Artículo 1:
El ángel, ¿se conoce o no se conoce a sí mismo?
lat
Objeciones por las que parece que el ángel no se conoce a sí
mismo.
1. Dionisio, en el c.6 Angel hier., dice: Los ángeles ignoran sus propias virtudes. Pero, conocida una
sustancia, se conoce su virtud. Por lo tanto, el ángel no conoce su
esencia.
2. El ángel es una sustancia singular; de no ser así, no
obraría, puesto que las acciones son propias de los singulares
subsistentes. Pero lo singular no es inteligible. Por lo tanto, no
puede ser entendido. Pero como el ángel no tiene otro modo de conocer
más que el intelectual, ningún ángel podría conocerse a sí
mismo.
3. El entendimiento es movido por el objeto inteligible
porque entender es un cierto recibir, como se dice en III De
anima. Pero nada es movido ni recibido por sí
mismo, como es comprobable en los seres corpóreos. Por lo tanto, el
ángel no puede entenderse a sí mismo.
Contra esto: está lo que dice Agustín en II Super Gen. ad. litt.: En su misma conformación, esto es, en su misma
iluminación de la verdad, se conoció a sí mismo.
Respondo: Como dijimos anteriormente (
q.14 a.2;
q.54 a.2), el objeto de la acción no juega el mismo papel en la acción
que permanece en el agente y en la acción que pasa a algo exterior.
Pues en la que pasa a algo exterior, el objeto o la materia a la que
pasa la acción está separada del agente. Ejemplo: El objeto caliente,
del que calienta; el edificio, del que edifica. Pero en la acción que
permanece en el agente, para que se produzca la acción es necesario
que el objeto esté unido al agente, y, así, para que se produzca la
acción de sentir, es indispensable que lo sensible se una al sentido.
Sucede que el objeto unido a la potencia desempeña en esta acción el
papel que en otros agentes desempeña la forma, principio de operación.
Pues, así como el calor es en el fuego el principio formal de la
calefacción, así también la especie de lo visto es en el ojo el
principio formal de la visión.
Pero hay que tener presente que, a veces, estas especies del objeto
están en la facultad cognoscitiva solamente en potencia; y entonces
sólo hay un conocimiento potencial; y para que
conozca en acto se precisa que la potencia cognoscitiva reciba de
hecho la especie. En cambio, si la tiene siempre en acto, puede
conocer por ella sin que previamente se produzca mutación o recepción
alguna. De lo cual se deduce que ser movido por el objeto no es
esencial al que conoce en cuanto que conoce, sino en cuanto que está
en potencia para conocer.
Por lo demás, para que la forma sea principio de acción, lo mismo da
que sea inherente a otro o sea subsistente por sí misma. Así, el calor
no calentaría menos por ser subsistente por sí mismo que por ser
inherente.
Así, pues, si en el orden de lo inteligible existe algo que sea forma
inteligible subsistente, se entenderá en sí mismo. Pero el ángel, por
ser inmaterial, es forma subsistente y por sí misma inteligible. Por
eso, hay que concluir que se entiende a sí mismo por su forma, que es
su sustancia.
A las objeciones:
1. El texto aducido está tomado de
la versión antigua, corregida por la nueva, en la que se lee: Además, ellos (los ángeles) conocen sus propias virtudes; en
lugar de lo que se leía en la antigua: Y además ignoran las propias
virtudes. Aunque también sería explicable el texto de la versión
antigua diciendo: Los ángeles no conocen enteramente su virtud como
procede del orden de la sabiduría divina, que para ellos es
incomprensible.
2. Si en nosotros no se da
conocimiento de los singulares corpóreos, no es en razón de la
singularidad, sino de la materia, principio de individuación. Si,
pues, hay cosas singulares que subsisten sin materia, como los
ángeles, nada impide que sean inteligibles en acto.
3. Ser movido y actuado le
corresponde al entendimiento en potencia. Esto no se da en el ángel, y
menos cuando se entiende a sí mismo. Además, la acción del
entendimiento no es de la misma naturaleza que la acción que vemos en
los cuerpos, ya que ésta pasa a otra materia.
Artículo 2:
Un ángel, ¿conoce o no conoce a otro?
lat
Objeciones por las que parece que un ángel no conoce a
otro:
1. El Filósofo, en el III De Anima, dice: Si el
entendimiento humano tuviese alguna naturaleza de las que hay en el
mundo de lo sensible, esta naturaleza que habría dentro de él
impediría la aparición de otra distinta. Ejemplo: Si la pupila
estuviese impregnada de algún color, no podría ver otros colores. Pero
lo que es el entendimiento humano para conocer lo corpóreo, lo es el
angélico para conocer lo inmaterial. Así, pues, como el entendimiento
angélico tiene en sí mismo una determinada naturaleza del número de
las inmateriales, parece que no puede conocer otros.
2. En el libro De Causis se dice: Toda inteligencia conoce lo que está por encima de ella en cuanto que
es causa suya, y lo que está por debajo en cuanto que es causado por
ella. Pero un ángel no es causa de otro. Por lo tanto, no conoce a
otro.
3. Un ángel no puede conocer a otro por la esencia del
mismo ángel que conoce, pues todo conocimiento pone la razón de
semejanza. Pero la esencia del ángel que conoce no es la semejanza de
la esencia del conocido más que en general, tal como dijimos (
q.50 a.4;
q.55 a.1 ad 3); en tal caso, un ángel no tendría de otro un
conocimiento propio, sino sólo general. Tampoco puede decirse que un
ángel conoce a otro por la esencia del ángel conocido, porque aquello
por lo que el entendimiento conoce es intrínseco a él, y sólo la
Trinidad penetra en el interior de la mente. Ni tampoco se puede decir
que lo conozca por medio de una especie, porque tal especie no sería
distinta del ángel conocido, ya que uno y otra son inmateriales. Por
lo tanto, de ninguna manera puede un ángel conocer a
otro.
4. Si un ángel entiende a otro, o lo entiende por alguna
especie innata, se seguiría entonces que, si Dios crease un nuevo
ángel, no podría ser conocido por los que ahora
existen; o por una especie tomada de las cosas, y en tal caso se
seguiría que los ángeles superiores no pueden conocer a los
inferiores, de quienes nada reciben. Así, pues, de ninguna manera
puede un ángel conocer a otro.
Contra esto: está lo que se dice en el libro De Causis: Toda inteligencia conoce lo incorruptible.
Respondo: Como escribe Agustín en II Super
Gen. ad litt., las cosas que preexistieron en la
Palabra de Dios desde la eternidad, emanaron de El de dos maneras.
1) Una, para que existiesen en el entendimiento angélico. 2) Otra, para que subsistiesen en sus propias naturalezas. En el
entendimiento angélico procedieron en cuanto que Dios imprimió en la
mente del ángel las semejanzas o especies de las cosas que produjo en
su ser natural. Pero en la Palabra de Dios existieron desde la
eternidad no sólo las razones de los seres corpóreos, sino las de
todas las criaturas espirituales. Por lo tanto, en cada una de las
criaturas espirituales fueron impresas por la Palabra de Dios todas
las razones de todos los seres, tanto de los corporales como de los
espirituales. Pero con la particularidad de que en cada ángel fue
impresa la razón de su especie según el ser natural y a la vez según
el ser inteligible, de modo que subsistiese en la naturaleza de su
especie y por ella se entendiese a sí mismo. En cambio, las razones de
las otras naturalezas, lo mismo espirituales que corporales, le fueron
impresas solamente con objeto de que por ellas conociese las
criaturas, tanto las espirituales como las corporales.
A las objeciones:
1. Como dijimos anteriormente (
q.50 a.4 ad 1.2), las naturalezas espirituales de los ángeles se distinguen
por un cierto orden o grado. Por esto, la naturaleza del ángel no
priva a su entendimiento de poder conocer las otras naturalezas
angélicas, dado que tanto las superiores como las inferiores le son
afines, y la diferencia entre ellos consiste solamente en diversos
grados de perfección.
2. La razón de causa y efecto no
influye en que un ángel conozca a otro más que por virtud de la
semejanza, en cuanto que lo causado y la causa son semejantes. Si,
pues, suponemos que entre los ángeles hay semejanza sin causalidad,
uno puede conocer a otro.
3. Un ángel conoce a otro por la
especie del otro que hay en su entendimiento, y que difiere del ángel
del que es semejanza, no como se diferencia lo material de lo
inmaterial, sino como lo natural de lo intencional. En efecto, el
ángel es una forma subsistente en su ser natural. En cambio, su
especie que está en el entendimiento de otro ángel no lo es, sino que
allí sólo tiene ser inteligible. Así sucede con la forma del color,
que, en la pared tiene ser natural, y en el medio transmisor solamente
ser intencional.
4. Dios hizo a cada una de las
criaturas proporcionada al universo que se había propuesto hacer. Por
lo tanto, si se hubiera propuesto hacer más ángeles o más naturalezas,
habría impreso más especies inteligibles en las mentes angélicas.
Ejemplo: Si el constructor de una casa hubiera querido hacerla más
grande habría puesto mayores cimientos. Por todo lo cual, se ve que lo
mismo es suponer que Dios añada alguna criatura al universo, o que
añada al ángel algunas especies inteligibles.
Artículo 3:
Los ángeles, por su naturaleza, ¿pueden o no pueden conocer a
Dios?
lat
Objeciones por las que parece que, por su naturaleza, los ángeles no
pueden conocer a Dios.
1. Dionisio, en el c.1 De Div. Nom., dice: Dios, por su superioridad incomprensible, está colocado sobre todas
las mentes celestes. Y añade: Porque está sobre toda sustancia
es inaccesible a todo conocimiento.
2. Más aún. Dios se halla a una distancia infinita del
entendimiento angélico. Pero lo que está a infinita
distancia no se puede alcanzar. Por lo tanto, parece
que el ángel con sus fuerzas naturales no puede conocer a
Dios.
3. Se dice en 1 Cor 13,12:
Ahora vemos como en un
espejo y oscuramente; entonces veremos cara a cara. De lo cual
parece deducirse que hay dos clases de conocimiento de Dios. 1)
Uno, por el que se le ve por su esencia, correspondiente a verle
cara a cara. 2)
Otro, por el que se ve en el espejo de las
criaturas. Pero el ángel, con sus medios naturales, no puede tener el
primero, como ha quedado demostrado (
q.12 a.4). Ni tampoco le
corresponde la visión como en un espejo, porque, como dice Dionisio en
el c.7
De Div. Nom., no toma su conocimiento
divino de las cosas sensibles. Por lo tanto, los ángeles, por sus
medios naturales, no pueden conocer a Dios.
Contra esto: para conocer, los ángeles son más poderosos que los
hombres. Pero los hombres con sus medios naturales pueden conocer a
Dios, según aquello de Rom 1,19: Lo cognoscible de Dios les es
manifiesto. Por lo tanto, con mayor motivo los
ángeles.
Respondo: Los ángeles pueden tener algún
conocimiento de Dios con sus medios naturales. Para demostrarlo, hay
que tener presente que algo puede ser conocido de tres maneras. 1)
Una, por la presencia de su esencia en quien conoce, como si la
luz se viese en el ojo. Esta es la manera como el ángel se entiende a
sí mismo, y que ya dijimos (
a.1). 2)
Otra, por la presencia de
la imagen en la facultad cognoscitiva. Así, una piedra es vista en el
ojo, debido a que en él está su semejanza. 3)
La tercera,
cuando la semejanza del objeto conocido no se toma inmediatamente del
mismo objeto, sino de otra cosa en la que aparece, como sucede cuando
vemos a un hombre en un espejo.
Así, pues, el conocimiento de Dios, que consiste en verle por su
esencia, se parece al primer modo de conocer. Esta clase de
conocimiento de Dios no lo puede tener ninguna criatura con sus medios
naturales. Al tercer modo corresponde el conocimiento que tenemos de
Dios en esta vida, cuando le conocemos por la semejanza divina
reflejada en las criaturas, según aquello de Rom 1,20: Lo invisible
de Dios se llega a conocer conociendo lo creado. Por eso se dice
que vemos a Dios en un espejo. En cuanto al conocimiento que el ángel
adquiere de Dios con sus medios naturales, es algo intermedio entre
las dos maneras mencionadas. Se parece al modo de conocer por el que
se ve el objeto por medio de especies obtenidas de él. Porque, como en
la naturaleza del ángel está impresa la naturaleza de Dios, el ángel
conoce a Dios por su propia esencia, en cuanto que ésta es una
semejanza divina, y, sin embargo, no ve la esencia divina porque
ninguna semejanza de lo creado es suficiente para representar la
esencia de Dios. De aquí que este conocimiento más bien se aproxime al
conocimiento como en un espejo, ya que la misma naturaleza angélica es
como un espejo que reproduce la imagen de Dios.
A las objeciones:
1. Dionisio está hablando del
conocimiento comprehensivo, como expresamente lo atestiguan sus
palabras. De este modo ningún entendimiento creado conoce a
Dios.
2. Por el hecho de que el
entendimiento y la esencia del ángel estén a una distancia infinita de
Dios, se sigue que no pueden comprenderle ni ver, por su naturaleza,
la esencia divina; pero no se sigue que no puedan tener conocimiento
alguno de Dios. Lo que sucede es que, así como Dios está a una
distancia infinita del ángel, así también el conocimiento que Dios
tiene de sí mismo dista infinitamente del que el ángel tiene de
Dios.
3. El conocimiento que el ángel
tiene de Dios ocupa el lugar medio entre estas dos clases de
conocimiento, si bien se aproxima más a una de ellas, como dijimos.