Artículo 1:
¿La desobediencia es pecado mortal?
lat
Objeciones por las que parece que la desobediencia no es pecado
mortal.
1. Porque todo pecado es una desobediencia, como consta por la
definición de San Ambrosio ya citada. Luego, si fuese
pecado mortal, todo pecado sería mortal.
2. Dice San Gregorio, XXXI Moral., que
la desobediencia nace de la vanagloria. Pero la vanagloria no es
pecado mortal. Luego tampoco la desobediencia.
3. Entonces se dice de alguien que es desobediente
cuando no cumple un precepto de su superior. Pero los superiores, a
menudo, multiplican con tal exceso sus preceptos, que raras veces o
nunca pueden cumplirse todos ellos. Luego si la desobediencia fuese
pecado mortal, se seguiría de ahí que el hombre no podría evitar el
pecado mortal, lo cual es inadmisible. Por tanto, la desobediencia no
es pecado mortal.
Contra esto: está el hecho de que en Rom 1,30 y en 2 Tim 3,2 se enumera
entre otros pecados mortales el ser desobediente a sus
padres.
Respondo: Como queda dicho (
q.24 a.12;
q.35 a.3;
1-2 q.72 a.5), pecado mortal es el que va en contra de la
caridad, causa de la vida espiritual. Y por la caridad amamos a Dios y
al prójimo. Ahora bien: la caridad para con Dios exige el que
se obedezca a sus mandatos, como queda dicho (
q.24 a.12;
q.104 a.3). Y, por tanto, la desobediencia a los preceptos divinos, como
contraria a la caridad divina, es pecado mortal. Pero entre los
preceptos divinos figura el de obedecer también a los superiores. Y
así, incluso esa desobediencia con que se incumple el precepto de los
superiores constituye un pecado mortal, como contrario al amor de
Dios, según aquel texto de Rom 13,2:
Quien resiste a la autoridad,
resiste a lo que Dios tiene decretado. Va además en contra del
amor debido al prójimo, en cuanto que, como superior y prójimo, se le
priva de la obediencia que se le debe.
A las objeciones:
1. Aquella definición de San
Ambrosio se refiere al pecado mortal, que es donde se hallan completos
los elementos esenciales del pecado. Porque el pecado venial no es
desobediencia, ya que no va contra un precepto, sino al margen de
él.
Ni tampoco todo pecado mortal es desobediencia, hablando con
propiedad y en absoluto. Lo es sólo cuando se desprecia el precepto.
Porque los actos morales se especifican por el fin. Pero, al obrar
contra el precepto no porque se lo desprecie, sino por otros motivos,
hay desobediencia material únicamente; pero formalmente pertenece a
otra especie de pecado.
2. La vanagloria desea hacer
ostentación de excelencia; y porque parece haber cierta excelencia en
que el hombre no se someta a los preceptos de otro, es por lo que la
desobediencia nace de la vanagloria. Por otra
parte, nada impide que el pecado mortal provenga del venial, siendo
como es el venial predisposición para el mortal.
3. Nadie está obligado a lo
imposible. Por tanto, si un superior amontona preceptos sobre
preceptos, de suerte que al súbdito le sea imposible
cumplirlos, esto le sirve de excusa y no peca. Por eso los superiores
deben evitar el exceso de preceptos.
Artículo 2:
¿La desobediencia es el pecado más grave?
lat
Objeciones por las que parece que la desobediencia es el pecado más
grave.
1. Leemos en 1 Re 15,23:
Como el pecado de adivinación es el de
rebelión; y como el idolatrar el negarse a obedecer. Pero la
idolatría es el mayor de los pecados, como queda dicho (
q.94 a.3).
Luego la desobediencia es el pecado más grave.
2. Llamamos pecado contra el Espíritu Santo al que aparta
los obstáculos que hay para el pecado, conforme a lo dicho (
q.14 a.2).
Pero la desobediencia desprecia el precepto, que es el que
primordialmente retrae del pecado a los hombres. Luego la
desobediencia es pecado contra el Espíritu Santo y, por consiguiente,
es el más grave de los pecados.
3. Dice el Apóstol (Rom 5,19) que por la
desobediencia de uno se constituyeron en pecadores muchos. Pero la
causa, según parece, es más que el efecto. Luego la desobediencia es,
según parece, un pecado más grave que los otros que son causados por
ella.
Contra esto: está el hecho de que es más grave despreciar al que manda
que despreciar su mandato. Pero algunos pecados van contra la misma
persona del que manda, como, sin lugar a duda, ocurre en el de
blasfemia u homicidio. Luego la desobediencia no es el pecado más
grave.
Respondo: No todos los pecados de
desobediencia son iguales; porque una desobediencia puede ser más
grave que otra de dos modos. Primero, por parte del que manda. Pues,
aunque el hombre debe poner todo cuidado en obedecer a cualquier
superior, sin embargo, es mayor el deber de obedecer al que manda más
que a los que mandan menos. La prueba de ello es que el precepto del
inferior se incumple cuando el superior mayor ha mandado lo contrario.
De donde se sigue que tanto es más grave la desobediencia cuanto mayor
sea la superioridad de quien manda. Y, según esto, desobedecer a Dios
es más grave que desobedecer a los hombres. Segundo, por parte de los
preceptos: pues el que manda no quiere que todos ellos se cumplan por
igual, porque todo hombre prefiere a lo demás el fin y lo más próximo
al fin. Por lo cual, tanto es más grave la desobediencia cuanto mayor
es el empeño del superior en que se cumpla el precepto que el súbdito
deja sin cumplir. Y tratándose de los preceptos de Dios, es evidente
que tanto es más grave la desobediencia cuanto es mayor el bien sobre
el que versa el precepto. Porque, estando la autoridad divina
naturalmente inclinada hacia el bien, cuanto mejor sea una cosa tanto
más quiere Dios que se cumpla. Y así, quien desobedece al precepto que
trata del amor de Dios peca más gravemente que el desobediente en el
precepto del amor al prójimo. En cambio, la voluntad del hombre no
siempre se inclina con mayor atractivo a lo mejor. Y, en consecuencia,
cuando nuestra obligación procede únicamente de un precepto humano, no
es el pecado más grave por el hecho de omitir un bien mayor, sino por
incumplir lo que prefiere la persona que nos manda.
Según esto, conviene comparar unos con otros los diversos grados de
pecado, atendiendo a los diversos grados de desobediencia. Pues la
desobediencia con que se desprecian los mandamientos de Dios, ya en
cuanto desobediencia es pecado más grave que pecar contra los hombres,
si se prescinde, claro está, de lo que ello tiene de desobediencia a
Dios. Digo esto porque quien peca contra el prójimo obra asimismo
contra el mandato de Dios. No obstante, si se despreciara el precepto
de un bien mayor, el pecado sería aún más grave. Por otra parte, la
desobediencia con que se desprecia el precepto de un hombre es más
leve que el pecado con que se desprecia su misma persona, porque del
respeto a ésta debe proceder el que se tiene al precepto. Y del mismo
modo los pecados que implican desprecio directo de Dios, como la
blasfemia y otros por el estilo, son más graves —y esto aunque
mentalmente se prescinda de lo que hay en ellos de desobediencia— que
los pecados en que se desprecia únicamente el precepto
divino.
A las objeciones:
1. La comparación que hace Samuel
no es de igualdad, sino de semejanza; porque la desobediencia redunda
en desprecio de Dios como la idolatría, aunque no tanto.
2. No toda desobediencia es
pecado contra el Espíritu Santo, sino solamente aquella en que se
procede con obstinación. Porque no todo desprecio de lo que impide
pecar constituye un pecado contra el Espíritu Santo, pues, de ser así, todo desprecio de un bien lo sería, habida
cuenta de que cualquier bien puede impedir que el hombre peque; antes
bien, lo que constituye un pecado de esta clase es el desprecio de
aquellos bienes que llevan directamente al arrepentimiento y al perdón
de los pecados.
3. El primer pecado de nuestro
primer padre, de quien el pecado manó y llegó a todos, no fue el de
desobediencia como pecado especial, sino el de soberbia, que le indujo
a desobedecer. Por eso el Apóstol, en el texto
citado, parece que toma la desobediencia en sentido general, como algo
que forma parte de todo pecado.