
a.3). Pero en cuanto se transmite a la
prole, pertenece de cerca a las facultades susodichas; a la voluntad,
remotamente.
2. La infección de la culpa actual
no pertenece más que a las potencias que mueve la voluntad del que
peca. Mas la infección de la culpa original no proviene de la voluntad
del que la contrae, sino del origen de la naturaleza, al cual sirve la
potencia generativa. Por eso se da en ella la infección del pecado
original.
3. La vista no pertenece al acto
de la generación a no ser como disposición remota; es decir: en cuanto
que por ella se ve la especie (u objeto) concupiscible. Pero la
delectación se completa en el tacto. Y por ello tal infección se
atribuye más al tacto que a la vista.