El empleo bíblico de la palabra mentira recubre dos sentidos diferentes, según que se trate de las relaciones del hombre con su prójimo o de sus relaciones con Dios.
1. En el AT. La prohibición de la mentira en la ley atiende en los orígenes a un contexto social preciso: el del falso testimonio en los procesos (decálogo: Ex 20,16 y Dt 5,20; reiterado en Ex 23,1ss.6ss Dt 19,16-21 Lev 19,11); esta mentira, dicha bajo juramento, es además una profanación del nombre de Dios Lev 19,12. Este sentido restringido subsiste en la enseñanza moral de los profetas y de los sabios Prov 12,17 Zac 8,17. Pero el pecado de mentira se entiende también en forma mucho más amplia: es el dolo, el engaño, el desacuerdo entre el pensamiento y la lengua Os 4,2 7,1 Jer 9,7 Nah 3,1. A todo esto tiene horror Yahveh Prov 12,22, al que no se puede engañar Job 13,9; así el mentiroso va a su pérdida Sal 5,7 Prov 12,19 Eclo 20,25. Incluso Jacob, el astuto que captó la bendición paterna, fue a su vez engañado por su suegro Labán Gen 29,15-30.
2. En el NT formula Jesús la obligación de una lealtad total: «Sea vuestro lenguaje: sí, sí; no, no» Mt 5,37 Sant 5,12, y Pablo hace de ello su regla de conducta 2Cor 1,17s. Así vemos reiteradas las enseñanzas del AT, aunque con una motivación más profunda: «No mintáis ya unos a otros; os habéis despojado del hombre viejo y revestido del hombre nuevo» Col 3,9s; «Decíos la verdad, pues somos miembros los unos de los otros» Ef 4,25. La mentira sería una vuelta a la naturaleza pervertida; iría contra nuestra solidaridad en Cristo. Se comprende que, según los Hechos, Ananías y Safira al mentir a Pedro mintieran en realidad al Espíritu Santo Act 5,1-11; la perspectiva de las relaciones sociales queda desbordada cuando entra en juego la comunidad cristiana.
1. Desconocimiento del verdadero Dios.
Yahveh es el Dios de verdad. Desconocerlo volviéndose a los ídolos engañosos es la mentira por excelencia, no la de los labios, sino la de la vida. Los autores sagrados denuncian a porfía esta impostura, asaeteando con coplas satíricas Jer 10,1-16 Is 44,9-20 Sal 115,5ss, anécdotas burlonas Dan 14, epitafios infamantes: nada Jer 10,8, horror 4,1, vanidad 2,5, impotencia 2,11... A sus ojos, toda conversión supone primero que se confiese el carácter mentiroso de los ídolos a que se había servido 16,19. Así lo entiende también Pablo cuando intima a los paganos que se aparten de los ídolos de mentira Rom 1,25 para servir al Dios vivo y verdadero 1Tes 1,9.
2. Pecado de mentira y vida religiosa.
a. El AT conoce también una manera más sutil de desconocer al verdadero Dios: consiste en aclimatar en la propia vida el hábito de la mentira. Tal es la manera de proceder de los impíos, enemigos del hombre de bien: son astutos Eclo 5,14, que sólo tienen la mentira en la boca Sal 59,13 Eclo 51,2 Jer 9,2; se refugian en la mentira Os 10,13, se aferran a ella hasta negarse a convertirse Jer 8,5, y hasta sus aparentes conversiones son mentirosas 3,10. Es inútil abrigar ilusiones acerca del hombre abandonado a sí mismo; es espontáneamente mentiroso Sal 116,11. Por el contrario, el verdadero fiel proscribe de su vida la mentira para estar en comunión con el Dios de verdad Sal 15,2ss 26,4s. Así hará en los últimos tiempos el siervo de Yahveh Is 53,9, así como el humilde resto que Dios dejará entonces a su pueblo Sof 3,13.
b. El NT halla este ideal realizado en Cristo 1Pe 2,22. Por eso la renuncia a toda mentira es una exigencia primaria de la vida cristiana 1Pe 2,1. Con esto se ha de entender no sólo la mentira de los labios, sino la que está incluida en todos los vicios Ap 21,8: ésta no la han conocido jamás los elegidos, compañeros de Cristo 14,5. Muy especialmente merece el nombre de mentiroso el que desconoce la verdad divina revelada en Jesús: el anticristo, que niega que Jesús sea Cristo 1Jn 2,22. En él la mentira no es ya de orden moral, es religiosa por esencia, al igual que la de la idolatría.
3. Los fautores de mentira.
a. Ahora bien, para precipitar a los hombres en este universo mentiroso que se yergue delante de Dios en un gesto de desafío, existen guías engañosos en todas las épocas. El AT conoce profetas de mentira, de los que Dios se ríe en ocasiones 1Re 22,19-23, pero que más a menudo son denunciados por los verdaderos profetas en términos severos: así por Jeremías Jer 5,31 23,9-40 28,15s 29,31s, Ezequiel Ez 13 y Zacarías Zac 13,3. En lugar de la palabra de Dios aportan al pueblo mensajes adulterados.
b. En el NT también Jesús denuncia a los guías ciegos del pueblo judío Mt 23,16.. Estos hipócritas que se niegan a creer en él, son mentirosos Jn 8,55. Preludian a los otros mentirosos que surgirán en todos los siglos para retraer a los hombres del Evangelio: anticristos 1Jn 2,18-28, falsos apóstoles Ap 2,2, falsos profetas Mt 7,15, falsos mesías Mt 24,24 2Tes 2,9, falsos doctores 2Tim 4,3s 2Pe 2,1ss 1Tim 4,1s, sin contar a los judíos que impiden la predicación del Evangelio 1Tes 2,14ss y a los falsos hermanos, enemigos del verdadero Evangelio Gal 2,4... Son otros tantos fautores de mentira con que deben enfrentarse los cristianos, como lo hacía Pablo en el caso del mago Elimas Act 13,8ss.
Así se divide el mundo en dos campos: el del bien y el del mal, el de la verdad y el de la mentira, en el doble sentido moral y religioso. El primero es concretamente el de Dios. El segundo tiene también su jefe: Satán, la antigua serpiente que seduce al mundo entero Ap 12,9 desde el día en que sedujo a Eva Gen 3,13 y, separándola del árbol de vida, fue «homicida desde el principio» Jn 8,44. Él es el que induce a Ananías y a Safira a mentir al Espíritu Santo Act 5,3, y el mago Elimas es «hijo» suyo Act 13,10. De él dependen los judíos incrédulos que se niegan a creer en Jesús: son hijos del diablo, mentiroso y padre de mentira Jn 8,41-44; así quieren matar a Jesús, porque «les ha dicho la verdad» Jn 8,40. Él es quien suscita a los falsos doctores, enemigos de la verdad evangélica 1Tim 4,2; él, quien para guerrear contra los cristianos Ap 12,17, da sus poderes a la bestia del mar, el imperio «totalitario», con la boca llena de blasfemias 13,1-8; y la bestia de la tierra que maneja a los falsos profetas para engañar a los hombres y hacerle adorar al ídolo mentiroso, depende también de él 13,11-17. El eje del mundo pasa entre estos dos campos, e importa que los cristianos no se dejen seducir por los ardides del diablo hasta el punto de corromperse su fe 2Cor 11,3. Para permanecer en la verdad deben, pues, orar a Dios que los libre del maligno Mt 6,13.