Artículo 1:
¿Borra el bautismo todos los pecados?
lat
Objeciones por las que parece que el bautismo no borra todos los
pecados.
1. El bautismo es una regeneración espiritual que se contrapone a la
generación carnal. Ahora bien, por la generación carnal el hombre
contrae sólo el pecado original. Luego el bautismo borra solamente el
pecado original.
2. Para la remisión de los pecados personales basta el
arrepentimiento. Ahora bien, en los adultos, antes del bautismo, se
requiere el arrepentimiento, según las palabras de Act 2,38: Arrepentios y bautizaos. Luego el bautismo no tiene eficacia para
borrar los pecados personales.
3. Diversas enfermedades requieren diversas medicinas,
porque, como dice San Jerónimo: No sana el ojo con lo que sana el
calcañal. Pero el pecado original, que se borra con el bautismo,
pertenece a un género de pecado diverso del pecado personal. Luego el
bautismo no perdona todos los pecados.
Contra esto: dice Ez 36,25: Os rociaréis con agua pura y quedaréis
purificados de todas vuestras manchas.
Respondo: Como dice el Apóstol en Rom 6,3: Así también vosotros consideraos como muertos al pecado y vivos para
Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. De lo cual se deduce que el
hombre por el bautismo muere a la vejez del pecado, y comienza a vivir
para la novedad de la gracia. Pero todo pecado pertenece a la
primitiva vejez. Luego queda claro que el bautismo borra todos los
pecados.
A las objeciones:
1. Dice el Apóstol en Rom 5,15 que
el pecado de Adán no tiene tanto poder como el don de Cristo que se
recibe en el bautismo porque si por el delito de uno solo murieron
todos, cuánto más la gracia, después de muchos delitos, justificará a
todos. Por lo que dice San Agustín en el libro De Baptismo
Parvulorum que por la generación de la carne
solamente se contrae el pecado original, mientras que por la
regeneración del espíritu no solamente se obtiene la remisión del
pecado original, sino también la de los pecados voluntarios.
2. De ningún pecado se puede
alcanzar la remisión si no es por la virtud de la pasión de Cristo,
por lo que el Apóstol dice en Heb 9,22 que no hay remisión sin
derramamiento de sangre. Por consiguiente, el arrepentimiento de
la voluntad humana no sería suficiente para la remisión de la culpa
sin la fe en la pasión de Cristo y el propósito de participar en ella
recibiendo el bautismo o sometiéndose a las llaves de la Iglesia. Por
eso, cuando un adulto arrepentido se acerca al bautismo obtiene,
ciertamente, la remisión de todos sus pecados con el deseo del
bautismo, pero más perfectamente todavía si le recibe en
realidad.
3. El razonamiento es válido para
cada una de las medicinas en particular. Pero el bautismo actúa en
virtud de la pasión de Cristo, que es una medicina universal para
todos los pecados, de tal manera que el bautismo borra todos los
pecados.
Artículo 2:
¿Libra el bautismo al hombre de pagar cualquier clase de
pena?
lat
Objeciones por las que parece que el bautismo no libra al hombre de
pagar cualquier clase de pena.
1. Dice el Apóstol en Rom 13,1 que cuanto procede de Dios está
bien ordenado. Pero la culpa, como dice San Agustín, no se pone en orden más que con la pena. Luego el bautismo no libra
de pagar la pena debida a los pecados anteriores.
2. El efecto del sacramento guarda una cierta semejanza con
el mismo sacramento, porque los sacramentos de la nueva ley
realizan lo que significan, como se ha dicho ya (
q.62 a.1 ad 1).
Ahora bien, la ablución bautismal tiene cierta semejanza con la
ablución de una mancha, y ninguna semejanza con la sustracción de una
pena.
3. Cuando a uno se le libra de pagar la pena, no queda
sujeto a la pena, de tal manera que sería injusto castigarlo. Luego si
el bautismo libra de pagar la pena, sería injusto, después de recibir
el bautismo, ahorcar a un ladrón culpable de homicidio, con lo que el
bautismo debilitaría el vigor de la justicia humana. Y esto no parece
razonable. Luego el bautismo no libra de pagar la pena.
Contra esto: comentando las palabras de Rom 11,29: los dones y la
vocación de Dios son irrevocables, dice San Ambrosio: la gracia de Dios condona todo gratuitamente en el
bautismo.
Respondo: Como hemos dicho más arriba (
q.49 a.3 ad 2;
q.68 a.1.4.5.), uno se incorpora a la pasión y muerte de Cristo
a través del bautismo, según la expresión de Rom 6,8:
Si hemos
muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. De donde
se deduce que a todo bautizado se le aplica la pasión redentora de
Cristo como si él mismo hubiese padecido y muerto. Pero la pasión de
Cristo, como se ha dicho anteriormente (
q.68 a.5), ha satisfecho de
modo suficiente por los pecados de todos los hombres. Por tanto, el
que se bautiza queda libre de la pena que debería pagar por sus
pecados, como si él mismo hubiese satisfecho de modo suficiente por
todos ellos.
A las objeciones:
1. Al hacerse miembro de Cristo, la
pena de la pasión de Cristo se le aplica al bautizado como si él mismo
la hubiese sufrido. Por tanto, sus pecados quedan puestos en orden por
la pena de la pasión de Cristo.
2. El agua no solamente limpia,
sino que también refresca. Y así, el frescor significa la liberación
de pagar la pena, como la ablución, la liberación de la
culpa.
3. En las penas que están
sometidas a la justicia humana, no sólo se tiene en cuenta el castigo
que el hombre merece ante Dios, sino también las deudas contraídas con
respecto a los hombres a quienes se ha dañado y escandalizado con el
pecado de alguien. Por tanto, aunque el homicida quede liberado por el
bautismo de pagar la pena con respecto a Dios, queda obligado todavía
con respecto a los hombres, a los que es justo restituir con la
pena, de la misma manera que antes se les lesionó con
la culpa.
Artículo 3:
¿Debe el bautismo suprimir las penalidades de la vida
presente?
lat
Objeciones por las que parece que el bautismo debería suprimir las
penalidades de la vida presente.
1. Como dice el Apóstol en Rom 5,15, el don de Cristo es más potente
que el pecado de Adán. Ahora bien, por el pecado de Adán, como allí
mismo (v.12) dice el Apóstol, entró la muerte en el mundo, y
con ella, todas las penalidades de la vida presente. Luego, con mayor
motivo, el don de Cristo, que se recibe en el bautismo, debería
liberar al hombre de las penalidades de la vida presente.
2. El bautismo borra la culpa original y la personal, como
se acaba de decir (
a.1). Y de tal modo libra de pagar la culpa
personal que libra de pagar la pena merecida por la culpa personal.
Luego debe liberar también de las penalidades de la vida presente, que
son la pena del pecado original.
3. Suprimida la causa, desaparece el efecto. Pero la causa
de estas penalidades es el pecado original, que se borra con el
bautismo. Luego no deben permanecer todas estas penalidades.
Contra esto: comentando las palabras de Rom 6,6: para que fuera
destruido este cuerpo de pecado, dice la Glosa: Por el bautismo se obtiene la crucifixión del hombre viejo y la destrucción del cuerpo pecador, aunque no de tal manera que repentinamente desaparezca de la carne la concupiscencia, innata y como salpicada en toda ella, sino que lo que se obtiene es que no dañe, después de la muerte, la que llevamos con nosotros desde el nacimiento.
Respondo: El bautismo es capaz de quitar las
penalidades de la vida presente, pero no las quita ahora, sino que por
su virtud desaparecerán de los justos en la resurrección, cuando
este ser corruptible se revista de inmortalidad, como se dice en 1
Cor 15,54. Y es razonable que suceda así. Lo primero, porque por el
bautismo el hombre se incorpora a Cristo y se hace miembro suyo, como
queda dicho (
a.2;
q.68 a.5). Por tanto, es justo que se realice en el
miembro incorporado lo que se ha realizado en la cabeza. Ahora bien,
Cristo, desde el primer instante de su concepción, estuvo lleno de
gracia y de verdad. Asumió, sin embargo, un cuerpo pasible que a
través de la pasión y la muerte fue resucitado a la vida gloriosa.
Pues, de modo parecido, el cristiano recibe en el bautismo la gracia
para el alma, aunque conserva un cuerpo pasible, con el que pueda
padecer por Cristo, pero, finalmente, será resucitado para una vida
impasible. Por lo que el Apóstol dice en Rom 8,11:
Quien resucitó a
Jesucristo de entre los muertos vivificará también nuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que habita en nosotros. Y poco después
(v.17) añade:
Herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que
sufrimos con él, para ser con él también glorificados.
En segundo lugar, es conveniente que no desaparezcan las penalidades
ahora por el ejercicio espiritual, o sea, para que combatiendo el
hombre contra la concupiscencia y las demás flaquezas, obtenga la
corona de la victoria. Por eso, comentando las palabras de Rom 6,6: para que fuera destruido el cuerpo de pecado, dice la Glosa: Si después del bautismo continúa el
hombre viviendo en esta tierra, tiene que luchar contra la
concupiscencia y, con la ayuda de Dios, tiene que vencerla. Este
combate fue prefigurado así en Jue 3,1-2: Estos son los pueblos que
Yave dejó subsistir para probar con ellos a Israel... para que las
generaciones de los hijos de Israel aprendieran el arte de la
guerra.
En tercer lugar, fue conveniente que no desapareciesen las
penalidades aquí para que los hombres no se acercasen al bautismo con
el fin de obtener la impasibilidad de la vida presente en lugar de
acercarse para alcanzar la vida eterna. Por lo que el Apóstol dice en
1 Cor 15,19: Si solamente pensando en esta vida tenemos puesta
nuestra esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los
hombres.
A las objeciones:
1. Comentando la
expresión de Rom 6,6: para que no sirvamos al
pecado, dice la Glosa: De la misma manera que
quien hace prisionero a un enemigo ferocísimo, no lo mata en el acto,
sino que lo deja vivir algún tiempo con deshonor y sufrimiento, así
Cristo primero nos ha ligado a la pena, para desligarnos de ella en el
futuro.
2. En el lugar anteriormente
citado, dice la Glosa: La pena del pecado es doble: infernal y
temporal. Cristo destruyó enteramente la infernal para que no la
experimenten los bautizados y los verdaderamente arrepentidos. Pero no
suprimió del todo la pena temporal: ya que permanece el hambre, la
sed, la muerte, pero ha destruido su reino y su dominio, de tal
modo que el hombre no les tema, pero al final la destruirá del
todo.
3. Como se ha dicho en la
Segunda Parte (
1-2, q.81 a.1;
q.82 a.1 ad 2), el pecado original
siguió este proceso: primero, la persona contagió a la naturaleza, y,
después, la naturaleza contagió a la persona. Pero Cristo, siguiendo
un orden inverso, repara primeramente lo concerniente a la persona, y,
después, repara, de modo simultáneo en todos, lo concerniente a la
naturaleza. Por tanto, el bautismo borra instantáneamente en el hombre
la culpa del pecado original y también la pena, consistente en carecer
de la visión divina —cosas ambas que pertenecen a la persona—. Pero
las penalidades de la vida presente, como la muerte, el hambre, la sed
y otras semejantes, corresponden a la naturaleza, cuyos principios las
causan, en la medida en que está despojada de la justicia original.
Por tanto, estos defectos sólo desaparecerán en la reparación
definitiva de la naturaleza mediante la resurrección
gloriosa.
Artículo 4:
¿Confiere el bautismo al hombre la gracia y las virtudes?
lat
Objeciones por las que parece que el bautismo no confiere al hombre
la gracia y las virtudes.
1. Como se ha dicho ya (
a.2 obj. 2;
q.62 a.1 ad 1), los sacramentos
de la nueva ley
realizan lo que significan. Ahora bien, la
ablución del bautismo significa que el alma es purificada de sus
culpas, y no que se le infundan la gracia y las virtudes. Luego parece
que el bautismo no confiere al hombre la gracia y las
virtudes.
2. Lo que uno ha conseguido ya no necesita recibirlo de
nuevo. Ahora bien, algunos se acercan al bautismo teniendo ya la
gracia y las virtudes, como se lee en Act 10,1-2: Había en Cesárea
un hombre, llamado Cornelio, centurión de la cohorte itálica, piadoso
y temeroso de Dios, quien, sin embargo, fue después bautizado por
Pedro (v.48). Luego el bautismo no confiere la gracia y las
virtudes.
3. La virtud es un hábito definido como una cualidad
difícilmente mudable, por la que uno actúa fácil y deleitablemente.
Ahora bien, después del bautismo permanece en el hombre la inclinación
al mal, por el que desaparece la virtud, y uno encuentra dificultades
para el bien, que es el acto virtuoso. Luego el bautismo no confiere
al hombre la gracia y las virtudes.
Contra esto: dice el Apóstol en Tit 3,5-6: Nos salvó por el baño de
la regeneración, o sea, por el bautismo y por la renovación
del Espíritu Santo, que derramó abundantemente sobre nosotros; es
decir, para la remisión de los pecados y para la abundancia de las
virtudes, como explica la Glosa. Luego el
bautismo confiere la gracia del Espíritu Santo y la abundancia de las
virtudes.
Respondo: Dice San Agustín en I De Baptismo
Parvulorum que el bautismo sirve para que los
bautizados se incorporen a Cristo como miembros suyos. Ahora bien,
de Cristo Cabeza fluye a todos sus miembros la plenitud de gracia y de
virtud, según las palabras de Jn 1,16: De su plenitud todos hemos
recibido. Es, por tanto, manifiesto que con el bautismo se
consiguen la gracia y las virtudes.
A las objeciones:
1. Como el agua del bautismo
significa por la ablución la purificación de la culpa, y por el
frescor la liberación de la pena, así por su transparencia significa
el esplendor de la gracia y las virtudes.
2. Como se dijo anteriormente (
a.1 ad 2;
q.68 a.2), antes del bautismo se puede conseguir la remisión de
los pecados por el deseo del mismo, ya sea explícito o implícito. Y,
sin embargo, al recibirlo realmente, se verifica una remisión de la
pena mucho más completa. Pues así también Cornelio y otros en su caso,
consiguen la gracia y las virtudes antes del bautismo por la fe en
Cristo y por el deseo del bautismo, ya sea implícito o explícito. Pero
después, al recibirlo, consiguen una mayor abundancia de gracia y de
virtudes. Por eso, comentando las palabras del Sal 22,2:
hacia las
aguas de reposo me conduce, dice la
Glosa:
Hacia el aumento de la virtud y de las buenas obras me conduce en
el bautismo.
3. La dificultad para el bien y la
inclinación al mal se encuentra en los bautizados no por la falta de
hábitos y virtudes, sino a causa de la concupiscencia, que no
desaparece con el bautismo. Pero de la misma manera que el bautismo
disminuye la concupiscencia, de modo que no domine ya en el hombre,
así también disminuye la dificultad para el bien y la inclinación al
mal, de modo que el hombre no sea vencido por ellas.
Artículo 5:
Ciertos actos de las virtudes, como son la incorporación a Cristo, la
iluminación y la fecundidad, ¿son atribuibles al bautismo como efectos
de él?
lat
Objeciones por las que no parece razonable considerar como efectos
del bautismo ciertos actos de las virtudes, a saber: la incorporación
a Cristo, la iluminación y la fecundidad.
1. No se da el bautismo al adulto si no cree, conforme a lo que se
dice en Mc 16,16: El que creyere y se bautizare se salvará.
Pero a Cristo uno se incorpora por la fe, según lo que se dice en Ef
3,17: Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones. Luego
nadie se bautiza sin que ya esté incorporado a Cristo. Y,
consiguientemente, la incorporación a Cristo no es efecto del
bautismo.
2. La iluminación se produce a través de la enseñanza,
conforme a lo que se dice en Ef 3,8-9: A mí, el menor de todos los
santos, me fue otorgada la gracia de iluminar a todos... Pero la
enseñanza catequética precede al bautismo. Luego la iluminación no es
efecto del bautismo.
3. La fecundidad pertenece a la generación activa. Pero
por el bautismo uno es pasivamente reengendrado a la vida espiritual.
Luego la fecundidad no es efecto del bautismo.
Contra esto: dice San Agustín en el libro De Baptismo Parvulorum: El
bautismo sirve para que los bautizados se incorporen a Cristo. Y
Dionisio en II De Eccl. Hier. atribuye la
iluminación al bautismo. Y, comentando las palabras del Sal
22,2: hacia las aguas de reposo me conduce, dice la Glosa que el alma de los pecadores, estéril por
la aridez, es fecundada por el bautismo.
Respondo: A través del bautismo uno es
regenerado a la vida espiritual, que es propia de los fieles de
Cristo, como dice el Apóstol en Gal 2,20: la vida que vivo al
presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios. Ahora
bien, la vida pertenece a los miembros que están unidos a la cabeza,
de la que reciben sensibilidad y movimiento. Por consiguiente, el
bautismo incorpora necesariamente a Cristo, como miembro suyo. Pues
bien, como de la cabeza natural fluye a los miembros la sensibilidad y
el movimiento, así de la cabeza espiritual, que es Cristo, fluye a sus
miembros la sensibilidad espiritual, que consiste en el conocimiento
de la verdad, y también el movimiento espiritual, que es un impulso de
la gracia. Por lo que se dice en Jn 1,14-16: Le hemos visto lleno
de gracia y de verdad... De su plenitud hemos recibido todos. Por
tanto, se deduce que los bautizados son iluminados por Cristo con el
conocimiento de la verdad, y son fecundados por él con la fecundidad
de las buenas obras mediante la infusión de la gracia.
A las objeciones:
1. Los adultos que ya creen en
Cristo están incorporados a él mentalmente. Pero cuando se bautizan,
se incorporan a él en cierto modo corporalmente, o sea, a través del
sacramento visible, sin cuyo propósito ni mentalmente se hubiesen
podido incorporar a él.
2. El sabio ilumina desde fuera
enseñando, pero Dios ilumina interiormente a los bautizados
disponiendo los corazones para recibir la doctrina de la verdad, según
las palabras de Jn 6,45: Está escrito en los profetas: todos serán
enseñados por Dios.
3. Es efecto del bautismo la
fecundidad por la que una persona produce buenas obras, pero no la
fecundidad por la que uno engendra a otros en Cristo, según la
expresión del Apóstol en 1 Cor 4,15: os ha engendrado en Cristo Jesús, mediante la predicación de el evangelio.
Artículo 6:
¿Reciben la gracia y las virtudes los niños en el
bautismo?
lat
Objeciones por las que parece que los niños en el bautismo no reciben
la gracia y las virtudes.
1. No se tienen la gracia y las virtudes sin la fe y la caridad. Pero
dice San Agustín que la fe se funda en la voluntad de
los que creen, como la caridad se funda en la voluntad de los que
aman, de cuyo uso carecen los niños, por lo que no tienen ni fe ni
caridad. Luego los niños no reciben en el bautismo la gracia y las
virtudes.
2. Comentando el texto de Jn 14,12: hará cosas más
grandes que ésta, dice San Agustín que, para
transformar a un hombre de pecador en justo, Cristo actúa en él,
pero no sin él. Ahora bien, el niño, al faltarle el uso del libre
albedrío, no coopera con Cristo para su justificación e, incluso, a
veces, se resiste con todas sus fuerzas. Luego no queda justificado
por la gracia y las virtudes.
3. Se dice en Rom 4,5: A. quien no cumple con las obras
(de la ley), pero cree en el que justifica al impío, le es computada
su fe como justicia, según el propósito de la gracia de Dios.
Ahora bien, el niño no cree en el que justifica al impío. Luego
no recibe la gracia justificante ni las virtudes.
4. Lo que se realiza con un deseo carnal no parece que
pueda tener un efecto espiritual. Pero, a veces, se bautiza a los
niños con una intención carnal, como, por ej., para que sanen
corporalmente. Luego no reciben el efecto espiritual de la gracia y
las virtudes.
Contra esto: dice San Agustín en Enchirid.: Los niños renaciendo mueren al pecado que contrajeron naciendo, por lo
que también se refieren a ellos las palabras que dicen «Hemos sido
consepultados por el bautismo para participar en su muerte», pero
añade «para que como Cristo resucitó de entre los muertos por la
gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva».
Pero esta vida nueva proviene de la gracia y las virtudes. Luego los
niños reciben en el bautismo la gracia y las virtudes.
Respondo: Ciertos autores antiguos opinaron que los niños en el bautismo no reciben la gracia y
las virtudes, sino que se imprime en ellos el carácter de Cristo, por
cuya virtud reciben la gracia y las virtudes al llegar a la
madurez.
Pero esta opinión es evidentemente falsa. Primero, porque los niños,
lo mismo que los adultos, se convierten en miembros de Cristo por el
bautismo, por lo que necesariamente reciben de la cabeza el influjo de
la gracia y las virtudes. Segundo, porque, en ese supuesto, los niños
que mueren después del bautismo no conseguirían la vida eterna,
porque, como se dice en Rom 6,23: la gracia de Dios es la vida
eterna. Y, consiguientemente, de nada les hubiese servido para la
salvación el hecho de haber sido bautizados.
Ahora bien, la causa de este error está en que no supieron distinguir
entre el hábito y el acto. Y así, al comprobar que
los niños son incapaces de un acto de virtud, pensaron que después del
bautismo no había en ellos ninguna virtud. Pero esta
incapacidad de obrar no procede en ellos de la
carencia de hábitos, sino del impedimento corporal, como es el caso de
los que duermen, que, aunque tengan los hábitos de las virtudes, no
los pueden ejercitar a causa del sueño.
A las objeciones:
1. La fe y la caridad se fundan en
la voluntad humana, con la diferencia de que los hábitos de estas
virtudes y de todas las demás requieren la potencia de la voluntad,
que existe en los niños, mientras que los actos de las virtudes
requieren el acto de la voluntad, del que un niño es incapaz. Por eso
dice San Agustín en su libro De Baptismo Parvulorum que
aunque un niño no tenga la fe que se funda en la voluntad de los
creyentes, tiene, sin embargo, la del sacramento de la fe, que
causa el hábito de la fe, o sea, le hace fiel.
2. Dice San Agustín en su libro
De Caritate que
nadie renace del agua y del
Espíritu sin quererlo. Lo cual ha de ser entendido no referido a
los niños, sino a los adultos. Y del mismo modo han de ser referidas a
los adultos las palabras:
no será justificado sin
él.
El que los niños se resistan con todas sus fuerzas cuando van a ser
bautizados no se les tiene en cuenta porque hasta tal punto ignoran
lo que hacen, que ni parece que lo hacen, como dice San Agustín en
su libro De praesentia Dei ad Dardanum.
3. Dice San Agustín
que la santa Madre Iglesia presta a los niños los pies de otros
para que vengan, el corazón de otros para que crean, la lengua de
otros para que confiesen. Y así los niños creen no por un acto
propio, sino por la fe de la Iglesia que se les transmite. Y, en
virtud de esta fe, se les confieren la gracia y las
virtudes.
4. La intención carnal de los que
presentan los niños al bautismo no les perjudica, como la culpa de uno
no perjudica a otro, a no ser que consienta en ella. Por eso dice San
Agustín en su Epístola Ad Bonifacium: No te
preocupes porque algunos lleven a bautizar a sus hijos no para que
sean regenerados para la vida eterna, sino porque piensan que por este
remedio conservarán o recobrarán la salud corporal. Porque no dejan de
ser regenerados, aunque sus padres no les presenten con esa
intención.
Artículo 7:
¿Tiene el bautismo como efecto la apertura de la puerta del reino de
los cielos?
lat
Objeciones por las que parece que el bautismo no tiene como efecto
abrir las puertas del reino de los cielos.
1. Lo que ya está abierto no necesita de apertura. Ahora bien, la
puerta del reino de los cielos fue abierta por la pasión de Cristo,
por lo que se dice en Ap 4,1: después tuve la siguiente visión: una
puerta estaba abierta en el cielo. Luego no es efecto del bautismo
la apertura de la puerta del reino celestial.
2. Desde el momento en que fue instituido, el bautismo
produce su efecto en todo tiempo. Pero algunos fueron bautizados con
el bautismo de Cristo antes de su pasión, como se dice en Jn 3,22-26,
por lo que si éstos hubiesen muerto entonces no hubiesen podido entrar
en el reino de los cielos, ya que nadie podía entrar en él antes que
Cristo, de acuerdo con la profecía de Miq 2,13: El que abre camino
subirá delante de ellos. No tiene, pues, por efecto el bautismo
abrir la puerta del reino de los cielos.
3. Los bautizados continúan sujetos a la muerte y demás
penalidades de la vida presente, como dijimos más arriba (
a.3). Pero
nadie que esté sujeto a una pena tiene abierta la puerta del reino de
los cielos, como ocurre a los que están en el purgatorio. Luego no es
efecto del bautismo la apertura de la puerta del reino de los
cielos.
Contra esto: comentando las palabras de Lc 3,21: se abrió el
cielo, dice la Glosa de Beda: Aquí se
manifiesta el poder del bautismo: cuando uno sale de él se le abre la
puerta del reino de los cielos.
Respondo: Abrir la puerta del reino de los
cielos es quitar el obstáculo que impide entrar en él. Ahora bien, el
obstáculo es la culpa y la pena consiguiente. Pero, como ya se
demostró (
a.1-2), el bautismo borra totalmente toda clase de culpas y
de penas. Luego el bautismo tiene como efecto consiguiente la apertura
de la puerta del reino de los cielos.
A las objeciones:
1. El bautismo en tanto abre al
bautizado la puerta del reino de los cielos en cuanto le incorpora a
la pasión de Cristo aplicándole la virtud de sus méritos.
2. Cuando la pasión de Cristo no se
había consumado realmente, sino solamente en la fe de los creyentes,
el bautismo proporcionalmente abría las puertas no realmente, sino
sólo en esperanza. Por lo que los bautizados que fallecían entonces
aguardaban la entrada en el reino de los cielos con una esperanza
cierta.
3. El bautizado no está sujeto a
la muerte y a las penalidades de la vida presente como débito
personal, sino por el estado de la naturaleza. Por tanto, ningún
obstáculo puede impedirle la entrada en el reino celestial, cuando el
alma se separa del cuerpo por la muerte, si ya pagó por entero lo que
debía a la naturaleza.
Artículo 8:
¿Produce el bautismo el mismo efecto en todos?
lat
Objeciones por las que parece que el bautismo no produce en todos el
mismo efecto.
1. El efecto propio del bautismo es borrar la culpa. Pero en unos
borra más pecados que en otros, porque en los niños borra sólo el
pecado original, mientras que en los adultos borra también los pecados
personales, algunos de los cuales tienen muchos, y otros, pocos. Luego
el efecto del bautismo no es el mismo en todos los
casos.
2. El bautismo confiere al hombre la gracia y las virtudes.
Pero algunos, después del bautismo, parecen tener una mayor gracia y
más perfecta virtud que otros bautizados. Luego el bautismo no produce
en todos el mismo efecto.
3. La naturaleza es perfeccionada por la gracia, como la
materia por la forma. Pero la forma es recibida en la materia según la
capacidad de ésta. Y, como algunos bautizados, incluso de niños,
tienen mayor capacidad natural que otros, parece que algunos han de
recibir mayor gracia que otros.
4. Algunos obtienen en el bautismo no sólo la salud
espiritual, sino también la corporal, como es el caso del emperador
Constantino, que al ser bautizado quedó limpio de la lepra. Pero no
todos los enfermos obtienen en el bautismo la salud corporal. Luego no
produce en todos el mismo efecto.
Contra esto: se dice en Ef 4,5: Una sola fe, un solo bautismo.
Pero una misma causa produce en todos el mismo efecto. Luego el
bautismo produce en todos el mismo efecto.
Respondo: El bautismo produce un doble efecto:
uno esencial, y otro accidental. El efecto esencial es aquello para lo
cual el bautismo ha sido instituido, o sea, la regeneración de los
hombres a la vida espiritual. Por tanto, puesto que todos los niños
tienen las mismas disposiciones para el bautismo —ya que son
bautizados no en la propia fe, sino en la fe de la Iglesia—, todos
reciben el mismo efecto. Los adultos, sin embargo, que se acercan al
bautismo por su propia fe, no se encuentran todos en las mismas
disposiciones con respecto al bautismo: unos se acercan con más
devoción que otros, por lo que unos reciben más gracia de la nueva
vida, y otros menos, de la misma manera que del mismo fuego recibe más
calor quien más se acerca a él, aunque el fuego, de suyo, difunda su
calor a todos por igual.
El efecto accidental, sin embargo, es aquel al que el bautismo no
está destinado, pero que la divina providencia produce de modo
milagroso, como, comentando el siguiente texto de Rom 6,6: para que
no seamos esclavos del pecado, explica la Glosa: no se obtiene en el bautismo, a no ser por un milagro inefable del Creador, que la ley del pecado, ley inherente a nuestros miembros, sea totalmente destruida. Pues bien, estos efectos no son recibidos en la misma medida por todos los bautizados, aunque todos los reciban con la misma devoción, sino que se conceden según el plan de la providencia divina.
A las objeciones:
1. La más mínima gracia bautismal es
suficiente para borrar todos los pecados. Luego, que en unos casos
borre más que en otros, no depende de la mayor eficacia del bautismo,
sino de las condiciones del sujeto, porque en cada uno destruye lo que
encuentra.
2. El hecho de que en los
bautizados se manifieste una mayor o menor gracia puede suceder por
dos motivos. Primero, porque uno recibe en el bautismo más gracia que
otro por su mayor devoción, como se ha dicho ya (c.). Segundo, porque,
aunque todos reciban la gracia en la misma medida, no todos hacen uso
de ella del mismo modo, sino que el más diligente progresa más en la
gracia, mientras que el más negligente no corresponde a
ella.
3. La diversa capacidad en los
hombres no proviene de la diversidad de alma, que por el bautismo se
renueva —ya que todos los hombres, al ser de la misma especie, tienen
la misma forma—, sino de la diversa disposición de los cuerpos. No
sucede así, sin embargo, con los ángeles, los cuales difieren
específicamente. Y, por eso, a los ángeles se les otorgan los dones de
la gracia según la capacidad natural. Con los hombres no es
así.
4. La salud corporal no es
propiamente un efecto del bautismo, sino una acción milagrosa de la
divina providencia.
Artículo 9:
¿Impide la simulación el efecto del bautismo?z
lat
Objeciones por las que parece que la simulación no impide el efecto
del bautismo.
1. Dice el Apóstol en Gal 3,27: Los que habéis sido bautizados en
Cristo os habéis revestido de Cristo. Pero todos los que reciben
el bautismo de Cristo son bautizados en Cristo. Luego todos son
revestidos de Cristo, es decir, todos reciben el efecto del bautismo.
Por lo que la simulación no impide el efecto del bautismo.
2. En el bautismo actúa la virtud divina, que puede plegar
la voluntad del hombre hacia el bien. Pero el efecto de la causa
agente no puede ser impedido por lo que esta misma causa puede
eliminar. Luego la simulación no puede impedir el efecto del
bautismo.
3
El efecto del bautismo es la gracia, a la cual se opone
el pecado. Pero hay otros muchos pecados mucho más graves que la
simulación, de los que no se dice que impidan el efecto del bautismo.
Luego tampoco la simulación impide el efecto del bautismo.
Contra esto: se dice en el libro de la Sab 1,5: El Espíritu Santo que
nos educa huye de la doblez. Pero el efecto del bautismo procede
del Espíritu Santo. Luego la simulación impide el efecto del
bautismo.
Respondo: Como dice San Juan Damasceno: Dios
no fuerza al hombre a ser justo. Por eso, para que uno sea
justificado por el bautismo se requiere que su voluntad quiera el
bautismo y los efectos del bautismo. Ahora bien, se dice que una
persona simula cuando su voluntad está en contradicción con el
bautismo o con sus efectos. Porque según San Agustín se
puede simular de cuatro modos. Primero, cuando uno no cree, mientras
que el bautismo es el sacramento de la fe. Segundo, cuando uno
desprecia el mismo sacramento. Tercero, cuando uno celebra el
sacramento de un modo distinto al modo observado en el rito de la
Iglesia. Cuarto, cuando se recibe sin devoción. Es, pues, manifiesto
que la simulación impide el efecto del bautismo.
A las objeciones:
1. Estar bautizado en
Cristo se puede entender de dos maneras. Primera,
en Cristo, o sea, en conformidad con Cristo. Y en este
sentido, los que se bautizan en Cristo, conformados a él por la fe y
la caridad, se revisten de Cristo por la gracia. Segunda, se dice de
alguien que está bautizado en Cristo en cuanto que recibe el
sacramento de Cristo. Y en este sentido, todos los bautizados se
revisten de Cristo por la configuración del carácter, aunque no por la
configuración de la gracia.
2. Cuando es Dios quien cambia la
voluntad del hombre del mal al bien, no hay ficción en el hombre. Pero
no siempre hace Dios esto. Ni tampoco está destinado el sacramento a
hacer de un simulador un sincero, sino que está destinado a justificar
a quien se acerca a él sinceramente.
3. Simulador es el que manifiesta
querer algo que en realidad no quiere. Ahora bien, quienquiera que se
acerca al bautismo, por el hecho de acercarse, manifiesta que su fe en
Cristo es sincera, que siente veneración por el sacramento, que quiere
configurarse con la Iglesia y que quiere alejarse del pecado. Por
tanto, cualquiera que sea el pecado al que el hombre desea permanecer
ligado, si se acerca al bautismo, es un simulador, y se acerca a él
sin devoción. Pero esto ha de entenderse del pecado mortal, que está
en contradicción con la gracia, no del pecado venial. Por lo que aquí
la palabra ficción incluye en cierto modo cualquier clase de
pecado.
Artículo 10:
¿Produce su efecto el bautismo al desaparecer la simulación?
lat
Objeciones por las que parece que al desaparecer la simulación el
bautismo no produce su efecto.
1. Una obra muerta, es decir, sin caridad, nunca puede ser
vivificada. Pero quien se acerca al bautismo simulando recibe el
sacramento sin caridad. Luego nunca podrá revivir el sacramento de tal
modo que confiera la gracia.
2. Puesto que impide el efecto, la simulación es más fuerte
que el bautismo. Pero el más fuerte no es eliminado por el más débil.
Luego el pecado de simulación no puede ser eliminado por un bautismo
impedido por simulación. Por lo que este bautismo no producirá su
efecto, que es la remisión de los pecados.
3. Puede acontecer que alguien se acerque con simulación
al bautismo y que después de éste cometa muchos pecados más. Ahora
bien, estos últimos pecados no pueden ser borrados por el bautismo,
porque el bautismo quita los pecados pasados, no los futuros. Luego
este bautismo nunca producirá su efecto, que es la remisión de todos
los pecados.
Contra esto: dice San Agustín en su libro De Baptismo: El bautismo comenzaría a ser eficaz para la salvación
cuando, con una sincera confesión, cesase aquella simulación que,
manteniendo el corazón en la malicia o en el sacrilegio, no permitía
la ablución de los pecados.
Respondo: Como se ha dicho más arriba (q.66, a.9), el bautismo es una regeneración espiritual. Ahora bien, cuando
se engendra una cosa, esa cosa recibe, juntamente con la forma, el
efecto de la forma, a no ser que un obstáculo lo impida. Pero una vez
desaparecido el obstáculo, la forma de la cosa engendrada produce su
efecto. Por ej., un cuerpo grávido, nada más ser engendrado, tiende a
moverse hacia abajo, a no ser que un obstáculo se lo impida, pero, una
vez apartado el obstáculo, comienza a descender. Pues una cosa
parecida sucede cuando alguien se bautiza: recibe el carácter, a modo
de forma, y recibe su propio efecto, que es la gracia que perdona
todos los pecados. Pero este efecto se impide, a veces, por la
simulación. Por consiguiente, una vez eliminada esta simulación por la
penitencia, el bautismo produce inmediatamente su efecto.
A las objeciones:
1. El sacramento del bautismo es
obra de Dios, y no de los hombres. Por tanto, no es obra muerta en el
simulador, aunque lo reciba sin caridad.
2. La simulación no desaparece con
el bautismo, sino con la penitencia. Pero, desaparecida aquélla, el
bautismo borra toda culpa y todo débito de pena por los pecados
cometidos antes del bautismo y simultáneamente con el bautismo. Por lo
que dice San Agustín en su libro De
Baptismo: Se cancela el ayer, el presente, la
hora, el momento anterior y hasta el mismo momento del bautismo. Pero
inmediatamente después comienza la cuenta de las culpas. Por
tanto, a producir el efecto del bautismo concurren el bautismo y la
penitencia. Pero el bautismo como causa esencial; la penitencia como
causa accidental, o sea, removiendo los obstáculos.
3. El efecto del bautismo no
consiste en borrar los pecados futuros, sino los pasados y presentes.
Por consiguiente, una vez desaparecida la simulación, quedan
perdonados los pecados cometidos después del bautismo. Por tanto, no
quedan remitidos en lo que se refiere a las penas, como ocurre con los
pecados anteriores al bautismo.