Por último, y después de haber tratado lo referente a la unidad de la
esencia divina, hay que hacerlo ahora sobre la bienaventuranza divina.
Esta cuestión plantea y exige respuesta a cuatro problemas:
Artículo 1:
La bienaventuranza, ¿le corresponde o no le corresponde a Dios?
lat
Objeciones por las que parece que la bienaventuranza no le
corresponde a Dios:
1. Según Boecio en el III De Consol., la
bienaventuranza es el estado perfecto por acumulación de todos los
bienes. Pero la acumulación de bienes no se da en Dios, como
ninguna composición. Luego la bienaventuranza no le corresponde a
Dios.
2. Según el Filósofo en I Ethic., la
bienaventuranza o felicidad es el premio a la virtud. Pero a
Dios no le corresponde el premio, como tampoco el mérito. Luego
tampoco la bienaventuranza.
Contra esto: está lo que dice el Apóstol en 1 Tim 6,15: A quien hará
aparecer en el momento oportuno el Dios bienaventurado, Único
poderoso, Rey de reyes, Señor de señores.
Respondo: La bienaventuranza le corresponde a
Dios en grado sumo. Pues con el nombre de bienaventuranza no se
entiende más que el bien perfecto de la naturaleza intelectual, a
quien le corresponde conocer la satisfacción del bien que posee; y a
quien le corresponde también dominar sus acciones y el que le
sobrevenga lo bueno o lo malo. Esto es propio del ser perfecto e
inteligente, que, en grado sumo, es Dios. Por lo tanto, la
bienaventuranza le corresponde a Dios en grado sumo.
A las objeciones:
1. La acumulación de bienes se da
en Dios, pero no por composición, sino por simplicidad. Porque lo que
en lo creado es múltiple en Dios preexiste de modo simple y único,
como ya se dijo anteriormente (q.4 a.2 ad 1; q.13 a.4).
2. Ser premio a
la virtud es algo accidental en la bienaventuranza adquirida; como
accidental es en el ser que sea término de generación en cuanto pasa
de potencia a acto. Así, pues, como Dios tiene ser sin haber sido
engendrado, así también tiene bienaventuranza sin necesidad de
merecimientos.
Artículo 2:
Dios, ¿es o no es llamado bienaventurado por razón del
entendimiento?
lat
Objeciones por las que parece que Dios no es llamado bienaventurado
por razón del entendimiento:
1. La bienaventuranza es el sumo bien. Pero el bien se atribuye a
Dios por esencia, porque el bien contempla al ser que, según Boecio en
el libro De Hebdomad., en Dios es esencial.
Luego la bienaventuranza se atribuye a Dios por razón de la esencia,
no del entendimiento.
2. La bienaventuranza tiene razón de fin. El fin, como el
bien, es el objeto de la voluntad. Luego la bienaventuranza se
atribuye a Dios por razón de la voluntad, no del entendimiento.
Contra esto: está lo que dice Gregorio en el XXXII Moralium: Es glorioso quien, para disfrutar de sí mismo, no
necesita las alabanzas ajenas. Ser glorioso significa ser
bienaventurado. Así, pues, como gozamos a Dios por el entendimiento,
ya que, como dice Agustín, la visión es toda la
recompensa, parece que la bienaventuranza hay que atribuirla a
Dios por el entendimiento.
Respondo: Tal como dijimos (a.1), la
bienaventuranza indica el bien perfecto de la naturaleza intelectual.
Por eso, así como todas las cosas desean su perfección, así también la
naturaleza intelectual desea ser bienaventurada. Lo más perfecto que
hay en la naturaleza intelectual es la operación intelectual por la
que, en cierto modo, lo capta todo. Por eso, la bienaventuranza de
cualquier naturaleza intelectual creada consiste en entender. Y en
Dios ser y entender son lo mismo, aunque se distinguen
conceptualmente. Por eso, a Dios hay que atribuirle la bienaventuranza
por razón del entendimiento; lo mismo cabe decir de los otros
bienaventurados, que son llamados así por participar de la
bienaventuranza divina .
A las objeciones:
1. Aquel argumento prueba que Dios
es bienaventurado esencialmente; pero no que la bienaventuranza le
corresponde por su esencia, sino más bien por razón del
entendimiento.
2. La bienaventuranza en cuanto
bien es el objeto de la voluntad. Pero el objeto es conocido antes del
acto de la potencia. Por eso, según nuestro modo de entender, la
bienaventuranza divina es anterior al acto de la voluntad que descansa
en ella. Y esto no puede darse más que por el acto del entendimiento.
Por eso la bienaventuranza está situada en el acto del
entendimiento.
Artículo 3:
¿Es o no es Dios la única bienaventuranza de los bienaventurados?
lat
Objeciones por las que parece que Dios es la única bienaventuranza de
los bienaventurados:
1. Como se demostró (q.6 a.2), Dios es el sumo bien. Y como también
se deduce de lo expuesto (q.11 a.3), es imposible que haya muchos
bienes sumos. Así, pues, como el sumo bien es la razón de
bienaventuranza, parece que la bienaventuranza no es otra cosa que
Dios mismo.
2. La bienaventuranza es el fin último de la naturaleza
racional. Pero ser el último fin de la naturaleza racional es algo que
sólo le corresponde a Dios. Luego la única bienaventuranza de los
bienaventurados es Dios.
Contra esto: según 1 Cor 15,41: Una estrella se diferencia de otra
por la claridad, la bienaventuranza de uno es mayor que la de
otro. Pero nada hay mayor que Dios. Luego la bienaventuranza es algo
distinto a Dios.
Respondo: La bienaventuranza de la naturaleza
intelectual consiste en el acto del entendimiento. En éste hay que
distinguir: el objeto del acto, que es lo inteligible; y el acto en sí
mismo, que es entender. Así, pues, la bienaventuranza, considerada por
parte del mismo objeto, es sólo Dios; pues en este sentido alguien
sólo es bienaventurado porque entiende a Dios, siguiendo lo que dice
Agustín en el V libro Confes.: Bienaventurado es quien te conoce, aunque ignore todo lo demás.
Pero por parte del acto del que entiende, la bienaventuranza es lo
creado en las criaturas bienaventuradas; aunque en Dios, también, en
este sentido, hay algo increado.
A las objeciones:
1. En cuanto al objeto, la
bienaventuranza es absolutamente el sumo bien. Pero en cuanto al acto,
en las criaturas bienaventuradas es el sumo bien, no absolutamente,
sino que entra en el género de bienes de los que puede participar la
criatura.
2. Como dice el
Filósofo, el fin puede ser que y por el
que, esto es, el objeto en sí mismo y su uso. Ejemplo: Para el
avaro el fin es el dinero y adquirir dinero. Así, pues, el fin último
de la criatura racional es Dios como objeto; y la bienaventuranza
creada lo tiene como uso, o mejor dicho, como disfrute del
objeto.
Artículo 4:
¿Está o no está incluida en la bienaventuranza de Dios toda
bienaventuranza?
lat
Objeciones por las que parece que en la bienaventuranza de Dios no
está incluida toda bienaventuranza:
1. Hay falsas bienaventuranzas. Pero en Dios nada puede ser falso.
Luego la bienaventuranza divina no contiene toda bienaventuranza.
2. Para algunos, hay una bienaventuranza que consiste en
cosas materiales, como placeres, riquezas y similares; y esto no es
aplicable a Dios, ya que es incorpóreo. Luego su bienaventuranza no
contiene toda bienaventuranza.
Contra esto: está el hecho de que la bienaventuranza es una perfección.
Y, como quedó demostrado (q.4 a.2), la perfección divina contiene toda
perfección. Luego la bienaventuranza divina contiene toda
bienaventuranza.
Respondo: Todo lo que es deseable en cualquier
bienaventuranza, verdadera o falsa, preexiste totalmente y de forma
sublime en la bienaventuranza divina. Con respecto a la dicha
contemplativa, se contempla y lo contempla todo con una ininterrumpida
y clarísima visión. Con respecto a la dicha activa, gobierna el
universo entero. Con respecto a la dicha terrena, consistente en
placeres, riquezas, poder, dignidad y fama, tal como dice Boecio en
III De Consol., tiene todo el gozo que
cualquiera puede tener; con respecto a las riquezas, tiene toda la
abundancia que las riquezas pueden dar; con respecto al poder, es
omnipotente; con respecto a la dignidad, todos los grados están en El;
y con respecto a la fama, es admirado por todos.
A las objeciones:
1. Una bienaventuranza es falsa por
no reunir lo propio de la verdadera. En este sentido, no le
corresponde a Dios. No obstante, en lo que tenga de semejanza, por
tenue que sea, con la bienaventuranza verdadera, preexiste totalmente
en la bienaventuranza divina.
2. Los bienes que están
materialmente en los seres corporales, en Dios están espiritualmente,
tal como El es.
Todo lo tratado sobre la unidad de la esencia divina puede ser tenido ya por suficiente (q.2 intr).