Artículo 1:
¿La elección es acto de la voluntad o del entendimiento?
lat
Objeciones por las que parece que la elección no es un acto de la
voluntad, sino de la razón.
1. La elección comporta una comparación, con la que se prefiere una
cosa a otra. Pero comparar es propio de la razón. Luego la elección es
de la razón.
2. Además, pertenece a lo mismo argumentar y concluir. Pero
argumentar acerca de las cosas realizables es propio de la razón. Por
consiguiente, al ser la elección como una conclusión sobre cosas
realizables, como se dice en el VII Ethic.,
parece que es un acto de la razón.
3. Además, la ignorancia no pertenece a la voluntad, sino a la fuerza
cognoscitiva. Ahora bien, hay una ignorancia de elección, como
se dice en el III Ethic. Luego parece que la
elección no pertenece a la voluntad, sino a la razón.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en el III Ethic., que la elección es el deseo de lo que
hay en nosotros. Pero el deseo es un acto de la voluntad. Luego
también la elección.
Respondo: La palabra elección comporta algo que
pertenece a la razón o entendimiento y algo que pertenece a la
voluntad, pues dice el Filósofo en el VI Ethic. que la elección es
entendimiento apetitivo o apetito intelectivo. Ahora bien,
siempre que concurren dos cosas para constituir una sola, una de ellas
es como lo formal respecto de la otra. Por eso Gregorio
Niseno dice que la elección no es apetito en sí misma
ni sólo consejo, sino algo compuesto de ambos. Pues igual que decimos
que un animal está compuesto de cuerpo y alma, pero no que es cuerpo
en sí mismo ni tampoco que sea sólo alma, sino ambas cosas, lo mismo
también la elección. Ahora bien, hay que tener en cuenta que, en
los actos del alma, el acto que es esencialmente de una sola potencia
o hábito recibe la forma y la especie de una potencia o hábito
superior, puesto que lo inferior es ordenado por lo superior; pues si
alguien ejecuta un acto de fortaleza por amor de Dios, el acto es
materialmente de fortaleza en efecto, pero formalmente es de caridad.
Pero es claro que la razón precede de algún modo a la voluntad y
ordena su acto, puesto que la voluntad tiende a su objeto según el
orden de la razón, porque la fuerza aprehensiva proporciona su objeto
a la apetitiva. Por consiguiente, el acto por el que la voluntad
tiende a algo que se propone como bueno, por estar ordenado al fin por
la razón, es materialmente un acto de la voluntad ciertamente, pero
formalmente es de la razón. Pero en estos casos, la sustancia del acto
se comporta materialmente con respecto al orden que le impone la
potencia superior y, en consecuencia, la elección no es
sustancialmente un acto de la razón, sino de la voluntad, pues la
elección se termina de realizar en el movimiento del alma hacia el
bien que se elige. Por consiguiente, es claramente acto de la potencia
apetitiva.
A las objeciones:
1. La elección comporta cierta
comparación precedente, pero no es esencialmente esa misma
comparación.
2. También la conclusión del
razonamiento que se hace acerca de las cosas realizables pertenece a
la razón, y se llama sentencia o juicio, al que sigue la
elección. Y por eso la misma conclusión parece pertenecer a la
elección, como a lo consiguiente.
3. Se afirma que hay una
ignorancia de elección, no porque la elección misma sea ciencia, sino
porque se ignora qué hay que hacer.
Artículo 2:
¿Conviene la elección a los animales brutos?
lat
Objeciones por las que parece que la elección conviene a los animales
brutos.
1. La elección es el deseo de algo por un fin, como se dice en
el III Ethic. Pero los animales
brutos desean algo por un fin, pues obran por un fin y con deseo.
Luego en los animales brutos hay elección.
2. Además, el nombre mismo de elección parece significar que se toma
una cosa con preferencia a otras. Pero los animales brutos toman unas
cosas con preferencia a otras, como claramente se ve en que la oveja
come una hierba y rechaza otra. Luego en los animales brutos hay
elección.
3. Además, como se dice en el VI Ethic., pertenece a la prudencia que uno elija bien lo que es para el fin.
Pero los animales brutos tienen prudencia, por eso se dice al comienzo
de Metaphys. que son prudentes sin disciplina
los que no pueden oír sonidos, como las abejas. Y esto parece
claro incluso a los sentidos, pues se aprecian sagacidades admirables
en las obras de los animales, como las de las abejas, las de las
arañas o las de los perros. Por ejemplo: el perro que persigue a un
ciervo, si llega a un cruce de tres salidas, explora con el olfato si
el ciervo pasó por un camino u otro y, si encuentra que no pasó por
ninguno de los dos primeros, prosigue por el tercero sin explorar,
como utilizando un razonamiento divisivo, con el que pudiera concluir
que el ciervo sigue aquel camino, porque no sigue los otros dos y no
hay más. Luego parece que la elección conviene a los animales
brutos.
Contra esto: está lo que dice Gregorio Niseno, que los
niños y los irracionales obran voluntariamente, pero no eligen.
Luego no hay elección en los animales brutos.
Respondo: Porque elección es escoger una cosa
con preferencia a otra, es necesario que la elección se dé respecto a
muchas cosas que puedan elegirse. Por consiguiente, no hay lugar para
la elección en lo que está completamente determinado a una sola cosa.
Pero hay una diferencia entre el apetito sensitivo y la voluntad,
porque, como se desprende de lo dicho (
q.1 a.2 ad 3), el apetito
sensitivo está determinado a una sola cosa particular según el orden
de la naturaleza; en cambio, la voluntad está, ciertamente, según el
orden de la naturaleza, determinada a una sola cosa común, que es el
bien, pero se relaciona indeterminadamente con los bienes
particulares. Y, por eso, elegir es propiamente de la voluntad, pero
no del apetito sensitivo, que está solo en los animales brutos. En
consecuencia, la elección no conviene a los animales
brutos.
A las objeciones:
1. No se llama elección a todo
deseo de algo por un fin, sino cuando hay que separar una cosa de
otra. Y esto sólo puede tener lugar cuando el apetito puede dirigirse
a muchas cosas.
2. Un animal toma una cosa con
preferencia a otra, porque su apetito está naturalmente determinado a
ello. Por eso, inmediatamente que se le presenta, por los sentidos o
por la imaginación, algo a lo que se inclina naturalmente su apetito,
se mueve sólo a ello sin elección. Del mismo modo que el fuego se
dirige hacia arriba y no hacia abajo, sin elección.
3. El movimiento es el acto de un
móvil efectuado por algo que mueve, como se dice en el III
Physic. Y, por eso, la virtud de lo que mueve se
manifiesta en el movimiento del móvil y, a causa de esto, en toda cosa
que es movida por una razón, aparece el orden de la razón que mueve,
aunque la cosa misma carezca de razón; así una flecha se dirige
directamente al blanco por moción del arquero, como si ella misma
tuviera razón. Y lo mismo se ve en los movimientos de los relojes y en
todos los ingenios artificiales humanos. Ahora bien, lo mismo que se
relacionan las cosas artificiales con el arte humana, se relacionan
todas las cosas naturales con el arte divina. Y, por eso, se ve orden
en las cosas que se mueven según la naturaleza, lo mismo que en las
que se mueven mediante la razón, como se dice en el II Physic. Por eso sucede que en las obras de los
animales brutos se ven ciertas sagacidades, porque tienen inclinación
natural a ciertos procesos muy ordenados, como que están
ordenados por el arte suprema. Y precisamente
también por eso se llaman prudentes o sagaces algunos animales, no
porque haya en ellos razón o elección alguna. Y esto se aprecia en que
todos los que son de la misma naturaleza obran de un modo
semejante.
Artículo 3:
¿Se refiere la elección sólo a lo que es para el fin?
lat
Objeciones por las que parece que la elección no es sólo de lo que es
para el fin.
1. Dice el Filósofo, en el VI Ethic., que la virtud hace recta la elección, pero todo lo que se hace a causa de
ella, no es de la virtud, sino de otra potencia. Ahora bien, el
fin es aquello a causa de lo cual se hace algo. Luego la elección es
del fin.
2. Además, la elección implica preferencia de una cosa respecto de
otra. Pero lo mismo que, de entre las cosas que son para el fin, se
pueden preferir unas en vez de otras, también de entre fines diversos.
Luego la elección puede ser del fin, igual que de lo que es para el
fin.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en el III Ethic., que la voluntad es del fin, mientras
que la elección es de lo que es para el fin.
Respondo: Como se observó (
a.1 ad 2), la
elección sigue a una sentencia o juicio, que es como la conclusión de
un silogismo operativo. Por eso entra en la elección lo que se
comporta como conclusión en un silogismo de lo realizable. Ahora bien,
el fin se comporta como principio en las cosas realizables, no como
conclusión, según indica el Filósofo en el II
Physic. Luego el fin en cuanto tal no entra en la elección.
Pero lo mismo que en las cosas especulativas nada impide que lo que
es principio de una demostración o de una ciencia, sea conclusión de
otra demostración o de otra ciencia, aunque el primer principio
indemostrable no puede ser conclusión de una demostración o de una
ciencia; también ocurre que lo que en una operación es fin, se ordena
a otra cosa como a fin. Y así entra en la elección. Por ejemplo: en la
acción de un médico, la salud se comporta como fin; por eso no entra
en la elección del médico, sino que la supone como principio. Pero la
salud del cuerpo se ordena al bien del alma; por consiguiente, para
quien tiene que cuidar también la salud del alma, puede entrar en la
elección estar sano o enfermo, pues el Apóstol dice, en 2 Cor
12,10: Cuando estoy enfermo, entonces soy poderoso. Sin
embargo, el último fin no entra en la elección en modo
alguno.
A las objeciones:
1. Los fines propios de las
virtudes se ordenan a la bienaventuranza como al último fin. Y así
puede haber elección de ellos.
2. El último fin es uno solo, como
se señaló antes (
q.1 a.5). Por tanto, donde concurren muchos fines,
puede haber elección de ellos, por cuanto se ordenan a un fin
ulterior.
Artículo 4:
¿La elección se refiere sólo a lo que hacemos nosotros?
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Objeciones por las que parece que la elección no se refiere sólo a
los actos humanos.
1. La elección es de lo que es para el fin. Pero para el fin no son
sólo los actos, sino también los órganos, como se dice en el II Physic. Luego las elecciones no son sólo de los
actos humanos.
2. Además, la acción se distingue de la contemplación. Pero la
elección también tiene lugar en la contemplación, puesto que se elige
una opinión en vez de otra. Luego la elección no es sólo de los actos
humanos.
3. Además, quienes eligen hombres para algunos oficios, tanto
seculares como eclesiásticos, no hacen nada con
respecto a los elegidos. Luego la elección no es sólo de los actos
humanos.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo en el III Ethic., que nadie elige otra cosa que lo que
juzga que puede hacer él.
Respondo: Del mismo modo que la intención es
del fin, la elección es de lo que es para el fin. Ahora bien, el fin
es una acción o una cosa. Si fuera una cosa, es necesario que
intervenga alguna acción humana, bien porque el hombre hace la cosa
que es fin, como el médico hace la salud, que es su fin (por eso se
dice también que el fin del médico es hacer la salud), o bien porque
el hombre de algún modo usa o disfruta de la cosa que es fin; así el
avaro tiene como fin el dinero o su posesión. Y lo mismo hay que decir
de lo que es para el fin, porque es necesario que lo que es para el
fin sea una acción o una cosa, con la intención de alguna acción que
haga o utilice lo que es para el fin. Y así la elección es siempre de
actos humanos.
A las objeciones:
1. Los órganos se ordenan al fin en
la medida en que el hombre los utiliza para el fin.
2. En la contemplación misma hay
un acto del entendimiento que asiente a una opinión o a otra. Pero la
acción que se divide con la contemplación es la exterior.
3. Quien elige un obispo o una
autoridad ciudadana, elige nombrarlo para tal dignidad. De lo
contrario, si su acción fuera nula para constituir al obispo o a la
autoridad, no le competería la elección. Y del mismo modo hay que
decir que, siempre que se afirma que se elige una cosa en vez de otra,
se añade una operación de quien elige.
Artículo 5:
¿La elección es sólo de lo posible?
lat
Objeciones por las que parece que la elección no es sólo de cosas
posibles.
1. La elección es un acto de la voluntad, como se dijo (
a.1). Pero
la voluntad es de cosas imposibles, como se dice en el III
Ethic. Luego también la elección.
2. Además, la elección es de lo que realizamos nosotros, como se dijo
(
a.4). Luego nada importa, en cuanto a la elección, que se elija lo
que es absolutamente imposible o lo que es imposible para quien elige.
Por otra parte, elegimos frecuentemente cosas que no podemos llevar a
cabo y, así, son imposibles para nosotros. Luego la elección es de
cosas imposibles.
3. Además, el hombre no intenta hacer nada sin elegir. Pero el
bienaventurado Benito dice que, si el prelado mandara
algo imposible, habría que intentarlo. Luego la elección puede ser de
cosas imposibles.
Contra esto: está lo que dice el Filósofo, en el III Ethic., que la elección no es de lo
imposible.
Respondo: Como se dijo (
a.4), nuestras
elecciones se refieren siempre a nuestras acciones. Ahora bien, todo
lo que nosotros hacemos nos es posible. Luego es necesario afirmar que
la elección sólo es de cosas posibles.
Así también la razón de elegir algo está en que conduce al fin. Pero
nadie puede conseguir el fin mediante lo que es imposible. La prueba
es que, cuando los hombres, al deliberar, llegan a algo que es
imposible, desisten, por no poder avanzar más.
También se ve esto claramente en el proceso precedente de la razón,
pues lo que es para el fin, de lo que trata la elección, se relaciona
con el fin como la conclusión con el principio. Ahora bien, es claro
que de un principio posible no se sigue una conclusión imposible. Por
consiguiente, no puede ocurrir que el fin sea posible sin que lo que
es para el fin sea también posible. Por otra parte, nadie se mueve
hacia lo que es imposible. Por consiguiente, nadie tendería al fin si
no pareciera que lo que es para el fin es posible. Luego lo que es
imposible no entra en la elección.
A las objeciones:
1. La voluntad está
en el medio entre el entendimiento y la operación exterior, pues el
entendimiento propone a la voluntad su objeto y la voluntad realiza la
acción exterior. Por tanto, el principio del acto de la voluntad se
contempla en el entendimiento que aprehende algo como bueno en
universal; en cambio, la terminación o perfección del acto de la
voluntad se mira en la operación, mediante la cual uno tiende a la
consecución de la cosa; porque el movimiento de la voluntad va del
alma a la cosa. Por consiguiente, la perfección del acto de la
voluntad se calcula según esto, que para alguien una cosa es buena
para hacerla. Pero esto es posible. Luego la voluntad sólo es completa
si es de lo posible, que es lo bueno para quien quiere. La voluntad de
lo imposible, en cambio, es incompleta y, según algunos, se llama veleidad, porque uno querría algo si fuera posible. Ahora bien, la
elección es el acto de la voluntad ya determinado a lo que uno tiene
que hacer. Por consiguiente, es de lo posible solamente.
2. El juicio acerca del objeto de
la voluntad debe establecerse por lo que entra en la aprehensión, pues
el objeto de la voluntad es el bien aprehendido. Por tanto, lo mismo
que algunas veces hay voluntad de algo que se aprehende como bueno y,
sin embargo, no lo es de verdad, también algunas veces hay elección de
algo que se aprehende como posible para quien elige y, sin embargo, no
lo es para él.
3. Esto se afirma porque el
súbdito no debe definir con su juicio si algo es posible, sino
atenerse al juicio del superior en cualquier caso.
Artículo 6:
¿Elige el hombre por necesidad o libremente?
lat
Objeciones por las que parece que el hombre elige por
necesidad.
1. El fin se relaciona con lo elegible igual que los principios con
lo que se sigue de ellos, como se ve en el VII Ethic. Pero las conclusiones se deducen de los principios por necesidad. Luego uno se mueve a elegir a partir del fin por necesidad.
2. Además, como se dijo (
a.1 ad 2), la elección sigue el juicio de la
razón sobre lo que se debe hacer. Pero la razón juzga de algunas cosas
necesariamente, por la necesidad de las premisas. Luego parece que la
elección se sigue necesariamente.
3. Además, si dos cosas son completamente iguales, el hombre no se
mueve más hacia una que hacia otra, como el hambriento, que, si tiene
alimento igualmente apetecible en diversas partes y a igual distancia,
no se mueve más hacia uno que hacia otro, como dijo Platón, señalando
la quietud de la tierra en el centro, según se dice en el II De
caelo. Pero mucho menos se puede elegir lo que se
considera menor que lo que se considera igual. Luego, si se proponen
dos o más cosas, entre las que una parece mayor, es imposible elegir
alguna de las otras. Luego se elige por necesidad lo que parece más
excelente. Pero toda elección versa sobre lo que parece de algún modo
mejor. Luego toda elección es por necesidad.
Contra esto: está que toda elección es un acto de la potencia racional,
que se relaciona con cosas opuestas, según el Filósofo.
Respondo: El hombre no elige con necesidad,
precisamente porque lo que es posible que no exista no es necesario
que exista. Pero la razón de que es posible elegir y no elegir puede
apreciarse por la doble potestad del hombre, porque el hombre puede
querer y no querer, obrar y no obrar, y puede también querer esto o lo
otro, hacer esto o lo otro. Y la razón de esto está en la virtud misma
de la razón, pues la voluntad puede tender hacia cuanto la razón puede
aprehender como bueno. Ahora bien, la razón puede aprehender como bien
no sólo el querer y el obrar, sino también el no
querer y el no obrar. Y además, en todos los bienes particulares puede
considerar la razón de algún bien o el defecto de algún bien, que
tiene razón de mal. Según esto, puede aprehender cualquiera de estos
bienes como elegible o como rechazable. En cambio, al bien perfecto,
que es la bienaventuranza, la razón no puede aprehenderlo bajo razón
de mal o de algún defecto; y por eso el hombre quiere la
bienaventuranza necesariamente y no puede querer no ser feliz. Ahora
bien, como la elección no trata del fin, como se dijo (
a.3), no es del
bien perfecto, que es la bienaventuranza, sino de los otros bienes
particulares. Por consiguiente, el hombre elige libremente y no por
necesidad.
A las objeciones:
1. La conclusión no siempre procede
de los principios por necesidad, sino sólo cuando los principios no
pueden ser verdaderos si la conclusión no es verdadera. Igualmente
tampoco es necesario que el hombre tenga siempre necesidad de elegir
lo que es para el fin a causa del fin, pues no todo lo que es para el
fin es tal que sin ello no pueda conseguirse el fin; o, si fuera así,
no siempre se considera bajo esta razón.
2. El juicio de la razón acerca de
lo que hay que hacer versa sobre cosas contingentes, que nosotros
podemos hacer; y en estas cosas las conclusiones no se siguen con
necesidad de principios absolutamente necesarios, sino de principios
necesarios sólo por condición, como si corre, se
mueve.
3. Nada impide que, si se
presentan dos cosas iguales según una perspectiva, se piense de
cualquiera de ellas alguna condición por la cual sobresalga, y la
voluntad se pliegue más hacia una que hacia la otra.