Artículo 1:
El primer pecado del primer padre, ¿se transmite a sus descendientes
por generación?
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Objeciones por las que parece que el primer pecado del primer padre
no se transmite por generación a sus descendientes:
1. En Ez 18,20 se dice: El hijo no llevará la iniquidad de su
padre. Mas la llevaría si la heredara de él. Luego nadie hereda
por generación pecado alguno de sus padres.
2. Además, el accidente no se transmite por generación a no ser que
se transmita el sujeto, porque el accidente no pasa de sujeto a
sujeto. Mas el alma racional, que es el sujeto de la culpa, no se
transmite por generación, como hemos demostrado en la primera parte
(
q.118 a.2). Luego tampoco culpa alguna puede transmitirse por
generación.
3. Todo aquello que se transmite por la generación humana es
causado por el semen. Mas el semen no puede ser causa del pecado, pues
carece de la parte racional del alma, la cual solamente puede ser
causa del pecado. Luego ningún pecado puede heredarse por la
generación.
4. Lo que es más perfecto en su naturaleza, es más
eficaz para obrar. Ahora bien, la carne humana perfectamente formada
no puede infeccionar al alma unida a ella; en otro caso, el alma no
podría purificarse de la culpa original mientras está unida al cuerpo.
Mucho menos, pues, puede el semen infeccionar al alma.
5. Y también, en el libro III de los Éticos, dice el
Filósofo que ninguno reprende a los que son deformes
por naturaleza, sino a los que lo son por pereza y negligencia.
Mas son deformes por naturaleza aquellos que tienen alguna deformidad
de nacimiento. Luego nada que sea por generación es reprensible ni
pecado.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol en Rom 5,12: El pecado entró
en este mundo por un hombre, cosa que no se puede entender como
denotando imitación, por lo que dice Sab 2,24: Por la envidia del
diablo entró la muerte en el orbe terráqueo. Luego queda, pues,
que el pecado entró en el mundo por generación del primer
hombre.
Respondo: Según la fe católica,
se debe sostener que el primer pecado del primer hombre se transmite a
sus descendientes por generación. Por lo cual, aun los
niños, luego de nacer, son llevados al bautismo como para ser lavados
de alguna infección de culpa. Lo contrario es herejía pelagiana, como
es claro por Agustín en muchos de sus libros.
Mas para explicar de qué modo pueda transmitirse a los descendientes
por generación el pecado del primer padre, diversos
(investigadores o teólogos) buscaron caminos diversos.
Algunos, considerando que el sujeto del pecado es el
alma racional, sostuvieron que el alma se transmite con el semen; de
modo que así de un alma inficionada procederían almas inficionadas.
Mas otros, rechazando esto como erróneo, se esforzaron
en demostrar cómo se transmite la culpa del alma del padre a su prole,
aun cuando no se transmita el alma, por el hecho de la transmisión de
los defectos corporales del padre a su prole; así, un leproso engendra
a un leproso, y un gotoso a otro gotoso, por alguna corrupción del
semen, aunque tal corrupción no sea lepra o gota. Siendo el cuerpo
proporcionado al alma y redundando en el cuerpo los defectos del alma,
y viceversa, de igual modo dicen que los defectos culpables del alma
pasan a la prole por transmisión del semen, aunque el semen
actualmente no sea sujeto de la culpa.
Pero todas estas explicaciones son insuficientes. Porque concedido
que algunos defectos corporales pasen del padre a la prole por
generación, y, consiguientemente, también algunos defectos del alma,
por la disposición inconveniente del cuerpo —como cuando a veces los
dementes nacen de dementes—; sin embargo, esto mismo de tener por
generación un defecto parece excluir la razón de culpa, que consiste
en ser voluntaria. Por consiguiente, aun en el supuesto de que el alma
racional se transmitiera, por el hecho mismo de que la mancha del alma
de la prole no está en su voluntad, perdería la razón de culpa que
exige castigo; porque, como dice el Filósofo en el libro III de los Éticos: Ninguno reprochará al ciego de
nacimiento (el ser ciego), sino que más bien le compadecerá.
Y por consiguiente, habrá que buscar otro camino,
diciendo que todos los hombres que nacen de Adán pueden considerarse
como un único hombre, en cuanto convienen en la naturaleza que reciben
del primer hombre, al modo que en el derecho civil todos los que son
de una comunidad se consideran como un cuerpo, y la comunidad entera
como un hombre. Dice también Porfirio que, muchos
hombres, por participación de la misma especie, son un solo
hombre. Así pues, la multitud de hombres procedentes de Adán son
como muchos miembros de un solo cuerpo. Mas el acto de un miembro
corporal, v. gr., la mano, no es voluntario por la voluntad de la mano
misma, sino por la voluntad del alma, que es la primera en mover los
miembros. Por donde el homicidio que comete la mano, no se le
imputaría a la mano como pecado si se considerara la mano en sí misma,
en cuanto separada del cuerpo; sino que se le imputa en cuanto es
parte del hombre, movida por el primer principio motor del hombre.
Así, pues, el desorden que hay en este hombre nacido de Adán no es
voluntario con la voluntad del mismo, sino con la del primer padre,
que con la moción de la generación mueve a todos los que proceden de
él por su origen, como la voluntad del alma mueve al acto a todos los
miembros. De ahí que el pecado así derivado del primer padre a todos
sus descendientes se llame original, como el pecado que se
deriva del alma a los miembros del cuerpo se llama actual. Y así como
el pecado actual, cometido por algún miembro, no es pecado de aquel
miembro a no ser en cuanto dicho miembro es algo del mismo hombre, por
lo que se llama pecado humano; así el pecado original no es un
pecado de esta persona, a no ser en cuanto esta persona recibe la
naturaleza del primer padre. Por donde también se
llama pecado de la naturaleza, según aquello de Ef 2,3: Eramos por naturaleza hijos de ira.
A las objeciones:
1. Se dice que el hijo no llevará
el pecado del padre, porque no se le castiga por dicho pecado a no ser
que sea partícipe de la culpa. Y así ocurre en nuestro caso: pues el
hijo hereda la culpa del padre por generación; como (puede heredar) el
pecado actual por imitación.
2. Aunque el alma no sea
transmitida (por generación), ya que la virtualidad del semen no puede
producir un alma racional, sin embargo, (el semen) coopera
dispositivamente a la misma. De ahí que, por la virtualidad del semen,
se transmita la naturaleza humana del padre al hijo y, simultáneamente
con la naturaleza, la infección de la misma; puesto que el que nace se
hace partícipe de la culpa del primer padre por recibir de él su
naturaleza por una cierta moción, que es la generación.
3. Aunque la culpa no esté
actualmente en el semen, está en él virtualmente la naturaleza humana,
a la cual acompaña tal culpa.
4. El semen es el principio de la
generación, que es un acto propio de la naturaleza ordenado a su
propagación. Y por ello se infecciona más el alma por el semen que por
el cuerpo ya perfectamente formado, que ya está determinado para una
persona.
5. Aquello que es de nacimiento no
es reprochable si se considera en sí mismo al que nace. Mas si se
considera en cuanto se refiere a algún principio, puede serle
reprochable; lo mismo que, por culpa de alguno de sus antepasados,
puede uno sufrir la ignominia de su estirpe.
Artículo 2:
¿Se transmiten también a los descendientes los otros pecados del
primer padre o los de los antepasados próximos?
lat
Objeciones por las que parece que también se transmiten a los
descendientes los otros pecados del primer padre y los de los
antepasados próximos:
1. Nunca se merece el castigo sino por alguna culpa. Mas algunos,
según juicio divino, son castigados por el pecado de sus próximos
antepasados, según aquello de Ex 20,5: Yo soy un Dios celoso, que
castigo la iniquidad de los padres hasta la tercera y cuarta
generación. Aun en el derecho humano, los hijos son desheredados
por el pecado de sus padres a causa del crimen de lesa majestad. Luego
la culpa de los antepasados próximos también pasa a sus
descendientes.
2. Además, es más transferible a otro lo que uno tiene por sí mismo
que no lo que recibe de otro; el fuego, por ejemplo, puede calentar
más que el agua calentada. Ahora bien, el hombre transmite a la prole
por generación el pecado recibido de Adán. Luego mucho más el pecado
que él mismo cometió.
3. La razón de que contraigamos el pecado original de
nuestro primer padre es porque estábamos en él como en el principio de
(nuestra) naturaleza, que él corrompió. Pero igualmente estábamos en
los antepasados próximos como en ciertos principios de (nuestra)
naturaleza, la cual, aunque esté corrompida, puede corromperse aún más
por el pecado según aquello del capítulo último del Ap (22,11): El
que está manchado siga manchándose. Luego los hijos contraen por
la generación el pecado de sus antepasados próximos como el del primer
padre.
Contra esto: está (el hecho de) que el bien es más difusivo de sí mismo
que el mal. Mas los méritos de los antepasados próximos no se
transmiten a sus descendientes. Luego mucho menos sus
pecados.
Respondo: Agustín suscita esta cuestión en
su
Enchiridion y la deja sin resolver. Mas, si
uno lo considera atentamente, (verá) que es imposible que se
transmitan por generación algunos pecados de los antepasados próximos
o también del primer padre, exceptuado el pecado primero. La razón de
ello es que el hombre engendra a otro idéntico a sí en la especie, mas
no en cuanto a lo individual. Y por eso aquellas cosas que pertenecen
directamente al individuo, como los actos personales y lo relativo a
ellos, no los transmiten los padres a sus hijos; un gramático, por
ejemplo, no transmite a su hijo el conocimiento de la gramática que
adquirió por su propio estudio. Mas se transmiten de padres a hijos
las cosas que pertenecen a la esencia de la especie, a no ser que haya
un fallo de la naturaleza; así, el que tiene ojos engendra a un hijo
dotado de ojos, a no ser que falle la naturaleza. Y si la naturaleza
es fuerte, también se propagan a los hijos algunos accidentes
individuales, relativos a la disposición de la naturaleza, como la
agilidad del cuerpo, la agudeza del ingenio y otras cosas semejantes;
mas de ningún modo aquellas cosas que son puramente personales, como
hemos dicho.
Pues bien, como a la persona pertenece algo por sí misma y algo por
el don de la gracia, así también a la naturaleza puede pertenecer algo
por sí misma —esto es: lo causado por sus propios principios— y algo
por el don de la gracia. Y de este modo la justicia original —según
dijimos en la primera parte (q.100 a.1)—, era un don de la gracia
conferido a toda la naturaleza humana en el primer padre. Don que el
primer hombre perdió por el primer pecado. De ahí que, como aquella
justicia original hubiese sido transmitida a los descendientes
juntamente con la naturaleza, así también se transmitió el desorden
opuesto. Mas los demás pecados actuales, ya del primer padre, ya de
los otros, no corrompen la naturaleza en cuanto a lo que es de la
misma, sino en cuanto a lo relativo a la persona, esto es, con
respecto a la proclividad al acto (del pecado). Por consiguiente, los
otros pecados no se transmiten.
A las objeciones:
1. Según dice Agustín en la
epístola A Avito, nunca se castiga a los hijos
por sus padres con un castigo espiritual, a no ser que comulguen en su
culpa o por generación o por imitación; porque todas las almas son
inmediatamente de Dios, según se dice en Ez 18,4. Mas a veces se
castiga con pena corporal a los hijos por los padres tanto en el
derecho divino como en el humano, en cuanto que el hijo es algo del
padre según el cuerpo.
2. Aquello que tiene uno por sí
mismo se puede transmitir más fácilmente, con tal de que sea
transmisible. Mas los pecados actuales de los antepasados próximos no
son transmisibles, ya que son puramente personales, como hemos dicho
(en sol.).
3. El primer pecado corrompió la
naturaleza humana con una corrupción correspondiente a la naturaleza;
mas los otros pecados la corrompen con una corrupción correspondiente
sólo a la persona.
Artículo 3:
El pecado del primer padre, ¿se transmite por generación a todos los
hombres?
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Objeciones por las que parece que el pecado del primer hombre no se
transmite a todos los hombres por generación:
1. La muerte es el castigo consiguiente al pecado original. Mas no
todos los que proceden de Adán seminalmente m o r i r á n; pues
aquellos que estén vivos a la venida del Señor no morirán jamás, como
parece por 1 Tes 4,15: Nosotros, los que vivimos, no nos
adelantaremos en la venida del Señor a aquellos que
murieron. Luego ésos no contraen el pecado
original.
2. Además, nadie da a otro lo que él mismo no tiene. Pero el
bautizado no tiene (ya) el pecado original. Luego no lo transmite a su
prole.
3. El don de Cristo es mayor que el pecado de Adán, como
dice el Apóstol, Rom 5,15ss. Mas el don de Cristo no se transmite a
todos los hombres. Luego tampoco el pecado de Adán.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol, Rom 5,12: La muerte alcanzó
a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Respondo: Según la fe católica, ha de
mantenerse firmemente que todos los hombres, procedentes de Adán, con
la sola excepción de Cristo, contraen por él (Adán) el pecado
original; en otro caso no todos necesitarían de la redención, que nos
viene por Cristo, lo cual es falso. La razón se puede
inferir de lo que dijimos anteriormente: que la culpa original se
transmite a los descendientes por el pecado del primer padre, así como
por la voluntad del alma, mediante la moción de los miembros, se
transmite el pecado actual a los miembros del cuerpo. Pues es evidente
que el pecado actual se puede transmitir a todos los miembros que
tienen la aptitud natural de ser movidos por la voluntad. Por
consiguiente, también la culpa original se transmite a todos aquellos
que reciben la moción de Adán por la generación.
A las objeciones:
1. Lo más probable y más común es
sostener que todos aquellos que vivan a la venida del Señor morirán y
resucitarán en seguida, como explicaremos más ampliamente en la
tercera parte (Suppl. q.78 a.1 obi.3). Sin embargo, si es
verdad eso que dicen algunos: que no morirán nunca, según cuenta
Jerónimo en cierta epístola Ad Minerium, de resurrectione carnis, refiriéndose a las opiniones de diversos
(autores), hay que decir a dicha objeción que, aunque no mueran, sin
embargo, existe en ellos el reato de la muerte, si bien les libre de
la pena Dios, el cual puede condonar también las penas de los pecados
actuales.
2. Por el bautismo se quita el
pecado original en cuanto a la culpa, pues el alma recupera la gracia
en su mente. Sin embargo, permanece dicho pecado en acto en cuanto al
fomes, que consiste en el desorden de las partes inferiores del alma y
del mismo cuerpo, el cual engendra el hombre y no la mente. Y por eso
los bautizados transmiten el pecado original, pues no engendran en
cuanto son renovados por el bautismo, sino en cuanto conservan aún
algo de vetustez del primer pecado.
3. Así como el pecado de Adán se
transmite a cuantos son engendrados corporalmente de Adán, así también
se transmite la gracia de Cristo a cuantos son engendrados
espiritualmente por El mediante la fe y el bautismo; y no sólo para
quitar la culpa del primer padre, sino también para quitar los pecados
actuales y para introducir en la gloria.
Artículo 4:
¿Contraería el pecado original uno que fuese formado milagrosamente
de la carne humana?
lat
Objeciones por las que parece que, si uno fuese formado
milagrosamente de la carne humana, contraería el pecado
original:
1. Dice cierta Glossa de Gén 4,1 que en los
lomos de Adán fue corrompida toda su posteridad, porque no fue
separada primero en el lugar de la vida (el paraíso), sino después en
el lugar del destierro. Mas si algún hombre fuese formado según lo
dicho, su carne sería separada en el lugar del
destierro. Luego contraería el pecado original.
2. Además, el pecado original es causado en nosotros en cuanto que el
alma es infeccionada por la carne. Ahora bien, la carne toda del
hombre está infeccionada. Luego de cualquier parte de la carne que
fuese formado el hombre, su alma se infeccionaría con la infección del
pecado original.
3. El pecado original llega a todos por el primer padre, en
cuanto que todos estaban en él cuando pecó. Mas también estarían en
Adán aquellos que fuesen formados de carne humana. Luego contraerían
el pecado original.
Contra esto: está el hecho de que no estarían en Adán según la razón
(o virtud) seminal, que es la causa única de la transmisión del
pecado original, según dice Agustín en el libro X sobre el Genes,
ad litter.
Respondo: Según expusimos ya (
a.1 y
3), el
pecado original se transmite del primer padre a sus descendientes en
cuanto que son movidos por él mediante la generación, como los
miembros del cuerpo son movidos por el alma al pecado actual. Mas no
hay moción hacia la generación si no es por la virtud que actúa en la
generación. Por ello sólo contraen el pecado original aquellos que
descienden de Adán por la virtud activa (operante) en la generación,
derivada originalmente de Adán: lo cual es descender de él según la
razón seminal; pues la razón seminal no es otra cosa que la virtud
activa en la generación. Mas, si uno fuese formado de la carne humana
por virtud divina, es evidente que la virtud activa no provendría de
Adán. Por consiguiente, no contraería el pecado original. Así como
tampoco pertenecería al pecado humano el acto de la mano que no fuese
movida por la voluntad del hombre, sino por algún agente
extrínseco.
A las objeciones:
1. Adán no estuvo en el lugar del
destierro sino después del pecado. Por consiguiente, la culpa original
se transmite a aquellos a quienes llega su generación activa, no por
el lugar del destierro, sino por el pecado.
2. La carne no infecciona al alma
sino en cuanto es principio activo en la generación, como hemos dicho
(en sol.).
3. Aquel que fuese formado de la
carne humana estaría en Adán según la sustancia corporal, mas
no según la razón seminal, como hemos dicho (en sol.). Y, por tanto,
no contraería el pecado original.
Artículo 5:
Si no hubiera, pecado Adán, pero sí Eva, ¿contraerían sus hijos el
pecado original?
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Objeciones por las que parece que, si Adán no hubiese pecado, pero sí
Eva, los hijos contraerían el pecado original:
1. Contraemos el pecado original por nuestros padres, en cuanto que
estábamos en ellos, según aquello del Apóstol, en Rom 5,12: En el
que pecaron todos. Mas como el hombre preexiste en su padre,
también en su madre. Luego se contraería el pecado original por el
pecado de la madre igual que por el del padre.
2. Además, si hubiese pecado Eva, pero no Adán, sus hijos nacerían
pasibles y mortales: pues la madre suministra la materia en la
generación, según dice el Filósofo en el libro II De generat.
animal.; y la muerte y la pasíbilidad provienen de
la pobreza de la materia. Ahora bien, la pasibilidad y la necesidad de
morir son castigo del pecado original. Luego, si hubiese pecado Eva,
sin pecar Adán, los hijos contraerían el pecado original.
3. Dice el Damasceno en el libro
III que el Espíritu Santo vino sobre la Virgen
—de la cual había de nacer Cristo sin pecado original— purificándola. Mas dicha purificación no habría sido necesaria si
la infección del pecado original no derivase de la madre. Y así,
pecando Eva, aunque Adán no hubiese pecado, sus hijos contraerían el
pecado original.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol, en Rom 5,12: Por un hombre
entró el pecado en este mundo. Pero si la mujer transmitiese el
pecado original a la prole, más bien debiera haber dicho que había
entrado por dos, ya que ambos pecaron; o antes bien, por la mujer, que
pecó primero. Luego el pecado original no es transmitido a los hijos
por la madre, sino por el padre.
Respondo: La solución de este problema es clara
por lo dicho ya. Dijimos anteriormente (
a.1) que el pecado original es
transmitido por el primer padre en cuanto que éste es el motor (o
principio activo) en la generación de los hijos; de ahí que hayamos
dicho (también) que no se contraería el pecado original si fuese uno
engendrado sólo materialmente de una carne humana (
a.4). Pues es
evidente, según la enseñanza de los filósofos, que el
principio activo en la generación proviene del padre, suministrando la
materia la madre. Por ende, el pecado original no se contrae por la
madre, sino por el padre. Y según esto, si hubiese pecado Eva sin
pecar Adán, sus hijos no hubiesen contraído el pecado original. Mas
sería lo contrario si hubiese pecado Adán y no hubiese pecado
Eva.
A las objeciones:
1. El hijo preexiste en el padre
como en su principio activo; y en la madre, como en el principio
material y pasivo. Por consiguiente, la comparación no
vale.
2. Según el parecer de
algunos, si Adán no hubiese pecado, pero sí Eva, sus
hijos estarían inmunes de la culpa, mas, sin embargo, estarían sujetos
a la necesidad de morir y a otros sufrimientos provenientes de la
pobreza de la materia, que suministra la madre; no por razón del
castigo, sino en cuanto defectos naturales. Mas esto no parece
congruente. Pues la inmortalidad y la impasibilidad del primer estado
no provenían de la condición de la materia, como hemos dicho en la
primera parte (
q.97 a.1;
a.2 ad 4), sino de la justicia original, por
la cual el cuerpo estaba sujeto al alma, mientras el alma estuviese
sujeta a Dios. Si, pues, no hubiese pecado Adán, el pecado original no
se hubiese transmitido a sus descendientes por el pecado de Eva y,
evidentemente, en los hijos no faltaría la justicia original. Por
consiguiente, no serían pasibles ni estarían sujetos a la necesidad de
morir.
3. Aquella purificación previa de
la Bienaventurada Virgen no se requería para apartar la transmisión
del pecado original, sino porque era necesario que la Madre de Dios
brillara con la pureza máxima. Pues no hay nada que pueda ser un
receptáculo digno de Dios a no ser que esté limpio, según aquello del
salmo 92,5: A tu casa, Señor, conviene la santidad.