Ahora hay que tratar lo referente al Paraíso como lugar del hombre.
Esta cuestión plantea y exige respuesta a cuatro problemas:
Artículo 1:
El Paraíso, ¿es o no es un lugar corpóreo?
lat
Objeciones por las que parece que el Paraíso no es un lugar
corpóreo:
1. Dice Beda: El Paraíso llega hasta el círculo
lunar. Pero ningún lugar terreno puede ser así; ya porque iría
contra la naturaleza de la tierra el que se elevase tanto, ya porque
bajo la esfera lunar está la región de fuego, que consumiría la
tierra. Por lo tanto, el Paraíso no es un lugar corpóreo.
2. La Escritura, en Gén 2,10ss., menciona los cuatro ríos
que nacen en el Paraíso. Los ríos que allí se mencionan, tienen su
origen en otras regiones, como aparece también indicado por el
Filósofo en el libro Meteor.. Por lo tanto, el
Paraíso no es un lugar corpóreo.
3. Algunos exploraron minuciosamente todos
los lugares de la tierra habitable, y, sin embargo, no mencionan para
nada un lugar llamado Paraíso. Por lo tanto, no parece que sea
un lugar corpóreo.
4. En Gén 2,9 se nos describe cómo en el Paraíso estaba el
árbol de la vida. Pero el árbol de la vida es algo espiritual. Pues se
dice en Prov 3,18, a propósito de la Sabiduría: Es árbol de vida
para quien la alcanza. Por lo tanto, el Paraíso no es un lugar
corpóreo, sino espiritual.
5. Si el Paraíso es un lugar corporal, es necesario que
los árboles del Paraíso también lo sean. Pero parece que no es así, ya
que los árboles corpóreos fueron producidos el tercer día, y, tal como
se lee en Gén 2,8-9, los árboles del Paraíso fueron plantados después
de la obra de los seis días. Por lo tanto, el Paraíso no es un lugar
corpóreo.
Contra esto: está lo que dice Agustín en VIII Super Gen. ad litt.: Hay tres opiniones bastante extendidas sobre el
Paraíso: Una, sostenida por aquellos que sólo quieren entender el
Paraíso como algo corporal. Otra, por aquellos que sólo lo quieren
entender como algo espiritual. La tercera, y es la que más me agrada,
la sostienen aquellos que lo toman en ambos sentidos.
Respondo: Escribe Agustín en XIII De Civ.
Dei: Las cosas que pueden ayudar a un conocimiento
espiritual del Paraíso, sean bienvenidas, pero siempre que creamos que
es cierta aquella historia que nos cuenta fielmente lo que pasó en
realidad. Lo que la Escritura cuenta del Paraíso, lo hace como
narración histórica. Aquellas cosas que la Escritura nos transmite de
esta forma, hay que admitir un fundamento histórico real, al que se le
pueden añadir comentarios espirituales. Por lo
tanto, el Paraíso, tal como escribe Isidoro en el libro Etymol., es un lugar situado en las regiones del Oriente y cuya
palabra griega equivale en latín a Huerto. Correctamente es
colocado en el oriente, ya que hay que asignarle el lugar más digno de
la tierra. Pues, según el Filósofo en II De Caelo, el oriente está a la derecha del cielo, y la
derecha tiene más dignidad que la izquierda. Por lo tanto, fue
conveniente que el Paraíso terrenal fuera situado por Dios en
oriente.
A las objeciones:
1. Si lo dicho por Beda se toma al
pie de la letra, no es verdadero. Sin embargo, puede decirse que llega
hasta la esfera lunar por cierta semejanza con lo agradable de aquel
lugar, porque allí, como dice Isidoro, hay una
temperatura permanentemente blanda, pareciéndose, de este modo,
a los cuerpos celestes, en los que no hay altibajos. Sin embargo, si
se hace una mención especial de la esfera lunar, se debe a que es el
extremo del mundo celeste más cercano a nosotros, y, también, a que la
luna es el cuerpo celeste más parecido a la tierra, puesto que tiene
ciertas tinieblas nebulosas, que recuerdan la oscuridad.
Algunos dicen que el Paraíso llegaba hasta la esfera lunar, esto es, hasta la capa divisoria del aire, en donde se producen los vientos y las lluvias, porque a la luna se le asigna el poder de la evaporación. De ser así, aquel lugar no sería adecuado ni habitable, bien por su intemperie, bien por no ser adaptable al hombre, como lo es el aire más cercano a nosotros.
2. Como dice Agustín en VIII Super Gen. ad litt.: Puesto que el lugar del
Paraíso es ya tan distante al conocimiento humano, hay que admitir que
los ríos, cuyas fuentes desconocemos, se filtran bajo la tierra y,
recorriendo largas distancias, surgen en otros lugares lejanos. Que
esto sucede con algunas aguas, ¿quién lo ignora?
3. Aquel lugar nos es inaccesible
debido quizás a los montes, o mares, o regiones muy calurosas que no
pueden ser atravesadas. Por eso, los geógrafos no mencionaron este
lugar.
4. El árbol de la vida es un árbol
material, llamado así por su virtud de conservar la vida, como dijimos
(q.97 a.4). Sin embargo, también tenía un sentido espiritual, como la
piedra del desierto fue algo material, y, sin embargo, significó a
Cristo (1 Cor 10,4). Igualmente, el árbol de la ciencia del bien y del
mal fue un árbol material, llamado así por algo que iba a suceder.
Pues el hombre, después de comer de aquel árbol, en el castigo que se
le impuso aprendió a distinguir entre el bien de la obediencia y el
mal de la infidelidad. Sin embargo, y como dicen algunos, también podía significar el libre albedrío.
5. Según Agustín,
en el tercer día fueron producidas las plantas, no en acto, sino
seminalmente. Pero después de la obra de los seis días, fueron
producidas en acto, tanto las del Paraíso como las demás. Siguiendo a
otros santos, es necesario decir que todas las plantas
fueron producidas en acto en el tercer día (q.69 a.2). También hay que
incluir ahí los árboles del Paraíso. El hecho de que se vuelva a
hablar de la plantación de los árboles del Paraíso más tarde, hay que
entenderlo como una recapitulación de todo lo dicho. Por eso, nuestro
texto dice (v.8): Desde el principio, el Señor Dios había plantado
el Paraíso del gozo.
Artículo 2:
El Paraíso, ¿fue o no fue un lugar adecuado para ser habitado por el
hombre?
lat
Objeciones por las que parece que el Paraíso no fue un lugar adecuado
para ser habitado por el hombre:
1. El hombre y el ángel están ordenados a la bienaventuranza de
manera semejante. Pero el ángel, desde el mismo
instante de su creación, fue colocado en el lugar de los
bienaventurados, esto es, en el cielo empíreo. Por lo tanto, también
allí debió situarse el lugar para la vida del hombre.
2. Si al hombre hay que darle algún lugar, o será en razón
del alma o en razón del cuerpo. Si del alma, se le debe el cielo, pues
allí parece tener su morada natural, ya que todos lo desean. Si del
cuerpo, no se le debe un lugar distinto del de los animales. Por lo
tanto, de ninguna manera el Paraíso fue el lugar adecuado para la vida
del hombre.
3. Un lugar en el que nada hay, es inútil. Pero después
del pecado, el Paraíso ya no es el lugar para la vida del hombre. Por
lo tanto, si fuera un lugar apto para vivir los hombres, parece que
Dios lo estableció inútilmente.
4. El hombre, por tener una complexión templada, necesita
un lugar templado. Pero el Paraíso no era un lugar templado, pues es
patrimonio común que se encontraba bajo el círculo de
equinoccio, lugar muy cálido, ya que dos veces al año
el sol pasa perpendicular sobre aquella región. Por lo
tanto, el Paraíso no es un lugar apto para la vida
humana.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno sobre el Paraíso: Es una
región divina, y digna morada de aquel que fue creado a imagen de
Dios.
Respondo: Como dijimos anteriormente (q.97 a.1), el hombre era incorruptible e inmortal, no porque su cuerpo
tuviera la incorruptibilidad como algo connatural, sino como una
cierta fuerza infundida en el alma para preservar el cuerpo de la
corrupción. En el cuerpo, la corrupción puede deberse a algo interior
y a algo exterior. Interiormente, porque se va secando, o por vejez,
como dijimos anteriormente (q.97 a.4). A este tipo de corrupción el
primer hombre podía hacer frente alimentándose. Entre lo que corrompe
externamente, el primer lugar lo ocupa un ambiente destemplado. A esta
corrupción se le hace frente con un buen clima. En el Paraíso se
encontraban ambas cosas, porque, como dice el Damasceno, se trata de un lugar cuyo clima es templado y suave, el aire es
puro; además, repleto siempre de plantas y cubierto de flores. Por
lo tanto, es evidente que el Paraíso es un lugar apto para la vida del
hombre en el primer estado de inmortalidad.
A las objeciones:
1. El cielo empíreo es el supremo
lugar corpóreo, fuera de todo cambio. Con respecto a lo primero, es un
lugar conveniente a los ángeles, porque, como dice Agustín en III De Trin., Dios gobierna las criaturas
corporales por las espirituales. Por eso era conveniente que la
naturaleza espiritual fuera colocada, como presidiéndola, sobre la
corporal. Con respecto a lo segundo, le conviene también al estado de
bienaventuranza, que tiene suma estabilidad. Así pues, el lugar de la
bienaventuranza se adapta a la naturaleza angélica. Por eso fue creada
allí. Sin embargo, no se adapta al hombre en su naturaleza, ya que no
le corresponde gobernar todo lo creado, sino que sólo le
correspondería en razón de la bienaventuranza. Por eso no fue colocado
desde el principio en el cielo empíreo, sino que aquél era el lugar
donde iba a concedérsele la bienaventuranza final.
2. Es irrisorio asignar un lugar
corpóreo al alma, aunque, por cierta congruencia, a los seres
incorpóreos se les asignan unos determinados lugares. Por lo tanto, el
Paraíso terrenal era el lugar apropiado para el hombre en lo que se
refiere a su alma y a su cuerpo, ya que en el alma estaba la fuerza de
la incorrupción corporal. Esto no se aplicaba a los demás animales.
Así, el Damasceno dice: En el Paraíso no habitaba
ningún animal irracional. Si bien, y por cierta concesión divina,
fueron llevados los animales ante Adán, y la serpiente también llegó
por las artimañas del diablo.
3. Allí no haya hombres
viviendo después del pecado, no permite hablar de la inutilidad de su
creación, como tampoco fue superfluo el atributo de la
inmortalidad que no se iba a conservar. Más bien lo que queda al
descubierto es la bondad de Dios para con el hombre y cuánto el hombre
perdió pecando. No obstante, se dice que ahora Enoc y
Elias habitan en el Paraíso.
4. Quienes sostienen que el Paraíso
se encuentra bajo el círculo equinoccial, piensan que se trata de un
lugar muy templado, debido a la constante igualdad de los días y de
las noches. Además, porque el sol nunca se aleja demasiado de allí
como para dejar paso al frío, ni tampoco hay un excesivo calor, como
dicen, ya que, aunque el sol pasa perpendicular a ellos, empero, no
dura mucho tiempo. Sin embargo, Aristóteles, en el libro Meteor., dice expresamente que aquella región no
es habitable a causa del calor. Esto parece lo más probable, porque
aquellas tierras sobre las que nunca pasa el sol perpendicularmente,
son excesivamente calurosas por la simple proximidad del sol. Sea como
sea, es cierto que el Paraíso debió de estar situado en un lugar muy
templado, bien sea en el equinoccio, bien sea en cualquier otra
parte.
Artículo 3:
El hombre, ¿fue o no fue puesto en el Paraíso para que lo trabajara y
custodiara?
lat
Objeciones por las que parece que el hombre no fue puesto en el
Paraíso para que lo trabajara y lo custodiara:
1. Lo que fue impuesto como pena del pecado, en el Paraíso y en
estado de inocencia no existía. Pero el trabajar la tierra fue algo
que se introdujo como pena por el pecado, según se dice en Gén 3,17.
Por lo tanto, el hombre no fue puesto en el Paraíso para
trabajar.
2. No hay necesidad de guardar aquello donde no hay temor a
invasor violento. Pero en el Paraíso no había ningún temor a invasor
violento. Por lo tanto, no era necesario vigilar el
Paraíso.
3. Si el hombre fue puesto en el Paraíso para que lo
trabajara y lo custodiara, parece que hay que deducir que el hombre
fue creado para el Paraíso, y no al revés. Parece que esto último es
falso. Por lo tanto, el hombre no fue puesto en el Paraíso para que lo
trabajara y lo custodiara.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 2,15: Tomó el Señor Dios al
hombre y lo puso en el Paraíso del gozo para que lo trabajara y lo
custodiara.
Respondo: Como dice Agustín en VIII Super
Gen. ad litt., este texto del Génesis puede ser
entendido de dos maneras. La primera, que Dios puso al hombre para que
Dios mismo trabajara y guardara al hombre: Trabajarle para la
justificación, de la que, si se aparta, queda a oscuras como se
oscurece el aire cuando desaparece la luz. Guardarle significaría
preservarle de toda corrupción y de todo mal. La segunda, que el
hombre trabajara y custodiara el Paraíso. Pero esto no sería penoso
como lo es después de aquel pecado, sino que sería agradable para
ejercitar una capacidad natural. La custodia no sería contra invasores
violentos, sino contra la tentación al pecado, que le robaría el
Paraíso. Todo esto redundaba en bien del hombre. Así, el Paraíso
estaba ordenado al bien del hombre. No al revés.
A las objeciones: Está incluida en lo dicho.
Artículo 4:
El hombre, ¿fue o no fue hecho en el Paraíso?
lat
Objeciones por las que parece que el hombre fue hecho en el
Paraíso:
1. El ángel fue creado en su lugar propio, esto es, el cielo empíreo.
Pero el Paraíso fue un lugar apto para la vida humana antes del
pecado. Por lo tanto, parece que el hombre debió ser creado en el
Paraíso.
2. Los animales viven en el ambiente en el que son
producidos, como los peces en el agua, y los herbívoros en la tierra.
El hombre hubiera perdurado en el Paraíso, como se
dijo (q.97 a.4). Por lo tanto, debió ser creado en el
Paraíso.
3. La mujer fue hecha en el Paraíso. Pero el hombre es
superior a la mujer. Por lo tanto, con mayor motivo el hombre debió
ser hecho en el Paraíso.
Contra esto: está lo que se dice en Gén 2,15: Tomó Dios al hombre y
lo puso en el Paraíso.
Respondo: El Paraíso fue un lugar apto para la
vida humana en aquel primer estado de incorruptibilidad. La
incorruptibilidad no era algo natural al hombre, sino un don
sobrenatural de Dios. Por lo tanto, para que no se atribuyera a la
naturaleza humana, sino a la gracia de Dios, Dios hizo al hombre fuera
del Paraíso; después lo puso en el Paraíso para que habitara allí todo
el tiempo de la vida física; y luego, cuando alcanzara la vida
espiritual, trasladarlo al cielo.
A las objeciones:
1. El cielo empíreo es el lugar
apto para los ángeles, incluso en lo que se refiere a su naturaleza.
Por eso fueron creados allí.
2. Puede responderse lo mismo.
Pues aquellos lugares son aptos para los animales en cuanto a su
naturaleza.
3. La mujer fue hecha en el
Paraíso no por su dignidad, sino por la dignidad del principio del que
había de ser formado su cuerpo. Porque de modo semejante también los
hijos habrían nacido en el Paraíso en el que habían sido puestos los
padres.