Artículo 1:
El mundo, ¿está o no está gobernado por alguien?
lat
Objeciones por las que parece que el mundo no está gobernado por
alguien:
1. Gobernadas lo son aquellas cosas que se mueven u obran por un fin.
Pero las cosas naturales, que constituyen una gran parte del universo,
no se mueven ni obran por un fin, porque no lo conocen. Por lo tanto,
el mundo no es gobernado.
2. Aquellas cosas que tienden a algo son las que propiamente
están gobernadas. Pero no parece que el mundo se mueva hacia algo,
sino que permanece estable en sí mismo. Por lo tanto, el mundo no es
gobernado.
3. Lo que necesariamente está ordenado a algo, no
necesita que le gobiernen desde fuera. Pero las partes más importantes
del mundo están como necesariamente determinadas a algo en sus
acciones y movimientos. Por lo tanto, el mundo no necesita ser
gobernado.
Contra esto: está lo que se dice en Sab 14,3: Mas Tú, ¡oh Padre!
gobiernas todas las cosas providencialmente. Y Boecio, en el
libro De consol. dice: ¡Oh Tú, que gobiernas
el mundo con sabiduría eterna!
Respondo: Algunos antiguos filósofos
negaron que el mundo fuera gobernado, afirmando que todo sucedía por pura casualidad. Pero esta opinión es claramente inadmisible por dos razones. 1) Primero, por algo que es observable en las mismas cosas. Pues vemos que en las cosas naturales acontece siempre, o casi siempre, lo que es mejor. Esto no sería así a no ser que estuviesen providencialmente dirigidas hacia un fin bueno; y en esto consiste ser gobernado. Así, pues, el mismo orden constante del universo deja patente que el mundo está gobernado. Ejemplo: Al entrar en una casa limpia y ordenada, de tal limpieza y orden deducimos la razón ordenadora de quien la habita. Este ejemplo lo trae a colación Tulio en el libro
De natura deorum citando a Aristóteles.
2) Segundo, cuando consideramos la bondad divina, que ha dado
origen a todas las cosas, como ya hemos dejado asentado (q.44 a.4; q.65 a.2). Pues, por ser condición de las cosas mejores producir
mejores efectos, no es compatible con la suma
bondad de Dios que no conduzca hacia la perfección a las cosas
creadas por El. Pues la perfección última de cada cosa se centra en la
consecución del fin. Por eso, a la bondad divina pertenece el que, así
como produce el ser de las cosas, así también las lleve a sus fines.
Esto es gobernarlas.
A las objeciones:
1. Moverse y obrar por un fin es
algo que sucede de dos maneras. Una, dirigiéndose el agente a
sí mismo hacia el fin, como lo hacen el hombre y las demás criaturas
racionales. Este modo exige el tener concepto del fin y de los medios
o cosas que son para tal fin. Otra manera es cuando las cosas
tienden al fin movidas o dirigidas hacia él por otro. Ejemplo: La
flecha es lanzada en dirección al blanco por el arquero, que conoce el fin que la flecha desconoce. Así, pues, de la misma manera que el movimiento de la flecha hacia un punto determinado indica claramente que es dirigida hacia él por alguien que conoce este punto, así también, el curso regular y constante de los seres naturales es una prueba evidente de que el mundo está gobernado por alguna inteligencia.
2. En todo ser creado hay algo
permanente, al menos la materia prima, y hay algo también sometido a
movimiento, si bajo el concepto de movimiento se incluye la operación.
Para lo uno y para lo otro las cosas tienen necesidad de ser
gobernadas; pues hasta la misma materia que hay en ellas
permanentemente volvería a la nada, de donde salió, si no fuera
preservada por la mano de quien la rige, como se demostrará más
adelante (q.104, a.1).
3. Esta misma necesidad natural
inherente a las cosas que están determinadas a un fin es algo
estampado en ellas por la acción de Dios que las dirige, como la
necesidad con que está impulsada la flecha para dirigirse a un blanco
fijo es un efecto del que la dispara y no de ella misma. Sin embargo,
hay una diferencia: Lo que las criaturas reciben de Dios, les es
natural. Pero lo que se hace por el hombre en las cosas naturales no
según la condición de éstas, tiene carácter de violento. De ahí que,
como la necesidad violenta en el movimiento de la flecha manifiesta la
dirección del arquero, así la necesidad natural de las criaturas
demuestra el gobierno de la Providencia divina.
Artículo 2:
El fin del gobierno del mundo, ¿está o no está fuera del
mundo?
lat
Objeciones por las que parece que el fin del gobierno del mundo no es
algo que está fuera del mundo:
1. El fin del gobierno de una cosa es aquello a lo que la conduce el
que la gobierna. Pero el término que se apunta a la dirección de una
cosa es algún bien no extrínseco a la misma cosa. Ejemplo: La salud a
que se conduce al enfermo es un bien intrínseco de éste. Por lo tanto,
el fin de la gobernación de las cosas no es algún bien extrínseco,
sino intrínseco a ellas.
2. El Filósofo, en I Ethic. dice: Entre los fines, unos son operaciones y otros son obras, esto es,
efectos de operaciones. Nada que esté totalmente fuera del universo
puede ser efecto o cosa hecha; y respecto de la operación, ésta es
siempre inherente al que la ejecuta. Por lo tanto, nada fuera del
mundo puede ser fin del gobierno del mundo.
3. El bien de la multitud parece ser el orden y la paz
que es la tranquilidad del orden, como dice Agustín en XIX De Civ. Dei Pero el mundo consiste en una cierta
multitud de cosas. Por lo tanto, el fin del gobierno del mundo es el
orden pacífico que está en las mismas cosas. Por lo tanto, el fin del
gobierno de las cosas no es un bien extrínseco a ellas.
Contra esto: está lo que se dice en Prov 16,4: Por sí mismo lo ha
hecho todo el Señor. Pero Dios está fuera de todo orden del
universo. Por lo tanto, el fin de las cosas es un bien extrínseco a
ellas.
Respondo: Porque el fin responde al principio,
no se puede ignorar cuál es el fin de las cosas, conocido su
principio. Así, pues, al ser el principio de las cosas extrínseco a
todo el universo, es decir, Dios, como quedó demostrado (
q.44 a.1),
necesariamente el fin de las mismas cosas ha de ser también algún bien
extrínseco a ellas.
Razonémoslo. Es evidente que el bien tiene carácter de fin. Vemos que
el fin particular de cada cosa es un bien particular, y también que el
fin universal de todas las cosas es un bien universal. El bien
universal es aquel que, en cuanto tal, es bien.
Equivale a decir que esencialmente es bien o es la esencia de la
bondad. El bien particular es aquel que es bien por participación. Por
lo demás, es evidente que, en todo el conjunto de las criaturas,
ninguna es buena a no ser que lo sea por participación. Por lo tanto,
el bien que es fin de todo el universo, por necesidad ha de estar
fuera del mismo universo.
A las objeciones:
1. El bien puede conseguirse de
varias maneras. O a modo de una forma que está en nosotros, como se
consigue la salud y la ciencia, o como algo ejecutado en nosotros,
como consigue su fin el constructor al edificar una casa. O
adquiriendo su posesión o dominio, como consigue el fin el comprador
de un campo al poseerlo. No hay, pues, inconveniente alguno en que el
fin del universo sea algún bien extrínseco al mismo
universo.
2. El Filósofo hace
la división de fines refiriéndose a las artes. De éstas, unas tienen
por fin la ejecución misma del arte. Ejemplo: Fin del citarista es
tocar la cítara. Mientras que otras tienen por fin algo realizado.
Ejemplo: Fin del constructor no es construir, sino la casa. Además,
una cosa extrínseca puede ser fin no solamente en cuanto hecha o
ejecutada, sino también como poseída o tenida, o, incluso, como
representada. Ejemplo: Decimos que Hércules es el fin de la imagen que
de él se hace para representarle. Por lo tanto, se
puede decir que el bien extrínseco a todo el universo es fin del
gobierno de los seres en cuanto bien obtenido y en cuanto bien
representado. Porque a ése tienden por naturaleza todas las cosas: A
participar del bien, y a asemejarse a él en lo posible.
3. Ciertamente, es fin del
universo algo que está en él, esto es, el orden del universo mismo.
Pero semejante bien no es fin último, sino fin ordenado a otro bien
extrínseco como a fin último. Algo así como la disposición del
ejército se ordena al jefe, como se dice en XII Metaphys.
Artículo 3:
El mundo, ¿está o no está gobernado por uno solo?
lat
Objeciones por las que parece que el mundo no está gobernado por uno
solo:
1. Por los efectos juzgamos la causa. Pero del gobierno de las cosas
parece desprenderse que éstas no están gobernadas ni obran
uniformemente, pues unas existen contingentemente y otras
necesariamente; amén de otras diferencias que hay entre ellas. Por lo
tanto, el mundo no está gobernado por uno solo.
2. Las cosas gobernadas por uno solo no disienten entre sí,
a no ser por la impericia o la impotencia del que las gobierna. Nada
de todo esto puede suponerse de Dios. Pero las cosas creadas disienten
entre sí y están en lucha unas con otras, como se ve claramente en las
que son contrarias. Por lo tanto, el mundo no está gobernado por uno
solo.
3. En la naturaleza se da siempre lo mejor. Mejor es
estar dos juntos que uno solo, como se dice en Ecl 4,9. Por lo
tanto, el mundo no está gobernado por uno solo, sino por
varios.
Contra esto: confesamos que no hay más que un solo Dios y un solo Señor,
según aquello del Apóstol en 1 Cor 8,6:
Para nosotros no hay más
que un solo Dios, Padre y Señor. Pero el gobierno va
unido a ambas cosas. Pues al Señor le corresponde
gobierno de los súbditos, y el nombre de Dios está tomado de
providencia, como dijimos (
q.13 a.8). Por lo tanto, el mundo está
gobernado por uno solo.
Respondo: Necesariamente debemos afirmar que el
mundo está gobernado por uno solo. Siendo el fin del gobierno del
mundo lo que es esencialmente bueno, que es lo mejor, necesariamente
el modo del gobierno del mundo ha de ser también el mejor. Y el mejor
gobierno es el de uno solo, pues gobernar es dirigir los gobernados al
fin, que es un bien. La unidad es esencial a la bondad, como prueba
Boecio en III De consol. por el hecho de que,
como todas las cosas buscan su bien, también todas buscan su unidad,
sin la que no pueden existir. Pues en tanto existe una cosa en cuanto
que es una. Por eso vemos cómo todas las cosas se resisten en la
medida de lo posible a ser divididas; y cómo no se separan los
elementos componentes de cada una de ellas, a no ser por defecto de la
misma cosa. Esta es la razón de que la meta del que gobierna una
multitud sea la unidad o la concordia. Ahora bien, la causa de la
unidad es lo que es uno esencialmente. Está claro que muchos no pueden
unir y concordar cosas diversas si ellos mismos no están de algún modo
unificados. Por otra parte, lo que es uno esencialmente, puede causar
la unidad mejor y más propiamente que muchos unidos. Por eso, la
multitud es mejor gobernada por uno que por muchos. Por lo tanto, el
gobierno del mundo, que es el mejor, está bajo un solo gobernante.
Esto es lo que dice el Filósofo en XII Metaphys.: Los seres se resisten a ser mal gobernados; y el mando de muchos
no es bueno, debiendo, por tanto, ser uno solo el gobernante.
A las objeciones:
1. Movimiento es la
actuación
del móvil por el motor. La diversidad de movimientos proviene de
la diversidad de móviles que exige el universo para su perfección,
como dijimos (
q.47 a.1.2;
q.48 a.2), y no de la pluralidad de
gobernantes.
2. Aunque las cosas contrarias
disienten en cuanto a sus fines próximos, convienen en cuanto a su fin
último, estando todas dentro de un orden único del
universo.
3. Hablando de bienes
particulares, dos son mejor que uno. Pero al que es esencialmente
bueno nada se le puede añadir a su bondad.
Artículo 4:
El efecto del gobierno del mundo, ¿es uno o muchos?
lat
Objeciones por las que parece que el efecto del gobierno del mundo es
uno solo y no son muchos:
1. El efecto del gobierno parece ser aquello que, por medio de la
gobernación, se produce en lo gobernado. Pero esto es una sola cosa:
el bien del orden. Ejemplo: Un ejército. Por lo tanto, el efecto del
gobierno del mundo es uno solo.
2. Naturalmente, de la unidad no procede sino la unidad.
Pero el gobernador del mundo es uno, como quedó demostrado (
a.3). Por
lo tanto, el efecto del gobierno debe ser también uno.
3. Si a pesar de la unidad del gobernante no es uno solo
el efecto del gobierno, es que éste se hace múltiple por razón de la
multitud de cosas gobernadas. Pero estas cosas son para nosotros
innumerables. Por lo tanto, los efectos del gobierno no pueden
reducirse a un número determinado.
Contra esto: está lo que dice Dionisio: La Deidad
mantiene y colma por sí misma todas las cosas con providencia y bondad
perfecta. Pero el gobierno es parte de la providencia. Por lo
tanto, el gobierno tiene efectos determinados.
Respondo: El efecto de una acción cualquiera
puede deducirse del fin de la misma, pues la operación es medio por el
que se llega al fin. Pero el fin del gobierno del mundo es el bien por
esencia, a cuya participación y asimilación tienden todos los seres. El efecto del gobierno
puede ser juzgado bajo tres aspectos. 1) Primero, atendiendo al
fin mismo. El efecto del gobierno, bajo este aspecto, es uno solo,
esto es, asemejarse al sumo bien. 2) Puede estimarse también el efecto
del gobierno por parte de aquellas cosas por medio de las cuales la
criatura llega a asemejarse a Dios; bajo este aspecto los efectos del
gobierno en general son dos. Porque las criaturas tienden a asemejarse
a Dios en cuanto a dos aspectos: En cuanto a ser buenas, como Dios es
bueno; y en cuanto a ser unas para otras causa de bien, como Dios es
causa de la bondad de todos los demás seres. Por lo tanto, son dos los
efectos del gobierno: la conservación de las cosas en el bien y la
moción de las cosas al bien. 3) Tercero, pueden considerarse
los efectos del gobierno en particular. Bajo este aspecto, para
nosotros son innumerables.
A las objeciones:
1. El orden del universo lleva
consigo la conservación de la diversidad de seres creados por Dios y
la moción de los mismos, porque bajo ambos aspectos están ordenadas
las cosas; por cuanto unas son mejores que otras, y unas influyen en
otras.
2-3. La respuesta está incluida en lo expuesto.
Artículo 5:
¿Está o no está todo sometido al gobierno divino?
lat
Objeciones por las que parece que no está todo sometido al gobierno
divino:
1. Se dice en Ecl 9,11: Vi debajo del sol que no es de los ágiles
el correr, ni de los valientes el vencer, ni de los sabios el pan, ni
de los entendidos la riqueza, ni de los cuerdos el favor, sino que el
tiempo y la casualidad en todo están mezclados. Pero las cosas que
están sometidas al gobierno de alguien no son casuales. Por lo tanto,
las cosas que están debajo del sol no están sometidas al gobierno
divino.
2. Dice el Apóstol en 1 Cor 9,9: Dios no cuida de los
bueyes. Pero cada uno se ocupa de lo que gobierna. Por lo tanto,
no todo está sometido al gobierno divino.
3. Lo que puede gobernarse a sí mismo no parece
necesitar de otro que lo gobierne. Pero la criatura racional puede
gobernarse a sí misma, pues tiene dominio sobre sus actos, y obra por
sí misma, y no sólo es movida por otro, que parece ser lo propio de
las cosas gobernadas. Por lo tanto, no todas las cosas están sometidas
al gobierno divino.
Contra esto: está lo que dice Agustín en V De Civ. Dei: Dios no sólo no abandona el cielo y la tierra o al
hombre o al ángel, sino que ni tan siquiera deja sin la debida
proporción de partes el organismo del más diminuto y despreciable ser
animado, ni la pluma del ave, ni la florecilla de la hierba, ni las
hojas del árbol. Por lo tanto, todas las cosas están sometidas a
su gobierno.
Respondo: Por lo mismo que Dios es creador de
las cosas, también es gobernador de ellas. Porque a uno mismo
pertenece dar origen a las cosas y llevarlas a su perfección, que es
función propia del gobernante. Pero Dios es causa, no particular de un
solo género de cosas, sino universal de todo ser, como quedó
demostrado anteriormente (
q.44 a.1.2). Por lo tanto, así como nada
puede existir sin haber sido creado por Dios, de igual modo nada puede
haber que no esté sometido al gobierno divino.
Esto mismo aparece también claramente si se tiene en cuenta la
condición del fin. Pues a tanto se extiende la acción
del que gobierna a cuanto puede extenderse el fin de su gobierno. Pero
el fin del gobierno divino es la misma bondad divina, como se ha dicho
(a.2). Por lo tanto, no pudiendo haber nada que no esté ordenado a la
bondad divina como al fin, según puede deducirse de todo lo dicho
(q.44 a.4; q.65 a.2), es imposible que alguno de los seres quede fuera
del gobierno divino.
Así, pues, fue torpe la opinión de quienes decían que estas cosas
corruptibles que nos rodean, o las singulares, o incluso las cosas
humanas, no son gobernadas por Dios. De ellos se dice en Ez 9,9: El
Señor abandonó la tierra.
A las objeciones:
1. Se dice estar bajo el sol
aquellas cosas que se engendran y corrompen siguiendo el curso del
sol. En todas estas se da la casualidad. Pero no en el sentido de que
sea casual todo lo que en ellas sucede, sino en cuanto que en
cualquiera de ellas puede haber algo casual. Pero esto mismo demuestra
que están sometidas al gobierno de alguien. Porque si las cosas
corruptibles no estuviesen regidas por algún principio superior, a
nada tenderían especialmente las que carecen de conocimiento, y, así,
nada ajeno a la intención les sucedería, en lo cual se hace consistir
la casualidad. Por eso, para indicar que las cosas casuales suceden
según el orden de alguna causa superior, no dice simplemente el texto
sagrado que vio en todo la casualidad, sino que vio el tiempo y la
casualidad; porque los defectos casuales se encuentran en estas
cosas según algún orden del tiempo.
2. Todo gobierno implica algún
cambio causado por el gobernante en las cosas gobernadas. Pero el
movimiento o cambio es una actuación del móvil por el motor,
como se dice en III Physic. Y la actuación es
siempre proporcional a quien lo efectúa. Así se explica que diversos
móviles se muevan diversamente incluso bajo la moción de un mismo
motor. Así, pues, conforme a un plan único de Dios que las gobierna,
las cosas son gobernadas diversamente según su diversidad. Pues hay
algunas que, conforme a su naturaleza, obran por sí mismas en cuanto
que tienen dominio de sus actos. Estas son gobernadas por Dios no
solamente en cuanto son movidas por Dios mismo, que obra en ellas
interiormente, sino también en cuanto que por El son inducidas al bien
y retraídas del mal por medio de mandatos y prohibiciones, premios -y
castigos. Está claro que no pueden ser gobernadas por Dios de este
modo las criaturas irracionales, que son sólo determinadas, sin
determinarse ellas a sí mismas. Por lo tanto, cuando el Apóstol dice
que Dios no se ocupa de los bueyes, no lo excluye totalmente de los
cuidados del gobierno divino, sino sólo en cuanto al modo que es
propio de la criatura racional.
3. La criatura racional puede
gobernarse a sí misma por su entendimiento y voluntad; pero ambas
potencias necesitan ser regidas y perfeccionadas por el entendimiento
y la voluntad de Dios. Así, pues, sobre el gobierno con que la
criatura racional se gobierna a sí misma en cuanto que es dueña de sus
actos, necesita ser gobernada por Dios.
Artículo 6:
¿Está o no está todo gobernado directamente por Dios?
lat
Objeciones por las que parece que todo está gobernado directamente
por Dios:
1. Gregorio Niseno reprueba la opinión de Platón, que
admite tres clases de providencia: una del Dios supremo, que provee
las cosas celestes y todas las universales; otra de los dioses de
segundo orden, que residen alrededor del cielo y se ocupan de lo
sometido a generación y corrupción; una tercera providencía, atribuida a ciertos espíritus, que vigilan sobre la tierra las acciones humanas. Por lo tanto, parece que Dios gobierna directamente todas las cosas.
2. Mejor es que algo sea hecho por uno que por muchos, si es
posible, como se dice en VIII Physic. Pero Dios
puede gobernar todas las cosas por sí mismo sin necesidad de causas
intermedias. Por lo tanto, parece que Dios gobierna directamente todas
las cosas.
3. En Dios no hay nada defectuoso o imperfecto. Pero el
gobernar por medio de otros parece delatar incapacidad en el
gobernante, como lo vemos en los reyes de la tierra, que, por no
bastarse para hacer por sí mismos todas las cosas, y porque no pueden
estar siempre presentes en todo su reino, tienen necesidad de echar
mano de ministros para el gobierno. Por lo tanto, Dios gobierna
directamente todas las cosas.
Contra esto: está lo que dice Agustín en III De Trin.: Así como los cuerpos toscos e inferiores son regidos con cierto orden por otros cuerpos más potentes y sutiles, así también todos los cuerpos lo son por un espíritu vital; y el espíritu de vida que carece de razón lo es por su espíritu racional; y el alma desertora e inmunda, por el alma justa y santa, que, a su vez, lo es por el mismo Dios.
Respondo: En el gobierno hay que tener
presentes dos aspectos: el plan de la gobernación, que es la
providencia propiamente dicha, y la ejecución de dicho plan. Por lo
que se refiere al plan de gobernación, Dios gobierna directamente
todas las cosas. En cuanto a la ejecución de dicho plan, Dios gobierna
unas cosas por medio de otras.
El porqué de esto radica en que, siendo Dios la esencia misma de la
bondad, cada cosa se debe atribuir a Dios según lo mejor que en ella
hay. Pero lo mejor en todo género de conocimiento práctico, como lo es
el plan de la gobernación, consiste en que se conozcan las cosas
particulares, sobre las que se centra el acto u operación de la razón
práctica. Ejemplo: El mejor médico es el que no se queda en la
consideración de generalidades, sino que desciende hasta los más
mínimos detalles. En otros casos puede decirse lo mismo. Por lo tanto,
necesariamente se ha de admitir que Dios lo dispone todo, hasta los
más mínimos detalles, en el plan de la gobernación.
Sin embargo, como es fin de la gobernación llevar mediante ella a la
perfección las cosas gobernadas, tanto mejor será el gobierno cuanto
mayor perfección se consiga por el gobernante para las cosas
gobernadas. Ahora bien, mayor perfección es si una cosa, además de ser
buena en sí misma, puede ser causa de bondad para otras, que si
únicamente es buena en sí misma. Y, por eso, de tal modo Dios gobierna
las cosas, que hace a unas ser causas de otras en la gobernación; como
un maestro que no sólo hace instruidos a sus discípulos, sino que los
hace además capaces de instruir ellos a otros.
A las objeciones:
1. La opinión de Platón es
reprensible por afirmar, incluso en cuanto al plan o disposición de la
gobernación, que Dios no gobierna inmediatamente todas las cosas. Que
Platón afirmase esto, se desprende de que dividía en tres la
providencia, que es el plan de la gobernación.
2. Si gobernase Dios solo, se
privaría a las criaturas de la perfección causal, y, por tanto, el
conjunto hecho por uno sólo no resultaría mejor que hecho por
muchos.
3. El tener un rey terreno
ministros, ejecutores de su gobernación, no se debe solamente a su
insuficiencia, sino también a su dignidad regia, porque la potestad
regia se reviste de mayor esplendor con el aparato de los
ministros.
Artículo 7:
¿Puede o no puede suceder algo fuera de lo establecido por el
gobierno divino?
lat
Objeciones por las que parece que puede suceder algo
fuera de lo establecido por el gobierno divino:
1. Boecio, en III De Consol., dice: Dios
dispone todas las cosas para el bien. Por lo tanto, si nada sucede
fuera del gobierno divino, se seguiría que no habría ningún mal en las
cosas.
2. Nada casual hay en lo que acontece según la preordenación
de algún gobernante. Por lo tanto, si en las cosas nada sucede fuera
del orden del gobierno divino, nada será ni fortuito ni
casual.
3. El orden del gobierno divino es fijo e inmutable,
conforme a la razón eterna. Por lo tanto, si nada puede acontecer en
las cosas fuera del orden del gobierno divino, se seguiría que todas
las cosas suceden por necesidad y que nada es contingente en ellas.
Esto es inadmisible. Por lo tanto, puede suceder algo en las cosas
fuera del orden del gobierno divino.
Contra esto: está lo que se dice en Ester 13,9: Señor, Dios, Rey
Omnipotente, Tú eres dueño de todo. Señor, nada hay que pueda
resistirte.
Respondo: Es posible que algo suceda fuera del
orden de una causa particular, pero no que suceda fuera del orden de
la causa universal. El porqué de esto radica en que, para que algo
suceda fuera del orden de una causa particular, es necesario que
intervenga alguna otra causa particular, la cual, necesariamente, está
dentro del orden de la causa universal primera. Ejemplo: La
indigestión se da fuera del orden de la potencia nutritiva debido a
algún impedimento, como lo puede ser la grasa, que proviene de otra
causa. Y así sucesivamente hasta llegar a la causa universal. Por lo
tanto, por ser Dios la causa universal primera, no ya de un solo
género, sino de todo el ser, es imposible que algo suceda fuera del
orden del gobierno divino. En realidad, por el mero hecho de que algo
parece salirse en parte del orden de la providencia, atendiendo a una
causa particular, necesariamente viene a caer dentro de este mismo
orden por razón de otra causa también particular.
A las objeciones:
1. Quedó demostrado (
q.48 a.3) que
en el mundo no hay nada que sea totalmente malo, puesto que el mal no
existe sino en el bien. Una cosa es llamada mala en tanto se sale del
orden de algún bien particular. Si estuviera totalmente fuera del
orden del gobierno divino, carecería totalmente de
ser.
2. Cuando se dice que algo es
casual en las cosas, se entiende con respecto a determinadas causas
particulares, fuera de cuyo orden se verifica. Pero respecto de la
Providencia divina, nada sucede en el mundo por casualidad,
como dice Agustín en el libro Octoginta trium quaest.
3. Cuando se dice que algunos
efectos son contingentes, se entiende en orden a sus causas próximas,
que pueden fallar en su obrar. No como si algo estuviera fuera
totalmente del orden del gobierno divino. El hecho mismo de que algo
suceda fuera del orden de una causa próxima se debe a alguna otra
causa sometida al gobierno divino.
Artículo 8:
¿Puede o no puede oponerse algo a lo establecido por el gobierno
divino?
lat
Objeciones por las que parece que algo puede oponerse a lo
establecido por el gobierno divino:
1. Se dice en Is 3,8: Su lengua y su corazón están contra el
Señor.
2. Más aún. Ningún rey castiga con justicia a los que no se
oponen a sus órdenes. Por lo tanto, si nada va contra la ordenación
divina, nada sería con justicia castigado por Dios.
3. Todas las cosas están sometidas al orden del gobierno
divino. Pero algunas van contra otras. Por lo tanto, hay algunas cosas
que se oponen al gobierno divino.
Contra esto: está lo que dice Boecio en III De Consol.: No hay nada que quiera ni pueda oponerse al Sumo Bien. Pues el Sumo Bien rige todas las cosas con poder y las gobierna con suavidad, como se dice en Sab 8,1 respecto de la sabiduría divina.
Respondo: El orden de la Providencia divina
puede ser considerado de dos modos:
Universalmente, esto es, en cuanto procede de la causa que
gobierna todo el universo; o
en particular, en relación con
alguna causa particular ejecutora del gobierno divino. Del primer
modo, nada va contra el orden del gobierno divino.
Primero, por
el hecho de que el orden del gobierno divino lo dirige todo hacia el
bien, y cada cosa particular no tiende sino hacia el bien de su
operación e intento, pues
nadie obra con miras al mal, como
dice Dionisio.
Segundo, y como dijimos (
a.1 ad 3;
a.5 ad 2), toda tendencia de los seres, natural o voluntaria, no es
más que un impulso de la primera causa en ellos. Ejemplo: La dirección
de la flecha hacia el blanco no es más que el impulso dado por el
arquero. Por eso, todas las cosas que obran, sea natural o
voluntariamente, llegan como por impulso propio a aquello a que están
ordenadas por la sabiduría divina. Por eso se dice que Dios
dispone todas las cosas con suavidad.
A las objeciones:
1. Se dice que algunos piensan o
hablan y obran en contra de Dios no porque totalmente contraríen el
orden del gobierno divino, puesto que incluso los pecadores se
proponen algún bien, sino porque se oponen a algún bien particular que
les es conveniente según su naturaleza o estado. Por eso son con
justicia castigados por Dios.
2. La respuesta está incluida en lo expuesto.
3. El hecho de que unas cosas se
opongan a otras indica que puede contrariarse el orden divino en
cuanto que éste procede de alguna causa particular, pero no en cuanto
al orden total, que procede de la causa universal.