Artículo 1:
¿Han de ser siete los sacramentos?
lat
Objeciones por las que parece que los sacramentos no han de ser
siete.
1. Los sacramentos reciben su eficacia de la virtud divina y de la
pasión de Cristo. Pero la virtud divina es única,
y única es también la pasión de Cristo, porque, como se dice en Heb
10,14: Mediante una sola oblación ha perfeccionado para siempre a
los santificados. Luego no debería haber más que un solo
sacramento.
2. Los sacramentos están destinados a remediar el defecto
del pecado. Pero este defecto es doble: la pena y la culpa. Luego
serían suficientes dos sacramentos.
3. Dice Dionisio que los sacramentos
pertenecen a las funciones de la jerarquía eclesiástica. Pero según el
mismo autor, las funciones de la jerarquía son tres: purificar, iluminar y perfeccionar. Luego no debería haber más que
tres sacramentos.
4. Dice San Agustín en XIX Contra Faustum
que los sacramentos de la nueva ley son menos numerosos que los de la
antigua. Pero en la antigua ley no había ningún sacramento
correspondiente a la Confirmación y a la Extremaunción. Luego éstos no
deberían numerarse entre los sacramentos de la nueva
ley.
5. Como ya se ha dicho en la
Segunda Parte (
1-2, q.74 a.5;
2-2, q.154 a.3), la lujuria no es el más grave de los
pecados. Pero para combatir los demás pecados no se instituyó ningún
sacramento. Luego tampoco debió instituirse el sacramento del
matrimonio para combatir la lujuria.
6. Parece que los sacramentos son más de siete. De hecho, los
sacramentos son
signos sagrados. Pero en la Iglesia tienen
lugar otras muchas bendiciones realizadas con signos sensibles, como
el agua bendita, la consagración del altar y cosas semejantes. Luego
hay más de siete sacramentos.
7. Hugo de San Víctor afirma que los sacramentos de la
antigua ley eran las oblaciones, los diezmos y los sacrificios. Pero
el sacrificio de la Iglesia es un sacramento que se llama eucaristía.
Luego las oblaciones y los diezmos deberían llamarse también
sacramentos.
8. Hay tres especies de pecados: original, mortal y venial. Ahora
bien, contra el pecado original se instituyó el bautismo, y contra el
pecado mortal, la penitencia. Luego, además de los siete, debería
haber un octavo sacramento contra el pecado venial.
Respondo: Como ya se ha dicho anteriormente
(
q.62 a.5;
q.63 a.1), los sacramentos están destinados a dos fines: a
perfeccionar al hombre en lo que se refiere al culto de Dios
practicando la religión cristiana; y a ofrecer un remedio para el
pecado. Pues bien, para conseguir ambos fines es oportuno que el
número de los sacramentos sea siete.
En realidad, la vida del espíritu tiene una cierta semejanza con la
vida corporal, como, en general, todas las cosas corporales tienen una
semejanza con las espirituales. Ahora bien, en la vida corporal el
individuo tiende a una doble perfección: una, referida
a la propia persona; otra, referida a la comunidad social en que vive,
porque el hombre, por naturaleza, es un animal social. En lo que se
refiere a sí mismo, el hombre se perfecciona en su vida corporal de
dos maneras: una, directamente, adquiriendo alguna perfección; otra,
indirectamente, evitando los inconvenientes de la vida, como son las
enfermedades o cosas parecidas. El perfeccionamiento directo de la
vida corporal tiene tres etapas. La primera es la generación, por la
que el hombre comienza a ser y a vivir. Y a esta etapa corresponde en
la vida espiritual el bautismo, que es una regeneración espiritual,
según lo que se dice en Tit 3,5: por el baño de la regeneración,
etc. La segunda etapa es el crecimiento, por el que uno llega a la
plenitud de su estatura y de su fuerza. Y a esta etapa corresponde, en
la vida del espíritu, la Confirmación, en la que se nos da el Espíritu
Santo para robustecernos, por lo que Jesús dice a los discípulos ya
bautizados, en Lc 24,49: permaneced en la ciudad hasta que seáis
revestidos con la virtud de lo alto. La tercera es la nutrición,
con la que el hombre conserva la vida y el vigor, y a ésta
corresponde, en la vida espiritual, la Eucaristía, por lo que dice el
Señor en Jn 6,54: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no
bebéis su sangre no tendréis vida en vosotros.
Esto le sería suficiente al hombre si, corporal y espiritualmente,
tuviese una vida impasible. Pero, como el hombre está sujeto a la
enfermedad corporal y espiritual, que es el pecado, el hombre necesita
un remedio para su enfermedad. Y este remedio es doble: uno, de
curación, que le restituye la salud; y a este remedio corresponde, en
la vida del espíritu, la Penitencia, según las palabras del Sal
40,5: Sana mi alma porque he pecado contra ti. El otro remedio
es la recuperación de las fuerzas con una dieta adecuada y un
conveniente ejercicio: y a este remedio corresponde, en la vida
espiritual, la Extremaunción, que borra las reliquias del pecado y
deja al hombre dispuesto para la gloria final, por lo que se dice en
Sant 5,15: Y si hubiera cometido pecados, le serán
perdonados.
En lo que se refiere a la comunidad social, el hombre se perfecciona
de dos maneras. Primera, asumiendo el poder de gobernar la sociedad y
de ejercer funciones públicas, cosas que corresponden en la vida
espiritual al sacramento del orden, conforme a lo que se dice en Heb
7,27, que los sacerdotes ofrecen víctimas no sólo por sí mismos, sino
también por el pueblo. Segunda, reproduciendo la especie, lo cual
tiene lugar mediante el matrimonio, tanto en la vida corporal como en
la espiritual, ya que el matrimonio no solamente es un sacramento,
sino también una función de la naturaleza.
Y también se justifica el número septenario de los sacramentos por
estar éstos destinados al remedio del pecado. Porque el bautismo está
destinado a remediar la carencia de vida espiritual. La confirmación,
a remediar la debilidad espiritual de los neófitos. La eucaristía, a
remediar la proclividad hacia el pecado. La penitencia, a perdonar los
pecados personales cometidos después del bautismo. La extremaunción, a
perdonar las reliquias de los pecados no del todo desaparecidos, por
negligencia o por ignorancia. El orden, a remediar la desorganización
de la multitud. El matrimonio, a remediar la concupiscencia personal y
la disminución de la población, producida por la muerte de los
individuos.
Algunos, sin embargo, relacionan los siete sacramentos con las
virtudes, las culpas y las penas. Y así, dicen que la fe corresponde
al bautismo, dirigido contra la culpa original. A la esperanza, la
extremaunción, dirigida contra la culpa venial. A la caridad, la
eucaristía, dirigida contra las penas merecidas por la malicia. A la
prudencia, el orden, dirigido contra la ignorancia. A la justicia, la
penitencia, dirigida contra el pecado mortal. A la templanza, el
matrimonio, dirigido contra la concupiscencia. A la fortaleza, la
confirmación, dirigida contra la debilidad.
A las objeciones:
1. Un mismo agente principal emplea
diversos instrumentos para producir distintos efectos. Depende de la
obra que quiera realizar. Pues, de modo semejante, la virtud divina y
la pasión de Cristo operan en nosotros con sacramentos diversos como
con instrumentos diversos.
2. La culpa y la pena se
diferencian por su especie —puesto que hay distintas especies de
culpas y de penas—, y por la diversidad de estados y costumbres de
los hombres.
Hay, pues, motivo para instituir más sacramentos, como se ha dicho
antes (c.).
3. En las acciones jerárquicas hay
que distinguir: los agentes, los sujetos receptores y las acciones.
Los agentes son los ministros de la Iglesia, y a ellos pertenece el
sacramento del orden. Los sujetos receptores son los que se acercan a
recibir los sacramentos, y son procreados mediante el matrimonio. Y
las acciones consisten en purificar, iluminar y
perfeccionar. Pero la sola purificación no puede ser sacramento de
la nueva ley, que confiere la gracia, sino que pertenece a algunos
sacramentales, como son la catequesis y el exorcismo. La purificación
y la iluminación conjuntamente pertenecen, según Dionisio, al bautismo, aunque secundariamente, por la recaída, pertenecen también a la penitencia y la extremaunción. Y, finalmente, el perfeccionar, referido a la vigorización de la virtud, pertenece a la confirmación; mas referido a la consecución del fin, pertenece a la Eucaristía.
4. En el sacramento de la
confirmación se nos da la plenitud del Espíritu Santo para
robustecernos, y en la extremaunción se le prepara al hombre para
recibir inmediatamente la gloria. Ahora bien, de ninguna de estas
cosas se ocupa el Antiguo Testamento, y por eso ninguna cosa
había en el Antiguo Testamento que correspondiese a estos
sacramentos.
5. Era oportuno combatir la
concupiscencia de la carne con un remedio especial dado por un
sacramento. En primer lugar, porque esta concupiscencia no sólo vicia
a la persona, sino también a la naturaleza. Y en segundo lugar, porque
su ímpetu oscurece la razón.
6. El agua bendita y las
otras bendiciones no se llaman sacramentos porque no conducen al
efecto del sacramento, que es la consecución de la gracia. Sin
embargo, disponen al sacramento: quitando obstáculos, como es el caso
del agua bendita, utilizada contra las insidias del demonio y contra
los pecados veniales; o produciendo cierta idoneidad para recibir el
sacramento, y, así, se consagran el altar y los vasos por reverencia
hacia la eucaristía.
7. Las oblaciones y los
diezmos, tanto en la ley natural como en la ley mosaica, no se
destinaban sólo a sostener a los ministros del culto y a los pobres,
sino también a significar. Por eso eran sacramentos. Y, como este
último sentido ahora lo han perdido, ya no son sacramentos.
8. Para borrar el pecado
venial no es necesaria la infusión de la gracia. Y, como cualquier
sacramento de la nueva ley infunde la gracia, ninguno de ellos ha sido
instituido directamente contra el pecado venial, que se borra con
ciertos sacramentales, como el agua bendita y cosas
semejantes.
Algunos, sin embargo, sostienen que la extremaunción
fue instituida contra el pecado venial. Pero de esto hablaremos en el
lugar correspondiente (véase Suppl., q.30 a.l).
Artículo 2:
¿Es correcto el orden de los sacramentos que acabamos de
exponer?
lat
Objeciones por las que parece que el orden anteriormente establecido
(
a.1) no es correcto.
1. Dice el Apóstol en 1 Cor 15,46 que primero es lo natural y
después lo espiritual. Ahora bien, el matrimonio le da al hombre
la primera generación, que es la natural; y el bautismo le engendra a
una segunda vida, que es la espiritual. Luego el matrimonio debe
preceder al bautismo.
2. Con el sacramento del orden se recibe el poder de
realizar las acciones sacramentales. Pero el agente es anterior a su
acción. Luego el orden debe preceder al bautismo y a los otros
sacramentos.
3. La Eucaristía es alimento espiritual, y la confirmación
se equipara al crecimiento. Pero el alimento es causa del crecimiento
y, consiguientemente, lo precede. Luego la eucaristía debe ser
anterior a la confirmación.
4. La penitencia dispone al hombre para la eucaristía.
Pero la disposición precede a la perfección. Luego la penitencia debe
preceder a la eucaristía.
5. Lo que más se acerca al último fin, viene después.
Pero la extremaunción, entre todos los sacramentos, es la que más se
acerca al último fin de la bienaventuranza.
Contra esto: ordinariamente, todos colocan los sacramentos en el orden
precedente.
Respondo: La justificación del orden de los
sacramentos resulta de cuanto se ha dicho anteriormente (
a.1). Porque
de la misma manera que la unidad precede a la colectividad, así los
sacramentos destinados a la perfección de una persona preceden
naturalmente a los sacramentos destinados a la perfección de la
colectividad. Y ésta es la razón de poner en último lugar el orden y
el matrimonio, que están destinados a la perfección de la
colectividad. Pero el matrimonio después del orden, ya que el
matrimonio participa menos de la vida espiritual, a la cual están
destinados los sacramentos.
Entre los sacramentos destinados a la perfección de una persona,
tienen primacía natural los destinados a la perfección de la vida
espiritual directamente sobre los destinados a este mismo fin de
manera indirecta, removiendo impedimentos, como sucede con la
penitencia y la extremaunción. Pero la extremaunción, que es la que
completa el restablecimiento espiritual, es posterior a la penitencia,
que lo inicia.
Entre los otros tres sacramentos es claro que tiene la precedencia el
bautismo, que es regeneración espiritual; sigue la confirmación, que
está destinada a la perfección formal de la virtud, y, finalmente, la
eucaristía, que está destinada a la perfección del fin.
A las objeciones:
1. El matrimonio, por estar
destinado a la vida natural, cumple una función de la naturaleza.
Pero, en lo que tiene de espiritual, es sacramento. Y porque tiene
sólo un mínimo de espiritualidad, se le pone en último
lugar.
2. Se tiene el poder de actuar en
la medida en que se tiene la perfección del ser. Por eso los
sacramentos que perfeccionan al hombre en sí mismo son anteriores al
sacramento del orden, por el que el hombre perfecciona a los
demás.
3. El alimento precede al
crecimiento como causa, pero sigue también al crecimiento manteniendo
al hombre en su estatura y en su vigor. Por eso, puede la eucaristía
anteponerse a la confirmación, como hace Dionisio en su libro De
Eccl. Hier., y puede posponerse, como afirma el
Maestro Sententiarum IV.
4. El argumento sería correcto si
la penitencia se requiriese para la eucaristía como preparación
necesaria. Pero esto no es cierto, porque uno que esté sin pecado
mortal no tiene necesidad de la penitencia para recibir la eucaristía.
Con lo que se manifiesta que la penitencia dispone a la eucaristía
ocasionalmente, o sea, supuesto el pecado. Por eso se dice en 2 Cro
33,18: Tú, Señor de los justos, no impusiste
penitencia a los justos.
5. Ya hemos dicho la razón por la
que la extremaunción es el último de los sacramentos destinados a la
perfección del individuo.
Artículo 3:
¿Es la Eucaristía el sacramento más importante?
lat
Objeciones por las que parece que la Eucaristía no es el sacramento
más importante.
1. El bien común es superior al privado, como se dice en I Ethic.. Pero el matrimonio está destinado al bien
común de la especie humana mediante la generación, mientras que la
eucaristía está destinada al bien privado de quien la recibe. Luego la
eucaristía no es el sacramento más importante.
2. Parece que los sacramentos más importantes han de ser
conferidos por ministros más importantes también. Ahora bien, los
sacramentos de la confirmación y del orden son conferidos sólo por el
obispo, que es un ministro de mayor rango que el simple sacerdote, que
se encarga de realizar la eucaristía. Luego esos sacramentos son más
importantes.
3. Los sacramentos son tanto más importantes cuanto mayor
es su eficacia. Pero algunos sacramentos imprimen carácter, como es el
caso del bautismo, la confirmación y el orden, cosa que no hace la
eucaristía. Luego esos otros sacramentos son más importantes.
4. Se dice que una cosa es superior cuando otras dependen
de ella y no al contrario. Ahora bien, la eucaristía depende del
bautismo porque nadie puede recibirla si no está bautizado. Luego el
bautismo es superior a la eucaristía.
Contra esto: dice Dionisio en III De Eccl. Hier.
que nadie alcanza la perfección jerárquica más que por la santísima
eucaristía. Luego este sacramento es el más importante y el culmen
de los demás.
Respondo: Hablando en absoluto, la eucaristía
es el más importante de todos los sacramentos. Y esto resulta de tres
consideraciones. Primera, porque contiene realmente a Cristo en
persona, mientras que los otros contienen una virtud instrumental
participada de Cristo, como se ha dicho más arriba (
q.62 a.4 ad 3;
a.5). Y ya se sabe que ser una cosa por esencia es más importante que
serlo por participación.
Segunda, por la relación de los sacramentos entre sí. Todos los demás
sacramentos están ordenados a la eucaristía como a su fin. Es claro,
por ej., que el sacramento del orden está destinado a la consagración
de la eucaristía, el bautismo tiende a recibirla, la confirmación
dispone a no abstenerse de ella por vergüenza, la penitencia y la
extremaunción preparan al hombre para recibir dignamente el cuerpo de
Cristo y, finalmente, el matrimonio se aproxima a la eucaristía al
menos por su significado, en cuanto que significa la unión de Cristo
con la Iglesia, cuya unidad está representada en el sacramento de la
eucaristía, por lo que el Apóstol dice en Ef 5,32: Este sacramento
es grande, lo digo refiriéndolo a Cristo y a la Iglesia.
Tercera, por el mismo ritual de los sacramentos, porque la recepción
de casi todos ellos se completa recibiendo también la eucaristía, como
dice Dionisio en III De Eccl. Hier.. Y así
vemos cómo los ordenados y los recién bautizados comulgan.
Ahora bien, el orden de importancia entre los otros sacramentos
depende de puntos de vista. Porque, atendiendo a la necesidad, el
bautismo es el más importante. Y si nos fijamos en la perfección el
más importante es el del orden. Y la confirmación ocupa entre éstos un
puesto intermedio. La penitencia y la extremaunción, sin embargo,
tienen un rango inferior a los anteriores porque, como se ha dicho
antes (a.2), están destinados no directa sino indirectamente a la vida
cristiana, en cuanto que remedian los eventuales defectos. Entre los
dos, además, la extremaunción se compara a la penitencia, como la
confirmación con el bautismo, de tal modo que la penitencia es más
necesaria, mientras que la extremaunción es más perfecta.
A las objeciones:
1. El matrimonio persigue el bien
común corporal, mientras que la eucaristía contiene sustancialmente el
bien común espiritual de toda la Iglesia.
2. El orden y la confirmación
habilitan a los fieles para funciones especiales que pertenecen al
oficio del príncipe. Por eso, la administración de estos sacramentos
es competencia del obispo, que es como un príncipe de la Iglesia. El
sacramento de la eucaristía, sin embargo, no habilita al hombre a
función alguna especial, sino que este sacramento es, más bien, el fin
de todas las funciones, como se ha dicho ya (c.).
3. Ya se ha dicho (
q.63 a.3) que
el carácter sacramental es una participación del sacerdocio de Cristo.
Por eso, el sacramento que une al hombre con el mismo Cristo en
persona es más digno que el sacramento que imprime el carácter de
Cristo.
4. El argumento parte del punto de
vista de la necesidad, en cuyo caso el bautismo, por ser de la máxima
necesidad, es también el sacramento más importante. De la misma manera
que el orden y la confirmación tienen una cierta superioridad por
razón de quien los administra. Y lo mismo el matrimonio, por razón de
su significado. Porque puede suceder que una cosa, en un determinado
aspecto, sea más importante, aunque en su realidad lo sea
menos.
Artículo 4:
¿Son todos los sacramentos necesarios para la salvación?
lat
Objeciones por las que parece que todos los sacramentos son
necesarios para la salvación.
1. Lo que no es necesario parece ser que es superfluo. Pero ningún
sacramento es superfluo, porque Dios no hace cosas inútiles.
Luego todos los sacramentos son necesarios para la
salvación.
2. De la misma manera que en Jn 3,5 se dice del bautismo: El que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de
Dios, así también en Jn 6,54 se dice de la eucaristía: Si no
coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis
vida en vosotros. Luego como el bautismo es necesario, también lo
es la eucaristía.
3. Sin el sacramento del bautismo uno se puede salvar con
tal de que sea una fuerza mayor, y no el desprecio de la religión, lo
que le ha impedido su recepción, como se dirá después (
q.68 a.2).
Ahora bien, de cualquier sacramento que se trate, el desprecio de la
religión impide la salvación del hombre. Luego, por la misma razón,
todos los sacramentos son necesarios para conseguir la
salvación.
Contra esto: los niños se salvan con sólo el bautismo sin los otros
sacramentos.
Respondo: Una cosa es necesaria con respecto al
fin, que es de lo que ahora se trata, de dos maneras. Una, sin la cual
no se puede conseguir el fin. Así se dice necesaria la comida para
mantener la vida humana. Esta es una necesidad absoluta. Otra, sin la
cual no se puede conseguir el fin con tanta facilidad. Así se dice
necesario el caballo para caminar. Esta no es una necesidad
absoluta.
Según la primera manera de necesidad hay tres sacramentos necesarios.
Dos para el individuo: el bautismo, absolutamente necesario, y la
penitencia, supuesto el pecado mortal después del bautismo. El
sacramento del orden es necesario para la Iglesia, porque, como se
dice en Prov 11,14: Donde no hay gobernador el pueblo se
derrumba.
Según la segunda manera de necesidad son necesarios los otros
sacramentos, porque la confirmación perfecciona en cierto modo el
bautismo; la extremaunción, la penitencia; y el matrimonio conserva la
comunidad de la Iglesia con la procreación.
A las objeciones:
1. Para que una cosa no sea
superflua es suficiente que sea necesaria de la primera o segunda
manera. Y así son necesarios todos los sacramentos, según lo dicho
(c.).
2. Esas palabras del Señor han de
ser entendidas, como dice San Agustín en Super lo., de la comida espiritual y no sólo de la sacramental.
3. El desprecio de todos los
sacramentos sí es un obstáculo para la salvación. Pero no hay
desprecio del sacramento cuando uno no se cuida de recibir uno que no
es necesario para la salvación. De lo contrario, quienes no reciben el
sacramento del orden y los que no contraen matrimonio despreciarían
estos sacramentos.