Corresponde a continuación tratar de la susurración (q.72 intr). Acerca de esto se plantean dos preguntas:
Artículo 1:
La susurración, ¿es pecado distinto de la detracción?
lat
Objeciones por las que parece que la susurración no es pecado
distinto de la detracción:
1. Dice Isidoro, en el libro Etymol.: El
susurrador toma este nombre del sonido de la voz, porque al difamar no
habla a la faz de alguien, sino al oído. Mas el hablar del otro
difamándolo es propio de la detracción. Luego la susurración no es
pecado distinto de la detracción.
2. Se lee en Lev 19,16: No incriminarás ni murmurarás en
el pueblo. Pero incriminar parece ser lo mismo que difamar. Luego
tampoco difiere la susurración de la detracción.
3. Léese también en Eclo 28,15: El murmurador y el
hombre de dos lenguas será maldito. Mas parece que un hombre de
doble lengua es igual que un detractor, por cuanto es propio de los
detractores hablar con dos lenguas: con una en ausencia del difamado y
con otra en su presencia. Luego susurrador es lo mismo que
detractor.
Contra esto: está el texto de Rom 1,29-30: Susurradores,
detractores, sobre el cual comenta la Glosa: Susurradores son los que siembran la discordia entre los amigos;
detractores son los que niegan o disminuyen lo bueno de
otros.
Respondo: La susurración y la difamación
coinciden en la materia e incluso en la forma, o sea, en la manera de
hablar, puesto que en ambas se habla mal del prójimo ocultamente. Por
esta semejanza se toma a veces uno de estos pecados por el otro; por
eso, sobre aquel texto de Eclo 5,16: No seas tenido por
murmurador, añade la Glosa: esto es, por
detractor. Pero difieren en el fin, pues el detractor tiende a
denigrar la fama del prójimo; de ahí que difunda principalmente sobre
el prójimo aquellas especies malas con que puede ser infamado o, al
menos, disminuida su fama; mientras que el murmurador
tiende a romper la amistad, como consigna la Glosa
citada, y por eso dice Prov 26,20: Suprimido el
murmurador, cesan las rencillas. Por tanto, el susurrador profiere
contra el prójimo aquellas especies malas que pueden mover contra él
el ánimo del oyente, según el pasaje bíblico de Eclo 28,11: El
hombre pecador turbará a los amigos y en medio de los que viven en paz
pondrá enemistad.
A las objeciones:
1. El susurrador en cuanto que
habla mal de otro, incurre en difamación; pero difiere del detractor
porque no se propone directamente decir algo malo de otro, sino
difundir todo aquello que pueda exacerbar los ánimos de una persona
contra otra, aunque lo que diga sea verdaderamente bueno, y, por el
contrario, aparentemente malo por cuanto desagrada a quien se lo
dice.
2. El incriminador difiere del
murmurador y del detractor, porque aquél es el hombre que públicamente
imputa crímenes a otras personas, ya acusando, ya insultando, lo que
no pertenece ni al detractor ni al murmurador.
3., en sentido propio, el
murmurador es llamado hombre de dos lenguas. Pues cuando hay
amistad entre dos personas, se esfuerza éste por romperla por ambas
partes a la vez, y para ello se vale de su doble lengua para con cada
uno de los interesados, hablando a uno mal del otro. Por ello se
consigna en Eclo 28,15: Maldito sea el susurrador y el hombre de
dos lenguas, y añade: porque perturba a muchos que viven en
paz.
Artículo 2:
La detracción, ¿es pecado más grave que la susurración?
lat
Objeciones por las que parece que la detracción es pecado más grave
que la susurración:
1. Los pecados de palabra consisten en pronunciar malos conceptos.
Mas el detractor dice del prójimo cosas que son absolutamente malas,
porque de ellas nace la infamia o disminuye la reputación; en cambio,
el susurrador no se cuida de publicar más que apariencias de mal, que
desagraden al que las escucha. Luego la detracción es un pecado más
grave que la susurración.
2. Cualquiera que arrebata a alguien su fama, le roba no
sólo un amigo, sino muchos, puesto que todo el mundo rehuye la amistad
de personas infamadas. Por eso se reprocha en el texto de 2 Cró
19,2: te unes en amistad con los que odian al Señor. Pero la
susurración roba solamente un amigo. Luego es pecado más grave la
susurración que la detracción.
3. En Sant 4,11 se lee: El que difama a su hermano,
difama a la ley, y, por consiguiente, a Dios, que es el
legislador; por eso el pecado de la detracción parece ser pecado
contra Dios, lo cual es gravísimo, como se ha demostrado (q.20 a.3; 1-2 q.73 a.3). Mas el pecado de susurración va contra el prójimo.
Luego el pecado de detracción es más grave que el de
susurración.
Contra esto: está Eclo 5,17, que dice: Sobre el hombre de doble
lengua hay una marca pésima: el sembrador de cizaña se atrae el odio,
la enemistad y la afrenta.
Respondo: Según se ha dicho (q.73 a.3; 1-2 q.73 a.8), el pecado contra el prójimo es tanto más grave cuanto mayor es
el daño que al prójimo se infiere, y es tanto mayor ese daño cuanto
más excelso sea el bien que se destruye. Pero el amigo es el más
valioso entre todos los bienes exteriores, puesto que sin amigos
nadie puede vivir, como constata el Filósofo en VIII
Ethic. Por eso se lee en Eclo 6,15: No hay
nada comparable a un amigo fiel, porque, para que un hombre sea
considerado digno de la amistad de otro, es necesaria también una
óptima reputación, que por la difamación se destruye. De ahí que la
susurración sea mayor pecado que la detracción, y aun que la
contumelia, ya que el amigo es preferible al honor, y vale más ser
amado que ser honrado, como escribe el Filósofo en VIII Ethic.
A las objeciones:
1. La especie y la gravedad del
pecado se determinan más bien por su fin que por el objeto material.
De ahí que, por razón del fin, la susurración es más grave, aunque el
difamador difunda algunas veces peores conceptos.
2. La reputación es una
condición necesaria para la amistad, mientras que la infamia dispone a
la enemistad. Mas una disposición es menos que el término hacia el que
se ordena. Por consiguiente, el que realiza un acto que es disposición
hacia la enemistad peca menos que el que directamente actúa para
inducir a esa enemistad.
3. El que difama a su prójimo
parece difamar a la ley en tanto en cuanto que desprecia el precepto
del amor al prójimo, precepto contra el que obra más directamente el
que se esfuerza por romper una amistad. Por eso, este pecado va
principalmente contra Dios, puesto que Dios es caridad, según
está escrito en 1 Jn 4,8.16. Y así consigna Prov 6,16: Hay seis
cosas que aborrece el Señor, y una séptima que es detestada por su
Espíritu, y añade, v.19, la séptima: el que siembra la
discordia entre sus hermanos.