Viene a continuación el tema de las partes de la prudencia. Sobre
ello estudiaremos cuatro puntos:
- Cuáles son las partes de la prudencia.
- Cuáles son sus partes cuasi integrales (q.49).
- Sus partes subjetivas (q.50).
- Sus partes potenciales (q.51).
Artículo 1:
¿Están bien asignadas las partes de la prudencia?
lat
Objeciones por las que parece que no están adecuadamente asignadas
las partes de la prudencia:
1. Tulio asigna a la prudencia tres partes: memoria,
inteligencia, providencia. Macrobio, en cambio,
siguiendo el parecer de Plotino, le atribuye seis: razón,
inteligencia, circunspección, providencia, docilidad,
precaución. Aristóteles, por su parte, en VI Ethic., sostiene que a la prudencia le
corresponden eubulia, synesis y gnome (el buen consejo,
la perspicacia y la sentencia), aunque menciona también, al hablar de
la prudencia, la vigilancia, la sagacidad, el sentido e
inteligencia. Otro filósofo griego señala diez
partes, a saber: buen consejo, sagacidad, providencia, gubernativa,
militar, política, económica, dialéctica, retórica y física.
Parece, pues, que a alguna de esas enumeraciones les sobra o les falta
algo.
2. La prudencia se distingue de la ciencia. Ahora bien, la
política, la económica, la dialéctica, la retórica y la física son
ciencias. Por lo tanto, no son partes de la prudencia.
3. Las partes no exceden del todo. Ahora bien, la memoria
intelectiva, o inteligencia, la razón, el sentido, la docilidad
pertenecen no sólo a la prudencia, sino también a los demás hábitos de
conocimiento. Por lo tanto, no deben ponerse como partes de la
prudencia.
4. Igual que el juicio, el consejo y el imperio son
actos de la razón práctica, lo es también el acto de uso, como hemos
expuesto (1-2 q.16 a.1) En consecuencia, puesto que a la prudencia se
le añade eubulia, que corresponde al consejo, y synesis
y gnome, que pertenecen al juicio, también se debe añadir algo
que corresponda al uso.
5. Finalmente, la diligencia, como queda expuesto (q.47 a.9),
corresponde a la prudencia. Luego se debe incluir también entre las
partes de la misma.
Respondo: Se puede distinguir un triple género
de partes: integrales, como son partes de una casa, la pared,
el techo, el cimiento; subjetivas, como la vaca y el león en el
género animal; potenciales, como la virtud nutritiva y la
sensitiva en el alma. Así, pues, son tres los modos de poder asignar
partes a una virtud. El primero, por semejanza con las partes
integrales. En este caso se dice que son partes de una virtud
determinada aquellos elementos que necesariamente deben concurrir para
el acto perfecto de la misma. Y así, entre los indicados (arg.1) se
pueden tomar ocho para la prudencia, o sea, los seis de Macrobio, a
los que hay que añadir otro, el de Tulio, o sea la memoria, y
la sagacidad o eustochia, indicado por Aristóteles en
VI Ethic., ya que el sentido de la
prudencia se llama también inteligencia, y por eso escribe en
VI Ethic.: De todas estas cosas conviene
tener sentido, que llamamos inteligencia. De estas ocho, cinco
pertenecen a la prudencia como cognoscitiva, o sea, la memoria, la
razón, la inteligencia, la docilidad y la sagacidad; las
otras tres le pertenecen como preceptiva, aplicando el conocimiento a
la obra, es decir: la previsión o providencia, la
circunspección y la precaución. La razón de esta diversidad
resulta evidente teniendo en cuenta que en el conocimiento hay que
considerar tres momentos. El primero de ellos es el conocimiento en sí
mismo. Si se refiere a cosas pasadas da lugar a la memoria, y
si a cosas presentes, sean contingentes, sean necesarias, se le
llama inteligencia. El segundo, la adquisición misma del
conocimiento. Este se logra o por enseñanza, y nos da la docilidad, o por propia invención, lo cual da lugar a la eustochia, que es el saber «conjuntar bien». Parte de la misma,
como vemos en VI Ethic., es la sagacidad,
que es una pronta conjeturación del medio, como se afirma en
1 Poster. El tercero es el uso del conocimiento,
en cuanto que unas cosas conocidas nos llevan a conocer o juzgar
otras, y esta tarea corresponde a la razón. La razón, por su
parte, para preceptuar de una manera conveniente, debe poner en juego
tres cosas. La primera, ordenar algo adecuado al fin, lo cual es
propio de la previsión; la segunda, tener en cuenta los
distintos aspectos de la situación, tarea que incumbe a la circunspección; la tercera, evitar los obstáculos, y esto atañe a
la precaución. Las partes subjetivas de una virtud las llamamos
especies de la misma. Así consideradas, son partes de la prudencia en
sentido propio, la prudencia con que cada cual se gobierna a sí mismo
y la prudencia ordenada al gobierno de la multitud; una y otra son
específicamente distintas, como dijimos en su lugar (q.47 a.2). La
prudencia que gobierna a la multitud se diversifica, a su vez, según
las especies distintas de multitud. Hay, en primer lugar, una multitud
congregada en orden a un negocio particular, como el ejército se reúne
para luchar, y de ellos se encarga la prudencia militar. Otra
multitud se forma para toda la vida, como es la casa o familia, y ésta
se rige por la prudencia económica; o la agrupación de una
ciudad o de una nación, para cuya dirección reside en el jefe la
prudencia de gobierno; en los súbditos, en cambio, la prudencia
política propiamente dicha. Si tomamos la prudencia en un
sentido amplio, implicando también la ciencia especulativa, como queda
expuesto (q.47 a.2 ad 2) podemos entonces asignarle como partes la
dialéctica, la retórica y la física, conforme a los tres modos del
proceso científico: el primero, la demostración, que
da origen a la ciencia, y esto compete a la física, bajo cuyo
nombre quedan comprendidas las ciencias especulativas; el segundo
parte de lo probable y forma la opinión, que da origen a la dialéctica; el tercero, de ciertas conjeturas deduce una sospecha
o una leve persuasión, lo cual incumbe a la retórica. Se puede,
no obstante, decir que estos tres pasos pertenecen a la prudencia
propiamente dicha, pues ésta razona unas veces basándose en principios
necesarios; otras, en cosas probables; a veces, también, incluso en
conjeturas.
Se consideran asimismo partes potenciales de una virtud las virtudes anexas ordenadas a otros actos o materias secundarias porque no poseen la potencialidad total de la virtud principal. En este sentido se consideran partes de la prudencia la eubulia, que se refiere al consejo; la synesis, o buen sentido, para juzgar lo que sucede ordinariamente, y la gnome o perspicacia, para juzgar aquellas circunstancias en las que es conveniente, a veces, apartarse de las leyes comunes. La prudencia, por su parte, se ocupa del acto principal, que es el precepto o imperio.
A las objeciones:
1. Las diversas enumeraciones
difieren en función de los distintos géneros de las partes, o también
en función del hecho de que en una parte de la enumeración van
incluidas partes de otra. Así, Tulio incluye en la
previsión la precaución y la circunspección, y en la inteligencia, la docilidad y la sagacidad.
2. La economía y la política no
están tomadas aquí como ciencias, sino como géneros de prudencia.
Sobre las otras tres, la respuesta va dada en la exposición.
3. Todas esas partes aparecen como
partes de la prudencia, no en toda su amplitud de sentido, sino en
cuanto que actúan en lo propio de la prudencia.
4. El imperio y el uso rectos van
siempre asociados. En efecto, cuando la razón impera, obedecen las
facultades inferiores que realizan el acto de uso.
5. La diligencia va incluida en la
previsión.