El error no equivale a la ignorancia. No consiste en los titubeos y ni siquiera en los extravíos de la inteligencia, en que lo sitúan los griegos. No se reduce a la equivocación de uno al que engañan las apariencias Gen 20,2-7 Sab 13,6-9, ni a la inadvertencia que da lugar al mal y a la injusticia Lev 4,2.13.22.27. El error es ante todo infidelidad, consiste en rechazar la verdad. Vagar por el mundo será su efecto y su castigo: Caín vagabundo Gen 4,12, Israel errante Os 9,17, las ovejas sin pastor Is 13,14 53,6 Ez 34,16, que hay que devolver al aprisco Lc 15,4-7 1Pe 2,25.
El error está situado en el plano religioso: una desobediencia que ciega. Errar es «extraviarse lejos del camino prescrito por Yahveh» Dt 13,6.11. El error, ligado a la apostasía de Israel, conduce a la idolatría Am 2,4 Is 44,20 Sab 12,24 y deriva generalmente del abandono de Yahveh Sab 5,6. En efecto, sólo el justo camina con seguridad Sal 26,1.3 37,23.31; los impíos son entregados a un extravío Is 63,17 Prov 12,26 que Dios sanciona abandonándolos Ez 14,6-11 Job 12,24, a menos que se conviertan Bar 4,28 Ez 33,12. De lo contrario, con el endurecimiento, que va en aumento, el error prolifera Sab 14,22-31, crecimiento del que tienen gran responsabilidad los jefes del pueblo Is 9,15, los levitas Ez 44,10-13, los falsos profetas Os 4,5 Is 30,10s Jer 23,9-40 Lam 4,13ss Miq 3,5 Ez 13,8.10.18, y que anuncia el error diabólico de los últimos tiempos Dan 11,33ss.
El error escatológico anunciado por el profeta alcanza su paroxismo en contacto con Jesucristo, la verdad en persona Jn 14,6.
Jesús denuncia los errores de sus contemporáneos Mt 22,29 y los apóstoles ponen a los fieles en guardia contra ellos 1Cor 6,9 15,33, pero el maestro Mt 27,63s Jn 7,12.47 y sus discípulos 2Cor 6,8 serán a su vez denunciados como impostores; hasta tal punto se extravían los fariseos que se dejan cegar Jn 9,41 y los «príncipes de este mundo que, si hubieran conocido la sabiduría de Dios, no habrían crucificado al señor de la gloria» 1Cor 2,8.
El error, sin embargo, a pesar de su fracaso respecto a la verdad, se mantiene activo entre los pecadores, haciendo que sean «a la vez engafiadores y engañados» 2Tim 3,13. Por eso hay que velar Sant 1,16 1Jn 2,26s, desconfiar de las fábulas propaladas por los falsos doctores 1Tim 1,4 2Pe 2,1s, de la impostura de los hombres Ef 4,14.25 Tit 1,14, a la que el judaísmo tardío ponía bajo el influjo de los poderes del error, los ángeles caídos. Además, todos tienen el deber de reducir al pecador, extraviado lejo de la verdad Sant 5,20.
En previsión del fin de los tiempos puso Jesús en guardia a sus fieles contra la seducción de los falsos profetas Mt 24,5.11.24 p. En realidad, este espíritu de error 1Jn 4,6, este «misterio de la impiedad» 2Tes 2,7 crece hasta el fin de los tiempos 2Pe 2,15-18 Ap 20,8, en que revelará su verdadero rostro, el del anticristo 2Jn 7, el de Satán que le inspira 2Tes 2,9ss, el del diablo, «seductor del mundo entero» Ap 12,9. Pero finalmente la bestia, el falso profeta y el diablo serán echados todos al estanque de fuego 19,20 20,3.10.