A continuación vamos a tratar del litigio (q.115 intr). Sobre
este tema planteamos dos problemas:
Artículo 1:
¿El litigio se opone a la virtud de la amistad o afabilidad?
lat
Objeciones por las que parece que el litigio no se opone a la virtud
de la amistad o afabilidad.
1. El litigio, al parecer, es parte de la discordia, lo mismo que la
riña. Pero la discordia se opone a la caridad, como hemos visto (q.37 a.1). Por tanto, también el litigio.
2. En Prov 26,21 se dice: El hombre iracundo enciende
litigios. Pero la iracundia se opone a la mansedumbre. Luego
también el litigio.
3. Leemos en Sant 4,1: ¿De dónde surgen entre
vosotros las guerras y litigios? ¿No es de vuestras concupiscencias,
que luchan en vuestros miembros? Pero dejarse llevar por las
concupiscencias se opone, según parece, a la templanza. Luego parece
que el litigio no se opone a la amistad, sino a la
templanza.
Contra esto: está el que el Filósofo, en IV Ethic., opone el litigio a la amistad.
Respondo: Propiamente el litigio se da en
palabras que contradicen a las de otra persona. Y en
esta contradicción pueden considerarse dos aspectos: pues hay veces en
que se lleva la contraria por cuestiones personales, y no se quiere
estar de acuerdo con las palabras de otro porque falta el amor, que es
el que une los corazones. Y esto parece propio de la discordia, que
contraría a la caridad; pero otras veces la contradicción surge por
razón de la persona, a la que no se tiene reparo en contristar, y así
se origina el litigio, que se opone a la predicha amistad o
afabilidad, que consiste en convivir agradablemente con los demás. Es
por lo que dice el Filósofo, en IV Ethic., que a los que llevan sistemáticamente la contraria en todo y les trae
sin cuidado el que puedan contristar a otros, se les llama díscolos y
litigiosos.
A las objeciones:
1. La riña tiene más que ver con
la contradicción de la discordia; en cambio, el litigio se refiere a
llevar la contraria con intención de contristar.
2. La oposición directa de los
vicios a las virtudes no se mide por las causas, porque un vicio puede
tener varias, sino por la especie del acto. Y aunque en muchas
ocasiones el litigio provenga de la ira, puede, sin embargo, surgir de
muchas otras causas. Por tanto, no está bien decir que se opone
directamente a la mansedumbre.
3. En el texto citado habla
Santiago de la concupiscencia en cuanto mal genérico, que es de donde
provienen todos los vicios, según comenta la Glosa el pasaje de Rom 7,7: La ley buena es la que, al prohibir la concupiscencia, prohibe todo mal.
Artículo 2:
¿El litigio es pecado menos grave que la adulación?
lat
Objeciones por las que parece que el litigio es un pecado menor que
el vicio opuesto, o sea, la lisonja o adulación.
1. Cuanto más daña un pecado, tanto peor parece ser. Pero la
adulación daña más que el litigio, pues se dice en Is 3,12: Pueblo
mío, los que te alaban te engañan y tuercen el camino de tus
pasos. Por tanto, la adulación es pecado más grave que el
litigio.
2. Parece que en la adulación existe cierto engaño, porque
el adulador dice una cosa con la boca y piensa otra en su interior. En
cambio, el litigioso carece de engaño, porque contradice abiertamente.
Pero el que peca con engaño es peor, como dice el Filósofo en VII Ethic.. Por tanto, la adulación es un pecado más
grave que el litigio.
3. La vergüenza es temor de algo torpe, como consta por
el Filósofo en IV Ethic.. Pero al hombre le da
más vergüenza ser adulador que litigioso. Por tanto, el litigio es un
pecado menos grave que la adulación.
Contra esto: está el que un pecado parece ser tanto más grave cuanto más
desdice del estado espiritual. Pero el litigio, al parecer, desdice
más del estado espiritual, pues leemos en 1 Tim 3,2-3 que es
necesario que el obispo no sea litigioso; y en 2 Tim 2,24: Al
siervo de Dios no le conviene ser litigioso. Por tanto, el litigio
parece ser un pecado más grave.
Respondo: De ambos pecados se puede hablar
desde dos puntos de vista. Uno, considerando la especie de cada uno.
Según esto, un vicio es tanto mayor cuanto más se opone a la virtud
contraria. Pero la virtud de la amistad tiende más principalmente a
agradar que a contristar. Por eso el litigioso, que se excede en
contristar, peca más gravemente que el lisonjero o adulador, que se
excede en agradar. Otro modo de considerar estos pecados es atendiendo
a ciertos motivos externos. Y bajo este punto de
vista, unas veces la adulación es más grave: por ejemplo, cuando se
intenta por engaño un honor o ganancia indebidos. Otras veces, en
cambio, es más grave el litigio: por ejemplo, cuando se pretende
impugnar la verdad o poner en ridículo al contrario.
A las objeciones:
1. Así como el adulador puede
dañar mediante el engaño solapado, así el litigioso con la impugnación
abierta. Pero es más grave, en igualdad de circunstancias, dañar a uno
abiertamente y por violencia que disimuladamente: de ahí que la rapiña
sea un pecado más grave que el hurto, como dijimos antes (q.66 a.9).
2. No siempre en los actos
humanos lo más grave es lo más torpe. El decoro del hombre le viene
por parte de la razón; por eso son más torpes los pecados carnales, en
los cuales la carne domina a la razón; aunque son más graves los
espirituales, porque entrañan un mayor desprecio. Igualmente, los
pecados hechos por engaño son más torpes, en cuanto parecen proceder
de cierta debilidad y falsedad de la razón, por más que los pecados
manifiestos provengan con frecuencia de un desprecio mayor. Por tanto,
la adulación, por el engaño que implica, parece más torpe; pero el
litigio, que procede de un desprecio mayor, parece más
grave.
3. Como hemos visto (1-2 q.41 a.4 ad 2.3; q.42 a.3 ad 4), la vergüenza dice relación a la torpeza del
pecado. Por tanto, no siempre uno se avergüenza más de un pecado más
grave, sino de uno más torpe. Es la razón por la que el hombre siente
más vergüenza de la adulación que del litigio, aunque éste sea más
grave.