Artículo 1:
¿Fue formado el cuerpo de Cristo en el primer instante de su
concepción?
lat
Objeciones por las que parece que el cuerpo de Cristo no fue formado
en el primer instante de su concepción.
1. En Jn 2,20 se dice: Cuarenta y seis años se han empleado en
edificar este templo. Agustín, exponiendo este pasaje, dice en el
libro IV De Trin. ': Este número conviene claramente a la
perfección del cuerpo del Señor. Y en el libro Octoginta trium
quaest. escribe: No sin razón se dice que en
cuarenta y seis años fue edificado el Templo, que representaba su
cuerpo, para que cuantos años se invirtieron en la construcción del
Templo, otros tantos fuesen los días transcurridos en el
perfeccionamiento del cuerpo del Señor. Luego el cuerpo de Cristo
no fue perfectamente formado en el primer instante de su
concepción.
2. Para la formación del cuerpo de Cristo se requería un
movimiento local, mediante el cual la sangre purísima del cuerpo de la
Virgen arribase al lugar apto para la generación. Ahora bien, no hay
cuerpo que pueda moverse localmente en un instante, porque el tiempo
del movimiento se divide conforme a la división del móvil, como se
demuestra en el libro IV Phys.. Luego el cuerpo
de Cristo no fue formado en un instante.
3. El cuerpo de Cristo fue formado de la purísima sangre
de la Virgen, como antes se ha explicado (
q.31 a.5). Pero aquella
materia no pudo ser en un mismo instante sangre y carne, porque, en
tal caso, la materia estaría a la vez bajo dos formas. Por
consiguiente, hubo un instante en que la materia fue sangre por última
vez, y otro en que fue por primera vez carne formada. Ahora bien,
entre dos instantes cualesquiera hay un tiempo intermedio. Luego el
cuerpo de Cristo no fue formado en un instante, sino a lo largo de un
tiempo.
4. Como la potencia aumentativa requiere un determinado
tiempo en su propio acto, así lo exige también la virtud generativa,
pues una y otra son potencias naturales propias del alma vegetativa.
Ahora bien, el cuerpo de Cristo creció en un tiempo determinado, como
sucede con los cuerpos de los otros hombres, puesto que en Lc 2,52 se
dice que crecía en edad y en sabiduría. Luego da la impresión
de que, por el mismo motivo, la formación del cuerpo de Cristo, propia
de la potencia generativa, no se realizó en un instante, sino en el
tiempo oportuno en que se forman los cuerpos de los otros
hombres.
Contra esto: está lo que dice Gregorio en el libro XVIII Moral.: Al anunciarlo el ángel y venir el
Espíritu Santo, al instante estuvo en el seno, al instante se hizo
carne en las entrañas.
Respondo: En la concepción de Cristo es preciso
tener en cuenta tres cosas: primero, el desplazamiento local de la
sangre al sitio de la generación; segundo, la formación del cuerpo de
tal materia; tercero, el crecimiento que le conduce a la cantidad
perfecta. En la del medio consiste el hecho de la concepción, pues la
primera es un preámbulo para la concepción, y la tercera, una
consecuencia de la misma.
Lo primero no pudo realizarse en un instante, porque va contra la
misma noción de movimiento local de cualquier cuerpo, cuyas partes
entran sucesivamente en un lugar. Igualmente tiene que ser sucesivo lo
tercero, sea porque el crecimiento no se produce sin movimiento local,
sea porque procede de la virtud del alma, que obra en el cuerpo ya
formado, y que no actúa sino en el tiempo.
Sin embargo, la formación del cuerpo, en la que consiste
principalmente el hecho de la concepción, se realizó en un instante,
por dos razones: Primero, por el poder infinito del agente, esto es,
del Espíritu Santo, que formó el cuerpo de Cristo, como antes se ha
dicho (q.32 a.1). Con tanta mayor rapidez puede un agente disponer la
materia cuanto mayor sea su poder. Por lo que un agente de poder
infinito puede disponer en un instante la materia para la forma
oportuna.
Segundo, por parte de la persona del Hijo, cuyo cuerpo se formaba. No
era conveniente que Aquél asumiese más que un cuerpo formado. Y en
caso de haber precedido algún instante de la concepción antes de la
formación perfecta, no se podría atribuir al Hijo de Dios toda la
concepción, que no se le atribuye si no es por razón de la asunción. Y
por eso, en el primer instante en que la materia reunida llegó al
lugar de la generación, quedó perfectamente formado y asumido el
cuerpo de Cristo. Por esto se dice que el Hijo de Dios fue concebido,
lo que de otro modo no podría decirse.
A las objeciones:
1. Las palabras de Agustín en uno y
otro pasaje no se refieren exclusivamente a la formación del cuerpo de
Cristo, sino a la formación junto con el crecimiento conveniente hasta
el momento del parto. De donde, conforme al cálculo de aquel número,
dice que se consuma el tiempo de los nueve meses que Cristo estuvo en
el seno de la Virgen.
2. El movimiento local mencionado
no queda incluido en la misma concepción, sino que es previo a la
misma.
3. No es posible señalar el último
instante en que aquella materia fue sangre, pero sí el último tiempo,
que se prolonga, sin intermedio de ninguna clase, hasta el primer
instante en que fue carne de Cristo formada. Y este instante fue el
final del tiempo del movimiento local de la materia hasta el lugar de
la generación.
4. El crecimiento se produce en
virtud de la potencia aumentativa del mismo ser que crece; pero la
formación del cuerpo se realiza por la potencia generativa no del que
es engendrado, sino del padre que engendra mediante el semen, en el
que obra la fuerza formativa derivada de la vida del padre. Ahora
bien, el cuerpo de Cristo no fue formado del semen del varón, sino por
obra del Espíritu Santo, como antes se ha dicho (
q.31 a.5 ad 3). Y,
por eso, la formación debió ser tal como convenía al Espíritu Santo.
Sin embargo, el aumento del cuerpo de Cristo se realizó conforme a la
potencia aumentativa del alma de Cristo, la cual por ser
específicamente igual que la nuestra, debió hacer que el cuerpo
creciese del mismo modo que crecen los cuerpos de los otros hombres, a
fin de que, por esto, quedase demostrada la verdad de su naturaleza
humana.
Artículo 2:
¿fue animado el cuerpo de Cristo en el primer instante de su
concepción?
lat
Objeciones por las que parece que el cuerpo de Cristo no fue animado
en el primer instante de su concepción.
1. Porque dice el papa León en su Epístola ad lulianum: La carne de Cristo no era, de distinta naturaleza de la nuestra, ni le fue infundida el alma en otro momento que a los demás hombres. Ahora bien, a los otros hombres no se les infunde el alma en el primer instante de su concepción. Luego tampoco al cuerpo de Cristo debió serle infundida el alma en el primer instante de su concepción.
2. El alma, lo mismo que cualquier forma natural, requiere
una cantidad determinada en su materia. Pero el cuerpo de Cristo, en
el primer instante de su concepción, no tuvo tanta cantidad como la
que tienen los cuerpos de los demás hombres cuando son animados; de
otro modo, en caso de haber crecido continuamente, o hubiera nacido
más pronto, o al nacer hubiera tenido mayor cantidad que los otros
niños. Lo primero va contra Agustín, en el libro IV De Trín., donde prueba que permaneció por espacio de nueve
meses en el seno de la Virgen; lo segundo se opone al papa León, que
en un sermón sobre la Epifanía dice: Encontraron al Niño Jesús, que en nada se distinguía de la generalidad
de la infancia humana. Luego el cuerpo de Cristo no fue animado en
el primer instante de su concepción.
3. Donde hay un antes y un después, es necesario que haya
varios instantes. Ahora bien, según el Filósofo en su libro De Gen.
Anim., en la generación humana se requiere un antes
y un después, porque antes es ser vivo, después animal y, finalmente,
hombre. Por consiguiente, la animación de Cristo no pudo realizarse en
el primer instante de su concepción.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno en el libro III: Al mismo tiempo fue carne, al mismo tiempo fue carne del Verbo de
Dios, al mismo tiempo fue carne animada por un alma racional e
intelectual.
Respondo: Para que la concepción se atribuya al
mismo Hijo de Dios, como confesamos en el
Símbolo cuando decimos
Que fue concebido del Espíritu Santo, es necesario sostener que el mismo cuerpo, al ser concebido, fue asumido por el Verbo de Dios. Y antes hemos demostrado (
q.6 a.1 y
2) que el Verbo de Dios tomó el cuerpo mediante el alma, y el alma mediante el espíritu, esto es, el entendimiento. Luego fue preciso que el cuerpo de Cristo fuese animado por el alma racional en el primer instante de su concepción.
A las objeciones:
1. El momento de la infusión del
alma puede considerarse de dos modos. Uno, según la disposición del
cuerpo. Y así el alma no fue infundida en el cuerpo de Cristo en un
momento distinto al que lo es en los demás hombres. Como, una vez
formado el cuerpo de un hombre, al instante le es infundida el alma,
así sucedió en Cristo. Otro, considerando dicho momento sólo en
relación con el tiempo. Y bajo este aspecto, por haber sido
perfectamente formado el cuerpo de Cristo con anterioridad temporal,
también fue animado antes.
2. El alma requiere la debida
cantidad en la materia en la que es infundida; pero tal cantidad tiene
cierta amplitud, puesto que se salva tanto en la cantidad mayor como
en la menor. La cantidad que tiene el cuerpo al serle infundida
inicialmente el alma es proporcionada a la cantidad perfecta a que
llegará por el crecimiento, de manera que los hombres más corpulentos
tienen mayor cantidad en su primera animación. Y Cristo en la edad
perfecta tuvo una grandeza conveniente y mediana, con la que estaba
proporcionada la cantidad de su cuerpo en el momento en que son
animados los cuerpos de los otros hombres, aunque tuvo una cantidad
menor en el inicio de su concepción. Sin embargo, tal cantidad no era
tan pequeña que no se salvara en ella la noción de cuerpo animado,
pues en una cantidad parecida son animados los cuerpos de algunos
hombres pequeños.
3. En la generación de los demás
hombres se cumple lo que dice el Filósofo, ya que su
cuerpo se forma y se va disponiendo sucesivamente con vistas al alma.
De donde, primeramente, como imperfectamente dispuesto, recibe un alma
imperfecta; y después, cuando está dispuesto perfectamente, recibe el
alma perfecta. Pero el cuerpo de Cristo, debido al poder infinito del
agente, estuvo perfectamente dispuesto al instante. Por eso al punto,
en el primer instante, recibió la forma perfecta, es decir, el alma
racional.
Artículo 3:
La carne de Cristo, ¿fue primero concebida y luego
asumida?
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Objeciones por las que parece que la carne de Cristo primero fue
concebida, y después asumida.
1. Porque lo que no existe no puede ser asumido. Pero la carne de
Cristo comenzó a existir con la concepción. Luego parece que fue
asumida por el Verbo de Dios después de haber sido
concebida.
2. La carne de Cristo fue asumida por el Verbo de Dios
mediante el alma racional. Pero recibió el alma racional al término de
su concepción. Luego la asumió al término de su concepción. Ahora
bien, se dice que ha sido concebida en el término de la concepción.
Por consiguiente, primero fue concebida, y después fue
asumida.
3. En todo ser engendrado es cronológicamente primero lo
imperfecto que lo perfecto, como consta por el Filósofo en IX Metaphys.. Pero el cuerpo de Cristo es un ser
engendrado. Luego no llegó a su última perfección, consistente en la
unión con el Verbo de Dios, al momento en el primer instante de su
concepción, sino que primero fue concebida la carne, y después fue
asumida.
Contra esto: está lo que dice Agustín en su libro De fide ad
Petrum: Ten como cosa segurísima y no dudes de
ningún modo que la carne de Cristo no fue concebida en el seno de la
Virgen antes de ser tomada por el Verbo.
Respondo: Como antes se ha expuesto (
q.16 a.6 y
7), decimos con toda propiedad que
Dios se hizo hombre, pero
no decimos con la misma propiedad que
el hombre se hizo Dios.
Porque, ciertamente, Dios tomó para sí lo que es propio del hombre;
pero lo que es propio del hombre no preexistió, como algo subsistente
por sí mismo, antes de ser asumido por el Verbo. Pues, en el caso de
que la carne de Cristo hubiera sido concebida antes de ser asumida por
el Verbo, hubiera tenido en algún tiempo una hipóstasis distinta de la
hipóstasis del Verbo de Dios. Pero esto es contrario a la noción de la
encarnación, conforme a la cual sostenemos que el Verbo de Dios se
unió a la naturaleza humana, y a todas sus partes, en unidad de
persona. Ni fue conveniente que el Verbo de Dios destruyese, con su
asunción, esa hipóstasis preexistente de la naturaleza humana, o de
alguna de sus partes. Y por eso es contrario a la fe decir que la
carne de Cristo primero fue concebida, y después asumida por el Verbo
de Dios.
A las objeciones:
1. Si la carne de Cristo no hubiera
sido formada o concebida en un instante, sino mediante una sucesión de
tiempo, necesariamente se seguiría uno de estos dos extremos: o que lo
que tomó no sería todavía carne, o que la concepción de la carne
precedió a su asunción. Pero, como defendemos que la concepción se
realizó en un instante, se sigue que en aquella carne fue simultáneo
el ser concebida y el estar concebida. Y así, como enseña Agustín, en
el libro De fide ad Petrum, decimos que el
mismo Verbo de Dios fue concebido al asumir la carne, y que la carne
del Verbo fue concebida en la encarnación.
2. Da resuelta por lo que se
acaba de decir, pues aquella carne, al ser concebida, fue
simultáneamente concebida y animada.
3. En el misterio de la
encarnación no se considera la ascensión, como si se tratase de un ser
preexistente que se pone en marcha hasta (llegar) a la dignidad de la
unión, como sostuvo el hereje Fotino. Allí se presta
más bien atención al descenso, conforme al cual el Verbo perfecto de
Dios tomó para sí la imperfección de nuestra naturaleza, según las
palabras de Jn 6,38.51: He bajado del cielo.
Artículo 4:
¿La concepción de Cristo fue natural?
lat
Objeciones por las que parece que la concepción de Cristo fue
natural.
1. Cristo es llamado Hijo del hombre por razón de la concepción de su
carne. Es, efectivamente, verdadero y natural hijo del hombre, como
también es verdadero y natural Hijo de Dios. Luego su concepción fue
natural.
2. Ninguna criatura realiza una obra milagrosa. Ahora bien,
la concepción de Cristo se atribuye a la Santísima Virgen, pues
decimos que la Virgen concibió a Cristo. Luego parece que tal
concepción no es milagrosa, sino natural.
3. Para que una transformación sea natural, basta con que
el principio pasivo sea natural, como antes se ha dicho (
q.32 a.4).
Pero el principio pasivo en la concepción de Cristo fue natural por
parte de la madre, como es evidente por lo ya expuesto (
q.32 a.4). Por
consiguiente, la concepción de Cristo fue natural.
Contra esto: está lo que dice Dionisio en la epístola Ad Caium
monachum: Cristo realiza las obras propias del
hombre mejor que el mismo hombre, y esto lo demuestra la Virgen al
concebir sobrenaturalmente.
Respondo: Como escribe Ambrosio en el libro De Incarnatione, en este misterio encontrarás
muchas cosas conformes con la naturaleza, y por encima de la
naturaleza. Pues si nos fijamos en lo que atañe a la materia de la
concepción, suministrada por la madre, todo es natural; pero si
atendemos al principio activo, todo es milagroso. Y como cada ser es
enjuiciado más por la forma que por la materia, e, igualmente, más por
lo que tiene de agente que de paciente, de ahí se sigue que la
concepción de Cristo debe calificarse absolutamente de milagrosa y
sobrenatural, pero de natural bajo algún aspecto.
A las objeciones:
1. Cristo es llamado hijo natural
del hombre porque tiene verdadera naturaleza humana, por la que es
hijo del hombre, aunque la haya obtenido milagrosamente, como
naturalmente ve un ciego mediante su potencia visiva aunque haya
recuperado ésta milagrosamente.
2. La concepción se atribuye a la
Santísima Virgen no en calidad de principio activo, sino porque
suministró la materia para la concepción, y porque ésta tuvo lugar en
su seno.
3. El principio pasivo natural es
suficiente para una transformación natural cuando es movido por su
propio principio activo de manera natural y ordinaria. Pero esto no se
cumple en nuestro caso. Y, por tanto, aquella concepción no puede
llamarse absolutamente natural.